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Metropolitan por LaGataenelTejado

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Capítulo 1.

 

[Light]

 

Cuando me siento en la silla del comedor, casi lloro de emoción. 

Había perdido la cuenta de todas las largas y tediosas horas que llevaba trabajando desde que había llegado al hospital. Cuando Elle Lawliet nos aseguró que las jornadas podrían hacerse interminables, no esperaba que el bastardo tuviese tantísima razón. 

Si no me doliesen tanto las piernas pensaría que las habría perdido. Creo que hasta parpadear se me hace insoportablemente doloroso. 

Y lo que mas rabia me da no es eso. No es el oler a hospital, estar sudado y tener los gemelos hinchados por todo el rato que he tenido que ir de un lado a otro. No. Lo que mas me enfada es que siento que no he hecho nada útil aquí dentro. Solo nimiedades absurdas de enfermeros. 

Lawliet no nos ha dejado participar en ninguna de sus intervenciones, y siempre hay tanta gente observando sus operaciones que tampoco pude pillar sitio, lo cual hace la situación mas deprimente todavía. 

Al menos me he ganado mis veinte jodidos minutos de descanso para poder comer algo. He optado por un bocadillo frio de queso y lechuga, acompañado por zumo de arándanos y una manzana de postre. Mientras como despacio, debido al dolor de mandíbula por el cansancio, observo a los médicos y doctores del comedor. 

Muchos son grupitos ya fijos de personas, que charlan entre ellas y la mayoría se sientan por categorías. Los cirujanos están juntos, los auxiliares en otro lado y los internos como yo, parecemos una lacra que ocupa la parte del fondo de la sala, alejados de esa gente que se cree tan importante. Tan solo hay dos personas que parecen no sentirse intimidadas frente a esa especie de distinción. El pelirrojo del ascensor y un médico rubio cuya bata me hace pensar que pertenece a la planta de pediatría. Eso, o que es aficionado a llevar ositos en su ropa. 

Sigo masticando, aburrido, escuchando las voces nerviosas de mi grupo de “compañeros”. Aún no consiguen asimilar la facilidad con la que el doctor Lawliet echó de buenas a primeras a la muchacha morena ayer. Y no quiero parecer un puto demonio, pero yo habría hecho lo mismo. No puedes pretender aparentar profesionalidad si lo primero que haces al llegar es preguntar si puedes ir a desayunar. No es serio. 

Me froto un poco la mano derecha sobre el uniforme, bebiendo zumo y observando como el pelirrojo le acaricia sutilmente el dorso de la mano al rubio, ocasionando que este se cruce de brazos divertido. Vaya, se huele tensión sexual en el ambiente. 

De repente me pongo a pensar en el sexo. 

No soy virgen, aunque mucha gente lo crea. Simplemente jamás me he enamorado ni he tenido una relación de pareja, pero eso no significa que no haya follado alguna vez. Aunque no fue para tanto, la verdad. Y me avergüenza recordar que aquella noche me di cuenta de que soy un poquito aficionado al dolor frente al placer. 

Mientras divago en mitad de pensamientos estúpidos y poco importantes, mi cuerpo se tensa solo cuando la figura de Lawliet aparece en escena.

Lleva la bandeja sobre una mano, mirando el teléfono móvil con la otra, casi sin fijarse por donde anda. La gente se aparta de su camino, mirándole con adoración y saludándole pese a que el moreno parece pasar de ellos casi por completo. Tan solo se detiene extrañado y mira hacia los lados. Ahí es cuando nuestras miradas se cruzan. 

Por un momento pienso que a lo mejor se va a sentar conmigo, y podremos compartir experiencias o que me hable de operaciones complicadas, o de las muchas entrevistas que ha concedido para la prensa. Entonces me doy cuenta de que solo soy un estúpido interno para él cuando se sienta junto al pelirrojo y el rubio, sin dirigirme ni un mínimo gesto de saludo. ¿Que esperaba?. Es Elle Lawliet. 

Los observo cuando hablan, notando pese a la distancia que hay entre nuestras mesas, la familiaridad con la que conectan y se dirigen unos a otros. Siento un poco de envidia, porque pese a sonar como un egocéntrico,no siento que pertenezca a la gente con la que debo compartir estas semanas. Yo soy Light Yagami, joder, y estoy seguro de que algún día conseguiré escalar hasta la cima. 

 

[Lawliet]

 

Me relamo los labios por el sabor de la salsa barbacoa, prestando atención a una de las muchas historias divertidas que Matt no está contando. No sé como lo hace, pero creo que es la persona que mas pacientes bizarros y extraños ha tenido en su vida como cirujano plástico. 

-Y luego cuando le abrimos la carne descubrimos que tenia una canica. ¡Una canica!. Enseguida despidieron al chico que se tenia que encargar de hacer la revisión antes de la intervención. 

-¿Ese fue Thomas?. ¿El que lloraba siempre por todo?. Una vez le pillé llorando en el aseo porque decía que se había dado cuenta de que sus dedos eran deformes. - Mello se echó a reír al acordarse, negando con la cabeza. 

-Descanse en paz, querido Thomas. - el sarcasmo siempre presente en Matt. 

Nos reímos por eso, chocando un poco las manos con compañerismo. Aún recuerdo lo mal que me llevaba con el pelirrojo los primeros días que entré a trabajar aquí. 

Veo como el rubio se gira en la silla, rebuscando en su bandolera. Saca un pequeño paquete envuelto en papel plateado, extendiéndolo hacia mi. 

-Toma, dáselo a Aiden. Es su regalo de cumpleaños. 

Mi cara debe de ser lo mas pésimo del mundo en este momento. Hasta me tiemblan un poco los dedos ante lo que acaba de ocurrir. Mierda... 

El cumpleaños de Aiden es mañana, y me avergüenza muchísimo reconocer que lo había olvidado por completo. ¿Que clase de padre soy?. Un desastre. 

Enseguida mi cerebro se pone a pensar a miles de revoluciones por segundo, enumerando punto por punto, el horrible horario de trabajo que tengo mañana. Turno doble y tres intervenciones importantes. O pido ayuda o no podré llegar con tiempo de celebrar algo junto a él. Y no creo que un niño que vaya a cumplir seis años olvide fácilmente que el cabrón de su ausente y ocupado padre, ni si quiera le vio el día de su cumpleaños. 

-Gracias Mello. Se lo daré. 

-¿Y ya tienes pensado que vais a hacer mañana?. - Matt se acaricia el colmillo con la lengua, haciendo un ruido horrible al chasquear. 

-Umm...aún no. - me siento muy ansioso cuando miro la zona del comedor y entonces, veo mi salvación. 

Odio tener que pedir ayuda,dios sabe que me cuesta horrores admitir que una mano extra nunca viene mal. Porque soy egoísta y no soporto compartir el éxito de mi trabajo. Si...soy un tío “maravilloso”. Ironía, claro. 

Me pongo en pie, decidido, dejando a mis dos amigos asombrados al ver como me estoy comportando. 

-Ahora vuelvo. 

Ignorando sus quejas, camino hacia la zona donde están los internos compartiendo historias que seguramente sean absurdas. Light Yagami está leyendo distraído algo en su teléfono móvil, por lo que cuando me planto a su lado con las manos en los bolsillos, carraspeo la garganta para llamar su atención. 

-Yagami. 

El chico está literalmente flipando. Sus ojillos parpadean confusos y su boca se entre abre un poco, dándole un aspecto... ¿adorable?. Oh, no puedo creer que yo haya pensado eso. Me rasco la coronilla, sin saber por donde empezar. Decido que mi poder como jefe me da el derecho de tratarle con seriedad y bordería, dispuesto a no aceptar ningún tipo de titubeo. 

-Mañana serás mi ayudante durante las intervenciones que me tocan. 

Un silencio sepulcral en la zona circundante de la mesa se apodera de la gente. Los demás internos (sobretodo los de mi grupo al cargo), están mirando a Yagami con una sed asesina bastante preocupante. No es de extrañar si el mejor neurocirujano del hospital acaba de elegir a su pupilo. 

-¿Es que no dices nada o qué?. - frunzo el ceño ante su silencio. Pensaba que se iba a echar a llorar por la emoción o algo. 

-Yo...gra-gracias...no se que decir... - traga saliva y la nuez de su cuello se mueve hacia arriba. 

-Mejor dime que no vas a titubear como un subnormal mientras operamos. Porque si es así, despídete de este hospital. 

Vale, ahora soy un cabrón. Pero me divierte mucho ver como consigo ponerle nervioso, y en contra de todo pronóstico, Light se relaja y enseguida endurece el semblante, mirándome con seriedad. 

-No se arrepentirá. 

-Así me gusta. - le guiño el ojo, sonriéndole de forma leve unos segundos antes de regresar a la mesa, con la cabeza alta y pasando por al lado de todos esos internos que me miran casi con ojos llorosos y suplicantes. 

Cuando me siento junto a Mello, ambos están en silencio. 

-Ya vale, podéis decirlo. - les conozco bien. 

-Es como si te hubieses sacado la polla y hubieses golpeado la mesa con ella. - Matt se echa a reír, contagiándonos a los tres con su risa. 

Ahora estoy mas tranquilo, porque la confianza que voy a depositar en Yagami es la esperanza que necesito para poder terminar pronto mañana y volver a casa con Aiden. Tendré que telefonear a mi hermano Beyond para ver que tipo de fiesta podemos organizarle. 

 

[Light]

 

En cuanto llego a casa, dejo de cualquier manera mi abrigo en el recibidor, arrastrando casi los pies por el suelo y con un dolor de cabeza que me está matando. Jamás había echado tanto de menos mi cama. 

Escucho el sonido del televisor en la sala de estar y la risa de Sayu, que posiblemente sea fruto del programa que está viendo. Entro y enseguida sus ojos se clavan en los míos. 

-Vaya pinta traes, hermanito. - tiene un deje burlón en la voz que me hace gruñir. 

-Pensaba que jamás terminaría este maldito día. - me dejo caer sobre el sillón, agarrándome la frente por el dolor de cabeza. - Estoy agotado y muerto. 

-Muy muerto no estás porque sigues respirando. - me tira una bola de papel a la cara, como cuando éramos pequeños. 

-Aggg...cállate... - aprieto la mandíbula, soltando el aire y lloriqueando. 

Realmente estoy para el arrastre. Y lo peor es que dentro de seis horas debo volver al hospital. 

-Mamá ha llamado. Quiere saber como te ha ido tu primer día. - pone los ojos en blanco, cruzándose de brazos. 

Sayu no se lleva muy bien con ellos, porque nunca llegaron a apoyarla lo suficiente cuando decidió hacer su vida en Nueva York, y me duele decirlo, pero admito que yo siempre he sido el niño mimado. 

-La llamaré mañana. - con mucha dificultad, me pongo en pie para ir directamente a la ducha e intentar dormir unas horas antes de regresar al hospital. 

Aún alejándome por el pasillo, escucho la risa de mi hermana. Y eso me saca una leve sonrisa. 

Mi dormitorio es bastante aburrido. Tiene las cosas imprescindibles, una cama, un armario y una cómoda. Una mesita marrón con una lámpara vieja que a veces cuesta encender. Sabiendo de antemano que voy a pasarme la mayoría de las horas recluido en el hospital, pensamos que no haría falta gastar mucho dinero en decoración, y ahora me alegro. Porque creo que aquellas salas hospitalarias se van a terminar convirtiendo en mi casa. 

La tentación de tirarme en el colchón a dormir como un bebé es bastante fuerte. Sin embargo, prefiero darme una ducha rápida y ponerme ropa cómoda para poder dormir un buen rato. Y mientras me enjabono, es como si mi cerebro se activase y se pusiese a darle vueltas a los sucesos de hoy. 

Elle Lawliet se cuela en mi cerebro como una presencia omnipresente, recordándome que mañana voy a ser su...¿mano derecha?. Aún estoy intentando convencerme de que me ha escogido a mi. ¡A mi!. Podría haber elegido que se yo...algún médico experimentado o algún otro interno. Pero se acercó a la mesa y con su voz de hijo de puta retorcido me dijo que le ayudaría si o si. Y señor Lawliet, créame que estoy jodidamente ansioso por ayudarlo. 

Un cosquilleo me atraviesa la nuca, deslizándose como una serpiente hasta la parte baja de mi espalda. De repente me encuentro pensando en el curioso atractivo que tiene el doctor Lawliet. En como hace gestos raros por inercia o se lleva el pulgar a la boca para mordisquearse la uña. ¿Estoy sonando como un acosador?. Espero que alguien mas se haya dado cuenta de todas esas cosas que hace porque si no, si que voy a parecer un mirón pervertido. 

Me envuelvo en el albornoz azul, gimiendo debido al placer que me produce sentir el calorcito del tejido sobre mi cuerpo. Ni si quiera me molesto en secarme el cabello y rápidamente ya estoy listo para echar unas horas de profundo y bien merecido sueño.

 

 

[Lawliet]

 

Cuando cierro la puerta de mi apartamento, Nieve sale a recibirme, ronroneando en mis tobillos y dejando parte de sus pelos blancos en mi ropa. Nuestro gato persa es bastante mimoso, pese a ser eso, un gato. 

Para no hacer mas ruido del necesario, me quito los zapatos y los dejo en el recibidor, caminando cansado hacia el salón. Todo está en silencio, todo excepto el ruido del carboncillo sobre los ya mas que conocidos lienzos de esbozo de mi hermano. 

Su zona de trabajo está al otro lado del pasillo. Decidimos que estuviese en la planta baja porque molestaba un poco escuchar los rasgones y el ruido de las pinturas en el piso superior, y no queríamos que eso afectase la rutina de sueño de Aiden. Toco despacio sobre la puerta, asomando el rostro hasta verle. 

Está sentado y semi encorvado sobre la mesa grande de dibujo, concentrado al máximo en su nuevo trabajo. Si no recuerdo mal, está ilustrando un cómic para un famoso guionista de cine, que quiere llevar a las librerías su obra maestra. Es una suerte que Beyond trabaje en casa, porque así Aiden tiene un familiar cercano que pueda cuidarlo y no cualquier desconocido. 

-Ei. 

Beyond no levanta la vista hasta que pasan dos segundos, extrañado como si mi voz hubiese sido un ruido sin importancia. 

-Hola Elle. ¿Ya has vuelto?. 

Vamos a obviar la estúpida pregunta, que cuando mi hermano se pone a trabajar su cerebro desconecta un poco de la realidad. 

-¿Y Aiden?. 

-Elle, son las doce de la noche. Está durmiendo, como es lógico. - pone los ojos en blanco, rascándose la mejilla y manchándose de carboncillo la piel. 

-¿Que tal en el colegio?, ¿algún problema con los demás niños?. 

La risa escueta de mi hermano, me hace fruncir el ceño. 

-¿Que niños?, si Aiden no tiene amigos. Es un niño raro, como nosotros. Y su padre no es que sea el papá ejemplar que todo el mundo quiere. 

A mi hermano le encanta echarme en cara que soy un desastre, que no sirvo como padre y que la educación social de mi hijo terminará pasándonos factura. Le abofetearía si no fuese porque yo también lo pienso. 

-Ah, ha llamado Naomi. Dice que Raye y ella están en mitad de un caso policial importante en Miami. No sabe si podrá venir en las vacaciones. - ha vuelto a encorvarse, concentrado en sus dibujos. 

Intento no bufar ante esa noticia. Una noticia tan nueva como rutinaria. Naomi Misora es una de mis viejas amigas y también la madre de Aiden. 

Lo nuestro fue fugaz y una estupidez, la típica borrachera que termina en un coche perdido dentro de un bosque. Ella se olvidó de tomar el anticonceptivo y yo olvidé los condones. El combo perfecto para hacer bebés. 

-Ya la llamaré mañana. - me froto los ojos, intentando no pensar en ella. 

No la culpé cuando quiso tener el bebé, pero si la culpo por largarse cuando el niño cumplió dos años y dejarlo a mi cargo, excusándose con lo de que una mujer policía está realmente ocupada como para ser madre el cien por cien del tiempo. 

Despidiéndome de Beyond y haciéndole repetir que no se acostará muy tarde, subo las escaleras del apartamento escuchando el cascabel de Nieve tras de mi. Miro de reojo a esa bola blanca persa de ojos azules, que maúlla pidiendo cariño. 

-Ssshhh... calla, bola. O despertarás al monstruito. 

Casi temo que haya podido entenderme, porque sus ojos felinos se clavan en mí como si estuviese juzgándome. Ignorando esa mirada que a veces me da algo de miedo, abro muy despacio la puerta del cuarto de mi hijo, mirando rápidamente hacia la pequeña cama. Está vacía, con las sábanas revueltas. Cualquier otro padre habría puesto el grito en el cielo por no ver a su retoño durmiendo plácidamente, pero como no es la primera vez que pasa... 

Suspirando cansado y dándome cuenta de lo mucho que voy a necesitar un masaje en los hombros, ando perezosamente hasta mi propio dormitorio, evitando encender las luces. Un bulto pequeño y acurrucado descansa entre mis sábanas, y no es ningún amante precisamente. 

Aiden duerme silenciosamente, envuelto como un bebé entre la ropa de dormir. Lleva puesto su pijama color gris de nubes y cohetes espaciales, algo que extrañamente adora. Quiere ser astronauta y todo el tema de la galaxia le apasiona, así que quizás es buena idea hacerle una fiesta de cumpleaños con esa temática.

Lo abrazo con cariño, una vez que me he puesto la ropa de dormir. Su calor me tranquiliza y me saca una sonrisa. A pesar de que soy un padre desastroso, de que a veces me avergüenza el pensar que he deseado que Naomi se lo lleve... lo quiero mucho. Porque pese a todo, es mi hijo. Y si eres lo suficientemente maduro para tener sexo, lo eres para cumplir con la obligación de criar a un niño que no tiene la culpa de tener unos padres que no habían planeado en absoluto esta situación. 

Huelo su pelo, tan negro como el mio y suave como el de su madre. Huele a coco y su pequeña boca ronronea cuando siente mis brazos aferrarse con dulzura a él. 

Se merece que todos sus cumpleaños sean especiales.

Notas finales:

Se me hacen tan sexys imaginarlos como doctores xD aii... <3

¿Les ha gustado? :) no olviden dejar sus sensuales reviews.


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