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Metropolitan por LaGataenelTejado

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Notas del capitulo:

Nuevo capítulo. He estado algo ocupada en mi trabajo y a partir de mañana comienzan las actualizaciones de mis historias en progreso :)

¡Se agradecen reviews que me inspiren!.

Capítulo 2.

 

[Light]

 

Mi cara frente a la máquina del café tiene que ser de película. Con los ojos entre cerrados y la boca semi abierta. Decir que apenas he descansado es quedarse corto. 

Trago saliva, de forma pastosa y casi como si tuviese una bola gruesa en la garganta. Soy de resfriarme con facilidad y el cambio de rutina me afecta bastante mal. Alelado, miro como se termina de hacer mi café sin azúcar, sacando con cuidado el vasito con la cuchara de plástico. 

Respiro aliviado cuando el calor de la bebida adormece mis dedos, oliendo su aroma, que a pesar de no ser de una gran calidad, me va a venir de perlas para soportar el duro día que me espera. 

Lawliet me ha dejado claro en cuanto nos hemos visto que esta será la única oportunidad que tendré a su lado. Que si se aprovecharla, me tendrá en cuenta para el futuro. Quizás eso es lo único que consigue darme cuerda hoy, como si fuese un reloj de bolsillo. 

-¡Yagami!. 

Me giro un poco aturdido. Veo a Elle Lawliet al final del pasillo, con un brazo apoyado contra la pared y la otra mano dentro del bolsillo. 

-¡Termina de tomarte eso de una vez y ven aquí!. - le gusta gritarnos, ponernos en vergüenza delante de los demás trabajadores. 

Pero yo no voy a sentirme cohibido, al contrario. Le saludo ampliamente y me termino el café en un tiempo récord, caminando hacia él y viendo como en sus ojos arde una chispa de asombro. Me hace un gesto con los dedos para que le siga hacia la planta de operaciones. Si no recuerdo mal (y mi memoria es muy buena) hoy tenemos tres intervenciones importantes. 

Cuando entramos en el ascensor, nos echamos a un lado para permitir el paso a dos doctores que charlan entre ellos. 

-Yagami, hoy no voy a aceptar ningún tipo de error. - mira aburrido los botones del comunicador, jugando a morderse el labio. 

-No se preocupe, doctor Lawliet. No habrá errores. - intento sonar convencido, de verdad que si, pero también estoy nervioso.

Él no dice nada, simplemente sale del ascensor mirándome de reojo para asegurarse de que le estoy siguiendo el paso. 

Dos enfermeras nos saludan y le pasan el parte médico de la primera intervención. De repente su semblante cambia y la profesionalidad que lo caracteriza sale a flote. Su postura es recta, sus ojos concentrados en el informe y su cerebro seguramente está trabajando a toda velocidad. 

-¿Preparamos la sala de operación?. - la enfermera rubia le mira curiosa, esperando órdenes. 

-Aham. Ya debería de estar todo preparado... - le agarra el identificador que lleva en la chaqueta, mirando su nombre. - Lisa. 

-Lo...lo siento, doctor, es que no sabíamos la hora a la... 

-Ya basta. Es broma. - sonríe satisfecho, haciéndoles un gesto con la mano para que se aparten y preparen la camilla y el instrumental médico. 

Se gira tan rápido hacia mi que me deja un poco en shock, tragando saliva. 

-Bien. - indiferente, se cruza de brazos. - ¿Que sabes de esta operación?. 

Cálmate Light. Solo es una de sus muchas pruebas. 

Enumero punto por punto la operación que vamos a realizar, incluyendo el instrumental necesario y todo el proceso que se debe seguir a rajatabla. Siento que hasta estoy sudando y el uniforme me aprieta. Los ojos negros del doctor me miran de forma intensa, intentando hacer que falle en mis respuestas. 

Tomo una bocanada de aire cuando termino, sintiéndome muy pequeño a su lado. 

-Muy bien, Yagami. Todo correcto entonces. - con la mano, me hace un gesto para que entremos juntos a la pequeña zona de limpieza, donde debemos desinfectarnos las manos y colocarnos los guantes y la mascarilla. 

No hay apenas contacto visual entre nosotros, pero yo a veces le miro de reojo porque me resulta muy atrayente la forma que tiene de admirar el quirófano. Es como cuando ves a un pez moverse por primera vez en una pecera. 

Los ruidos de los auxiliares médicos me hacen sentir mas nervios que antes, relajándome al respirar profundamente cuando nadie me está mirando. Elle coloca con una simple orden a la gente en su lugar y yo miro hacia arriba, viendo como a su vez, mis “compañeros” de grupo junto a mas personas comienzan a tomar asiento en la sala acondicionada donde pueden ser testigos de la operación. 

Es la hora, Light. Es la hora de demostrar lo que sabes. 

 

[Lawliet]

 

De un rápido vistazo miro el reloj de pared. Llevamos dos largas horas con esta intervención y gracias a la ayuda de Yagami debo reconocer que todo va mas deprisa. 

La ha cagado un par de veces, fallos que estoy seguro que se deben a los nervios. Por desgracia, en una profesión como esta, un error puede ser fatal. 

-Yagami, pásame el bisturí. 

Asiente deprisa, haciéndome ver como el sudor perla su frente debido a la poca costumbre de estar bajo tanta tensión. 

Nos observamos a través de las mascarillas, manteniéndonos la mirada unos segundos antes de retomar lo que estoy haciendo. Me resulta curioso que tenga un rostro tan aniñado a sus 26 años de edad. 

El chico es guapo, el típico niño que seguramente podría dedicarse a la televisión o el cine. Tiene un cuerpo bonito (al menos lo que se intuye con la bata hospitalaria), y unos ojos bastante intensos. Y yo me pregunto... Elle, ¿que cojones haces pensando en estas tonterías mientras le salvas la vida a un paciente?. 

Por suerte mi concentración suele ser máxima, así que al cabo de quince minutos más, la sangre seca de mis guantes y el suspiro relajado de los auxiliares que rodean la mesa, indican el final de la operación. 

Escucho aplausos desde la zona superior. Algo a lo que estoy muy acostumbrado y aún así, me llena el pecho de orgullo. 

Veo a Light moverse algo nervioso por el quirófano, ayudando con el paciente y el instrumental médico. Me mira de reojo y por el suave movimiento de la mascarilla bucal estoy seguro de que ha apretado los labios. Ni si quiera le sonrío. Directamente me dirijo a la zona de higiene para asearme. 

-Buen trabajo, doctor Lawliet. - una de las enfermeras mas veteranas me sonríe, haciendo así que sus bonitos hoyuelos se marquen inevitablemente. 

-Gracias. - vuelvo la atención al grifo, tirando a la papelera los guantes y la mascarilla mientras termino de lavarme las manos. 

Por el cristal, puedo ver como la gente abandona la sala. Todos excepto Yagami, que entra con algo de titubeo para hacer la misma rutina de limpieza. 

Debo decir que alargo a propósito mi lavado de manos, observándolo de reojo cuando se limpia el sudor de la frente. Creo que está esperando alguna palabra esperanzadora por mi parte. 

-Te has equivocado varias veces, Yagami. 

¡Já!, ¿Yo regalando frases de ánimo y buen trabajo?, ni hablar. Que se lo gane y ya después me lo pienso. 

-Lo siento... - suspira, realmente agotado. 

Parpadea cansado, y eso hace que me fije en otro detalle que por supuesto, había pasado completamente desapercibido. Tiene unas pestañas muy bonitas. Y yo una parte muy gay como para pensar en esto. 

-Espero que en la siguiente operación no cometas mas errores. Te estás jugando tu continuidad en mi programa de internos. - ahora si, me termino de secar las manos y sin mirarlo demasiado, salgo de allí dejándolo a solas. 

Antes de irme puedo escuchar un suspiro frustrado, algo que me hace sonreír como un bastardo. 

 

[Light]

 

Será hijo de puta... 

Vale, admito que me he equivocado un par de veces, pero es difícil cuando tienes al hombre que admiras mirándote con cara de sádico retorcido. Porque si Elle Lawliet no se dedicase a la neurocirugía, bien podría dedicarse al sadomasoquismo. 

Estoy enfadado. Furioso conmigo mismo por no haber sido capaz de realizar todo a la perfección. 

Me siento en una de las sillas de plástico que hay en la zona de espera mas cercana, apoyando la nuca contra la pared y cerrando los ojos. Huelo a hospital y aún estoy sudando. Y todavía tengo dos operaciones mas por delante. 

-Ui...que cara de amargado trae el chavalín. 

Abro un ojo, terminando por abrir ambos y viendo como el pelirrojo del ascensor me está mirando desde arriba, con las manos en los bolsillos. 

Tiene una cara que me atrevería a decir que es algo lobuna. Colmillos resultones y el cabello revuelto cayendo sobre sus ojos color esmeralda. Está bastante bueno. ¿Que pasa?, no me juzguen, estoy estresado. 

-¿Le conozco?. - me cruzo de brazos, arqueando una ceja y mirándolo fijamente. - Si viene para vacilarme por ser un doctor con privilegios ya se puede ir por donde ha venido. 

Se echa a reír, apoyando la mano contra la pared sobre mi cabeza. Ahora si que nos miramos desde una posición extraña, y sus ojos brillan. 

-Oh, vamos. Era una broma, interno. 

Chasqueo la lengua, poniendo los ojos en blanco. Lo de interno suena tan mal viniendo de su boca que casi me dan ganas de ponerme en pie e irme. Como no le contesto, vuelve al ataque. 

-¿Eres del grupo de Lawliet?. Te he visto salir de su quirófano. - estira un poco los brazos, moviendo el cuello hasta que le cruje y suspira con placer. - Tienes cara de que te han pateado el culo una y otra vez. ¿Tan cabrón ha sido?. 

Intento pensar una respuesta ante eso. Se que son amigos, y no me conviene decirle que el carácter de Elle me parece de todo menos agradable. 

-Lo normal. Supongo. Soy un interno, ¿no?. 

-Uno que le está salvando el culo hoy. Gracias a ti podrá llegar a tiempo al cumpleaños de su hijo. - se quita una pelusa del uniforme, frunciendo el ceño – Si algo odia Elle es tener deudas con la gente. Así que nunca olvides que tú, un interno, le salvaste hoy el trasero. Consejo de perro. - me sonríe de forma traviesa, dejándome algo anonadado por tanta información repentina. 

Cuando se gira y se larga despidiéndose de mi con la mano, mi cuerpo se rinde a la silla, deslizándose perezosamente un poquito más. 

No se por que mierda me siento tan decepcionado de repente. Pues claro que el doctor Lawliet tiene un hijo, y me extraña que no tenga muchos más con su buena posición profesional. Yo solo puedo pensar que admiro a la mujer afortunada que consiguió con uñas y dientes llevarse a este hombre a la cama y retenerlo a su lado. 

No me doy cuenta de lo mucho que estoy mordiéndome el labio hasta que de lejos, veo al doctor al fondo del pasillo, charlando con una de las enfermeras que estaba en la operación. Y me obligo a mi mismo a dejar de pensar en lo atractivo que me resulta Elle Lawliet. 

 

[Lawliet]

 

Antes de comenzar con los preparativos de la próxima operación, entro en la sala de descanso que me corresponde sentándome en una de las literas inferiores. Por suerte para mi, no hay ningún compañero echando un sueñecito

Es hora de hacer un par de llamadas. Y la primera va directamente para mi querido hermano. 

-¿Nnghh?. - un gruñido, como siempre que me responde con pocas ganas de vivir porque está inmerso en alguna de sus muchas locuras ilustradas. 

-Beyond, ¿has recogido las cosas de la fiesta?. 

-Si. 

Cuanto entusiasmo. Realmente mi hermano es un fiestero... bueno, no. 

-¿Te acordarás de decorarlo todo sin que Aiden lo vea?. 

-Que si. Déjame ya y sigue trabajando. 

Me cuelga, y yo me quedo con el teléfono pegado a la oreja y los ojos entre cerrados. Beyond nunca ha sido muy hablador y creo que ha quedado mas que demostrado. Rascándome la nariz, busco en mis pocos contactos la letra N, localizando rápidamente su número. Al cabo de dos tonos de llamada, su voz felina me hace apretar la mandíbula. 

-¿Elle?. ¿Que quieres?. 

-Hoy es el cumpleaños de Aiden. 

Escucho un suspiro, la voz masculina de Raye al fondo del teléfono y luego algún que otro ruido perteneciente a un vehículo. 

-Lo sé. Pensaba llamar luego. - no sé por qué me suena a escusa barata. Quizás por el titubeo o quizás porque hace mucho que Naomi es peor madre de lo que yo soy como padre. 

Miro hacia arriba, fijándome en la luz artificial intermitente que alumbra la pequeña sala. A veces siento que me pican los ojos y me arden, sobretodo debido a la impotencia de la lejanía de Naomi y lo difícil que es explicarle a mi hijo por qué su madre no va a estar en su cumpleaños. Otra vez. 

-Me ha dicho Beyond que estás en Miami. ¿No piensas venir en vacaciones a ver a tu hijo?. 

En ese momento, la puerta se abre y veo a Mello entrar algo distraído. Nuestras miradas se cruzan y en silencio, sin necesidad de palabras, sabe que empiezo a estar verdaderamente jodido emocionalmente. El rubio se mueve cauteloso, sin querer interrumpir nuestra conversación. 

-Elle, sabes que no tengo tiempo. Esto es importante, podría suponer un ascenso. 

-¡Tu hijo también es importante!, joder, Naomi, ¿sabes lo difícil que es criarlo cuando me paso los malditos días en el hospital?. Da gracias a que Beyond puede encargarse. 

Mello hace un gesto de incomodidad, desviando la mirada y subiéndose a la litera superior. Escucho el ruido de las sábanas y agradezco que no pregunte nada porque me siento como una bomba apunto de estallar. 

Voy a replicarle, a decirle lo cabrona que me resulta con esa actitud, pero la puerta se abre de nuevo y otro de nuestros compañeros de oficio ingresa en la sala, bostezando y bastante cansado. 

-Mira tengo que colgar, pero por favor, ten la decencia de llamarlo al menos por teléfono. 

Ni si quiera escucho su contestación, simplemente corto la llamada y me guardo el móvil en el bolsillo, apretando con fuerza el aparato entre mis dedos. La mano de Mello sobre mi cabello me hace cerrar los ojos, suspirando y calmándome al sentir como sus articulaciones acarician mi pelo con cariño. 

-Lo siento, Elle. - su voz floja me hace notar que se está quedando dormido. 

-Yo si que lo siento... - acaricio unos segundos su mano, que ahora se mantiene sobre mi cabeza de forma suave. 

Aparte de tener que ir luego a casa con toda la prisa que puedo darme, también me tocará lidiar de nuevo con el llanto de Aiden porque no entiende que su madre ni si quiera aparezca. Y ya no solo por su cumpleaños, si no prácticamente casi cada día de su corta vida. 

 

[Light]

 

Me va a dar algo. Y se aceptan apuestas. ¿Un infarto o una embolia?. 

Miro de nuevo el reloj, tragando saliva y notando el sudor empaparme hasta los labios. Llevamos mas de una hora con la segunda intervención del día y ya no puedo más. Y quiero llorar, realmente quiero golpearme a mi mismo por lo inútil que me siento. 

Pese a todo, me mantengo firme en mi posición, evitando que Lawliet se de cuenta del pequeño temblor que sufren mis manos debido al agotamiento. Ahora me arrepiento de no haber echado un sueñecito cuando tuve oportunidad. 

-Yagami. 

Alzo la vista, encontrándome unos segundos con la mirada seria de mi superior, que está operando con una profesionalidad impecable. Si está cansado, no se nota en absoluto. 

-Doctor Lawliet... - por si acaso, intento que mi voz suene lo mas suave y sumisa posible. 

Apuesto un brazo a que el bastardo de mierda está sonriendo. Y seguro que sonríe como un zorro astuto apunto de matar a un conejo. 

-Yagami, eres un maldito inútil. 

Los auxiliares elevan un par de segundos la mirada, y yo solo puedo desviarla hacia los que observan la intervención. La sala tiene el sonido conectado, para que no pierdan detalle de las indicaciones que se llevan a cabo aquí dentro. 

La vergüenza que siento no es comparable con nada que recuerde ahora mismo. 

-Lo siento, doctor. - no se me ocurre nada, y no pienso rebatir sus opiniones. 

Una risa entre cortada y cruel escapa de su boca, amortiguada debido a la mascarilla. Veo que cuando aparta las manos del cuerpo del paciente, se mueve rodeando un poco la mesa hasta colocarse a mi lado. Me mira seriamente y me da la sensación de que la tensión que flota entre nosotros se puede cortar con un cuchillo. Eleva el instrumental con su mano y lo coloca a escasos centímetros de mis ojos. 

-Finaliza. 

-¿Q-qué?. - creo que no le he escuchado bien. Y los demás le miran como si hubiese hablado en sueco. 

-He dicho que termines el último paso que queda. ¿O es que aparte de inútil también eres sordo?. 

De verdad que intenté por todos los medios que mi mano no temblase, y parece ser que algún tipo de Dios debió de escucharme cuando con decisión, consigo sujetar entre los dedos aquel instrumento afilado. Asiento y ando los pocos pasos que me separan del paciente, observando como Lawliet ha dejado todo casi listo. Sonrió un poco, tristemente. Por supuesto que ha dejado todo sin ningún tipo de peligro, por lo que terminar es algo relativamente sencillo. 

Bueno, al menos no será en esta operación donde pierda a mi primer paciente. 

Termino la faena como me enseñaron en la facultad y en las prácticas que hice antes de venir a Nueva York, y entonces los demás respiran aliviados. Eso me enfurece, ¿tan inútil me veo?. El doctor Lawliet me dirige una mirada fría antes de desaparecer hacia la zona de higiene y por esta vez, prefiero esperar a que se largue antes de asearme. 

Me apoyo contra la pared, echándome el cabello hacia atrás cuando me he deshecho de los guantes. Los chicos de prácticas ni me miran, directamente se van por donde han venido, comentando seguramente los fallos que he cometido y riéndose de lo imbécil que he debido de parecer. Me pregunto si Lawliet se está arrepintiendo de haberme escogido. 

Veo su figura acercarse hacia a mi, porque no le queda otra si quiere salir del quirófano. Evito mirarle demasiado, avergonzado por lo ocurrido. El no haber estado al cien por cien puede salirme caro.

-Ve a lavarte las manos de una vez, Yagami. 

-Si, doctor. - afligido, echo a caminar alejándome de él. 

Su voz es la que hace que me detenga en seco. 

-No eres un caso perdido. Simplemente, intenta relajarte. - con una mirada horriblemente aburrida, me mira unos segundos antes de desaparecer de mi vista, dejándome plantado en el suelo con la boca entre abierta y las piernas como si fuesen gelatina. 

Que Elle Lawliet te diga que no eres un desastre podría considerarse algún tipo de halago macabro muy propio de él. Y lo digo porque después de haber compartido con mi “ídolo” estas horas interminables... creo que empiezo a entenderlo un poquito más. 

En cuanto salgo de la sala, el pasillo se ve mas vacío que de costumbre. Me fijo en mi reloj de pulsera, dándome cuenta de que a estas horas habrá gente que ya haya finalizado sus turnos correspondientes. Tengo una hora antes de dirigirme al quirófano de la tercera planta, el número 36. Mi última operación del día y podré irme a casa. 

Bostezando, me dirijo hacia la cafetería para tomarme un refresco que pueda espabilarme. Lo que no me esperaba era un brazo fuerte rodeándome de forma repentina los hombros. 

-¿Que tal te va el día, interno?. 

Aquella sonrisa lobuna y esos ojos verdes vuelven a atosigarme. Y además el contacto caliente de su cuerpo me crea un poco de incomodidad a pesar del atractivo del pelirrojo. 

Había preguntado sobre él, sobretodo a un par de enfermeras que se encargan de ayudarle con ciertas operaciones de cirugía plástica. Por lo visto tiene fama de mujeriego, aunque su carrera con los hombres no se queda corta. Parece ser que es un bisexual bastante libertino. 

-Bien, supongo. - estoy tan cansado que mis pocas dotes de ligoteo están por los suelos ahora mismo. 

-Lo que necesitas es venirte conmigo luego. ¿Que te parece si te llevo a un bar y nos tomamos un par de cervezas?. 

Le miro extrañado, con el ceño fruncido. Me viene a la mente el tonteo poco discreto que se trae entre manos con el chico rubio de pediatría. 

-¿Estás ligando conmigo?. - me planto frente al ascensor, deshaciéndome de su agarre. 

-Um...puede... - se lleva los dedos a la sien, como si estuviese meditando una respuesta. - ¿No te gusto?. 

Jamás he visto a una persona con tanta confianza en si misma. Da por hecho que me gusta, como supongo que hará siempre. 

-No. - me cruzo de brazos, mirándole de reojo. Ha puesto morritos con los labios, unos que seguramente sean mas falsos que un billete de un centavo. 

-Bueno, empecemos de nuevo. Me llamo Matt y quiero invitarte, como amigos – y recalca lo de amigos con la voz – a tomar un par de cervezas. Vamos, será divertido, es un bar donde suele ir la gente que trabaja aquí. 

Enseguida la imagen de Elle me viene a la cabeza, haciéndome meditar unos segundos. Seguramente si esta noche es el cumpleaños de su hijo, ni aparezca por el bar, pero si empiezo a salir por allí...terminaremos encontrándonos. Estadística pura y dura. 

-Está bien. Cuando acabe mi última operación del día nos vemos abajo. - le miro y me subo en el ascensor, evitando sonreír cuando Matt apoya el brazo en la pared y con la otra mano se despide de mi, sonriéndome maliciosamente. 

Ahora aparte de tener que preocuparme de no caer dormido en mitad del pasillo, también tengo que pensar en que me va a tocar usar las duchas del hospital para al menos, estar algo decente antes de salir esta noche.


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