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Hadas negras por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

 

 

 

Una declaración de guerra no era fácil, mucho menos si el oponente era tu hermano, y para rematar, el mayor y universitario, pero se podía. Deidara estaba decidido a iniciar con sus planes, usando todas las armas que tenía a disposición, aunque tuviese que rebajarse un poco

Todo empezó en una mañana tranquila, el calendario marcaba con una mancha rojiza la fecha de ese día y la sonrisa de cierto rubio se amplió con malicia. Justamente en esa fecha Deidara no tenía que asistir a clases debido a un asunto con los maestros, así que era un buen día para poner en marcha su muy simple plan inicial. Con pereza se estiró por completo en su cama, destapó una de sus esbeltas piernas, elevó levemente la parte superior de su pijama y dejó que la sábana fuera lo único que le cubriese en las zonas correctas, lo siguiente sólo fue esperar. No tardó mucho en escuchar pasos fuera de su habitación, seguramente eran los empleados haciendo su trabajo, sus padres en su apuro para ir a la oficina, quizá Sasuke dándose la tarea de devolver a Naruto a su habitación porque este se coló nuevamente en su cama, y al final… estaba él

 

 

—Deidi, ¿estás despierto?

—… — Obviamente no iba a responder por nada de ese maldito mundo, porque lo odiaba con tanta fuerza que hasta él sentía miedo en ocasiones. Dejó que Itachi siguiera llamándolo y cerró los ojos para fingir dormir cuando su puerta se abrió

—Deidi

—Mm — emitió ese ruido mientras daba la espalda a esa puerta y sentía una leve brisa tocar su semidesnuda espalda. Silencio posterior. Deidara sabía que su “hermano” estaba guardándose una imagen mental en ese mismo instante, pero no demoraría

—Deidi, despierta… debemos desayunar con oto-san y oto-chan

—Mm — agitaba su mano levemente en señal de que lo escuchó y se giró nuevamente, pero esta vez cubriéndose por completo con las cobijas — ya voy — dijo con pereza y poco después escuchó que lo habían dejado en privacidad — perfecto — sonrió y abrió sus ojos azules… ese sólo era el inicio

 

 

Deidara se dio el lujo de bajar en pijama a la cocina, incluso dejó sus zapatillas de lado y descalzo, rondó por los pasillos para probar un poco del menú antes del desayuno. Sabía que no era el primero despierto, obviamente todos estaban ajetreados, y eso era bueno, demasiado bueno como para empezar con su auto reparación. El rubio balanceaba sus piernas desnudas porque sólo usaba un short, rascaba su nuca para después repasar sus rubios cabellos con sus dedos y bostezaba porque era temprano. Sonreía al platicar con las cocineras, probaba alguna cosa usando solamente sus dedos y de paso se acomodaba la camiseta dos tallas más grandes que decidió usar para dormir la noche anterior. Era infantil y hasta patético lo que haría, pero con un hermano como el que tenía, el mismo que gustaba de ver la “piel” descubierta de su querido ototo, funcionaría bastante bien.

Naruto fue el primero en encontrarse con Deidara, coincidentemente –no tanto porque el pequeñito vio a Deidara colocarse el dichoso pijama extravagante para dormir- también traía un pijama amplio encima. Cuando el mayor le preguntó al rubiecito la razón de esas fachas a esas horas en donde generalmente ya debería estar vestido, la respuesta le hizo reír, pues debido a que él no iba a la escuela Naruto se auto concedió el derecho de faltar también. Deidara no le iba a discutir, pues sería divertido estar un día de ocio sólo con su hermanito. Fue así que dos rubios que tenían el hombro descubierto, cabellos levemente revueltos, pantalones cortos, sonrisas mientras se movían al son de la música que las cocineras ponían para animarse en la mañana, se dieron un día libre. La hora llegaba y Deidara sonrió cuando vio la primera cabellera azabache llegar al comedor en donde él y Naruto ya se habían acomodado.

El recién llegado seguramente fue atraído por las risitas emocionadas en la cocina, obviamente Deidara y Naru eran las almas brillantes de la casa a esas horas en un viernes de fin de semana, e Itachi lo sabía. A propósito, Deidara bostezó, de inmediato atrajo la atención del mayor. Era hora del show. El rubio se acomodó la camiseta holgada para cubrir su hombro, pero poco después de nuevo tenía esa zona descubierta y él fingía no darse cuenta. Deidara ni siquiera miró a Itachi, siguió posando la mejilla en la mesa y haciendo un puchero porque no se apresuraban en hacerle un panqueque

Deidara sentía la mirada de su “hermano mayor” sobre sí, Itachi ni siquiera trataba de esconderlo y el rubio, en cambio, sólo fingía demencia. Balanceaba sus piernas como si de un niño se tratase e incluso recogió una de ellas para que su piel fuese vista en esplendor por encima de la mesa del comedor y la colocó en la misma silla que usaba. ¿Lo mejor? Naruto ayudaba bastante. El chiquillo jugaba con el cabello largo y despeinado de Deidara, atándolo con un moño improvisado que dejaba a la vista el cuello largo y sin mancha que caracterizaba al segundo rubio de la mansión. Los hermanos menores reían mientras comían un poco de mermelada con una cuchara y se relamían con lentitud. ¿Qué estaría sintiendo Itachi en ese momento? Se preguntaba la mente maestra de ese plan, pero en el fondo no quería entrar en esa macabra mente  

Pero como en toda obra, existe un acto final, y este se dio cuando decidieron ir a ayudar a las cocineras por puro capricho. Deidara y Naruto fueron hasta la cocina en las mismas fachas en las que llegaron, ambos tomándose de las manos y cantando alguna cosa que el menor le enseñaba a su hermano mayor. Itachi los siguió para no perderse detalle de nada, era como un maldito acosador al que no podían acusar. Cuando ya estaba lista la comida de cada uno, Deidara tomó el plato y caminó junto a Naru hacia el comedor mientras daba un espectáculo con su caminar elegante y el balanceo de su cabello de oro. Empujó a Itachi y le sacó la lengua como en cualquier otro día, pero en esa ocasión la mirada negruzca de su hermano mayor estaba más brillante de lo normal. Éxito total.

 

 

—No deberían bajar así — un poco de madurez no le hacía mal a Itachi, menos cuando todos empezaban a acomodarse en la mesa

—¿Por qué no? Estamos en casa, no tenemos acosadores por aquí — decía Deidara mientras chupaba su dedo manchado de mermelada

—Los empleados pueden… — Itachi apretaba los puños para no perder la calma, pues no quería que nadie más fuese capaz de ver esa inocente forma de ser en Deidara

—Todos son de confianza — Deidara seguía en su faceta despreocupada mientras se acomodaba la camiseta para cubrir su hombro — ¿no lo dijiste tú?

—A mí me gusta la ropa flojita–tebayo — sonreía el menor de la casa, iluminando con ello las vidas sombrías de los demás y cortando la incomodidad de la plática entre los mayores

—Naru me entiende... y al parecer oto-chan también — sonreía al ver a Minato entrar con una camiseta amplia también, aunque con vaqueros que le llegaban debajo de las rodillas

—Yo te entiendo… creo, ¿de qué hablas, Dei? — Minato mostraba una calmada expresión, ajena al estrés que a veces tenía por asuntos de trabajo, incluso parecía que no iría a laborar en ese día

—De la ropita floja — Deidara miraba con burla hacia su hermano pequeño — es agradable estar mal vestidos de vez en cuando

—Lo es-dattebayo

—Nunca cambiarán — suspiró Fugaku, quien escuchó la plática cuando llegaba al comedor. Admiró a todos los rubios de su casa estar vestidos tan cómodamente y negó divertido

—Es mejor ser despreocupados — Minato le restaba importancia al asunto para después empezar a comer con calma

—Seguro a oto-san le gusta eso — reía Deidara — esa mirada la conozco — miraba a su padre con malicia — Te gusta mucho ver a oto-chan vestido así, ¿o no?

—Deidara — advertía Minato para que se detuviera esa conversación con un motivo oculto

—Miradas. Miraditas — el rubio de cabello largo siguió con su comida, pero en esa ocasión miró a Itachi — esas miradas — claro, se estaba burlando del mayor y hasta Sasuke rió de lado. Era divertido

  

 

Deidara aplicó esa misma estrategia al siguiente día a sabiendas que Itachi estaba muy alterado internamente por tener a su pequeño hermano en “bandeja de plata” y no poder “probarlo”. Era un tanto asqueroso pensar de esa forma de sí mismo o ponerse en el lugar de su enemigo, pero así era la realidad, esas miradas que el azabache le mandaba eran la prueba. Iba en buen camino, sólo en eso pensaba para seguir soportando las horas en que era observado en la mañana y noche en donde Itachi estaba en casa. Sin embargo, eso se terminó después del domingo porque no tenía que ser tan evidente ante sus padres, este era su problema

Deidara decidió aplicar otro plan a partir de ese punto, iniciando desde la media tarde del domingo. Se la pasó ignorando a Itachi el resto del maldito día, si este le decía algo, él volteaba la cabeza o simplemente se retiraba del lugar sin decir absolutamente nada, ni siquiera lo miraba. Fueron días muy silenciosos, pues ni siquiera peleaba o lanzaba algún comentario hiriente para ahuyentarlo como era común de él. Si es que ignorarlo no funcionaba y el azabache lo seguía acosando como cualquier terco imbécil, Deidara se concentraba en su tarea, incluso si es que no la tenía. Nadie podía interrumpirlo cuando él se sentaba en el escritorio y tenía abierto un cuaderno o un libro, era como una ley sagrada que incluso Naruto respetaba, siendo al menor de la casa al único que se le daba derecho de estar dentro de la habitación jugando en silencio para no molestar a su hermano.

Si llegaba al punto en que estudiar ya no era una excusa para mantener alejado a Itachi, Deidara cambiaba de estrategia, concentrando su atención en jugar con Naruto, o incluso –por mera travesura– en charlar con Sasuke. En una ocasión se coló al cuarto del menor de los azabaches para recostarse en la cama libre y tomar una corta siesta mientras el otro estudiaba. Sasuke era como su pedacito de espacio neutral, ahí Itachi no podía entrar porque Sasuke necesitaba concentración… y Deidara era el límite entre el silencio y un juguetón Naruto, así que era como un negocio bien pactado. No hablaban, se entendían tan solo con una mirada, Sasuke desde su escritorio y Deidara desde la cama donde leía algo. Cuando alguno de ellos necesitaba algo, sólo tenían la necesidad de decir un “por favor” y el otro ayudaba en lo que fuere.

Los fines de semana Deidara se ponía más “provocador” con las cosas que hacía, eso sin dejar de lado su ley del hielo, mientras que entre semana las cosas se ponían más monótonas porque eran rutinas específicas que debían seguir y era así que Deidara cumplía su primera etapa: el frustrar al enemigo. La segunda era simplemente: darle donde más le duele, en el orgullo. ¿Cómo lo haría? Simple. Deidara iba a dejar que sus fanáticas se le pegaran como chicle. Bendita fuera su impecable actitud con los de cursos inferiores, pues sí, se hizo de una leve fama que aumentaba debido a su aptitud para la pintura y actitud rebelde con los demás chicos de su edad. Quién entendía a esas niñas, él era solamente un chico promedio con mal comportamiento ocasional, pero eso les gustaba y lo iba a aprovechar

Al único que le contó lo que estaba planeando era a Shikamaru, este le chantó un regaño de dos oraciones por la infantil treta que armaba, pero al final prometió ayudarlo cuando lo necesitase. Shikamaru tenía sus razones para querer generar la desesperación de Itachi, las mismas que se resumían en: nadie hacía sufrir a su mejor amigo, Chouji, indirecta o directamente. En ese caso todos los amigos cercanos de Deidara sabían que el motivo del rompimiento de la pareja más extravagante de la escuela fue causado por Itachi y sus malditas manipulaciones. El pueblo quería venganza, expresó Ino quien los descubrió en las planeaciones previas a la ejecución del juego y decidió ayudar. Ella sería la encargada de “buscar” a las interesadas

Deidara fue informado del perfecto procedimiento de su plan y con una sonrisa enorme aceptó el destino. Sin embargo, no pensó que fuese tan agotador. Ese mismo día no se quedó en el club, decidió pasearse un rato por los pasillos y sin pensarlo tenía a dos niñas interceptándolo con la petición de que les mostrara un poco de sus habilidades. Deidara no estaba seguro del rumor que Ino esparció entre las niñas de cursos inferiores, pero fue mejor seguirles el juego sin decir nada. Retrató con rapidez a las dos muchachas, usando solamente carboncillo y papel blanco, ese fue el inicio de todo. Sin pensarlo, en ese y los siguientes días estaba saliendo de clases acompañado por al menos dos féminas. Deidara se propuso, es más, se autoimpuso aguantarlas con una sonrisa y sólo dejarlas de lado cuando se subía al coche en el que lo recogía Itachi, pues no pudo convencer a Fugaku para que le quitara al niñero de encima. Después de eso fingía dormirse todo el camino a casa o se ponía los audífonos y no emitía sonido alguno. Era tedioso, era infantil… pero efectivo

 

 

—¡Maldita sea, Deidara! ¡Deja de ignorarme! — estalló, al fin, después de tantos días no lo soportó más

—¿Te conozco? — Deidara seguía en su actitud fría mientras caminaba a la mansión

—Te has vuelto así desde lo de ese niño — intentó detenerlo, pero el rubio sólo cambiaba de ruta. Estaba harto de ser tratado como una piedra en el camino

—¿En serio? — decía burlón — qué pena

—Mírame siquiera

—No me da la gana — dio un manotazo cuando Itachi intentó sujetarlo de los hombros y apuró su paso

—Deidi — claro, Itachi empezaba a buscar cualquier cosa para forzar a Deidara a reaccionar, pero nada funcionaba. El azabache incluso extrañaba sus peleas diarias — te veías hermoso con ese vestido en la boda

—¿Te gustan mis piernas? — sonrió, pero sin mirarlo — que honor. A mi hermano mayor le gustan mis piernas

—Son bellas — insistió. Estaba desesperado por tener al menos una mirada furiosa de su rubio

—Entonces — sonrió cuando se giró a mirar a Itachi, a la vez que abría la puerta de su hogar — Mastúrbate con el recuerdo — dijo antes de estamparle la puerta de la entrada en la cara. A veces Itachi le daba asco

 

 

Conflictos…

 

 

Las cosas con Deidara se habían calmado con los meses que pasaban, pero había otros que no se habían reconciliado en ese tiempo. Ya eran dos meses desde aquella fea pelea, pero ellos ni siquiera dormían en la misma cama, eso lo notaron todos en esa casa, pero no dijeron nada por respeto a la relación de los adultos. Minato aún seguía enfadado, lo peor era que cada que Fugaku intentaba arreglar las cosas, se hundía más, sólo bastaba con decir alguna cosa errada y todo el esfuerzo valía un comino. Minato se sentía traicionado pues Fugaku siempre le mostró una faceta tolerante, pero bastó sólo con que uno de sus hijos no obedeciera un designio impuesto como para que se mostrase tal y como era… un ser basado en la apariencia física de las personas y preocupado por el qué dirán de los desconocidos. Claro, se decía que nunca se llegaría a conocer a su pareja en totalidad, pero Minato siempre tuvo la esperanza de que Fugaku no le ocultaría nada. Pero le salió con eso

Sin embargo, por el bien de su familia, Minato debía al menos intentar reconciliarse, llevarse bien con su esposo, dejar el enfado de lado, volver a compartir el lecho y evitar que Naru preguntara hasta cuándo iban a estar en esas condiciones. Así que aceptó la invitación de Fugaku para una cena lejos de casa, con desgano, pero lo hizo. El rubio mayor salió en esa tarde para ganar buenas vibras, incluso visitó a Mao, revisó algunas cosas en su laptop e incluso comió su postre favorito antes de dormir un rato hasta que llegara la hora de la dichosa cita. Bien vestido, con una sonrisa divertida porque Naruto le ayudó a arreglar su cabello, y con Deidara recostado en su cama amplia mientras balanceaba sus piernas, él terminó de mentalizarse las palabras correctas para arreglar sus problemas. Sus hijos le dieron un deseo de buena suerte y Minato proporcionó la predisposición para pasarla bien. Estaba listo

Fugaku fue amable, tolerable, hasta expresivo, ya que soltaba sonrisas de vez en vez, cosa muy extraña y eso demostraba que de verdad se estaba esforzando por ser buen anfitrión. Minato casi se ríe al ver como Fugaku le cedía la mano para bajar al auto, obviamente lo rechazó y bajó solo; se adelantó al restaurante, pidió la mesa y el vino, y se sentó sin ayuda de ningún “caballero de la era formal”. A Minato no le gustaba ser tratado como mujer, no le gustaba que su esposo fingiera ser tan atento porque lo conocía y para esas cosas era torpe. Tal vez el azabache estaba repasando cada paso que planeó en esa cabeza y era un poco incómodo de cierta forma, porque Fugaku parecía un robot programado. Minato tardó un poco para que su acompañante se relajara y fue así como recordaron su primera salida juntos. Rieron por aquello, porque en realidad su primera cita fue un completo desastre. Todos podrían creer que Fugaku Uchiha era un experto en citas, pero a veces el nerviosismo se apoderaba de él y cometía errores, eso era tierno y fue la única razón por la que, en el pasado, Minato aceptó arriesgarse una y otra vez a salir con él

 

 

—Lo de nuestros hijos fue difícil. Me excedí, lo acepto

—Eso era lo único que quería escuchar esta noche — sonrió el rubio mientras se acomodaba el cinturón de seguridad — no digas nada más porque lo arruinarás

—Lo siento

—No vuelvas a hacerlo

—Es difícil… no quiero ver al pequeño Deidara crecer tan rápido, mucho menos quiero ver aquello con Naruto — confesó al encender el auto

—Creo que te comprendo un poco — entendió que el accionar de Fugaku, en parte, fue por los celos que cualquier progenitor tenía hacia sus hijos — pero debes entender que ellos crecerán a la vez que nosotros envejecemos, es normal, sólo hay que cuidarlos de lejos y dejarlos cometer sus errores

—Yo… no quiero volver a pelear contigo, Minato — al detenerse en un semáforo se arriesgó a tomar la mano del rubio

—Seamos una familia de nuevo, Fugaku… olvidemos esto — sonrió y apretó el agarre en su mano — démonos una oportunidad más

 

 

Ese fue el propósito de la pareja y, aun así, no estaba todo completamente bien.

Las risas volvieron, la convivencia volvería a ser la misma que tuvieron antes del problema, incluso volverían a compartir el mismo cuarto, pero la incomodidad del ambiente después de ese tiempo de separación persistía. Se dieron un beso antes de dormir, desearon buenas noches, pero a pesar de que Fugaku insinuó desear un poco más de contacto que sólo unas caricias, Minato lo rechazó, porque el asunto no se olvidaba de la noche a la mañana. Ellos debían volver a fomentar su confianza, volver a forjar una relación sólida y después abría oportunidad para lo demás. Eso sería como conocerse nuevamente

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Krat volvió para dejar este pequeño detallito ya que tenía un día de descanso XD

No daré más excusas y me deslizaré lentamente hacia la salida

Los ama: Krat~

 


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