Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Dragón verde y el Monje dorado por Erzsebeth

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No se si quedo bien en la temática, pero hice lo que pude. Dsifrutenlo~

Genji siempre había amado la nieve. Desde que era un pequeño niño en Hanamura donde el blanco manto cubría toda la ciudad y los jardines de su casa, cuando podía faltar a clases gracias a la nieve y se la pasaba jugando junto a Hanzo y sus padres.  La sensación helada y suave en su piel, en todo su cuerpo. Siendo el niño enérgico que era, el frio de la nieve le parecía reconfortante contra el flujo de sangre cálida en su interior. Un equilibrio perfecto entre su temperatura natural y la temperatura del mundo.

Tiempos en los que Hanzo podía ser un niño junto a él y no conocían nada de reglas, clanes u honor.

Sin preocupaciones, sin temores…

Hasta el día en que Hanzo lo “asesinó”.

Y es que, esos años junto a Blackwatch eran un manchón en su memoria.

Bueno, era difícil el olvidar todas sus misiones, los asesinatos, su sed de venganza. Pero los sentía tan lejanos, como una película en su cabeza. Siempre tan presentes y distantes a la vez.

Su siguiente recuerdo con nieve fue poco después de que abandonara el complejo de Overwatch. Había rondado sin un destino fijo, en busca de un propósito, de algo que pudiera aliviar esa sensación de vacío. Ni siquiera sabía exactamente donde estaba, ni como había llegado ahí. Lo único que sabía, que creía, era estar kilómetros de la civilización, rodeado completamente de la nieve. Y aunque ahora no fuera capaz de sentir la temperatura de la misma manera que antes, podía sentir como sus sistemas se apagaban uno a uno a causa de esta. Pronto quedaría inutilizado, moriría… Si es que pudiera llamarse “vivo” a su estado actual. Al menos sus últimos momentos los pasaría rodeado de aquella blancura impecable. Lejos de todos aquellos que lo habían traicionado y usado. Solo él, y la nieve…

Hasta que despertó en medio de una habitación desconocida, cubierto en mantas y junto a un completo extraño. No había rastro de la nieve, o del frío que congelaba su cuerpo. Solo un omnic con el rostro impasible, sin ninguna emoción reconocible en él. Poco sabía en ese entonces que ese encuentro cambiaría su vida por completo.

Conforme los años pasaron, la nieve se volvió algo rutinario en su día. Viviendo en Nepal y subiendo diariamente al monasterio en busca de su maestro, era imposible no toparse con esta y, en cierto modo, había sido una parte muy importante en su proceso de sanación y auto aceptación. Este lugar siempre adornado con aquel níveo manto, este lugar que había logrado llegar a su corazón y le había dado un lugar al que pertenecer nuevamente. Su hogar.

Aunque claro, es imposible quedarse en el mismo sitio para siempre. Y era parte de su crecimiento espiritual el explorar y volver a adaptarse a este mundo ahora que por fin se sentía completo. Y ¿Qué era mejor que hacerlo que en compañía de su querido maestro? Cuando Zenyatta le comentó que planeaba dejar Nepal y viajar por el mundo supo que debía acompañarlo. Era una necesidad latente en su interior, un temor de no estar junto a él…

Fue en ese momento cuando supo la realidad de sus sentimientos, cuando fue capaz de expresarlos y deleitarse al saberse correspondido. Y ahora menos que antes podía separarse de él.

Viajaron por toda clase de lugares. Desde Londres a Numbani. Una parada casi obligatoria en Japón para cerrar varias heridas. Pero ningún lugar de los que había visitado podía compararse al paraíso invernal que era Nepal.

Fue en esa época cuando el llamado de Overwatch ocurrió. Después de tantos años, de todo lo que había pasado, parecía que era un plan del destino para poder cerrar sus últimas penas. Una oportunidad para redimir sus errores pasados y poder ayudar al mundo. Hacerlo bien esta vez.

Aunque al principio no quisiera llevar a Zenyatta, parte por el temor de que algo malo pudiera ocurrirle, parte la incertidumbre de qué clase de misiones esperaban que cumpliera.

Pero, al final de cuentas, no era su decisión. Zenyatta era el que decidiría que hacer, si acompañarlo, quedarse a esperarlo, o seguir su camino.

Cuando él decidió acompañarlo no pudo evitar cierta clase de alivio al no tener que separarse de su lado.

Además, esto ya no era Blackwatch. Overwatch estaba empezando nuevamente. No volverían a cometer los mismos errores del pasado, no más secretos, no más misiones ilegales. Podía trabajar con eso. Y un sanador siempre era necesario.

De esa decisión había pasado casi un año. Viejos amigos se habían reencontrado, nuevos reclutas llegaron. Todo parecía tan diferente de aquel entonces… No eran solo un equipo, eran una familia. Una gran familia como no había tenido en años. Y todo empezó con Zenyatta, con una nevada noche en Nepal…

Ah, como extrañaba la nieve. En Gibraltar la nieve era un hecho bastante inusual, incluso en el invierno como el que estaba transcurriendo. Y cuando ocurría, era de manera escasa y con poca duración. A veces deseaba poder escaparse junto a Zen para visitar el que hubiera sido su hogar años antes, pero sabía que sería egoísta de su parte. El nuevo Overwatch aún estaba “a prueba” por parte de los medios y gobiernos, así que abandonar al equipo cuando más lo necesitaban sería una mala jugada.

Claro, no podía molestarse por ello. Tenía a Zenyatta a su lado, y a muchos camaradas que se preocupaban por su bienestar. No tenía por qué preocuparse al respecto…

Y a todo esto… ¿Dónde estaba Zenyatta? Desde que despertará aquella mañana, no lo había visto a su lado. Una simple nota de que tenía un asunto que atender le indicaba que había “dormido” a su lado, pero no había ni un rastro de su paradero actual.

Era una situación que se había repetido los últimos días. Despertaba y Zenyatta no estaba a su lado, lo veía escasamente en el comedor principal y luego lo veía marchar, a quien sabía dónde.

A pesar de su curiosidad, de querer pasar el mayor tiempo posible junto a su pareja, sabía que el omnic también necesitaba tiempo a solas, como había necesitado él mismo tantas veces durante su proceso de sanación.

Sin embargo, la situación ya había comenzado a preocuparle. Habían pasado varias horas desde aquella mañana y no había encontrado el más mínimo rastro de Zenyatta… ¿Estaría evitándolo? Trató de recordar si lo había hecho enojar se algún modo o si algo malo había ocurrido entre ambos, pero nada venía a su mente. Tal vez solo era una extraña coincidencia.

Sea cual fuese el caso, sabía que debía hacer algo al respecto. En verdad quería ver a su novio, saber cuál era la razón de sus repentinas ausencias, así que decidió empezar a buscarlo por su cuenta. No debía ser tan difícil, Zenyatta acostumbraba ir a los mismos lugares dentro de la base, lugares que le brindaban calma y eran perfectos para su meditación.

Con esa mentalidad se dirigió primero hacia uno de los riscos del lugar, ubicado cerca de la sala de planificación de misiones. El aire siempre daba la impresión de ser más puro y ligero ahí y, la vista del mar, de la costa y los muelles que se encontraban en aquella península era extraordinaria. Pero de Zenyatta no había ni una señal.

Seguidamente fue al jardín del cual tanto Zenyatta como Bastion se habían prácticamente adueñado cuando llegaron a la base. El estar rodeado de la naturaleza, de la energía viva y en constante movimiento del Iris (como le gustaba decir a Zenyatta) les había atraído a ambos omnics a aquel lugar. Pero para su decepción, tampoco fue capaz de encontrarlo ahí.

Siguió su camino por varios y distintos puntos de su nueva residencia, ninguno de ellos parecía tener alguna seña de haber sido visitado antes ese día.

Decidió volver a intentar buscar en su habitación, en espera de que Zenyatta ya hubiera regresado de cualquiera que fuera su actividad actual. Pero antes de llegar a esta, se le ocurrió dar un último recorrido por los dormitorios. Tal vez no fuera Zenyatta quien necesitaba un tiempo a solas, si no que alguno de los demás miembros había acudido a él en busca de algún consejo. No sería la primera vez que ocurría.

Caminó hacía la habitación más cercana de quienes, sabía, se habían vuelto allegados a Zenyatta en el tiempo que llevaban ahí. Tocó levemente, interrumpiendo el ritmo que sonaba en el lado contrario de la puerta.

— ¡Genji, mi amigo! Justo a quien necesitaba. –Lúcio le abrió la puerta, haciéndole una señal de que entrara.

—En realidad solo estoy buscando a Zen, creí que podría estar aquí pero ya veo que no. –hizo una pausa, mirando el desorden en la habitación del DJ. Hojas tiradas por todo el piso, la mesa mezcladora en la mesa cercana, una guitarra, un saxofón entre otros instrumentos colocados en sus respectivas bases dentro del lugar—. En fin, no quiero distraerte, más que pareces estar muy ocupado.

—Oh, lo notaste. Estoy trabajando en una nueva canción, ¡Por eso te necesito! Solo necesito que me ayudes con unos cuantos ritmos, si no tienes ningún inconveniente con ello.

—Eh… -Siendo honesto, esperaba concentrarse en buscar a Zenyatta en aquel momento.

— ¡Perfecto! Te lo agradezco infinitamente. Ahora pasa, que no quiero molestar a los demás con el ruido.

Lúcio cerró la puerta detrás de él, sin darle la oportunidad de decir nada al respecto. Suspiro y se sentó a su lado. Después de todo, era su amigo y los amigos estaban para apoyarse, ¿No? Además, estaba seguro que Zenyatta podría esperarlo unos minutos más.

Pasaron casi dos horas hasta que Lúcio lo dejo ir. Genji no entendía mucho de música, de su creación, por lo cual sentía que su presencia había sido más perjudicial que positiva. Aun así, Lúcio le había insistido que siguiera ahí y le había agradecido cuando hubieran terminado.

Antes de volver a su habitación, decidió pasar a la habitación de Hana con la esperanza de tal vez hallar a su pareja ahí. Estaba consciente del tiempo que había pasado en el lugar de Lúcio, pero la habitación quedaba de camino a la suya, así que no perdía nada con intentar buscarle. Tocó a la puerta, oyendo un ligero quejido del lado contrario, seguido de una maldición en coreano.

—Quien sea que este ahí ¡Pase ahora y enfrente las consecuencias!

Genji entro, con un pequeño saludo y sacando sus propias conclusiones sobre la razón del comportamiento de Hana.

— ¡Genji! Tú… tú más que nadie deberías saber lo importante que es para mí el concentrarme al cien por ciento mientras juego. ¿Por qué me has interrumpido? ¡Casi rompía mi record!

Genji hizo una pequeña reverencia sabiendo la seriedad de su “crimen”. –Lo siento Hana, solo quería preguntarte si Zenyatta estaba contigo. No lo he visto en toda la mañana. –Hizo una pausa para después volver su mirada a la chica—. En serio lamento interrumpirte cuando estabas en tu zona, y si hay algo que pueda hacer para compensarte por lo que he hecho, no dudes en pedirlo.

Hana soltó un ligero murmullo, llevándose la mano a la barbilla y fijando su mirada en el reloj en su pared. —Creo que ya sé que puedes hacer. Juega conmigo un par de misiones y listo. Me ayudas a practicar y, tener a un rival real en lugar de la IA me ayudará a volver a mi zona más rápido. Todo arreglado. –levantándose de su asiento, busco el segundo control de su consola para entregárselo a su contrincante, quien dudó en tomarlo—. ¿Qué pasa Genji? ¿Te intimida jugar contra mí? No te preocupes, seré suave contigo. –Le sonrió con un ligero toque de condescendencia, sabiendo que sería más fácil que aceptara su reto.

—Supongo que no pierdo nada con un par de partidas. Después de todo te lo debo… y créeme que lo que menos necesitas es ser “suave” conmigo. –Genji tomó el control, pasando rápidamente su vista a la pantalla frente a ellos. Zenyatta podría esperar un poco más, después de todo si Zenyatta quisiera verlo probablemente lo hubiera buscado como él había tratado de hacer toda la mañana. Además, probablemente lo vería más tarde. No tenía que  estar junto a él cada momento del día.

Después de una serie de partidas contra Hana (la mayoría terminando en derrotas, para que mentir), finalmente la chica decidió que era tiempo de dejar de jugar. Habían perdido la noción del tiempo, concentrados en su actividad, notando como habían transcurrido algunas horas desde que iniciaran.

—Wow, ya se hizo muy tarde. No puedo creer que haya pasado tanto tiempo. –tomó su celular para verificar la hora nuevamente. Seguidamente levantó la mirada hacia Genji—. No, ¿Sabes qué? Si puedo creerlo, olvida lo que dije. En fin, gracias por jugar conmigo, ya hacía rato que no me enfrentaba a alguien que fuera un reto. –Le sonrió, estrechando su mano.

Genji correspondió el apretón, sonriendo también. Tenía que admitir que había pasado un buen rato junto a ella.

—Ahora, habías dicho que estabas buscando a Zenyatta, ¿No? Estoy segura que ya debe estar esperándote en tu habitación. ¡Salúdale de mi parte! –abriéndole la puerta prácticamente le echo fuera de su habitación, cerrando ruidosamente.

Genji suspiró, sin poder evitar preguntarse la razón tras el repentino cambio de actitud de la chica, pero sin tomarle mucha importancia. Después de todo era joven y él sabía lo complicados y extraños que podían llegar a ser en esa etapa de la vida.

Siguió la sugerencia de Hana y avanzo sus pasos en busca de su habitación. Esperando finalmente poder encontrarse con su pareja.

—Ah, ¡Genji!

Mientras iba acercándose a su destino, oyó una inconfundible voz llamándole.

—Gracias a Dios que te encuentro, en serio necesito tu ayuda. –Angela se encontraba frente a Genji, con un par de cajas de apariencia pesada en sus brazos y un par más a sus pies—. Winston me pidió llevar estas cajas a las habitaciones desocupadas en el otro extremo de la base –Bajo las cajas para poder hablar mejor con Genji sin ningún obstáculo entre ellos—. Fareeha debía ayudarme pero no la encuentro en ningún lado y no quisiera tener que dar dos viajes… ¿Podrías ayudarme? En serio te lo agradecería mucho. –junto sus palmas sonriéndole de manera encantadora.

Angela era una de sus mejores amigas en la base, sin contar las veces que le había salvado la vida a él y a los demás miembros del equipo, ¿Cómo podía  decirle que no? Probablemente ella misma tendría muchas otras cosas que hacer, y aun así se tomaba el tiempo para ayudar a ordenar la base. Suspiró, mirando la puerta de su habitación de reojo y volviendo a mirar a las cajas. Entre los dos sería más fácil llevarlas y terminarían más rápido. —Está bien Angela, te tengo cubierta. –tomó las cajas del piso con facilidad. Estaba seguro que su contenido era pesado, pero debido a las mejoras cibernéticas en su cuerpo, esto ya no le parecía un gran esfuerzo. Incluso se ofreció a cargar una de las cajas que Angela llevaba.

—Y… ¿Cómo van las cosas con Zenyatta? –Mientras avanzaban por la base, Angela pensó que lo mejor sería iniciar una conversación para hacer más amena la situación en que se encontraban. Pero no pudo evitar notar la mirada algo decaída de Genji al oír ese nombre—. Oh, lo siento. No quería sonar entrometida o algo por el estilo…

—No, está bien. Sé que solo te preocupas por mí. Es solo que, –pausó un momento, pensando cómo seguir— ¿Haz notado algo diferente en él? Siento que ha estado evitándome los últimos días, pero no entiendo el por qué… ¿Estará enojado conmigo? No sé qué pude haber hecho. O tal vez fue algo que no hice. No tengo idea Angela, y tengo miedo de estropear esto. Zenyatta es lo mejor que me ha ocurrido en la vida, pero puede que yo solo sea una carga para él. ¿Qué debería hacer? –Hizo una pausa mirando a su acompañante— Ah, lamento soltarte todo esto de golpe, es solo que he estado pensando en esto todo el día y tú eres la única persona con la que puedo hablar, bueno tú y Zenyatta pero no creo que sea el más adecuado para esto. –se preguntó si estaba haciendo lo correcto. Angela también debía tener sus propios problemas de este estilo, y aun así venía a darle más carga y más tensión con sus propios problemas.

— ¿Y por qué no? –El silencio entre ambos fue interrumpido por la voz de Angela—. ¿Por qué no hablar de estas dudas con Zenyatta? Estoy segura de que él las comprendería y sería capaz de ayudarte con ellas… ¿Acaso no fue él quien te ayudo durante todo este tiempo? –Notó el rostro poco convencido de Genji y continuó– Genji, si hay algo de  lo que estoy segura es que Zenyatta te ama. Es algo imposible de no notar. Cuando él está junto a ti… Es simplemente indescriptible. Muchos aspiran a esa clase de amor. Así que no tienes que temer al respecto. Solo sé sincero con él sobre tus inquietudes. Prométeme que lo harás, pase lo que pase. ¿De acuerdo?

Genji no pudo evitar sorprenderse y emocionarse con sus palabras, preguntándose si había sido tan obtuso para no notar ese comportamiento en su pareja, o sí la chica solo lo decía con tal de levantarle el ánimo. Fuera como fuera, sabía que ella tenía razón en algo. Si Zenyatta lo había apoyado por tanto tiempo, ¿Por qué no pedirle su ayuda ahora? —Está bien. Hablaré con él al respecto. Gracias por escucharme…

—Es lo menos que puedo hacer ahora que me has brindado tu ayuda –hablo entre jadeos–, lo bueno es que ya casi llegamos. Es la primera habitación de la zona “J”. Ahí –Apunto con la mirada la habitación que se encontraba a dos puertas de su ubicación actual, apurando el paso–. Y recuerda lo que me prometiste, ¿De acuerdo? –Dejando la caja en el suelo, abrió la habitación con su clave de acceso.

Una sensación helada lo rodeó, una fría ventisca saliendo del cuarto.

— ¡Sorpresa!

Dentro de la habitación, la cual era más grandes de lo que aparentaba el exterior, se encontraban los demás miembros del equipo, usando abrigos y demás ropa de invierno. La nieve cubría el suelo por varios centímetros y más nieve caía desde el techo. Pudo ver varios muñecos de nieve que parecían haber tomado un gran esfuerzo en hacerse, pues tenían cierto parecido a los mismos miembros de la base. En medio de la habitación, cubierto con un suéter azul y un gorro a juego, se encontraba Zenyatta con una expresión apacible en su cuerpo, las luces de su frente parpadeando alegremente.

— ¿Pero qué? –Las cajas en sus manos casi se le resbalan por el asombro, tomándola justo a tiempo y dejándolas en el suelo— Ustedes… ¿Qué es todo esto?

—Bueno, todo fue idea de Zenyatta -Lúcio se había adelantado, acercándose a ambos recién llegados—. Nos dijo lo mucho que te gustaba la nieve y que le encantaría traer un poco de la felicidad que te causaba aquí a la base. Así que con ayuda de Mei –señaló a uno de los costados donde la chica sonreía tímidamente— Creamos este pequeño paraíso nevado.

—Aunque sí que fue un gran esfuerzo –Hana se introdujo a la conversación, colgándose del brazo de Lúcio—, Tuvimos que limpiar este lugar durante días. Fue bastante cansado… pero siempre que el ánimo bajaba, Zen se encargaba de motivarnos. Y finalmente lo hicimos –levantó su brazo, flexionándolo para demostrar su músculo.

–Ustedes, todos… muchas gracias. —se dirigió hacia Lúcio— Supongo que por eso me pediste ayuda hoy en la mañana.

Lúcio se rio suavemente –Cierto hombre, no quiero herir sensibilidades, pero no tienes el mejor oído musical que digamos.

Genji respondió compartiendo la risa, sabiendo que no había mucho que pudiera hacer para defenderse en ese ámbito. Volteó para enfrentarse a Hana. –Y tú, ¿Cómo hiciste para llegar antes que nosotros?

—Hm… –Hana sonrió llevándose un dedo a los labios— Toda chica merece tener sus secretos ¿No crees?

—Yo la ayudé. –Lúcio sonrió, levantando su amplificador para probar su punto.

Hana por su parte hizo un pequeño puchero, empezando a golpearlo suavemente y levantando la voz. — ¿Por qué no me dejas ser misteriosa y genial? ¡No es justo Lú!

Mientras ambos discutían, Genji no pudo evitar una risotada. De pronto sintió una mano en su espalda, volteando para mirar a Angela que le señalaba el punto enfrente de ambos con la Vista. Le señalaba a Zenyatta.

Sin necesidad de otro indicio, dejó a los dos jóvenes “discutiendo” para acercarse al omnic. —Así que tú planteaste todo esto para mí.

—Lo hice, sí. Pero no hubiera sido posible sin la ayuda de todos nuestros amigos. Ellos realmente se preocupan por ti, tanto como yo –Zenyatta sonrió, tomando la mano de Genji y mirándolo a los ojos—. Se lo mucho que la nieve significa para ti y que mejor manera de disfrutarla que compartiéndola con amigos. –Sin soltar su mano volteó para señalar a su alrededor, a todos los demás presentes en la habitación. Mei junto a Zarya quien sorprendentemente parecía divertirse junto a los demás, Hanzo quien por necedad u orgullo se había negado a usar un suéter y ahora se escondía en el sarape de McCree. Bastion, Fareeha e incluso Torbjorn se rodeaban del blanco manto pasando lo que parecía ser buen rato.

Una gran familia otra vez.

—Tienes razón Zen. Gracias por esto, por todo –Se afianzó más de la mano de su novio—. Por recordarme lo que significa tener una fam—

Antes de poder terminar su frase una bola de nieve le cayó en la cara,  aterrizando en su visor y limitándole la visión. Sacudiendo rápidamente la nieve empezó a buscar el origen del “ataque”. Se agachó para preparar su munición, cuando otra bola le dio justo detrás de la cabeza. Levantó la vista, nieve entre sus manos, llevándose la sorpresa de encontrar a Zenyatta con varias bolas de nieve flotando sobre su cabeza, una pequeña risilla escapando de sus altavoces.

—Oh, ya veo. –Una sonrisa se dibujó en el rostro de Genji, mientras preparaba su proyectil— ¡Guerra de bolas de nieve!

Y con esas simples palabras el caos se desató en la habitación. Todos quienes antes estuvieran distraídos en sus propias divagaciones se unieron a la improvisada actividad, arrojando bolas de nieve de aquí a allá. Risas, jadeos y demás clase de expresiones de diversión se pudieron oír en aquel lugar, incluso de parte de los más serios del equipo.

Finalmente Genji termino rendido, tirándose en la nieve boca arriba y mirando cómo Snowball creaba una ligera capa más de nieve. Zenyatta no tardo en recostarse a su lado.

—Espero que esto allá sido de tu agrado, mi gorrión. Que mi trabajo no haya sido en vano.

—Claro que no lo ha sido. Fue un hermoso día –hizo una pausa, pensando que decir a continuación—. Pero la próxima vez no trabajes demasiado. Extrañe verte los últimos días…

Zenyatta comprendió inmediatamente a lo que se refería, volteándose para quedar frente a él que había hecho lo mismo. Tomó su mano mirándole a los ojos. —Genji, lo lamento. Me quedé tan ilusionado con este plan que creo que te descuide. Pero quiero que sepas que, sobre todas las cosas, te amo. No quiero que nunca dudes eso.

Genji se sonrojo levemente por la sinceridad y facilidad con la que decía tales palabras. —Lo sé. Y yo también te amo. –sin demora, acerco su rostro al de Zenyatta, una chispa creándose entre ambos. Su beso.

— ¡Consíganse una habitación! –el grito de Hana los distrajo de su ensoñación notando como eran el centro de atención de los ahí presentes.

—Perfecto para mí, –Genji sonrió levantándose y cargando a Zenyatta entre sus brazos–. Pero creo que mejor disfrutemos de esta nieve un poco más.

Entre los ruidos de burlas infantiles sobre la relación y algunas reacciones de “demasiada información” por parte de sus compañeros, ambos no podían sentirse de otra forma pero en casa.

Su casa estaba donde estuviera el otro, y eso era lo único que importaba.

Notas finales:

Espero les haya gustado, ya solo queda un capítulo más (Que tengo planeado desde hace tiempo) ¡Gracias por leer!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).