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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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Introspección

 

No ha mandado mensaje…—miró el teléfono, en la pantalla estaba el chat abierto que tenía con el Saiyan, pero el último intercambio había sido la mañana del viernes.

     Ese mensaje en donde avisaba que ya había llegado al aula y Vegeta respondía que en 5 minutos llegaba con él. Todavía recordaba cómo esa mañana a primera hora, cuando el aula tenía pocas personas dentro por la hora tan temprana, el más bajo había llegado y lo había mimado un poco con caricias en su mano bajo la mesa.

     Algo que acostumbraban ya estando en la escuela era no mensajearse, estaban tan cerca el uno del otro que era simple ir directamente con el contrario para decirle algo. Y, como era ya un hábito, después del entrenamiento pasaban la tarde juntos en la casa de la familia Saiyan.

     ¿Cuánto tiempo llevaban ya con ello? Tenían poco más de dos meses como novios, donde la rutina había sido únicamente interrumpida cuando acompañaban los dos a Tarble en alguna de sus pruebas, o el Son tenía un compromiso familiar que lo obligaba a regresar temprano a casa.

     —Da igual…—pensó, antes de apagar la pantalla y terminar de vestirse. Bajó a la cocina, tomó únicamente una manzana, y emprendió camino hacia la escuela.

     Era ya lunes, y en todo el fin de semana no habían hablado nada referente a ello. Era como si su relación nunca hubiera existido por la ausencia de comunicación entre ambos. Llegó al aula, tomó sus clases en total calma, y dirigió el entrenamiento.

     ¿Hace cuánto que no dirigía a los chicos él solo? Eran contadas las ocasiones en las que Vegeta se ausentaba, y era únicamente cuando tenía una emergencia personal o debía suplir en otro equipo deportivo que compartían. Sin embargo, desde los inicios de su noviazgo, él no había vuelto a fallar en ello. ¡Ni siquiera el día que se había fugado con su mejor amigo!

     —Con esto terminamos—decretó, al ver que terminaban sus ejercicios de relajación—. Nos vemos mañana. El juego es el jueves.

     Guardó sus pertenencias, acomodó aquellos materiales deportivos prestados y se colgó la mochila. Despacio fue caminando hacia la salida, mirando a su alrededor, como si algo dentro de él le impidiera ir completamente a gusto hacia su hogar. Sus pasos eran rítmicos a fin de no perder el calor corporal que había adquirido durante el entrenamiento, ininterrumpidos ni siquiera cuando bebía agua de su termo.

     —¿Mgh? —se detuvo en seco—. Demonios, ¿por qué estoy tomando este camino?

     Chasqueó la lengua, regresando unas cuantas calles para desviar su rumbo. Inconscientemente había seguido aquella trayectoria que tomaba junto a Vegeta hacia su hogar como todos los días. Se regañó un poco, maldijo por lo bajo y apresuró su paso hacia su propio hogar, esta vez mucho más enfocado. Al llegar, fue rápido a su alcoba y se metió a la ducha con agua fría.

     —Debo concentrarme… Estoy muy distraído…

     ¡Y cómo no estarlo! Ni siquiera había podido dormir bien esos días por recordar lo ocurrido el viernes por la tarde. Aquella mano del Saiyan tocando primero su mejilla y bajándola por su torso, presionando su cintura y buscando más tacto…

     Sacudió su cabeza y volvió a abrir la llave del agua, retirando los residuos de jabón y lavando aquella zona privada que, justo en esos días, le recordaba lo mucho que había odiado su cuerpo durante mucho tiempo. Pero que, desde su noviazgo con el Saiyan, se había acostumbrado a aceptar poco a poco.

    Vegeta tenía una inigualable manera de hacerlo sentir bien únicamente con un simple tacto, incluso en la intimidad, en todas esas veces que lo hicieron, incluyendo aquellas que fueron antes de formalizar su relación. Ante él, era un hombre. No importó nunca que tuviera la cualidad de procrear, o que mes con mes viviera incidentes como ese. Para él era un chico, uno guapo y atractivo.

     Y quizá por ello, luego de años pasando penas y corajes, ese viernes había amanecido con buen humor, sin disfrutar, pero tampoco sin odiar, estando conformado con su momento. Claro que había tenido incomodidad, y un bochorno por los cambios hormonales ocasionados por su regla. Pero, fuera de eso, había podido asimilarlo bastante bien por esas semanas tan agradables con su novio.

     No obstante, ese momento donde aquel pelinegro había tomado iniciativa lo devolvieron a un pensamiento incómodo que había iniciado ese jueves, siendo casi reafirmado el viernes cuando Vegeta quiso empezar el acto cuando nunca lo había hecho.

     —Quizá… ¿no lo estaré sobrepensando? — tragó saliva, cerrando la llave del agua y buscando su toalla para secarse —. Pero… no se detuvo sino hasta después de varios minutos… ¡Aigh!

     Decidió no seguir pensando en ello, y por su estómago aclamando algún alimento, fue a la cocina para prepararse algún bocadillo rápido. Mientras degustaba su emparedado tostado con mantequilla, la puerta principal se abrió, dejando ver a Raditz. Se le quedó viendo en cómo se iba a tirar en el sofá y encender la tele, para ignorar la programación por mirar su teléfono.

     Decidió no prestarle atención, terminó su vaso de leche con chocolate y lavó su plato y vaso. Buscó en la alacena algún dulce o caramelo y salió de la cocina, siendo observado rápidamente por su hermano. Un pensamiento intrusivo de “¿qué diablos me ves?” amenazó con salir de sus labios, pero lo retuvo, concientizándose de que era innecesario iniciar una pelea con él cuando, luego de unos días, no había tenido motivos para ello.

     —Kakarotto—detuvo sus pasos, que apenas iban en el primer escalón, para voltear a verlo—. ¿Estoy mal yo por no querer acompañar a mi chica a una salida donde estarán sólo sus amigas haciendo cosas que no me gustan?

      —¿A qué diablos viene eso? —se quedó unos instantes, pensativo, recordando la amabilidad con la que aquella chica lo había tratado; era verdaderamente dulce—. Ella, creo, trata de involucrarte en cosas porque son importantes para ella.

      —Aigh, pero no entiendes, Kakarotto. Son cosas que no me gustan.

     —Si de todos modos, sin importar lo que diga, no lo harás, ¿para qué demonios me preguntas? —musitó, antes de subir las escaleras y encerrarse en su habitación.

     Se tiró en la cama y miró al techo, algo incómodo con la pregunta. Ok, entendía que había cosas que podrían resultarle aburridas a Raditz, como, por ejemplo, ir de compras al centro comercial o una pacífica tarde en una cafetería charlando en grupos grandes. Pero ¿negarse sólo porque sí?

     La chica siempre le enviaba dulces, no sólo a él sino para su familia completa. Lo acompañaba a veces a pasear y, por lo que escuchó, era raro que ella se negara a algún plan con él porque estaban en esa fase de “citas para conocerse más”, y por lo visto, el interés de ella era genuino.

     Aun así, ¿qué no su hermano también debía esforzarse un poco con ello? Así como él lo hacía cuando acompañaba a Vegeta a apoyar a Tarble en sus entrenamientos o partidos (cosa que era muy ocasional y contada,) pero que se unía a algo que era importante para el Saiyan.

     —¿Por qué sigo pensando en él? —cubrió su rostro con ambas manos—. Quisiera, sólo por ahora, no pensar en ese día…—sacó su teléfono y miró la bandeja de mensajes—. No me ha enviado nada—apagó la pantalla—. Diablos…

     Dio unas cuantas vueltas en el colchón, tratando de buscar una posición más cómoda con el fin de tomar una siesta. Sin embargo, en su mente seguían rondando las imágenes de esos dos días, tanto jueves y viernes, y de todos los pensamientos que rondaron su cabeza justo cuando ocurrieron los incidentes.

     ¡¿Por qué diablos estaba pensando tanto en ello?! ¿No debería estar cómodo con la idea de tener espacio? Esta semana lideraría, volvería a ser como en unos inicios, antes de que el Saiyan se transfiriera a su escuela. Sería como antes de, siquiera, conocerlo. La ausencia de ese chico durante esa semana permitiría que su mente se aclarara y que sus pies volvieran a tocar tierra.

     —Esta semana me mentalizaré. Necesito hacerlo si... Ouch…—tocó la parte baja de su abdomen—. Supongo que tomaré un té. Aunque los detesto—cerró sus ojos tras subirse la cobija hasta los hombros—. El que Saiyan llevaba de anís con miel era delicioso—abrió un poco sus ojos—. Siento incomodidad. Por eso odio estos días… —metió su mano por debajo de su prenda—. Siempre tengo frialdad. ¿Será que…?

     Se levantó de su cama y fue al cuarto de baño, donde sacó de su mueble, al lado de donde guardaba sus productos íntimos, aquel empaque de parches térmicos que Vegeta, antes de iniciar su relación y después del pequeño (no tan pequeño) susto de embarazo, le había dado. El Saiyan había escuchado y guardado en su memoria cuando le dijo que solía tener esa clase de molestias, y por ello le había dado ese detalle (sumado a los tés que le llevaba a veces).

     Y, en otra fecha de su periodo intermedia de la actualidad y esa vez, ni siquiera había tomado tiempo de él asimilarlo: estuvo ocupadísimo con tareas, exámenes y partidos. No solo él, sino también Vegeta que compartía mismos deberes; y sumado al hecho de que habían sido también espectadores en los partidos de Tarble, su tiempo juntos se había restringido a cumplir actividades, compartir un alimento y volver al trabajo.

     Aun con ello, era innecesario decírselo, ¿no? No tenía que aclararle cuándo iniciaba, ni cuándo terminaba. Por ello él no tomaba iniciativa esos días, y Vegeta nunca debía tomarla. Él era el único que podía decir cuándo, ¿qué no?

    —Realmente es cálido—terminó de pegarlo apropiadamente y volvió a acomodarse sus prendas—. Quedan dos… Suficientes para mañana y pasado—terminó de guardarlos nuevamente—. Saiyan pensó en mí cuando los compró. A él le interesaba que yo no la pasara tan mal desde antes de ser mi novio.

     Empuñó sus manos y se apoyó en el lavabo. Había un choque de emociones en él que le estaban provocando algo de náuseas, al punto que incluso eructó por el reflujo y acidez estomacal. Maldijo por lo bajo y, ya resignado, bajó a la cocina nuevamente para preparar una bebida caliente.

     —Como sea. Debería ignorarlo—apagó el recipiente cuando el agua hirvió y colocó aquel sobrecito de hierbas dentro—. ¡Aigh! ¿Por qué no puedo? —se recargó en la barra—. Al final, cuando le pedí que fuera mi novio fue porque…

    —¿Es té? —oyó a sus espaldas, sobresaltándose por no haber prestado atención a sus pasos—. Creí que estabas haciendo café.

     —Tsk. Hazlo tú—se sirvió en su taza y volvió a su habitación, para encerrarse nuevamente—. Estoy muy irritado. Me molesta demasiado…

 

***

 

—Goku, ya acabé de juntar el material. ¿Te ayudo con algo más? —preguntó su primo, cerrando el costal de balones

     —No, gracias. Estoy bien, yo termino.

     —Bien…—se colgó la maleta deportiva—. Me dio gusto poder quedarme hasta el final del entrenamiento. Gohan me dejará pasar la noche en su casa, ¡me siento muy feliz!

     —A ver si algún día voy yo también y los acompaño—el otro tuvo una iluminación en su expresión.

     —¡Claro que sí! Como cuando éramos más pequeños e ibas con nosotros a nuestra casa—sacó su teléfono—. Trunks acaba de salir de la ducha… Me está invitando a comer antes de que lleguen por mí.

    —¿Eh? —sonrió—. Goten se ve muy ilusionado con la idea de salir con él. A Goten le gusta mucho, es obvio que es correspondido. Ambos se ven bien juntos—soltó un suspiro—. Si quieres ve. En serio, yo termino.

     —Claro—ensanchó su sonrisa e hizo un ademán—. ¡Nos vemos!

     Lo vio retirarse y continuó juntando el material restante. Si bien, como el partido había sido el día anterior no hubo necesidad de algo tan exigente, no evitaba que ocuparan gran espacio y probaran ejercicios adecuados y variados para fortalecer todos sus músculos.

     —Fue muy extraño liderar solo tantos días. Cuando él falta, solemos acordar cosas antes para facilitarle al otro o compartir ideas—se sentó en la banca cercana, para beber un poco de agua—. Él también tiene muchas habilidades como capitán. Me ayuda demasiado—soltó aire y se apoyó en sus manos, haciendo su cuerpo solo un poco hacia atrás para ver al cielo—. Recuerdo que el director siempre confió en él, desde antes de que se transfiriera hablaba de él. Saiyan debió ser también visto como prodigio en su anterior escuela, y por eso quisieron que compartiera liderazgo—cerró sus ojos y soltó un pesado suspiro—. Supongo que sí me vieron como inferior.

    >>Aun así…—se volvió a encoger en su lugar, apoyando sus antebrazos en sus muslos y juntando sus manos—. No niego que he aprendido de él. Desde que llegó, tener a un compañero así de destacado me ayudó a también mejorar. Años entrenando a solas no fue igual que pocos meses entrenando con él. Lo supe siempre, desde nuestro primer partido cuando se transfirió, que podíamos hacer buena dupla como delanteros. Coordiné con él desde el primer minuto de partido, nos habíamos adaptado bien.

     >>Luego se volvió un imbécil, ególatra y doble cara…—soltó aire—. Y por eso no quise saber de él. Lo evité, porque yo sí vi en él esa faceta suya que mostró cuando creyó que nadie lo vería—sacó una barrita energética y empezó a comer—. Aunque también, una vez que estaba lloviendo, vi otra parte de él que me hizo dudar. Pero, por si sí o si no, mejor no quise acercarme.

     >>Y cuando pasó lo de Broly… Tsk, todavía me causa conflicto, parecía que le daban celos que me gustara alguien más y por eso inventara semejante estupidez. Por cierto, no lo he visto en semanas, casi meses. Broly estaba haciendo prácticas, debería seguir viniendo lo que queda del año—quitó la banda con la que mantenía despejado su rostro—. También Milk se me declaró—sin querer soltó una risita—. No creí que alguien pudiera cargarme si no era una pareja mucho más grande que yo. Pero él lo hizo esa vez—sus mejillas se encendieron—. No sé qué debería pensar.

     >>Estaba consciente de que yo le gustaba cuando le pedí que fuera mi novio; nunca lo dijo directamente, pero todo lo que hacía lo volvía obvio. Y a mí él… no me desagrada—soltó aire—. Esta relación es beneficiosa para ambos. Eso…—miró de reojo que empezaba a acercarse el equipo de futbol conformado por sus antiguos compañeros. Se apresuró a tomar su mochila y se dirigió al baño, para enjuagar su rostro con agua fría—. No es que quiera terminar con él. Es sólo que… esto está volviéndose raro. ¿Fue buena idea haberle pedido ser novios? —se miró en el reflejo del espejo—. Él… él es…

     Sus mejillas se enrojecieron un poco, recordando momentos que había pasado con el Saiyan, incluyendo todas esas veces como compañeros o cocapitanes, cómplice en sus estrategias para mejorar como deportistas. Pero también donde Vegeta fue su acompañante en sus primeras veces: su primera cita, su primer beso, su primera vez, su primer novio…

     —No sé si todo esto lo siento así porque él es la única persona con quien he llegado a tanto. Bahh, ya debo dejar de sobrepensar. Me está dando dolor de cabeza—volvió a enjuagarse para refrescarse y salió del baño—. Lo único bueno es que esos días ya acabaron.

     Miró a su alrededor, notando a lo lejos, en la cancha, cómo aquel equipo se sofocaba con el trote inicial de calentamiento. Los miró unos largos segundos, comparando, inconscientemente, a esos chicos con su nuevo equipo. Bojack no tenía liderazgo, sólo mandoneaba en esos momentos dando indicaciones que ni siquiera parecían congruentes o útiles; y ellos trataban de seguir el ritmo, pero, por obvias razones de desgaste y falta de estiramientos, no podían hacerlo bien.

     —Va a haber un día en que alguien se lastime si los hace ejercitarse así sin estirar apropiadamente… ¡Ouh!—volteó a ver a quien impactó levemente con él—. ¿Estás bien?

     —¡Lo siento! —se disculpó, sacudiendo sus manos enfrente de sí, antes de correr al baño de chicas, que estaba a unos cuantos metros del baño de varones.

      La observó irse apresurada, dejándolo un poco desconcertado. Miró al cielo, estaba nublado y sombrío, avisando una pronta lluvia. Además, la humedad del ambiente comenzaba a aumentar. Incluso le parecía oler un aroma a tierra mojada algo lejano.

     —Lamento haber chocado contigo…—volteó a ver a la chica. Había salido vestida con prendas diferentes a las que la había visto cuando impactó con él—. Se me derramó mi termo con agua, y necesitaba cambiarme antes de que se traspasara más.

     —Está bien. Sí te noté algo distraída—la miró titubeante, ella trataba de bajar sólo un poco su falda para que quedara a un mayor largo, aunque fuera de un par de centímetros. Sin embargo, como era su uniforme de porrista, lo corto que era esa prenda impedía crear ese efecto—. ¿Vendrán por ti? Ya casi llueve y, si no me equivoco, me habías dicho hace tiempo que vives algo lejos.

     —No. Mi papá trabajará hasta tarde—sonrió—. Supongo que me iré ya.

     —Sí…—la miró unos pequeños instantes, en lo que ella terminaba de acomodarse su mochila—. ¿No quieres que te acompañe?

     —¿Eh? —sus mejillas se sonrojaron levemente—. No, no es necesario. No te molestes.

     —No es molestia—se quitó su sudadera, para cubrirle los hombros a la pelinegra—. Milk, sé que vives en una zona donde hay algunos clubes y bares. Al menos con compañía es menos probable que te toque un mal rato con alguien por tu ropa, ¿no? Siempre regresas con pants, ¿cierto?

    —Bueno, eso sí…—se colocó aquella prenda, que por lo larga le llegaba un poco más debajo de su actual falda—. Te agradecería demasiado, Goku. En serio.

     Caminaron despacio hacia la salida, y luego fueron en dirección hacia donde ella vivía. Conforme avanzaban en su trayecto, el viento era cada vez más fresco, y el olor a tierra mojada se acrecentaba con cada minuto que pasaba. A tan sólo pocos metros de llegar al hogar de la chica, las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ellos, obligándolos a correr hacia la vivienda de ella buscando un refugio.

     —¡No creí que llovería tan fuerte! —exclamó la chica entre risas, apresurándose a abrir la puerta—. Pasa, Goku—invitó, adelantándose primero ella.

     —Esto es extraño…—se adentró y cerró la puerta—. Nunca creí que estaría a solas con una chica en su casa—sus labios se curvearon en una sonrisa algo burlesca—. Pero no me gustan las mujeres.

     —Me cambiaré, ahorita vengo—avisó, adentrándose a una habitación y cerrando detrás de sí.

     El Son esperó unos minutos ahí, estático cerca de la puerta. Miró a su alrededor, buscando un poco de distracción para ignorar el hecho de que ese momento le traía recuerdos de su primera vez con Vegeta. Ese día, de manera similar, habían corrido bajo la lluvia para poder buscar refugio en el hogar del Saiyan. Aunque, a diferencia del día de hoy, en aquella ocasión había sentido un pequeño vuelco en su pecho que dictó querer compartir más cercanía con el pelinegro.

      —Listo—salió de su alcoba, vestida con su pijama—. No tengo ropa para prestarte, Goku. Mi papá es bastante grande, te quedaría enorme.

     —No te preocupes. Tengo un cambio en mi mochila. ¿Dónde puedo cambiarme? —ella señaló una puerta cercana.

     —Ahí está el baño. Puedes cambiarte ahí—el Son agradeció antes de encerrarse.

     —Me hubiera gustado ducharme. Tendré que llegar haciéndolo—soltó aire, y aprovechó ese momento para mirar su teléfono—. Sí se ha conectado, pero sigue sin mandar mensaje—volvió a apagarlo y comenzó a desvestirse, para colocarse prendas secas—. Estoy frustrado…

     Salió y miró a la pelinegra en la zona de cocina. Milk tenía el cabello largo, pero por sus coletas altas y peinados completamente recogidos para los entrenamientos no lo lucía en la escuela. Ella, ahora que la veía así, con su ropa de casa y con su cabello suelto, se veía bonita.

     —Calenté un poco de chocolate. ¿Gustas? —ofreció.

     El Son aceptó la taza ofrecida junto con las galletas, y siguió a la pelinegra cuando fue invitado a su habitación a pasar el rato. Su alcoba estaba adornada con pósteres de sus bandas favoritas, las paredes eran rosa pastel, y las colchas de su cama eran un rosa más brillante. Además, tenía un gran peinador con luces, con varios productos de maquillaje algo desordenados encima de la mesita.

     —No tengo televisor aquí, como para ofrecerte ver alguna película o algo. Tengo mi laptop, por si quieres ver algo—avisó, tomando un cepillo para alaciar su cabello húmedo.

     —No, no es necesario. En serio—se sentó en la alfombra del suelo, esa que estaba cerca de la cama y tenía superficie de peluche—. Tienes muchas cosas bonitas aquí. Se ve muy colorido.

    —Gracias—rio bajito. Para el Son no pasó desapercibido el sonrojo tenue en la chica—. Estos días... No vi a Vegeta—rascó su mejilla, captando rápidamente la atención del Son por la mención del otro chico—. Cuando se empezó a decir que eran novios, pensé que…—empezó a reír—. Goku, cuando yo me quería declarar a ti, estuve insistiéndole durante varios días a Vegeta para que te diera mi carta. No sé desde cuándo ustedes son novios, pero imagino que tienen ya tiempo saliendo que para él fue incómodo que quisiera acercarme a ti con esas intenciones.

     —¿Será que Saiyan me celaba? —miró unos instantes a la pelinegra, que sólo estaba sentada cerca de su peinador, encogida en su lugar avergonzada—. No, lo dudo. Milk puede ser algo insistente en algunas cosas, llegando a incomodar. Como la vez que, hace un año, me quería usar de mensajero para una amiga suya con Uub. Vegeta también debió sentirlo invasivo, es molesto que te quieran de intermediario—soltó un suspiro—. Formalizamos un poco después de eso, Milk. Pero desde tiempo antes, estuvimos teniendo atracción—desvió la mirada, rascando su nuca a modo de modulador de la ligera incomodidad que ese comentario le generó—. Goten me había dicho algo como eso, de que él notaba que Vegeta y yo teníamos cierta “prioridad de atención” con el otro.

     —Creo que, quizá sea por convencerme ante tus palabras, pero supongo que sí se podía notar que ustedes siempre fueron algo unidos en los partidos. Sí notaba que los dos se pegaban mucho cuando festejaban jugadas—el Son volteó a verla inmediatamente, sintiendo sus mejillas arder.

     —¿En serio siempre he tenido esa clase de contacto con él, sin darme cuenta? —flexionó su pierna y apoyó su antebrazo en su rodilla, viendo la alfombra mientras reflexionaba que una persona más dijera lo mismo acerca de la cercanía que ambos tuvieron.

     —Hacen linda pareja. Estoy feliz por ustedes—destapó un botecito pequeño, con su dedo sacó un poco de producto y comenzó a esparcirlo por su rostro, mirándose en el espejo.

     —¿Mhg? ¿Qué es eso que te pones? —preguntó curioso, pudiendo apagar sus pensamientos un poco.

     —Crema facial. Me ayuda a no sentir mi piel tan seca por el clima. ¿Quieres que te dé?

     —¿Eh? No… No… No uso esas cosas—negó, incomodándose un poco de ello.

      —Aigh, ¿por qué los hombres siempre se rehúsan a usar cremas? —tapó el envase—. Como si cuidar un poquito su piel les quitara la hombría…

     —Eso…—mordió su labio inferior, sintiendo sus palabras como si fueran únicamente para él—. Me es inevitable asociar esas cosas como si fueran sólo para mujeres. Y no quisiera… no quisiera que nadie creyera menos. No ahora que Bojack hizo lo que hizo, y que mis antiguos compañeros de equipo me dejaran de lado porque me veían distinto a ellos…—miró a la chica, que ahora se colocaba bálsamo labial sin color—. Creo que ya es mucho para mí el ponerme protector solar—rio, consiguiendo que ella lo viera con una sonrisa también burlona—. Pero gracias.

     En lo que ella terminaba su pequeña rutina, el Son se animó a tomar una revista que estaba encima de la mesita de noche. Era una revista juvenil, donde la portada prometía hablar sobre la banda que aparecía en las paredes de la habitación de Milk. Hojeó un poco, leyendo una receta sencilla que había en el apartado de cocina sobre cómo hacer galletas, y leyendo también la nota del top en reproducciones musicales buscando algún tema que le llamara la atención.

    Se detuvo en el apartado de “parejas”, donde esa revista mostraba un “test para ver qué tanto sabes de tu novio/a”. Dubitativo, comenzó a leer. En primera instancia, se negaba a la idea de tomárselo tan enserio antes de empezar su lectura porque, ¿qué fundamentos podría tener una revista juvenil que parecía tomar el primer texto encontrado en redes sociales o en blogs personales que fuera llamativo?

     Pero las preguntas lo hicieron sentirse desmotivado. Conforme seguía línea con línea, no era capaz de tener una respuesta satisfactoria. Cada uno de los apartados, que eran cosas básicas que se tendrían que conocer de alguien, no sabía qué decir.

     —No sé el nombre de sus padres, sólo el de su hermano. No sé su banda favorita, ni el tipo de música que escucha. No sé qué hobbies tiene aparte de los videojuegos, ni qué sueños tiene referente a vacaciones o viajes. No sé mucho de su infancia… ¿Su pasatiempo o dónde pasa el rato para relajarse? Me dijo que le gusta entrenar artes marciales, pero no podría garantizar que hace eso siempre. ¿Alergias? No… o no sé—sus labios se fruncieron en un puchero, sintiendo un nudo en la garganta—. Su comida favorita… ¿ramen? Siempre que tiene oportunidad lo pide, o prepara el instantáneo. Mmm… ¿Su color favorito? Supongo que el azul, lo viste mucho. Pero la mayoría de las cosas en su habitación son grises o blancas—dejó la revista en su lugar y miró al techo.

     >>No sé casi nada de él. Es mi novio y no puedo responder cosas básicas—abrazó sus piernas, escondiendo su rostro en ellas—. Qué porquería…

     —¿Te sientes mal, Goku? ¿Te gustaría un té?

     —No, no es nada—alzó la cabeza y se incorporó, para sonreírle—. Sólo tengo un poco de sueño. El entrenamiento estuvo un poco pesado, eso es todo—se escuchó su celular vibrando, así que rápidamente lo buscó en su mochila. Una pequeña decepción se mostró en su rostro al notar que el remitente de la llamada era su mamá—. Una disculpa, Milk. Me llama un familiar—pidió, saliendo de la habitación para responder—. ¿Sí?... Ajá… Sí, es sólo que una amiga de la escuela se iba a regresar a su casa sola y me preocupó, porque ella vive en una zona solitaria… Sí, está lloviendo y por eso no he regresado a casa. Aún no le aviso a Raditz para que venga por mí… Sí, yo lo espero… Claro, nos vemos.

     Colgó y, antes de volver adentro, dio un vistazo final al último mensaje que tuvo con el Saiyan. Vegeta no había vuelto a enviar nada, y ni siquiera sabía si era porque estaba enojado, se sentía mal por los eventos de la semana anterior, o si sólo era porque sus actividades en aquella ciudad lo tenían saturado en totalidad.

     —El lunes vuelve, se supone. Hablaré con él ese día…—apagó la pantalla y entró en la alcoba—. He reflexionado suficiente.

     —¿Vendrán por ti, Goku?

      —Sí. Mi hermano vendrá por mí—volvió a sentarse en su lugar, mirando a la chica que por fin había terminado de alistarse.

     —¿Puedo preguntarte algo, Goku? —recibió una afirmación—. ¿Qué pasó con Bojack? Las chicas del club estábamos discutiendo si ir a los partidos de ambos equipos ahora que se dividieron o si sólo del tuyo.

     —Milk, sabes que soy doncel—ella asintió despacio—. Bojack hizo ese equipo porque me ve como menos hombre, incapaz de ser su capitán. Una estupidez.

     —¿En serio sólo por eso? —se mostró su rostro lleno de molestia—. ¡Pero tú fuiste su capitán durante todo este tiempo! No es como si hayas empezado a ser doncel de un día para otro como para que se ponga así, ¡eso no cambia nada! Eres el mejor capitán que pudieron tener—sacó su teléfono—. Le diré a las chicas que sólo apoyaremos el equipo tuyo.

     —Milk…—sonrió—. Gracias…—bajó la mirada, sintiendo que sus mejillas se encendían un poco—. Es adorable. Me siento feliz de que haya más personas que de verdad no me ven como alguien distinto por mi naturaleza… Mis chicos del equipo, los entrenadores, Milk, y… —tragó saliva—. Saiyan…

     —No sé tú, pero me preocupan en el fondo los chicos. La otra vez vi que Bojack los hizo entrenar bajo el sol sin descanso para hidratación. Casi se desmaya Shrum ese día—se apoyó en el respaldo de la silla—. No sé qué es peor, sinceramente. Los entrenamientos tan duros o que ellos lo sigan sin cuestionarse.

     —Hablaré con el entrenador para que los asesore. Yo también estoy preocupado—soltó aire, alborotando su flequillo—. Lo que me hicieron… fue un golpe bajo. Pero eso no quita que corren riesgo, y no les deseo que su salud se vea afectada.

     —Lo sé… Por eso eres el mejor capitán—le sonrió—. De verdad eres el mejor, Goku.

     —Gracias…—rascó su brazo, ya empezando a incomodarse—. No sé si yo le sigo gustando a Milk. Siento extraño seguir aquí, ni siquiera la primera vez que fui a casa de Saiyan me sentí tan inquieto—cerró los ojos—. Mi rutina se centró en pasar tiempo con él. No sólo para el sexo, lo hacíamos seguido, pero los días que no, simplemente charlábamos o descansábamos…

     >>Las primeras veces, me encontraba en estado de alerta que no me dejaba dormir profundamente. Pero después, cuando empezamos a dormir abrazados… podía dormir cómodo. Incluso él me tenía que hablar varias veces para que despertara, caía en sueño profundo…

     —¿Puedo preguntar algo sin que suene inapropiado? —salió de sus pensamientos al oír a la chica hablando.

     —Claro. Dime, Milk.

     —El chico nuevo que llegó al equipo. Trunks, ¿cierto? —el Son asintió—. Angela cree que es guapo.

     —Sale con alguien—rio bajito—. Lo siento, creo que del equipo hay pocos solteros.

     —Claro… Son chicos guapos todos—se volvió a apoyar en el respaldo de su silla—. Te confieso que que… me preocupaba que tú ya no quisieras ser mi amigo. Ya sabes, que te resultara incómodo hablarme después de que me hayas gustado.

     —No podría hacer eso. Eres mi amiga, y mientras para ti no haya problema en que se mantenga como la amistad que hemos tenido, yo no te alejaría—el sonido de su teléfono llenó la habitación. Miró rápidamente la pantalla, volviendo a su molestia—. Es mi hermano—avisó—, dice que está afuera—se puso de pie y levantó su mochila—. Gracias por dejarme quedarme aquí.

     —Al contrario, gracias por tu compañía—lo acompañó a la salida—. ¡Espera! —fue velozmente a la cocina, regresando con una charola plástica transparente—. Ten, es pan de queso. Tómalo como agradecimiento por traerme hasta acá, Goku.

     —Claro. Gracias, Milk—se terminó de despedir y corrió los pocos metros que había entre la puerta principal y la puerta del carro de su hermano.

     —No creí que te gustaran también las chicas—mencionó, encendiendo el motor. El Son inmediatamente se incomodó por esa pregunta—. Siempre me contabas de cuando te gustaban chicos.

     —Cierra la boca, Rad—buscó en su mochila una horquilla para su cabello, para poder prendar su flequillo en su cabeza y despejar su frente—. Ella es una amiga. No seas irrespetuoso respecto a ella.

     —Ya, ya… —siguió conduciendo—. Creí que todavía te gustaba Broly. Se te pasó muy rápido. Aunque también cuando te llamaba la atención Shallot, Killerno…

     —¿Quieres callarte? —cruzó sus brazos sobre su pecho—. Hmph. Shallot sólo me parecía guapo. Y Killerno sabes que no le dije nada porque es hetero—cerró sus ojos—. No me molestes.

     —¿Por qué últimamente andas de malas? Te enojas con todo el mundo y nadie te hace nada.

     —Tsk…—soltó aire—. Rad, en serio eres demasiado imprudente que terminas por fastidiarme.

     —Sólo trato de darte atención. Eres mi hermanito.

     —No soy tu herma-nito. Rad, en unos meses cumpliré dieciocho—bufó—. ¿Por qué quieren verme como un bebé?

     —En serio, Kakarotto. ¿Qué diablos tienes? No te puedo decir nada porque te enojas. Parece que andas en tus días.

     Esas palabras terminaron por sobrepasar los límites del Son. ¿En serio se había atrevido a hacer ese comentario? Ese mismo que siempre escuchaba que algunos chicos les decían a sus compañeras cuando trataban de excusarse de estupideces hechas y la justificada molestia que ocasionaron.

     —Bien, suficiente—aprovechó el semáforo en el que se detuvo para abrir la puerta y bajar del auto—. No te soporto.

     Pese a los reclamos de su hermano, sólo se dedicó a caminar apresuradamente para llegar a la banqueta y alejarse del auto, sabiendo que el mayor no podía seguirlo por la enorme cola de autos detrás del suyo que también esperaban avanzar. La lluvia no había cesado, por lo que rápidamente sus prendas se estaban volviendo a empapar.

     —Dice demasiadas estupideces y se ofende porque reacciono. Ese idiota…—se detuvo en una esquina, esperando que el semáforo para peatones le indicara que podía cruzar—. Me pregunto si también se atrevería a decir una estupidez como esa a mamá. Ella le daría una bofetada por idiota; y papá le daría otra de paso.

     Siguió caminando, mirando los locales de comida y leyendo velozmente los menús. Inevitablemente recordó esas citas con el Saiyan, y sobre todo cuando comían en su hogar llegando de la escuela. Sus tardes eran amenas donde los dos convivían en la soledad de su habitación, sentados uno al lado del otro, y compartiendo su calorcito corporal cuando se apoyaban con el contrario o se abrazaban al dormir la siesta.

     —Rayos, es mamá…—resignado a que la mujer volvería a llamarle si no respondía, accedió a contestar—. ¿Sí?... Ya sé, mamá. No debí haber salido del auto así, pudo ser peligroso bajarme, aunque el semáforo estaba en rojo… ¿No te dijo Rad por qué bajé? Tsk… —sintió un poco de vergüenza, pese a que era su madre era un tema que le causaba mucha incomodidad mencionarlo a quien fuera.

     >>Mamá, Raditz estuvo molestándome con algo relacionado a que soy doncel—susurró pese a la soledad de esa zona, donde no había ningún transeúnte aparte de él—. Tal vez sí reaccioné mal, pero ese tema es algo que no tiene derecho a burlarse… Ajá…—sonrió, recargándose contra la pared—. Gracias, mamá…—mordió su labio inferior—. Yo sé que debo ignorar, pero es difícil… Sí, no te preocupes. Estoy cerca de casa, ya casi llego. Estoy afuera de la tienda de autoservicio, ¿no necesitas que compre algo?... Bien, yo entiendo… Claro, perdona por preocuparte. Te veo en la noche… Yo también te amo, mamá…

     Colgó y miró unos instantes la imagen de su pantalla conforme finalizaba la llamada. En el contacto guardado también aparecía la imagen de la mujer. Aunque había ocasiones en que sentía que no lo comprendía nadie, en otras ella era el único consuelo que sentía que le quedaba. Claro que le molestaba cuando era sobreprotectora, se sentía como si ella lo asfixiara un poco.

     Pero, por otro lado, estaba consciente de que era “su bebé”, por ser el menor de sus hijos. Ella era una mujer con un enorme instinto maternal que rebosaba en cualquier oportunidad que se tomaba para poder abrazar y mimar a sus hijos. En el fondo entendía que, quizá, todo eso se debía por su miedo a aceptar que sus “pequeños” ya no lo eran más, y que tarde o temprano saldrían de su nido para buscar sus propias vidas.

     Aunque de momentos ella tenía algunos comportamientos que le estaban fastidiando, al final tampoco podía reclamar mucho. Después de todo, como su mamá estaba buscando lo que creía mejor como figura de autoridad.

     —Rad ya está en casa…—vio el auto estacionado cerca de la cochera—. Supongo que mamá ya lo regañó por lo que me dijo…

      Apresuró su paso, sintiendo que el viento helado estaba enfriando su piel, y se adentró a la casa. Vio al mayor en la sala, que inmediatamente lo miró. Duraron unos segundos en eterno silencio, hasta que finalmente Goku decidió subir a su habitación ante la falta de algún comentario por parte de él.

     Tomó una ducha y separó su ropa mojada para llevarla a lavar. Comió primero algo, disfrutó del postre que le había regalado Milk, guardando un pedacito para su mamá escondiéndolo en el cajón de las verduras, y fue al cuarto de lavado en el sótano, para poder lavar la ropa que usó a lo largo de la semana.

     —Soy bastante autosuficiente. Si acaso… soy bastante malo cocinando—metió sus prendas en la secadora—. Y las colegiaturas no las pago por beca deportiva. Mis padres me dan hogar y comida, y a veces mesada, pero siempre la ahorro y no pido extras—miró el electrodoméstico que cumplía su tarea—. Si consigo un empleo de medio tiempo para empezar a ahorrar, quizá en un año me pueda ir lejos. Amo a mi familia, pero me siento algo encerrado. Quisiera libertad.

    >>Aunque…—cuando su ropa estuvo lista, la sacó para empezar a doblarla—. He estado tomándome libertades que posiblemente jamás aceptarían ellos. Como mi vida sexual con Vegeta…—se apoyó contra una mesita ahí dentro—. Sobre todo, por el riesgo de embarazo. Si nuestra primera vez hubiera resultado en positivo, le habría roto el corazón a mamá. Los dos se habrían decepcionado…

     Con ayuda de una canastilla subió su ropa limpia a su habitación, para guardarla en su cajonera. Aprovechó que estaba en ello para limpiar su habitación, barriendo un poco, sacudiendo las repisas y ordenando sus cosas, mientras sus pensamientos y reflexiones seguían.

     —Pero… el contacto físico es algo que disfruto. No me gustaría simplemente abstenerme toda una vida y hacerlo sólo para tener hijos—se quedó estático, y sus mejillas comenzaron a calentarse—. ¿En serio estoy pensando en bebés? Yo… me aterra la idea. Cuando era pequeño y me dijeron que podría concebir, al asimilarlo, creí que era algo bonito. Sí me gustaría tener una familia. Pero parir… eso suena demasiado escalofriante. Los donceles no podemos tenerlos de otra manera que no sea cesárea. No me imagino que abran mi cuerpo con un bisturí—incluso el escalofrío lo hizo temblar—. Me daría mucho miedo. No podría…

     >>Me aterran las agujas. Una cirugía sería una pesadilla en vida para mí—se acostó en la cama, viendo al techo, tratando de calmase un poco—. Y ni siquiera sé si Saiyan también quisiera tener hijos…—giró en el colchón, escondiendo su rostro en las cobijas—. ¡¿Qué diablos estoy pensando?! No es como si me vaya a casar con él. Esta relación no… no duraría toda la vida…—abrazó su almohada, conforme un pequeñito puchero se mostraba sus labios.

    >>Estamos en último año de preparatoria.  No es como si crea que mi primer novio sea con quien me case…—cerró sus ojos, tragando saliva algo fuerte—. Sería soñar demasiado, ¿no? —recordó aquellos momentos cuando fueron al médico por el pequeño susto de embarazo—. Pero es innegable que es alguien responsable, que quería asumir las consecuencias de nuestros actos. Es alguien maduro… la mayoría del tiempo—abrazó con más fuerza la almohada.

     >>El doctor dijo que somos compatibles. Podríamos formar una familia si quisiéramos en el futuro—volvió a cerrar sus ojos—. Pero yo no sé si quiera un bebé cuando crezca. Me espanta pensarlo… —volvió a ver al techo—. Aunque, si tuviera que decidir algún día, quizá a mis treinta estaría bien. Tal vez para ese entonces ya haya superado el miedo, y sobre todo ya habría cumplido gran parte de mis metas. No sé si logre llegar a ser deportista profesional, sería un total sueño, pero mínimo podría terminar mi carrera y ejercer en algo que me guste. Ojalá pueda seguir cerca de los deportes, es mi más grande deseo…

 

***

 

—Entonces, Son… ¿crees que deba asesorarlos? —comentó el hombre, leyendo las hojas con las distintas propuestas que preparó—. No he estado tan pendiente de ellos porque Bojack me dijo que no era necesario.

     —He notado que sus actividades están siendo desgastantes. Además, Bojack no está pendiente de que los hagan bien. He visto que se ejercitan en posiciones que pueden resultar en lesión—cruzó sus brazos y desvió la mirada—. Con todo respeto, entrenador, usted debe cumplir su responsabilidad como encargado—volvió a dirigirle una mirada seria—. Recuerde que, si el director Roshi me cedió responsabilidad, fue porque estuve tomando capacitaciones, cursos y actividades extracurriculares durante varios años para ello.

     —Ya sé, Son. Tu currículum será impresionante para cuando entres a la universidad. Es posible que tengas oportunidades en las mejores escuelas de deporte gracias a ello…—dejó su lápiz a un lado—. ¿Y Saiyan? No lo vi esta semana.

     —Él… estuvo arreglando un asunto familiar, por eso se ausentó. Volverá esta semana.

     —Ya veo… Son, ¿cómo lo sientes? —el menor hizo una expresión de no comprender su pregunta—. Roshi te puso como cocapitán con Saiyan cuando se transfirió, aunque antes estabas tú solo y podías manejarlo. Es tu último año, por lo que considero que tener ayuda cuando te tienes que concentrar en los exámenes finales, y sobre todo en los de admisión a la universidad cuando escojas una, es importante. Pero también he considerado la posibilidad de que tú lideres el equipo solo.

     —¿Ser yo el único capitán?

     —Sí… —jugó un poco con su bolígrafo—. ¿Qué piensas? También consideré enviar a Saiyan al equipo de Bojack para que ellos sean cocapitanes.

     —Eso…—frunció el ceño—. No creo que Vegeta deba irse de mi equipo para ir con Bojack—soltó aire—. No es justo para él descender de categoría por ayudar a alguien que no acepta ayuda por razones absurdas. ¿No cree?

     —Puede ser. Pero lo creí buena idea, ¿no son Saiyan y Bojack amigos?

     —No lo son. Eran únicamente compañeros del mismo equipo, no más.

     —Bueno… ¿y qué opinas de la otra propuesta? ¿Te sientes listo para manejar el equipo solo?

     —Sobre eso… estoy bastante seguro de que podría hacerlo solo. Soy lo suficientemente capaz de ello—soltó un suspiro—. Pero me sienta bien tener apoyo. Saiyan es alguien muy competente, hacemos buena pareja para dirigir un equipo.

     —Comprendo…—dejó las hojas a un lado—. Bueno, es tu decisión. Y la respeto—hizo una seña—. Puedes retirarte, es lo único que quería hablar contigo. El partido de esta semana será el viernes, en la preparatoria 22. El autobús los llevará de ida y regreso, para que se preparen y estén a tiempo. Si puedes, pospón el entrenamiento de hoy, para que yo pueda aprovechar ese tiempo con Bojack y hablar con los chicos. ¿Está bien?

     —Claro que sí, les diré al resto—se puso de pie—. Nos vemos, entrenador.

     —Adiós, Son.

     Salió de su oficina, y caminó por los pasillos para llegar a su aula, no sin antes dar el comunicado a sus compañeros de equipo por mensaje de texto grupal. El profesor ya estaba dando clase, por lo que únicamente buscó un lugar en silencio cerca de la puerta, para evitar interrumpir al hombre. Sin embargo, notó que, al fondo, en la otra esquina, ya estaba Vegeta.

     Pero, claro, no podía simplemente ir a mitad de la clase para decirle de frente que quería hablar con él. Sólo le quedaba esperar a que, mínimo, terminara esa hora y aprovechar el cambio de profesor para decirle ello.

     Y como si fuera a propósito, el hombre siguió y siguió, incluso excediéndose unos minutos más allá de su hora límite. La profesora de la siguiente clase tuvo que interrumpir al hombre para que por fin se dignara a abandonar el salón.

     No contentos con ello, parecía que justo ese día, ese que necesitaba esos preciados minutos de tardanza que tenían para llegar temprano, o esas ansias que los lunes tenían por terminar pronto, ellos tuvieran un ataque de responsabilidad que les hacía querer dar sus clases completas. Por ello, hasta que por fin terminó su última clase, pudo acercarse al Saiyan.

     El resto de sus compañeros se había apresurado a salir del aula, también fastidiados por la jornada tan pesada. Así que, con pocos chicos en el salón que terminaban de recoger sus pertenencias, se acercó al pelinegro más bajo.

     —Saiyan…—el aludido alzó la mirada, dándole un vistazo rápido para después volver su mirada a su mochila, terminando de guardar sus lápices y cuadernos.

     —Hola, Kakarotto—cerró su mochila y se la colgó—. ¿Salimos? Parece que ya viene el siguiente grupo—comentó, notando otros chicos asomándose por la puerta.

     —Sí, vamos…—susurró. Ambos fueron en silencio al pasillo, dando pasos lentos cuando por fin estuvieron afuera del aula—. Saiyan, me gustaría que platicáramos. ¿Tienes tiempo ahora?

     —Bueno, como se canceló el entrenamiento tenía pensado ir directamente a casa. Tarble se quedará hasta tarde por una actividad de una clase—sonrió de medio lado. Pero no era una sonrisa como las de siempre, ligeramente burlona o pícara, sino que esta era ligeramente apagada, casi forzada—. ¿Prefieres hablar aquí?

     —No… En tu casa está perfecto, en realidad. Incluso te lo iba a proponer—admitió.

     Fueron a la salida, y mientras caminaban por las calles lo único que llenaba el silencio entre ellos era el sonido de los llaveros que colgaban de la mochila de Goku. El Son miró de reojo al más bajo, dándose cuenta de que lucía algo agotado, como si el viaje de regreso lo hubiera cansado demasiado. Y posiblemente también con el haber tenido que ponerse al corriente de una semana de clases mientras tenía ocupado sus días con aquellos trámites importantes que debía hacer.

     —Ni siquiera te pregunté si querías comprar algo para comer aquí—mencionó, sacando sus llaves.

     —No tengo hambre, a decir verdad. ¿Tú sí? Puedo pedir a domicilio.

     —Tampoco tengo hambre. Sólo quiero una botana—entró, dejando la puerta abierta para que el Son también se adentrara—. ¿Quieres una soda?

     —¿Eh? Sí, por favor—miró cómo el Saiyan abría una alacena para sacar un pequeño paquetito, que metió en el microondas. Después de activar el temporizador, buscó en el refrigerador dos latas de soda, para darle una al más alto—. Gracias.

     —De nada—un sonido de pequeñas explosiones provenientes del microondas—. ¿Las prefieres de mantequilla? También hay naturales.

    —Están bien esas…—soltó aire—. ¿Cómo te fue en el viaje?

     —Bien. Al menos ya arreglé mis documentos. Había un problema con mi acta de nacimiento, en el nombre de mis padres. Por ello tuvimos que estar día tras día dando vueltas todos los días—rio bajito—. Créeme que es un excelente negocio sacar fotocopias cerca de esos lugares. Se inventan requisitos de papelería en los últimos instantes.

     —Me imagino—cuando las palomitas estuvieron listas, el Saiyan las sirvió en dos recipientes, ofreciéndole uno.

     —¿Está bien si hablamos en mi habitación?

     —Sí, está bien—siguió al más bajo, a una distancia algo considerable. Al llegar, Vegeta se sentó en la silla de su escritorio, por lo que Goku buscó lugar en la orilla de la cama—. Quería hablar contigo, pero no creí que sea cómodo hacerlo por teléfono—el más bajo prestó atención. Su rostro se tornó un poco serio ante la mención de ello—. Sobre lo del viernes, antes de tu viaje.

      —Sí… Te escucho.

     —Ehm… Verás…—dejó el plato un poco alejado de sí, para evitar que se tiraran por su movimiento en el colchón, y colocó la lata en el suelo para evitar derrames. Tomó aire y unió sus manos, jugando con sus dedos para acomodar sus palabras—. Estuve pensando mucho estos días. Y debo reconocer que ese día me molesté de que tomaras iniciativa—notó que el Saiyan desviaba la mirada, con una combinación de molestia y culpa en su rostro—. Pero no sólo fue por eso. En realidad, es por algo por algo que pasó por mi mente desde el día anterior a eso—recuperó su atención—. Sé que fue mi idea, pero fue mientras lo hacíamos el jueves, cuando…—sus mejillas se coloraron de la vergüenza—. Cuando estuve en cuatro.

     —¿Desde ese día?

     —Sé que yo lo propuse, de verdad me llamaba la atención probar esa pose, pero…—tragó saliva—. No niego que lo disfruté, Saiyan. Pero cuando me quedé callado… pensé muchas cosas—rascó su brazo con pena—. Me tocas demasiado bien. Me haces llegar al orgasmo siempre—notó que el otro tuvo un sonrojo a causa de sus palabras—. Ese momento no sería la excepción, de verdad lo estaba gozando. Pero de un momento a otro me sentí como…—sus labios se fruncieron en un puchero, avergonzado—. Como si fuera un objeto. Un simple agujero dónde ponerla—rascó su nuca, y volvió a hablar al notar que Vegeta iba a decir algo

     >>Sé que fue mi idea, yo quise que probáramos. Pero me dio esa sensación porque siempre sueles…—se encogió en su lugar, con creciente vergüenza ante todas esas cosas que estaba confesando—. Siempre sueles mimarme—mordió su labio inferior, todavía más apenado al notar una ligera risita por parte del más bajo—. Pero ese día, por la posición, no lo hiciste. Y cuando me quedé callado, duraste un rato metiéndomela sin decirme nada. Por eso me quedé pensando demasiado en esos momentos, creí que me estabas empezando a ver distinto.

     —¿Por eso cuando tomé iniciativa te enojaste? —el Son asintió.

     —Reafirmaste algo en mi cabeza, que sólo yo estaba pensando—soltó un suspiro—. Pensé demasiado en que, como yo estoy abajo, como tú me la metes a mí, y con todo lo que siempre he dudado sobre mi naturaleza… No deberías “tener esos deseos” conmigo. Pero eres mi novio, y creo que lo malo sería que no me desearas, ¿no? Sería horrible que mi pareja no disfrutara estando conmigo.

     —Aun así… No te forzaría a nada que no quisieras, Kakarotto—soltó aire y miró al techo—. Justamente por eso, por el conflicto relacionado a que eres doncel que siempre tienes, dudo mucho mis acciones contigo. Abriste tu alma conmigo, te vi llorando de desesperación, de frustración, de cómo te menospreciabas y de cómo odiabas que otros se refirieran a chicos como tú como únicamente para satisfacer deseos sexuales—lo miró—. Tienes razón, Kakarotto. Eres mi novio. Me gustas, y me gusta sentirte. Pero por esos miedos que me confesaste es que no doy pasos en falso. Y la primera vez que lo hice, terminó pésimo.

     —“Me gustas…”—su rostro se coloró hasta las orejas. Sintió que toda su tez estaba caliente ante sus palabras—. Es la primera vez que lo escucho diciéndomelo así de directo—su corazón comenzó a latir acelerado—. Nunca… nunca me habías dicho que te gusto.

     —¿Qué dices, Kakarotto? —alzó sus cejas al notar cómo, en un puchero adorable y con esa carita totalmente sonrojada, el Son estaba mirándolo—. Si siempre que te acuestas conmigo me la paso diciéndotelo.

     —Tsk…—frunció el ceño—. ¡Siempre me quedo dormido! ¿Cómo esperas que te escuche si no estoy consciente? —encogió sus piernas y las abrazó—. Estúpido Saiyan—le sacó una risita ante esas palabras.

     —Bien, ya entendí…—comió un puñado de palomitas—. Quiero que quede claro, Kakarotto. Que no haré nada que no quieras.

     —Tampoco creo que deba ser así—lo miró a través de su flequillo—. Siento que muchas veces ni siquiera estuve abierto a preguntarte primero si tenías ganas de hacerlo, asumía que dirías que sí. Pero… Lo cierto es que, si tomas iniciativa, entendería. Como pareja, me da un poquito de gusto que te atraiga tanto… Y yo la paso bien cuando lo hacemos. No sé si sea correcto decirlo, pero la verdad es que estaría dispuesto en cualquier momento.

     >>Es sólo que, ese día… Inicié mi ciclo—el otro hizo un gesto de entendimiento rápido—. Por eso, con lo del jueves, más eso… No quería que me tocaras—soltó aire—. Digo, no sé si deba decirte cuando tengo mi ciclo, porque son cosas que… Me cuestan mucho, ¿de acuerdo? Muchos años odié esas fechas y ahora… son un impedimento para hacerlo, cuando me gusta mucho estar contigo en este tipo de contacto, Saiyan.

      —Bueno… Un verdadero caballero nunca tiene miedo de manchar su espada con sangre…—las mejillas del Son se encendieron totalmente.

     —¡Olvídalo! —tomó la almohada y se la arrojó fuertemente. Vegeta casi caía de la silla por el potente impacto, sólo trató de detenerlo mientras reía.

     —Estoy bromeando, Kakarotto…—colocó el mullido proyectil en su regazo, mirando que Goku estaba totalmente avergonzado por la sugerencia—. No deberías tener vergüenza de decirme que estás en esos días. Así podré estar más atento por si te gustaría un poco de los “mimos que siempre te doy”.

     —Tsk, ¡púdrete! —cruzó sus brazos sobre su pecho, sintiéndose más apenado todavía por el hecho de que Vegeta sacaba a la luz su anterior confesión.

      —Me lo dijiste un día, la pasas con malestares. Así que, si puedo mínimo no hacer cosas que pudieran irritarte, estaría bien, ¿no crees? —se levantó de su silla para ir a sentarse en la cama, cerca del Son. Goku lo veía con un puchero, todavía con sus brazos cruzados—. Soy tu novio, Kakarotto. Tu “naturaleza” es parte de quién eres, y a mí me gustas demasiado. Yo no te juzgaría por ello, ¿sí? Al contrario, quiero que esto funcione bien.

     —Eso… —cerró los ojos y dejó caer sus brazos hacia un costado—. Es como si me quitara un peso de encima—abrió sus ojos y lo observó unos segundos en silencio, como si la calma por fin hubiera inundado su cuerpo—. Saiyan, lamento haberte gritado ese día. Perdona por mi reacción.

     —Disculpa aceptada—sonrió—. Me da gusto que lo habláramos.

     —Sí…—miró su tazoncito vacío—. Gracias por las palomitas.

     —¿Quieres otra cosa?

     —No, estoy bien así…—miró aquel rostro, Vegeta tenía las mejillas algo sonrosadas todavía, y mantenía una sonrisa—. Se ve más animado… —subió sus manos al rostro del más bajo, y presionó sus mejillas.

     —¿Y esto? —se zafó un poco para que el leve pellizco en su rostro se aligerara, pero mantuvo las manos del Son sobre sus mejillas colocando las suyas sobre ellas.

      —Perdón por el inconveniente—volvió a disculparse, cerrando los ojos de nuevo.

      —Te ves adorable…—el más alto lo miró, sonrojándose inmediatamente.

      —¿Qué demonios dices…? —pero antes de reclamar, recibió un beso en los labios—. ¿Por qué siempre me besa cuando estoy tratando de ser amable?  —lo miró cuando ese chico se separó unos centímetros.

     —Que te ves adorable…—el Son cruzó sus brazos y desvió la mirada.

     —No lo soy—pero aquellas mejillas enrojecidas y esos labios fruncidos en un tierno puchero sólo reafirmaron en el Saiyan aquel comentario. Se acercó al más alto y depositó un beso en su mejilla. Goku sólo atinó a cerrar sus ojos, tratando de seguir con su faceta “no soy tierno”.

     —Me gustas demasiado, Kakarotto—susurró en su oído y dio unos cuantos besos lentos en su cuello.

     —Ay, demonios… —lentamente bajó sus brazos y ladeó un poco su cabeza, para dejarle paso abierto al Saiyan—. No me está queriendo tocar…—subió sus manos al rostro del mayor—. Puedes tocarme si quieres, ¿de acuerdo? Lo que hice ese día estuvo mal, y no fue por ti; fue por lo otro…

     —Necesito lavar mis manos—el Son bufó, alborotándosele el flequillo.

     —Yo también…—miró los tazones y latas vacías que había ya—. Llevaré esto a la cocina.

    Se acercó a la mesita para tomar el plato y lata del Saiyan y levantó los propios. Fue lento hacia la cocina, para poder aprovechar y lavar rápido aquellos trastes. Se apoyó un poco en la barra y miró a su alrededor. El lugar estaba solo, únicamente se encontraban el pelinegro y él. Pero se sentía tan a gusto, cómodo, como si la paz que emanaba en ese espacio se le transmitiera a él. Tras lavarse también las manos, y enjuagar su rostro, volvió a la habitación del más bajo.

     —Está todavía adentro—pensó, acercándose un poco al escritorio—. Siento que, dentro de lo que cabe, es ordenado en lo que deja en su librero, pero tiene un “lugar de desorden” que es esta mesa—miró la pared, donde colgaba una imagen de los hermanos Saiyan pequeños en un parque de diversiones—. Él tenía flequillo…—oyó la puerta del baño abrirse, para después volver a cerrarse—. Me gustaría ver más fotografías. Casi no tiene ninguna en todo lo que he visto en su casa, tal vez le…—se estremeció al sentir aquellas manos presionando su cintura, abrazándolo por detrás.

    —¿Qué miras?

     —La fotografía… ¿es un buen recuerdo? Por Kamisama, sus manos son tan calientes…

     —Cumpleaños número 4 de Tarble—el Son se giró en su lugar, sin dejar de ser abrazado—. No me gusta tener tantas cosas en las paredes. Que estén despejadas me ayudan a sentir mejor la iluminación.

    —Ya veo…—se apoyó contra la mesa, todavía siendo aferrado por el otro. Atinó a cerrar sus ojos, tratando de evitar esa miradita de él—. Me está poniendo nervioso…—se tensó cuando aquellas manos dieron una presión ligera, donde aferraba y suavizaba el tacto—. Ahh.

     Soltó un pequeño gemidito al sentir aquellos labios en su cuello. Subió su mano hasta su boca, para cubrir con su puño, todavía evitando mirar al más bajo. Aquellas manos en su cuerpo, presionando deseosas pero gentiles, lo estaban manteniendo tenso.

     —¿Sí tienes ganas? —preguntó el más bajo. El Son abrió sus ojos y lo miró.

     En Goku era evidente una vergüenza y rigidez. Sus mejillas estaban sonrojadas y su ceño fruncido, pero sus labios estaban fruncidos en un puchero. El menor sólo tragó saliva y colocó sus manos en el pecho del más bajo, apresando su playera entre sus manos.

     —¡Demonios, Saiyan! Siempre te diría que sí. Me gusta que me toques—frunció su ceño, pero por aquella tez sonrojada la posible “amenaza” que saldría de sus labios se veía aminorada—. No quiero que dudes conmigo, quiero que tengas iniciativa. Me agrada saber que te gusto, y quiero que…—tragó grueso, pero continuaba con aquella faceta “molesta”—, quiero que también disfrutes mi cuerpo como yo disfruto con el tuyo.

    —Me gusta esto de ti—el más alto seguía con ese intento de intimidación—. Que seas un chico fuerte.

    —Tú…—sus manos temblaron un poco.

    Pero antes de poder replicar, esos labios se unieron con los suyos. Atinó, presa de las emociones del momento, a soltar su playera para abrazar su cuello, profundizando aquel contacto. Pero su cuerpo daba leves respingos por aquellas caricias en su cintura que pasaron a ser directamente en su piel.

     —Ven…—le levantó la playera, por lo que el Son dejó que lo ayudara a quitársela. Ya desnudo su torso, fue empujado entre besos hasta la cama.

     Se sentó en la orilla, viendo cómo Vegeta, todavía de pie, comenzaba a quitarse la playera, mirándolo fijamente. Algo intimidado, el Son se hizo un poco hacia atrás; Goku se sentía extraño con esa faceta que había reprimido el más bajo, que lo mantenían en ese instante ansioso, excitado y bastante curioso.

     Vegeta volvió a acercarse para continuar con aquellos besos, acariciando su torso y bajando a su cuello para seguir depositando caricias, lamidas y besitos ahí. Goku se estremecía en aquellos brazos, ya evidenciándose en su entrepierna cómo reaccionaba favorablemente ante todo ese tacto.

     —Mghh…—hizo su cabeza hacia atrás al sentir cómo succionaba sus pezones—. Me está hormigueando todo.

     —Permíteme…—pidió, bajándole el pantalón y la ropa interior, dejándolo desnudo ante sus ojos. El Son sólo se dejaba, tratando de regular su respiración mientras el otro chico se preparaba colocándose el preservativo.

     —¿Fue que estuve tanto tiempo sin tacto que ahora ando hipersensible? —lo sintió volver a su torso, continuaba besando y succionando—. Se siente tan bien esto… ¡ahhh! —aquel chico se abrió paso en su interior, sacándole un gemido ahogado.

     —Hey…—el Son sólo veía al techo, sintiendo que ese chico se movía lento dentro de él—. Hey, Kakarotto…

     —¿Mhg? —todavía con unos gemidos al ritmo de su movimiento, bajó un poco su cabeza para verlo—. ¿Qué… pasa…?

     —Sé que te gusta… el contacto visual…—se inclinó hacia adelante, y aprovechando su fuerza, apoyó uno de sus brazos en el colchón con todo su peso, para poder usar su otra mano para sostener el rostro del Son, todo esto sin dejar su vaivén—. Sé que te gusta verme…

     El más alto seguía soltando gemidos, cada vez más escandalosos conforme el choque de su pelvis en su cuerpo aumentaba. Pero sus ojos estaban enfocando los del Saiyan, embelesado con aquella mirada fija sobre él; Vegeta lo veía serio, también soltando suspiritos graves muy bajos mientras seguía su movimiento, pero con sus mejillas totalmente sonrojadas y su frente perlada de gotitas de sudor.

     —Sé que te gusta… que bese aquí…—bajó su mano hasta el cuello, acariciando con las yemas de su dedo índice y medio desde su cuello hasta sus pectorales.

     —Ah Ah Ah…—sus gemidos eran sostenidos, casi ni podía respirar profundo por ese movimiento y caricias—. Me está… ¡Ah! Es muy intenso… ¡Ah!... De verdad sabe… ¡Ah!... Qué es lo que me gusta… ¡Ah! —lo miró, su boquita estaba abierta y sus ojitos entrecerrados, llenándose de lágrimas del placer sentido en ese momento con aquel miembro chocando en su interior—. Pero yo sé que… ¡Ah!... a él le gusta que… ¡Ah!... Psss… ¡Ah!... Psss…—intentó llamar su atención con un pequeño sonidito, a como sus gemidos le permitían.

     —¿Eh?... ¿Sí… Kakarotto?... —su respiración era entrecortada, sacando suspiros profundos que sólo el Son por estar cercano a él podía oír.

    El de cabellera alborotada se incorporó rápido, apoyándose en sus codos, para poder alcanzar los labios del Saiyan. Su movimiento era lento, suave, como esos besos que Vegeta siempre solía iniciar y que mantenía la mayoría de las veces cuando estaban a solas. Eso sorprendió al mayor que incluso pausó sus estocadas.

    Goku se separó para dejarse caer nuevamente en el colchón, mirándolo con un pucherito avergonzado. Vegeta había tenido un creciente sonrojo en sus pómulos tras sentir esa reacción por parte del Son. Sonrió, y volvió a inclinarse hacia el más alto, para besarlo suavemente, pasional, acariciando su mejilla mientras sus labios se unían.

     —¡Ah! —volvió a resonar en la habitación su voz cuando volvió a moverse en su interior, que trató de limitar un poco cubriendo su boca con su puño y cerrando sus ojos.

     —Hey…—comenzó a moverse un poco más fuerte, deteniéndose sólo unos segundos para tomar sus muñecas y llevarlas a su nuca, para poder tener acceso al rostro del Son—. Quiero verte…

     —Demonios…—aferró sus manos en su cabello, conforme el mayor volvía a moverse. El Saiyan lo veía fijamente, con una sonrisilla de medio lado. Por otro lado, Goku sólo podía soltar gemidos sonoros a la par de sus movimientos, pero con su vista fija en el rostro del más bajo. Atinó a morder su labio inferior, dándole una vista única a Vegeta de esas expresiones de placer que tenía.

     —Me gustas, Kakarotto…—aumentó la potencia de sus movimientos, consiguiendo que alzara más su voz.

     —Vege… Vegeta…—el Saiyan se detuvo nuevamente, sostuvo el mentón del Son para depositar un beso en sus labios, en su mejilla y después acercarse a su oído. Volvió a moverse, esta vez soltando sus suspiros cerca de él para que los escuche; los gemidos roncos de Vegeta se basaban en suspiros muy graves, tanto que parecían un ligero gruñido o ronroneo grave—. Ve…Vegeta-ahh…—aquellos movimientos eran mucho más rápidos, acompañados ahora de la voz del más bajo, pero todavía predominando en aquella habitación los sonidos de placer del pelinegro más alto—. ¡Ahhh!

     Aquel gemido resonó entre esas paredes. El Son hizo su cabeza hacia atrás, arqueando su espalda, perdiendo su mirada en el techo mientras un par de lagrimitas se deslizaban por sus mejillas. Unos cuantos espasmos lo mantuvieron temblando unos segundos, en los cuales fue abrazado por el otro, que seguía suspirando en su oído.

     —Se sintió algo distinto a otras ocasiones—tragó saliva, sintiendo que las comisuras de sus labios se sentían húmedas, tal vez porque se le había escapado un poquito de saliva ante su excitación, pero que ni siquiera tenía en esos momentos fuerzas para limpiarse—. ¿Será mala una mentirilla piadosa… diciéndole lo mismo? —soltó despacio su agarre, para dejar caer sus brazos a sus costados—. Ve-Vegeta…—susurró, consiguiendo que el otro buscara rápidamente sus labios para besarlo—. No creo que… importe ahora… Así estamos bien… No es necesario—sintió esa lengua jugando con la suya

     >>No suele empezar besos así…—la saliva comenzó a deslizarse en un hilillo que llegó a su cuello—. No puedo seguir… —lo sintió separarse, así que abrió sus ojitos sólo un poco para enfocarlo, notando que Vegeta lo observaba con una sonrisilla—. Saiyan, ya no puedo…—recibió un par de besitos en su rostro, en sus mejillas y cuello.

     —Claro…

     Sintió un pequeño alivio y vacío cuando salió de su interior. Sólo pudo dejar salir un suspiro y utilizar las pocas fuerzas que sentía que le quedaban para acomodarse en una posición más cómoda. Vegeta se acomodó a su lado y lo abrazó fuertemente, dándole caricias en su cabello para relajarlo. Goku abrió sus ojos y se le quedó viendo, algo embelesado por esa imagen del más bajo, que lucía… ¿radiante? Parecía que ese chico todavía tenía un poco de energías, pero que estaba usando para acariciarlo en esos momentos. Vegeta se veía, como siempre, sereno después de su acto y atendiéndolo.

     —Oye, Saiyan…—subió su mano débilmente hasta sus pectorales, posicionándola ahí por la falta de fuerzas para poder corresponder mejor su abrazo—. ¿Cuál es tu color favorito?

     —¿Eh? —empezó a reír—. No me esperaba esa pregunta…

     —No sé cuál sea.

     —El azul… ¿y el tuyo?

     —Naranja…—estaba algo perdido por esa expresión del más bajo, quien seguía riendo un poco.

     —Supongo que por eso el uniforme te debe de gustar…

     —Ese tono de naranja es algo apagado. Me gustan los colores vibrantes.

     —¿Cómo los conos de tránsito? —Goku se permitió reír, asintiendo levemente.

     —Sí. Ese tono justamente…—mordió su labio inferior—. ¿Y tu comida favorita?

     —El yakitori. Aunque me empalaga un poco muy pronto, así que me gusta evitar el sake dulce y el azúcar cuando preparo. Por eso cuando salimos prefiero cosas como ramen o platillos que no tengan toque dulce.

     —Cierto, dijiste que tampoco te gustan los postres…—cerró sus ojos—. ¿Y cuál es… Buaaa? —bostezó, así que cerró sus ojos, recibiendo una nueva caricia en su cabello—. ¿Cuál es tu pasatiempo favorito?

     —Practicar artes marciales, o hacer sparring…

     Pero el Son ya no se sentía con fuerzas para contestar, únicamente bostezó por segunda ocasión. Recibió un besito en la frente, acompañado de caricias en su cabellera que bajaban hasta su espalda.

     —Saiyan es muy calientito…

     Un sonido de vibración resonó en la habitación. El mayor se levantó de la cama, cubriendo rápidamente el cuerpo del Son para evitar que perdiera calor, buscó su teléfono que era de donde provenía el sonido y salió de la habitación, dejando en silencio ese espacio.

     Goku abrió un poquito sus ojos, notando que Vegeta se tomó la molestia de apagar la luz antes de salirse al otro lado de la puerta. Lo único que alcanzaba a escuchar era la voz lejana del pelinegro, de la cual identificaba solo un poco de sus palabras. Cerró sus ojos y se acurrucó, esperando a que volviera para poder aferrarse otra vez a él y sentir la calidez de su cuerpo.

     “Ajá, puedes quedarte en casa si vienes. No hay problema en que duermas aquí varias noches, las que necesites”.

     El Son abrió inmediatamente sus ojos al identificar esas palabras. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Alguien (que no podía identificar) podría pasar las noches en aquella casa, donde vivía su novio? Se incorporó un poquito, tratando de prestar mucha más atención a aquella conversación de la que se sentía ajeno.

     “Sí, yo le mando su saludo a mis padres. Ellos también lo estiman mucho…”

     Dijo “su saludo” y “lo estiman”… Creo que está hablándole de “usted”, posiblemente sea un familiar adulto o algo así y por eso el respeto…—se dejó caer en el colchón, acurrucándose nuevamente, girándose en su lugar y volteándose hacia la pared—. Me está dando frío…

    Oyó nuevamente la puerta abrirse. El Saiyan dejó su teléfono en una orilla del colchón y se acostó otra vez con él, abrazando aquel cuerpo y colocando sus manos en su pecho, pegando su cuerpo a la espalda del Son.

     —Es tan calientito… —tomó la mano del Saiyan para bajarlo un poco a la zona baja de su abdomen, sintiendo como si esa mano ardiera por el contraste de su piel fría—. Quiero que me abrace mientras duermo…

     —Estás un poco frío de aquí. ¿Quieres que busque otra cobija? —susurró en su oído.

     —No… Sólo no me sueltes…—fue abrazado con un poco más de fuerza y cercanía. Incluso la pierna del Saiyan lo envolvió—. Sólo quiero sentir a mi novio.

     —Bien…—besó su nuca—. Entonces “tu novio” no te dejará—soltó una risita baja—. Descansa. Más tarde te acompaño a casa.

     —Quisiera poder pasar la noche aquí…—pensó, colocando sus manos sobre las del Saiyan—. No quiero que me suelte…

Notas finales:

Sólo quería recordarles que abrí una página de Facebook llamada "Página que te avisa cuando a Goku de NA se le quite lo p3ndejo", que hace referencia a esta historia. Ahí tengo algunas imágenes y memes, y pienso subir más en mis tiempos libres. Les dejo el link del álbum correspondiente a esta historia https://www.facebook.com/media/set/?set=a.112709428373287&type=3


 


(03/02/2024 By Near)


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