-¿Eh? ¿Seto Kaiba?
-¡Si! ¡El gran Seto Kaiba! – Dice emocionado Yugi
Sentados en la cama de Yugi, mientras este organiza su deck con sus nuevas cartas y Joey simplemente le acompaña, hablan un poco de lo ocurrido el día anterior.
Era la tarde del día siguiente y Joey no alcanzaba a entender porque varios compañeros se acercaban a él dándole una mano en el hombro en signo de apoyo y despedida, como si hubiese cavado su propio destino. Otros lo miraban con orgullo, en especial aquellos omegas que alguna vez había salvado. Otros lo miraban con celos.
¿Pero qué pasa en este internado? Se preguntaba enojado.
Incluso recuerda la alegría con la que Yugi lo abrazó cuando el ricachón se había ido, se veía tan aliviado.
Así que después de casi 24 horas Joey le pregunta a Yugi, muy curioso de por qué todos se comportaban extraño.
Seto Kaiba. El nombre le sonaba, estaba seguro. Sabe que es algún corporativo rico, pero ¿Por qué se le hacía tan familiar?
Ah.
-¿De casualidad ese no es el tipo que siempre sale en portadas de revistas? – Pregunta Joey poniendo su puño en su palma. Claro. Ha visto esa portada a veces al ir a la tienda de conveniencia, incluso ya recuerda diferentes noticias con su nombre.
Yugi asiente varias veces.- ¡Sí! También es el creador del Duelo de Monstruos. ¡Es toda una figura internacional! – Responde emocionado. Aunque luego se calma.- Me alegra que nada haya pasado.
El rubio resopla frustrado.- ¡Agh! Ya estoy harto de la preocupación, ya sabes que puedo defenderme bien. Un alfa con dinero no es diferente.-
-Cla-Claro que lo se.- Tartamudeo Yugi rápidamente.- No es que crea que eres débil, solo que él tiene mucha influencia con el gobierno por su dinero y contribuciones. Es más…- Se acerca a Joey como si le fuera a contar un secreto.- He oído que él fue uno de los que estuvo de acuerdo en esto del internado.- Le susurra lo ultima.
-¿Ah sí? Una razón más para odiarlo.-. Se levanta de la cama para tomar su celular.- Muy pronto esta noticia de que “Seto Kaiba casi atropella a un inocente omega” será olvidada, y mi vida podrá seguir sin acordarme de él.- Dice Joey poniendo fin a la conversación
Lo que Joey no sabe es que el destino le tiene preparado muchos mas encuentros.
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En otro lado de Domino un moreno estaba casi muerto de la risa, cuando al pasar por una televisión vio nuevamente la noticia de la noche anterior. Los reporteros estaban fuera de control con eso.
Caminaba junto a un alto castaño y un niño por los corredores del aeropuerto. Este castaño, por otro lado, tenía una vena que le palpitaba en la frente.- Guardián, supéralo ya.- Lo decía con toda la calma que podía.
El niño también se rio.- Vamos, Seto. No seas aguafiestas. ¡Es la primera vez que estas en un escándalo con un omega! Deja que lo disfrutemos un poco.- Rio un poco más hasta que vio el destello peligroso del ojo de su hermano.
-Mokuba.- Advierte
-Lo siento, Seto.
Marik le pasa el brazo por los hombros a Kaiba.- Tómala suave, sacerdote. A mí también me divirtió.-
Kaiba suspira aun enojado, cruzando los brazos.- No entiendo qué es lo que tanto les divierte. Solo me encontré con un tonto que no supo cruzar la calle.
-He ahí donde te equivocas, sacerdote.- Dice Marik Volviendo a ponerse derecho, pues ya llegaban a la zona de espera.- Es divertido justamente porque las palabras “Kaiba” y “omega” estaban en la misma oración en las noticias de anoche, justo en el primer día del internado. ¡Es para morir de la risa! – Y comenzó a reírse nuevamente. Mokuba hacia su mejor esfuerzo para no reírse para tratar de evitar el enojo de su hermano.
Kaiba agotó su paciencia.- ¡Bueno, ya! – Toda la zona quedó en silencio, salvo la risa de Marik. Incluso Mokuba se había detenido como los demás, por el aroma de alfa molesto que emanaba Kaiba. Su aroma era diferente, era muy autoritario, incluso para los mismos alfas.
Pero había cierta cantidad muy limitada de conocidos del castaño que era inmune al aroma súper alfa de Kaiba, uno de ellos aún se partía de la risa en la mitad de la zona. Y otro se acercaba al lugar de encuentro, no entendiendo por qué, de la nada, los que estaban en la entrada se habían detenido.
-Disculpe.- Dice el chico a uno de los turistas detenidos. Este se voltea a prestarle atención.- ¿Ocurre algo?
-¿No lo hueles? – Pregunta el chico, beta por su olor. El chico niega.- Alguien hizo enojar a un alfa, que huele terriblemente a autoridad, todos temen acercarse, parece una pelea.
De inmediato se extraña. Él no huele nada. A menos…
Sonríe.
Sale de la zona para acercarse a la sala de espera, ignorando los gritos alarmados a su alrededor.
Cuando se acerca un poco más nota a alguien descojonándose de la risa junto a un castaño que se veía molesto mientras lo observaba.
-¿No creen que están haciendo una escena? – Dice el chico junto a sus dos maletas. Todos voltean sorprendidos por la interrupción. Pensando que un tercero se había metido en una pelea de alfas.
Hasta que el niño que acompaña a ambos alfas corre en dirección al extraño.- ¡Primo Atem! – Le abraza por la cintura.
De inmediato el ambiente tenso cambia y ambos se reúnen con el chico como si nada pasara. Haciendo que la gente se extrañara. ¿Qué no andaban peleando?
Marik ve que la gente aún los mira por lo que gruñe y ahí es cuando lo notan. Otro alfa autoritario. Luego todos siguen con lo que hacían, tratando de ignorar lo visto.
Kaiba niega con la cabeza.- Es por eso que lo de ayer salió tan mal. La gente debería meterse solo en sus asuntos. Mínimo pensaban que estábamos peleando a muerte o algo.-
Marik asiente de acuerdo. Hay una razón por la que el aroma no afectó a Atem ni a Marik, y es que ambos tienen esos olores por sí mismo, solo que Kaiba los usa diario por su posición en cambio los otros saben controlarlo. Kaiba en ocasiones lo deja salir incluso en conversaciones solo un poco tensas, haciendo que los que estén a su alrededor se asusten.
Pero para él eso es mejor, si van a asustarse mejor ni se acerquen.
Marik ayuda con una de las maletas mientras los cuatro avanzaban a la salida del aeropuerto.- Asi que…- Comienza diciendo Atem haciendo que los otros tres le miraran. Él sonríe.- ¿Es verdad que tuviste un encuentro con un omega?
-No tú también, faraón.- Dice Kaiba frustrado a la risa de los demás.
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Al día siguiente en clase de deportes, por fin Malik siente un poco de relajación. A él le encantaba hacer deporte, sobretodo atletismo. Aunque había un gimnasio en las instalaciones del campus sentía que no era lo mismo que hacer actividades al aire libre.
Incluso se extrañó. Pensó que le enseñarían ajedrez o algo así. Y no se extrañaría, ya al tercer día le parecía común que le pusieran más énfasis en algunas clases como cocina y no tanto como en las científicas.
Pero él no se quejaba de que habían hecho la vista gorda con los deportes.
Corría con todas sus ganas. Vio a ambos lados y notó que era el único que iba a la cabeza, con mucha ventaja.
Suspiró.
¿Por qué será que lo habrán puesto en esa clase?
En esos tres días los cuatro amigos notaron que estaban puestos en clases incorrectas. Cada clase tenía un grupo muy marcado, el 90% se conformó de un determinado sector.
En la clase A estaban los estudiantes que pertenecían a escuelas mixtas, es decir, aquellos que han interactuado con alfas y betas en la escuela.
En la clase B estaban los estudiantes que habían estudiado en colegios solo de omegas.
En la clase C estaban los estudiantes que estudiaron en casa.
En la clase D estaban los que nunca recibieron educación de omega.
Así que las preguntas que se hacía Malik eran: ¿Por qué Ryo, que había estudiado en casa, estaba con los oportunistas de las escuelas mixtas? Aunque no todos eran asi, la mayoría correspondía con la cualidad de ser oportunistas. ¿Por qué Joey, que nunca había sido educado como omega, estaba con los asustadizos que solo conocen omegas? ¿Por qué Yugi, que había estudiado en casa, daba las clases avanzadas de omega? ¿Por qué él, que había estudiado en colegio mixto cuando llegó a Japón, estaba con los omegas sin talento físico?
En serio, ser parte del 10% diferente del salón apestaba.
Quizás por eso no se acoplaban bien a las clases. Algunos chicos eran geniales, no lo podían discutir. Pero agrupar varios y hacer que den clase de su estilo era otra cosa.
Joey se perdía cuando hablaban de modales omegas, ¿Y quién culparlo? El pobre nunca le fue enseñado eso y estaba en un grupo donde ese era conocimiento común.
Yugi es muy inteligente, pero no entendía muy bien conceptos técnicos que debe saber todo omega. Entendía lo que era el celo y su fin, pero cosas más técnicas nunca le habían importado.
Malik sentía que estaba en otro ritmo, estaba con chicos tan educados que le crispaban los nervios. El conocimiento en si no estaba mal, pero se aburría en esa clase.
Ryo, el cual es muy tranquilo, estaba en una clase llena de chicos rebeldes. Quizás por estar en colegios mixtos ahora dichos omegas se creían gran cosa. Se sentía incómodo.
Pero nada que hacer ¿No?
Ya se habían montado en el barco y no podían bajarse.
Aun así Malik decidió que correría incluso si no lo lograban alcanzar. Solo pensaría que estaba al lado de su hermano. Esa sensación le trajo felicidad.
Quizás debería llamarlo, desde que llegó al internado no lo hace.
En otro salón del edificio, más concretamente el destinado para enseñar cocina, las cosas no estaban saliendo bien para cierto peli-blanco.
Quizás es un dicho común que “todo omega tiene el don de cocinar”, pero ese no aplica para él.
En serio se estaba esforzando, pero no era su culpa. En su casa nunca lo dejaban acercarse a la cocina. Solo una vez a los 10 años su madre pensó que por su naturaleza ya podría tener a su hijo haciendo algo útil, que sería los deberes de la casa. Por lo que se le encargo el almuerzo sin la más mínima preparación, y nadie se molestó en enseñarlo. Por lo tanto el resultado fue obvio.
Un desastre.
Fue castigado sin comida por tres días y solo con agua.
Fue la última vez que lo dejaron entrar a la cocina. Nadie quería nada hecho por sus manos.
Por lo tanto sentía las lágrimas de impotencia al tratar de hacer galletas. Miraba a los lados. ¿Por qué a todos le salían tan perfectos y los de él solo parecían masas sin forma e incomestibles?
-A mis amigos betas les encantaba que les hiciera el almuerzo.
-En san Valentín todos mis amigos morían por un chocolate mío
-Mi alfa ama que le hornee galletas.- Dijo uno que justo sacaba sus galletas del horno. Maldición. Eran perfectas.
-¿Ya tienes alfa? ¡Increíble!
-¡¿Cómo se llama?!
El chico sonrió por la repentina popularidad y comenzó a comentar más de su maravillosa relación. El profesor salió hace unos minutos por lo que todos escuchaban mientras esperaban que el horno les avisara que sus galletas estaban listas.
Y Ryo aun trataba de crear la masa y la forma.
-Oye, Ethan.- Uno de los chicos llamó haciendo que Ryo le mirara.- ¿Qué es esa porquería que tienes en las manos?
Ryo dejó caer la masa en el bol. El chico que presumía de su alfa volteó a verlo para luego apretarse la nariz.- ¡Qué asco!
Los otros omegas asintieron.- ¡Si no puedes ni siquiera hacer galletas entonces no sirves para ser omega! – Comenzaron a reírse. Ryo bajó la cabeza incapaz de decir nada contra las burlas.
Se limpió con la punta del delantal una pequeña lágrima que se deslizaba por su mejilla. ¿Por qué incluso en un internado omega las cosas no podían salirle bien? Toda su vida deseó estar rodeado de gente que lo entendiera y ahora estando allí aún era inentendido.
El profesor llegó en ese momento. Dio un aplauso para llamar la atención.- Bueno, clase. Espero que las galletas estén listas.
-¡Profesor! – Un chico levantó la mano. El profesor le concedió la palabra.- ¿Es posible que un omega repruebe Cocina?
Ryo se encogió ante la clara burla. Siguió tratando de darle forma a su masa.
El profesor escuchó extrañado la pregunta.- Pues yo diría que no, es un talento natural nuestro.
-¿Ya oíste, Ethan? – Susurró quien estaba en la mesa contigua a la suya.- Si repruebas significas que no sirves de omega.
Ryo baja la cabeza triste.
No recuerda nada más de lo que habló su maestro.
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-¿De verdad está bien? – Pregunta Joey.
-¡Pero claro! Es algo que se te había prometido cuando llegaste.- Dice el director Pegasus sentado en su gran y lujosa oficina.- Además en vista de lo que pasó hace poco, es lo menos que puedo hacer.
Joey suspira audiblemente.- Señor Director, con todo respeto. Ya estoy harto del tema.
El director abre un poco los ojos pero solo sonríe en respuesta.- Y lo entiendo, muchacho. Pero en serio, yo prometí protección y eso es lo que te daré ahora. Por eso cuando salgas a gastar la tarjeta regalo del centro comercial que te acabo de dar o ir a cualquier otro lugar irás con la supervisión de un guardia privado.
-¡¿Qué?! No puede hablar en serio.
-Y muy en serio. Tu seguridad es primero, lo que pasó se nos salió de las manos y te pido disculpas.- Dice el director en un tono formal.
Joey no sabía cómo salirse de esa, ¿Un guardia? Ni loco.- Señor, puedo defenderme solo. Además hay guardias por toda la ciudad, no necesito de uno que me siga.
-Señor Wheeler, quiero asegurarme que nada pasará. Conozco al Señor Kaiba, créame a veces puede ser algo testarudo.- Se levanta de su asiento para acercarse a Joey.
Joey no lo puede creer. ¿En qué punto se convirtió en la damisela en apuros? – De ser así, no quiero su tarjeta. A cambio de lo poco que me queda de libertad es un precio muy bajo.- Pone la tarjeta en la mesa. Sin dejar de mirar determinadamente al director.
Este se sorprende por tal respuesta osada. No era al primer chico que le daba una tarjeta por sus necesidades, pero el primer que se rebelaba contra sus condiciones.
Su lado alfa lo veía inaceptable que un omega se le rebelara, pero su lado más contemporáneo vio con una sonrisa.- Pues bien, hagamos un trato.- Joey se preparó para no dar su brazo a torcer.- Puedes salir como la última vez con los guardias estacionarios, con la condición de que no te metas en problemas. Si lo cumples no tendrás guardia, y si no te asignaré uno por medio año.-
Joey se relajó, no esperaba que el director que estaba a cargo de esa gran cárcel lo dejara sin mucha tregua. Sonrió lo más grande que pudo.- Muchas gracias, Señor.- Se inclinó en respeto para luego salir de la oficina.
No es que tuviera ganas de salir por ahora, pero le daba igual. Se sintió bien pelear un poco por sus derechos.
El director se sentó nuevamente en su asiento, mirando la puerta cerrada por la que se fue el rubio muchacho.
-Con que Wheeler ¿Eh? – Murmuró para si.- Será posible…
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-¿¡Qué!? ¡¿Cómo permitiste que te hicieran eso?! – Preguntó enojado Malik.
Ryo se encoge un poco en su asiento tras el estallido. Los cuatro amigos estaban sentados en el área social. Ese día había más gente comparado con el primer día.
El peliblanco les contó lo que había pasado en su clase de cocina. Joey y Malik miraban indignados.
-S-Saben – Comenta Yugi haciendo que los tres volteen a verlo.- Si a mí me hubiera pasado tampoco estaría muy seguro de qué hacer.
Malik suspiró frustrado mientras Joey se dio un facepalm.
Yugi y Ryo eran demasiado buenos para su propio bien.
Ryo no pudo evitar notar como a su alrededor algunos de sus compañeros los miraban sin hacer mala cara o muecas o acercarse a hablarle. Quizás por la presencia de Malik y Joey.
Malik no es un omega común, tiene algunos arranques fuera de toda cualidad omega, haciendo que muchos estudiantes de alguna forma le teman. Y de lado Joey estaba por un lado el respeto por su pasado defensor de omegas y su valentía a enfrentar alfas.
-¿Entonces que harás? – La pregunta de Malik lo trajo otra vez a la realidad.- Esos niñatos no te dejarán tranquilo si no haces algo.
Ryo bajó su cabeza, ya no estaba seguro de cuantas veces lo había hecho en todo el transcurso del día.- No soy como ustedes, no sé cómo responderle a alguien más que quedarme callado.-
Los tres ven con tristeza a su amigo. Ya conocían su historia de la noche en la que todos confesaron de dónde venían. Trataban en lo posible de no recordar su triste pasado de ser de Inglaterra.
-Ryo.- Yugi pone una mano en su hombro, haciendo que este alzara un poco la mirada para verlo.- Sé que ha sido duro para ti y aunque a muchos no nos guste estar aquí tú puedes sacarle provecho, trata de pensar de esto como una nueva forma de empezar tu vida.
Ryo lo mira sorprendido para luego ver la sonrisa de los otros dos en la mesa.
Malik se acerca y pone una mano en su otro hombro.- Si no te enseñaron a hacerte respetar entonces con todo gusto yo te enseñaré, unos cuantos omeguitas no pueden hacerte sentir poca cosa mientras nosotros estamos aquí.
Joey asiente y se levanta para poner una mano en la cabeza peliblanca.- Además ahora tienes amigos que están contigo, por lo tanto somos un equipo. Vamos a ver si alguien se atreve a hacer algo estando juntos los cuatro.-
Ryo nuevamente siente el pinchazo de las lágrimas en sus ojos, pero esta vez por un sentimiento diferente.
En serio, ¿Cómo era posible que personas que conoce de apenas un mes hicieran más por él que los que lo conocen desde hace 15 años?
No mucho después los cuatro se dirigían al cuarto de Joey y Yugi cuando de repente al rubio le suena la barriga. Los otros tres voltean para ver a un rubio sonrojado.
-Lo siento, lo siento. Es que justo pensaba en pizza y mi estómago me delató.- Rasca un poco su cabeza avergonzado. Aunque luego estira sus brazos en señal de enojo.- ¿Por qué demonios en la cafetería no hay?
Malik asiente comprendiendo.- Yo me pregunto lo mismo. Y ya saben que hacer domicilios está prohibido.- Suspira. También se antojó.- ¿Qué tal si salimos por pizza?
-Olvídalo.- Responde inmediatamente el rubio.- No pienso volver a salir por ahora.
-¿Oh? ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de volverte a encontrar a Kaiba? – Pregunta burlesco Malik.
-¡Claro que no!
-Entonces no seas cobarde, vamos los cuatro. “Somos un equipo” ¿No? – Sonríe para comenzar a ponerse el lazo e ir a la salida. A Joey le molesta su burla pero está agradecido de que al menos Malik no lo trata como omega indefenso por lo pasado, incluso le encontraba la gracia a lo que pasó.
Ryo sonríe con sus payasadas y se pone también el lazo.
Cuando todos lo tienen puesto van a la salida. Solo para que Joey chasquee su lengua al ver el familiar escenario de estudiantes betas y alfas esperando en la entrada.
-¿Pero qué es esto? – Pregunta Ryo al parpadear por un flash.
-Solo, no hagamos caso y sigamos. No escuchen lo que dicen.- Dice Yugi siguiendo el camino que les mostraban los celadores de la escuela.
Malik casi se devuelve y da un puñetazo cuando le dijeron “trasero bonito”. Pero se contuvo y siguió a Yugi.
Llegaron sin problemas a una pizzería, para Joey y Yugi la ciudad estaba más calmada, solo al tercer día y ya no había alfas persiguiendo a cada omega. Aunque aún había mucha atención. Sobre todo por como todos veían la mesa de cuatro omegas sentados y sin parejas.
-Hola, guapos. Mis amigos y yo queremos saber si quisieran hacer algo.- Se acercó otro alfa osado de los muchos que lo hacía hoy.
Malik lo miró con expresión fría.- Piérdete. – Al chico le pareció raro e incluso amenazante, por lo que se fue. Malik suspiró.- Con razón no querías venir, ¡Que locura!
-Y créeme, estaba peor.- Dice Yugi tomando de su soda.
Yugi apenas nota su entorno pues cuando gira ve que al lado izquierdo del local donde están hay una pastelería. Nunca habían pasado por ahí por lo que le llama la atención.
Jala del brazo a su amigo rubio.- Joey, quiero ir a esa pastelería.- La señala.
Joey asiente no muy seguro de qué decir.- Pues ve.- Al voltear ve la cara de súplica de su amigo.- ¿Qué?
-Ven conmigo. No quiero ir solo a esa tienda.
Joey suspira.- Hagamos algo, aun me faltan 2 pedazos pero tú ya no quieres más. ¿Por qué no vas y miras un poco la tienda por ti mismo en lo que yo voy? – Ve la cara de protesta de su amigo.- Yug, es necesario que enfrentes tu miedo, al menos poco a poco, yo acabaré en 5 minutos, tiempo suficiente para que veas alrededor.-
Yugi le mira y luego a Ryo. Se recordó que querían transmitirle valentía, por lo que suponía que él mismo debía demostrar. Se levanta de la mesa.
-Muy bien, pero nos vemos en cinco minutos.- Dice Yugi.
-¿Estás seguro? – Pregunto el peliblanco.- Puedo acompañarte.
Yugi niega viendo el planto de Ryo.- No interrumpiré tu comida. Y Joey tiene razón, debo superar mi miedo poco a poco. Con eso se voltea para ir.
Malik lo ve irse.- Bueno, al menos hace el intento. Solo espero que no se congele o algo así.
Joey recuerda un poco las actitudes de su amigo frente a alfas y preocupa pero igual decide ir en el tiempo acordado. Es hora de que Yugi enfrente desafíos pequeños.
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Los primos Seto y Atem iban en limosina hasta llegar a una pastelería. Al salir de la empresa Atem le pidió a su primo llegar a una prestigiosa pastelería para recoger un regalo para una amiga, de nombre Rebecca. No eran tan cercanos pero por no haberse visto en un largo tiempo, Atem quería llevarle un detalle.
-Aun no puedo creer lo loca que está la ciudad con esto del internado.- Comenta Atem asomándose a la ventana.
Kaiba suspira.- Ya se está calmando, dentro de poco será algo normal.
Estacionan y Atem sale diciendo que no se demorará pues solo es recoger.
Al llegar más cerca del local se maravilla con la vitrina decorada, en alusión a la bienvenida de los omegas. Se veía muy dulce.
Estaba tan concentrado que siguió avanzando notando la puerta de reojo por lo que tomó la manija y la empujó sin notar nada hasta que escuchó un golpe.
Yugi al entrar se maravilló, su madre siempre horneaba y aunque le encantaba los pasteles de su madre, los que estaban expuestos lo dejaban sin habla, tanto así que se quedó en la entrada del local congelado, admirando todo.
Lo próximo que vio fue todo negro, a casua de un golpe que lo había derrumbado.
Y este fue el destino mostrando que para encontrarse solo basta no prestar atención.