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Buenas intenciones por exerodri

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Notas del capitulo:

 


Hola a todos y todas! Nunca pensé que tardaría 2 meses en actualizar un fic (nunca que no fuese por ir de vacaciones a algún lugar). Sucedió que, aparte del trabajo y la universidad, me puse a corregir mis fics anteriores. Es la segunda vez que los corrijo, y sigo encontrando errores jajaja. Así que no tuve tiempo de escribir en este fic. Ahora volveré de lleno a este proyecto de nuevo. Perdón por la demora je, espero que disfruten de este cap. Nos leemos en las notas finales.

Tai entró corriendo al hospital. El mismo hospital que había frecuentaba desde hace ya meses para visitar a su entrenador. Esta vez, dijo otro nombre en la recepción.

-Yamato Takaishi- dijo agitado a la recepcionista, quien lo había visto feo desde el mismo momento en que entró por la puerta corriendo sin cuidado.

-Takaishi, Takaishi- musitó la mujer revisando en la computadora- no, no ingresó ningún Takaishi últimamente, te habrás equivocado.

-¡¿Qué?! ¡No puede ser!- bramó el moreno. Confundido, se rascó la cabeza intentado entender que pasaba- Ah, que idiota- exclamó llevándose la mano a la frente- es Yamato Ishida, no Takaishi.

La recepcionista no ocultó su cara de menosprecio y dando un suspiro volvió a teclear en su computadora.

-Está en la guardia, por el pasillo de la derecha hasta el fondo.

-¡Gracias!- contestó el moreno, echando a correr.

-¡Pero sin correr! ¡Esto es un hospital, no un estadio!

Al llegar a la guardia, Tai revisó cuarto por cuarto, sin importarle que las personas dentro de estos se asustaran por su intromisión. Quería verlo, necesitaba verlo; la tristeza en su voz durante la llamada telefónica le había dejado muy preocupado. Siguió buscando, hasta que dio con un cuarto con dos rubios en su interior. Solo se concentró en uno: el que estaba sentado en una sillita a la par de la cama.

-¡T.K!- dijo abrazándose con el menor, como si este hubiese sido el que fue atendido en el hospital.

Tai cerró los ojos al tener a T.K entre sus brazos. Era como abrazar a la vida misma.

-¿Qué haces tú aquí?- le preguntó una voz enojada y desagradecida, cortando con la calma que el abrazo de T.K le había suministrado.

Matt le observaba con su típica mirada de desapruebo, sentado en la cama y con una férula en el hombro derecho.

-¿Y a ti que te pasó?- preguntó el castaño.

-¿Y a ti que te importa?

Tai le miró a los ojos, desafiante. El ver al hermano de T.K lastimado no le despertaba lastima, sino enojo. Ese hombro herido solo podía deberse de una u otra forma a sus fechorías secretas. No tenía duda.

Cuando estuvo a punto de exigirle que le contase lo sucedido, y de paso obligarle a sincerarse ante el menor, una voz desconocida irrumpió desde la esquina del pequeño cuarto.

-El chico se cayó por un desnivel en una plaza…yo lo traje hasta aquí

Tai observó a ese sujeto, quien se levantaba de una silla en la esquina del cuarto. El moreno al principio creyó que se trataba de uno de los cómplices de Matt, pero rápidamente descartó esa idea. Era un hombre mayor, pero voluminoso; de poco pelo en la cabeza y larga barba blanca. Tai se dijo que ningún miembro de esa organización de lacras podía poseer una mirada tan amable; además, ninguno visitaría a Matt en el hospital, eso seguro.

-Resulta que yo caminaba por la plaza, en mi viaje diario al almacén, el muchacho iba por delante mío como cualquier transeúnte más…- explicó el adulto, estirando los tirantes de su pantalón-… y de repente, el chico se quedó estático, como si hubiese visto a un fantasma…

A Tai le sonó demasiado familiar aquello. Haciendo memoria fugazmente, recordó el día que siguió a Matt: este también se había petrificado al ver a algo o alguien en la calle, para después esconder su rostro con la ayuda de una revista.

Él y T.K giraron sus miradas hacía Matt, como pidiendo una explicación.

-Es que… una abeja voló al frente de mis ojos, sorprendiéndome- dijo el rubio mayor con el rostro rojo de vergüenza.

“¡Mentira!” gritó Tai en su mente, sin poder creer lo malo que era Matt para mentir. Estaba 100%, 200% seguro que aquello no era verdad. Vio de reojo a T.K, y no se sorprendió al ver que este miraba a su hermano creyendo en sus palabras; después de todo, al menor le desagradaban bastante las abejas. De seguro Matt había elegido específicamente esa mentira teniendo ese detalle en cuenta.

-Es muy raro- dijo el anciano acariciándose la barba- en estos tiempos fríos, las abejas no suelen dejar sus colmenas… no pueden soportar temperaturas tan heladas.

“Claro que es raro, porque es una mentira” pensó Tai, intentando controlarse por el bien de T.K. No necesitaba pelearse con su "cuñado" en ese momento, estaba allí para estar con el menor. Había ido por él. Solo por él.

-Hay abejas que si dan mucho miedo- dijo espontáneamente T.K, para luego mirar el suelo, avergonzado de su propio comentario.

-Bueno en fin…el chico salió disparado hacía un costado, sin darse cuenta que aquella plaza tiene desniveles bastante abruptos, rodeados de barandas no lo suficientemente altas… el muchacho giró sobre una de estas y cayó 5 metros al vacio… Menos mal que aterrizó sobre césped y que es un chico joven y fuerte, sino hubiese sido peor… el médico dijo que no llegó a ser una luxación, pero debe cuidarse el hombro- el hombre rió- me costó mucho convencerlo para que viniese, prácticamente lo arrastré hasta aquí, pero no podía dejar a un muchacho golpeado en la vía pública.

-Muchas gracias por su ayuda- dijo T.K viendo al hombre a los ojos- mis padres dicen que ya no hay personas que se preocupen por los demás, pero yo sabía que se equivocan.

-De nada, no hay necesidad de pensar tan negativamente, siempre habrá personas dispuestas a ayudar a otros- sonrió el anciano- me quedaré con él hasta que su padre venga.

-¿Dónde está? ¡No diga que me calme! ¡¿Dónde está?!- se escuchó una voz femenina proveniente desde el pasillo.

-¿Le dijiste a mamá?- preguntó Matt a su hermano con cara de espanto.

Tai abrió los ojos de par en par. Por fin conocería a la madre de T.K, aunque reconoció que esas no eran las mejores circunstancias. Ansioso, se acomodó la ropa y se pasó la mano por el cabello en un intento inútil de peinarse. Quería dar una buena impresión a su suegra.

Pasados unos segundos, una mujer con el mismo color de pelo y ojos de los hermanos apareció en la puerta.

-¡Matt! ¿Cómo te sientes?- preguntó caminando directamente hacía Matt y poniéndole una mano en la frente, ignorando a todos en la habitación.

-Estoy bien, no es nada en realidad, no era necesario que vinieras.

Con la misma mano con la que le tocaba la frente, la madre de los hermanos le dio un golpe seco en la cabeza.

-¡Auch!

-¿Cómo que no es necesario que viniera? Soy tu madre, me preocupo por ti ¿Hasta cuándo seguirás mortificando a tu padre y a mí con tu comportamiento? Cuando Hiroaki me cuenta que vienes herido a casa, seguramente por estar peleando por ahí, no puedo creerlo ¿Por qué no me cuentas que te sucede? ¡Eres tan cerrado! Ve hasta dónde has llegado… con un brazo roto.

-No es un brazo roto, solo me torcí.

-Fue un accidente señora, no estaba haciendo nada malo- intervino tímidamente el anciano del pantalón de tirantes.

-Usted debe ser quien lo trajo- dijo la mujer notando por primera la presencia del hombre- no se imagina como se lo agradezco, permítame pagarle por las molestias que le causó mi hijo.

-No por favor, no es necesario, no lo hice por recibir dinero… además, como soy jubilado, no tengo muchas obligaciones hoy en día, así que no fue ninguna molestia. Supongo que si usted va a llevárselo, ya no me queda nada que hacer aquí.

-En realidad no puedo llevármelo, en 20 minutos estoy saliendo de la ciudad por un viaje de trabajo imprevisto, mi ex esposo no tardará en venir por él… eso me recuerda- la mujer fijó por primera vez su atención en T.K- Take, quiero que esta noche te quedes con tu padre y tu hermano, yo vuelvo del viaje mañana por la tarde.

-¿Qué? No es necesario, puedo cuidarme solo- protestó el menor.

Mientras escuchaba en un costado, a Tai se le presentó un calor repentino en el estomago.

En el pasado T.K le había contado que su madre, como era periodista, viajaba regularmente a ciudades cercanas; que esas noches en la que ella no estuviera, él podría ir para “pasar la noche juntos, sin miedo a que alguien los molestase”. Con ese recuerdo en la mente, Tai sintió como ese calor pasaba de su estomago a la cara.

-Seguro que sí, pero antes de venir vi en el noticiero que los atracos a casas han aumentado en la ciudad, así que no me quedaré tranquila sabiendo que estás solo- contestó la rubia a su hijo.

-¡No soy un niño!

-No estoy diciendo que lo seas, pero te quedarás con tu padre y punto ¡Y no pienses en desobedecerme! Estaré llamando a Hiroaki para asegurarme que estás con él.

-Es tan injusto- murmuró T.K por lo bajo, a la vez que la respiración se le acentuaba.

Tai percibió la impotencia y el enojo del rubio, y a pesar de que él deseaba más que nadie en el mundo estar una noche a solas con T.K, entendía porque su madre pedía aquello. Demostrándose a sí mismo una madurez interior que no conocía, no se ofuscó. Sabía que pronto habría otra oportunidad.

Decidió intervenir con tal de hacer sentir mejor al menor. Además, no era momento de agregar más tensionas de las que ya había.

-Ya T.K- dijo apoyando una mano en el hombro del ojiazul- hazle caso a tu mamá, te lo pide porque se preocupa por ti.

-¿Y tu quien eres?- le preguntó la mujer sorprendida, como si él se hubiera aparecido mágicamente de repente ante sus ojos.

Ante esa impactada mirada azul, la confianza en sí mismo de Tai se drenó de su cuerpo, dejando un chiquillo asustado en su lugar. No entendía el porqué le acobardaba esa mirada, aun así intentó responder.

-Me lla-llamo Taichi Yagami, co-conocí a T.K durante el verano, un gusto en conocerla- dijo, sorprendiéndose de lo nerviosa y débil que sonó su voz. Había conocido a los padres de sus otras parejas en el pasado, pero sentía como si lo estuviera haciendo por primera vez en su vida.

La madre del rubio pareció procesar su nombre unos segundos, como si lo hubiese escuchado anteriormente.

-Está bien- dijo, haciendo un ademán como si en verdad no importara- escucha a tu amigo, Take, parece que es más sensato que Davis y el resto de tus amigos.

Tai estuvo a punto de sonreír porque alguien lo llamaba sensato por primera vez en su vida, pero se privó de hacerlo por el enojo que emanaba T.K en ese momento.

A los pocos minutos llegó Hiroaki al hospital, y en conjunto con su ex esposa cocinaron a sermones y retos a su hijo mayor. T.K, buscando no ser testigo de eso, le pidió a Tai que lo acompañara a buscar su mochila escolar en la casa de su madre y llevarla a la casa de su padre, donde pasaría la noche. Tenía varios deberes incompletos que debía presentar al día siguiente.

-------------*-----------

   Al llegar a la vivienda, lo primero que hizo el menor fue meterse presurosamente al baño. Tai pudo notar que tanta prisa del rubio por pasar al baño no fue por una necesidad fisiológica, sino por una repentina necesidad de querer estar solo.

El castaño dio un suspiro cargado de la molesta impotencia de saber que lo único que podía hacer era apoyar al ojiazul en ese momento amargo, y esperar hasta que este estuviera listo para hablar del tema si así lo deseaba. No quería presionarlo.

Ya había tomado la decisión de no contarle sobre lo que hacía su hermano en las calles. No por hacer caso a las palabras de Matt; sino porque, si en algo tenía razón aquel idiota, era que si T.K se enteraba probablemente intentaría detenerlo… y eso podría significar situaciones peligrosas para el menor. No podía pasar.

El sonar de un reloj marcando las 7 de la tarde en punto le hizo despertar de sus pensamientos. Tai dio un vistazo a su alrededor. Solo ahí se dio cuenta que por primera vez, visitaba la casa de T.K y su madre en los varios meses de su relación. Siempre se habían juntado en la casa de Hiroaki, en algún punto de la ciudad o en su propia casa.

La primera impresión del departamento fue que era más limpio que el de Hiroaki, y de cierta manera, más cálido. Caminó por la pequeña sala de estar, que a su vez hacía de comedor. Lo que más le llamó la atención fue una serie de fotografías colgadas en la pared. Observó una por una. En las primeras pudo reconocer a la madre de T.K, muchos años más joven, vestida con uno de esos uniformes de las artes marciales. Recibía un gigante trofeo de campeona, en lo que parecía una especie de competencia.

En las fotos siguientes se veían los hermanos de apellidos diferentes de pequeños, con el mayor sosteniendo a un T.K con chupete en brazos. Otra foto mostraba a Matt al frente de un pastel de cumpleaños, con el menor abrazándolo por detrás. En una tercera se veía a la madre de los rubios siendo abrazada por sus dos hijos. Cada una de las fotos tenía una versión recreada en la actualidad debajo, con los protagonistas en la misma posición y con ropas similares.

Tai no pudo evitar sonreír, sin embargo, había algo más. Algo que al moreno le costaba reconocer, pero que no podía negar. En las fotos, aquel idiota de Matt no parecía el tipo frio e insensible que conocía. Se veía feliz, como una persona con sentimientos y que podía sonreír de forma cálida si se lo proponía.

Pero, a pesar que le sorprendía lo diferente que se veía Matt en las fotos, lo que se robaba la atención de Tai era la sonrisa del menor. T.K irradiaba alegría en las fotos con su hermano, y las recreaciones en la actualidad demostraban que esa sonrisa del menor al estar con Matt no se había desgastado con el pasar de los años. Entonces Tai suspiró nuevamente, entendiendo (si es que no lo había hecho antes) que el lazo con su hermano era demasiado importante para T.K. La felicidad y tranquilidad del menor estaba ligada al bienestar de Matt, y el comportamiento y forma de pensar de aquel idiota no podía garantizar eso ultimo.

Si fuese por Tai, guardaría al menor en el fondo de su corazón y lo protegería del alocado mundo en el que les tocaba vivir… pero sabía que aquello no podía ser. Debía accionar y enfrentarse a la realidad, no huir de ella.

“¿Qué puedo hacer?” se preguntó, viendo las fotos en la pared “¿Cómo puedo ayudar? ¿Delatar a Matt con Hiroaki? No, eso no detendrá a ese cretino, de seguro se escaparía de su casa en cada oportunidad para seguir haciendo de las suyas. ¿Denunciar a esos delincuentes con la policía? Pfff, de seguro la policía los protegen”

Mientras deliberaba consigo mismo, T.K salió del baño.

-Perdona por involucrarte en los asuntos de mi loca familia- dijo el rubio apenado, sentándose en el sillón de la sala- no debí haberte pedido que me acompañaras, perdóname… puedes irte si lo deseas.

-No T.K ¿Qué dices?- contestó el moreno sentándose al lado de T.K y apoyando una mano en su hombro- quiero acompañarte en estas clases de situaciones porque te amo, no voy a dejarte solo… además sé lo que…- “ese imbécil, esa rata”-…Matt significa para ti, así que comprendo que estés triste.

Los ojos de T.K rápidamente se enrojecieron y giró su cabeza hacía un costado para que el mayor no le viera.

-Mierda, detesto ser tan bobalicón- dijo con enfado mientras se pasaba las manos por los ojos.

-No digas eso, llorar no te hace menos hombre, así que no te de pena hacerlo, no está mal.

-¡Si está mal! De niño era un llorón, el peor de todos, así que intenté cambiar…pero sigo siéndolo- se reprochó el ojiazul, decepcionado de sí mismo- me gustaría querer menos a ese estúpido de Matt…pero no puedo.

Las manos de T.K no fueron lo suficientemente rápidas para evitar que una solitaria lágrima escapara por su mejilla.

-Tranquilo, solo tiene un hombro golpeado, nada grave, no te pongas así- dijo Tai, rodeando los hombros del menor con un brazo y atrayéndolo hacía sí para depositarle un beso en los mechones rubios.

El blondo hizo un intento de sonreír mientras continuaba refregándose los ojos para liberarse de esas lagrimas que tanto odiaba.

-No es por eso que estoy triste.

Ante la confundida mirada de Tai, T.K le explicó.

Hace algunos días, cuando el menor se encontraba en la casa de su padre, este dejó caer accidentalmente su portafolio de la mesa del comedor. Cuando el de 14 años se agachó para ayudar a levantar los papeles desparramados en el suelo, se sorprendió al encontrar folletos de una academia militar para jóvenes y adolecentes. Ante sus confundidas y asustadas preguntas, Hiroaki respondió:

“Sé que esto puede ser difícil de entender, Take, pero créeme que si estoy pensando en recurrir a esta opción, es que porque siento que no me queda otra alternativa. Matt de vez en cuando viene a casa herido, cree que no me doy cuenta… pero lo hago, no me quiere decir adonde va cuando sale… y cuando lo hace, tengo el presentimiento que miente. No me hace caso y no quiere hablar conmigo del tema. Tampoco quiso decírtelo a ti, esa era mi última esperanza. Muchas veces se me pasó por la mente el darle una buena… hacerle entender a la fuerza que quiero que deje de poner en riesgo su salud, pero sé que no es la solución. Me niego golpear a alguno de mis hijos, no podría. Tampoco puedo seguirle y espiarle, el trabajo no me lo permite.

Si yo no puedo controlar a mi hijo, tengo la seguridad que en la academia militar podrán enderezarlo, obligándolo a estudiar y aprendiendo el valor del esfuerzo en una institución militar. Prefiero eso a que siga con sus peleas callejeras o lo que fuese en lo que está metido. No quiero esperar a que me llamen del hospital o de la estación de policía, tengo miedo de eso. La academia que estuve investigando, es especialista en tratar casos de jóvenes complicados, tiene muy buena reputación. Como no es una escuela “normal”, puedo inscribirlo en cualquier época del año, no importa que estemos en medio del ciclo lectivo. Con mi autorización, se encargaran de Matt hasta que cumpla los 18, terminará allí la escuela. La cuota es bastante elevada, pero por asegurarme el bienestar de Matt, haré el esfuerzo. Créeme que no quiero hacerlo, Take, pero es lo mejor para tu hermano.

No estoy dispuesto a rendirme todavía con él, le daré mis últimos esfuerzos y algo de tiempo para ver si recapacita, pero sino… no me quedará otra opción que llamar a esa academia para que lo vengan a buscar.”      

-¿Entiendes?- preguntó T.K luego de explicar la idea de su padre a Tai, quien había escuchado atentamente cada palabra- temo que algún día entren a la casa de mi papá uniformados y se lleven a Matt de aquí. La academia está a 1 día y medio en auto desde aquí, y esa escuela no tiene vacaciones, así que solo lo podría visitar 1 o 2 veces al año. Sé que soy egoísta, lo sé, quizás sea lo mejor para evitar que el cabeza dura de mi hermano siga metiéndose en problemas, pero… el solo hecho de pensar que no podré estar con Matt durante 2 años me entristece demasiado. Sé que Matt aborrecería estar allí, y eso hace que me sienta aun peor por él.

El menor se pasó la mano por el cabello.

-Ademas… a esa institución va gente peligrosa, problemática, la mayoría de los alumnos está allí en contra de su voluntad. Es como una cárcel/escuela. ¿Te imaginas a Matt allí? No la pasaría bien. Él no es malo como la mayoría de la gente puede pensar, Tai, no lo es.

La mente de Tai no tardó en imaginarse a Matt recibiendo palizas de sus futuros compañeros en aquel instituto. La forma de mirar del rubio de su misma edad, tan fría y desafiante a veces, sería como una chispa en un almacén de pólvora. Personas con pocas pulgas se podrían sentir ofendidas por esa forma de mirar… y en esa escuela de seguro habría varias.

Aunque la idea de Matt siendo golpeado le despertaba cierto placer, Tai sabía que, muy a diferencia de él, para T.K era una idea demasiado angustiante.

Miró al menor a los ojos. Esos ojos celestes, enrojecidos por el llanto, desprovistos de esa amabilidad que generalmente regalaban. Solo dolor. Y ese dolor entraba a Tai por los ojos, por los oídos, por su piel, por todos lados. Odiaba ver esos ojos así.

Al estar en frente de esa parte tan indefensa del rubio, se dio cuenta que si era capaz de hacer todo lo posible para ver feliz a T.K, también era capaz de hacer lo imposible para que dejara de llorar. 

Sin poder resistirlo más, tomó al rubio del mentón y le besó en los labios lentamente, suavemente. Pudo sentir como este se tranquilizaba poco a poco.

-Ya T.K, todo saldrá- dijo una vez separó los labio de los del menor, mientras le limpiaba las ultimas lagrimas de las mejillas con su pulgar- no tienes que preocuparte tanto, estoy seguro que lo de la academia militar no será necesario.

T.K bajó la mirada, asintiendo, queriendo creer en esas palabras desde lo más profundo de su ser.

-Ve a buscar tu mochila, sería mejor irnos antes de que anochezca por completo- dijo el moreno con una sonrisa.

Un poco más animado, el menor le sonrió y se levantó del sillón para ir a su habitación.

Una vez solo en la sala de estar, Tai suspiró pesadamente, con el tacto de la suave piel del menor aun en sus dedos y labios. Se levantó del sillón y se posicionó de nuevo en frente de las fotografías, observándolas de nuevo.

 -Sé lo que tengo que hacer- dijo entre dientes.

Oferta irrechazable

Matt se alistó lo más rápido que su lastimado hombro le permitió. Lo habían llamado para una “tarea”, como él solía decirle. Todavía tenía que usar la férula por unos días más, pero de igual manera se la sacó. No podía ir a taller abandonado usando eso; sus propios socios se encargarían de torcerle el otro brazo para “emparejarlo”, solo por diversión. Los había visto hacer cosas peores.

Tomó el pomo de la puerta, pero no lo giró; se quedó allí unos segundos, en silencio. Observó a su alrededor, a su hogar; suspiró de nuevo. Cerró los ojos y suspiró pesadamente, como solía hacer cada vez antes de aventurarse a las calles. Abrió la puerta. Abrió los ojos... y los abrió aun más al encontrarse con Taichi de frente, con el dedo en el timbre a punto de tocarlo.

-Ah, contigo quería hablar- le dijo el moreno con una sonrisa, sobreponiéndose de la sorpresa.

-¿Qué haces aquí Yagami? Vete- dijo Matt entre sorprendido y enojado, saliendo del departamento y cerrando la puerta tras de sí. Lo que menos quería en ese momento era lidiar con aquel idiota.

Intentó dirigirse a las escaleras del complejo habitacional, ignorando al castaño, pero este le tomó del brazo deteniéndolo.

-Espera, quiero hablarte de algo.

-Si no es que por fin dejarás de molestar a mi hermano, no tengo nada que escuchar de ti- contestó el rubio intentando zafarse del agarre de Tai, pero se sorprendió cuando este lo aventó contra la pared del pasillo.

Matt abrió los ojos sorprendido, la mirada de Taichi había cambiado.

-Está bien, intenté ser amable contigo, pero se ve que no se puede…- le dijo el moreno, serio, acercando el rostro al suyo-… ¿Adónde vas? ¿Con tus amigos en la fábrica abandonada? ¿Vas a "trabajar"?

El rubio apretó los dientes y frunció el seño. Con un movimiento rápido se liberó del agarre de Tai. Odiaba que aquel imbécil le tocase siquiera.

-Metete en tus asuntos, idiota- contestó viendo con furia esos ojos marrones. Esperaba el momento preciso para hundirle el puño entre ceja y ceja. Le costaba contenerse. Y, de algún modo, sabía que Taichi también lo hacía.

-Lamentablemente ahora eres mi asunto también…-le dijo el moreno sosteniéndole la mirada-…así que no me lo hagas repetírtelo ¿Vas a hacer algún trabajo?

Matt no aguantaba más. Sentía la vena del cuello a punto de estallar.

-Sí ¿Algún problema con eso?- contestó provocativamente. Sabía que el tiempo de las palabras se había acabado, ahora le tocaría hablar a los puños.

 Taichi le miró a los ojos, en aquel silencio que caracterizaba la calma antes de la tormenta. Matt se preparó para la pelea.

-Está bien- le dijo el castaño, volviendo a esa actitud alegre y despreocupada- te acompaño, en marcha.

Matt quedó completamente en blanco; lo último que esperaba había sido esa contestación. Rápidamente el medidor de ira bajó, mientras que el de confusión estallaba.

-¿Qué?- preguntó incrédulo, siendo lo único que su cerebro pudo articular en ese momento.

-¿No escuchaste? Vamos, te acompaño a hacer lo que tengas que hacer- le dijo el oji-café, como si nada raro hubiera en eso.

-¿Qué?

-aahh ¿Qué tengo que explicártelo todo? – se quejó el moreno, pasándose una mano por el cabello- te acompañaré para asegurarme que estés bien y que no te pase nada. Hasta ahora demostraste que eres demasiado tonto para cuidar de ti mismo- Tai le sonrió- desde ahora seré tu socio. Con tu hombro lastimado, necesitas más ayuda que nunca.

-Ni loco- contestó el rubio, apenas recuperándose del desconcierto.

Intentó irse de nuevo, pero otra vez el moreno se lo impidió posicionándosele en frente.

-No era una oferta- le dijo este, serio- así se harán las cosas desde ahora.

-¿Acaso eres estúpido? ¿Piensas que esto es una clase de juego al cual puedes unirte porque se te da la gana?- gritó el ojiazul- ¡No lo haré! Es muy peligroso, eres un idiota si piensas que dejaré que me acompañes…

En ese momento, Taichi le interrumpió tomándole del brazo derecho y doblándoselo detrás de la espalda antes de que pudiera reaccionar. El dolor de la aun no curada torcedura le incapacitó por completo.

-¡Ah! ¡Suéltame!- gritó el blondo con el enojo y el dolor entremezclados en su voz.

-¿Me llevarás contigo sin berrinchar?

-¿Por qué no te vas a la mier…

Taichi aumentó la presión en su brazo, impidiéndole terminar la frase. El rubio cerró los ojos en un intento de aguantar el dolor y no ceder. Odiaba verse dominado por aquel estúpido ¡Si tan solo no tuviera el hombro lastimado!

-Un vecino te verá y ahí estarás en problema- amenazó, más que nada para distraer al moreno mientras buscaba una forma de liberarse sin que su maltratado hombro hiciera “crack” en el intento- ellos me quieren mucho.

De repente, como una bendita coincidencia, la puerta del departamento de al lado se abrió, saliendo de él un anciano con un bata y pantuflas deshilachadas. Matt se sintió aliviado.

Tai, sorprendido, giró su vista hacía aquel sujeto.

-jeje solo estamos jugando, señor- dijo Taichi con una sonrisa al anciano, pero sin soltar al ojiazul.

El viejo les quedó viendo con un rostro de amargado serial.

-Vah, por un momento pensé que iba en serio- dijo el anciano desilusionado, sorprendiendo a los jóvenes- ese mocoso rubio vive tocando ese instrumento del demonio, molestando a mis gatos… si es por mí, continúa- agregó el vecino antes de darse media vuelta y cerrar la puerta tras de sí, dejando de nuevo solos a los dos adolecentes.

-Perdón… ¿decías…?- se burló el oji-café al ver el “cariño” de los vecinos para con Matt, quien bajó la cabeza rendido, como quien perdía la última esperanza.

Invadido por la impotencia, Matt se sacudió intentando zafarse, sin importarle si el dolor del hombro le aguaba lo ojos.

-Escúchame imbécil- le dijo Tai enojado, pero sin levantar la voz, sujetándolo firmemente- Hiroaki está pensando en mandarte a una escuela militar cerca de la capital, a dos días de aquí ¿Eso quieres? Sigue metiéndote en problemas, lastimándote y demostrando lo imbécil que eres, y terminarás en esa escuela donde tienen clases los 365 días del año y solo 2 días libres por semestre ¿Acaso quieres eso?

Matt dejó de luchar, y giró su cabeza para ver a Tai a la cara. Notó la seriedad en sus ojos. No supo porqué, pero no necesitó preguntar si aquello era verdad. La cara de Taichi era la sinceridad encarnada.

-Eso sí sería un problema- dijo desviando sus ojos hacía un costado, mientras se recuperaba de ese baldazo de agua helada. Aquello echaría por la borda todo su plan, sus proyectos, sus metas.

Para aumentar su sorpresa, el moreno le liberó de repente. Inmediatamente se tomó el hombro, mientras un abrumador alivio caía sobre él.

-Vamos, te acompañaré y listo, así te guste o no- le dijo Taichi cruzando los brazos.

Matt lo miró confundido, apoyado en la pared mientras se sobaba el hombro.

-No entiendo… ¿Por qué te preocuparías por mí?- preguntó.

-¿Quién dijo que me preocupo por ti?- le preguntó Tai levantando una ceja- lo hago por Takeru.

El moreno bajó la vista al suelo.

-T.K te estima demasiado, para su mala suerte, así que asegurándome que estés bien es la mejor manera de asegurarme que él esté bien. Además, no quiere que te vayas a esa academia, y, aunque nada me gustaría más, haré cualquier cosa para que T.K no sufra por tu culpa... lo hago por él.

Taichi levantó la vista, depositando toda su determinación en los ojos claros de Matt.

-Así que vamos, no me hagas perder más el tiempo.

Matt le sostuvo la mirada, sabiendo que nada de lo que hiciera o dijera haría declinar a ese castaño, con el que su hermano tuvo la maldita suerte de cruzarse en las vacaciones de verano. Suspiró y, aun sosteniéndose el hombro, caminó hacía las escaleras, seguido por Taichi. 

Notas finales:

Hola de nuevo. Es algo corto el capitulo. No es por perezoso jaja, así los tengo "diagramados" a los capitulos. Espero que les haya gustado, dejen su opinión o critica si gustan, sin vergüenza je. Hasta la proxima!

http://varichina.tumblr.com/post/132038146973/the-takaishida-siblings-recreating-some-old-family

Curiosamente encontré estas imagenes en una página mientras escribía este cap. Ya había escrito que Tai veía fotos, pero no había especificado que se veía en esas fotos. Así que cuando las encontré las miré y me dije "¡Son perfectas!" Visiten el blog de esta dibujante, es muy bueno.


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