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Buenas intenciones por exerodri

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! les traigo la continuación de esta nueva historia. La verdad no sé cuantos capítulos tendrá. Calculo de como viene la mano, posiblemente supere los 20 caps, no creo que llegue a 30 pero uno nunca sabe jaja. Conociéndome, seguramente alguna idea se colará entre lo diagramado que tengo por ahora, alargando aun más la historia. Espero que este cap los enganche.

Mientras corría por aquel callejón, saltando desesperadamente los obstáculos que la desinteresada y sucia vida urbana le había puesto por delante, con el miedo instalado en el pecho de que en cualquier momento los que le perseguían sacarían una arma y acabarían con la persecución, a Tai se le pasó por la mente aquella mañana en la que el destino lo hizo involucrarse por primera vez con aquella clase de gente… si es que se le podía llamar gente…

Noticia inesperada

El colectivo avanzaba por la avenida, sobrepasando vehículos a gran velocidad, a veces de forma imprudente. Evidentemente el chofer se había atrasado en cumplir su horario y estaba decidido a ganar tiempo.

Sentado en uno de los últimos asientos, vestido con su uniforme escolar, Tai observó por la ventana como el viento movía con bravura las copas de los arboles. Pensó que quizás había salido algo desabrigado de su casa. El otoño se había adueñado por completo de los últimos días que le correspondían al verano, con jornadas frescas y ventosas. De vez en cuando una lluvia gélida y esporádica.

Al observar la hora en su celular, se dio cuenta que ya iba atrasado y de seguro llegaría tarde a la escuela, pero le dio igual. Era apenas la segunda semana de clases, todavía no estaban tan estrictos con eso de la puntualidad. Con sus auriculares en los oídos escuchaba una de las canciones más lentas que tenía almacenadas en el celular, ya que eso le ayudaba a concentrarse.

Todavía no podía creer lo genial que había sido para él la semana anterior. Durante casi todos los días se estuvo encontrando con T.K a la salida de la escuela. Habían aprovechado cada oportunidad de juntarse. Por lo general se encontraban en un punto intermedio entre las dos escuelas y de ahí caminaban hacía donde querían ir, o sino simplemente dejaban que la aleatoriedad los guiara. Tai estaba en una nube. Había sido, sin dudas para el joven castaño, unas de las semanas más felices de su vida. El buen humor lo invadía durante todo el día, todos los días. Nada le podía bajar el ánimo, ni siquiera que el equipo de futbol de sus amores perdiese en el campeonato nacional, como había pasado el domingo anterior. El pasar tiempo con T.K lo subsanaba todo.   

Como si fuese una necesidad, tomó su celular y fue directamente a la galería de imágenes, donde tenía guardadas las fotos de él y T.K en el baño de la heladería, en su “primera cita”. Vio la foto donde los dos sonreían de frente al espejo del baño, y luego las que el rubio sacó mientras se besaban. Sonrió. Esas fotos le calmaban de cierta manera cada vez que pensaba en el menor y este se encontraba lejos de él.  

Guardó su celular en su bolsillo al darse cuenta que algunas personas pasarían a su lado para bajarse del colectivo. Pensó que no era necesario que alguien que no fuese él viese esas fotos. Todavía era un secreto su relación con el rubio, y nadie tenía que enterarse aun, ni siquiera esas personas desconocidas que bajaban del colectivo.

El ómnibus de vez en cuando se sacudía con violencia, esquivando motos y autos a gran velocidad. Para Tai, que siempre viajaba en aquella línea, eso era algo común. Desinteresadamente vio por su ventanilla.

Mientras observaba el exterior, sintió la extraña pero conocida sensación de estar siendo observado. De forma lenta, desvió sus ojos de la ventanilla e hizo un paneo con su vista para verificar si ese presentimiento tenía algún motivo, o si solo era su imaginación. Esta vez no era su imaginación. Un niño de aproximadamente 4 o 5 años le observaba fijamente, desde los primeros asientos del colectivo. Iba arrodillado sobre su asiento, con su cabeza sobresaliendo sobre el respaldar y un muñeco de Superman en su mano, al cual le faltaba el brazo izquierdo. A su lado su madre iba sumergida en una charla por celular.

El niño le observaba curioso, como si él tuviese algo peculiar que los demás pasajeros del ómnibus no tuvieran. Le llamó la atención la concentración con la que el pequeño lo miraba. Pareciera que el niño esperaba a que hiciera algo ¿Pero qué?

Decidió seguirle el juego.

Tai le sostuvo la mirada. Pasaron dos minutos completos de ese juego sin reglas y sin objetivo, ninguno parpadeó siquiera. Curioso de ver cómo reaccionaría, Tai le mostró la lengua al niño, rompiendo con la seriedad de las miradas. Este se sorprendió y rápidamente le devolvió el gesto. Luego se sentó en su asiento, mirando al frente, aferrándose al brazo de su madre, que todavía ignoraba todo a su alrededor con el móvil en la oreja. El pequeño, sin la capacidad de disimular que caracteriza a los niños, volvió su mirada por sobre su hombro para ver al moreno.

El oji-café solo se rió y miró por la ventanilla. Mientras la música le retumbaba delicadamente en los tímpanos y con T.K de nuevo en sus pensamientos, a Tai se le dio por preguntarse por primera vez en su vida:

¿Qué era él a todo esto?  ¿Cómo se definiría a sí mismo?

¿Acaso era homosexual? Es decir, era bastante obvio que ahora estaba en una relación homosexual, la pregunta de cierta forma estaba de más hacérsela. Pero… él se había sentido atraído por chicas en el pasado, tanto emocional como físicamente. Siendo eso así… ¿Entonces era bisexual? Posiblemente, pensó para sí mismo. Aunque, en realidad… el primer y único hombre que él había deseado en su vida fue T.K. Nunca antes se había excitado con el cuerpo de un hombre, ni mucho menos haber deseado ser querido de forma especial por uno. El rubio fue el único ser masculino que tocó y dejó que lo tocara. Era como si no le gustaran los hombres, le gustaba T.K.

Quizás… tampoco era bisexual, sino que era “Takeru-sexual

Tai se mordió la lengua para no reírse solo y quedar como un loco por culpa de la nueva categoría sexual que acababa de inventar. Mientras se levantaba del asiento, ya que su parada era la próxima, decidió dejar de pensar en ese tipo de cosas. No era su estilo el tratar de comprender todo y matarse pensando para encontrar una teoría a todo ¿Para qué pensar en una categoría en la cual enfrascarse? ¿Servía de algo?

Bostezando, tocó el timbre que le indicaría al chofer que debía detenerse en la próxima parada.

Otro día de escuela se avecinaba, otro día normal y aburrido, el cual solo mejoraría cuando se encontrara con T.K después de clases. Sí, otro día común y corriente en la escuela…o por lo menos eso creía.

Si hubiese sabido de la noticia que le esperaba esa mañana y lo que sucedería en consecuencia, hubiese inventado cualquier excusa para faltar.

 

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-Tai…Tai…- le llamó la chica al moreno-…tierra llamando a Tai.

No había caso, el muchacho estaba inmerso en su celular y el mundo a su alrededor se había borrado.

-¡Taichi!- le gritó ya perdiendo la paciencia.

-¡Ah! ¿Qué pasa Sora?- se asustó el castaño, despegando por fin sus ojos del móvil. Aquel grito había sido lo suficientemente estruendoso.

El profesor de turno había faltado por enfermedad. El curso era un alboroto, con todos los jóvenes charlando entre sí. Algunos chicos se habían sentado encima de los pupitres, estirando cómodamente sus piernas sobre las sillas aprovechando la ausencia de toda autoridad. Algunos jugaban con sus celulares, otros aprovechaban el tiempo libre para copiarle a sus compañeros la tarea que no habían hecho. Otros, simplemente dormían en sus pupitres sin ninguna clase de culpa. 

Tai, por su parte, había estado todo el rato mandándose mensajes con T.K, planeando que iban a hacer cuando se encontraran en la ciudad, a la salida de la escuela. Una película de terror bastante esperada se había estrenado recientemente, y a los dos muchachos les interesaba ir a verla en el cine. Además, en la noche anterior, habían pactado que el rubio se quedaría a dormir en lo de Tai.

Aquello era lo que más le emocionaba al castaño. Sería la primera vez que compartirían techo de noche desde que durmieron juntos en la habitación de la cabaña de Hiroaki en el verano. La noche anterior, el sueño se le hizo esquivo durante varias horas por pensar en la experiencia de estar a solas con el ojiazul. Hasta había tenido que recurrir a la “auto-satisfacción” para poder calmarse y lograr dormir algo. Sin embargo, el poco tiempo de descanso que tuvo no le impedía estar de buen humor.   

-Es que durante toda la hora estuviste viendo tu celular con una sonrisa bastante boba- le dijo la peli naranja al ver que por fin había captado la atención del oji-café- ¿Con quién te mensajeas? De seguro es una chica para que se te dibuje esa sonrisa de oreja a oreja- intuyó la joven.

Tai simplemente volvió a concentrarse en su celular.

-Queti…- contestó mientras se apoyaba en el respaldar de la silla, a la vez que sus dedos volaban sobre la pantalla del movil.

-¿Queti? ¿Kety?- preguntó Sora- ¿Quién es Kety?

-Quetimporta- completó el castaño, para después reír entre dientes.

-ja ja…ja- rió con sarcasmo la muchacha.

-Oye... ¿Qué materia sigue ahora?- preguntó Tai sin sacar sus ojos de su celular.

-Matemáticas, con la profesora Shiffer

-¡Esa vieja bruja! Es la única que ya nos dio tarea en la primera semana de clases.

-Te conviene que no te ganes su odio Tai, esa mujer me da miedo- le recomendó la peli naranja recordando el carácter de esa profesora- a todo esto ¿Hiciste la tarea?

El moreno miró hacia el frente, entrecerrando los ojos. Sora bajó su mirada suspirando, ese gesto fue suficiente para ella. No la había hecho.

En ese momento, el grito del chico que hacía de campana en la puerta del aula alertó a todos:

-¡Ahí viene la profesora!

Todos los estudiantes corrieron a sus lugares como si sus vidas dependieran de ello. Tai suspiró y guardó el celular en el bolsillo. No tenía ganas de cortar la charla con T.K.

Todo el curso se mantuvo en un anormal silencio, esperando a que la figura de la profesora entrase por la puerta. Todos los adolecentes concordaban, aunque sea de manera inconsciente, que era anormal presentar tanto miedo y respeto por un docente. La mujer que venía ahora se había ganado ese temor en tan solo una semana de clase.

Luego de unos segundos más, en los que no se escuchó ni el pasar de un pensamiento, la profesora entró al curso. Todos los alumnos se pararon al lado de sus pupitres.

Aquella docente, la cual enseñaba matemáticas, era una de las más temidas de la escuela, sino la más temida. Su rigurosidad y carácter eran famosos en toda la institución. Era la primera vez que el curso de Tai y Sora la tenía como profesora, y en tan solo una semana de clases ya había asentado su autoridad. Dos suspensiones a un par de jóvenes que habían levantado la voz cuando no debieron fueron los primeros ejemplos.

-Buenos días- saludó la mujer al frente de clase.

-Buenos días profesora- devolvieron el saludo al unísono los jóvenes, para luego sentarse tras el consentimiento de la mayor.

Lo primero que hizo Shiffer, como todas las clases, fue verificar que todos los alumnos llevaran puesto el uniforme. Que los hombres llevasen la corbata reglamentaria y que las camisas estuvieran por dentro del pantalón, y que las faldas de las mujeres estuviesen a una altura decente. No quería nada de exhibicionismo en su clase. Luego del satisfactorio paneo, Shiffer se sentó en su escritorio. Era una de los pocos profesores que exigía la correcta utilización del uniforme a raja tabla, otro motivo para ser odiada y temida entre el estudiantado.

-Chicos, antes de empezar les tengo una gran e importante noticia que darles- dijo la mujer entrecruzando los dedos sobre el escritorio de madera- como sabrán, o deberían saber, mañana es la ceremonia municipal por el aniversario de la ciudad y…-

Shiffer se calló de repente y levantó su cabeza al escuchar el sonido de un celular. Odiaba que sus alumnos usaran los celulares en su clase, era una de las peores ofensas. Se desilusionó al  darse cuenta que el celular que sonó fue de un chico que pasaba por el pasillo puertas afuera del salón. Fuese quien fuese, ya se había alejado corriendo, así que la profesora de matemáticas no pudo hacer nada... por el momento.

-Bueno...por donde iba...ah sí, como les contaba, se hará la ceremonia en el ayuntamiento y la escuela debe mandar a un estudiante de cada curso para que la represente...  

Ah sí, esa tontería, pasaron sobre eso por la televisión esta mañana…” pensó con desinterés Tai.

Aprovechando que estaba sentado en la última fila, sacó su celular del bolsillo y continuó conversando por medio de mensajes con T.K, escondiéndolo debajo del pupitre. Sabía que jugaba con fuego al tener en el salón a Shiffer, pero simplemente las ganas de estar en contacto con el rubio le ganaban.

-Me designaron a mí para escoger quien será el o la estudiante de 5° que formará la delegación de nuestra escuela- la mujer formó una expresión en su rostro que parecía una sonrisa, o algo parecido a una sonrisa. Escalofríos corrieron por la espalda de los alumnos al ver eso, la sonrisa (o ese intento de sonreír) no era algo que se veía bien en Shiffer  - entiendo que lo más lógico sería que eligiera por meritos académicos, pero decidí que la elección fuese al azar. A pesar de no conocerlos todavía, estoy segura que todos están capacitados para participar y hacer quedar bien a la escuela- la sonrisa desapareció, para tranquilidad de los alumnos.

Tai por su parte, seguía viendo su celular ajeno a lo que pasaba a su alrededor, sonriendo por lo bajo. T.K le contestaba los mensajes con rapidez.

-La persona elegida tendrá que preparar un discurso sobre lo importante que es la educación para decirlo frente a los funcionarios del gobierno, hay posibilidades que los graben para el informativo local- dijo la profesora- en la sala de profesores me tomé el trabajo de poner cada uno de sus nombres adentro de esta bolsa. Uno de ustedes será el que saque el nombre del que participará… Usted- señaló a una de las chicas sentadas en la primera fila - usted sacará un nombre de esta bolsa, sin ver.

La adulta se acercó a la asustada joven, sosteniendo la bolsa abierta. Como si desconfiara que en la bolsa hubiera algo malo, la muchacha introdujo su mano adentro y revolvió los papeles por unos segundos.

-Sin ver- le recordó de manera amenazante Shiffer, haciendo que la chica se pusiera aun más nerviosa. Su mirada tan fría y su trato prepotente le intimidaban mucho.

Después de revolver los papelitos, la alumna sacó uno y se lo entregó a la profesora.

-A ver…la persona de 5° año que se encargará de formar parte de la delegación que representará a la escuela en la ceremonia será…-dijo la docente, desdoblando el papel y poniéndose los lentes-…Sofía Sone ¿Quién es? Que levante la mano, todavía no me aprendí los nombres y los rostros de cada uno- pidió la mujer mientras paseaba su vista por todo el salón.

Nadie respondió a ese nombre.

-Esa chica se mudó a otra ciudad la semana pasada, solo estuvo 3 días con nosotros- le contestó un alumno desde atrás.

Un murmulló inquieto se levantó entre los jóvenes. 10 de sus compañeros y compañeras del año pasado se habían ido de la ciudad durante el verano; y en tan solo una semana de clases, 5 alumnos más se habían mudado.

-¡Silencio!..- calló la docente el murmullo con un grito-… me dieron una planilla desactualizada, saque otro papel por favor- le pidió la profesora a la alumna, que hizo caso rápidamente.

-A ver...-dijo Shiffer con otro papel en la mano-... el alumno o alumna que participará será...-se acomodó los lentes nuevamente-... Yagami Taichi, que levante la mano para que vea quien es.

Al oír al nuevo elegido, una exclamación de sorpresa se hizo presente en gran parte de los alumnos. Tai, con la cara llena de confusión, levantó su vista hacía la profesora mientras guardaba su celular en el bolsillo.

-¿Yo…participar…?- dijo por lo bajo el castaño, perplejo. Luego, esa perplejidad cedió ante un ataque de risa que lo invadió.

Al principio trató de aguantarse, pero no fue lo suficientemente fuerte y una carcajada desmesurada salió de su boca.

La risa del moreno retumbó en la silenciosa aula, ante la mirada de sus compañeros y la de la profesora. Como si se tratara de un virus, la carcajada del oji-café poco a poco contagió a los otros chicos a su alrededor. Luego fueron las chicas las que empezaron a reírse en un tono más bajo, acoplándose con las risas de los chicos. Se reían sin saber por qué, tentados por la risa del castaño, como si no pudieran evitarlo. Mientras todo el salón reía, la docente continuó parada al frente de la pizarra, mirando sin ninguna expresión al moreno.

Otra persona que no reía, aparte de la profesora, era Sora. Ella solo veía fijamente a su amigo, con una cara de preocupación. El rostro serio de la profesora no significaba nada bueno, y la peli naranja lo sabía.

Poco a poco, las risas fueron acallándose, hasta que solo quedaron murmullos apagados.

Una vez más calmado, Tai se limpió los ojos con sus dedos. Había reído hasta llorar. Cuando ya la risa pasó, levantó su vista nuevamente, encontrándose con el rostro serio de la profesora, mirándolo fijamente sin expresión alguna. El moreno hizo su cabeza hacia atrás por la sorpresa y frunció su seño.

“¿No fue una broma?” pensó.

-¿Me está diciendo en serio?- preguntó aun con la sorpresa en su rostro.

-Por supuesto que sí ¿O acaso tiene una coronita que lo hace intocable a las responsabilidades que se le asigna? Dígame, porque yo desde aquí no se la veo- le contestó de forma burlista la docente, sin perder la seriedad en ningún momento

Aquella contestación le sentó como un balde de agua fría ¿Él? ¿Él participar en eso? Nunca había participado de un acto escolar siquiera, jamás le llamó la atención esas cosas.

-No…por supuesto que no, pero…-contestó con voz apagada el oji-café con la mirada perdida.

-¡Taichi no, profesora!- alzó la voz una de las compañeras del moreno, desde la primera fila- lo arruinará todo.

-Sí, es verdad profesora- se sumó otra chica.

-Sería un error, profesora- agregó otra – lo único de lo que sabe hablar es de futbol, y no pida más.

Tai solo las miró en silencio. En parte, agradecía que sus compañeras se opusieran y pidieran que él no fuese el elegido para participar, ya que no quería serlo. Pero tampoco le gustó que dijeran esas cosas sobre él. No era tan tonto.

 -¡Silencio! La decisión ya fue tomada- sentenció Shiffer tirando la bolsa con los nombres de todos en la basura- felicidades Yagami, será una muy buena y constructiva experiencia para usted. Para mañana tiene que traer un discurso sobre la importancia de la educación hecho por usted mismo ¡Y ojo con copiar de algún discurso de internet! Soy experta en darme cuenta de eso e investigar. No querrá que averigüe que sacó el discurso de alguna página.

La profesora tomó un libro de su escritorio y continuó:

-La ceremonia será mañana después de clases, venga con el uniforme completo..- Shiffer le observó detenidamente, con una mueca de desaprobación-… y trate de peinarse siquiera- agregó, dándose media vuelta hacía la pizarra y tomando la tiza- ahora jóvenes, abran sus libros de ejercicios en la página 34, donde nos quedamos la semana pasada.

Todos los alumnos sacaron sus libros para empezar con la clase. Todos menos Tai. Todavía resoplaba de frustración por haber sido elegido para hacer eso. Instintivamente, movió su mirada hacía Sora. La chica lo veía con condescendencia, consciente de que él odiaba esa clase de ceremonias y cosas de protocolo aburridas.

-Al final de la clase pediré por lista la tarea que les di la semana pasada, no crean que me olvidé- dijo la docente, mientras seguía escribiendo los ejercicios en la pizarra.

Tai cerró los ojos suspirando y apoyó su cara en el pupitre. Vaya día…para colmo era lunes.

Encuentro inesperado

-Que sí…

-Que no…

-Que sí…

-¡Que no!...

-Que si…

-¡Que no!...

-Que no…

-¡Que sí!...

-Listo, ya dijiste que sí- sonrió Davis echándose hacia atrás en su silla.

-¡Ah! ¡Quise decir que no!- levantó la voz T.K, avergonzado de caer en una treta tan simple, una en al que caería un niño de 8 años.

-No, ya dijiste que si, no te puedes retractar- le respondió el castaño, balanceándose sobre las patas traseras de su silla con sus manos por detrás de la cabeza.

-Ya te dije que no me gusta la chica nueva, ni ella gusta de mí, es invento tuyo- dijo el rubio mientras se sentaba encima de su pupitre y cruzaba las piernas como indio.

El profesor de turno se había retirado antes de tiempo por un problema personal, dejando al curso lleno de chicos y chicas de 14 años a su suerte. Sentados en un rincón del aula, T.K y su mejor amigo Davis se veían algo aislados de todo el alboroto juvenil.

-No es invento mío, ella por lo menos está loca por vos, tú eres muy inocente para darte cuenta-  le dijo el moreno, cerrando sus ojos como si meditara- muy inocente o muy quedado. No eres capaz de darte cuenta de las señas.

-¿Qué señas?- preguntó el ojiazul sacando su celular de su bolsillo.

-Pues son muchas, y bastantes obvias: cada vez que le hablas se pone roja y muy nerviosa, siempre se peina cada vez que la ves, te comentó todas las cosas que le gusta hacer en la ciudad o en el parque con la intención de que la invitaras a salir, pero la pobre se volverá monja esperándote; solo te conoce hace una semana y ya te llamó al celular tres veces con cualquier escusa tonta

-Era porque quería saber que tarea había que hacer.

-Uy si, tarea que nunca hizo por cierto- ante eso, el rubio no pudo decir nada- bueno sigo, cada vez que puede te rosa un brazo o la mano, eso no es coincidencia, además… está la forma en cómo te mira todo el tiempo- Davis se acercó a su oído y susurró- es más…si no me crees, gira tu cabeza disimuladamente hacía la izquierda y veras que te está mirando en este momento.

T.K, olvidando por completo lo de “disimuladamente”, giró su cabeza sobre su hombro. La muchacha lo veía fijamente desde la otra punta del salón, pero inmediatamente bajó su vista hacía su cuaderno.

-Menos mal que dije “disimuladamente”- suspiró el oji-café.

-Solo quiere hacer amigos- sentenció el ojiazul volviendo sus ojos a su móvil.

-Si T.K, y yo soy el Papa- rió el moreno- en fin ¿Qué te parece si vamos a la casa de videojuegos en el centro de la ciudad después de clases? De seguro todavía no repararon esa máquina que se trabó y que te da vidas gratis, deberíamos aprovechar.

-Sería genial, pero…no puedo- contestó el rubio despegando su vista de su celular- tengo que…ir a recibir a una tía abuela en la terminal de ómnibus, de ahí mi mamá nos recogerá en auto.

-Ah, bueno, otra vez será- el castaño suspiró desilusionado- durante toda la semana pasada estuviste ocupado… ¿No será que te estás viendo con alguien y no me quieres decir?

T.K tragó saliva con algo de dificultad. Odiaba mentir, sin embargo lo venía haciendo bastante seguido. Durante toda una semana había inventado diferentes escusas para poder juntarse con Tai. Para colmo se le estaban acabando las ideas.

-Yo salir con alguien a escondidas pff- se mofó el blondo, intentado disipar las dudas del oji-café.

La campana de la escuela sonó indicando el comienzo del recreo, lo cual T.K agradeció.

Davis se levantó de su asiento y se estiró de manera perezosa. Luego de preguntarle si necesitaba algo del quiosco, a lo cual el blondo contestó que no, salió del salón.

El rubio lo vio irse y suspiró.

¿Y si le decía la verdad a su amigo? ¿Y si le contaba sobre su relación con un chico? No, todavía era muy pronto. Solo necesitaba un poco más de tiempo.

T.K salió hacía el patio, observando su celular. Al parecer Tai también tenía tiempo libre en su escuela. Los mensajes iban y venían por medio de una aplicación de mensajería.

-No t olbidaste que vamos al cine, verdad?

-Por supuesto que no…olvidar va con “V”

T.K corrigió al moreno con una sonrisa, sabiendo que Tai odiaba eso.

-Está bien, profesor

-Licenciado para ti

-jaja bueno, y dígame licenciado, trajiste ropa para dormir? Recuerda que después iremos a mi casa

T.K se llevó una mano a la frente. No se olvidó que iría a dormir a la casa de Tai, pero sí de cargar un pijama en la mochila.

-Uh, me olvidé

-Bueno, de todas maneras no necesitas ropa para dormir

Al leer eso, T.K sintió una extraña sensación de calor en la cara. Se fijó a su alrededor si había alguien cerca que pudiera espiar y leer lo que Tai le había mandado, pero estaba a solo. Mientras escribía se había ido caminando a un lugar despoblado del patio sin darse cuenta.

-Jaja q gracioso.

De repente, el ojiazul vio que Tai dejaba de estar en línea la aplicación de mensajes. Pensó que seguramente al mayor se le había acabado la hora libre en su escuela.

T.K guardó su celular y se dispuso a volver con sus compañeros. Quería participar de las habituales charlas sobre los partidos de la liga nacional de básquet que algunos de sus compañeros comenzaban en todos los recreos.

Caminó por el patio tarareando una canción que escuchó en la radio durante la madrugada.

-“No son martes de carnaval de Brasil, Tristeza nao tein fim”- era el único fragmento de la letra que recordaba, el cual repetía y repetía por lo bajo. Después buscaría la canción en internet escribiendo esa frase en el buscador.

Saludó de pasada al conserje, quien el limpiar un charco de vomito parecía no bajarle el ánimo en aquella helada mañana. Pasó al lado de un muchacho apoyado solitariamente sobre un pilar del patio que tenía su vista en el suelo. Aquel chico levantó la mirada cruzándola con la suya por unos instantes, para luego volver a bajarla. T.K continuó su camino unos cuantos pasos más, pero un escalofrío repentino le sacudió internamente, como si le hubiese caído un rayo. Se detuvo y giró su rostro de nuevo hacía aquella persona. Dejó de cantar. Aquel muchacho apoyado sobre el pilar levantó su vista igual de sorprendido.

Los dos jóvenes se mantuvieron la mirada por lo que les pareció una eternidad. T.K se paralizó, su cara de seguro reflejaba sorpresa y también miedo, pero no lo pudo evitar. En sus piernas se presentó el mismo temblor que sintió aquella oscura y tormentosa tarde en el verano, adentro del árbol hueco. Pasmado, se concentró en intentar determinar si aquella era la persona que creía estar viendo.

Aquella piel clara, bastante parecida a la suya, con aquellas pecas que adornaban su rostro. No llevaba aquella gorra blanca ya que la escuela prohibía su uso, así que su pelo castaño claro era visible. Por último, T.K reconoció sus ojos.

 Aquellos ojos verdes lo miraban fijamente, sin reaccionar. El mismo tono de verde de los ojos de aquel ser que tanto había odiado en el verano, pero cuyo recuerdo se había visto sepultado casi por completo: Erick.

Sí, era aquel chico que conformaba, o parecía conformar, aquella banda de buscapleitos con la que se toparon en las vacaciones de verano. El mismo sujeto que lo había descubierto a él y a Tai dentro del árbol, aquella tormentosa tarde, al que escuchó que llamaban “Enano”.

Justo cuando el shock inicial parecía haber pasado y le devolvió a T.K el control de su cuerpo, una gran cantidad de alumnos del penúltimo y último año caminaron por entre el medio de los dos chicos, cortando su contacto visual. Cuando los mayores pasaron, el ojiazul intentó volver a observar al otro muchacho, pero este ya se había ido.

T.K lo buscó con la vista pero fue inútil. Se sobresaltó con el fuerte sonido del timbre de finalización del recreo. Todavía aturdido por aquel "encuentro", caminó hacía su salón, no sin dejar de pensar en lo que acababa de pasar.

Con la seguridad que de que aquel chico era el “Enano”, se preguntó que debía hacer ¿Mantenerse alejado? ¿Hablarle? ¿Vigilarlo de lejos? El habérselo encontrado en su escuela le había tomado por sorpresa, nunca antes lo había visto allí. El blondo sabía que algo tenía que hacer, aunque no sabía qué exactamente ¿Tendría que estar preocupado por la aparición de ese chico? ¿Debería decirle a Tai?

T.K pasó el resto de la jornada escolar inmerso en sus pensamientos. No pudo deshacerse de sus inquietudes hasta que sonó el timbre de finalización de clases. Había llegado el momento de encontrarse con Tai para ir al cine y luego a su casa, así que decidió dejar de pensar en el asunto, por lo menos por esa tarde. No iba a dejar que algo como encontrarse a ese muchacho le arruinara el día, día bastante ansiado y esperado por él.

Luego de despedirse de Davis, continuando con la mentira de que tenía que ir a recibir a su tía abuela en la terminal de ómnibus, T.K emprendió su camino para llegar a su encuentro con Tai…  

Notas finales:

Bueno, hasta aquí el segundo cap. Como verán, empieza con una especie de "flashback" pero para adelante, para el futuro. No sé como llamarlo jaja. La verdad que estoy, como decirlo... algo nervioso por lo que estoy tramando para este fic. Si leyeron mis otros cuentos, siempre usé situaciones cotidianas, de la vida normal, cosas que a cualquiera le pudiera pasar (en teoria). Un viaje escolar, una fiesta, una semana en una cabaña en una villa de veraneo, cositas así comunes. Siempre desistí de usar elementos muy descabellados o de fantasía (solo un poquito a veces) aunque me guste el genero. Pero para este fic decidí usar algo más "fuerte", algo que moviera la trama de una manera más "movida". No será un policial o un fic de acción donde pasen cosas locas y descabelladas, también tendrá elementos comunes y corrientes como suelo usar para adornar mis fics. Bueno nada, espero que les haya gustado. Cualquier cosa que deseen decirme, lo ponen en los comentarios sin miedo. Hasta la proxima!!!

 

https://www.youtube.com/watch?v=HrxqUoKHyuU


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