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Ni tan Bella, ni tan Bestia. por xGoldenDreamsx

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Martes, 20:00 PM.

 

Todos sabían la “Leyenda de las Hadas”, seres pequeños de la naturaleza cuyo polvo de hadas cumplía las fantasías más increíbles y que cuidaban el bosque, rondando orgullosas, juguetonas y pomposas. Eran criaturas altamente narcisistas, que colocaban su belleza por sobre todo y le encantaba recibir halagos, jugar con niños y crear cosas nuevas. Sin embargo, pocos conocían la leyenda oscura de las hadas, quienes, debido al tormento sufrido en manos de los humanos transformaron sus puras costumbres por algo oscuro.

 

El rumor era conocido como “La Danza de las Hadas”, aunque la gente lo ignoraba. Se decía que, si un hada te invitaba a bailar y te arrastraba con ella a sus dominios no podrías parar de hacerlo. Beberías de los más dulces manjares y disfrutarías de gustosas frutas, pero todo era un engaño para mantenerte por siempre en el lugar, bailando, hasta que finalmente te destruían por el engaño de sus espejismos.

 

Kenma era otra víctima.

 

El Bosque estaba más hermoso que nunca, las luciérnagas se acumulaban a su alrededor creando diversas luces que fluían y danzaban en el cielo, cual estrellas mágicas que adornaban el ambiente. Los hongos y plantas fosforescentes tenían diversos tamaños y colores, creando un pequeño sendero que estaba siguiendo el joven mientras reía y saltaba, danzando con sus nuevas amigas. Una inmensa felicidad lo llena de pies a cabeza, y no desea que aquel sentimiento se acabe jamás.

 

Porque sino volvería a recordar, y recordar era malo. Los manotazos de su madre, la mirada de lástima de su padre y ver al espejo a un niño infeliz que ha tenido que vivir una vida planificada y arreglada desde el momento que nació, siempre ajustándose a etiquetas y reglas molestas, siempre aislado y recluido en el abuso.

 

Esas cosas no importaban. Porque está feliz, tan feliz que podría llorar.

 

Entonces vio el castillo más hermoso que sus ojos alguna vez habían contemplado. Grande, magnifico, hecho de cristal y perlas. Las hadas lo invitaron a ir, y cuando estuvo a punto de poner un pie en el puente levadizo alguien lo sostuvo de la cintura.

 

Era Kuroo. Aquel cazador está deteniendo su gran aventura, le quería hacer daño, le estaban arrebatando nuevamente su vida y atrapándolo. Pataleó, agitó los pies y manos, e incluso lo mordió, agitado, pero nada de eso sirvió pues el mayor tenía más fuerza que él y sus brazos eran gruesos, afirmándolo de la cintura fuertemente.

 

—¡Cálmate de una vez, gatito! Mira otra vez. Mira con atención. —Le susurra en el oído el cazador—. Eso no es real.

 

Miró. Frente a él había un acantilado, y su pie había estado a punto de pisarlo.

Se asustó, retrocediendo con pánico, mientras se refugiaba en los brazos del contrario por instinto. Todo su cuerpo vibró, erizándose. ¿Había estado a punto de…?

 

Un viento fuerte le sopló en la cara. Se sentía como la risa del Bosque.

 

—¿Estás más tranquilo ahora? —Kuroo avanza con cuidado hacia atrás, pues tenía miedo de que la “risa de las hadas” volviera a contagiarlo y decidiera lanzarse por el acantilado. Después de todo, ese chico le había salvado y, como dijo Yaku, mínimo podría asegurar su seguridad por uno o dos días. También tenía información del reino, así que le servía para encontrar a Kageyama y Hinata—. ¿No te golpeaste? ¿O te cortaste? ¿O…?

 

—Estoy bien, gracias. —Susurra, inexpresivo.

 

—No te ves bien.

 

—No es nada. Se me pasará. —Kenma suspira, reprimiendo sus emociones como siempre había hecho. Una vez con la mente en blanco, dirige sus ojos hacia el despreocupado cazador. Nota que se había cambiado de ropa, seguramente tenía ropa escondida en el bosque. Esta vez, portaba botas de cuero y pantalones gruesos, junto a un abrigo hasta el cuello y un carcaj y arco en su espalda—. Así que…

—Así que.

 

La incomodidad se palpaba. Como Kuroo notó que a Kenma le costaba socializar, o mantener una conversación ligeramente fluida sin que lo fuercen, se rindió y dio el primer paso. Entrecierra los ojos, haciendo una mueca burlesca.

 

—Parece que ambos descubrimos los secretos del otro, ¿no? —Comenta—. Tú no eres una chica. Y yo, bueno, no soy humano. ¡Ta-dah, sorpresa, sorpresa! —Intenta hacerlo reír.

 

No funcionó.

 

—Vamooos, qué aburrido.

 

—Discúlpeme. —Susurra Kenma, bajando la mirada al suelo, cabizbajo—. En mi poca y nula experiencia con la sociedad, creo que estoy en shock. Según los libros, es un estado en el cual no puedes procesar la realidad correctamente y te quedas en blanco, sin sentimiento alguno. —Sus ojos estaban nerviosos, mirando hacia el chico a veces, y luego al suelo—. Estoy intentando salir de este estado con todas mis fuerzas, lo siento.

 

—Hey, hey, hey. —Kuroo se asusta. Al parecer, era más preocupante de lo que temía. Él estaba acostumbrado a los peligros del bosque, así que era su normalidad. Kenma, un humano común y corriente que había vivido encerrado toda su vida, no podía procesar esas cosas tan rápido—. ¡Ni si quiera sabía que eso existía! Ustedes, los humanos, son más vulnerables de lo que creí.

 

Kenma no le contesta. Eso empezaba a ser algo molesto. La Bestia no tenía mucha paciencia y, bueno, tampoco estaba en su naturaleza ser extremadamente amable con los humanos. Pero no pudo evitar fijarse en la solitaria mirada del joven perdido, cuyos ojos dorados eran cubiertos por tinieblas. ¿Por qué un joven tan hermoso parecía tan roto?

 

—¿Qué puedo hacer para ayudarte? —Pregunta finalmente, con suavidad.

 

—No lo sé. Creo que hablar de otra cosa, y el contacto físico-afectivo. Eso dicen los libros. —Titubea, con los ojos borrosos, parecía a punto de llorar—. Pero yo… yo no tengo familia ya, el pueblo me odia y estoy atrapado en el lugar más peligroso del mundo. No sé. Ignóreme. Hace un rato estaba tan… feliz, se sentía bien. Me gustaba.

 

Tal vez, si me hubiera lanzado, todo sería mejor.

 

—Oye, oye, mírame. Solo concéntrate en mi voz. Tú me salvaste. —La bestia le levantó el rostro, sosteniéndole la mejilla con cuidado. Sus dedos eran fríos y ásperos, pero no importaba. Eso le produjo un cosquilleo al menor, quien levantó la mirada, sorprendido, chocando contra un par de iris oscuros y profundos—. No importa si eres hombre, eres hermoso.

 

Kenma ladeó el mentón, frotando su mejilla contra la palma del cazador mientras cerraba los ojos.

 

—¿Realmente lo cree?

 

—Sí. —Era tan hermoso que dolía.

 

Kenma, quien ya estaba mejor, recién se percata de la posición intima en la que estaban y sus cuerpos fluyeron sin percatarse. Se corre con suavidad, sutilmente, como un felino que no tenía que hacer un escándalo para demostrar su pequeña vergüenza.

 

—Me alegro de que se encuentre mejor, en realidad, mi idea era solicitar su ayuda una vez despertase. Pero, me temo que tal vez no la quiera, pues usted es una Bestia y probablemente quiera comerme, lo cual sería otro problema añadido a mi lista.

 

Kuroo se ríe. Ese chico hablaba tan seriamente que era gracioso. Las formalidades de la clase alta eran divertidas.

 

—Como dijiste, es probable. —Bajó los hombros—. Lástima que le prometí a un amigo no dañarte por ahora. Seré un demonio, pero cumplo mi palabra.

 

—Qué consuelo. Me pregunto a quién debería temerle más, si a usted o a las hadas.

 

La sonrisa en el rostro del monstruo se ensanchó, inundado en malas intenciones.

 

—Por el momento intercambiemos información, lindo pudín. ¿Qué te parece? Tú tienes algo que yo quiero, y yo algo que tú quieres, por lo que veo, así que explícate.

 

—¿”Lindo pudín”?

 

—Apetecible, delicioso, bonito, bello, usa los sinónimos que quieras. —Le responde, guiñándole un ojo.

 

—…No me refería a eso. —Se sonrojó.

 

—Lo sé.

 

—Descarado.

 

Entonces, dejando de lado la mini discusión que Kuroo no quería acabar porque le gustaba exprimir reacciones de una persona tan inexpresiva, el castaño de mechas claras empezó a explicarle lo que había sucedido, cómo el rey había muerto y su familia había sido acusada de traición, por lo que la familia real estaba buscándolo para asesinarlo, así que huyó al bosque junto a su gato. Además, Kageyama estaba desaparecido y quería encontrarlo para aclarar el malentendido, pues la reina no entendía razones. Y, por cierto, que Lady Saeko le había advertido todo.

 

Por su parte, Kuroo le dijo lo poco y nada que sabía de Kageyama —omitiendo la parte de que él también quería asesinarlo—. Básicamente explicó que habían sido atacados por Guerreros de Élite, que habían estado cazando hadas y que conocían la magia del Gran Bosque, pues lo habían atacado especialmente con eso, como si conocieran su identidad secreta.

 

—Los Guerreros de Élite son de la escuadra privada de la Reina. —Comenta con preocupación, Kenma—. ¿Fue un complot de ella? ¿Matar a su esposo e hijo, utilizando a mi familia de fachada?

 

—Poooor lo que parece, los humanos son muy divertidos. Es lo único que sé. La política me importa poco y nada, ¿sabes?. —Dice, riendo. ¿Cómo podía reír en una situación así? Parecía resuelto y burlesco, como si siempre fuera dos pasos antes que todos—. Si es un plan de la Reina no creo que esté sola, pues alguien tuvo que haberle revelado los secretos de este bosque. Y ahí es cuando entro yo.

 

Kuroo se lamió los labios.

 

—Creo que tengo una Reina que asesinar.

 

—Eso es bastante imprudente, piensa más. —Le corrige, Kenma.

 

—Oh, perdón, no sabía que tú eras nuestro pequeño y lindo cerebro. —Ladeó el mentón—. Ilumíname con tu sabiduría.

 

—Cállate, Kuro. Escucha…

 

—Uh, no me trataste formal. Me gusta.

 

Un tic se le formó en el ojo a Kenma, ya estaba en su límite. Su día había sido una verdadera basura y ahora estaban irritándolo a propósito. Contó hasta diez, pero no funcionó, así que…

 

—¡¿Puedes, por favor, callarte de una maldita vez?! —Explota, jalándolo de la camisa—. ¡Te estoy diciendo que si matas a la Reina nunca descubrirás quién está aliado con ella! ¡¿Y si es alguien de aquí?!

 

Kuroo lo mira fijamente. Kenma respira hondo.

 

—Wow.

 

—¿Qué?

 

—Simplemente wow. —Sonríe lentamente—. Quién diría que la “mujer más hermosa del reino” tendría tal carácter oculto. Me gusta.

 

—¡Eres insoportable! ¡Me voy!

 

Kenma se giró, cogió al pequeño gato que los había acompañado más tarde y los observaba con algo de disgusto, especialmente hacia el azabache, según le pareció. Y partió hacia quién sabe donde con quién sabe qué propósito. Kuroo, riendo tras él, lo siguió y pasó uno de sus brazos por sobre sus hombros, sin dejar de reír. El más pequeño simplemente infló las mejillas, completamente indignado de su soltura y falta de respeto.

 

Pero, en el fondo, le había servido. Tenía mucho que dscargar de su pecho y que Kuroo se haya ofrecido como la perfecta carnada para canalizar toda su mala actitud de años, y años, de reprimirla funcionó para canalizar sus nervios. Estaba aliviado, se sentía más ligero y el hambre y cansancio le habían vuelto, sacando la adrenalina de su cuerpo.

 

Sin darse cuenta, sonrió levemente.

 

La libertad se sentía bien.

Notas finales:

Espero sus Review con mucho amor! :D Historia disponible también en Wattpad y Ao3. Nos vemos! 


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