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Retaliación del príncipe por Vampire White Du Schiffer

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–Estuviste burlándote todo este tiempo, ¿no es así? –lo aventó contra la pared cuando estuvieron a solas –. Debió ser divertido –cada palabra que despedía el moreno tenía guardada ponzoña. Hacía años que nadie se atrevía a engañarlo de esta manera. Había olvidado lo que era ser pieza en el tablero de alguien más y eso lo enfurecía.

–Tú hiciste conclusiones erróneas. Analiza todo lo que hoy ocurrió, reconocerás que siempre estuve a tu lado por una razón-kora –se rehízo mientras la brisa de la noche anunciaba sobre su rostro la llegada del nuevo día –. La ira que sientes en estos momentos no fue causada sino por tu propia ceguera.

–Ya no tengo tiempo para sentirla –apaciguó su ímpetu –. En unas horas estarás en mis manos y haré contigo lo que se me plazca.

–Temo que tu falta de atención te persigue hasta ahora-kora –sonrió, de la misma forma en que Reborn suele sonreír cuando siente que va ganando terreno –, nos uniremos, por supuesto, pero no habrá nada entre tú y yo más allá de la estrategia que juntos tramemos para sacarnos del socavón.

–Hace unas horas pedías a gritos que te ultrajara, ¿será acaso que eso de tu celibato sólo era una mentira más en tu carrera? –se sentó en el diván con los brazos cruzados. Definitivamente estaba por empezar a odiar a todos y cada uno de los imbéciles del reinado.

–Quién sabe –se encogió de hombros –. Dejaré esa duda hasta que te mueras –se dio media vuelta, se detuvo en el marco de la puerta y lo miró de soslayo –. Te supliqué que me eligieras en lugar del trono y el trono has elegido, Arcobaleno Reborn, disfrútalo.

–Por supuesto que lo haré.

–Entonces ya nos entendimos-kora.  

 

Desde un inicio todo tuvo cara de ser un teatro bien tramado. Reborn podía sentir bullir dentro de sí la inmensidad de deseos destructivos, más de uno lo miró con sincero desdén, sin embargo las habladurías de los insectos poco pueden mellar el orgullo de una bestia como él. Con tiempo, se dijo, con tiempo y pondría cada cosa en su lugar, los primeros lugares en la lista, incluso puede que en misma posición estuviesen el regente y ese estúpido de quien apenas quería recordar nombre.

Su cólera encontró punto muerto al ser el centro de la atención de todos los presentes. Colonnello tomó el cuchillo con hoja de diamante y empuñadura de oro tallada con detalles antiquísimos, se cortó la palma derecha y espero a que el moreno hiciera otro tanto. La ceremonia alcanzó su cénit con las manos de ambos líderes enlazadas, como de vulgar saludo entre personas que son recién presentadas.

Cada enlace con herederos de la realeza al correr la sangre debía arrojar un signo que presagiaría la suerte que correría la nación durante el tiempo que rigiera, dependiendo del color podrían hacerse una idea de los que esperaban, más de uno llegó a pensar que este evento tan apresurado escondía una absurda necesidad, esta sospecha empezó a anidarse en la mayoría cuando el fulgor que se desprendió de ambas sangres vueltas una formó los colores del arco iris. Una reacción sorpresiva sacudió a los asistentes, nadie sabía qué podía significar ello, era acaso ¿buen augurio? O era ¿inconsistencia? ¿Algo peligroso?

De una u otra manera su destino, igual que el de los dos que ahora los dirigirían, estaba sellado.

 

 

El día transcurrió entre felicitaciones falsas y vacuas. No pocos, hombres con el mismo padecimiento de Reborn, enfurecidos por haber perdido sin siquiera haber competido justamente. Aunque habían de admitir que Lal había perdido todo su encanto después de haber sido revelado el verdadero premio. Ninguna dama de la corte y uno que otro libertino escapó en sus sueños y fantasías al encanto de semejante individuo como Colonnello.

Ambos tenían sus admiradores, quizá por ser Colonnello objeto de valiosa cuantía y reciente develamiento que su popularidad despuntó monstruosamente, sin embargo ya poco podía importar los deseos reprimidos de las mujeres que vieron y se enamoraron del rubio, éste ya estaba marcado no sólo el vendaje en seda que recubría su mano derecha, sino porque a su lado se pavoneaba el dueño.

–¿Quieres acabar con esto-kora?

–Más de uno te clava la mirada.

–¿Eso a ti que te importa-kora? –una vena empezó a resaltar en su sien izquierda. Estaban por iniciar una nueva riña cuando vieron a alguien aproximarse, era Lal con otros cuatro sujetos a los que Reborn no quería prestar importancia pero lo hizo con motivo de conocer a sus nuevos lacayos.

–No frunzas el ceño, querido –murmuró la mujer mientras le dedicaba un largo abrazo –, al menos en público tienen que fingir acuerdo, dejen las riñas para cuando celebren sus reuniones.

–Te sienta mejor ese carácter –concedió el moreno.

–Obviamente. Eso de pretender ser delicada y soportar durante tantos años ser una señorita… ah, pero de eso ya tendré tiempo de enmendar.

–Felicidades, general, tantos años envueltos en sábanas llegaron a su fin –comentó un hombre con cabello y tatuajes color lila.

–No me acostumbro-kora.

–Shie. Aun me queda por entender cómo un mafioso y un militar podrán regir con sabiduría –dijo sinceramente un sujeto de origen oriental que mantenía las manos debajo de la ropa.

–¡Fong-kora! ¿Acabas de llegar-kora? –de esa manera entre ese complot lograron acaparar al recién casado del yugo del moreno.

–Tch –de nuevo un mundo del que era expulsado, pero no había problema. La venganza será suya.

 

 

Por un parpadeo lo dominó un enfado impulsivo. Durante el primer mes el deseo que había sentido por Colonnello desde la primera vez que lo vio se mantuvo controlado, pero ya había cambiado de tonalidad. En el inicio apenas escapó de ser salvajismo tratando de satisfacer un instinto al someterlo, después de esa ocasión no hubo ninguna, y de allí surgía el problema: el olor de la piel de Colonnello lo perseguía al mínimo momento en que lo veía, como si se le hubiera quedado clavado bien adentro de su sistema.

Ahora era nuevamente esa necesidad bruta, no sólo algo que él quería, sino que estaba seguro de tener derecho. Imprecó para sus adentros, las putas satisfacían a ratos; ensalmo que carecía de efectos cuando a la hora siguiente tenía que reunirse con él de nuevo en la habitación donde lo había poseído. Lo hacía a propósito, de eso estaba seguro, un rubio idiota al que le gusta provocar.

Una noche se aventuró, como la primera vez, y recibió un violento ataque de su consorte. Más de uno en el palacio despertó alertado para encontrar que Colonnello estaba airado por haber recibido tal visita nocturna.

–Si no tomas en serio tu papel en la historia puede que nos condenes a todos, ¿sabes? –le dijo su antecesor y Lal pareció estar de acuerdo cuando Colonnello se lo contó.

–No toleraré ninguna de sus artimañas-kora –se arrellenó en el diván de la habitación de Lal.

–Podrás cambiar de habitación las veces que quieras, tú riges, pero te encontrará, reclamará su parte del botín y está en su derecho… -hizo una pausa –¡Lo sabes! –exclamó sorprendida –. Sabes que ese bruto ansía tenerte y esto forma parte de alguna venganza privada que me perdí antecedente.

–¿Quieres que le permita tocarme después de haberse venido en una puta como hace cada noche?

–Eres su consorte, incluso entre la baja cuna se sabe que eso acarrea uno que otro deber doméstico. Punto número uno: no eres un simple campesino, punto número dos: tú lo elegiste.

–Guarda silencio-kora –se levantó y miró por la ventana con vista a la enorme fuente –. Él jamás debe enterarse.

–Sería interesante ver su reacción, algo así como sabes Reborn, Colonnello en cuanto te vio crecer en las cloacas decidió que serías suyo pero era demasiado tímido para decírtelo así que pidió como caprichito que fueras traído aquí con un señuelo… una delicia de escena –se echó a reír.

–Le dije que sólo seríamos estrategas aliados-kora –suspiró –. Sabes qué siento por él quizá sólo se deba a un antojo…

–Alto allí –puso las manos al frente como si eso pudiese detenerlo –. A mí no me hace falta saberlo, estuve allí desde el comienzo –sonrió –. Créeme que le daría más importancia a tu lío de recién casado pero tengo encuentros íntimos que, por tu culpa, están retrasados, así que ve y enfrenta esto como hombre.

–Como si fuera tan fácil. No lo entiendes, quedaría como un estúpido si ahora abdico-kora.

–Sí. Quedarías como lo que eres: un estúpido enamorado.

 

 

Su mano firmemente en el picaporte mientras respiraba con profundidad abanderaba su «Es ahora o nunca»... Quizá era mejor tocar primero… al diablo, él no tenía esas consideraciones. Abrió la puerta encontrándose con que Reborn estaba recién saliendo del baño.

–¿Se te perdió algo? –pasó de largo delante de él hasta tomar asiento detrás del escritorio.

–Quiero hablar-kora –cerró la puerta y puso el seguro.

–Ya lo haces –se burló –. ¿Al menos es interesante? Si no puedes esperar a nuestra próxima reunión que será… oh vaya, dentro de una hora y quince minutos.

–La pospondré si con ello me escuchas…

–¿Qué puede ser más importante para el soldadito de plomo? Tienes mi interés.

–Deja de interrumpir, entonces-kora –se estaba crispando de nuevo, se serenó al recordar el motivo de su atrevida visita –. Si lo que quieres es follar, aquí estoy. Así que tómame y acabemos con esto de una vez –apartó la mirada ya que no pudo tolerar la de Reborn sobre la suya más tiempo.

–Eres un ser bastante incoherente, no hace más de dos días hiciste explotar tu propia alcoba para esconderte de mi y ahora ¿te ofreces con manzana en la boca? Qué divertido, muy vulgar para provenir de ti. Lamento romper tus buenas intenciones de ser abnegada esposa y cumplir con tu deber marital, pero no tiene treinta minutos que me descargué, ¿qué puedes ofrecer para avivar mi llama?

–De nuevo con eso-kora –rodó los ojos –, sólo buscas que te rindan culto y ver qué provecho sacas.

–No olvides cómo ascendí –replicó con ofensa falsa –. Soy un ser taimado, vil, traidor, inescrupuloso, apóstata, y nada en el mundo cambiará esa calidad. Por eso vuelvo a preguntar, ¿qué ofreces que no tenga?

–Sólo un estúpido estaría dispuesto a dártelo-kora. Olvídalo, cambié de opinión-kora –se rascó la nuca –. La reunión es en una hora.

–¿Te rindes?

–Sólo lo consideré por tenerte lástima-kora.

Por dentro lamentó quedar en ridículo, por fuera no estimó necesario mostrar desencanto, eso le daría la ronda a Reborn. Cuando éste quedó a solas, terminó de vestirse en medio de su sonrisa cantante. Sentía bullir las ganas de detener al escapista pero tuvo una mejor idea.

Faltaba poco más de media hora para la siguiente reunión y el moreno sabía que Colonnello seguramente ya estuviera allí, se había aprendido las costumbres del rubio a base de hostigamientos y sobornos, así que dirigió sus pasos a la nueva sala designada, después de perderse la habitación de Colonnello, para celebrar este cónclave militar.

Estaban ambas puertas abiertas y Colonnello disponía varios libros y mapas sobre el tabloide sin prestar atención al recién llegado. Existían pocas cosas en la vida del castrense que atraían concentración, una de ellas era ese maldito mapa donde los limítrofes podían disolverse con agua sobre el papiro. Más era necesario rectificar, el rubio no existía más allá de esta sala.

Reborn se colocó a espaldas de Colonnello.

–¿Tienes algo de interés que quieras discutir previamente-kora? –recurrió al tono gélido, queriendo demostrar que en estos momentos estaba frente al estratega, no ante el esposo.

–Sí, justo aquí –se acercó tanto, hasta recargar su barbilla en la clavícula del rubio que respingó enseguida, dándose la vuelta en relámpago perfilando una daga sobre el cuello del moreno.

–No te atrevas-kora –su voz no flaqueó. Esto era una temeridad y realmente lo había ofendido, hasta ahora Reborn había abstenido de mostrar sus ansias en este tipo de circunstancias, es decir, limitaba sus intentos cuando Colonnello no estuviese en belicosidades. Lo anterior se debía a que Reborn, como buen conquistador, sabía jugar sus cartas pero no había tenido nunca que doblegar a un soldadito de plomo tajantemente consagrado a su nación y no a complacerlo, ergo, los métodos de seducción estaban rumiándose en su mente depredadora para encontrar la manera efectiva de cometerla. La jugarreta de hoy era la conclusión simplista de uno de aquellos planes.

–¿Te gustaría matarme? –permaneció seguro, sintiendo un hilillo húmedo corriendo por la herida abierta bajo su barbilla –. Te he permitido ver la punta del iceberg –se apoyó en el filo. Ninguna de las miradas cambió, sólo un movimiento impidió que el moreno terminase degollado y fue que Colonnello lo decidió.

–Lo que yo quiera o no es irrelevante-kora. Apártate.

–Si no, ¿qué?

–Persiste y te usaré como alfombra.

Eso lo sacudió hasta la médula, le resultaba divertido pero, más, provocativamente tentador. La sola idea de ser enfrentado le excitaba el ánimo asesino, la idea de ganar despertaba su libido. Acercó su boca unos centímetros, Colonnello logró salvar los labios más no la barbilla donde terminó el beso.

El rubio dio un paso atrás encontrando oposición de la mesa.

–Diablos –el segundo que le tomó cavilar sobre su acorralado cuerpo fue suficiente para que Reborn se plantase entre sus piernas –. Estúpido, ¿qué buscas?

–Qué pregunta más tonta. ¿No querías satisfacerme porque me tenías lástima?

–Tú lo dijiste, ya te has descargado.

–Subestimas mi necesidad. Habré estado en mil putas, pero ninguna aporta el trofeo real que ofrece tu culo.

–Querrás decir el trono-kora –usó sus brazos como palancas y así apartarse del aliento que el moreno arrojaba a su oído con sus sucias declaraciones –. Me estoy cansando de tu simulado interés.

–Eres el único aquí que finge. Dime, ¿te engañas en las noches cuando solo el frío puede recorrer tu piel desnuda?

El rubio soltó una leve risa.

–¿En serio piensas que he pasado todo este tiempo tan solo? Estuve oculto por años, la fidelidad no es interesante una vez abierta esa puerta.  

–Eres mío por derecho –el aguijón entre ambos estaba liberando veneno.

–Te saldrán raíces esperando corresponda a tus demandas-kora

–Cede o convertiré este espacio en un infierno para ti.

–Ya lo es-kora –se impulsó de nuevo, recordó todas las injurias que Reborn realizaba cada noche con diferentes mujeres. No sólo su orgullo estaba desquebrajado, ahora no sabía cómo es que había resistido tanto. Su rostro, por instante, relampagueó con la pena del desamor. Se mordió la lengua antes de confesar tan patético reclamo.

–Dime qué quieres.

–Demasiado tarde-kora –se libró del moreno –. Si hay algo que… -respiro hondo y retomó su neutralidad –. Convence al país del norte que se nos una y derrota al oeste-kora.

–¿Qué significa?

–Que yo me aliaré con el sur y conquistaré el este. Tenemos un plazo común de seis meses, nuestra contienda así se decidirá.

–Creí que te fascinaba establecer reuniones infructuosas para verme.

–Si trabajamos mejor por separado habrá un momento en que congeniemos y logremos lo imposible-kora.

–Después de eso habrá sólo paz… -dijo Reborn, desalentándose.

–No -le frenó –, desdibujaré el mapa –echó una mirada a la mesa –. No habrá línea divisoria que logre alcanzarme-kora.

Por segunda ocasión en la noche, Reborn abrigó un cosquilleo recorriéndole desde la punta del pie hasta la última fibra de sus cabellos negros. Peligro. Era peligrosa la imagen de Colonnello dejándose llevar por la codicia. Pues bien, ya se encargaría de colmarlo y llevarlo a inimaginables páramos.

–Después de eso podrás hacerme lo que quieras-kora –prometió sin pensar demasiado y volviendo a trabajar cuando los demás miembros del consejo llegaron. 

 

Continuará...

Notas finales:

 

Próxima actualización, sino me muero, viernes 23 Diciembre 2016. 

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