EPÍLOGO
“Hey, Ikki, algún día día volvamos a bailar juntos…”
-Amor, espera-decía entre besos-¿Qué hacemos aquí?
-¿Aquí dónde?
-Aquí, en la playa, en pleno invierno, y sobre todo, en noche buena.
-Bueno…-se separó y desvió su vista hacía el mar-Quería que estuviéramos a solas, pero más que nada, porque tuve la sensación de que este sería un buen lugar para nosotros.
-¿En serio? Porque dejamos a los invitados en la fiesta que se supone, nosotros organizamos.
-Va, estarán bien. Al fin que somos los anfitriones y tenemos derecho a ir a dónde queramos.
-Sí, pues yo dudo que eso sea ser “buenos anfitriones”.
-Vamos, mi amor. Ikki, no es para tanto.
El de cabellos azules sonrió y se acercó para abrazar a su novio. Ambos eran de familias de buena posición económica, inicialmente se habían comprometido para cimentar los negocios de ambas familias, pero con el tiempo habían aprendido a amarse y, al final, anunciaron a sus padres que querían adelantar la boda. Algo que fue bien recibido por los susodichos.
Se acordó que la boda sería después de la cena de año nuevo, ya que en ese momento tenían la obligación de organizar la fiesta de noche buena para socios, familiares y parientes cercanos de las dos distinguidas familias.
La pareja aceptó sin más remedio y casi inmediatamente se pusieron en marcha los preparativos para la celebración. Se adornó el gran salón de la Mansión Virgo, se llamaron a los mejores floristas, se contrató a los mejores chefs y se eligió a los mejores músicos de la época para tocar durante la cena y el baile.
Ikki de Fénix vestía un elegante traje color negro con corbata roja, mientras que Shaka de Virgo llevaba luciendo un costoso traje blanco sin corbata, dejando caer sus rubios cabellos sin sujetar. Ellos dos remarcaban lo sofisticada que era la fiesta de esa noche, sin duda, todo ahí era de etiqueta.
Primero se llevó a cabo la cena en completo silencio, en la que los invitados apenas como habían intercambiado un par de palabras. Al terminar, se dio un espacio para informar sobre la próxima boda de los anfitriones, y luego se dio inicio con el vals.
Mientras todos pasaban al centro con sus respectivas parejas para bailar, Shaka se acercó a su prometido para indicarle que lo siguiera afuera. Ikki obedeció y se dejó llevar por el rubio hasta la playa, a cuyas costas se localizaba la Mansión Virgo.
Y ahora, aquí estaban.
-Sabes Shaka, olvidamos un pequeño detalle-dijo, separándose un poco para mirarlo.
-¿Ah sí?-asintió-¿Y qué es?
-Que nosotros debíamos abrir el vals.
-Uy, creo que se me pasó-sonrió.
-Eso es evidente.
-Bueno, entonces bailemos.
-¡¿Aquí?!-exclamó sorprendido, pero aun así tomó sus manos.
-Sí, aquí.
-P-pero…
-Pero nada. Empecemos, amor mío.
Sin dar tiempo a protestas, Shaka tomó la cintura de su pareja y comenzaron a bailar. La danza era magnifica, sus pasos eran exactos, precisos, suaves. Sus cuerpos encajaban a la perfección cual pieza de rompecabezas en el tablero, sus corazones latían con velocidad y guiaban sus movimientos, unidos a través de ellos.
El tiempo pareció congelarse y sus miradas se perdieron en la otra. La calidez que sus cuerpos se brindaban compensaba el haber salido sin abrigos, y la firmeza en su pisar no daba oportunidad a la nieve de equivocar su vals.
Bailaron por varios minutos que parecieron eternos, ni la repentina nevada había logrado detenerlos. No les importaba enfermar por el frío que calaba en sus huesos, tampoco la nieve en sus ropas ni en el cabello, solo bailaban sin querer detenerse, pues inconscientemente temían perder al otro si lo hacían, y en todo momento, desde el instante en que pisaran la playa y el sonido de las olas arremetiendo contra la costa llegara a sus oídos, la sensación de ya haber vivido ese momento en un tiempo remoto perdido en las memorias de su alma, estaba presente en ellos.
No los abandonaba. No lo iba a hacer.
“Hey Shaka/Ikki, algún día volvamos a bailar juntos…”
“Prometo que lo haré mejor…vestiré elegante, habrá música y buena comida”-pensó Ikki con las pupilas dilatas, como si no fuera consciente de lo que decía.
“Te prometo que así será. Volveremos a bailar juntos”-pensó Shaka, igualmente con las pupilas dilatas y sin ser consciente de lo que decía.
“Estaremos juntos por la fuerza del amor…”
“A travesando tiempo y espacio…”
“Es una promesa”.
El baile terminó y ambos se miraron profundamente, para luego acercar sus labios y terminar con toda distancia entre ellos con un beso.
Un solo beso que daba fin a un ciclo de espera.
“En esta vida, nosotros hemos de ser felices al fin”.
Fin