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Cuando el invierno llega / hunhan por LYhobbit

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Notas del capitulo:

Holiwis!!!!!!! nueva actu!!! espero lo disfruten y perdón por la tardanza ;-;

<3

Es invierno ya.


Luhan lo había esperado con ansias, porque siempre ocurría algo bueno para él en estas fechas; nunca imaginó que le hubiera traído lo mejor de toda su vida, hasta lo que pudiera ser el final de éstos.


Sehun.


Eran los últimos días de otoño cuando por primera vez le vio. La nieve ya estaba cayendo por sobre las casas, techos, árboles, parques, carreteras, no había lugar que no fuese pintado de aquel brillante color. El invierno envió su blanco matiz, siempre travieso y rebelde como suele suceder antes de su parada por aquel vagón estacional. Y en realidad a nadie le molesta la nieve adornando cada lar; sus paisajes son puros, son brillantes, una escena perfecta para cualquier fotógrafo o pintor; los niños la disfrutan también, esperando el momento perfecto para comenzar a jugar.


No todo siempre esperado con sonrisas al aire puro a los últimos suspiros de otoño.


No todo es grata llegada, como cuando Luhan llegó a esa casa. No fue el personaje más esperado por cierto habitante; y no es que Sehun no hubiera querido recibirlo amistosamente y con alegría, estrechándole un saludo mañanero en abrazos y sonrisas; era más bien la desconfianza, dolor, soledad que cada persona a su lado le hubo hecho sentir durante tanto, tanto tiempo; casi indefinido y perpetuo. A pesar de la poca amabilidad, Luhan no creyó que el chico fuese un niño maleducado o consentido, pues tan pronto como llamó a la puerta y éstas fueron abiertas, uno de los vientos más helados e intensos le golpearon el alma; estuvo más helado el interior hogareño y, a comparación de la ciudad, sus vientos otoñales fueron mucho más cálidos.


Sehun. Le atrajo la personalidad tímida de la persona detrás de la puerta. Cuando le dejaron entrar, aquel joven de pálida tez, rasgos marcados delicadamente y cabello oscuro, era el verdadero atractivo de esa lujosa mansión. Nostalgia, melancolía, soledad; un cuadro cargado de angustias en lo que es siempre, la fecha y estación más esperada.


—Hyung, ¿qué h-haces?


—Es una sorpresa.


Sehun ahora ha podido y puede reír más a menudo, no es falsa ni fría; es como si aquel cuadro pesaroso tuviese una luz en la profundidad de los colores grises, azules oscuros y negros. Esa sonrisa escondida detrás de manos temblorosas, es para Luhan, el mejor de los tesoros; aquellos ojos mirándole furtivamente mientras coloca algunas esferitas de cristal bañadas en diamantina iridiscente: el mejor de los obsequios. Su amabilidad, su cariño, sus sueños y ganas de sobresalir finalmente le han enamorado por completo.


Sehun es todo eso y mucho más que no le alcanzarían las palabras ni el tiempo para terminar de describirle a detalle, con la sinceridad traspasando su corazón.


Y a veces Luhan se ha llegado preguntar en qué es lo que tiene para haber enamorado tanto a Sehun. ¡Tiene tanta fortuna!


—Quedó lindo, ¿no crees?


—Sí —le responden seguro—. ¿D-Dónde vas, hyung? —se inquieta al ver a Luhan virarse para salir de su recámara.


—A mi habitación, debo guardar mis cosas, no he terminado desde que llegué.


—¿Qué c-cosas? —En Sehun ha nacido un poco de miedo de tan solo pensar en perderlo, de tan solo saber que un día, Luhan se irá; de pensar en que Luhan desaparezca hasta en sus sueños.


—No te preocupes, solo son cosas, ropa, zapatos. Si me necesitas, solo llámame, ¿está bien? —su dulce medialuna vuela en un suspiro acompañado de confidencia para decirle a Sehun que todo está bien, que él debe estar bien porque nunca se irá, y por ello Sehun debe confiar totalmente en él. Siempre lo hace, siempre se lo dice. A veces las palabras están de más, como ahora.


—Ok.


Hay mucha seguridad. Sehun confía tanto en Luhan, si no lo hiciera y dudara, se recriminaría por siempre, como esta vez.


Al verle salir, sabe que no le abandonará, no lo hará nunca.


Una mueca simultáneamente alegre y confundida se posa en sus labios, pero vuelve su vista a la ventana, donde se encuentra con su escritorio. Admira ensimismado el primer árbol de navidad dentro de su habitación, lleno de esferas y foquitos navideños en varios y brillantes colores. Es la primera vez que hay un adorno navideño en su casa, y le emociona ver que en su primera vez está en su recámara.


*


A cada momento se vira hacia su reloj, y le parece que éste no avanza como quisiera, desea tanto que la noche llegue ya, porque solo así las coloridas luces iluminarán mejor y Luhan y él podrán disfrutar de las iridiscencias formándose en las paredes y en sus cuerpos también. Ambos recostados sobres sus acojinadas almohadas dentro de edredones del más suave terciopelo, un poco de alimentos achocolatados, calientitos, deliciosos. Y, por qué no, pensar también en besos, en abrazos, en suspiros sobre su oreja y en secretos.


Pero el sol aún brilla y el panorama blanco todavía se ve claramente.


Golpea una esfera con el índice, al hacerlo una pequeña melodía cristalina tintinea en sus oídos; es divertido, piensa mientras vuelve a golpearla sin cuidado alguno. La golpea otra vez y no se cansa ni se aburre, al contrario le esboza sonrisas en cada melodía. La fuerza con la que las golpea va en aumento, un poco más. Pero en una de tantas veces, el golpe es más fuerte de lo que no quería, haciéndola caer en un tiempo efímero. Contempla estupefacto cómo está rompiéndose en menos de un segundo, los vidrios se dispersan por todo rededor cerca de sus zapatos. Sehun se siente estúpido, porque sí, ese árbol Luhan se lo compró, también lo colocó sobre su escritorio y lo adornó; su novio se esmeró tanto en ello, en hacerlo feliz. Sehun vio el resplandor en su pareja, una felicidad absoluta por dar su primer regalo en su noviazgo, el primero de su iniciada relación romántica y hasta formal. Sehun también quiere darle algo, pero su regalo aún no está terminado. Y parece que lo primero que deberá de dar es una disculpa por su absurdo descuido.


—¡T-Tonto! ¡Tonto Sehun! —repetidamente se pega la cabeza con sus manos.


Un suspiro sale, y resignado coloca los fragmentos en el bote de basura. Decide entonces, esperar la noche, esperar a Luhan, solo esperar. Y a pesar de querer parecer tranquilo, no deja de mirar el cesto, en donde cada fragmento cristalino no le deja de atormentar con un llamado lamentoso, culpándolo.


“Hyung se dará cuenta de que una esfera falta…”


*


Ha llegado la noche, serena, tranquila, fría… muy cálida. Dos jóvenes beben té azucarado con miel de abeja, ¡qué delicioso! Las galletas con chispas de chocolate ya se han acabado; Luhan se comió la última galleta y Sehun se enojó un poco-mucho. Sus berrinches fueron tan tiernos, piensa el mayor“¡Hyung, era mía!, Hyung es malo”, por lo que Luhan decidió pintar su rostro de besos, sin un lugar que no fuese plagado de sus labios, todo completamente lleno. El menor no tardó en perdonarle. Tal vez Luhan hubiera seguido resentido, solo tal vez, porque Sehun puede hacerle cambiar; porque en realidad ya le ha cambiado radicalmente. Sehun carga el perdón, Luhan lo puede leer en su mirada. Además a Sehun le gustan sus labios y él se aprovecha de ello. Le gusta cuando le besa, le susurra al oído, cuando le dice cosas bonitas para cargar su día entero de alegría, e incluso le gustan cuando están en silencio, sin decir siquiera una sílaba. Sehun los ama por muchos motivos. Los adora porque son tan buenos con él—diferentes a los de su padre o madre, esos labios le lastiman, y ellos no se han podido percatar del veneno hacia su primogénito.


Una canción suena en el exterior y ellos la disfrutan porque es de amor—similar al suyo; letras acerca de  una pareja luchando contra el destino cruel, y finalmente quedándose por siempre juntos.


Ambos se acorrucan mejor en la cama, en pijama, con los pies enredados, con frazadas calientitas y suavecitas. Gozan de las luces en tonos brillantes alumbrando cada rincón de la habitación, y solo algunas melodías navideñas perpetran el interior, son tintineos extremadamente apacibles.


—¡S-se ve li-lindo! —exclama Sehun, abrazado de Luhan.


—¿Qué? Antes habías dicho que yo era más lindo —clama indignado, intentando quitárselo de encima—, ¡m-me mentiste! —juega.


La dramatización preocupa a Sehun, y éste, recordando la manera de curar los enojos, le pinta también la cara de besos. Sus labios caminan paso a pasito por ambas mejillas, por la frente, punta de la nariz, y cuando ya le ha besado prácticamente en todo el rostro, Sehun decide viajar más allá. Le toma las mejillas y, mirando aquellos almendrados ojos irradiando coloridos fulgores, a apenas 5 centímetros de separación, comienza a descender lentamente. Sus labios dejan sensualmente estelas por las comisuras ajenas. Luego desciende otro centímetro hasta llegar a la barbilla y allí, vuelve a esparcir roces inundados de algo más que amor; Sehun no lo entiende, no es capaz de pensar en este momento por qué lo hace. Y vuelve a descender, permaneciendo sobre el cuello albino, depositando más besos, y sin darse cuenta, sin raciocinio en su mente, esos besos desaparecen, se transforman. Abre los labios y lame, sorbe cuanto más puede tomar, y cuando el aire falta, respira sobre él, jadeante.


El cuerpo de Luhan comienza a actuar irremediablemente con ese Sehun más extrovertido y mucho menos inhibido. La respiración caliente sobre su piel le hace bien a todos sus sentidos, sus orejas escuchan esos besos como a aquellas melodías de cristal, y la lengua caliente recorriendo su cuello le hace pedir más, y más. Y el ambiente cambia a uno impregnado en fantasías cercano al deseo que le hace a Luhan estremecerse románticamente y carnalmente. Es diferente, no es cargada de lujuria que otros en su vida le hicieron sentir. Como esa vez, a sus 18 años, Luhan fue solo un pleno objeto placentero, objeto que solo servía para borrar un mal día. No le amaban, y aunque Luhan le quería, esos sentimientos no fueron más allá del querer.


Sehun le hace sentirse así, se pregunta si es el aura que el menor carga, una de índole naturalmente inocente pero que le ama con ternura y pasión.


Cuando los labios de su menor se detienen por un momento, Luhan le toma el rostro para obligarle a verle. Sehun desvía su mirada avergonzado, apenado por comportarse según él, desenvueltamente con Luhan, porque pese a ser su pareja, teme al reconocer su inexperiencia por demostrar afecto y esto rescinda en rechazo o burlas.


—Se-Sehun…


El menor se sobresalta al escucharle. Debió ser más tímido, como siempre suele ser, y contener los deseos que siente en su mayor.


Ha-hazlo otra vez…


Ambos corazones laten, Sehun puede oír los latidos en el pecho de Luhan, está tan acelerado, bombeando tan fuertemente, que incluso cree que el corazón de su hyung podría salirse de su lugar.


Con sus manos le toma delicadamente los cabellos y lo atrae. La pasión se deja llevar por el amor, esa es la única razón por la cual, Sehun vuelve a llenarle de besos, de caricias, usando su sentido del gusto y probar más la exquisitez de su mayor. Al principio los miedos le invaden, los nervios y las dudas también le quieren detener; pero Luhan, sus sonrisas y palabras entrecortadas derriten cada pizca de temor en deseo benigno, de aquel que quiere tener y llevarse hasta el último suspiro. Se recuesta ahora, llevando a Sehun consigo. Sus manos toman vida y, traviesas terminan bajo el pijama de Luhan, acariciándolo a intervalos lentos y rápidos; su espalda es tan suave, y pese a esa textura, delira inestablemente. Sehun imagina con ojos cerrados cómo es el cuerpo entero de Luhan, cómo sería tocarlo enteramente, tocarlo usando otras partes de su cuerpo mientras éste respira como lo hace en este momento; ligeramente parecido a esa película que un día vio en compañía de Luhan, y éste se había acalorado sin, tan siquiera, ser tocado. Como si un tipo de magia le hubiese caído. Sehun quiere tener ese tipo de magia y tocarlo sin final, sentir cada inmanencia y le lleve más allá de ese lugar abstracto llamado paraíso. Pero por ahora, solo se conforma con besarle con desenfreno, y hasta un poco de lascivia le escolta al probar y humedecer el cuello, al conocer y probar la boca de Luhan, tan dulce y adictiva; tan él, tan Luhan. Porque Sehun es feliz con ello, muy feliz.


Y así continúan los siguientes minutos, Luhan debajo de su  menor, tomándole de los hombros, jadeando con las manos de Sehun jugando en su piel, buscando más acercamiento del que ya no se puede, deseando más, deseándolo a él, a Sehun, a sus manos, sus labios, y cuerpo entero. Besándole cuando puede y Sehun deteniéndose a momentos a mirarle y apreciar nuevos rasgos en su enfermero, que intuye, se volverán su perdición.


—Ah…Se-Sehun…


Y se besan, tan solo se besan apasionadamente; olvidando en dar esos besos delicados y robados infantilmente, esos besos que por ahora son solo una caricia borrosa y reminiscencias inofensivas. Ahora son únicamente besos sin pausa alguna, ardientes, delirantes. Para culminar ese día entre suspiros agitados, con la piel un poco húmeda, y con dos jóvenes llenando un poco más de confianza su amor.


*


Quien primero despierta en lunes por la mañana, es Sehun. Con las yemas de sus dedos delinea unos labios levemente hinchados, de un rosa más fuerte, se sorprende por el aspecto de éstos ¿él los dejó así? Deja escapar una carcajada tenue en medio de pupilas condescendientes, apenas un sutil murmullo, porque no quiere despertar a Luhan; es hermoso durmiendo, es como un ángel, el ángel que Sehun siempre deseó tener a su lado.


—¿Hyung…? —pregunta afablemente sin dejar de apreciarle.


La persona a su lado se estremece con la voz entrando a su oído derecho, sin ganas de querer despertar, o más bien, de abrir los ojos. No es que esté cansado, o algo parecido, Luhan ya había despertado hace 1 hora para salir del cuarto de su paciente, pues los padres de Sehun vendrían esta mañana. Por suerte, escuchó en boca de la nana, ellos llegarían por la noche. Por eso, prefirió dormirse con él hasta más del amanecer.


Luhannie…


Ahora no quiere levantar sus párpados, la vergüenza es quien le invade también. Desea evitar a toda costa la mirada brillante de Sehun. Como si fuese un victimario frente a su víctima; porque así es como Luhan se siente ahora, como un asesino que quiere más. Debió comportarse debidamente…


—¿L-Luhan-hyung? —le remueve más preocupado.


Abre los ojos aterrado al ver las manos de Sehun frente a él, bailándole con emoción.


—¿Sehun, qué te pasó? —exclama tomando las manos y atrayéndolas hacia sí, angustiado todavía más.


No le responden, hay un irrefutable rostro de culpabilidad; no obstante, Sehun ha aprendido a no esquivar su mirada, ha aprendido también, a enfrentar a Luhan cuando éste le cuestiona preocupado. No lo quiere decir, pero a Sehun le fascina cuando se preocupa demasiado por él, porque por lo regular siempre le demuestran indiferencia, negligencia y desatención, palabras fantasmas y acciones quiméricas forman parte de su vida—ahora eso está atrás, lo agradece cada alba.


—¿Qué pasó en tus manos? ¿Qué hiciste? ¿Te-te cortaste? —Luhan podría entender esos cortes en Sehun, quizá la soledad lo obligó a hacerlo, la depresión de un chico abandonado indirectamente por su familia le ha hecho actuar de esta errónea manera —¿Tú… te cortas?


—No…yo…r-rompí una es-esfera p-por estar jugando.


Su mueca muestra confusión, ¿qué tiene que ver unas manos rasgadas por jugar con una esfera de cristal? Luhan también ha jugado, y jamás, al jugar con ellas, le han dejado las manos heridas.


—Mira tus manos, están muy lastimadas.


—I-Intenté unir c-cada cristal, p-pero soy t-torpe, y me co-corté…


—¡Oh, eso fue!


Suspira aliviado, al parecer Sehun es mucho más fuerte de lo imaginado. Acaricia ambas mejilla sonriéndole confortado por haber pensado mal de su chico.


—¿Quisiste reparar una esfera destrozada en mil pedazos?


Asiente apenado.


—Yo qu-quiero c-cuidar el rega-lo de hyung.


—Pudo ser peligroso —Sehun le mira atónito—. Sehun, ninguna cosa u objeto es más importante que tú o una persona, una vida. Si, por ejemplo, esta casa se incendia, ósea que hay mucho fuego por dentro y empieza a quemar absolutamente todo, ¿qué salvarías o a quién, el árbol de navidad o a tus padres durmiendo plácidamente?


—A hyung —responde firme, con una sonrisa más que solo enamorada, traviesamente astuta.


—Bueno, de casualidad ese día yo no estoy, fui de compras, ¿tú salvarías a…?


—Mi árbol.


—Sehun, esto es algo serio…


—E-Ellos n-no me salvarían… no t-tengo por qué s-salvarlos.


Siente un poco de pena por la respuesta del menor, quizá quiera entenderle, pero no puede, o probablemente sí. Su cabeza ahora es un caos, porque el resquemor de Sehun es un poco justificable; y de hecho, quién tiene que esforzarse por ganarse el aprecio y cariño, son los padres. Sehun es solo un alma vacía de amor fraternal.


—Vamos a desayunar, primero voy por la caja de primeros auxilios —Luhan se levanta, va a su habitación e inmediatamente vuelve con una caja de la que extrae vendas, agua oxigenada y alcohol—, arderá un poco…


Hyung…


—¿Hm?


—E-era u-un chiste.


Alza el rostro, sin detenerse, topándose con un Sehun arrepentido. Sus ojos son definidos, una sombra nubla su vista y sus cejas caen, muy cerca de sus párpados, los labios le tiemblan como si quisiesen dejar salir sollozos.


—¿Un chiste?


—Hm —afirma, cada gesto es amable, dejando ir aquello llamado resentimiento—, s-salvaría a m-mis p-padres.


Luhan le cree, el corazón de Sehun es bondadoso, y sabe que el menor siempre ha intentado ubicar sus sentimientos negativos en la lejanía, procurando siempre tener escondido todo el rencor y odio hacia las personas que le trajeron al mundo. Sehun es perdón, es piedad, es parte de su hermosa personalidad. Le hace muy bien estar con él, no está mintiendo, no tendría por qué.


—¿C-Crees que me qu-quieran?


—Sí —pero sinceramente Luhan no sabe qué decir; es más bien un deseo puro de no estar mintiéndole, de ubicar sus palabras en el acierto, porque sabe muy bien que le quieren, le aman; sin embargo, no saben demostrarlo, no saben en absoluto y ello hace crecer inseguridades—. ¿Cómo no podrían quererte cuando yo te amo tanto?


—Dilo o-otra vez —su rostro baja hasta un Luhan ocupado por aliviarle cada corte. Es suave, desliza sus dedos por sobre la heridas, y cuando ha terminado, el enfermero entrelaza sus manos con las otras.


Te amo —Sincero, honesto, verdadero.


 Luhan le ama tanto, y se lo demostrará siempre en palabras, en acciones, gestos, en todo.

Notas finales:

Los veo en la parte 7!!

-Cualquier comentarios siempre bienvenido, y muchas a gracias a los atnteriores!! los adoroo!!!-


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