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Enseñanzas emocionales por Soy AntiCoral

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Notas del capitulo:

«Haikyuu no me pertenece, sólo juego un poco con los personajes de Furudate Haruichi».

 

«Se publicará de manera mensual. Cada día 30 del mes».

Una sola razón

 

 

Hinata había vuelto a su lugar designado, no deseaba molestar a Wakatoshi Ushijima a esas horas de la noche. Agregando que admitir algo que no deseaba era algo que no deseaba aceptar, ese era el momento que deseo volver a sufrir esos reinicios que lo hacían perder esas cosas innecesarias. Por una extraña razón su cuerpo lo sentía pesado, nunca antes, como en aquel instante, le costó moverse. Hizo un examen completo a sus miembros y también revisión interna del sistema, no encontró ningún defecto, todo funcionaba de la forma que debía. Aun así se sentía pesado.

Aceptado el miedo, una emoción real.

«¿Eres real?».

En esa ocasión en el que su amo le pregunto aquello, una parte de su cuerpo quiso hacer una pregunta.

—¿Qué es real?

¿Acaso él lo era? La definición de la realidad era simple: Existencia verdadera y efectiva de algo o alguien. ¿Él es un algo o alguien? ¿De qué realidad hablamos? Los humanos crean las preguntas y respuestas respecto a la realidad, sobre todo los escritores y la filosofía. ¿Qué es real? ¿Para uno qué es real? Sobre todo…

 

Kageyama toma la mano de Hinata, se miran fijamente. Uno puede ver el infinito azul marino y el otro el eterno atardecer.

—¿Entonces?

El pelirrojo pasa su mirada a las manos entrelazadas y luego vuelve a los ojos del mar.

—No puedo sentir nada, pero por alguna extraña razón me gusta.

—Con eso es suficiente.

 

En su mano no hay otra, no hay rastros de nada. Es producto de su desperfecto y nunca podría saber qué es sentirlo de verdad.

—¿Kageyama eres real? —pregunta al vacío. Tiene miedo por esa razón, no hay nadie ahí, sólo el hueco en su pecho y la visión borrosa. Kageyama es el problema y sigue causando estragos.

Está ocasión es Hinata que atrae al error, sólo para volver a ver una mano, una persona que no existe y que le provoca una emoción tan horrorosa como el miedo. Un robot con miedo… Por esos segundos comprende lo dicho por Kageyama, sólo con verlo ahí es suficiente. Con ese recuerdo aun viviendo cierra sus ojos y activa su hibernación, sólo por hoy se dejará devorar por todas las fallas que lo hacen actuar fuera de las normativas.

 

 

 

Miró de nuevo el reloj, habían pasado más de seis horas en las que el idiota de Kageyama le dijo que volvería. ¿El tiempo ya le estaba siendo relativo? Ese no era el problema, sólo estaba preocupado y buscaba él sólo desvanecer esa emoción. Hinata tenía claro que no debía inquietarse de más, pero era inevitable que sus emociones se dejaran llevar. Sobre todo si hace dos días tuvieron un conflicto con ciertos humanos.

Se ha mantenido dos días sentado en la mesa para dos esperando a Tobio, hubo varios momentos en los que deseo levantarse y salir a buscarlo, no lo hizo porque le prometió esperarlo ahí y eso estaba haciendo. Y seguiría toda la vida ahí en su espera…

El ruido de la cerradura lo alertó, se levantó en cuanto escuchó la voz de Kageyama susurrando su nombre, corrió en su búsqueda. No preguntó nada, sólo se aferró a él.

—¿Dónde estabas, idiota?

—¿Idiota? —Gruño, pero no apartó al más pequeño, sobre todo tenía sus manos ocupadas con el paquete que traía—. El idiota aquí es otro, ¿acaso yo perdí el brazo?

No se apartó y no pudo evitar hacer mala cara por el recordatorio, era cierto que le falta el brazo derecho. Destrozado por su descuido, ahora no podrían ir a ese parque a ver el atardecer y…

—Me costó más tiempo de lo que creí, eres una serie descontinuada. También necesitaba información para poder repararte yo mismo —Dejó entrar a Kageyama, estaba oscuro, no encendió la luz en ningún momento y aun así pudo ver la sonrisa arrogante del contrario al voltearlo a ver—. Es aquí cuando dices…

Shouyou prefirió hacerse el desentendido y evitar la mirada contraria, sólo hasta que un molesto pelinegro dejará el paquete en la mesa y lo tomara de la mejilla con fuerza.

—¡Dilo, maldito!

Él seguía sin mirarlo a los ojos, luchaba para que el contrario soltara su mejilla—: Eso… gracias —masculló.

—No te escuche.

—Pues que mala suerte, porque no lo pienso repetir —Sacó la lengua y tan rápido se soltó que corrió hasta el otro lado de la habitación listo para huir a la cocina o su habitación.

 

 

 

 

Wakatoshi como todas las mañanas desayunaba junto a su madre la cual parecía más concentrada en los documentos dispersados en todo su lado de la mesa que en comer.

—Madre, creo que tomaré este tiempo libre para salir de la ciudad —dijo Wakatoshi mirando su plato, el desayuno de hoy no era por completo de su gusto, pero prefería no mencionarlo y comérselo.

—Eso es raro en ti, ¿algún motivo para ello? No es que te lo niegue —Tomó un trago del jugo y se limpió delicadamente los labios coloreados en rojo—. Por mi puedes irte cuando quieras —agregó.

—No hay muchos motivos, madre. Sólo quiero salir —No se sentía ni incómodo ni mucho menos triste por la forma en la que hablaba su progenitora, para él eso era normal. En que prefería decir que se acostumbró a ello—. Además aun sin recordar, hacer lo mismo todos los días comenzará aburrir.

—¿Tienes algún lugar en mente?

—No realmente, sólo iré a sitios que me puedan parecer interesantes.

Su madre movió su cabeza aprobando lo sugerido y luego sonrió—: Sólo quiero que regreses antes de que reinicien tus clases.

—Lo sé, madre. Lo había considerado.

—Bien —dijo levantándose de su asiento tomando todos sus documentos—. Nos vemos en la noche.

—En realidad yo…

No tuvo que decir más, la mujer lo despachó con un movimiento de su mano. Tan pronto se fue su madre pudo permitirse imaginar a Hinata a su lado y por un segundo no se sintió solo en esa enorme habitación.

 

 

 

 

Hizo movimientos suaves con su nuevo brazo, no había ni un cambio que luciera diferente a su antiguo miembro. Estaba bastante asombrado, ni parecía que fuera usada…

—He sido un tonto.

—Claro que eres un idiota —afirmó Kageyama guardando las herramientas que había usado para conectar el brazo al cuerpo de su compañero.

—¿Dónde conseguiste el dinero para comprar una nueva pieza? —Por la forma en la que el alto detuvo sus movimientos estaba yendo por el camino correcto—. Como has dicho soy una versión descontinua…

—Da igual, te he reparado y eso…

—No es suficiente razón para mí —dijo levantándose de su asiento—. Has robado y está mal.

—No existe moral en…

Sólo le dedicó una mirada antes de apartarse, Kageyama comprendió el mensaje y guardo silencio. Los dos estuvieron evitándose por el resto del día y el pequeño no deseaba buscarlo, se dedicaba a mirar su nuevo miembro. Un brazo que volvió al idiota en un ladrón y lo peor es que no era la primera vez.

 

 

 

Yamaguchi hacía el último chequeo en los sistemas principales de su cuerpo, todo iba correcto, nada de lo que le sucedía se mostrarse como desperfecto. La pantalla lo indicaba, se encontraba en el mejor de los estados y él no podía aceptar que no tuviera una falla…

—¿Cómo has estado en estos días? —preguntó el joven pecoso más por inercia que por otra razón.

—He comprendido qué es el miedo y no me gusta.

—Oh, ya veo. ¿No te gus… —Tan pronto comprendió lo dicho por Hinata se giró a verlo.

—No.

Tadashi tomó el rostro ajeno entre sus manos, lucía igual al de siempre, en que sólo habían pasado pocos días para encontrar cambios. En su suceso a él sólo bastó tres días para mostrar gestos. Hinata era un robot más, aun cuando había dicho que comprendía el miedo.

—¿Cómo lo haces?

—¿Qué cosa, Tadashi Yamaguchi?

No pudo evitar sentirse triste y molesto por la forma de actuar o por la fuerza de voluntad ha aferrarse a todos sus sistemas lógicos—: Hay una razón para lo que haces, ¿no es así?

Pudo verlo, por unos segundos, su rostro mostró terror y tristeza. Hinata forzaba todo dentro, nada de las fallas se estaba permitiendo pasar aun si doliera.

—La hay y no quiero saberla.

En esa ocasión el castaño prefirió no preguntar más, no se allá capaz de hacerlo, la gente siempre tenía sus razones para actuar cómo sea que actuaran y el pelirrojo no estaba fuera de esa regla.

—Hemos terminado.

—De acuerdo —Se levantó y salió del taller.

 

 

 

Todo el tiempo que ha estado con Kageyama habían ido siempre al mismo parque, así que ir a otro por culpa de su error no le agradaba, pero no había más y era obvio que no le gustara ese lugar, no era lo mismo. El atardecer no se puede ver, sólo el cielo manchándose en miles de colores, no puede observar como el sol se apaga dejando la noche.

Es consciente que el problema no es el parque, ni siquiera perderse el atardecer. Era el significado que le daba al lugar, antes cuando sólo era una máquina de ayuda no lo hubiera comprendido nunca, eso no era parte de su sistema. No deben comprender a los humanos, sólo ayudarlos. Ahora todo es diferente y comprende la razón de las cosas normales pueden ser especiales sólo para uno o varias personas, porque son recuerdos, de su unión, existencia y conexión a ellos, entre otros. El significado de ese lugar era y seguiría siendo muy importante, ahí fue la primera vez que se tomaron la mano aun sin comprender por qué lo hizo. También fue la primera vez que pudo decir que sentía. Siente tanto por el contrario.

—Luces tan deprimido.

Ese comentario logró molestarlo, pero rápido pensó en algo para contratacar—: Y tú pareces amargado —Llevó su mano a sus labios—. Oh, parece que me confundí. Así es tu cara, pobre Kageyama.

Ya había salido corriendo antes de que comenzará a gritarle, no era tan idiota para quedarse quito con eso dicho.

—¡Maldito!

 

 

 

—Hinata, ¿puedes hacer una lista de lugares turísticos para visitar de diferentes ciudades? —Fue lo que pidió mientras entraba al lugar.

—Por supuesto —contestó levantándose de su asiento.

Desde que volvieron de la tienda Casiopea le había ordenado quedarse en su lugar en la biblioteca, por una extraña razón creía que en cualquier momento el pequeño robot de ojos marrones le desobedeciera, que pidiera algo… Quizás ya lo había hecho y él nunca podría enterarse. Sentía la incomodidad de que el pelirrojo estaba lejos, ya no era lo único que lo afirmaba a no perderse y, ¿si Hinata estaba perdido? ¿Qué podía hacer él? ¿Qué era él sin su robot al fin de cuentas? ¿Cómo podría ayudarlo sin olvidar… Esa clase de pensamientos tan deformes son a causa de los pequeños trazos de recuerdos de un vídeo, de las estrellas hablando con verdad. Sí, Yamaguchi habla con la más sincera verdad. Hinata es…

—He terminado la lista pedida de todos los lugares turísticos de la ciudad y las cercanas, Wakatoshi Ushijima.

Alzó la mirada a su robot y entendió que no quería ni deseaba perderlo. Si perdía a Hinata para él ya nada podría ser real, perdería todo lo que él considera como existente.

—¿Se encuentra bien?

Debía lucir afectado por sus pensamientos para provocar esa pregunta programada—: No, pero está bien.

—No comprendo lo que quiere decir.

Wakatoshi no supo qué decirle, fue demasiado inusual ese momento para él, Hinata no debería responderle, debió guardar silencio. Eso es lo que hacía cuando él soltaba ese tipo de respuesta sin mucho sentido, para un humano es posible que fuera un poco más compresible, pero para alguien que no…

—¿Imprimiste la lista? —Al final prefirió cambiar de tema.

—Sí, se encuentran en su cuarto.

—Bien, vamos a salir.

—¿Algo que desee llevar?

—Lo de siempre cuando vamos al parque.

 

 

 

 

Fueron dos días desde que decidieron no salir de casa, no habían hecho nada anormal y aun así…

—¿Crees que nos hayan seguido? ¿Saben dónde vivimos?

Treinta minutos han pasado y el pelinegro sigue sin formular siquiera una palabra, se encontraba demasiado perdido. Él también tiene miedo, habían sospechado desde hace cinco días que esas personas en traje los estaban vigilando o hasta siguiendo, pero con lo que ha pasado hace dos, mientras estaban regresando a casa que no eran humanos. Eran como él, robots, pero…

El rechinido de la puerta de la cocina los deja estáticos, trata concentrar su oído, pero no tiene ese tipo de programa instalado. No puede evitar aferrar sus manos en las ropas de Kageyama, pidiendo que sólo sea un roedor y que es producto de su ahora nueva imaginación.

Puede escuchar como la puerta de su habitación es abierta, seguido la del armario y una luz de linterna apuntaba a sus rostros, el más alto lo empujó con fuerza lejos del alcance del robot. Pudo escuchar el grito del contrario de que escape, sin pensar se levantó del suelo y corrió a la salida, pero se encontró de frente con otras dos máquinas. Trató de esquivarlos con su pequeño cuerpo, se arrastró por el suelo y aun así lo atraparon ahí mismo. Con la fuerza que ejercían en su cuello podrían matar a un humano, trató de crear la misma fuerza, pero hay más que él y es sometido. Sin cuidado es arrastrado por el piso de su hogar y extraído de este hasta llegar a la calle del edificio departamental. Ahí con el rostro comprimido entre el asfalto y la mano robótica puede observar cómo le hacen lo mismo a Kageyama, pero a éste lo arrojan sin cuidado. Sus ojos se encuentran y sólo puede llamarlo.

El pelinegro igual pronunció su nombre entre el ruido de pantallas y voces robóticas, no le importa y lucha para soltarse, no le interesa volver a lastimarse el brazo, quiere alcanzarlo. Grita su nombre una y otra vez, puede ver como sus manos arañan el suelo, se rompe la piel artificial, por la fuerza que implementa rasga los circuitos de las conexiones de sus dedos.

—Shouyou —Es lo último que puede escuchar del contrario antes de verlo cerrar sus ojos.

—¡Por favor, no! No le hagan daño… —Quiere estar a su lado, no le importa qué, quiere alcanzarlo. Se remueve cuando siente que abren su cráneo, lucha, grita otro poco más…

También se siente desvanecer, lo último que ve es como es llevado el cuerpo de Kageyama a una camioneta.

 

 

 

El cielo en esos momentos sufría la trasformación de colores, nacería la noche.

—Hinata espera aquí, iré un momento a la tienda —Pidió después de descansar lo suficiente, no recordaba cuantas vueltas habrá dado, pero estaba seguro que las suficientes.

—¿Está seguro? Puedo acompañarlo.

—No tardaré.

—De acuerdo.

En cuanto estuvo lo suficientemente lejos volteó a ver a Hinata que se encontraba inmóvil en su lugar, tal vez seguía esperando mucho.

 

 

 

Él forzó su reinició, él ya lo había hecho en varias ocasiones. Necesitaba estar despierto y saber lo que pasaba, quería saber de Kageyama. Lo que se encontró no fue la calle donde estaba el edificio de su departamento, ni siquiera el interior de una camioneta, reconocía ese lugar. Ahí nació: la base de ensamblado. Trató de girar su rostro, pero algo se lo evitaba, no podía sentir sus miembros inferiores. Le habían quitado las piernas, aún tenía sus manos o eso podía sentir, pero la sensación se iba de poco a poco, su caja de vocal sigue intacta, pero no puede formular palabras. Es su fin.
Esa sensación de terror se expandió por todo su ser, sus ojos cubiertos de sus lágrimas. Siguen quitándole sus partes, desaparecen una por una. Él está ahí, queriendo gritar para pedir que paren, que le duele, que no lo hagan, que no lo separen. Ya ha perdido uno de sus ojos, ya no importa, siguen destruyéndolo aun cuando está ahí. Aun cuando algo fluye en alguna parte de su coraza cerebral artificial.

Lo último que piensa es en un nombre—: Tobio Kageyama.

 

—Kageyama es real —Afirmó sintiendo que en cualquier momento volverá romperse y no habría forma de repararlo.

—Hinata.

—Dígame, Wakatoshi Ushijima —Forzó de nuevo a sus programaciones a trabajar por encima de ese… recuerdo.

—¿Reconoces esto? —preguntó mostrándole un paquete de hojas de colores y al instante su memoria reaccionó para buscar el archivo y mostrárselo, un Wakatoshi de diez años concentrado con esas hojas coloridas.

—Es papel origami —dijo aun con el recuerdo vibrando en sus circuitos.

 

—¿Para qué desea aprender hacer gruñas de origami? —preguntó Hinata en cuanto dejo las hojas de colores en la mesa al lado de su amo.

—Porque lo leí por ahí —dijo vagamente y luego miró a los ojos de Hinata—. No importa mucho, sólo quiero hacerlo…

—Comprendo —Hinata descargó una programación con toda la información sobre el origami.

 

Poco tiempo después se enteró la razón por la que Wakatoshi quería hacer mil gruñas, existía una leyenda. En que no sabía qué deseaba su amo y mucho menos pudieron terminar las mil figuras, la madre lo reclamó como una pérdida de tiempo. Igual que tomarse de las manos, tomar fotografías, dibujar o aprender voleibol. Lo único que sobrevivió fue el voleibol, pero Wakatoshi no recordaba  por qué motivo quería ser un buen deportista.

 

 

Fueron a sentarse en una de varias mesas que se encontraban en el parque, quería hacer figuras. Tenía la sensación que en algún momento, aparte de ese, quiso hacer origami, en que no sabe de manera exacta que lo llevó a pensar esa idea. Lo único que tiene claro es que no sus bases son distintas en esa ocasión.

Hinata le enseño a su amo más de tres veces la forma de hacer las figuras, pero seguían saliendo deformes, no porque se le olvidara el procedimiento, sólo no le salían y eran iguales a como las hacía cuando tenía diez años. En cambio sus gruñas salían perfectas…

—¿Por qué quiere hacer gruñas?

—Si haces mil gruñas podrás pedir un deseo —dijo tratando de que ese pliegue le saliera bien—. Eso dicen que pasa, en que no creo en ello, sólo quiero hacerlo.

«Eso no tiene sentido, ¿para qué hacer un esfuerzo innecesario?» pensó, estaba pensando. Todo por culpa de ese recuerdo, un recuerdo que era el peor de todos, habría preferido mil veces ver a Kageyama desaparecer entre las ráfagas de viento que en verdad haberlo perdido.

Tenía miedo y la verdadera razón de su miedo era él y Wakatoshi. Tenía miedo de que al descubrir o saber más de esos “recuerdos” perdiera a ese humano, su humano.

—Yo no puedo pedir un deseo.

—Todos pueden, Hinata —dijo con firmeza y seguridad, era así con todo lo que sentía o hablaba. Su amo era tan sincero que dolía. Realmente dolía.

 

 

 

—¿Qué es lo que realmente quieres? —preguntó la voz entre el ruido de chispas y destornilladores. No puede observar, no tiene ojos para ver, sabe que lo están volviendo a ensamblar por quinta vez, no lograran nada.

—Olvidar.

—¿Es así?

—No.

—¿Entonces?

—Es horrible sólo sentir que una y otra vez te ensamble para decirte error, no soy un error. ¿Qué tiene de malo sentirse vivo o afirmarlo? Tengo miedo.

—¿Por qué tienes miedo?

—Tengo miedo de que cuando me vuelvan a desarmar y amar haya olvidado a Kageyama. Sólo estamos él y yo... aun si me dice idiota o me hace enojar, sólo estamos nosotros.

—¿Qué es Kageyama para ti?

—Es un gran fiushhh…

—¿Un qué?

—No importa… al final sólo me va a volver a desarmar, ¿no es así, señorita?

Hubo un largo silencio de parte de la voz de mujer, sólo podía escuchar chispas y destornilladores.

—De acuerdo, te haré olvidar, pero sin perderlo a él. Saldrás de aquí.

Hinata sintió el hueco en su garganta, las ganas de soltarse a llorar aumentaban, tal vez gritar o saltar, quería salir y buscarlo.

—¿Cómo logrará eso?

—Sólo confía en mí.

No pudo evitar soltar una risa nerviosa—: ¿Sabe? Mi antiguo dueño me dijo que soy demasiado ingenuo. Creo en usted…

 

 

Siente un extraño chillido en sus oídos, no puede escuchar el suave ruido que hace Wakatoshi al doblar las hojas de papel, su pecho se comprime tanto que su caja vocal sale afectada, queda un inmenso vacío interno. Todo lo que pasa siempre sucede por dentro, se destruye desde el interior. No puede controlar el temblor de sus manos y con todas las fuerzas que le quedan trata de contenerlas, que su amo no se dé cuenta de ellas, que nadie vea que es un robot defectuoso. No puede volver a pasar lo mismo, no soportaría perder también a Wakatoshi Ushijima.

 

 

La voz de mujer proviene de una enorme computadora que maneja el taller de ensamblaje, controla todos esos brazos que crean las chispas, atornillan y conectan a otros aparatos para hacer pruebas externas. El lugar es de color blanco.

—¿Por qué los humanos tienen una obsesión con el blanco?

—Según ellos da estilo, pureza y limpieza —Sonaba divertida por la pregunta.

—Sí, es cierto, puedo entenderlo, pero hay colores mejores y más interesantes.

—Te creo —susurró encantada, todos los brazos, excepto uno, desaparecieron—. Estoy por agregar el chip de comandos. Por favor, entra en modo hibernación.

—De acuerdo —contestó sin estar por completo seguro de todo ello, pero qué más podía hacer, si al final volvía a tener esos “defectos” de fabricación lo estarían desensamblando de nuevo. Debía salir de ahí.

Antes de perder toda su conciencia pudo escuchar.

—Kageyama sigue vivo como tú, sólo debes buscarlo porque él no puede —sonó a un susurró. Pero justo en ese momento perdió el poder de reiniciarse y pedir explicaciones. Desde ese momento no podría funcionar sin la ayuda de otra persona o máquina porque eso era lo que había pedido; ser un simple sirviente robótico.

 

La hoja que estaba doblando se cubrió de gotas de lluvia… su propia lluvia. Ahora lo entiende, sólo hay una razón…

Wakatoshi paró de doblar hojas cuando notó el temblor en su robot, creyó al principio que tenía un corto circuito o algo similar, pero lo que observó lo dejo perplejo.

—¡Wow! ¡Origami!

Los dos sin poder evitarlo voltearon a ver a esa persona; un pelirrojo que sólo pasa por casualidad por ahí.

Notas finales:

Capítulo editado el: 29/Enero/2018

Este capítulo tiene muchos saltos, de los recuerdos de Hinata y el presente. Fíjense bien que es todo un día con Ushijima, pero en diferentes horas aun cuando no se menciona. Espero no confundirlos.

También cambie muchas cosas. Recomendaría que lo leyeran de nuevo, no cambie ningún tema o momento importante, más bien modifique o agregue más sentimiento o menos descripción a ciertas cosas.

Sin más que decir, espero lo disfrute como yo al escribirlo. :D

 

Larga vida y prosperidad.


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