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Enseñanzas emocionales por Soy AntiCoral

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Notas del capitulo:

 

«Haikyuu no me pertenece, sólo juego un poco con los personajes de Furudate Haruichi».

 

«Se publicará de manera mensual. Cada día 30 del mes».

Primer avance

 

Wakatoshi Ushijima era un joven con sólo veintidós años, bastante reservado y de pocas palabras, un joven que se la ha pasado la mayoría del tiempo en las paredes de su enorme mansión, no porque sus familiares le prohibieran estar fuera, en realidad para ellos sería grato verlo salir mucho más de lo que ya lo hacía. Él puedo sobresalir de manera aceptable en diversas actividades que practica, muchos al verlo ser un buen jugador en el voleibol tanto en su tiempo de secundaria, preparatoria y universidad dirían que es alguien con un futuro.

Lo máximo que tiene de futuro es “hoy”.

 

 

 

—¿Tengo alguna cita?

—No tiene planes, Wakatoshi Ushijima. ¿Algo que quiera hacer o quiere que busque algo para hacer? —preguntó.

—No, está bien así —contestó sin apartar la vista de uno de sus diarios, necesitaba estar al tanto aun si tuviera que volver a leer o escucharlo. En este encontró una descripción bastante llamativa.

—Hoy tiene el día libre…

—Lo sé, quiero ir al parque —dijo cerrando su diario, ya le prestaría la debida atención en otro momento. Miró al pequeño, el pelirrojo a su lado no había dado alguna mención al respecto y si no lo hizo era porque no era necesario.

—Comprendo, alistaré las cosas para hoy.

Wakatoshi asintió y dejó que su robot saliera de su habitación.

 

 

 

—Wakatoshi Ushijima, hoy luce muy extraño, ¿se siente mal? —preguntó, mientras se sentaba en la banca que había escogido su amo.

Observa al robot y por un segundo un recuerdo fugaz pasa por su cabeza, es del pelirrojo y… Aun cuando ese recuerdo le hace saber que es su robot le sigue pareciendo irreal ya que mostraba expresiones faciales. Tal vez fue un sueño, pero si apenas es consciente de su edad y nombre; ¿Cómo puede recordar un sueño tan lucido como ese? Su propia mente, en muchos casos, es para él era un misterio.

«Si no es un sueño, la única solución es que haya pasado y más de…»

—Hinata.

—Sí, Wakatoshi Ushijima.

—¿Has tenido alguna falla en tu sistema que no me hayas mencionado?

Los ojos brillan buscando la información que le pidió, no comprendió por qué esperaba alguna reacción de parte de su robot.

—Mis analices indican que tuve cuatro reinicios del sistema en poco tiempo.

—¿Reinicios?

—Sí, mi disco duro tiene por precaución dos copias de seguridad —explicó con la misma indiferencia cuando le relataba sus horarios—. Estos toman de base la segunda que es la que guarda en determinado lapsos de periodo y no constantemente como la principal. El último guardado es de la fecha veintiocho de septiembre, estos reinicios no afectan mi funcionamiento ¿Acaso le estoy fallando como ayuda?

—¿Dijiste cuatro?

—Así es.

Ahora podría estar un poco consciente de ese recuerdo, en que tampoco significa que importara mucho, si su robot se reiniciaba daba la posibilidad de que eso causaba un corte en el rostro. Al ser cuatro sucesos seguidos y si él estuvo presente en todos tenía sentido que le llegaran recuerdos fantasmas.

—¿Estoy causando problemas en algún punto de mi servicio, Wakatoshi Ushijima? —Volvió a preguntar—. Si lo desea puedo hacer una examinación más extensa, pero quisiera que primero este en casa.

—No es necesario.

Tal vez estaba tomándole demasiada importancia, Hinata lucía anormal y si no le había dicho de esos reinicios era porque no eran necesarios de mencionarse. Aun así ¿un robot por una pequeña falla podría expresar algo como lo que tenía grabado en su cabeza?

 

 

 

Por la sensación y su respiración está seguro que ha superado las veinte vueltas. Pasaba por la zona picnic del parque y en una de las varias mesas se encuentra un pelirrojo que lo siguió con la mirada, se percata también que está fumando.

«Luce muy joven para estar fumando» pensó.

 

 

 

Se acercaba a la zona donde se encontraba Hinata; en una banca debajo de un árbol con ramas bajas que lucen de manera natural como una gran sombrilla. Detuvo su andar al observar como su robot tenía alguna clase de tic; dado que parpadeaba demasiado rápido y su cabeza tenía un extraño movimiento para luego volvió a estar impasible.

 

 

 

¿Qué fue lo que le dijo su robot? Seguro era respecto sobre el tiempo que llevaba corriendo por el parque o tal vez la hora, ¿quería hacer algo después de esto…? Era probable, pero no seguro. Había un sujeto mirándolo desde la mesa de picnic más cercana, estaba fumando, mientras expulsaba el humo le sonrió, no entendía la razón de ese gesto así que siguió su trote ignorándolo.

 

 

 

—Hinata —dijo al estar ya a su lado.

—¿Desea algo, Wakatoshi Ushijima?

—¿Sucede algo?

—No entiendo la pregunta. Puede especificar en qué sentido quiere saber qué sucede algo: como el clima, su condición cardiaca o su…

—No importa —dijo al final sentándose al lado de su robot y tomando la toalla encima de la pequeña mochila, tal vez había visto mal.

—Wakatoshi Ushijima, me dijo que quería pasar antes de regresar a casa a la tienda Casiopea.

—Voy por agua, Hinata.

—Entendido.

Sólo deseaba separarse de su compañero porque a su mente llegaba el recuerdo de éste soltando lágrimas y gritando, todo provocado al verlo tener un extraño movimiento cabeza y aun así estando a su lado el pelirrojo actuaba con normalidad. Quizás sólo estaba tomándole importancia a ese suceso… Como siempre emergía esa sensación que no le agradaba, la sensación de estar olvidando hasta sus propias emociones.

 

 

Tan pronto llegó a uno de los expendedores pudo ver a dos sujetos hablando al lado de la otra máquina, no era de su interés.

—¿Es que estás sordo? Te lo he dicho ya, no soy el sujeto que buscas —dijo con fastidio, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta negra.

—Te-tengo… el dinero extra… que pedías, está exacto. Sólo… sólo dame lo que quiero —dijo tratando de controlar su voz para no gritar, inhalando y exhalando de manera singular, estaba sudando y se mordía en demasía el labio que ya lucia herido, pero la saliva que escurría desvanecía de manera rápida el hilo de sangre.

Wakatoshi no necesito escuchar más o siquiera ver de manera gráfica la situación, comprendió rápido que estaba en la típica escena de venta de drogas, sabe bien que no debe meterse en ese tipo de asunto, pero hasta él cree que vender ese tipo de cosas en un parque es una invitación a ser arrestados. En cuanto se vio envuelto en la mirada del pelirrojo supuso que a ninguno de los dos les interesaba el otro sujeto, más bien para él parecía bastante despreocupado aun cuando tenía a ese hombre nervioso y un tanto histérico a su lado.

—Y yo te he dicho…

No hubo tiempo de más, sólo pudo sentir todo el dolor producto del choque de su cabeza contra la máquina y su cuello siendo presionado con demencia.

«Comprobado por expertos. Un drogadicto aun cuando luce similar a un papel a punto de romperse tiene la fuerza suficiente para matar a un pobre transeúnte como yo» pensó el delgado hombre, mientras trataba de quitar las manos ajenas sobre su cuello. El sujeto lo oprimía con una fuerza desconocida, intento empujarlo, pero sólo volvió a ser azotado contra la máquina, se estaba mareando y no podía calcular los segundos que pudiera quedarle de conciencia.

«Eita, querías que nos viéramos y va ser más pronto de lo que yo había previsto…»

Una mancha entre la luz artificial y la oscuridad fue lo que observó antes de caer al suelo con sus pulmones tomando aire salvajemente, todo le daba vueltas y no entendía muy bien la razón del por qué escuchaba tan lejano las cosas y el chillido similar a la estática. Era la primera vez que lo ahogaban, pero esa sensación la familiarizo más con un par de buenos golpes que ser asfixiado, posible la fuerza con la que lo azotaron contra el expendedor… ahí estaba él desperdiciando su tiempo respecto a conjeturas sobre malestares por golpes o…

—Ya está. He perdido otra neurona —susurró sarcástico y le dolió hacerlo, sentía el ardor en su garganta y no había gritado. Podría tachar de su lista de cosas por probar el ser estrangulado hasta quedar afónico, ¿eso era real?

—Cálmate, te lo ha repetido, él no tiene nada —dijo Ushijima poniendo su mano sobre el pecho de ese hombre, se alejó por precaución cuando notó que no volvería a intentar lanzarse sobre el pelirrojo.

—¡Él tiene! ¡Lo he visto! —Enterraba sus manos en su cuello para luego aferrarse a sus ropas de manera salvaje, parecía tratar de contenerse demasiado, se podía ver que la saliva que se deslizaba por su barbilla era de un color blanco.

—Sea lo que fuera que ingieras deberías dejarlo, estas…

—¿Sabes que tratas de razonar con alguien fuera de sus cinco sentidos? —dijo el pelirrojo entre extrañado y divertido, se levantó del suelo sólo para ver al drogadicto sacar una navaja—. ¡Wau! Amigo, baja eso.

Wakatoshi no pensó dos veces, tomó la muñeca del pelirrojo y corrió en la dirección contraria.

—¿Qué haces? ¿Dónde vamos?

—No podemos razonar, pelear con alguien así de inestable es contraproducente. Lo mejor es huir.

—¿Eres alguna especie de robot ayudante? —preguntó divertido por el modo tan peculiar de hablar, pero el otro parecía más concentrado en la tarea de correr. Volteó a ver al drogadicto y saber que tan cerca lo tenían, pero con lo poco recorrido este se alejaba cada vez más de ellos, no estaba en forma por esa manera tan patética de correr y muy seguro uso toda su fuerza en ahorcarlo.

—Oye, grandote…

—Wakatoshi Ushijima.

—Ya. Wakatoshi —dijo divertido, reírse y correr no era buena idea, pero ¿de cuánto acá él se preocupaba de si era bueno o no?—, el drogadicto no puede seguir nuestro paso y me parece bien que podríamos parar aquí…

 

 

 

Ya lo había visto más de dos ocasiones correr en el parque por pura casualidad, él no andaba acosando a nadie, sólo cuando iba a fumar se lo encontraba. Una cosa era verlo volar y otra volar con él, tan pronto se detuvieron cerca de una banca ocupada por una persona, se sentó a su lado, era como una contraparte descolorida, tierna y pequeña de él. Le faltaba el aire y el calor se esparcía por todo su cuerpo.

—Nunca antes había corrido tanto como hoy, ya está. ¡No más ejercicio por el resto de lo que me queda de vida! —dijo levantándose del asiento de un salto, metiendo sus manos en los bolsillos de la chaqueta, primero vio a su contraparte tierna, el cabello era un tono más claro, color zanahoria para cuando analizó la mirada tenía más ganas de irse de allí.

—Bueno, muchas gracias, un gusto —dijo al grandote, por alguna razón le sonaba ese nombre, pero daba igual debía irse ya. Dio la media vuelta y se marchó.

—¿Quién era él, Wakatoshi Ushijima?

—No lo sé —dijo sincero—. Hinata, llama a emergencias y a la policía hay una persona con arma punzante y no está en sus cinco sentidos.

—Comprendo, deme un segundo.

El autómata sólo tuvo que conectarse a la red para hacer lo pedido, bastante fácil.

 

 

 

De nuevo siente esa emoción bastante difusa para describirla, ya dejaron el parque muy atrás, están caminando por las calles y no recuerda en qué momento pasaron del parque a la calle. El joven le dice lo que ya sabe con la sensación de su cuerpo, ha usado el día para correr y mantener su cuerpo en buen estado aun cuando las prácticas de voleibol de la universidad están en pausa.

—Wakatoshi Ushijima, me dijo que quería ir a la tienda Casiopea.

—Bien —Se detuvo en la esquina y giró a su izquierda, sólo tenía que ir derecho, caminar otras ocho calles y estaría en la zona conocida como “Mercado de la robótica” en que no recordaba por qué ese nombre tan curioso.

—¿Vamos a la misma de siempre?

—Así es.

 

 

Tan pronto llegaron a esa zona todo parecía cambiar, entraban a un lugar tan distinta a lo que estaba detrás suyo. La versión sucia, movida y con más vida de la ciudad. Las banquetas eran usadas por los vendedores y sus productos; tenían mesas repletas de piezas electrónicas de diferentes tamaños, piezas como los brazos, cabezas, torsos, también podían estar colgados tal si fueran ropa húmeda. La calle era usada tanto para los autos como los transeúntes, alguna que otra canción, la algarabía y los chillidos de cualquier máquina puesta en funcionamiento o a prueba eran la melodía de todos los días. El verdadero nombre es “Sección de abastecimiento galvánico”, pero nadie le llamaba así porque el lugar no se parecía nada a los otros sectores dedicadas a lo mismo, en verdad tenía apariencia de un Mercado.

 

Todas las tiendas eran de reparaciones o venta y compra de piezas, sólo la gente de ese mundo reconocían al robot al instante porque las personas sin ninguna familiaridad con la robótica o mecatrónica no podrían ver la diferencia entre Ushijima y Hinata. En ese lugar era bastante normal que a Wakatoshi lo interceptaran por el camino algunos vendedores diciendo: “Tienes un buen robot, ¿cuánto quieres por él? ¿Lo vendes por completo o por piezas? ¿Alguna modificación? ¿Reparaciones? Soy el indicado”. No le interesaba nada de ello.

—Es en este callejón a la izquierda —dijo el pequeño ser adelantándose para señalar el lugar y a la vez evitar más retrasos con los trabajadores del lugar que todo el tiempo insistían con lo mismo. A veces le desagradaba esa manera en la que Hinata le ordenaba o más bien dictaba las cosas, era su deber, sí, pero había ido a ese lugar más de diez veces y que su robot siguiera considerando mencionarlo no era de su gusto.

 

El callejón no es distinto, abarrotado de infinitas piezas y cables, aunque las luces y la música lo hacían lucir tal cual un club o una gran fiesta al aire libre. En ese lugar al menos Hinata podía caminar detrás de su amo sin retrasarse por algún comprador o vendedor. Al final del callejón se encontraba la tienda que desde hace un tiempo Wakatoshi recurría para todo tipo de cosas, era un poco diferente, tanto en apariencia como estilo. Su estilo era vintage, además parecía más una tienda de reloj de péndulo que una tienda dedicada a la robótica. Al entrar su aspecto no cambio, en realidad se alzaba, agregando que era bastante cálido.

—Buenas tardes —dijo tan pronto vio el mechón castaño vislumbrase por el mostrador.

—Yo diría buenas noches —Mencionó el joven que usaba un overol color kaki, y una combinación de googles y lentes de color negro, se los quito de la cara dedicándole una sonrisa a sus clientes—. Ushijima, creí que no vendrías.

—Tuvimos que esperar a la llegada de la patrulla y al oficial que pedía una pequeña descripción de lo sucedido —Fue Hinata quien habló.

—¿Sucedió algo grave? —preguntó mientras se quitaba los guantes observó por unos segundos al joven para luego ver al acompañante eterno de su cliente.

—No, fue sólo un sujeto en un estado deplorable y que fue arrestado de manera eficiente.

—Ya veo, al menos no pasó nada que lamentar —dijo remangándose el overol, su sonrisa era bastante linda y hacía relucir mucho más sus pecas—. Iré por el pedido, esperen un momento.

Tan pronto desapareció el joven desapareció, detrás de un pequeño mueble que se deslizaba para dar paso, Wakatoshi le pregunto a Hinata respecto a ese suceso, el robot le dijo todo como si fuera algún ensayo.

—Entiendo.

 

 

—La pieza que buscabas al parecer dejaran de producirla, así que por esta vez tuviste mucha suerte —dijo, regresando de su almacén con un paquete delgado en forma rectangular forrado en papel amarillo entre sus manos. Deslizó el paquete por el mostrador, Wakatoshi se acercó.

—Gracias por tu trabajo, Yamaguchi —dijo, aunque no sabía que podría ser y si en verdad le era necesario.

El chico volvió a sonreír amable y sacó otro papel para envolverlo con el logo de la tienda, mientras terminaba de sellarlo, su cliente le pago. El pecoso sólo dedicó una mirada fugaz al acompañante y pudo notar algo que nunca antes había visto en ese robot. Su cabeza se inclinaba a la derecha y sus parpados parecían descontrolados.

—Hinata, ¿estás bien?

Éste respondió al llamado y volvió a la normalidad, como si eso que vio nunca sucedió, el dueño no pudo presenciar esa escena.

—Mi funcionamiento es excelente, gracias por preguntar.

Yamaguchi no pudo evitar fruncir sus labios ante esa respuesta dado que a veces olvidaba que “Estar bien” para un robot como Hinata sólo significaba que se hablaba de su funcionamiento.

—Comprendo —dijo sin más, termino la factura, pero su instinto le decía algo así que no estaría de más decirle algo al dueño—. Ushijima, ¿traes tu diario-grabadora contigo?

—Sí, ¿por qué?

—Tal vez estoy exagerando, pero quisiera darte un aviso —dijo mirando de nuevo a Hinata que sólo se dedicaba a observarlos—. ¿Puedes sacarla…? Por favor.

El joven buscó en el bolsillo de su pantalón y un pequeño aparato de apariencia de un rectángulo cuadrado de metal, sólo tenía dos botones en uno de sus puntas y apretó el derecho, Yamaguchi se acercó un poco al aparatillo.

—Ushijima, si Hinata tiene un extraño comportamiento o algún movimiento anormal, sobre todo el movimiento de su cabeza, por favor no dudes y tráelo para una pequeña revisión. Puede que no sea nada grave, pero es mejor prevenir que lamentar —Se sentía un poco nervioso hablándole a ese tipo de dispositivos, pero lo que aumentaba esa sensación era la mirada intensa que poseía el estoico hombre, era demasiado para él y la cercanía aumentaba todo ello—. Gracias, perdón por ser tan directo y…

—No te preocupes, Yamaguchi —dijo guardando de nuevo su grabadora—. Eres bastante bueno y perceptivo, así que confió en tu juicio.

Yamaguchi no pudo evitar sonrojarse dado que los halagos tan sinceros de parte del alto, siempre eran bastante alentadores sin importar cuantas veces haya él escuchado la misma frase. Volteó a ver a Hinata que estaba bastante inmóvil aun cuando hablaban de él, una ventaja de ser un robot sin opinión, ¿no?

Wakatoshi tomó el paquete.

—¿Te vas? Te acompaño a la salida —dijo cambiando su aire melancólico por uno alegre, abrió la pequeña puerta del mostrador.

—No tienes qué.

—Tranquilo, ya pronto serán las ocho, así que cerraré —Les abrió la puerta.

—Hasta luego.

—Gracias por venir —contestó a cambio. No dejó de estar mirando al ayudante robótico que lucía bastante normal—. Tal vez estaba exagerando —susurró, pero Hinata volteó a verlo y su expresión…

Su cuerpo se movió por si sólo y salió de la tienda, pero se detuvo al instante que observaba como Hinata volvía a tener un extraño “tic”, volteaba su cabeza y seguía su camino. Era evidente que Ushijima no pudo ver eso, iba más adelante porque un robot siempre va por lo menos dos metros detrás de su amo.

—¿Es posible…? —Su mano se aferraba al pomo de la puerta, sentía un extraño vacío como un inmenso impacto.

 

 

 

—Hinata.

—¿Desea algo, Wakatoshi Ushijima?

—¿Qué es esto?

Tardo unos segundos para comprender que se refería al paquete que llevaba entre sus manos—: En realidad no me dijo sobre un pedido a la tienda Casiopea, así que esta vez no puedo contestar.

—Ya veo, supongo que lo puse en mi diario.

A veces el robot no sabía muy bien si agregar algo o no dado a la forma confusa de hablar que podía usar su amo, aun a pesar de los quince años al lado de éste. En su sistema estaba programado que debía contestar, platicar, pero si no tenía que agregar nada callará. Ushijima le dificultaba muchas veces esa regla.

—Quiero pasar a una tienda deportiva.

El pelirrojo siguió rápido la orden no establecida, pero “Quiero ir” o “Necesito” muchas de las veces significaban según su sistema una orden implícita, en que también estaba las directas “Te ordeno” y “Deseo que hagas esto”.

—La tienda deportiva más cercana esta al noroeste, desde este punto es preferible tomar un autobús, el metro o Uber —dijo después de hacer su búsqueda por GPS e Internet.

—Tomaremos el autobús.

—Por supuesto, a dos calles a la derecha, Wakatoshi Ushijima.

 

 

La parada de autobús tenía un letrero electrónico donde avisaba cuánto faltaba para la llegaba del autobús y de qué ruta. Ushijima se sentó en el asiento de la esquina, un poco más adelante una señora y una chica con sus respectivos robots detrás suyo, ellos no se sentaban iban parados a las espaldas de sus amos.

Hinata miraba al frente como los otros dos robots, pero por un momento entre los suaves parpadeos llegó algo que lo hizo girar su cabeza y mirar a su alrededor, cuando estaba a punto de abrir sus labios volvió ese “tic”. El ayudante de estatura pequeña y pelirrojo quieto como un muñeco miraba a ningún punto. Wakatoshi se levantó en cuanto el autobús paró y los dos subieron a este.

 

 

 

Sin duda hoy no era su día, primero el suceso del parque y ahora en un maldito callejón, no era su culpa si la gente se enervara tan fácil por unas cuantas palabras, aunque ahora estaba agradecido por tener la facilidad de lograrlo con tan poco. El sujeto de cabellos rubios y ojos verdes que lo había sacado de esa discoteca y sostenía su chaqueta con fuerza; estaba pasado unas, muchas, copas, su amigo lucía muy avergonzado y nervioso por esa actitud. Satori no estaba prestando atención al griterío que le soltaba ese hombre, sólo pensaba en que necesitaba urgentemente en enjuague bucal.

—¡Vuelve a repetir lo que dijiste allá dentro, maldito!

«Lo siento, no recuerdo ni lo que desayune hace cuatro días o si quiera he desayunado» pensó.

—Vamos, ya déjalo —dijo su compañero moreno poniendo las manos en las muñecas de su amigo. Estaba un poco consciente que ese delgaducho había lo había provocado intencionalmente, era evidente con esa sonrisa y mirada de diversión ante la situación, pero él debió prevenir todo este asunto. El rubio gruño, apretó un poco más las ropas ajenas para luego arrojarlo contra la pared al fastidioso tipejo de boca floja, planeaba a patearlo, pero su compañero lo evitó.

—¡Ya! ¡Vámonos! —Se aferró al cuerpo contrario, lo escuchó gruñir y escupió a un lado del ya maltrecho sujeto.

—¡Ustedes que nos ven! —grito el rubio ya listo para lanzar un puñetazo, pero de nuevo el moreno intervino.

—¡Buena, ya! Deja de querer golpear todo lo que ves —Farfulló, empujándolo al lado contrario de esas dos personas, mientras pensaba que no volvía a salir a tomar con ese idiota—. Lo siento.

—Está bien —dijo Wakatoshi que baja el brazo de Hinata que se había puesto en medio para protegerlo. El robot obedeció y se apartó, volvió a colocarse detrás de su amo.

—¡Oh! El enano y el grandote —susurró divertido levantándose y limpiándose la sangre de los labios, el sabor de ella seguía en su boca y pudo comprobar que se mordió cuando fue arrojado como la basura que era. «Por tener la boca floja, algo así, ¿no, karma?» pensaba mientras se sacudía un poco la ropa, cuando volvió su atención a esos dos; ellos se habían ido. Salió del callejón y los buscó, habían tomado la misma dirección a la entrada del club y él necesitaba pasar por ahí, iban a un paso lento así que alcanzarlos no fue difícil, el chiquillo que iba detrás de Wakatoshi le dio igual.

Se puso al lado del fornido joven y sonrió de la única forma que conocía y que a muchos no les agradaba—: Sé que la forma de conocernos fue bastante rara, pero que te hayas olvidado de mí y sólo pasaron unas pocas horas de ello. Me ofende.

La forma tan seria con la que lo miró lo hizo sentir escalofríos, era raro ver a una persona tan intimidante. Tenía frente suyo a alguien interesante así que volvió a sonreír de oreja a oreja.

—¿Nos conocemos?

—¿Creo que algo dentro de mí se rompió? —dijo llevándose las manos al pecho y reía suavecito.

—¿Necesita atención médica? —preguntó al instante el robot estando listo para llamar a emergencias.

—Era un decir, enano —Entonces el “enano” volvió su vista al frente, era bastante curioso ver a un ayudante actuar, comprendía muy bien sus funciones, pero no podría soportar tener uno por muchas razones, aunque no podía pagarse uno en un principio.

Wakatoshi se detuvo en cuando llegaron a la esquina de la calle porque esa persona delgada y pálida daba la espalda al camino para verlo directamente, le incómoda que el contrario podría salir herido.

—Bueno, da igual —dijo al final alzando sus hombros y metiendo sus manos en los bolsillos, no había necesidad de estar más tiempo juntos porque ya pasó por la entrada de esa discoteca.

—Te debo una, soy Satori Tendou. ¡Esta vez no te olvides de mí, Wakatoshi o no podrás cobrarme el favor! —dijo a todo pulmón, como si estuviera a muchos metros de distancia y lo que los separaba apenas eran unos pocos metros. En realidad Satori esperaba que el otro no se diera por enterado y lo viera sólo como un loco, dudaba que volvieran a verse o siquiera lo reconociera.

«Y si nos encontramos, que mala suerte tienes».

Wakatoshi no entendí muy bien lo que acaba de suceder.

 

 

 

 

Su madre parecía bastante preocupada o enojada, no podía definir bien lo que su rostro quería expresar, en que disimulaba muy bien esa emoción, lo había esperado para cenar aun cuando estaban por dar las doce de la noche. Se había distraído en la tienda deportiva, según Hinata y eso le pareció suficiente a su madre para calmarse. Como siempre cenaban ellos dos de cada lado de la enorme mesa del comedor.

 

 

Al entrar a su habitación su robot esperaba, le había encargado dejar el paquete en su habitación, en que no sabía qué podía ser y él no le dijo nada a su ayudante, tendría que ver sus diarios.

—Quiero estar a solas.

—Comprendo —dijo Hinata, saliendo de la habitación.

Luego de lavarse los dientes y cambiarse por algo más cómodo, se dispuso a ver los diarios de su escritorio, tomó el primero y sacó la grabadora colocándola encima del diario; este comenzó a brillar en diferentes colores por sus orillas, la grabadora se volvió transparente. Dejaría que trabajara el dispositivo del diario y se dispuso abrir el paquete, lucía a simple vista como un delgado rectángulo de vidrio. Buscó un diario en específico de tapa verde.

—Pedido a Casiopea —dijo apretando un botón en el lomo de este, volvió a brillar en las orillas para luego abrirse dónde las letras se amontonaban en esas páginas.

 

Hinata tocó la puerta de la habitación de su amo, cuando le dio el permiso entró.

—Discúlpeme por interrumpirlo, pero su madre dijo que hoy se lavó la ropa, traigo la suya.

—Sí, gracias —dijo dándole un pequeño vistazo y volviendo a su diario, en que podía decirle que la dejará en su cama no lo hizo. El autómata comenzó a guardar la ropa de su amo, no era muy normal que lo hiciera, pero el humano no se negó y eso le bastaba. El joven sólo pedía lo necesario.

—Hinata, ¿el teclado del ordenador de la biblioteca dejo de funcionar?

—Así es, hace dos semanas, pero su madre le dijo que debería comprar otro —contestó, mientras colgaba las camisas y doblaba las playeras.

Wakatoshi frunció su ceño de manera imperceptible, pero el ruido proveniente a la grabadora lo distrajo. Quitó el aparato y espero a que el diario hiciera su deber.

Ese diario tenía dos funciones; cuando se guardaba por primera vez en él por medio de la grabadora este se leía en voz alta la otra era ser una memoria de almacenamiento que cuando es requerida cierta fecha o momento el libro la buscaba mostrando todo el contenido pedido o sugerido, un diario electrónico bastante eficiente y al cual estaba apegado el humano porque tenía más de uno. En esos momentos en la habitación se comenzó a escuchar la voz suave de una mujer relatando todo lo que había sido guardado en ella por ese día.

 

El ayudante cerraba el armario de su amo y en un parpadeo la madera tomo forma de una chaqueta negra, alzó la mirada y los ojos azules lo miraban.

—Hinata.

Retrocedió sin saber la razón del porqué, algo indescriptible en su funcionamiento se expandía desde el sistema transformador de energía a su memoria interna. Por alguna razón sus funciones no estaban obedeciendo a las órdenes establecidas porque ahora se movía a lo que debía ser un armario.

Extendió su mano a esa persona.

—Kage…

Su voz parecía fallarle y nada brotaba, quizás había roto su sintetizador de voz, su mano temblaba y seguro también fallaba las conexiones nerviosas…

 

El golpe sordo lo tomó por sorpresa, se giró sólo para encontrar a su robot en el suelo teniendo alguna especie de corto circuito.

—¿Hinata? —susurró bastante confundido acercándose a éste. Ushijima no entendía la situación y por lo que debía hacer, los pasos provenientes del pasillo y la voz de Yamaguchi saliendo de su diario era todo lo que podía escuchar.

Notas finales:

Capítulo editado el día: 09/Enero/2018

 

Cambie varias cosas, agregue algunas y quite otras que ya no cuadraban.

Estoy segura que ahora está bien, espero no haber dejado dedazos. Que seguro sí deje, soy así de cegatona. XD

Deje en mi nota respecto al dato de la tienda de Yamaguchi porque sí, además que en un futuro lejano o cercano sacaré el fanfic del nene de este mismo universo de Robots. UvU

Un dato: la tienda de Yamaguchi tiene nombre de una constelación. Siempre me ha gustado eso de que Yama tiene algo que ver con las estrellas por sus pecas, pues eso.

Sus comentarios son bienvenidos, tanto para decirme que odian como escribo o tirarme un tomate (me gustan con sal y limón) y, tal vez le guste esta cosa.

 

Larga vida y prosperidad.


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