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La maldición de los D por Vamp

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—XI—

 

El escalofrío que le recorrió la espalda fue en parte por miedo y en parte por excitación, Luffy lo estaba controlando. Law imaginó que la pequeña conversación que tuvieron esos hermanos vampiros a solas fue, entre otras cosas, para apresurar a Luffy en su intento de seducción y así poder alimentarse por completo. La mente racional de Law le decía que solo era sexo para ayudar a su pareja, sexo que al incluir el placer de la mordida sería el mejor polvo de su vida. Él nunca fue un santo, se divirtió a lo grande en su difícil adolescencia y había experimentado cosas que le dejaron tanto buenos como malos recuerdos; Law se enorgullecía de tener un criterio amplio, por ello mantener sexo sólo por ser sexo no lo espantaba. El problema era Luffy, SU Luffy. Luffy era su pareja, aquel con quien había decidido caminar a su lado, peleó por él y estaba dispuesto a cambiar su vida sólo por él; no sólo su vida, más bien la perspectiva de la vida misma. Con ello no le era posible evitar pensar en que había pasado de ser su pareja a su alimento; una vocecilla le decía que Luffy ya solo deseaba tener sexo con él por necesidad, no porque quisiera, no por que hubiera algún sentimiento de por medio. Y eso dolía.

Law podía tener sexo por el simple hecho de tener sexo, pero desde que conoció a Luffy y formaron su relación había dejado de tener sexo para entregarse y recibir a su pareja con la misma intensidad y el mismo sentimiento.

—Mugiwara —dijo después de tortuosos momentos en los que pensó cómo hacerlo cambiar de opinión sin encontrar alternativa alguna—, ¿Ace te pidió que tuvieras sexo conmigo? —La intención de Law era saber si todavía en su pequeño mugiwara albergaba algo que le dijera que existía otra cosa aparte de la necesidad vampírica, para poder intimar. Pero él mismo sabía o más bien sentía que esas cuestiones lo lastimaban tanto hacerlas como escuchar la respuesta. ¿Qué haría si él pequeño ya solo lo veía como comida?

—Sí —contestó de inmediato y sin dudar. Law sintió un nudo en la base del estómago—. Pero yo quiero que lo hagamos, me gusta hacerlo contigo, ¡siempre quiero hacerlo contigo! Nishishishishi.

El ojigris se llevó la mano a la boca ¿debía de sentirse feliz o como un objeto sexual? Una sutil sonrisa se asomó entre sus labios, esa era una respuesta típica del pequeño, su pequeño. Se acercó y le acarició la mejilla con el pulgar.

—Para ti ¿me convertí en comida? —preguntó, no era su estilo ser tan abierto en sus dudas personales, pero Luffy era la excepción, siempre lo era, él jamás se burlaría de sus temores, al contrario lo animaría en su muy particular manera de ayudar. Luffy lo miró sin entender muy bien.

—Comida es carne, tú eres Torao.

Law casi se quedó con la boca abierta. Aun dentro de su manera tan infantil de pensar Luffy siempre lograba sacarlo de sus dudas. Siempre sería importante para ese chiquillo, Luffy siempre sería importante para él. Se agachó y apresó sus labios en el primer beso que se regalaron desde la transformación de Luffy. Un beso igual y distinto a la vez, con el sabor de mugiwara y la presencia de algo distinto. Un beso lleno de inocencia envuelta en una implacable fiereza.

Luffy respondió de inmediato rodeando el cuello de moreno con los brazos y jalándolo hacia él, se dejó caer en el sillón y acomodó sus piernas para que Law pudiera acostarse encima. Habían pasado tantas cosas desde la última vez que intimaron, necesitaba sentir a Law, lo ansiaba con desesperación. Cuando sintió que el ojigris le levantaba una pierna y le acariciaba el muslo arqueó la espalda para restregarse en el cuerpo que tenía encima; una punzada de excitación le llegó tan fuerte que repercutió en sus colmillos creciendo completamente. Law cortó el beso al sentir los puntiagudos e inhumanos dientes; se dedicó a observar el rostro de Luffy tan deseoso, necesitado, cautivador, con los ojos escarlatas y los colmillos extendidos.

«Luffy es Luffy, mi Luffy» pensó armándose de valor y estirando el cuello en una clara señal. Ace había dicho que la mordedura de un vampiro en ocasiones era el preámbulo para una situación más íntima y el ojigris estaba dispuesto a tener esa situación.

Los ojos de Luffy cambiaron al verlo, de un deseo que le quemaba la parte baja del cuerpo pasó a ser un deseo casi compulsivo, una necesidad que provenía desde el fondo de su ser. Cómo la vez anterior lamió la piel del cuello justo encima de una arteria y se deleitó al escuchar un jadeo de parte del ojigris, arañó a su antojo, mordió sin abrir la carne, solo incitando a niveles que el ojigris no soportaba.

Law no entendía muy bien lo que pasaba; Luffy jamás lo había incitado de esa manera. Bien era cierto que el pequeño se las ingeniaba para tentarlo ya sea con su inocencia o su forma tan natural de hacer las cosas; sin embargo en esa ocasión sentía que la seducción venía de un punto consciente, lo hacía adrede, ya nada quedaba de la naturalidad que siempre lo había intrigado. Tal vez ese encanto tan discordante en el chiquillo se debiera a un estado innato de su condición vampírica. De cualquier forma, Law se sentía a punto de explotar, la excitación lúdica de una mordida lo llevaba a esperar un placer sin igual, ya lo ansiaba, él también lo necesitaba. Olvidando cualquier rastro de duda, se mordió la lengua para evitar implorarle a Luffy que lo mordiese; lo iba a hacer, iba a alimentarlo, no necesitaba rogar por ello, su dignidad jamás se lo perdonaría.

Un grito los interrumpió. Un grito que fue cortado de manera abrupta.

Law se irguió mirando en dirección a la recepción. Eso no había sido normal y las posibilidades de ser presa de los cazadores u otros vampiros le llegaron de golpe inhibiendo cualquier deseo pasional que aún lo albergaba. Sin levantarse se dirigió a Luffy quien veía al mismo lugar que él segundos antes, algo había cambiado en sus ojos carmesí, la pasión fue reemplazada por instinto animal puro.

Ambos se levantaron y caminaron a la ventana. El ojigris atento a cualquier movimiento imprudente que pudiera hacer su pareja a la vez que una agria sensación se asentaba en su estómago. Luffy recorrió un poco la cortina y un estruendo les llegó desde la espalda, la puerta fue destrozada.

Con la velocidad del vampiro que era, Luffy alcanzó a empujar al ojigris a la cama a la vez que su cuerpo rompió el vidrio de la ventana al ser expulsado fuera de la habitación por una fuerza ante la cual no pudo hacer nada. Al levantarse el ojigris ya no encontró a Luffy, pero sí una enorme sombra que se abría paso por la puerta destrozada. Law quería correr para cerciorarse que Luffy estuviera bien, sin embargo se quedó paralizado al ver al hombre que entraba a la habitación.

Alto, con lentes puntiagudos y una gabardina de plumas rosas; el hombre que había visto llegar cuanto tomaba el fresco, Donquixote Doflamingo “Joker”. Paralizado de todo el cuerpo, Law no sabía por qué un terror inhumano lo embargaba; no lo conocía, jamás lo había visto, aun así nada que experimentó en su vida se comparaba con ese sentimiento de pavor, ni los vampiros llegaban a esos niveles. El hombre se acercaba ensanchando una sonrisa con tintes psicóticos, y al percatarse que la distancia se iba reduciendo, Law pudo moverse. O se alejaba o terminaría muerto.

Retrocedió hasta que su espalda tocó la pared. El hombre lo seguía con pasos firmes y su presencia asesina inundó el cuarto; al sentirlo, Law jadeó para poder tener un poco del aire que tanto necesitaba, pero que a sus pulmones les costaba trabajo obtener, el miedo le agarrotaba el pecho. Al verlo jadear Joker lamió sus labios, cuánto había soñado por ese momento, ansiaba tener ese cuerpo entre sus manos, hacerlo suyo, aplastarlo, devorarlo, mancillarlo, abrazar su esencia, combinarla con la suya, apoderarse de él.

—Law… —Lo llamó con tanta devoción, como si una obsesión hablara por él. A Trafalgar se le secó la boca, jamás hubiera creído que su nombre pudiera ser dicho con tanta insana idolatría—. Haz crecido tanto. Eres todo un hombre —sus ojos lo miraron de pies a cabeza—. Dejaste de ser el pequeño niño audaz que amenazaba con destruirlo todo.

Dentro de la mente del ojigris una idea trataba de abrirse paso entre el miedo. ¿Qué había dicho ese hombre? ¿Lo conocía? Hablaba de él, de su infancia, de una niñez que Law recordaba a retazos entre imágenes dolorosas y traiciones de aquellos a quienes consideraba amigos; recuerdos que no le agradaba tener y por lo mismo el mecanismo de su mente los había bloqueado, o al menos eso suponía. Su niñez era difusa y si mantenía la línea que tuvo en su adolescencia (ya mucho más consciente de las cosas), prefería que se mantuviera bloqueada. Y ahora venía ese hombre a hablar de su infancia.

Law quiso cerrar los ojos cuando salió de su ensimismamiento y se encontró con los metros de distancia que los separaba reducidos a unos cuantos centímetros.

Tan cerca; sintiendo el aliento caliente e insano en su rostro. Agachó la cabeza, aterrado ante el hombre que hablaba de su niñez; bajo su voz, el tono y esas palabras se sentía sucio. Aterrado, pero no vencido. Levantó la mano izquierda hasta tomar el cuadro que colgaba de la pared. Joker supo lo que intentaba hacer y siendo más rápido que Law sujetó la muñeca que tomaba el marco, no lo dejaría escapar. Eso era lo que el ojigris esperaba, giró la muñeca logrando zafarse y tomar el brazo de su atacante, jaló hacia él dando un golpe con el puño contrario; al ver que no surtió gran efecto levantó la rodilla y lo golpeó en un costado. Joker, por la fuerza del rodillazo, trastabilló hacia atrás, Law aún lo tenía sujeto así que se lo llevó con él, ambos fueron a dar al piso.

El ojigris rodó para alejarse de Doflamingo, se puso de pie e intentó llegar a la puerta; a mitad del camino sus piernas dejaron de moverse, todo su cuerpo se negaba a responder; escuchó una risilla a su espalda y sintió el frío sudor del miedo recorrer su nuca cuando, en toda la extensión de su cuerpo, Joker se recargó.

—Law, no intentes huir. Me gustaría jugar contigo al gato y al ratón, pero tantos años separados, buscándote; no puedo esperar para saborearte…

—¡¡SUÉLTALO!! —El grito de Luffy llegó junto a un golpe en el tórax de Doflamingo, había entrado por la ventana rota con sangre bajando por su rostro y los colmillos completamente extendidos.

El cuerpo del ojigris respondió nuevamente, giró y se encontró con Luffy que intentaba golpear de nuevo a Joker sin mucho éxito, el rubio podía esquivarlo con total facilidad.

—¡Torao, corre! —Luffy gritó en un vano intento por tener agarrado a Doflamingo. Por un momento Law pensó en obedecerlo— ¡Huye! —Ante esa palabra el ojigris decidió quedarse, él no huía, él no iba dejar a su pareja con aquel psicópata.

Dio un rápido vistazo a la habitación buscando algo que pudiera servirle, no encontró nada que fuera de real ayuda hasta que reparó en el vidrio roto de la ventana; tomó el pequeño mantel bordado de la mesita de centro y lo envolvió en su mano, cogió un pedazo de cristal lo suficientemente grande y esperó el momento adecuado para acercarse. Luffy lo había visto y suponía lo que pensaba hacer así que hizo lo posible para que Joker le diera la espalda al ojigris; hizo amago de golpearlo en el rostro, pero, como suponía, lo esquivó. Joker lo tomó del cuello sonriendo triunfante cuando sintió una fuerte punzada de dolor en su nuca, se alejó a toda la velocidad que pudo desapareciendo de la vista de Law y Luffy por unos instantes, se llevó la mano a la parte trasera del cuello y sintió la calidez de su sangre.

Law maldijo, si ese hombre no se hubiera movido habría logrado cortarle el cuello lo suficientemente profundo como para llegar a la arteria principal, sin embargo con el corte que le hizo no sería suficiente para matarlo.

—Mocoso… —susurró Doflamingo con ira contenida. Bajo extraños movimientos de sus dedos Law volvió a ser presa de su poder y fue incapaz de moverse— Law, no debiste de haberme retado; no tenía planeado castigarte, pero dadas las circunstancias no me dejas otra alternativa.

El ojigris comenzó a sentir un dolor agudo y desgarrador en diversas partes de su cuerpo, dejó caer el vidrio con lo cual Luffy se dio cuenta de su condición, no alcanzaba a ver nada raro más que la expresión de dolor y los músculos tensos del moreno.

—¿Torao, qué pasa? —preguntó preocupado— ¡¿Qué le estás haciendo?! —se dirigió a Joker cuando no recibió contestación.

—Fufufufu… Nada que no se merezca.

Luffy se acercó para atacarlo, acción predicha por el rubio quien lo hizo a un lado de una patada estrellándolo contra la pared y destrozando la madera. Joker caminó lentamente hacia Law, con cada paso hacía que el dolor fuera más profundo; Trafalgar se mordía la lengua para no gritar, el sufrimiento era insoportable. Al llegar con el ojigris lo sujetó del mentón.

—¿Cómo es que terminaste siendo la comida de un vampiro? No es bueno que te relaciones con ellos, podría ser el fin de tu vida… —dijo mientras se acercaba aún más, lamió la mejilla de Law.

—¡¡TORAO!! —Luffy gritó tratando de acercarse, sin embargo con un movimiento de su mano y sin siquiera mirarlo, Joker lo paralizó— ¡Ahhh! —gritó al sentir un fuerte dolor, en diversas partes de su cuerpo finas líneas de sangre comenzaron a verse, gritó más fuerte cuando la sangre comenzó a escurrir.

—Ese mocoso es tu perdición —continuó hablando—, los D son lo peor que puede existir, solo queda exterminarlos.

—Maldito —dijo el ojigris y le escupió en la cara. Joker se limpió la saliva y la lamió sonriendo y aumentando el dolor en ambos; le dio un fuerte golpe a Law en la mandíbula. Trafalgar vio todo borroso por un instante, creyó que se iba a desmayar y saboreó su propia sangre; su cuerpo cayó al suelo donde Joker comenzó a patearlo.

Luffy era testigo de todo, ante el sufrimiento de la impotencia el dolor físico no era nada; no podía ayudar a Torao. Frente a sus ojos observaba como era herido, no era posible que solo pudiera quedarse como un espectador más, necesitaba hacer algo, lo que sea. Era Torao quien estaba resultando herido, era Torao quien no debía sufrir y era Luffy quien solo podía mirar. Cuan débil era.

No podía seguir así.

—¡¡DÉJALO!! —exclamó. Una onda de energía se expandió por todo el lugar. Joker se volteó y la fuerza lo impactó, dio unos cuantos pasos hacia atrás, pero no cayó; la sorpresa pasó a ser triunfo al demostrarles a Luffy lo débil que era.

Law no supo que había sucedido, pero tampoco le importó; su mente racional solo pensaba en coger el pedazo de vidrio que había dejado caer y clavarlo en la pierna de Joker. Al sentirlo, Doflamingo sujetó a Law del cuello y lo levantó, sin embargo la sonrisa de triunfo que aún mantenía se borró al sentir como un chorro de sangre salía disparado de su pierna, justo en donde el ojigris lo había herido.

—Arteria femoral —dijo Law a modo de explicación.

Joker aventó, al otro lado de la habitación, al ojigris para taparse la herida, perdía sangre a gran velocidad; no imaginó que Law aún conservara tanta energía así que no esperó el golpe que le dio y que lo descolocó. Luffy volvió a tomar control de su cuerpo arremetiendo en contra de Joker. Aunque Doflamingo alcanzó a esquivarlo, sabía que necesitaba urgentemente tratarse la herida y con ellos dos juntos no podía hacer mucho así que se acercó a la puerta.

—Law, me debes tu vida así que vendré por mi pago. —Se alejó por el cielo.

—¡No huyas! —Luffy intentó ir tras de él, pero la morena y tatuada mano de Law lo detuvo; el pequeño al verlo sólo con sangre en la boca suspiró aliviado, parecía no haber sido herido de gravedad—. ¿Torao, cómo te sientes? —preguntó inquieto. Law también lo observaba; Luffy tenía múltiples heridas, aunque ya no sangraba.

Trafalgar no podía dejar de pensar en lo sucedido. Habían peleado por sus vidas, por sobrevivir ante un depredador mucho más fuerte. Ese era el destino que les esperaba y del cual tenía que acostumbrarse. Lo primero que cruzó por su mente fue abrazar a Luffy, tomarlo entre sus brazos y asegurarse que no lo había perdido, que aún después de una pelea así seguían en ese mundo, que todavía existía una esperanza; deseaba aferrarse a un motivo para seguir con ese sangriento destino.

—Hay que irnos, es peligroso seguir aquí —contestó evadiendo la pregunta de Luffy, evadiendo a Luffy mismo.

No era el momento para dudar. Si quería seguir teniendo el motivo por el cual seguir, necesitaba ponerlo a salvo. Luffy era su razón, y el dolor de las heridas físicas la prueba de su existencia. No hacia falta más.

Notas finales:

Gracias por leer.


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