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La maldición de los D por Vamp

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—XII—

 

Trafalgar Law se detuvo un momento para intentar tranquilizarse; se encontraba arropando a Luffy con una de sus gabardinas para que nadie pudiera verle las múltiples heridas que su atacante le causó; ya lo había revisado y ninguna era de consideración, al parecer su cuerpo de vampiro curó las heridas más graves dejando solo las pequeñas tal vez por falta de energía; las suyas tampoco eran para ir a un hospital, inclusive pensó que el hombre no había tocado algún punto vital adrede, muy posiblemente para infringirles daño por mucho más tiempo. Aun así el pequeño se veía lastimado y Law no quería levantar sospechas si alguien más los veía en ese estado. En ese punto Trafalgar todavía era lo suficientemente capaz de llevar el control de la situación, sin embargo al ir al automóvil por ropa pasó por la recepción del conjunto y los demás cuartos ya que era muy extraño que nadie llamara a la policía. Aunque una parte de él lo esperaba, grande fue su sorpresa al encontrarse con los cuerpos de doce personas, dos en la recepción y diez a los largo de las habitaciones. Law estaba acostumbrado a ver y abrir cadáveres, pero eran cuerpos que llegaban de forma tan impersonal que su carácter frío no ponía objeción a la hora de abrirlos, algo completamente diferente a lo que sucedió en ese lugar; esas personas acabadas de asesinar al grado que la sangre aún escurría de los miembros cercenados y algunos incluso resguardaban el calor corporal, murieron por ellos. Si Luffy y él no se hubieran quedado en ese lugar esas personas no hubieran muerto. Qué simple y pesada era la realidad. A todo eso Law tenía que agregarle el hecho de ver a Luffy sumamente callado y quieto, actitudes que nada tenían que ver con su personalidad infantil; muy posiblemente el protegerlos fue suficiente para poner en riesgo el autocontrol de Luffy ante su instinto vampírico, algo más de lo que Law tenía que encargarse.

—Es hora de irnos —anunció el ojigris terminando de abrocharle la gabardina a Luffy. Era necesario alejarse lo más pronto posible.

Luffy no contestó y eso puso en peor estado al ojigris. Ambos se subieron al coche tomando el camino contrario por el cual llegaron. En completo silencio Law condujo por un largo rato sin saber exactamente a dónde dirigirse; no estaba seguro si era mejor pasar la noche en el auto u hospedarse en otro hotel. Intuía que el hombre que los había atacado no lo volvería hacer en esa noche, la herida recibida fue demasiado profunda; sin embargo el ojigris no estaba seguro si trabajaba solo o alguien los perseguía desde las sombras. «¡Kid!» pensó aliviado; si el pelirrojo era o no capaz de ayudarlos poco le importaba en ese momento, la más mínima esperanza de no pasar solos por esa encrucijada (y más al tener a Luffy en un estado vampírico inestable) era un descanso el cual no pensaba desperdiciar.

—Luffy —habló deteniendo el coche, se giró a ver al pequeño y tragó saliva ante los ojos escarlatas—, cuando hablé con Killer me comentó que Eustass podía ayudarnos, él está al tanto sobre los vampiros; ahora que no sabemos dónde se encuentran tus hermanos creo que es la mejor opción.

—Pero Kid no es un vampiro, él no dejará que me alimente —contestó con los ojos bien abiertos, brillantes y rojos en la oscuridad de la noche.

—Hablaré con él, le diré que es necesario alimentarte y que estoy dispuesto a ello, si no lo acepta nos iremos —contestó tratando de creerse sus propias palabras. Law no esperó una respuesta, sacó el celular y marcó el número del pelirrojo, cualquier cosa para dejar de ver a su amante.

 

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Sabo intentó mover los brazos, le dolían las extremidades y sentía agarrotados los músculos. Escuchó el tintineó de las cadenas, pero no pudo moverse. Suspiró resignado, no le quedaba otra alternativa que esperar a lo que sea que su captor tuviera planeado. ¿Desde cuándo estaba prisionero? En ese lugar apartado de la luz del sol era difícil de saber. Agradecía que al menos le dejaran un pequeño foco prendido para iluminar su estancia en lo que parecía ser una bodega de algún teatro o auditorio. Escenarios de cartón, maniquíes, vestuario y todo tipo de utensilios para mantenimiento lo rodeaba; pocos eran los ruidos que alcanzaba a escuchar: algunos golpes lejanos y la tubería en uso. Sabo observó el cuarto por enésima ocasión tratando de encontrar una salida sin lograrlo y menos con las gruesas cadenas en las manos que lo levantaban del suelo y las de los pies que lo mantenían inmovilizado. Sabo giró su cabeza al escuchar como la única puerta que conocía a su espalda se abría; su captor entraba llevando una charola con comida. El rubio sintió una punzada de angustia al ver el alimento, no tenía ni idea de cómo lo estaría pasando Ace en su ausencia ya que desde el despertar del pecoso él siempre se había encargado de alimentarlo.

—¿Otra vez lo mismo? —dijo el rubio al ver el raquítico menú.

—Deberías de estar agradecido, si por mi fuera ya te habría matado, pero te necesito con vida —contestó de mala gana acercando el alimento a la boca de Sabo—. Son la escoria de la vida, tanto los vampiros como los sclav, son un error que jamás debió de existir.

Sabo comenzó a comer sin caer en las provocaciones; cosas peores le habían dicho por ser el sclav de un vampiro y más al haberlo decidido antes que el vampiro despertase; era su hermano quien lo necesitaba, su familia, estaba orgulloso de pertenecer a ella.

—Cuando cualquiera de tus hermanos den contigo me encargaré de eliminarlos, frente a tus ojos, de la forma más cruel que sea posible.

—No te atrevas a ponerles una mano encima —contestó el rubio furioso. Sabía que ese hombre era fuerte, temía por sus hermanos.

—Yo acabaré con todos ustedes malditos muertos vivientes —dijo dando un fuerte golpe en la mandíbula al rubio—. Son unos ingenuos si piensan que la Marina y los Ejecutores son los únicos que quieren eliminarlos.

—¿Trabajas para Kurohige? —Sabo preguntó saboreando el óxido de su sangre; si Kurohige ya los tenía en la mira las cosas se complicaban de sobremanera. Su captor sonrió incrédulo, aventó la charola y se tronó los nudillos.

—Cómo te atreves a ponerme en el mismo nivel que ese mal nacido —exclamó mientras golpeaba con saña a Sabo quien se mordió la lengua para no quejarse.

Minutos después dejó de golpearlo, su respirar era acelerado y sus puños terminaron cubiertos de sangre. Sabo mantenía la cabeza abajo, parecía desmayado.

—No soy tan tonto para enfrentarme a los dos hermanos D al mismo tiempo y según tengo entendido cuando ven algo que les pertenece en manos de otro suelen convertirse en las bestias que son volviéndose más vulnerables —se acercó a Sabo mientras hablaba, lo sujetó del mentón para levantarle la cabeza y habló casi sobre sus labios—. Portgas será el primero en morir…

 

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Primero vio las luces del automóvil acercarse, escuchó el sonido del motor y no perdió de vista el coche cuando este se detuvo frente a él al otro lado de la carretera. Vio bajar al hombre que conducía y él hizo lo mismo. Killer suspiró aliviado al ver a Law acercarse a él, el alivio no duró mucho tiempo, su rostro parecía desesperado.

—¿Estás bien? —preguntó el rubio cuando tuvo a Trafalgar a unos cuantos pasos de distancia; Law afirmó con la cabeza aunque su expresión decía lo contrario.

—Kid dijo que podíamos encontrarte aquí —habló el ojigris—. Luffy y yo necesitamos ayuda.

Fue en ese momento que Killer reparó en la silueta que se veía dentro del coche de Law; bajo la oscuridad solo era eso: una silueta, pero el rubio pudo percatarse de las dos débiles y centelleantes luces rojizas que lo observaban con detenimiento.

—No me jodas… —susurró al sentir un escalofrío de miedo recorrer su espalda— ¿Estás viajando solo con eso? —preguntó incrédulo y señalando a Luffy— ¡¿Y nos quieres meter también en ese problema?!

—Luffy está bien, solo necesita descansar… y alimentarse —contestó susurrando la última parte—. Un cazador nos atacó, Luffy peleó contra él y terminó exhausto, necesitamos un lugar seguro por esta noche.

—¿Y los otros vampiros?

—Akagami se fue hace horas y Ace, el hermano de Luffy, salió en busca de su otro hermano… Killer, Luffy está bien.

—¿Por qué presiento que dices eso para convencerte? —preguntó, pero no recibió contestación. Killer se rascó la nuca—. De acuerdo, pero que quede claro: a la mínima señal peligrosa no dudaré en clavarle un palo de escoba en el corazón —dijo tratando de sonar despreocupado, Law le respondió con una sonrisa forzada tratando también de llevar lo mejor posible la situación.

Cada uno subió a su respectivo auto y partieron hacia el distrito de Shin Sekai, lugar que les indicó Kid a ambos.

 

No pasó mucho tiempo cuando llegaron a la entrada del distrito y encontraron a Eustass quien subió en la camioneta de Killer y los llevó a una zona de comercio y hoteles, más específicamente a un pequeño restaurante de nombre «Mermaid Café», atendido exclusivamente por mujeres y que tenía la opción de rentar cuartos para aquellos que lo supieran, y Kid era uno de ellos.

—Mugiwara —llamó el ojigris al bajar ambos del coche, Luffy se acercó y Law le acomodó el gorro de la gabardina para ocultarle los ojos— ¿Estás bien?

—Tengo hambre —replicó con su característico toque infantil.

—Aguanta un poco.

Después que Eustass hiciera las reservaciones todos se dirigieron a los ascensores; en ningún momento Kid había mencionado nada respecto a Luffy o lo había mirado siquiera algo que a Law le parecía muy extraño, estaba seguro que Killer ya le había comentado su pequeño percance con el cazador y la necesidad del chiquillo por alimentarse.

Las puertas del ascensor se abrieron en el quinto piso, Killer fue el primero en salir, él llevaba una de las dos llaves para las habitaciones que rentaron, Law le siguió con la otra llave en la mano; antes que Luffy pudiera salir Kid lo agarró de la nuca y lo jaló dentro del elevador, presionó el botón para cerrar las puertas y sujetó al pequeño del cuello aprisionándolo entre su cuerpo y la pared. Luffy agarró la mano que lo ahorcaba y enseñó los colmillos, su mirada era la de un animal salvaje.

—Que quede claro, chupa sangre, si te atreves a lastimar a Trafalgar yo mismo te cortaré la cabeza y se la mandaré a tus queridos hermanos envuelta como regalo ¿entendiste? —amenazó. Luffy había dejado de forcejear aunque su mirada seguía siendo peligrosa.

—¡Jamás le haría daño a Torao! ¡Ahora suéltame! —gritó. Kid lo observó un momento y aflojó el agarre, sin dejar de mirarlo presionó el botón para abrir el elevador; Killer y Law se encontraban al otro lado a la espera de ver una carnicería, ambos volvieron a respirar cuando vieron que nada había pasado.

—Mañana nos iremos a primera hora así que hagan lo que tengan que hacer y traten de descansar —comentó el pelirrojo saliendo del ascensor y encaminándose a su habitación.

 

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Ace se detuvo en seco, reconoció el aroma que percibía en el aire.

Sabo.

El aroma de su sangre. Con las habilidades que dominaba supo en qué dirección se encontraba su hermano; se dirigió inmediatamente hacia ese lugar corriendo entre las calles, haciendo a un lado los obstáculos, desesperado por ver a Sabo. Aunque una parte de él se alegraba de tener la esperanza para encontrarlo, otra parte se angustiaba ¿qué le habían hecho para poder oler su sangre? Ace no era tonto, se imaginaba que muy posiblemente fuera un señuelo; sin embargo necesitaba ver a Sabo, lo ansiaba, tanto su lado vampírico lo empujaba hacia su sclav, como su hermandad lo llamaba; su sentido de protección hacia aquellos que eran su familia fue el que tomó la decisión de arriesgarse precipitándose a lo que parecía una trampa.

Llegó al lugar donde percibía con mayor fuerza el aroma de su hermano e inclusive podía sentir su presencia. Un poco más consciente de sus acciones Ace se acercó con precaución; todo se encontraba en penumbras apenas iluminado con la luz pública. Un sitio en el que jamás creyó que pudiera ser utilizado como una especie de prisión e irremediablemente, Ace, sintió una punzada de miedo al pensar en las posibilidades que se abrían ante ese nuevo escenario.

Caminó con paso decidido hasta la entrada del lugar, empujó la puerta principal que encontró abierta y entró. Adentro la oscuridad era más arraigada al grado que a sus ojos de vampiro les costaba trabajo enfocar con claridad las cosas. Guiado por su sentido del olfato Ace caminó por los pasillos llegando a la sala principal: un gran escenario iluminado con varias hileras de butacas. El pelinegro bajó los escalones para acercarse a la tarima, sus pasos eran amortiguados por la alfombra; miraba hacia todos lados en espera de algún ataque o el captor de su hermano. Poco antes de llegar al escenario escuchó unos pasos que crujían en la madera del estrado; un hombre apareció caminado con toda tranquilidad, observándolo con suficiencia y con una sonrisa de triunfo, llevaba puesta una especie de gabardina que ocultaba algo a su izquierda. Ace supo enseguida que ese hombre era peligroso.

—Tu ganado se encuentra abajo, esperando por ti —dijo el hombre refiriéndose a Sabo. Ace apretó la mandíbula.

 

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Antes de entrar en la habitación Killer detuvo a Law; con el pequeño percance que tuvieron Kid y Luffy había visto los ojos carmesí en el pequeño, en definitiva no quería que Trafalgar estuviera a solas con algo así. Law negó con la cabeza antes de que el rubio pudiera decirle algo, agradecía su preocupación, pero no podía dejar a Luffy en ese estado y se veía obligado a confiar en él si pensaba seguir a su lado.

Trafalgar entro a la habitación donde Luffy se encontraba ya adentro. Prendió las luces de un cuarto típico de hotel: a su izquierda una cama impecablemente hecha, enfrente una pantalla, al fondo una minúscula sala con una gran ventana y las cortinas puestas, y al lado de la cama una puerta que seguramente daba al baño. Law respiró hondo y entró, no veía por ningún lado a Luffy.

Nada más se escuchó la puerta cerrarse Luffy, que había estado a un lado de la entrada escondido, se lanzó sobre el ojigris. Law logró girarse, pero no evitó caer encima de la cama.

El vampiro hizo la ropa a un lado y lamió el cuello del ojigris quien se encontraba bastante tenso y con las manos en los costados de Luffy peleando consigo mismo para no alejarlo; al sentir como la lengua recorría su piel encogió el estómago y ahogó un gruñido, eso había repercutido en su parte baja. Luffy no reparó en nada más, clavó los colmillos succionando con frenesí. Law, al principio respiró profundo y al poco tiempo se convirtieron en suaves jadeos, la mordedura había sido a la par de dolorosa placentera.

No pasó mucho tiempo cuando Luffy alzó la cabeza con la boca abierta, los dientes manchados de rojo y una expresión de absoluta satisfacción.

—Torao, eres delicioso —dijo en un tono que sólo el vampiro dentro de él podía decir.

Law quería reclamarle por las acciones tan impulsivas, pero sólo podía pensar en que ansiaba follar a ese pequeño como nunca antes lo había hecho.

 

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—Eres un simple cazador, aunque puedo sentir haki en tu interior no hay nada especial en ti —Ace comentó.

—Y aún así fui lo suficientemente capaz de acorralar a tu ganado e inclusive darle una buena bienvenida —contestó el hombre mostrando sus manos cubiertas de sangre.

Por un instante Ace se quedó impávido, reacción que fue sustituida por el impulso de matar a ese hombre; dio un salto hacia él levantando el puño e impregnándolo de su haki aumentando la temperatura alrededor de él. Su contrincante no lo perdió de vista, dio un paso atrás inclinándose a la izquierda y desenvainando una katana que utilizó para defenderse a la vez que usaba otra para atacar. Ace retrocedió ante el filo de la espada; ambos quedaron sobre el escenario.

—Me encargaré de matar a tu querido hermano —dijo hablando con un tono de asco— y después le cortaré la cabeza al otro D. Pero antes de ello ¡te haré sufrir por haberlo despertado!

—¿De qué diablos estás hablando, humano?

—Si no lo hubieras despertado yo no tendría que matarlo, hubiéramos seguido siendo amigos…  Pero ahora eso ya no es posible ya que yo, Roronoa Zoro, acabaré con toda la estirpe de vampiros.

Notas finales:

Gracias por leer.


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