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La maldición de los D por Vamp

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—VI—

 

El líquido ensució la loseta del piso dejando una gran mancha, por suerte los excelentes reflejos del vampiro lograron tomar la taza en pleno vuelo impidiendo que se estrellara. Trafalgar Law también había querido sujetarla, sin embargo quedaba claro que Luffy era, ahora, mucho más veloz. Luffy, sin dejar de observar los ojos grises, dejó la taza en la barra de la cocina de su sclav y tomó la mano que Law había extendido, la fuerza en su agarre era más de la necesaria; el moreno contuvo la respiración cuando vio los ojos rojos del pequeño. ¿Cómo habían llegado a ese extremo?

Desde la  madrugada en la cual Law sintió los latidos del pequeño, las cosas se habían mantenido en un punto de constante calma, Luffy no aparentaba ser lo que era y con ello a Law le era más fácil tratar de digerir su condición; sin embargo de un momento a otro mientras le palpaba el cuello al pequeño para sentir el pulso, los ojos del chiquillo se tornaron escarlatas y la presencia del depredador que vivía en él afloró. Law quiso alejarse, no obstante el tener el cuerpo del pequeño justo enfrente se lo impedía, trató de empujarlo y entre sus intentos de alejarlo aunados al empeño del chiquillo para quedarse, el ojigris había empujado la taza de café que minutos antes bebía, si no hubiera sido por los reflejos de Luffy estaría rota y desperdigada por todo el suelo de la cocina.

Sólo que ahora, el ojigris era sujetado de la muñeca por un Luffy que se negaba a soltarlo.

—¿Mugiwara, qué intentas? —preguntó tratando de sonar lo más seguro y calmado que le fuera posible. Para su buena fortuna Luffy pareció reaccionar con esas palabras y lo soltó.

—Lo siento, creo que me gustó demasiado el que me tocaras el cuello —contestó alejándose y sonriendo como si nada hubiera pasado.

Law se dirigió al cuarto de lavado por las cosas que necesitaba para limpiar el piso. Debía de acostumbrarse a esos cambios en su pareja, una parte de él aseguraba que esa nueva condición iba a ser algo “normal” en el pequeño y si pensaba ayudarlo se obligaba a dejarlo pasar y no morirse de miedo. Luffy siempre le había resultado impredecible, alguien que hacía las cosas nada más porque podía sin llegar a pensar en las consecuencias y con la fuerza suficiente para enfrentar el resultado de sus acciones; eso era algo que admiraba en el pequeño y lo descolocaba. Muchas veces se vio inmerso en alguno de sus disparates, sin embargo después del consabido regaño, al final siempre terminaba divirtiéndose y considerando al pequeño como un soplo de aire fresco en su vida, alguien capaz de hacerle disfrutar locuras. Y ante esa nueva «locura» de ser un vampiro, Law tenía que afrontarlo, aceptarlo y hacer lo posible para no morir en el intento.

Después de limpiar y terminar de desayunar, Trafalgar se fijó en la hora. Quería ir a trabajar para poder desquitarse un poco con algún pobre diablo que perdió la vida, sin embargo Sabo le había dicho que irían a escuchar su respuesta esa misma mañana así que no le quedaba de otra más que quedarse y vivir nuevamente la experiencia de estar rodeado de seres inhumanos.

Suspiró al momento de escuchar los pasos de Luffy por el pasillo, se había metido en la habitación principal para poder darse un baño y cambiarse de ropa. Law siempre le criticó el hecho que el pequeño llevara a su casa una gran maleta de ropa a la semana de empezar su relación, pero admitía que sin duda alguna era necesaria ya que Luffy era hasta cierto punto bastante «juguetón» y lo que empezaba como una simple visita a su casa terminaba en una noche de constante esfuerzo físico y tan solo una o dos horas de descanso. El ojigris dejó de hacer todo lo que estaba haciendo y se quedó estático al comprender lo que sus pensamientos le decían. Después del despertar del pequeño no se había puesto a pensar en el cambio que sufriría su relación como pareja y eso incluía el sexo. ¿Podía seguir manteniendo sexo con Luffy? ¿Él quería seguir manteniendo sexo con Luffy? ¡¿Y cómo se daba el sexo con vampiros?! Lo más sensato era preguntarle a Sabo, pero eso para el ojigris era un fuerte golpe a su hombría ya que precisamente Sabo era el hermano mayor de con quien quería tener sexo, era hombre y también parecía tener menos edad que él; llegar y empezar la plática de temas sexualmente cuestionables no le parecía una buena idea,

—Torao, me voy, nos vemos en la tarde —dijo el pequeño quien pasó a su lado y cruzó la sala para dirigirse a la puerta. Law tardó un momento en salir de sus pensamientos y en comprender las palabras de Luffy.

—Espera, ¿cómo que te vas? ¿A dónde? Tus hermanos no tardaran en llegar —siguió al pequeño mientras hablaba. Lo último que quería era tener a los hermanos mayores solos con él y más después de percatarse de temas por demás peliagudos.

—A la escuela. Zoro me mandó un mensaje diciendo que está abajo esperándome.

—¿Cómo pudo llegar hasta aquí a esta hora?

—Nishishishi, creo que salió desde hace dos horas de su casa —contestó sonriente, el peliverde vivía a tan solo veinte minutos de la casa de Law.

—Mugiwara, no puedes ir así a la escuela.

—¿Por qué?

—¡Eres un vampiro!

—Ace me dijo que podía hacer mi vida normal mientras no les dijera a los demás que soy un vampiro.

Law se llevó la mano a la frente, no estaba seguro si los hermanos de Luffy tenían demasiadas expectativas en el pequeño para confiar en él o si eran igual de despistados. «Tal vez sea cosa de familia».

—Sáltate el día de hoy, espera a que lleguen tus hermanos y luego hablamos.

—¿Y Zoro?

—Que vaya a la escuela por sí mismo, igual y llega para mañana.

Luffy se mordió el labio inferior, quería ir con su amigo a la escuela, se había mantenido encerrado por mucho tiempo para seguir queriendo estar ahí; lo único que lo consolaba era saber que iba a estar con sus hermanos y Torao. Antes que pudiera aceptar el timbre de la puerta sonó y Luffy, estando a dos pasos de ella, abrió.

Roronoa Zoro, estudiante y compañero de la misma escuela que Luffy se encontraba al otro lado; con cara de querer seguir durmiendo y la cartera al hombro parecía alguien de cuidado. Luffy y él eran algo así como los mejores amigos, aunque para los demás Zoro parecía más una niñera del chiquillo.

—Hey, Luffy, vámonos o llegaremos tarde.

 

«»«»

 

La delgada estela de humo se desvanecía conforme alcanzaba mayor altura y desapareció por completo cuando el cigarro se apagó. El timbre del teléfono volvió a escucharse y antes de poder contestar la llamada se dio el lujo de prender otro cigarrillo y aspirar el humo para tranquilizarse; no es que estuviera nerviosa, pero siempre que la Marina hacia gala de presencia significaba que los problemas se acercaban y después de saber quienes estaban involucrados temía por sus vidas. Esos chicos le caían bien y no quería que nada malo les pasara.

—Dime —contestó.

—¡Shakky! Disculpa las molestias que te he causado. ¿Todo fue bien?

—Depende para ti que sea bien —dijo y se detuvo para seguir con el cigarro—. No hubo muertos, pero sí bastantes heridos; ninguno de gravedad.

—¿Y eso por qué?

—Porque no te encontraron a ti, pero encontraron a otro par que también les interesa. Poco después de que te fuiste llegaron el chico Ace junto al joven Sabo. —El siseo que la mujer escuchó al otro lado de la línea le hizo sonreír— No te preocupes, parece que no les pasó nada.

—¿Taka no me estaba ahí?

—Imagino, ya que no lo vi salir en ningún momento. Después que esos chicos entraron preferí salir del bar para no avisarles que estaba la Marina abajo.

—Disculpa por eso, Shakky, debe de ser duro para ti.

—¿Qué está pasando Akagami? —preguntó mientras apagaba la colilla en el cenicero, inmediatamente después se llevó otro a la boca— ¿O son asuntos de los cuales no me debo enterar?

—Ni yo mismo estoy seguro, creo que Akainu piensa que yo sé cosas de las cuales no estoy seguro de saber.

—¿Cosas como el despertar de un nuevo vampiro?

—Shakky eso no deberías de saberlo —contestó entre risas, pero a ninguno de los dos les pasó por alto que esas palabras eran muy serias—. Akainu siempre está al pendiente de todo lo que sucede con los vampiros así que el despertar de uno más es igual de importante para él como el rumor de un chupa sangre en alguna remota aldea.

—De cualquier manera deberías de ponerte en contacto con esos hermanos o con Taka no me —dijo zanjando la conversación.

—Lo haré, gracias. —Shanks cortó la llamada pensando qué debería de hacer primero.

 

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—Bajo las órdenes del Almirante de la Marina Sakazuki le informo que tiene prohibido salir de las instalaciones de Impel Down. —La voz del soldado que recitaba las palabras dichas por Akainu resonó por toda la habitación. Un lugar con lujos desmedidos y que servía de hogar para uno de los mayores Ejecutores de la Marina.

Donquixote Doflamingo “Joker” se encontraba sentado en una silla, de espaldas al enorme ventanal, mantenía las piernas recargadas sobre el amplio, pesado y lujoso escritorio de madera de cerezo y llevaba un copa de cristal tallado en las manos llenada con un líquido de sutil color rojo; antes de beber movía la copa en círculos para percibir el aroma y luego de dar un amplio trago le sonrió al soldado.

—Si son las órdenes de Akainu tienen que obedecerse ¿verdad? —habló poniéndose de pie— Pero si nadie sabe de esas órdenes no importa que se pasen por alto —decía mientras se acercaba al hombre quien tragó saliva y dio un paso a tras.

—Está enterado de ellas, no puede…

—Yo no hablaré, si tú no lo haces —interrumpió—. Lástima que los únicos en los que confío para permanecer callados son en los muertos.

No le dio tiempo al soldado de procesar esas palabras, lo tomó del cuello con fuerza suficiente para asfixiarlo, segundos después disminuyó la presión sobre los dedos y empezó a hacerlo con las uñas. El hombre puso las manos sobre el brazo de Joker tratando de zafarse, pero al sentir el dolor de las uñas enterrándose en la carne comenzó a llorar.

—Tal vez solo sea suficiente quitarte las cuerdas vocales —dijo mientras sus dedos se abrían paso entre la garganta del hombre. Entre los intentos de gritos, la necesidad de respirar y la carne abierta, los gorgojeos del hombre se perdieron tras la sangre y los músculos desgarrados; sus manos, rendidas, soltaron a Joker ante el peso de la muerte mientras que éste tuvo entre su puño la laringe del, ahora, muerto. Abrió la mano y el cuerpo cayó al suelo, Joker regresó a sentarse lamiendo de vez en vez la sangre que mantenía en los dedos.

—Law, espérame…  —se dijo a si mismo.

No podía desaprovechar la oportunidad de volver a tener al moreno, fue un estúpido al dejar que se fuera trece años atrás; aunque lo obligaron debió de haber peleado por él, ya que Law lo valía. Valía el desobedecer órdenes directas e inclusive ponerse la soga al cuello ahora que ya sabía donde se encontraba. Por muchos años su búsqueda infructuosa (posiblemente alterada por la misma Marina), lo había mantenido en un estado de eterna desesperación y angustiante arrepentimiento; cada que cerraba los ojos el pequeño y trastornado Law aparecía para llenar, aunque sea de manera parcial, el vacío de las necesidades de Doflamingo. Sin embargo para volver a sentirse completo necesitaba a Trafalgar, su presencia, su cuerpo, su alma. Su obsesión por él era demasiada y las órdenes de Akainu no serían suficientes para detenerlo.

Sonrió al imaginar a Law de veintiséis años, todo un hombre; su respiración se hizo más errática de sólo evocar ese pensamiento en su mente. Cerró los ojos y los recuerdos del pequeño Law se combinaban con lo que su imaginación le regalaba. El Law pequeño, aún con deseos de suicidio y muerte, era endemoniadamente inmaculado, bajo su inocencia arrancada a la fuerza mantenía una pureza  que solo incitaba a ser mancillada. El cuerpo de Joker respondía a los recuerdos del pequeño Law así que comenzó a masturbarse con la mano ensangrentada. Su mente saltaba a las imágenes que su imaginación le brindaba sobre el Law adulto, seguramente con un aire estoico, tal vez algo sombrío, inteligente y con el mismo aire de sensual deseo mortal. Joker abrió los ojos gritando por la frustración, observó la mancha roja que había dejado la sangre del cadáver en la alfombra y se acercó al cuerpo, lo tomó de los cabellos e introdujo su miembro erecto en la boca inerte. Jadeaba sin ningún reparo mientras movía las caderas con fuerza llenado su sexo con la sangre aun ligeramente tibia. Gruñía de sólo imaginar al Law adulto y llegó al orgasmo con el pequeño Law en su mente.

Dejó caer el cuerpo al terminar. La desesperación era mucha, demasiada para poder controlarse por más tiempo; sin razón alguna más que desquitarse un poco comenzó a aplastar con el pie la cabeza del soldado muerto hasta destrozarla y sonrió al ver como, de lo que parecía haber sido una boca, salía un espeso liquido rosa.

«Law».

 

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—Torao, me voy, nos vemos después. —Luffy se acercó al pelinegro y le dio un rápido beso en la mejilla para marcharse antes que se lo impidieran. Lo último que Trafalgar alcanzó a ver fue a un Zoro sonriente que cerraba la puerta tras de ellos.

—¿Luffy por que faltaste a la escuela ayer? —preguntó el peliverde mientras bajaban las escaleras— ¿Y por qué están cambiando las puertas del elevador?

—Porque se rompieron —contestó siendo técnicamente la verdad—; y falté ayer porque vinieron mis hermanos y me quedé con ellos.

—No sabía que tuvieras hermanos —dijo asombrado.

—Torao tampoco lo sabía, creo que nunca he hablado de ellos nishishishi…

—Eso es obvio. ¿Y, los vas a presentar?

—Mmm… no están, cuando los vuelva a ver igual y sí. Ya sé, ¡hay que hacer una carrera para ver quien llega primero a la escuela! —habló pasando completamente del tema.

—Ya es muy tarde, tomaremos un taxi.

Ambos chicos salieron a la calle donde tomaron un taxi. Zoro se acomodó para dormir los treinta minutos que duraba el trayecto mientras que Luffy, siendo Luffy, lo despertaba con alguna pregunta o simplemente por zarandearlo y mostrarle alguna tontería del camino.

—¡Zoro, no te duermas! ¿Es que no descansaste anoche? —preguntó el pequeño todavía sobándose el chichón que le salió por el golpe que el peliverde le dio al despertarlo por décima ocasión.

—No. Me la pasé en vela. He estado muy emocionado, se acerca algo grande… —Zoro observó al pelinegro con seriedad y terminó sonriéndole— El torneo de kendo de la semana que viene.

—Ah, eso. No sé porqué te emocionas si sabes que vas a ganar.

—Es importante para mi —dijo revolviéndole un poco el pelo—. Es algo importante.

Al llegar a la escuela Luffy se bajó, corrió a uno de los patios traseros donde seguramente se encontraban sus demás amigos y dejó a Zoro para que pagara el servicio. El peliverde lo observaba mientras corría sin precaución alguna, había algo que le molestaba, se sentía desconcertado con la presencia del pequeño. Desde que lo vio salir corriendo del apartamento de Trafalgar notó un sutil cambio, Luffy jamás se despedía de Trafalgar de forma tan drástica, en esa ocasión parecía que estaba huyendo de él, además la expresión de angustia en el ojigris tampoco le hablaba de algo bueno; aunque el comportamiento del pequeño en el trascurso del viaje fue «normal» su instinto se había puesto en alerta, conocía a Luffy desde hacía años, los dos se compaginaban de una muy buena manera y muchas veces las palabras sobraban entre ellos, por esas mismas razones se preguntaba qué era lo que cambió en el pequeño o, ya en su defecto, la razón de su inquietud.

Al llegar con sus compañeros (después de darle dos vueltas al campus) y teniendo solo el tiempo necesario para ir a sus salones, Zoro no pudo hablar con Luffy ya que éste se encontraba enfrascado en una discusión sobre escarabajos con Usopp y parecía que eso era lo más importante en ese momento. El peliverde se rascó la cabeza, a veces comunicarse con Luffy era un verdadero reto. «Igual y son imaginaciones mías».

 

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«La información es poder», ese era el lema de Akagami Shanks, uno de los informantes más respetados en todo Grand Line; no había dato, situación, relación o condición que él no supiera, todo pasaba bajo su red de información y si alguien deseaba conocer algún detalle en particular lo más sensato era acudir con el pelirrojo. En ese aspecto las referencias que más le pedían era información ilegal, cosa que a él no le importaba en lo más mínimo; se limitaba a hacer su trabajo pasando por alto los motivos que sus clientes pudieran tener para pedir cierta información. Todas las cuestiones era intrascendentes para él a excepción de una: los chupa sangres. En ese aspecto Akagami era sumamente cuidadoso ya que esa información conllevaba un trato con los mismos vampiros; ponía en riesgo su integridad física y psicológica si alguna información, por mínima que fuera, se filtraba.

Y precisamente por esa razón se encontraba parado frente a esa casa; había algo que no entendía y se iba a encargar de ello. Tocó el timbre y esperó pacientemente hasta que oyó los pasos de alguien que se acercaba a la puerta. Sonrió despreocupadamente cuando abrieron la puerta.

—Buenos días, ¿es la casa de Eustass Kid? —fue directo al grano. Por más que quería aparentar calma se veía obligado a actuar con premura; y eso era sin contar que no saber lo que realmente estaba ocurriendo lo ponía de muy mal humor.

—No. —Fue la respuesta directa tratando de cerrar la puerta, pero Shanks lo impidió con la mano.

—Tengo entendido que sí es.

—¿Y entonces para qué la pregunta?

Akagami sonrió para tratar de ignorar los instintos asesinos que le embargaron, ese chico de espesa cabellera rubia la cual no dejaba verle el rostro lo estaba sacando de sus casillas.

—Para asegurarme. Necesito verlo.

—No se encuentra, ¿y sabe por qué? Porque no es su casa. Ahora si me permite quiero cerrarle la puerta.

Shanks no hizo nada por apartarse, miró hacia la calle y suspiró sonoramente. Giró la cabeza para encarar a Killer y en un movimiento más rápido que la vista lo tomó del cuello, entró a la casa y cerró la puerta. Killer tardó un segundo en reaccionar, al sentir la increíble fuerza con la cual lo tenían sujeto se aferró a los brazos y enredó sus piernas alrededor del hombro tratando de aplicar la fuerza suficiente para soltarse; el hueso crujió y la presión en los dedos de Shanks desapareció, Killer cayó al suelo en una posición no muy cómoda por lo tanto le costó más trabajo del querido ponerse de pie para correr; subió por la escalera, quería llegar al segundo piso donde se encontraba la habitación de Kid, en los últimos peldaños se atrevió a observar hacia atrás: Shanks se acomodaba el brazo como si nada le hubiera pasado.

—Oh, mierda…  —susurró y en parpadeo perdió de vista al pelirrojo. En un acto reflejo dio un saltó por el barandal de la escalera para caer de bruces en el pasillo que daba al comedor, sin mirar hacia arriba y mientras se levantaba escuchó el sonido de madera rompiéndose y cientos de pequeñas astillas y pedazos de yeso le cayeron encima, posiblemente el pelirrojo había golpeado la pared.

Killer corrió por el pasillo sintiendo una ráfaga de aire al lado de su cabeza, se agachó justo a tiempo y no recibió el golpe que se estrelló a su costado; casi gateando pasó por el comedor hasta la cocina, si alcanzaba a llegar a la puerta trasera tal vez tuviera una oportunidad de sobrevivir afuera; pero antes tenía que pasar por la isla de la cocina. Pensando que lo mejor era derraparse por la isla se irguió y trató de correr con más impulso, sin embargo se detuvo casi perdiendo el equilibrio cuando vio que el pelirrojo se encontraba justo enfrente de la puerta de la cocina. Killer observó hacia atrás, no había pasado ni medio segundo que sintió el aire moverse a su espalda y ahora su atacante estaba justo enfrente, a más de tres metros de distancia. «Imposible».

—¿Eustass está aquí? Y espero que ahora sí responda a mi pregunta —habló, la sonrisa despreocupada no había desaparecido.

Killer tragó saliva o eso intentó, la boca le sabía amarga a causa del miedo; no tenía escapatoria, no obstante entregar a su amigo tampoco era una opción.

—Tranquilo, amigo. Tú me preguntaste si Kid vivía aquí, yo sólo te contesté con la verdad: esta es mi casa, él no vive aquí.

Shanks bajó la mirada negando con la cabeza, no era su intención matar a ese chico (al menos no hasta saber cuanto había visto sobre los vampiros), pero la poca cooperación del rubio le cerraba todas las alterativas y acababa con su paciencia. Caminó lentamente mientras que rodeaba la isla para llegar a Killer quien hizo exactamente lo mismo, en unos cuantos pasos terminaron en las posiciones invertidas: Shanks de espaldas al pasillo y Killer a dos pasos de la puerta trasera.

—Ni lo pienses —habló el pelirrojo—; ya te diste cuenta que puedo llegar contigo antes que siquiera puedas girarte, no pienses en huir.

—Esta bien, tú ganas. Kid está arriba, segunda puerta a la izquierda —comentó señalando el techo.

—Ya vez, no era tan difícil.

Shanks se dio la media vuelta y fue sorprendido por el cuerpo de Kid y un enorme cuchillo de caza que le rebanó la cabeza, su cuerpo partido en dos cayó directo al piso. Killer retrocedió hasta que su espalda pegó con la puerta, no gritó nada más porque no alcanzó a reaccionar así, ver a Eustass levantar la cabeza del pelirrojo al parecer consciente de todo lo que hacía era demasiado.

—¡¿QUÉ MIERDA ESTÁ PASANDO?! —Gritó.

—Esto —dijo Kid poniendo la cabeza de Akagami en la encimera— es un vampiro. 

Notas finales:

Gracias por leer.


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