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La maldición de los D por Vamp

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—VII—

 

—Venga, ayúdame. —Killer se llevó la mano a la boca para tratar de retener la arcada; le era inconcebible que Kid le pidiera ayuda para cargar el cuerpo que minutos antes había decapitado y llevarlo al fregadero para meterle el cuello dentro— Tenemos que dejarlo con la menos sangre posible y no quiero ensuciarlo todo —explicó.

—Kid… ¿Qué está pasando? ¿Quién eres tú…?

Killer no se había movido de su lugar con el pomo de la puerta justo en su espalda, si fuera necesario escaparía de ahí. Desde su pequeño incidente con Luffy se había mantenido a la expectativa y alerta de cualquier situación sospechosa, aunque a esas alturas después de saber sobre la existencia de los vampiros, las situaciones sospechosas eran algo relativo e incluso burlesco. El joven rubio que había detenido a Luffy le pidió no hablar sobre el asunto con nadie, pasar por alto el extraño hecho y seguir con su vida como si nada hubiera pasado; eso para Killer era prácticamente imposible, pero la seguridad con la que aquel joven habló lo obligaban a acatar el pedido como si estuviera en un trance; la pequeña conversación con Trafalgar así como la explicación a medias habían sido lo máximo que pudo hablar. Durante las horas subsecuentes trató de encontrar alguna lógica o un razonamiento mínimamente coherente mientras cuidaba de Kid, y ahora tenía al mismo Kid matando vampiros en su propia cocina y desangrándolos en el fregadero. Adiós lógica y coherencia.

Kid lo observaba mientras agarraba con firmeza la espalda y las piernas. Desde que conoció a Killer hacía poco menos de diez años siempre supo que tenía capacidades para entender el mundo por el cual se movía, sin embargo nunca se decidió a mostrárselo por simple precaución. Respiró profundo, el que se haya enterado de esa manera posiblemente iba a ser un shock para el rubio y él lo necesitaba lúcido o tendría que obligarlo a olvidar todo lo experimentado y la única forma de hacer eso era callándolo permanentemente.

—No pienses en huir, puedo darte alcance y no quiero lastimarte —dijo tratando de sonar lo más tranquilo posible, quería restarle impacto a su advertencia, cosa que no consiguió. Killer, lo más rápido que pudo, se acercó al cajón del gabinete para sacar un cuchillo con el cual amenazó al pelirrojo—. No hagas eso, es obvio que no puedes herirme.

—¿Tú también eres un vampiro?

—¿Qué? ¡No! ¡¿Cómo te atreves a insinuar semejante estupidez?!

—¡Estupidez es que hace dos días me enteré que los vampiros existían, que hace minutos uno entró por la puerta de mi casa y trató de matarme y ahora tú… tú lo hayas matado y lo tengas metido en mi fregadero! ¡Eso es una estupidez!

—Técnicamente no está muerto…

—¡Me importa un grano en el culo si está muerto o no, quiero una explicación y la quiero ya!

—Tks. Está bien. Pásame una silla para acomodar esto, no quiero hablar mientras lo cargo —pidió. Killer no movió un músculo—. ¡No voy a intentar nada! Si quisiera hacerte algo ya lo hubiera hecho.

El rubio lo pensó un instante y, sin soltar el cuchillo, fue al comedor por la silla. Kid dejó el cuerpo sobre ella y le amarró las manos por el respaldo con cinta de aislar que sacó de un cajón.

—¿Es verdad que no está muerto? —preguntó Killer parado en la esquina más alejada de la cocina.

—Sí. Necesitaría destrozarle el corazón para poder matarlo y lo necesito consciente —contestó. Antes que el rubio pudiera preguntar por algo más, Kid tomó la cabeza de Shanks y la puso sobre el cuello tratando de mantenerla sujeta con más cinta, al final, como la cabeza seguía cayéndose, no tuvo más remedio que mantenerse a su lado agarrándola con la mano. Suspiró, era malo para las explicaciones y no sabía por donde comenzar—. Se puede decir que soy una especie de cazador. La mayor parte del tiempo me dedico a localizar y mantener a raya los vampiros…

—Espera ¿tú ya sabías todo esto? ¿Qué Luffy también lo es, sobre el chico rubio y que esa cosa —dijo señalando a Shanks— iba a venir a mi casa?

—Sabía que Luffy es un vampiro, lo que no me esperaba era su ataque; el chico rubio se llama Sabo y es el sclav de otro vampiro, ambos hermanos de mugiwara. Y esto —movió la cabeza— es Shanks, un vampiro de segunda clase.

—Ahora entiendo menos…

Kid resopló exasperado. Eso no les estaba llevando a ningún lado así que intentó de otra manera.

—Hay dos clases de vampiros, los originales y los de segunda clase; normalmente ninguno de los dos da problemas con respecto a los humanos y pueden convivir sin ningún problema, pero a últimas fechas algo está sucediendo, tanto los vampiros como las organizaciones que los buscan para cazarlos se están moviendo. Nadie sabe exactamente que pasa, necesito información y eso incluye hablar con este tipo.

—Lo decapitaste…

—Un vampiro puede curar cualquier herida que no afecte directamente su corazón y mientras tenga las partes necesarias, eso incluye poder regenerar el daño que le hice, y lo desangré para debilitarlo, cuando despierte tendrá las mismas fuerzas que un niño.

—¿Y mugiwara…?

—Mugiwara pertenece a los vampiros originales al igual que su hermano, pero no había despertado, supongo que para eso vinieron sus hermanos. Ellos son mucho más fuertes y son capaces de crear más vampiros.

—Ah… ¿Entonces Trafalgar también lo es…?

—Según lo que me contaste está igual que tú, no tiene idea de lo que sucede. Posiblemente los hermanos de mugiwara intenten convencerlo para que sea el sclav de Luffy.

—¿Qué es eso?

—El ganado. La comida andante de los vampiros.

Killer bajó la mirada. Conocía a Law desde antes que Kid y a lo largo de los años le había agarrado cariño; imaginar que el ojigris terminaría como comida de vampiro no le hacía gracia. Antes que pudiera formular otra pregunta, los suaves quejidos provenientes de Shanks lo alertaron. Con horror Killer observaba como Akagami levantaba la cabeza, los ojos rojos hacían juego con su cabello y los colmillos que sobresalían de la boca ligeramente abierta lo estremecieron; «eso es un vampiro» pensó arrepintiéndose de no haber salido corriendo.

 

«»«»

 

Durante todo el día Zoro no tuvo la más mínima oportunidad de acercarse a Luffy para poder hablar. En un principio eso le pareció de lo más normal, generalmente el mocoso se mantenía ocupado con cualquier tipo de tontería y llamar su atención era, en ocasiones, bastante difícil; sin embargo el peliverde sentía que había otra razón, algo oculto en Luffy. Se comportaba de la misma manera de siempre con la misma actitud de niño chiquito despreocupado y voluntarioso que lo caracterizaba; la sensación extraña provenía de su presencia, emanaba una energía discordante: a veces potente y otra tantas como siempre lo había sido. Si Roronoa pudiera comparar esa sensación lo haría utilizando la presencia de un depredador cuando se encuentra una apetitosa presa: si llegase a tener hambre sus instintos lo dominaban, si no era así pasaba de largo ese alimento.

Zoro se rascó la cabeza ante esos pensamientos, eran demasiado ridículos como para ser ciertos. Estaba pensando de más y dejándose llevar por estupideces. Luffy no podía ser un depredador, Luffy era Luffy, y eso era suficiente para sentir esa opresión; lo impredecible de ese mocoso pudiera tener mucho que ver. Se acomodó en su lugar preferido para tomar una siesta, bajó un enorme árbol detrás de la universidad, y cerró los ojos tratando de no pensar nuevamente en lo distinto que notaba a su amigo, cosa que no logró.

—¡Zoro! ¿Es verdad que vas a ver a tu maestro? —Precisamente Luffy  le interrumpía sus cavilaciones. Roronoa abrió los ojos para ver  al pequeño que estaba agachado mirándolo fijamente, el aura tan fresca que emanaba le hicieron sentirse avergonzado por lo que minutos antes había pensado.

—Sí, vendría para verme en el torneo de kendo —contestó entre bostezos, se llevó las manos detrás de la cabeza en una improvisada almohada y se dispuso a dormir.

—¡Es fantástico! ¡Lo quiero conocer!

—Ya lo conoces.

—Pero sólo de vista —contestó haciendo un puchero—. Me gustaría enfrentarme a él —confesó; Luffy jamás desperdiciaría una oportunidad para vivir una nueva locura. Zoro resopló.

—Te patearía el trasero sin duda.

—¿Tan fuerte es? —preguntó sentándose en el suelo con las piernas cruzadas, cada vez se veía más animado con la posibilidad de que la locura fuera más grande.

—Demasiado, yo no tengo la más mínima posibilidad contra él.

—Ahora tengo más ganas de enfrentarlo. Cuando lo vea le daré un buen puñetazo para que quiera pelear conmigo.

Zoro sonrió al imaginarse esa escena, en definitiva creía a Luffy capaz de golpear a su maestro sin ninguna razón, ya tendría que pensar en algo para que eso no ocurriera.

—Luffy, ¿hay algo que no quieras contarme? —Aprovechando que los dos estaba solos y al parecer con un poco de atención de parte del pequeño, Zoro se aventuró a saber que era aquello que no lograba descifrar. Luffy lo observó e inclinó un poco la cabeza, abrió la boca para decir algo, pero enseguida la volvió a cerrar.

—No —contestó después de instantes de silencio. Zoro bajó las manos y tragó saliva; sabía que era virtualmente imposible que Luffy mintiera, era una de sus tantas innatas características, y por ello el que le contestara de manera tan franca debía de ser suficiente para creerle, pero la sensación de ser una presa o más bien de que Luffy era un depredador le volvió a asaltar. Cualquier rastro de inocente naturalidad en el chiquillo había desaparecido.

Antes que pudieran volver a hablar ambos chicos fueron interrumpidos por los gritos de otro de sus amigos que se acercaba a ellos a paso ligero y con un cigarro en la boca. Sanji, cocinero experto, un gran peleador y todo un caballero ante las damas. Ellos tres constituían una verdadera amenaza y mantenían un lazo único fortalecido con decenas de aventuras que generalmente terminaban en peleas.

—¡Luffy, marimo! ¿Dónde diablos se meten? Todos los están buscando. Franky y Usopp quieren que vayamos a ver uno de sus nuevos inventos. —Sanji llegó con ellos, tomó el cigarro entre sus dedos y le echó el humo al peliverde.

—¡¿Qué coño te pasa?! —reclamó levantándose después de toser el humo.

—Es para que despiertes.

—¡Ah! Yo no puedo ir —Luffy también se levantó. Zoro lo miró nuevamente desconcertado, volvía a ser el mismo Luffy de siempre—. Tengo que ir a ver a Torao, mis hermanos van a ir a su casa y necesito estar ahí.

—¿Tienes hermanos?

—¿Tampoco sabías, Sanji? —preguntó el pequeño, parecía que no le era posible creerlo.

—Cómo lo voy a saber si nunca lo has dicho.

—Prometo que a la siguiente se los presentaré, a todos. Me voy yendo, despídanme de los demás. —Dicho eso Luffy salió disparado a la salida de la universidad dejando a sus dos amigos solos.

—¿Sabías que tiene hermanos? —preguntó el rubio cuando perdieron de vista a Luffy.

—No —contestó Zoro encaminándose también a la salida, pero en una ruta diferente para verse con sus otros amigos—. Oye, cejillas ¿notas algo extraño en Luffy?

—La misma extrañeza de siempre. —Sanji lo siguió— ¿Pasa algo?

—No, solo imaginaciones mías.

 

«»«»

 

De un momento a otro Killer sentía que iba a vomitar. No sólo tenía a un vampiro frente a sus ojos, también el mismo vampiro había logrado curar una decapitación (desangrado incluido) y en el proceso de regeneración pudo escuchar el crujido de los huesos al hacer conexión, los músculos haciendo un extraño sonido pastoso y los borbotones que hacía la escasa sangre ante la succión de las arterias. Killer no vomitó ya que su estómago quedó paralizado junto a todo su cuerpo al ver la expresión de flamante odio que nacía en los ojos escarlatas; Shanks lo observada directamente, lo taladraba con la mirada penetrando hasta las fibras más sensibles y profundas, un odio puro que en las percepciones de Killer se transformaba en terror.

—Akagami Shanks, vampiro de segunda clase y el mayor informante que puede tener Grand Line. Es la primera vez que nos vemos, mi nombre es Eustass Kid.

Akagami dejó de observar a Killer para concentrarse en Kid, al hacerlo la expresión de amenaza pasó a ser una sonrisa despreocupada.

—Así que eres un cazador —habló entre pequeñas carcajadas—. No tengo ningún registro tuyo, eso significa que no existes… —un fuerte golpe que le impactó en la sien izquierda lo hizo callar.

—Para no existir te voy a obligar a contestar unas cuantas preguntas así que te recomiendo que cooperes —dijo Eustass limpiándose la sangre de la mano con una servilleta de papel—. ¿Qué sabes sobre el despertar de Monkey D. Luffy?

—¿Por él viniste aquí? —Otro golpe volvió a callarlo.

—Las preguntas las hago yo. —Akagami siseó y volvió a levantar la cabeza.

—Su hermano Ace vino a despertarlo. Y antes que me preguntes no tengo la menor idea del porqué… —otro golpe.

—Habla o te llevaré a la Marina, en ese estado no quiero ni pensar en lo que te harían.

Akagami masculló una maldición y miró directamente a Kid.

—Es verdad que no sé el porqué despertaron a Luffy justo ahora, pero tengo una pequeña teoría: Luffy mantiene una relación estable desde hace poco menos de dos años con otra persona, imagino que esperan se convierta en su sclav; conociendo a Luffy sin alguien que lo alimente es muy posible que consciente o inconscientemente revele que es un vampiro, por eso quisieron aprovechar esta oportunidad.

Eustass pensó en esa posibilidad, a primera vista parecía algo estúpida y ridícula, pero conociendo a mugiwara pudiera tener algo de coherencia, sin alguien que le pusiera un límite sin duda tarde o temprano descubrirían su condición.

—¿Qué me dices de Trafalgar Law? —cuestionó recargándose en la encimera y cruzando los brazos, necesitaba saber todo lo relacionado al asunto.

—Hombre de veintiséis años, con un doctorado en medicina forense y una maestría en cardiología; trabaja para la morgue del distrito desde hace dos años, mantiene un expediente impecable; antes de eso y hasta los trece años se supo que andaba en asuntos ilegales y viviendo bajo sus propias reglas, pero demostrando lo prudente que puede llegar a ser. No se sabe nada de él antes de los trece años.

—¿No lo sabes?

—Al igual que tú, Eustass, es como si nunca hubiera existido. No es tan extraña esa condición, muchos huérfanos que viven en la calle no tienen nombre ni historia; solo los que logran destacar pueden tener una vida, Trafalgar es inteligente, pudo conseguirse una.

Kid guardó silencio un momento.

—¿Quién te mando a saber sobre mí?

—Estas al tanto que soy un vampiro, si los de arriba descubren que hay alguien suelto que sabe sobre ellos yo sería el primer culpable. Necesitaba comprobar si eres una amenaza o un simple mocoso que juega a ser cazador.

—¿Y cuál de las dos soy?

—Una combinación de ambas: eres una amenaza por lo que sabes y porque lograste acercarte a mi sin que lo sintiera para cortarme la cabeza. —Kid sonrió satisfecho— Pero eres un mocoso al amenazarme con llevarme a la Marina —esta vez fue Shanks el que sonrió triunfante.

—Entonces te llevaré con Dragon.

La sonrisa de Akagami desapareció, en definitiva se retractaba de lo dicho, Eustass no era ningún mocoso.

 

«»«»

 

Camino al apartamento de su pareja, Monkey D. Luffy pasó a comprarse algo de comer, tenía hambre y mucha; lo peor de todo es que no era hambre por comida que pudiera comprarse en cualquier restaurante (cómo lo estaba haciendo), era hambre por el cuello de Law, por una sabrosa arteria que le diera lo que tanto ansiaba. Desde que despertó mantenía una sed de sangre que apenas se había controlado con lo que el ojigris estuvo dispuesto a brindarle. Ace le dijo que era normal sentirse tan hambriento en los primeros días de su despertar y que era su trabajo mantener a raya esa necesidad. Era el primer obstáculo con el que se encontraba Luffy y el que le había acarreado ya varios problemas; entre ellos el que ahora Zoro sospechara de él. Durante el día tuvo pequeños lapsus en los cuales no pudo mantener el control y su instinto salió a relucir, momentos en los que, para su desgracia, el peliverde estuvo al pendiente de él. Solo esperaba que sus sospechas se quedaran en ello, como meras suposiciones.

Saliendo de la tienda y llevando varios bollos los cuales devoraba, Luffy encontró o más bien sintió una presencia conocida dentro de una callejuela. Curioso, el pequeño se dejó guiar por esa nueva habilidad encontrándose con su querido hermano mayor durmiendo la mona bajo unos cuantos periódicos.

—Ace —lo llamó y se agachó para zarandearlo. Los ronquidos de su hermano le indicaban cuan profundamente dormido estaba. Luffy se acabó los bollos de un solo bocado y se acercó para darle tremenda mordida en el cuello a Ace.

El mayor gritó y se levantó de un salto llevándose a Luffy pegado al cuello, lo agarró de los cachetes y jaló hasta que su hermanito lo soltó.

—¡Luffy, no vuelvas a hacer eso! —El consabido coscorrón no pudo faltar.

—Dijiste que podía morderte cuando lo necesitara.

—¡Pero no me despiertes así!

Ace se masajeó el cuello y salió a la calle principal, al ver que faltaba poco para que el sol se ocultara supo que había dormido más de la cuenta. Seguramente Sabo lo regañaría al decirle que no había hecho lo que le mandaron.

—¿Qué hacías durmiendo ahí? —preguntó el pequeño mientras caminaba a su lado— Pensé que estabas con Torao.

—Tuve que hacer otras cosas y me entró mucho sueño, casi no he dormido desde que llegamos. Decidí tomar una siesta y para que no me molestaran me dormí ahí.

Luffy se carcajeó con la explicación y ambos se dirigieron a casa de Trafalgar.

 

Ace abrió la puerta del apartamento y Luffy entro corriendo para buscar al ojigris. Nada más el pecoso puso un pie dentro y un aroma a sangre le llegó a la nariz, eso no era nada normal.

—¡Luffy! —alertó llegando en un instante al lado de su hermanito, le puso la mano sobre el hombro y se adelantó un poco; el aroma a sangre era más penetrante en la habitación principal. Ace se acercó y encontró la puerta entreabierta, no distinguía de quien era la sangre así que supuso se trataba de Trafalgar ya que conocía perfectamente el aroma de Sabo— ¿Luffy, por qué no revisas la cocina y el comedor? —dijo, el extremo silencio y la tranquilidad de su hermanito no eran una buena señal; al verlo confirmó sus sospechas, con la sangre sus instintos vampíricos habían despertado— ¿Es Torao? —preguntó para descontrolarlo.

La sola mención de Law relacionándolo en la situación vivida fueron suficientes para que Luffy reaccionara y en vez de su instinto depredador una profunda angustia se instaló en su rostro. No pensó sus acciones, abrió la puerta de golpe encontrando el cuarto impecable en contraste a la enorme mancha carmesí a un lado de la cama, en la alfombra. Ace se acercó para tratar de reconocer algún aroma.

—No es Torao —dijo el pequeño y relajó un instante los hombros.

—Si Law no esperaba visitas —comenzó a suponer el pecoso— sólo puede ser Sabo. He escuchado que algunos cazadores pueden alterar el aroma de la sangre utilizando algún químico en especial.

La calma de Luffy desapareció, apretó los puños y salió del cuarto; no sabía qué hacer, pero necesitaba hacer algo, además Law no estaba ahí, debía de encontrarlo.

—¡Luffy, espera!

Mientras Ace le daba alcance para detenerlo, la puerta principal se abrió frente al chiquillo; ambos hermanos observaron quien abría.

 

«»«»

 

—¡¿Hey, Kid, por qué tenemos que ir a casa de Trafalgar?! ¡¿Y por qué nos estamos llevando eso con nosotros?! —preguntó un histérico Killer siguiendo al pelirrojo y señalando a Akagami que estaba siendo arrastrado a la camioneta de Eustass.

—Porque necesitamos hablar con Trafalgar y necesitamos llevarnos esto –contestó respectivamente mientras aventaba a Shanks en la parte posterior de la cabina doble.

—¡Eso no me explica nada! ¡¿Por qué tengo que ir yo?!

Kid cerró la puerta y dio la media vuelta para ver a Killer, entendía su histeria, pero no era lo suficientemente amable como para ayudarlo de mejor manera.

—Irás porque tú eres el que hablará con Trafalgar. No intentes convencerme que te deje ir, no lo lograrás, y mucho menos pienses en huir o traicionarme, ya sabes demasiadas cosas como para dejarte libre. Aparte de mi hay más cazadores que no están dispuestos a aceptar a un humano normal que sabe tantas cosas, eso sin contar a los mismos vampiros, cuando sepan de tu existencia te buscarán. —Killer se recargó en la camioneta, cuan tonto había sido por pedir explicaciones— Yo puedo protegerte, te puedo asegurar que mientras estés conmigo vivirás, así que te recomiendo que subas al auto y hagas lo que te pido.

 

«Mejor me hubiera mordido Luffy…»

Notas finales:

Gracias por leer.


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