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Amistades mortales por Dark Amini

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Notas del capitulo: Por favor! necesito que alguien me diga si voy por buen camino
Miguel agotado y bastante ebrio, se dirigió hacia a mí y mirándome a los ojos me dijo:

 

-         Creo que voy a vomitar.

 

No quise pensar en nada. Esto helaría el deseo de cualquiera. Lo tomé del brazo y lo ayudé a salir del bar. Lo llevé a su casa, ya que estaba neceando para irse a otro bar. Abrí la puerta y nos caímos en la entrada, yo extrañamente me eche a reír como nunca. Miguel me miró perplejo. Yo casi no reía, era demasiado serio, decía él. Con trabajo lo lleve al sillón y me paré torpemente a encender el estéreo, mientras buscaba otra botella pera continuar con nuestra noche de parranda. Me sentía un tanto cuanto liberado, el alcohol en mi sangre me hacia sentir desinhibido.  Miguel ya no quiso bebe más, así que me serví solo mi copa y me la tome de golpe. Estúpidamente me eche a reír y entonces escuché una canción que me gustaba mucho. No lo pensé cuando comencé a bailar. Miguel no dijo nada, solo se limitó a observarme. Pero no me sentí apenado, al contrario, por alguna razón, comencé a moverme sensualmente mientras me reía y bailaba frente a él. Quizás el destino intervino un poco cuando por un ligero dobles de la alfombra, me tropecé y fui a dar sobre él de frente. Me quede congelado cuando noté que mi rostro estaba muy próximo al suyo. Mi corazón latía con fuerza mientras lo veía directo a los ojos, una bestia se apoderó de mí y sin poderlo controlar lo besé. Miguel se sorprendió mucho, pero antes de que pudiera hacer algo lo tomé de las muñecas con fuerza contra el respaldo del sillón y comencé a besarlo por el cuello y los labios. Mi respiración estaba muy agitada, Miguel se notaba ya debilitado y no pudo poner mucha resistencia mientras lo besaba con cierta desesperación. Terminó cediendo cuado comencé a besar su pecho y a lamer sus pezones. Entonces comenzó a jadear y a gemir llevándome al límite de la excitación. Le arranque la ropa y me quite la mía mientras lo besaba y lamía por todas partes, entonces al llegar a su miembro sentí como me clavaba las uñas mientras gemía con fuerza. Dejar a un lado mi personalidad pasiva y entregarme por completo a mi deseo era nuevo para mí, sin embargo me movía con mucha naturalidad, con gran seguridad y con aparente experiencia. Miguel sudaba y se retorcía de placer mientras yo le aplicaba un oral, mientras yo sentía como la sangre hervía dentro de mi miembro, que cada vez más adquiría una dureza extraordinaria. Sin decir una sola palabra me desnudé completamente, me incorporé y rápidamente al cajón donde yo sabía que Miguel guardaba sus condones. Al regresar él estaba tan debilitado que le dí la vuelta como si cargara una bolsa de plumas, me puse el condón con rapidez y comencé a penetrarlo con rudeza. Primero gritó de dolor mientras rasguñaba la tapicería del sillón, después solo gemía y sujetaba con fuerza mi brazo que lo asía del pecho. Sudábamos como si estuviésemos en un sauna. Mientras lo embestía me sentí completamente pleno, Miguel se encontraba a mi antojo y a mi absoluta disponibilidad. Cuando comenzó a tener su orgasmo, me sentía poderoso al ver al gran Miguel sometido y completamente entregado a mi deseo. Aun después de que el tuvo el suyo yo continué embistiendo, haciendo caso omiso a sus súplicas por detenerme. Por fin tuve el orgasmo más pleno que pude imaginar, dejando a Miguel agotado y adolorido.

 

Como si nada, arrojé el condón al escusado, me metí a duchar y cuando regresé él seguía consternado al verse seducido y desechado como lo había hecho él con tantas chicas, como de seguro ya lo había hecho con mi bella Sonia. Cuando me vestía, sonreí y le dije:

 

-         ¿Qué sucede?, ¿Te sorprende que te hay seducido? Imagino que te sientes un poco abrumado y confundido al no poder moverte, ¿verdad?
-          ¿Qué sucedió?, ¿Qué me pasa? – murmuro
-         Simplemente estas intoxicado con una combinación de drogas que te di en cada copa que tomaste.
-         ¿Por qué hiciste eso?, no entiendo…
-         ¿Creías que no me iba a enterar de lo que le hiciste a Sonia?, la sedujiste, te acostaste con ella. ¿Pensaste que yo era un imbécil? Tú mi gran amigo... ¡eres un maldito y despreciable traidor!
-         ¿Pero por que te acostaste conmigo?
-         Sentirte sometido y a mi antojo me hizo disfrutar aún más tu humillación. La dosis que te di es letal, y con la actividad de esta noche se aceleró el proceso. Pronto dejarás de moverte hasta que se paralice tu corazón. Además siempre me has parecido atractivo, y pues no tendría ocasión más perfecta para hacerlo.
-         No te saldrás… con la tuya…
-         ¿Eso crees?, amigo, yo conozco todos tus secretos, se perfectamente de tus adicciones, que estuviste internado un tiempo por ello. Inclusive de la recaída que tuviste la semana pasada. Si investigan, no se les hará extraño que mueras por una sobredosis.

 

Miguel solo me vió con ojos desorbitados al percatarse de que las palabras no salían de su boca. Limpié por completo el lugar y conociendo donde las guardaba, saqué sus drogas y las dejé regadas por toda la casa.  Sexo casual y sobredosis serían el motivo de su muerte. Cuando me retiré, sólo observe por última vez a mi querido amigo, y no pude evitar sonreír cruelmente al cerrar lentamente la puerta.

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