Victor se llevó la cuchara a la boca, notando como nuevamente la sopa estaba caliente y sin sabor.
—No le puse la sal suficiente, no me saldrá nunca bien…—pequeñas lágrimas se quedaron en sus ojos y un tierno puchero se formó en los labios del más alto, haciendo que Yuuri lo mirara y no pudiera resistir las ansias de besarlo.
El japonés tomó la nuca del mayor y con un poco de fuerza lo obligó a juntar sus labios, haciendo que el tan ansiado beso se consolidara.
El omega estaba perdido, el calor del cuerpo de Yuuri lo ponía como un loco, parecía que su mundo se acabaría y que el aire no entraría más a sus pulmones.
—Yuuri, no he apagado el fuego…—las manos del pelinegro rozaron su entrepierna, haciéndolo gemir. —Yuuri…—Victor no podía contenerse, su omega estaba dejando escapar sus feromonas, logrando que el alfa perdiera poco a poco la cordura que le quedaba.
En un rápido moviendo el moreno apagó la llama y se llevó al más alto a la sala, donde con mucho cuidado acostó al peliplata sobre la alfombra, acariciando su cuello y buscando la marca que años atrás le había dado ese tan preciado vínculos.
—Amas tocarla Yuuri.
—Te hace mío, solo mío, hace que mi alfa se sienta fuerte y poderoso, cuando la veo siento que puedo ser dueño del mundo Victor, siento que nuestra es única.
—Yuuri…
—Quiero tomarte Victor…
—Pero dijiste que podía practicar para prepararle algo sabroso a Yuri cuando venga junto con Otabek. —el corazón del japonés se contrajo, a pesar de que ya habían pasado casi siete días, aun no era capaz de contarle la verdad a su pareja. —me lo prometiste…—Victor hizo un puchero.
Una sensación de molestia se instaló en el pecho del japonés, odiaba escuchar a su pareja mencionar a otros alfas, aunque este fuera la pareja de otro omega, cualquiera era una amenaza para él, cuando se trataba de Victor.
—No nombres a otros Alfas cuando estas bajo mi cuerpo Victor. — Yuuri sentía como las ganas que había tenido, simplemente se habían escapado de su cuerpo, ahora simplemente estaba preocupado y celoso. —Victor hay algo que debo decirte.
El peliplata se acomodó con la espalda apoya en uno de los sofás de la sala, mientras su pareja, lo tomaba de las manos y lo miraba a los ojos, con una mirada de angustia y tristeza. —Yuuri me asustas.
—No tienes que estar asustado amor, solo es algo que sabíamos que podía pasar y que por mucho que deseáramos o hiciéramos para evitarlo, la decisión final no era nuestra.
—Yuuri…—los ojos de Victor se aguaron. —es un nuevo omega verdad, encontraste alguien que quiere llevar a tus cachorros…—Victor sentía su estómago revolverse, como si fuese a vomitar en cualquier instante.
—No, Victor mírame…— Victor dejó salir un fuerte sollozo, alejando al otro. —Victor, que me hagas caso, mírame…
El omega levantó la cabeza, sintiendo como las lágrimas bajaban por sus mejillas, de manera exagerada. —Yuuri…
—Estas muy sensible amor…—Yuuri limpió los rastros que habían quedado en las mejillas del mayor y luego dejó escapar el aire de sus pulmones, pensando cómo sería mejor que le contara la verdad. — Victor, amor Yurio se fue, Otabek me dijo que Yurio no estaba bien, que necesitaba tiempo para procesar todo lo que estaba pasando.
El peliplata estaba sorprendido, pero con el pecho tremendamente apretado, como si su corazón fuera a salírsele por la garganta. —oh…
—Lo siento amor, pero no creo que se vuelvan a ver, creo que Yurio está listo para olvidarnos. — el japonés sintió como su pecho se apretaba también, él no tenía una relación consanguínea con el rubio, pero lo había visto crecer en el cuerpo de Victor, lo había visto llegar al mundo, lo había visto cubierto de sangre y llorando, haciéndose notar, con él había dado sus primeros pasos y había dormido en las noches de tormenta y aunque no lo dijera el también sentía un profundo dolor en ese instante al saber que por mucho amor que le entregaran, por mucho amor que tuvieran en su pecho guardado para su único hijo, el no sentía lo mismo y había decidido omitir su existencia. —Aunque nos duela mucho Victor…—la voz se le entrecortaba. — nuestro pequeño hará su vida sin nosotros, se fue Victor…
Yuuri dejó correr las lágrimas, mientras Victor se llevaba las manos al rostro, reteniendo los gritos que querían escapar de su cuerpo, el japonés llevó el cuerpo del otro a su pecho, buscando calmar su dolor, aunque ni el mismo soportara lo que estaba pasando, había perdido a su pequeño nuevamente, Yurio nuevamente los había sacado de su vida.