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Por favor... déjame entrar a tu vida por Sakura015

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Notas del capitulo:

Fanaticos del Yaoi, les quiero comentar que en unos días, me van a desconectar internet tambien por unos dias, así que si en los proximos días estoy ausente, ya saben la razon.

Disculpen las molestias.

Sin mas que decir...a leer.

Luego de esa historia, fue turno de Yukina.

—Bueno, mi parte va a ser sólo una semana antes de conocerlos porque no tengo mucho que decir de mí. Además, después de eso fue que obtuve mis poderes.

—Además, no creo que quieras revivir... cierta parte—dijo Takano.

—Sí, bueno... Algo así.

Tres años después de lo que pasó con sus padres, Yukina con sus quince años recién cumplidos, logró salir adelante solo. No tenía más familia en su ciudad, pero su abuela le enviaba dinero para que pudiera estar bien.
¿Había algo tras su sonrisa? En realidad, no.  Él tenía el mismo pensamiento que Yokozawa: “Nadie es indispensable”. En la escuela tenía amigos y era muy bueno con todos. Además, era muy popular entre las chicas, pero no era engreído ni falso.
Pero había veces que prefería estar solo. Igual, su sonrisa no lo abandonaba.

—Escuché que en una semana vendrán CINCO alumnos nuevos—dijo una alumna detrás de él.

—Sí, lo escuché. Mi hermana dijo que a su curso también llegara alguien—contestó su amiga.

Yukina quedó pensativo.

—Nuevos compañeros... ¡Genial!—pensó con sus energías positivas—. Podré conocer gente nueva.

A Yukina le encantaba poder conocer gente nueva. Siempre fue muy bueno para hacer amigos.
Cuando esos cinco chicos llegaron, el profesor les indicó sus asientos, y Kirishima fue quien se sentó con Yukina. Y cuando el profesor salió, aprovechó para hablar un poco con él.

—Hola. Soy Kirishima Zen. ¿Cómo es tu nombre?

—Soy Yukina Kou. ¡Un placer!

—Igualmente. Y estos de aquí atrás son Takano Masamune, Hatori Yoshiyuki, Onodera Ritsu y Yoshino Chiaki.

— ¡Hola! ¡Un placer!—dijeron los menores energéticamente.

—Podemos hablar, Kirishima—exclamó Hatori.

—Es que tardan mucho en decir sus nombres.

—Pff... Sí, claro—se quejó Takano.

Yukina soltó una risita. Esos chicos se veían muy graciosos. En el recreo, todos salieron y comenzaron a hablar. Yukina les contó lo que había pasado con sus padres, y todos arquearon las cejas ante eso. Luego lo miraron apenado.

—Sentimos mucho eso—dijo Ritsu.

—Oh... Pero déjenme decirles que si bien fue difícil al principio, lo he superado.

Todos le dieron ánimos para que siguiera así.

 

El mismo día que Takano descubrió sus poderes, Kisa y Yukina fueron a la ciudad. Fueron a un lugar de comida rápida y Yukina pagó. Kisa había insistido en que pagaran ambos, pero como Yukina también podía ser muy testarudo, pagó él.
Ambos hablaron y se pudieron conocer mejor. Kisa dijo que no vivía con sus padres, porque ellos estaban en otro país, pero que lo llamaban casi todos los días para ver cómo estaba.
Luego, Yukina le contó sobre su vida, y Kisa no podía creer que, aun después de eso, él haya podido salir adelante.

—Kisa, he notado que para tener dieciocho, pareces un chico casi de primaria—dijo Yukina con algo de burla.

— ¡Hey! No es mi culpa tener un aspecto más joven que mi edad.

—Yo me pregunto cómo se puede tener un rostro tan infantil.

Ellos terminaron y fueron a caminar un rato. Yukina le propuso algo. Algo tonto para él: lo invitó a la casa de Kirishima, porque iban a estar todos para que el mayor los ayudara a Takano y Hatori con su poder.
Al día siguiente. Yukina y los otros tres veían sentados en el suelo como Kirishima trataba de ayudar a los otros dos a controlar el vuelo. Había que admitir que era bastante gracioso. Algunas veces no podían mantenerse en el aire y se iban contra el suelo.

—No creo que sea muy fácil para ellos—dijo Chiaki—. Espero que no les pase nada.

—Kirishima tiene fuerza sobrehumana. Si caen, el los atrapará—dijo Ritsu, ganándose unas risas.

—En cualquier caso, ellos podrán manejarlo bien—Yukina se mantenía optimista—. Pero no creo que deba ser muy fácil.

Como la casa era grande, no verían que había chicos volando en el patio trasero.
Kirishima les explicaba que debían hacer para flotar y moverse en el aire. Aunque bueno, más fácil decirlo que hacerlo.
Ambos se elevaron y trataron de avanzar. Cosa que no salió muy bien. Casi se van contra el suelo, pero Kirishima los tomó de las muñecas antes de impacto.

—Gracias—dijo el azabache mientras eran bajados.

—No se desesperen. Ya lo consiguieran— los animó el castaño.

Decidieron dejar el entrenamiento para algún otro momento. Los amigos fueron adentro y comenzaron a charlar. De verdad que se llevaron muy bien.
Los “sin poderes” aseguraron que no dirían nada sobre eso. Tratarían de que no se les escapara decir: “Yo tengo a un amigo que es uno de ellos”.

—Leí en internet que ya capturaron a decenas de ellos—dijo Chiaki.

—También lo vi. Pero aun tengo una duda: si atraparon a tantos, ¿hace cuanto que esa cárcel o el tema de atraparlos está?—exclamó Takano.

—A veces me pregunto lo mismo—dijo Hatori con una mano debajo del mentón—. No aceptaron revelar eso.

—De todas formas, los poderes de Takano y Hatori en sí, no pueden hacer daño  a nadie—habló Ritsu—. Sin ofender, Kirishima.

—Descuida. De todas formas, sé controlar la fuerza.

— ¿Saben? Hace poco vi que esos militares en cubierto atrapaban a uno y le ponía unas esposas extrañas—reveló Kisa—. Supongo que es una forma de que no usen sus poderes. Ricchan también lo vio.

—Fuera de broma, esto se parece mucho a ese juego “Infamous: Second Son”—dijo Yukina.

—No lo negamos.

Yukina se levantó de la mesa, se despidió e iba a salir de la casa, pero Kisa lo tomó de la muñeca.

—Te acompaño. Igual, también me debo ir—dijo con sonrisa nerviosa.

Ambos se fueron de la casa, y mientras caminaban, Yukina le daba charla al menor, que parecía no poder seguirle el ritmo.
Kisa no hablaba mucho con los chicos de su curso. Siempre esperaba el recreo para hablar con ellos. Y como dijo, ya le había puesto un apodo a Ritsu.
Cuando ambos iban a cruzar la calle, Yukina se quedó mirando algo en una vidriera. Kisa no se percató de eso, así como tampoco vio que un auto iba desde el lado izquierdo.

— ¡Kisa!—escuchó el grito desesperado del menor.

Miró el auto y se paralizó. No fue capaz de moverse. El auto frenó y los neumáticos hicieron un ruido horrible por la fricción. Casi por inconsciencia, cerró los ojos, esperando el golpe. Pero no sintió él golpe del auto ni del suelo. Sino de algo más. Abrió los ojos y vio que estaba encima de Yukina. Éste estaba aferrado a él como si fuera lo más preciado para él.

— ¿Estás bien, Kisa?—preguntó el menor, muy preocupado.

—S-sí, pero... tú... llegaste a tiempo.

—Yo... no sé que hice...—respondió mirando que el hombre del auto de bajó y fue hacia ellos.

— ¡Cielo santo! ¿Estás bien, hijo?—preguntó mirando al pelinegro.

—Estoy bien, no se preocupe—contestó sin mirarlo.

—Dios, pensé que tu amigo no llegaría a tiempo. Creo que se movió rápido. Debe de hacer mucho ejercicio.

El señor era algo mayor, así que no se le podía señalar de tonto (sin ofender). Además, él parecía no estar muy al tanto de esa noticia, sin mencionar que casi todos los reportajes estaban en internet.
Los chicos se levantaron, Kisa le dijo al señor que no se preocupara por nada, y todos se fueron.

—Yukina, el auto venia demasiado rápido como para que tú hayas corridos “normalmente”.

—Lo sé. Creo que ni yo me di cuenta—contestó con la vista perdida—. Ven. Vamos a un lugar apartado.

Ambos chicos fueron a una calle donde no había nadie, y había una casa abandonada. Allí, Yukina se puso a pensar en lo que pasó.

—Kisa, no preguntes nada. Sólo necesito que lances esta piedra.

Kisa estaba por preguntarle para qué. Pero considerando que le pidió que no preguntara nada, no lo hizo. La lanzó lo más fuerte que pudo. Yukina la siguió con la mirada y... corrió a la velocidad de la luz y la atrapó.
Ambos quedaron con los ojos blancos. Yukina corrió hasta él a la misma velocidad.

— Eso quiere decir que también puedes...

Yukina se elevó unos centímetros del suelo. Kisa quedó algo sorprendido, pero no impactado.

— ¡Tenemos que decirle a Kirishima!—dijo el mayor.

—Sí. Vamos a su casa... volando.

— ¿Qué? Pero...

—Por favor. Sólo confía—pidió mientras le hacía señas para que se subiera a su espalda.    

Con algo de duda, subió a la espalda del más alto. Cuando fue por el cielo azul, Kisa miró que era muy bello ver todo desde ahí. Le parecía algo surrealista.

— ¿Qué pensaran de esto?—se preguntaba el menor.

Al llegar a la casa, Kirishima seguía con todos ahí. Dijeron que se irían tarde porque los padres de Zen no llegarían hasta la madrugada.

—Sí, bueno, pero tenemos que decirles algo importante—exclamó Kisa.

—Tengo poderes yo también.

Todos se levantaron de golpe y se acercaron a él.

— ¿Qué poder tienes, Yukina?—preguntó Kirishima, interesado.

—Corro a la velocidad de la luz—respondió.

—Vamos a fuera—pidió el castaño. Todos salieron—. Muéstranos por favor, Yukina.

El chico asintió y comenzó a correr a gran velocidad, haciendo que un viento golpeara las caras de los demás. Hasta tuvieron que taparse los ojos por la tierra que levantaba.
Luego se detuvo delante de ellos.

—Increíble. ¿Cómo lo descubriste?—preguntó Takano.

Yukina les contó cómo fue que descubrió sus poderes. Todos arquearon las cejas, y Ritsu y Chiaki se acercaron a Kisa. Él dijo que no se preocuparan por nada porque estaba bien. Si se había asustado, pero nada más.
Kirishima le preguntó a Yukina si necesitaba ayuda para aprender a manejar el vuelo. Se negó, alegando que podía controlarlo bien.
Los tres normales les prometieron, nuevamente, no decir nada a nadie. Ellos no soportarían que se los llevaran.

Yukina dejó de contar, y él, Takano y Hatori miraron a Yokozawa.

—Crean o no, puedo notar, por la forma en que hablaron de ellos, que ustedes sentían más que amistad—dedujo Yokozawa.

Los tres asintieron.

—De hecho... Bueno... Nosotros...—Yukina estaba algo sonrojado.

—Deberíamos decirte—exclamó Hatori mirándolo a los ojos.

—Confiamos en ti—Takano tomó aire y dijo—. Nosotros... salíamos con ellos, como te habrás dado cuenta.

—Ese fue el motivo por el que me rechazaron mis padres—dijo Hatori con seriedad, pero una expresión algo triste.

—Dios—musitó Yokozawa. ¿Rechazar a su hijo sólo por eso?—. Lo lamento, Hatori.

—Me he acostumbrado. Al menos, veo que tú no tienes nada en contra.

— ¿Saben? Ya lo había notado. Son algo transparentes, ustedes tres—dijo Yokozawa con algo de burla.

—Pero no los únicos—insinuó Takano mirando a Kirishima, causándole un gran sonrojo—. ¿Algo que decir, Zen?

—Te odio—dijo desviando la mirada.

Yokozawa estaba algo avergonzado, pero decidió no decir nada de eso.
Su celular sonando los sacó de la conversación.

—Un segundo—dijo él. El número no aparecía, sólo decía “número desconocido”, pero nada más. Se encogió de hombros y atendió—. Hola.

—Yokozawa, el hijo de Yakumo y Amaya. Soy Kenta... Quien te quiere comprar—dijo como si fuera lo más normal.

Continuara...


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