Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por favor... déjame entrar a tu vida por Sakura015

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Asahina se me quedó mirando a Yokozawa, casi con estupor en su mirada. No sabía que responderle a eso. En el tiempo que habían estado escondidos en lo alto de un árbol, donde típicamente a nadie se le ocurre mirar, Asahina no había podido responderle eso porque simplemente no podía.

—Yokozawa, yo no provoqué ningún accidente—dijo mirándolo directamente a los ojos.

—Vi eso en los recuerdos que esa poción o lo que sea me hizo ver.

Asahina se llevó las manos a la cabeza, sin poder respirar bien. Él de verdad que no sabía nada. No fue capaz decirle al menor que fueran a hablar a otro lado. Estaba confundido... Muy confundido. Él jamás fue capaz de usar su poder para algo como eso.

—Yokozawa, te juro que no hice nada.

—Dios... ¿Qué diablos vi entonces?—se preguntó el menor con las manos en la cabeza.

Ninguno quería seguir hablando de eso, por lo que se fueron del lugar donde estaban y comenzaron a caminar para poder encontrar a los demás.
Asahina no podía dejar de pensar en las palabras de Yokozawa. Sabía que eso les causaría problemas a todos en el grupo. Antes habría tomado el tiempo para evaluar y pensar bien la situación; pero sabiendo que estaban en camino a salvar a sus parejas, no había tiempo para eso. Se llevó una mano a la frente y trató de recordar ese día.
Sí recordó algo: en cierto punto, su vista estaba en blanco y unos segundos después, vio que estaba junto a Kirishima, que tenía a Yokozawa en sus brazos.

—Es imposible. Jamás usaría mis poderes para hacer daño—pensó Asahina.

Ambos siguieron caminando, mientras cada uno estaba sumergido en sus pensamientos.

 

—Hatori, ¿aún no los encuentras?—preguntó Kirishima, bastante preocupado. Tenía a Sorata en sus brazos para estar seguro de no perderlo.

—No los he podido ubicar. Avanzan mucho y muy rápido—contestó.

—Ve en que calles están y podremos ir a ver—dijo Takano.

—Yo puedo llevarnos rápido. Fíjate y dime—habló Yukina, mirando hacia todos, en busca de algún agente.

Hatori buscó algo que le indicara en que calle estaban Yokozawa y Asahina. Algún cartel o incluso algún comercio que sólo podía haber en X ciudad. Los veía a ellos dos, caminando y conversando de un accidente. Esto lo desconcertó por completo. Él no había tenido de ver que habían hecho tiempo atrás, puesto que no tuvo mucho tiempo.

—Chicos, creo que deberíamos irnos. No es seguro quedarse en un mismo lugar—dijo Takano.

—Está bien. Hatori, mantente en tu trance—pidió Kirishima—. Sorata, no te me vayas a escapar.

—Seguro.

Los cinco se fueron de allí para no ser vistos ni atrapados.

—Takano, ¿qué pasó en ese supermercado abandonado? O sea... ¿por qué dijeron que mataron a unos agentes?—preguntó Yukina.

—Como dijo Hatori cuando estábamos ahí, hice de las mías otra vez—respondió—. Usé una de las heladeras que estaban ahí. Hatori los guió hasta allá y al abrir la puerta, cosas que yo puse ahí cayeron sobre ellos.

—Mmm... Siempre haciendo de las tuyas, ¿no, Takano?—dijo Kirishima.

—Sí, bueno... Hay que pensar en algo si no estamos contigo, teniendo en cuanta que ninguno tiene esa fuerza—dijo, sin saber que esas palabras le dolían al castaño.

¿Por qué no podía dejar de pensar en ese horrible día? ¿Por qué no podía dejar de culparse? Ni él mismo lo sabía.
Y aun... seguía pensando en Ryu. El saber que estaba en lo cierto cuando sacaba las teorías de que era el hermano de Yokozawa, le dio más dolor que cualquier otro sentimiento. Y saber que había sido atropellado, dejando a Yokozawa solo con sus padres, le era más doloroso.
Que injustos pueden ser el destino y la vida con cosas así. Pero una pregunta que no dejaba de hacerse, en base a lo que Yokozawa le contó, era por qué Ryu cruzó la calle en lugar de ir hacia algún lado. Puede ser estúpida la pregunta, pero... ¿habría sido algo de la vida? ¿O sólo fue un descuido?

—Yukina, los encontré.

Hatori le dijo la calle y todos se sujetaron de Yukina para ser llevados a la velocidad de la luz.

 

Yokozawa y Asahina se habían quedado en otro árbol para poder descansar un poco. Por suerte nadie los había visto subir. El mayor seguía sin poder olvidar lo que Yokozawa le había dicho. Era imposible para él pensar que había provocado intencionalmente aquel accidente.
El peli azul creyó que tal vez había cometido un pequeño error al haberle dicho, pero también pensó que tarde o temprano, él o Kirishima terminarían por decirle la verdad. A fin de cuentas, tarde o temprano todo se sabe, y eso es inevitable. Muchas cosas lo son y no hay nada que hacer contra eso.

—Yokozawa, ¿puedo pedirte algo?

—Por supuesto.

—No le digas nada a los demás, por favor—pidió Asahina.

—No lo había pensado. Sé que debe  de ser duro para ti—respondió el menor.

—Ven, comamos algo, ¿quieres?

Ambos fueron a un lugar donde preparaban la mejor carne de la ciudad. Por suerte, tenían dinero en el bolsillo, literalmente. Igual, no pidieron algo muy costoso, pero tampoco muy barato. Unas costillas fueron lo mejor. Se sentaron en una mesa que estaba lejos de la ventana y la puerta. Era la menos visible en el lugar. Querían estar prevenidos si un agente llegaba a entrar.
Tenían que agradecer que los “Sin poderes” no supieran que los tipos decían que Yokozawa había matado a un agente. Seguían desconcertados por eso. Ninguno recordaba que ese disparo le había dado cuando el menor disparó.

—Tendré un cargo de conciencia—dijo Yokozawa en voz alta, sin darse cuenta.

—Hey, por más frio que suene, se lo merecía. Ellos creen que pueden hacer lo que quieran con nosotros, pero no es así—exclamó Asahina, de forma bastante fría.

—Pero aun así, yo no quería matarlo—dijo el menor—. Dios... Si se llegan a enterar, creerán que todo se echara a perder.

—Descuida. No se enteraran. Tú dijiste que no les dirás de ese accidente. Bueno, yo no les diré nada de esto, ¿sí?, será algo nuestro—aseguró el castaño.

—Entiendo.

Ambos terminaron y dejaron el dinero en la mesa. Decidieron esperar un poco hasta que les bajara la carne, en caso de que tuvieran que irse volando.
Ninguno dijo nada sobre las cosas que estaban pasando a su alrededor. Ambos pudieron notar que las personas parecían agitadas y nerviosas. Parecía que acaban de presenciar un asesinato o algo peor.
Asahina miró hacia la puerta de entrada y vio a un hombre que, literalmente, tenía fuego en las manos y estaba enfrentándose a otro. Un agente, para ser exactos. Ahora estaba más que claro. Pero... ¿por qué dejó ver sus poderes de la nada? Si ellos no notaban que estaba en el lugar, no harían nada.

—Yokozawa, hay un Humano Elegido con poderes de fuego aquí—avisó Asahina—. No está haciendo nada malo, pero las personas están muy asustadas.

— ¿Qué pasa ahora?—preguntó el menor.

Asahina volvió a mirar a la puerta y vio que el Humano Elegido le quemó un la cara al otro. Cerró los ojos y giró la cabeza, escuchando los gritos de las personas.

— Ah... Le quemó la cara.

Yokozawa se levantó de su asiento y miró. Más agentes llegaron y terminaron llevándoselo. Entre murmullos, ese chico con poder de fuego gritó:

—Él nos manipula, nos hace hacer cosas... Ustedes son los tontos que se creen todo lo que escuchan, pero no lo que ven.

—Yokozawa, tenemos que irnos sí o sí—susurró.

—Concuerdo... ¿Tú nos sacas?

Asahina sujetó la muñeca del menor y logró cruzar la puerta antes de que se cerrara. Decidió llevarlos siendo una ventisca hasta el techo de un edificio. El más alto que vieran.

— ¿Qué habrá querido decir con eso?—exclamó Asahina.

—No lo sé. Todo está cada vez más confuso... Apenas encontremos a los demás, tenemos que seguir y tener más cuidado.

— ¡¡Por fin!!—escucharon una gritos y se sobresaltaron.

— ¡Chicos!—dijo Yokozawa.

— ¡Gracias a Dios!—todos, menos Hatori, se lanzaron sobre Yokozawa y Asahina.

—Cuidado, no los aplasten—dijo el castaño, viendo que estaban sujetándolos con fuerza.

Luego de un tiempo, los soltaron. Kirishima miró a Yokozawa y lo estrechó entre sus brazos.

—Te extrañe... Estaba tan preocupado—susurró en su oído.

—Yo también a ti—dijo el menor, devolviéndole el abrazo.

Kirishima, ignorando a los demás, tomó el rostro del menor entre sus manos y sin hacerse esperar, lo besó apasionadamente. Yokozawa sintió que las fuerzas de sus piernas lo abandonaban por completa. De no ser porque el mayor lo estaba sujetando de la cintura, se habría caído. Pero rápidamente, reunió la poca fuerza de voluntad que le quedaba y apartó al castaño.

—Mm... O-oye... no aquí... Están ellos.

—Solo un poco—susurró el castaño con voz grave.

—No, ya—repitió el menor, sonando más firme. Kirishima hizo puchero—. No me vengas con eso—si giró para ver a los demás—. Hatori, ¿tardaste mucho en poder ubicarnos?—preguntó divertido.

—Ustedes sí que se mueven rápido... A cada rato los veía en un lugar diferente.

Apenas terminó de decir eso, Sorata saltó a los brazos de Yokozawa y se frotó contra su pecho.

—Qué bueno que Yukina puede correr a la  velocidad de la luz... y que el gato también está contento— dijo Takano—. Debemos irnos ahora. Hemos tenido problemas y es riesgoso.

—Sí, nosotros también tuvimos—dijo Asahina.

Takano los hizo invisibles y Asahina les dijo que é los sacaría. Sólo debían sujetarse de él. Sin dudarlo, lo hicieron. Asahina los hizo una ráfaga de viento y se fueron así.
Decidieron buscar un camión que saliera de la ciudad para ir por la autopista. Eso los llevaría hasta la otra ciudad. Obviamente, no iban a quedarse solo en ese camión, sino que se bajarían y luego vería otra forma, porque sabían que ese podía “desviarse”.
El mayor de todos los dejó en el suelo y todos comenzaron a buscar con la mirada, ya que por ese lugar pasaban muchos camiones.

—Hay va uno muy grande—dijo Yukina, viendo uno que parecía llevar una casita de madera prefabricada.

Fueron corriendo, con la ayuda de Yukina, y saltaron para lograr meterse. Nadie pareció notar eso. Miraron el interior y vieron que algo simple, pero hasta que llegaran más lejos, sería útil. Sorata se acurrucó en el suelo y se quedó ahí. Los chicos se sentaron contra la pared

—Ahora que ya estamos aquí, creo que podríamos hablar un poco de lo que pasamos—dijo Kirishima.

—Sí, bueno...Lo de Asahina y yo no fue la gran cosa. Nos persiguieron y nos apuntaron con un rifle.

—A nosotros también—dijo Hatori—. Pero a nosotros nos acusaron de haber matado agentes de la C.P.C, fue algo desconcertante.

Ante esas palabras, Asahina y Yokozawa intercambiaron una mirada. ¿Debían decirle que creían haber matado a uno? No querían hacerlo, pero...

—Kirishima, Yukina, ¿qué les pasó a ustedes y a Sorata?—preguntó Takano.

—No fue la gran cosa—respondió Yukina—. Creo que el poder de Kirishima y el mío son los que más problemas traen para los agentes.

—Fue peligroso para el gato—bromeó Zen.

—Ja-Ja, que gracioso—dijo el gato, con sarcasmo.

—Nos olvidamos de contarles. Vimos a otro Humano Elegido ser arrestado. La diferencia fue que pudimos ver que poder tenía—reveló Yokozawa.

— ¿Cuál tenía?—preguntó Hatori, interesado.

—El poder de fuego—respondió Asahina—. Le quemó la cara a un agente. Las personas gritaban como locas.

—Pero... lo más impactante fue... que ese chico gritó que “él” manipula y hace hacer cosas, y que los “Sin poderes” se creen todo lo que escuchan, pero no lo ven.  

Kirishima, Takano, Hatori y Yukina intercambiaron una mirada. ¿Había algo más que no sabían?

Continuara...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).