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Por favor... déjame entrar a tu vida por Sakura015

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Notas del capitulo:

Hola, Fanaticos del Yaoi! Sé que algunos estaran pensando:

"¿Por qué mierda no actualizas el otro fic, perra?"...

Y eso se debe a que no se como empezar la historia de los domesticos... Jiji. No sé por qué, pero se me está complicando un poco.

Pero no se preocupen que pronto la tendran.

Sin mas que decir...a leer.

Yokozawa y Kirishima habían vuelto al hotel cuando recibieron el mensaje de Hatori, diciendo que lo habían encontrado. Apenas lo leyeron, comenzaron a volar hacia allá. Querían comprobar que estaba bien. En todo ese camino, ninguno cruzó palabras. Kirishima estaba preocupado por eso. Había comenzado a pensar que Yokozawa quería dejarlo por eso. No se lo iba a mencionar, pero tenía todas sus esperanzas en que no pasaría eso.
Y por su lado, Yokozawa estaba pensando en que le diría a Zen cuando quisiera hablar con él. De verdad, lo destruyó por dentro ver que mató a tantas personas. Pero igual, era consciente de algo: Kirishima debió sentirse igual cuando vieron la noticia de que él había matado de un disparo a ese agente. Supo que no tenía que reclamarle nada si el mayor no lo había hecho.
Cuando por fin llegaron al hotel, entraron por la ventana y vieron que Takano estaba sentado en el sofá con las manos en la cabeza.

—Takano, ¿estás bien?—preguntó Kirishima.

—Sí, sólo sigo impactado por lo que pasó—respondió levantando la cabeza para mirarlos—. De verdad que no sé por qué lo hice.

—Sigo pensando lo mismo—dijo el castaño.

— ¡Qué bueno! Llegaron—exclamó Yukina, saliendo del baño.

—Yukina, ¿y Hatori y Asahina?

—En el cuarto. Hatori quiso hablar con él sobre... el accidente.

—Bien. Eso es algo bueno—habló Yokozawa.

Pasaron cinco minutos y Hatori y Asahina salieron del cuarto. El primero les dijo que el mayor seguía sin poder recordar eso. Habría sido como un flash: pasa algo que no tiene cómo explicarlo. Eso era lo mismo que Kirishima y Takano decían. Ninguno recordaba nada. Pero algo si podían decir con toda certeza.

—Me sentía... “dormido”—dijo Takano—. Todo era negro, pero más que horas, parecieron minutos hasta que fui consciente de lo que pasó.

—Yo estaba igual. No podía sentir nada—exclamó Kirishima.

Eso terminó por confirmarles que decían la verdad sobre que no recordaban nada de lo que pasó. Yokozawa, sintiéndose algo mal, puso su mano en el hombro de Kirishima. Éste lo miró, triste.

—Ahora que tenemos eso, nos queda saber que les pasó—dijo Hatori.

—Tenemos que  dormir. Mañana sí o sí debemos irnos. Los agentes saben que estamos en la ciudad—dijo  Asahina.

Por esa misma inseguridad, todos se quedaron en la misma habitación. Yokozawa y Kirishima durmieron en la habitación que tenía una cama doble. Hatori y Takano durmieron en la litera, y Yukina y Asahina en el sofá que tiene un colchón debajo.
En la habitación, ambos se daban la espalda. Ninguno dormía, pero simplemente se sentían incapaces de verse a los ojos.

—Yokozawa, ¿sigues despierto?

—Sí. ¿Qué pasa?

— ¿Sigues enojado conmigo?

— ¿De qué hablas? Yo no estaba...

—No me mientas. Sé que lo estabas.

 —No era enojo. Me sentía un poco decepcionado porque pensé que liberaste todo la furia y odio que tenías contra esos tipos—exclamó—. Zen, yo no te odio. Sería incapaz de hacerlo.

Kirishima se sentó en la cama y puso su mano en el hombro de Yokozawa para que se diera la vuelta. Yokozawa lo hizo y luego se sentó en la cama. No dijeron nada. El mayor se acercó un poco a él y lo abrazó con fuerza, teniendo cuidado de no lastimarlo con su poder. Yokozawa le devolvió el abrazo, mientras inhalaba la fragancia de  Kirishima. El castaño le acarició el cabello y le dio un beso en la mejilla.

—Gracias por seguir confiando en mí—susurró en su oído. Yokozawa se aferró más a él. Cortaron la distancia con uno de esos besos que estaban cargados de amos. Nada de deseo ni lujuria. Sólo... amor. Definitivamente, Kirishima no podría amar a alguien como amaba a Yokozawa. Y si lo hacia, sería cosa de Dios y el Diablo.

—Kirishima... claro que confió en ti. Sólo... no me abandones.

—Nunca lo haría. Conocerte fue lo mejor que me pudo haber pasado.

Finalmente, se acostaron y se durmieron abrazados. Kirishima estuvo acariciando el cabello de Yokozawa hasta que se quedó dormido.

 

Cuando se hizo de día, desayunaron en la habitación, en lugar de ir a algún lugar, mientras conversaban.

—Oigan, estuve toda la noche con un muy mal presentimiento—dijo el gato.

— ¿Por qué?—preguntó Yukina.

—No lo sé. Pero siento que... algo va a pasar hoy. Algo nada agradable

Todos intercambiaron una mirada ante esa declaración. Sorata podía acertar con esas cosas, así que supieron que debían estar atentos.
Terminaron de desayunar y bajaron al primer piso. Pero cuando estaban por bajar las últimas escaleras, escucharon que alguien hablaba con la chica de recepción. Se quedaron escondidos para escuchar.

—Sí, buscamos a un grupo de jóvenes. Uno de ellos tenía el cabello un poco azulado y sus ojos también lo eran. Venían con un gato—era esa la voz de una mujer.

— ¿Mis padres?—susurró Yokozawa.

Takano se hizo invisible y se asomó.

— ¿Ustedes son parientes?—preguntó la joven.

—Somos sus padres—dijo Yakumo. Él y Amaya les mostraron sus identificaciones.

No quería verlos aun, por lo que le pidió a Asahina que los sacara de ahí. Se sostuvieron de él y los sacó por la ventila del lugar, dejándolos en otro lado del hotel. Salieron por la puerta de emergencia. En el patio, se fueron volando.
En el camino, Takano no dejaba de mirar a Yukina. Tenía en mente que él podía “ser el siguiente”, teniendo en cuenta su poder. Esperaba que no. Ya bastante que todos ellos, menos Hatori, estaban siendo señalados.

—Yukina, desde aquí, ¿a cuánto estamos? Es que perdí la cuenta—dijo Kirishima.

—Mmm... Unos dos días, más o menos. 

Con todo lo que había pasado, no notaron que a cada momento faltaba menos.

—Yukina, ¿cómo te sientes?—preguntó Hatori.

—Bien. ¿Por?

—No... Por nada.

Los demás no se quedaron muy tranquilos. Sabían que él podía ser el siguiente, por lo que debían tratar de que no se fuera de la nada.

—Yukina, ni bien empieces a sentir algo extraño, avísanos—dijo Kirishima.

—De acuerdo.

Siguieron volando durante una hora más o menos, esperando no ser detectados por los agentes de la C.P.C.
Kirishima tenía al gato en sus brazos, mientras éste tenía las garras clavadas en la ropa de su dueño y los ojos cerrados. Habían olvidado que él era algo... sensible a eso. Creyeron que debieron haberlo metido en su jaula. Pero bueno, lo pensaron tarde.
De un momento a otro, Takano se detuvo, llamando la atención de todos.

— ¿Qué pasa?—preguntó Asahina.

— ¿No lo escuchan?—dijo, mirando hacia atrás.

Todos guardaron silencio para ver si escuchaban lo mismo que el azabache. Movían los ojos bastante rápido, querían intentar ver si había algo cerca. No vieron nada, pero Takano se negaba a irse, alegando que no estaba imaginando cosas.
Kirishima se acercó a él y lo tomó del brazo para moverlo un poco, dándole a entender que lo olvidara y que siguieran volando. Lo hizo a regañadientes. De verdad que no había imaginado nada, pero parecía que se burlaban de ellos.

— ¡Ahí está de nuevo!—exclamó Takano, frenando de nuevo.

—Takano...—comenzó Yokozawa.

—Cállense y escuchen.

—Yo lo escuchó—dijo el gato—. Suena como... un vehículo.

No vieron nada, pero lo último que pudieron ver fue un humo que hizo que cerraran los ojos y solo sintieron como iban cayendo. No sintieron nada más.

 

¿Cuántas horas habían pasado desde entonces? No lo sabían. Sintieron que sus cuerpos estaban algo débiles. No podían abrir los ojos y sentían que estaban acostados en algo muy duro. El primero en despertar fue Takano. Tenía la vista borrosa y sus brazos parecían querer ceder al peso de su cuerpo. Pero poniendo toda su fuerza, se pudo arrodillar. Miró a todos lados y vio que estaban en otra ciudad. No sabía si estaban más lejos o no, pero no tenía mucho tiempo para pensar en eso. Debía despertar a los demás antes de que llegaran los agentes.

— Ay... ¿Takano?—escuchó una voz débil a su espalda. Era Yokozawa.

—Yokozawa, ¿estás bien?—preguntó, mientras lo ayudaba a levantarse.

—Sí, sí. Gracias. ¿Los demás?

—Aun no despiertan.

Ambos, luego de recuperar todas las fuerzas, se acercaron a los otros para ver si podían despertarlos. Takano dio golpecitos en una de las mejillas de Yukina, haciéndolo reaccionar.

—Takano... ¿Qué pasó?—preguntó.

—Ojala pudiera recordar. Ven—dijo, ayudándolo a ponerse de pie.

Cuando por fin los despertaron a todos, Yukina se fijo a cuanto estaban. Querían estar seguros si faltaba más o si faltaba menos para llegar a la C.P.C.

—Creo que esto les va a interesar—dijo Yukina, mostrándole su celular.

Todos abrieron los ojos hasta el tope.

— ¿Tres horas?—dijeron casi en un grito.

—Pero... ¿Por qué nos  habrán dejado aquí?—soltó Kirishima, haciendo que todos se quedaran pensando en eso.

—Chicos, ya nos responderemos eso más tarde. Ahora tenemos que aprovechar que...—Yokozawa se calló al ver que faltaba Yukina—. No otra vez. ¡Yukina!

— ¿Ahora donde se metió?—susurró Kirishima.

—Un segundo—pidió Hatori.

Lo vio parada en frente de un lugar donde tenía televisiones en la vidriera. No estaba nada lejos de donde ellos estaban. Fueron corriendo y vieron que tenía la mirada clavada en las pantallas. Se acercaron a ver y escuchar al reportero.

—Noticia de último minuto: ¿De verdad estamos seguros? No creerán esto, pero dos Humanos Elegidos han sido filmados atacando a más agentes. Ya habíamos visto otros casos de uno provocando un accidente de autos y otros tres matando a agentes. Estos dos, que como pueden ver son dos castaños, parecían hasta entrenados para luchar contra los agentes que tenían armas.

En la televisión podían ver que Hatori hasta le quitó el cuchillo a uno y apuñaló a varios. Y Yukina usaba su poder para esquivar los ataques y luego los mataba rompiéndoles el cuello igual que a Takano o también los apuñalaba.

—Por Dios—murmuró Yukina.

—No tiene sentido—dijo Takano—. Estábamos inconscientes.

¿Qué puedo haber pasado?

Continuara...


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