Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por favor... déjame entrar a tu vida por Sakura015

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El resto del día en la escuela, Kirishima estuvo con Yokozawa, siendo víctimas de las miradas de las personas que seguían sin creer que alguien quisiera estar con ese chico. Era increíble cual prejuiciosa podía ser la gente. Hubo chicas que trataron de llevárselo lejos. Lo tomaron del brazo y trataron de llevarlo a la fuerza, pero él soltó su agarre y se quedó al lado del menor. Él no quería estar con esa gente.

—No te quedes con él. Sólo te usara y luego serás una víctima inocente—advirtió una chica.

—Sí, es cierto. Ven con nosotras—pidió otra.

—Yo juzgo por lo que veo, no por lo que dicen. Si ustedes se dejan guiar por las masas, deben de tener poco personalidad—dijo con el ceño fruncido—. Sólo déjenme en paz. En pocos minutos, Yokozawa me demostró ser mejor persona que ustedes.

Después de esa charla, Yokozawa llevó a Kirishima al rincón donde él siempre estaba solo. El mayor lo miró algo triste.

— ¿Siempre estás aquí?—preguntó.

—Sí. Pero... En fin, no pasa nada. Me acostumbro a estar solo—respondió mientras se sentaba en el suelo. Kirishima se sentó a su lado.

— ¿Tienes pensado seguir viviendo con tus padres? Porque después lo que me contaste, no creo que quieres seguir viviendo ahí.

—Planeo irme a un departamento en otra ciudad apenas cumpla dieciocho. Ya no quiero seguir en ese lugar.

—Imagino que no.

—Ya hemos hablado bastante de mí. ¿Qué hay de ti? No me has dicho de dónde vienes o por qué te mudaste.

Kirishima sonrió y le comenzó a contar.

—Bueno, yo en realidad vengo de otra ciudad un poco lejos de aquí. Me mudé porque las cosas estaban muy difíciles, ya no había sustento en mi casa y yo no podía seguir con tantos problemas. Pero la verdad es... que las personas con las que estaba no eran mis padres.

— ¿Quiénes eran, si puedo preguntar?

—Eran padres sustitutos. No nos llevamos para nada bien. Siempre discutíamos y se molestaban cuando yo hacía la mínima cosa. Pero bueno, ahora soy libre.

—Así que no vives con tus padres—exclamó el menor. Zen asintió—. He querido preguntarte, ¿Cuántos años tienes? ¿Quince, dieciséis?

—Tengo dieciocho.

Yokozawa lo miró extrañado y sorprendido al mismo tiempo. ¿Dieciocho y estaba con ellos? No sabía si preguntar o no. Al final prefirió no hablar de eso. Él no parecía un chico que haya repetido el curso. Y menos haber repetido tres veces. No le preguntó para no incomodarlo. No quería generar un ambiente poco agradable.
Cuando por fin terminaron las clases, los dos salieron y fueron a la casa de Kirishima. Mientras caminaban, Zen le daba charla al menor, que no era capaz de seguirle el ritmo a la conversación. Y ni siquiera tenía tema de conversación para darle a Kirishima.
Cuando llegaron, Kirishima abrió la puerta de su departamento y dejó pasar al menor. El lugar estaba en frente del parque al que siempre iba Yokozawa.

—Sorata, ya llegué—anunció.

— ¿Sorata?—pensó.

Un gato negro y blanco fue hasta la puerta  y se frotó contra la pierna de su dueño.

—Ese gato... siempre está conmigo en el parque—dijo Yokozawa.

— ¿Eh? ¿Entonces eres tú con quien siempre está él?

— ¿Me veías?

—Bueno, cuando lo saco, yo miro por la ventana y siempre veo que va con alguien. Nunca pude verte el rostro. Al menos sé que está bien.

Yokozawa vio que el gato se acercó a él y se sentó delante, queriendo que lo acariciara. Kirishima sonrió con ternura y fue a la cocina.

—Ven. ¿Quieres beber algo?

—Un vaso de agua estaría bien.

Zen le dijo que fuera a la cocina y le hizo una seña para que se sentara. Yokozawa lo hizo y se quedó mirando al mayor, que estaba de espalda. Estaba buscando dos vasos en la alacena. Su departamento era muy bonito y se notaba que siempre podía estar tranquilo con su gato.
Kirishima tomó dos vasos y los sacó, pero cuando lo hizo, otro se cayó. En un movimiento rápido, lo tomó antes del impacto. Yokozawa se quedó mirándolo con los ojos blancos. Kirishima se percató de eso y soltó el vaso. No se rompió, por suerte.

— ¿Cómo lo hiciste? Te moviste rápido.

—Oh, bueno... Tengo reflejos rápidos—dijo con sonrisa nerviosa. Esa expresión fue cambiada por una de preocupación—. Yokozawa, hoy en el aula vi...  que tienes una cicatriz cerca de tus venas.

Yokozawa sintió que sus pulmones se quedaron automáticamente sin aire. No supo que responder, así que bajó la cabeza.

— ¿Te... lastimas?—preguntó el mayor.  

—... Lo hago una vez por semana—respondió tratando de no soltar lágrimas.

Kirishima sintió como algo en él se quebraba. Fue horrible saber eso.

—No quieres oír sobre eso—dijo el menor.

—Si te pregunto, es porque de verdad quiero saber—le dijo con suavidad. Posó su mano en su hombro y lo miró a los ojos—. Por favor, no te guardes dentro lo que te duele.

Yokozawa se sintió perdido en esos orbes marrones que lo miraban con tristeza y preocupación. Nunca tuvo a alguien para contarle sus desgracias. Pero sentía que no era lo mejor, porque recién conocía a Kirishima, y no le parecía justo que fuera su hombro para llorar. Eso no era justo para él. No iba a llorar en ese momento. No enfrente de Kirishima.

—Kirishima, aprecio mucho que te preocupes, pero...

Un ruido hizo que ambos miraran a la ventana. Una lluvia muy fuerte comenzó. Yokozawa suspiró y se levantó de la mesa.

—Bueno, me iré.

—No te puedes ir con esta lluvia. Te vas a resfriar. Quédate a dormir hoy y mañana nos vamos juntos—propuso Kirishima.

— ¿Quedarme aquí?—preguntó dudoso. El mayor asintió—. No lo sé. No te quiero molestar.

—No me molesta. Además...—iba a decir algo, pero mejor no—. No importa. Te mostraré la habitación.

Kirishima le mostró su cuarto y su cama por su cama era una de las que se puede sacar un colchón. Kirishima dijo que él podía usar su cama, pero Yokozawa dijo que no, que el colchón estaba bien. Ambos se acostaron, pero no se durmieron. Kirishima pensaba en cómo se puso Yokozawa cuando le preguntó por las cicatrices. Y Yokozawa pensaba que tal vez podía decirle a Kirishima sobre eso. El problema era que no quería que lo viera mal. Era un tema muy duro.

—Yokozawa. Yokozawa, ¿estás despierto?—Kirishima se encontraba a su lado y moviéndolo levemente.

—Sí, ¿qué ocurre?   

—No quiero ser pesado, pero no puedo dejar de pensar en eso—contestó—. Por favor, habla conmigo de lo que te pasa. No te voy a mirar mal.

Yokozawa se sentó y le pidió que encendiera la luz. Las luces del cuarto eran de esas que se apagaban y se prendían con dos aplausos. Kirishima lo hizo dos veces y la luz inundó el lugar. Yokozawa respiró hondo y se arremangó. El mayor quedó helado. Tenía múltiples cortes. Más de los que él pensaba. Sujetó gentilmente su muñeca y vio que estaban casi alrededor de toda una parte de su antebrazo. Lo miró y vio que lágrimas estaban caían por sus mejillas.   

—Nunca tuve a nadie que me escuchara o que me comprendiera. Mis abuelos murieron y ahí me quedé solo de nuevo. Sentí que esta era la única forma que tenía de expresarme. Siempre lo hice una vez por semana y eran cinco cortes.

Kirishima sentía ganas de llorar. Es más, ya estaba derramando algunas lágrimas. Soltó la muñeca del menor y lo abrazó protectoramente. Yokozawa le devolvió el abrazó y se quedó llorando en el pecho de Kirishima. Éste se mordió el labio inferior para no soltar sollozos. Ahora entendía algunas cosas.

Continuara...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).