Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por favor... déjame entrar a tu vida por Sakura015

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Kirishima curó las heridas del rostro de Yokozawa y lo dejó descansar. Lo necesitaba de urgencia.

—Al menos se va a quedar aquí—murmuró el mayor, aliviado de que Yokozawa se haya ido a vivir con él. Iba a ser mejor.

Fue horrible haberlo visto en ese estado, con el rostro ensangrentado y caminando de esa forma. No se podía quitar de la cabeza eso, así como tampoco podía dejar de pensar en el dolor que había sentido en el pecho. ¿Habría sido un aviso? No entendía eso. Nunca había sentido algo así. Era como... angustia, pero la había sentido sin saber que le pasaba a Yokozawa.

—Una vez vi eso en un anime que la mujer tuvo dolor en el pecho tras la muerte de su marido. Sin embargo, ella no lo vio morir, sino que lo sintió. Pero no sabía que significaba... Ay, que confuso—pensó, mareado por toda la situación.

No sabía si era necesario comparar su situación con un anime. De algo de lo que estaba muy seguro era que no quería que Yokozawa corriera peligro, y menos en la casa de las personas que le dieron la vida. Eso era inimaginable para él.

—Si los denuncio, no creo que terminen en la cárcel, porque ellos son capaces de sobornar al juez. Además, Yokozawa podría enojarse conmigo. Eso no lo soportaría—estaba con una gran duda—. Dios, si la corrupción no estuviera y si Yokozawa quisiera, podría denunciarlos para que los internen.  

Alejó esos pensamientos de su cabeza y fue al cuarto para dormir. Entró sin hacer ruido, puesto que no quería perturbar al menor. Se cambió de ropa y se acostó a un lado de Yokozawa. Contempló su rostro lastimado en la nariz y el labio inferior. No quería ni imaginarse en estado en que estaría su padre para hacer una cosa tan horrible. Se dio cuenta que también tenía los brazos marcados. También lo había golpeado en ellos. Le acarició con sumo cuidado el cabello, y de repente sintió que sus ojos se llenaban de agua.

—Nunca dejaré que nada malo te pase—susurró sin dejar de acariciar su cabello.

Al día siguiente, se levantó una lluvia terrible, por lo que no tendrían que ir a la escuela. Yokozawa apenas se había movido de la cama. Seguía muy afectado por lo que había pasado el día anterior. Seguía sin creer que su padre, aun estando borracho y drogado, podía llegar a casi matarlo. Pero esta vez no lloró. No podía seguir llorando por esa situación.
Luego estuvo casi todo el día mirando por la ventana, viendo como la lluvia caía, mientras tenía a Sorata en sus brazos. Zen se acercó por detrás y puso sus manos en los hombros del menor.

—Prometo que todo irá bien. No te dejaré caer.

Yokozawa puso una de sus manos en la del castaño. Primera vez en toda su vida que alguien lo ayudaba como Kirishima

—La lluvia está parando. Cuando lo haga completamente, te llevaré a que conozcas a unos amigos.

—Bien. Tú me avisas.

Pasó una hora y la lluvia se detuvo. Ambos salieron del departamento y Kirishima lo guió por una calle donde no pasaba nadie. A Yokozawa se le hacía conocida, pero tenía problemas para recordar.

—Ven. Es aquí.

— ¿En una casa abandona?—preguntó extrañado.

—Todavía no has visto nada.

Los dos entraron a la casa y por dentro parecía muy bien cuidada. Sin mencionar que por dentro era enorme.

—Ya llegamos—anunció el castaño.

Un grupo de tres chicos se aparecieron. Todos se veían menores que Kirishima. Uno de ellos tenía el pelo castaño oscuro, ojos azules y oscuros y tenía una expresión seria.
Otro tenía el cabello y los ojos marrones claros e tenía brillitos alrededor. Tenía energías muy positivas.
El tercero tenía cabello azabache y ojos color avellana. Su expresión era neutra.

—Chicos, él es Yokozawa, del que tanto les hablé.

— ¿Él es? ¡Al fin! Creí que nunca lo conoceríamos—habló quien sería el menor de todos—. Soy Yukina Kou. ¡Un placer!

—Más tranquilo, príncipe brillitos—pidió el azabache—. Soy Takano Masamune. Hasta que Kirishima te trajo para que nos conozcas.

—No hables así, es como si le dijeras que somos mafiosos—dijo de ojos azules—. Y yo soy Hatori Yoshiyuki. El segundo mayor de los cuatro.

Yokozawa los saludó y Zen, por alguna razón, pasó a decirle sus edades. Takano y Yukina tenían quince y Hatori dieciséis. Pero Takano y Yukina eran unos meses menores que Yokozawa. Bueno, Kirishima le explicó que los conoció en su instituto anterior y que ellos tenían cursos en línea, pero omitió el por qué.
Ellos se quedaron impactados al ver el rostro de Yokozawa todo lastimado. No querían ni imaginar el motivo. Aunque no existe nada que puedo justificar algo así.

—En cualquier caso, nos gusta recibir una nueva visita. Con los traficantes por todos lados, es riesgoso—dijo Yukina.

— ¿Conocen a los traficantes?—preguntó Yokozawa.

—Sí. Los más conocidos son Yakumo y Amaya. Esos son terribles—respondió el azabache.

—Es cierto. Ya trataron de matarnos antes. Querían robarnos dinero.

 —Han matado mucha gente. Me compadezco de su familia, si es que tienen—dijo Yukina, sin percatarse de lo que podía ocasionar.

Kirishima se dio un golpe en la frente y Yokozawa bajó la cabeza. Luego los miró y dijo con seriedad:

—Ellos son mis padres.

Yukina bajó la cabeza, avergonzado por lo que había dicho. Takano se llevó una mano a la nuca y Hatori desvió la mirada.

—Perdón—dijeron los tres al unísono.

— ¿Por qué? ¿Por decir una gran verdad?—dijo con sonrisa sincera. Los tres lo miraron—. Tengo la cara así por culpa de mi padre y la negligencia de mi madre. Me escapé de mi casa y ellos ni deben estar preocupados.

—Entonces... eres hijo de traficantes, tu padre casi te mata a golpes y... ¿tú te quedaste viviendo con ellos quince años?—Takano se veía sorprendido—. ¿Cómo lo soportaste?

Yokozawa se encogió de hombros. No había mucho que explicar.

—Ahora vive conmigo. Se dan cuenta que es lo mejor.

—Definitivamente. Aunque no negare que Yokozawa de verdad tiene mucho valor por aguantar a esas personas—dijo Hatori, cruzado de brazos.

Yokozawa y Kirishima estuvieron el día entero en esa casa abandonada. El menor escuchaba las anécdotas de esos tres chicos.
Ellos tampoco tuvieron una vida muy fácil. El padre de Yukina murió en un accidente y su madre se suicidó. Takano nunca tuvo apoyó de sus padres, que eran abogados, porque siempre estaban ocupados. Se podría decir que se crió solo. Y Hatori fue rechazado por sus padres por algo que solo Kirishima, Takano y Yukina sabían.

—Pero seamos realistas: nada se compara mucho con todo lo que vivió Yokozawa—dijo Hatori.

—Es cierto. Estaba pensando en eso—contestó Takano.

—Completamente de acuerdo—dijo Yukina.

Yokozawa encontró agradables a esos chicos. Eran buenos, aunque Takano podía ser algo sarcástico. Pero, aun así, no era mal chico. Hatori era alguien muy serio, pero podía sonreír sinceramente en el momento. Y Yukina siempre sonreía a pesar de su pasado. Eso no le había impedido seguir adelante y ser feliz.
Después de unas horas, Kirishima y Yokozawa iban a regresar al departamento. Ellos le pidieron a Yokozawa que no dijera nada de donde estaban, porque ni los traficantes ni las autoridades debían enterarse. No comprendió muy bien, pero iba a guardar el secreto.
Hatori les pido que no se fueran. Tenía una mano detrás de su espalda. Parecía tener algo.

—Yokozawa, sé que me perdonaras un día—dijo Hatori antes de soplarle en la cara un polvo amarillo. Yokozawa tosió y sus ojos se cerraron por si solos. Zen lo atrapó antes del impacto.

Todos lo miraron como diciendo “¿Y eso por qué?”

—Te lo tengo que preguntar ahora: ¿Se lo has dicho?

—No. Ha pasado demasiadas cosas como para hablar de ello—respondió el castaño.

—Sinceramente, creo que no debes tardar en decírselo. No sabes cómo puede reaccionar—exclamó Takano.

—Por eso mismo. No soportaría que reaccionara mal. Si se aleja, no tiene a nadie más con quien estar.

— ¿Y si hablas con él mañana? No vamos a presionarte, te lo decimos como amigos—dijo Yukina.

Kirishima estaba con un gran debate mental. Tal vez era tiempo de que Yokozawa supiera... que tenía en realidad. Podía alejarse o no, pero eso no lo iba a saber si no hablaba.

Continuara...

Notas finales:

Bueno, supongo que saben lo que se puede venir ahora que aparecieron... *Se va corriendo*

Chauchis


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).