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My new family por Ann Carmesi1

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-Yuri, estoy pensando seriamente en mandarte a hacer estudios mentales, sinceramente, desde hace un buen tiempo perdí la fe en que sigas totalmente cuerdo. 




Yuri estaba a nada de lanzar a aquella mujer por la ventana, pero se detuvo únicamente por el aprecio que-secretamente- sentía por ella. 




¡Y así había gente que se atrevía a decirle que no tenía ni una pizca de caballerosidad!  




Tontos. 




-¿Acaso no tienes cosas más importantes que hacer aquí que solo molestarme? -gruñó mientras señalaba el cuarto donde se encontraban los niños y Otabek. 




La mujer que se encontraba frente al rubio se llamaba Olga Piposkvaya, y era nada más ni nada menos que la doctora personal de Plisetsky. 




En cuanto recibió la llamada de rubio, fue lo más rápido posible a San Petersburgo, pero la realidad superó a la ficción, y se encontró con que realmente Yuri tenía a dos niños metidos en su casa. 




En cuanto los vio se formó un ambiente demasiado pesado en la sala, y Otabek, sabiendo leer entre líneas que lo mejor era salir de ahí con los menores y darles privacidad a los rusos, los llevó a ver televisión al cuarto, la ventaja de eso fue que, al haber tenido un día tan ajetreado debido a las cosas que llegaron por cortesía de Nikiforov, toda la tarde se la pasaron desenvolviendo y acomodando mil y un objetos comprados en Ebay. 




Nnikiforov se pasó. 




-¿Vas a ayudarme o no? -preguntó con impaciencia, Olga era de esas pocas personas en las que el rubio confiaba ciegamente y las que trataba como un ser humano, pero su humor ahora no era el mejor. 




-Sabes algo, enano, esa muletilla de terminar cada frase que dices con un ¿O no? Me hace sentir ganas de estrangularte, enserio, ¿desde cuándo la adquiriste? -bufó cansadamente la mujer, sintiendo el ya acostumbrado envejecimiento a velocidad luz que ese rubio le provocaba cada vez que lo veía, así que decidió que lo mejor sería dejarse caer en el sofá y esperar que el dichoso mueble se la tragara. 




Sí, al parecer Otabek había influenciado a Yuri hasta en su forma de hablar. 




-Esas son cosas que no te interesan, Olga- le respondió con ese deje de grosería que tanto lo caracterizaba, pero con lo que no contó, es que la doctora lo tomaría de la oreja derecha y se la jalaría de la misma manera que se hace con los niños pequeños. 




-¡Pequeño rufián! ¡¿Quién te has creído para hablarme de esa forma tan irrespetuosa?! ¡No sé porqué coño sigo cuidando de ti, maldita rata rubia! 




-Es sencillo, porque soy genial y me amas- decía entre risas, intentando no soltar lagrimones de dolor por su magullada oreja... ¿Por qué las mujeres tenían tanta fuerza? 




-Dilo por ti, yo vengo por la jugosa paga a mis servicios- respondió de manera un poco más relajada, jalando de nueva cuenta su peso al sillón. 




-¿A cuáles servicios te refieres? Hasta donde yo sé, te va muy bien en el hospital- decía coqueto, mientras meneaba las cejas de arriba abajo. 




Ella casi le parte la cara en ese instante. 




-No juegues, niño, te falta mucho para siquiera intentar acercarte a mí; solo eres fanfarronería – o bien, otra manera de vengarse de la falta de respeto de ese mocoso, era herir su insanamente grande orgullo...Eso le dolería más. 




-Tsk, ya te pareces al idiota de Otabek - ¿Acaso esa era la semana nacional de dudar de la capacidad de semental que poseía Yuri? 




- ¿Qué? ¿A él sí lo decepcionaste en la cama? Pobre chico, y con lo guapo que es -le decía eso mientras meneaba desaprobatoriamente la cabeza, maravillándose ante el color rojo que inundó la cara de Plisetsky. 




-¡Vete a la mierda, Olga! ¡Nunca lo he decepcionado! 




-¿O sea que si te has acostado con él? - jaque mate. 




-...No tengo porque contestarte eso, vil pervertida, mejor dime... ¿Qué haré con los niños? 




Dijo esto, poniéndose realmente serio de repente, mientras miraba de manera ausente el caer de la nieve a través de la ventana. 




-Dejarlos ir, Yuri- le contestó de igual manera, recordando la lejana visión de un pequeño Yuri desnutrido y golpeado- no sabes lo que estás haciendo, solo te estás dejando llevar por tu sentido de protección y soledad... No puedes ir por la vida cuidando a todos los niños huérfanos, deja que alguien capacitado se encargue de ellos. 




-¡Yo soy perfectamente capaz de encargarme de ellos! 




-¡No, Yuri, no lo eres! -gritó de igual manera, levantándose de manera brusca del sofá- solamente te estás enajenando un capricho nuevo ¿Qué harás cuando se enfermen? ¿O cuando tengan que ir a la escuela? No sabes nada de niños, de sus cuidados y mucho menos de su crianza; Piensa, crecerán y ¿Qué ejemplo tendrán? El de un maldito mocoso que acaba de convertirse en adulto, que se la vive ebrio, drogado y revolcándose en la cama de cualquier persona, que sobrevive comiendo apenas chatarra y que lo único que lo mantiene cuerdo es el patinaje, dime, Yuri ¿Qué piensas enseñarles?... ¿A ser iguales a ti? Si es así, mejor hazles un favor y devuélvelos al lugar de donde los recogiste. 




Olga no sabía a quién de los dos le estaban haciendo más daño esas palabras, si a Yuri o a ella misma... Pero ella se juró, ante la tumba de Nikolai, que cuidaría a ese mocoso lo más que pudiera, y el hecho de permitirle hacer una locura así no era aceptable para ella. 




Yuri era una persona desequilibrada, podía parecer alguien sumamente orgulloso, de fuerte temperamento y tenacidad... Pero gente como ella, que habían visto la verdadera cara de Plisetsky, sabían que eso era solo una máscara; que el verdadero Yuri era alguien asustadizo, bastante influenciable y maleable, que podía llegar a ser destrozado con muy poco esfuerzo y que recaía en su pozo oscuro cada vez que se sentía perdido... Aún era bastante ingenuo e irresponsable con su vida, y lo peor de todo, es que no podían culparlo, pues, ¿quién cuida algo que no le importa? Y, en definitiva, a Yuri no le importaba su vida. 




Sin embargo, la voz del rubio logró sacarla de sus horribles pensamientos. 




-Olga, ¿recuerdas la vez que intenté suicidarme? -susurró de repente el menor, bajando la cabeza e intentando cubrir sus ojos con su cabello. 




Ohh, claro que sí, vaya que lo recordaba. 




El pequeño Yuri tenía apenas diez años, estaba destacando en el patinaje y todo parecía marchar bien. 




Parecía. 




Yuri jamás había tenido amigos, era retraído y violento con la gente nueva, y jamás hizo falta quien le odiara por ser un prodigio en todos los aspectos. 




Lo que nadie notaba, era que el rubio era un joven con baja autoestima y muchas dudas; muchos de sus compañeros no dudaban en burlarse de su condición de huérfano, sin saber las verdaderas razones tras eso. Una noche, a la mitad de las lágrimas ahogadas en su almohada y bajo el influjo de una cabeza llena de dudas y confusiones de un niño que no entendía la razón de tanto odio, vio demasiado fácil y tentadora la idea de consumir el frasco de pastillas que su abuelo guardaba recelosamente encima del clóset. 




Esa noche Nikolai lo encontró tirado a la mitad de la sala después de llagar de un arduo día de trabajo, esa noche Olga estuvo cuidándolo toda la noche en el hospital... Esa noche Yuri descubrió que sus acciones podían lastimar a los demás mucho más que a él mismo. 




-Eras un niño bastante lastimado, Yuri, no veo el porqué recordar eso. 




-Precisamente por eso, Olga, yo era un niño con mucho dolor, aun teniendo a mi abuelo me sentía solo y triste ¿Puedes imaginar lo que sentirán ellos si no consiguen a alguien más? Tú, Víctor, Yuuri y Otabek, todos piensan que no sé lo que hago, que es solo una locura pasajera, pero no, voy enserio con ellos...Quiero ser la mano que los aleje de una vida como la mía, sé que no soy perfecto, pero tengo toda la fe puesta en que nos apoyaremos para ser mejores, ellos y yo, quiero...quiero darles la familia que se nos arrebató. 




Olga de repente se sintió vieja, cansada y vieja. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso se estaba volviendo el tipo de ciudadana rusa que odiaba? No, ella estaba segura de que Yuri no tenía la madurez mental para convertirse en el encargado de dos niños, pero... ¿Acaso hay alguien que lo esté completamente? 




¿Por qué ese mocoso siempre la hacía dudar de sus pensamientos? 




-¿Qué pasará si el gobierno no te permite seguir con esto? - preguntó de pronto, pensando en el debido proceso legal y social que conllevaba la decisión del rubio. 




-... Aceptarlo, pero hasta que eso pase, haré hasta lo imposible por conservarlos, aunque me lleve todas mis energías en eso. -La doctora rio, rio tan débil y resignadamente ante esas palabras. 




Con esa mirada se daba cuenta de que el rubio no permitiría que eso pasara. 




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-¿Cómo los ves? -preguntó de manera preocupada. 




No recordaba alguna otra ocasión en su vida en la que se la hubiera vivido preocupado por tanto tiempo. 




Después de la plática que mantuvieron en privado, Olga decidió cerciorarse de una vez por todas si la salud de esos menores era óptima, así que los llevó a la habitación y les hizo un chequeo de rutina- Todo marcha bien, al parecer tienen una salud igual de fuerte que la terquedad de su madre. 




-Muy bien -se acercó la mujer, mientras que Yuri ignoraba deliberadamente el insulto que esa tipa le mandó a su hombría en lo que Otabek empezaba a vestir adecuadamente a los niños- aunque, Vladimir me preocupa un poco, por lo que vi, su garganta y cuerdas vocales están en perfectas condiciones, así que su falta de hablar debe ser por algún trauma que lleve consigo. 




Yuri tembló del coraje ante esto, ¿qué tanto tuvo que haber pasado ese niño para quedar así? 




-Yo me encargaré de conseguirte un buen psicólogo infantil, Yuri, tú solo enfócate en descansar y cuidarse entre ustedes... Tengo que irme, pero no dudes en llamarme en caso de cualquier cosa. 




-Tranquila, Olga, esteremos atentos a cualquier cosa, tú también encárgate de dormir bien, debió haber sido agotador todo este día para ti también- respondió el rubio, acompañándola hasta la puerta -gracias por todo, enserio- y en toda la tarde, Yuri le soltó una sonrisa sincera a alguien que no fuera parte de su familia. 




-De nada, querido, aunque no me preocupo mucho por ti, se nota que estás en excelentes manos- dijo con un gesto pícaro de burla, decidida a romper toda la tensión del día con una última burla. 




-¡Que es solo un amigo, carajo!- gritó entendiendo perfectamente que la doctora se refería a Otabek. 




-Sí, pequeño, y detrás de mí hay una nutria gigante come humanos -contestó sarcástica, mientras daba media vuelta y se dirigía al ascensor - ¡Solo trata de no traumar a nadie! 




-¡Púdrete! -y así, cerró la puerta de un fuerte azote ante la mirada sorprendida de los demás. 




-Al parecer todo salió bien, no Yura? -dijo de manera divertida el kazajo al ver la respiración agitada del otro. 




-También tú cierra la boca. 




-Qué poco amable eres con el pobre esclavo kazajo que tienes aquí, ehh, las ofertas de esclavismo que me han dado antes sonaban mucho mejor que esto- dijo de manera burlona el moreno, cerrando la puerta de la habitación en la que acababa de meter a sus dos dolores de cabeza. 




-Esas ofertas de esclavismo incluían látigos y cadenas, no pañales, Kazajistán, creo que viniste al lugar equivocado -le contestó de la misma manera, suspirando internamente al no escuchar ruidos de llantos dentro de la habitación. 




Gracias al cielo esos mocosos estaban cansados y dormirían hasta el amanecer. 




-¿Enserio? Creo que pondré mi queja en recursos humanos por haberme mandado al lugar equivocado, este no es el tipo de castigo que a mí me llamaba la atención -acercándose lentamente al otro mientras empezaba a jalar el cierre de su propia chaqueta. 




Para qué se mentían ellos mismos, ambos necesitaban urgentemente desahogarse de manera adecuada en el otro. 




O encima del otro, es dependía de la situación a la que llegaran. 




-Tss, lamento decirte que ese será un proceso largo y tardado, querido, supongo que tendrás que conformarte con lo que yo te pueda dar- le susurró acercándose peligrosamente a los labios del otro, mientras tanteaba la posición exacta del botón en el pantalón de Otabek. 




Carajo, ¿tan urgido estaba de que ese maldito kazajo hijo de puta se lo cogiera?  




El gemido que lanzó al sentir la lengua de Otabek en su cuello indicó que sí. 




-Yuri, vamos a tu habitación – demandó de manera brusca el mayor, tomando la cintura de Yuri y guiándolo hacia la habitación. 




Y por como pintaban las cosas, no saldrían de ahí en mucho tiempo. 




Así que, a pasos torpes, se dirigieron a la alcoba del menor. 




-O-Otabek -suspiraba de manera sensual el rubio, sintiendo latigazos de placer recorrerle la columna vertebral cuando el kazajo empezó a acariciar y sobar su pene por encima de su jean... Se sentía tan jodidamente genial que estaba totalmente dispuesto a hacer que el otro fuera más lejos. 




Así que, sintiéndose repentinamente motivado, empujó fuertemente el cuerpo del otro hacia la cama y se montó encima de él, dejando ver muy claras sus intenciones con la sonrisa perversa que le mandó al otro. 




-¿Estás seguro de que quieres empezar a manejar la situación, Rusia?  




Y ahí iba otra vez esa estúpida sonrisa pretenciosa que tanto le colmaba los nervios a Plisetsky. 




Quería guerra, guerra tendría. 




-Haré que te tragues tus palabras, kazajo de mierda -gruñó mientras se quitaba de manera rápida la camisa – todas y cada una de ellas. 




-Si te quitas de encima de mí y dejas de hacer berrinches innecesarios, puede que me trague otras cosas, Yuri -¡Maldita sea! Los recuerdos de lo ocurrido en su auto le azotaron de repente. 




-Yo te obligaré a tragártelas, Altin -ronroneó sensualmente mientras empezaba a restregarse sin pudor alguno encima del otro. 




Esa situación ya se les había salido de las manos totalmente, y en menos de un minuto, el rubio ya se había desecho de sus pantalones y zapatos, quedando totalmente en ropa interior encima de un kazajo sumamente excitado. 




Así que, sin perder más tiempo, Yuri se encargó de hacer que el otro también se deshiciera de su ropa y empezó a repartir besos por todo el cuerpo del mayor, empezando por su cuello y pecho, el duro y firme pecho de Otabek, para empezar a descender lentamente por su estómago y posteriormente a su más preciado tesoro. 




-¡Carajo, Yuri! -gimió fuertemente el mayor al sentir una ligera mordida en la cabeza de su pene, ¿con que ese malnacido quería jugar? Bueno, acababa de encender la vena sádica del mayor. 




-¿Qué, pastelito? ¿Te gusta que haga esto? -preguntó con una mirada ensombrecida de placer el rubio, siguiendo repartiendo lengüetazos y mordiditas por toda la extensión del mayor. 




-Yo te enseñaré algo que te guste más, Plisetsky -y de una manera tan ágil que el rubio no tuvo manera de evitar, terminó bajo el cuerpo de Otabek. 




-¿Q-Qué haces? -preguntó levemente sorprendido al sentir como su compañero de cama le instaba a voltearse bocabajo en el colchón. 




-Cierra la boca, Yuri, te haré sentir mucho mejor que cualquier otro imbécil que haya pasado por tu cama- dijo altaneramente, tanteando el cajón en la mesa de noche en busca de lubricante y condones, eso a Yuri jamás le hacía falta. 




Yuri estuvo a punto de replicar eso, pero lo único que salió de su boca fue un sonoro gemido, producto de un sorpresivo y poco delicado dedo de Otabek en su interior. 




Carajo, cuando se despertó esa mañana su único plan para la noche era volver a dormir, no tener a Otabek dándole un jodidamente genial masaje de próstata. 




-H-Hazlo ya, Otabek, déjate de preliminares y solo hazlo- ordenó de manera necesitada, por lo general, ninguno de los dos acostumbraba a terminar los juegos de esa manera tan rápida, pero por alguna razón, Yuri necesitaba de manera urgente a Otabek, no era algo meramente sexual, era una necesidad distinta, pero en medio de sus nebulosas de placer, no supo identificar bien el origen de esta. 




Y cuando por fin descubriera el porqué necesitaba tanto al otro, su cabeza tendría mil dudas más. 




-¿Estás seguro, soldado? -preguntó con el poco raciocinio que le quedaba, tampoco él estaba en condiciones de replicar eso. 




Y así, dejando de lado las preocupaciones por lastimar al rubio (total, sabía que Yuri estaba bastante acostumbrado a eso) se puso de manera apresurada el condón, le untó un poco más de lubricante y se ensartó dentro del cuerpo del otro de una manera rápida y certera. 




Dios, ambos sintieron que la respiración se les cortaba en ese momento ¡Bendito sea el sexo! 




Fueron arremetidas duras, fuertes y sin piedad, ninguno de los dos era el tipo de persona que se controlaba y dejaba de lado su deseo ante el sexo rudo... Jadeaban, gemían, arañaban y de vez en cuando, Otabek le daba una fuerte nalgada a la blanca piel del otro, deleitándose ante el tono rojo que adquiría tras cada palmada. 




-Y-Yuri...di, di mi nombre -exigió de pronto el kazajo, sintiendo que su cuerpo no aguantaría mucho más tiempo – hazlo, di mi nombre. 




Yuri, bueno, él no recordaba ni cómo se llamaba él mismo, el maravilloso pene en su trasero le había aniquilado hasta la última neurona funcional, sin embargo, el último resquicio de cordura que mantenía en su rubia cabeza logró hacerle gritar fuertemente los deseos del otro. 




Ya tendría mañana para arrepentirse. 




-M-Más, por favor, dame duro, Otabek- más que ordenes, parecían frases sin sentido entre el movimiento errático de la cama. 




-Dilo más fuerte, Yuri, repite mi nombre -podía parecer algún fetichismo del kazajo (uno de los tantos que tenía) pero lo que Otabek tenía, era una insana y fuerte necesidad de escuchar que Yuri solo lo nombrara a él, que solo pidiera por él, por nadie más. 




Sabía de sobra que Yuri no recordaba ni una cuarta parte de los nombres de las personas con las que se había metido –ni él recordaba la gran mayoría de sus anteriores amantes- pero él quería sentirse diferente, que Yuri lo recordara a él y solo a él. 




Que supiera que el único nombre que debería gemir y gritar como poseso fuera el suyo. 




-¡Otabek, Otabek, Otabek! - más fuerte, más duro, más rápido. Ambos chicos estaban a punto de desmayarse debido al calor y la tensión que se acumulaba de manera descontrolada por todo su cuerpo, necesitaban terminar,terminar ¡Ya! 




Y tras una última embestida, ambos terminaron cediendo ante las peticiones de sus cuerpos, dejándose caer jadeantes y agotados en el húmedo colchón del rubio. 




Mañana se encargarían de cambiar las sábanas. 




Pero lo que ninguno de los dos notó, es que ese encuentro había sido totalmente distinto a los demás. 




Pues jamás, en toda su vida, se habían quedado a dormir tan tranquilamente con otro amante sin la necesidad de tener que marcharse en la mañana. 




Jamás habían buscado el cuerpo del otro para acercarlo lo más posible al suyo. 




Jamás habían tomado la mano de sus anteriores citas nocturnas para sentirse reconfortados. 




Y jamás habían sentido ese calor instalarse en su pecho al tener a otra persona a su lado. 




Por primera vez, Otabek y Yuri habían dejado de tener sexo para hacer otra cosa... 




Hacer el amor. 




Y a la mitad de sus desvaríos hormonales y el cansancio feroz que azotaba sus cuerpos, no notaron el ruido que hacía el celular de Yuri, y mucho menos pudieron abrir el importante mensaje que acababa de llegar. 




Yuri, querido: 




Nuestro viaje fue asombroso, Grecia es sin duda un lugar magnifico, pero es hora de volver a casa, es un poco más apresurado de lo planeado, pero sin duda fue una maravillosa experiencia. 




Espero que no hayas descuidado tu alimentación y entrenamiento durante este tiempo, me daré cuenta si no cumpliste mis indicaciones cuando llegue. 




Cuídate y descansa bien, nos vemos mañana en la noche o pasado mañana durante el almuerzo. 




Pd: Yakov dice que espera que no hayas causado muchos problemas en nuestra ausencia. 




Con amor, Lilia. 




Si Yuri pensó que hasta ahora había recibido bastantes reprimendas y sermones, definitivamente era porque no recordaba a sus entrenadores. 

Notas finales:

¡Holiwis humanos!   n.ñ  




¡No me maten! Sé perfectamente que he tardado bastantes meses en volver a actualizar algo, y, a decir verdad, ya ni me acordaba de qué trataba esta historia jeje, tuve que volver a relleerla toda y vver todas mis notas para poder empezarla desde donde la dejé u.u 




Bueno, sé que no hay excusas, la escuela, cursos, trabajo y todo lo demás me absorbió sin piedad alguna, me quedé sin laptop y apenas estoy recurando el hilo de todos mis archivos (por eso lo corto de este capítulo, hasta donde lo tenía avanzado eran seis mil palabras TT_TT) pero bueno, solo espero que me perdonen y que no hayan dejado de lado esta historia TT_TT 




Ok, bueno, a partir del siguiente capítulo la historia por fin empezará a avanzar, tenía planeado un total de 22 capítulos (por el hecho de que no quería que se viera muy apresurada ni que quedaran muchos hilos sueltos) pero, evidetemente por causa de mi retraso, he decidido acortarla a la mitad, sentía que iba un poco lenta y hasta yo quiero acción :v 




Sí, definitivamente soy pésima para escribir porno jaja, pero ¡Al fin! Sexo medianamente decente (¿?)  XD  




Ya llegan Lilia y Yakov D: ¿Qué tal le irá a nuestro buen rubio con ellos? 




Además... Adivines quién ama a J.J y lo hará aparecer pronto XD 




¡Mil disculpas por el retraso! Enserio, me alegra ver que tanta gente sigue esta humilde historia, les prometo que sin falta cada quince días o menos actualizaré, es una promesa. 




Los amo con todo mi corazón. 




Besos. 




Ann. 


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