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Zafiro por StellSuJu

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Notas del fanfic:

Clanes de los miembros de la Orden:

1. Super Junior, lider Sungmin.

2. Big Bang, lider Seunghyun

3. TVXQ, lider Yunho

4. Shinhwa, lider Eric

5. F. T. Island, lider Hongki

6. SS501, lider Jungmin

7. 2pm, lider Jun K.

¡Disfruten la lectura!

Notas del capitulo:

Bienvenidos de nuevo, ¡espero sea de su agrado!

Hay lugares cubiertos por tiniebla donde seria letal estar. Para cualquier humano, claro.

Cuando el frio invierno se hacía presente cubriendo con nieve a su alrededor y el viento se encargaba de soplar fuerte provocando que los árboles se estremecieran a los lados, aparecieron cinco figuras de aspecto lúgubre delante de aquella grande arquitectura.

No demoraron abriendo la puerta que se mantenía sellada, cediendo en dos partes cuando retumbaba en el espacio. Aunque abrieron la puerta con intención más clara de entrar, les fue necesario tomarse un par de minutos.

Era inevitable mantenerse en su lugar viendo lo que se encontraba a unos metros frente a ellos.

Debajo de esa gran capa negra que todos tenían en común unos rasgos distintivos se encargaban de separar a cada uno y sin embargo, era aquí donde otra característica los volvía a unir pues no importaba cual fuese la diferencia, todos eran igual de hermosos.

El primero en adentrarse fue el de aspecto más sombrío y decidido, camino lentamente con pasos resonantes hasta situarse a un lado del punto central. E inmediatamente, otra figura, de entre todas la más pequeña y delgada, le imitaba siguiéndole detrás. A continuación, la persona que venía a hacer contraste con esta; su complexión era menos rígida, en consecuencia sus músculos hacían de él alguien fornido cuando se dirigía al rincón más apartado del lugar. Después seguía el turno a una criatura de complexión mediana, que tomaba lugar con discreción en la esquina contraria de su compañero. Al final, una figura más grande que el fornido, y por supuesto más imponente entre todas, que se había quedado al final con el propósito de asegurar la puerta detrás de sí, permaneciendo ahí mismo, disponiéndose a esperar de esta manera hasta que el momento llegase.

Así entonces, permanecieron en silencio estas cinco personas por más de un cuarto de hora, esto lo corroboraba la figura de aspecto sombrío que no dejaba de observar su reloj de bolsillo después de determinado tiempo, atento al cambio de las manecillas.

-El señor esta por despertar-sus palabras bastaron para que el pequeño grupo dejara el sitio en el que habían permanecido para rodear una cama de piedra, en donde descansaba un féretro que resaltaba en medio de aquel oscuro aposento.

-¿Estás seguro, Yesung?-pregunto la pequeña figura que estaba ahora más cerca del féretro que de él.

-Totalmente, Ryeowook. Los demás esperaron a que el mismo Yesung que seguía esperando que las manecillas dieran juntas, asintiera: -Quince años, día uno.

En cuanto Yesung indicó, sin perder de vista el féretro, la persona a la que se había dirigido se puso en cuclillas frente a este encargándose de quitar el pestillo que lo mantenía sellado. Sin dejar de mirarlo se quedó en la misma posición, observando como la puerta dejaba su estado original para comenzar a abrirse lentamente.

Gracias a la tenue luz de la luna que se colaba por los espacios del marco de la inmensa puerta, se podía distinguir conforme esta se abría, como se dibujaba el contorno de la persona que permanecia dentro. Primero, dejando entrever un poco de su rostro que era igual de blanco o más que las cinco personas y que tal vez por ello sobresalía más en aquella penumbra. Un poco más y unos brillosos mechones de cabello color azabache que se mantenían sobre la mitad de la frente hasta que finalmente el rostro se revela completándose y la caja terminaba por abrirse en su totalidad con un último eco.

Sin evitar tener aquel aspecto tétrico, vestido con ropas elegantes un tanto ostentosas para la época, seguía sin perder la postura en la que había permanecido hasta entonces; con rostro decididamente serio la figura daba cierta serenidad, como la que se suponía todas las personas que eran depositadas en el lugar debían tener; sus brazos seguían en la misma posición, ligeramente doblados en medio de su pecho, las manos en posición contraria a las respectivas clavículas dejando los dedos perfectamente alineados, donde una grande piedra descansaba en el dedo medio de la mano derecha, abarcando más de la mitad de su largo y resaltando aún más entre la piel blanquecina, era un anillo con un precioso zafiro incrustado que a pesar de la escasa luz no dejaba de brillar con la intensidad pura de su color; azul como ningún otro.

Pero a pesar de que la escena diera a entender todo lo contrario, es decir, que el cuerpo que estaba ahí permanecería inerte, apenas un segundo después se hizo perceptible como el cuerpo tomaba un pequeño respiro para llenar con este sus pulmones, levantando ligeramente su pecho y en un lento suspiro hacia entender que ahora, en el mismo lugar, este ser solo dormía.

Luego de esto, todo siguió sin ningún otro cambio dejando a los presentes atentos, pudiendo observar desde lo general hasta lo delicadamente particular de los rasgos que definían el rostro de aquella divina figura.

Por qué a pesar del semblante serio, los rasgos no dejaban de ser admirables y preciosos, como para detenerse a mirarlos una y otra vez ahora que podían observarse por partes iguales; dos grandes cejas ligeramente más arriba de lo normal marcando un refinado matiz, debajo, dos parpados delicadamente cerrados, los encargados de transmitir toda esa calma, en medio, una nariz recta que aunque quizá algo pequeña parecía perfectamente encajar en aquellas facciones, su boca, a pesar que estaba cerrada con sus labios acorazonados, seguía adornando dulcemente su rostro, pero más que todo, lo hacían esos dos bellos pómulos. Siendo los responsables de que este adquiriera un rostro aniñado, casi inocente, junto con la piel que parecía un velo suave y formidable que cubría todas estas facciones en conjunto, dando la impresión de que la persona que estaba ahí dentro no podía tocarse pues se trataba de lo más delicado en este mundo.

Por un tiempo que parecía seria eterno, el ser siguió sin hacer ningún otro movimiento, pero los presentes seguían en su misma posición, sabían que solo era cuestión de esperar y no se equivocaban cuando esta vez hubo un cambio más perceptible.

Lentamente y con mucha calma, sus parpados se abrieron dejando al descubierto unas pupilas de color negro profundo, un color hipnotizaste. Aunque en la posición que estaba su visión era limitada, a no ser que su mirada estuviera pérdida en aquel frio techo, se mantuvo sin voltear o siquiera parpadear algunos segundos hasta que decidió que era el momento. Mirando a los cinco hombres que sabía habían estado esperando por él.

-Mi señor-aquella figura que hacía minutos se había colocado en el rincón más apartado, era ahora quien se encargaba de ser el primero en recibirle con una leve reverencia.

-Kangin-respondía su señor con una tenue voz haciendo contraste con el panorama.

El señalado le dio una mano para que abandonara su tétrica cama.

-¿Alguna novedad?-pregunto tranquilamente cuando tomo su mano levantándose con gracia.

Elegantemente arreglaba su traje negro dando suaves tirones a sus ropas y acomodaba sus mancuernillas como si alguien se hubiera encargado de moverlas por él en todo este tiempo.

-Lo de siempre, señor-contesto con voz grave, la sombra más grande situada a un lado de la inmensa puerta, Shindong.

-Los humanos innovaron su tecnología pero eso sigue sin hacerlos mucho más capaces que nosotros-intervino Ryeowook cuando se posiciono más cerca de este, aunque su señor era un poco más grande la diferencia era poca.

-¿Arte?-continuo con su cuestionario después de otro momento, imaginando como seria todo allá afuera esta vez.

-Diría que no tan exquisito como antes-esta vez sonó una voz diferente de hasta entonces y su señor le dedico una mirada también, Henry.

-¿Innovador como la tecnología?-pregunto.

-En absoluto-este negó como si se tratara de una aberración.

-Gracias que estamos aquí para aportar a su conformismo-añadía Yesung.

-¿Política?-siguió su señor.

-En Política y Economía, diría que ellos mismos lo han echado a perder gracias a su insaciable sed de poder-para no hondear más, Yesung, el menos interesado por el tema abrevio todo en unas cuantas palabras. Ya tendrían tiempo para hablar de cualquier cosa.

-¿En cuánto a lo que nos atañe?

Después de ese breve cuestionario, el señor miro lentamente los espacios vacíos que había entre aquellos hombros.

-¿Desea encontrar a alguien, señor?-el atrevimiento de Yesung tomo a todos por sorpresa, no por la pregunta sino por lo que traería esta.

-¿Donde esta?-respondió su señor sin rodeos pero después de echar otro vistazo negó con una sutil sonrisa que aparecía en sus labios.

Para gran alivio de aquellas figuras, su señor había negado.

-Vamos-con una palabra todos los presentes asentían, adelantándose para abrir la puerta.

 


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