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Maleficio por Yae

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Notas del capitulo:

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Decima segunda parte

 

 

 

 

 

Era un reto.

Más que un reto era una amenaza, la sonrisa fiera del demonio era claro símbolo de que al parecer no dudaría en atacarle si Naruto bajaba la guardia.

Y pese a la palabra del demonio de no dañar a su primogénito hasta que pudiese gobernar…

¿Qué tanto podía fiarse de un maligno de sombras?

Sus puños se contrajeron, podía palpar claramente el límite de lo que considerase su humanidad, casi sentirse capaz de desatar nuevamente a aquella bestia en la que se hubo convertido hace poco, con aquellas filosas garras, con aquellos recios colmillos quizá llegara a hacerle algún daño al indeseable.

—           Su majestad… no soy vuestro enemigo… esta dirigiéndose al blanco equivocado, — sin dejar de mofarse sus rojos ojos se entornaron hacia el consternado príncipe.

Desafortunadamente Naruto debía concederle algo de razón pues se hallaba rodeado de enemigos, Itachi podría mantenerse en la línea de la sumisión porque así lo obligaba su juramento, pero si le brindaba la oportunidad no dudaba en que este le atravesase el cuello con el arma más cercana.

—           Así sea entonces, márchate o me jugaré mi alma en este instante. — Fue su última amenaza, podría perecer sin embargo un atisbo de inspiración le susurraba de una victoria de tener que enfrentarlo.

¿Cómo era posible sentir recuperar con cada instante mayor lucidez?

Probablemente algo innato en su interior, aquella ilusoria fuerza que le llenase de vigor era más que la simple intervención del demonio frente a él.

Kurama inclinó el rostro tan solo un poco, — como guste vuestra majestad, — en graciosa venia retrocedió mas, hasta que la misma negrura de la noche lo envolvió tragándoselo con siniestra rapidez.

Naruto suspiró sin poder evitarlo cuando estuvo seguro de que no le observaban, los murmullos enloquecedores que le arrebatasen el sueño desde hace meses se evaporaron por completo, — la seducción es un arma de doble filo — casi susurró cuando se giró hacia su prisionero, realmente no lo creía capaz de si quiera buscar encantar al demonio así que el nefasto deseo que pudo ver hace poco seguramente se debía a algo más.

No le respondieron, el agotado príncipe con esfuerzo reguló su respiración.

—           Debemos volver cuanto antes, — era imprescindible regresar al castillo, la noche ya caía por completo y los animales del bosque saldrían a cazar. Sus azules ojos entonces enfocaron el morral a un lado de Itachi, aguzados por completo no se le dificultó acercarse, — ¿y esto? — cuestionó tomando la bolsa para revisar el contenido.

—           Lo dejó el demonio… — fue la respuesta, tan baja que al no tener sus sentidos tan alerta no habría escuchado.

Dentro se hallaba un cambio de ropa y zapatillas, nada estrafalario pero lo suficiente para cubrir su desnudez, por un instante Naruto dudó en si había hecho lo correcto al alejar al ente demoniaco.

¿Quién supliría a Hinata cuando la corte reclamase a su reina?

Debía encontrar una salida cuanto antes, debía matar a su reina ante su pueblo el día del nacimiento de su primogénito, sin pensarlo mucho la actual situación podría resultar ventajosa, así que a prisas se vistió devolviéndole el sobretodo al príncipe. El frío de la noche seguramente no tardaría en hacerle tiritar.

También debería contactar con Sakura a la brevedad, — vámonos — ordenó y empezó a caminar, deteniéndose al dar solo dos pasos, viró con molestia al percibir el lento paso del príncipe, a esa velocidad les tomaría toda la noche para salir del bosque.

Así que inclinándose le ofreció su espalda, llevarlo a cuestas sería más ventajoso, — sube — le miró de soslayo esperando a que accediese.

Itachi se quedó observando al rey por demasiado tiempo, con las piernas y espalda adoloridas, con el hombro lesionado y la sed espantosa que sentía accedió. Permitirse orgullo en aquel momento solo provocaría que Shisui y Sasuke los encontrasen, seguro de que los estaban rastreando debía conseguir que les perdiesen la pista. Con la palabra empeñada y la voluntad casi hecha trizas solo le restaba continuar con aquella vesania.

El cuerpo del rey esta vez se sintió cálido, demasiado distinto a los escalofríos que lo inundaban cuando lo tocaba, casi adormecido pasó sus brazos por su cuello para sujetarse cuando el otro inició la marcha, casi por completo embotado fue cerrando los ojos, la negrura del bosque poco le dejaba entrever, por un instante se preguntó como aquel rey podía moverse con tanta facilidad en la penumbra.

Pausando su respiración sin quererlo realmente cedió al cansancio, justo en el momento que la pequeña antorcha refugia en la distancia.

 

 

 

 

~~~

 

 

 

 

 

Con la llegada total de la noche Shisui fue consciente de lo inútil que aquella búsqueda estaba resultando, pero notificarle a Sasuke que de momento sería mejor aguardar hasta el amanecer sería poner a la defensiva a su familiar. No es que desease abandonar a su primo, sin embargo auxiliar a Itachi en medio de la total penumbra solo los pondría en desventaja, entregarse como presas heridas a aquel demonio esperando ser devorados por las enormes fauces.

Detuvo su marcha cuando las grosas pisadas se terminaron.

—           ¿Qué sucede? — Sasuke murmuró a sus espaldas.

—           El rastro termina aquí.

—           ¿Qué? — Casi espantado el más joven se adelantó — no es posible…

—           Guarda silencio — lo chitó para calmarlo, recorriendo brevemente el entorno no tardó en hallar algunas manchas de sangre más adelante, cauteloso se inclinó distinguiendo otros fluidos además del carmesí vitae… era imperdonable.

Itachi en verdad necesitaba que lo regresase a su hogar, rememorando la expresión de resignación con la que su primo le hablase hace poco rabiosa impotencia le recorría con rapidez, pero no podía permitirse ni el menor arrebato, necesitaba de toda la calma para rescatarlo y liquidar al rey enemigo.

Sus negros ojos siguieron recorriendo aquel claro del oscuro bosque apenas iluminado por su antorcha, las pisadas ahora solo pertenecientes a un humano cualquiera lentamente se iban camuflando entre el césped mojado, se dirigían hacia el oeste. Curioso destino a sabiendas de que el castillo enemigo se hallaba al este, dudaba que solo quisiesen hacerle perder tiempo, no tendría sentido porque al llegar a sus tierras el rey contaría con toda la protección necesaria.

Como si de manera deliberada estuviese alejándose de sus propias fronteras, solo un pequeño poblado recordaba en aquella dirección. Forzosamente deberían pasar por allí para abastecerse de agua y comida.

—           ¿Hallaste algo? — Sasuke se acercó también — no pudieron ir muy lejos.

—           De hecho nos llevan una considerable ventaja. —La preocupación en el rostro del joven príncipe le forzó a darle alguna esperanza, — no están volviendo en dirección de tierras enemigas, están alejándose… aunque no tengo idea del porqué, podríamos usar eso en nuestro favor.

Un leve asentimiento recibió en respuesta antes de continuar con su camino, una vez muerto el rey solo restaría comprender que era aquello que Itachi llevaba en su vientre… y sin importar que fuese también lo extinguiría.

 

 

 

 

 

 

~~~

 

 

 

 

 

Desafortunadamente no había tenido la oportunidad de visitar la mayoría de los poblados que conformaban su reino, así que cuando pisaron el acogedor lugar Naruto estuvo seguro de que no lo reconocerían, contaba con eso.

Con el príncipe a cuestas aun dormido lo cubrió lo mejor que pudo con el sobretodo marrón, para que su rostro no fuese visible, aún quedaba algo para el amanecer y la escasa oscuridad sería buena cómplice.

Aproximándose a una pensión golpeó con entusiasmo la antigua puerta esperando que le abriesen de inmediato. Si bien tuvo que aguardar fuera con los ladridos de algunos perros a lo lejos suspiró de alivio cuando una mujer algo canosa le abrió, seguida por un hombre corpulento a sus espaldas le observó con desconfianza.

—           No tenemos habitaciones disponibles.

Se mordió el labio antes de exigir, — mi esposa se encuentra en cinta, le pido un pequeño espacio para que pueda descansar. Nos asaltaron al cruzar el bosque y no tenemos donde refugiarnos.

Entonces la oscura mirada de la mujer se posó en la otra persona que aquel rubio cargaba, las delgadas manos caían al frente, los cabellos oscuros y largos se asomaban entre la capucha del sobretodo, dudosa volteó unos instantes. — Si los asaltaron no tendrán con que pagar.

—Tengo… tengo una joya que no pudieron quitarme, — negoció con irritación, sabía que hasta la última moneda de oro que llevase quedó perdida cuando destrozó su ropa y armadura con la bestial transformación pero aún conservaba el diminuto colgante que hace tiempo de su maestro heredase, el diminuto dije con lazo de cuero resistió el tremendo ajetreo quedando aun intacto cuando volviese en sí.

Aun algo dudosa la mujer volvió a observar a la “mujer”, — tengo un cuarto vacío, queda atrás pero no resentirán el frío, cediendo a su corazón samaritano los dejó pasar.

Naruto inspiró hondo antes de ingresar, una mujer en encargo siempre despertaba cierta compasión, así que siguiéndolos llegaron a una diminuta habitación fuera de la casona. Apenas si maniobró con el príncipe en su espalda para quitarse el collar, — aquí tiene y le agradezco su amabilidad — habló justo cuando le abrían la puerta del cuartito.

Su nueva casera tomó la pequeña gema inspeccionándola con detalle, — ¿cuánto pretenden quedarse?

—           Un día probablemente, conozco el valor aproximado del collar y necesitaré algunas monedas de oro al menos, debo comprar víveres y un trasporte para volver — se descubrió bastante a gusto elaborando aquella mentira, colocando al príncipe como su esposa amada y a sí mismo como un protector que la cuidaría.

—           Arreglaremos eso en unas horas, ¿está herida? — curiosa estiró el cuello queriendo ver a la otra mujer cuando el rubio la depositara con cuidado en la estrecha cama, poco pudo divisar al prestarle más atención al redondo estomago que quedase a la vista.

—           Solo se golpeó el hombro al caer del caballo, con el susto que nos llevamos y las horas de caminata se quedó dormida poco antes de llegar.

—           ¿Y el bebé? — Insistió desde la puerta.

—           Esta bien, mi esposa sabe algo de medicina así que ella misma puede advertir si algo malo sucediera con nuestro hijo… —se obligó a responder, no estaba acostumbrado a dar tantas explicaciones y temía que la insistencia de la mujer colmase su paciencia.

—           Puedo conseguir algo de medicina pero va a costarte.

Naruto asintió sin dejar de cubrir al príncipe con su cuerpo, colocado justamente entre la cama y puerta para evitar que se pudiese ver más de lo debido. — Iré a buscarla en unas horas, se lo agradezco.

—           Bien, — al fin la mujer cerró la puerta dejándoles al fin solos.

Un hondo suspiro nuevamente y Naruto pudo relajarse. No perdió mucho tiempo antes de atrancar la puerta con la única silla del lugar, no deseaba que nadie lo importunase, necesitaba al menos unas horas de descanso, retornando al camastro se subió quedando al lado de Itachi, por primera vez delegó minutos enteros a observar sus facciones.

La piel clara, las pestañas largas, los labios algo resecos y la respiración demasiado pausada.

Algo confundido se estrechó más, el ligero sopor le llegó con rapidez, el príncipe padecía una ligera fiebre que probablemente era responsable de que continuase durmiendo con pesadez. Exhausto Naruto se incorporó, debía bajarle la fiebre aunque no quisiera.

Llevaba a su hijo en sus entrañas de todos modos.

Con cautela fue destrabando los botones de la camisa algo manchada en sangre, el enorme moretón en el hombro le hizo dudar, seguramente también debería atender esa lesión. Sin meditarlo sus dedos se pasearon por la tersa piel, delineando con cuidado los huesos de la clavícula, los de las costillas, consciente de que el príncipe había perdido demasiada musculatura desde el día de su encuentro. Rememorando aquel fugaz combate donde blandiendo la espada con maestría digna de elogio lo enfrentó, pero seguramente ahora ya no podría hacerlo del mismo modo.

—           No quise elegirte a ti, sin embargo no tuve opción — le habló en confidencia seguro de que no le escuchaban — si fueses una mujer… una princesa… — Naruto esbozó una suave sonrisa sin darse cuenta, — quizá hasta podrían habernos comprometido desde hace años… y la guerra se hubiese evitado…

La satírica probabilidad llevaba demasiada verdad, su matrimonio con Hinata fue solo resultado de negociaciones y alianzas, siendo una de las mejores opciones su padre lo comprometió con la tímida princesa poco antes de morir. Indudablemente Itachi habría sido considerado en caso de haber sido mujer, llegando a un acuerdo lo más probable es que se la cediesen en matrimonio y con ello la extenuante guerra jamás habría sucedido.

No obstante la realidad era otra.

Itachi era un hombre instruido en el combate y en toda arte necesaria para gobernar como rey al igual que Naruto. De lo poco que le oía hablar y argumentar siempre lo hacía con lógica y elocuencia, seguramente también era un magnifico estratega, capaz de llevar a cabo sacrificios por un bien mayor.

Justamente como venía haciéndolo desde hace tanto…

¿Cómo se oirá su risa?

Se preguntó una vez se acostó de nuevo a su lado esperando que ya sin tanta ropa encima la fiebre cediese. A lo único que había podido alcanzar eran las tenues sonrisas que a la distancia le vio obsequiarle a aquel niño que resultaba su hermano, como los delgados labios se curvaban con ternura.

Ligero enfado le recorrió al rememorar los cándidos gestos que jamás vio como primer espectador y que probablemente nunca llegaría a apreciar con esplendor. El manto de disgusto quiso hacerle salir del diminuto cuarto pero se contuvo, un suspiro cansado soltó y llevando su diestra para delinear el contorno del rostro ajeno fue cerrando los ojos.

Cambiando sin querer la causa primordial de su triste y enfermiza realidad.

 

 

 

 

~

 

 

 

 

Cuando al fin despertó la pesadez y el brilló del sol le obligó a cerrar los ojos en nueva cuenta, se hallaba de cara a la luz que entraba por la diminuta ventana.

Le tomó al menos unos segundos reaccionar del todo, recapitulando su situación fue que recién se sobresaltó del todo, un dolor inmediato le hizo encogerse en hombros con un siseo quedito, de manera inconsciente llevó su mano al hombro adolorido  sorprendiéndose al notar las vendas debajo de la ropa que cubrían su lesión.

La luz del sol llegó a incomodarle, había pasado demasiado tiempo encerrado sin apenas poder disfrutar de los rayos solares, cierto pavor le inundó al no saber dónde se hallaba y no verse encadenado de ninguna forma. Aquel pequeño cuarto contaba solo con la cama donde aún se hallaba, una mesa y una silla al lado de la puerta.

Antes de pensar en siquiera salir fue el olor de la comida reposando en el plato lo que llamó su atención, cauteloso se levantó presionando los dientes cuando los pinchazos de dolor le dificultaban la tarea, más que decidirse por comer tomó la alforja de agua a un lado para beberla con rapidez, debía calmar su sed para pensar con lucidez.

Lo último que recordaba era estar siendo transportado por el rey hasta que cedió al cansancio, por ello no comprendía la razón de aun no haber regresado al castillo. ¿Shisui los habría alcanzado?, negó ante la probabilidad, sería demasiado extraño no haber despertado en medio de un combate. ¿Entonces sería el rey quien lo trajo a aquel lugar?, negó nuevamente y con mayor entusiasmo, soltó un suspiro breve antes de asomarse a la grosa puerta de madera pero en aquel instante esta rechinó anunciando ser abierta.

Retrocedió de inmediato optando de modo inconsciente la postura de guardia ante un enemigo.

Los azures ojos se abrieron un poco más al encontrarle de pie, — veo que… ya despertaste — Naruto le apreció con mejor semblante que el día anterior.

El príncipe no respondió, retrocedió más casi hasta chocar contra la pared.

—           Traje la comida hace poco, aún debe estar caliente — aclaró yendo hacia la cama para tomar el morral que reposaba a un lado, — nos iremos pronto así que deberías comer.

—           ¿A dónde? — se atrevió a preguntar.

—           Aun no lo decido, — Naruto resopló viendo al príncipe de soslayo, los negros ojos siempre le dedicaban atención rebosantes de rencor y por primera vez aquello no se le hizo agradable. — Solo… solo come, hay un cuarto donde puedes asearte, te llevaré allí después.

—           ¿Dónde estamos? — tentó volviendo a preguntar, Itachi se mantuvo a la defensiva pero el tono carente de soberbia en Naruto le alentaron a probar.

—           En una pequeña villa a las afueras del reino… — suspiró sin querer irritarse por el constante interrogatorio, lo había pensado durante toda la noche barajando sus opciones y  probabilidades.

Sus deseos.

Si de algo estaba seguro era el no querer volver a sentirse corrompido por la demoniaca presencia de Kurama, perderse nuevamente en susurros enloquecedores que le impedían dormir, saberse despiadado sin razón como el tirano que sus padres siempre le aconsejaron no ser.

Y estaba seguro que de volver a rondar el demonio cerca tarde o temprano cedería de nuevo a la oscuridad. Respingó cuando oyó la silla ser arrastrada, el príncipe se hubo sentado en ella para comenzar a comer dándole la espalda, se mordió la lengua antes de acercarse lo suficientemente.

—           Tu reino… háblame de el — dijo pausado, esperando que Itachi le contase un poco de su propia vida, sin embargo los negros ojos se le quedaron viendo con desconfianza. Era evidente que no le diría nada.

Naruto suspiró.

—           En invierno… — comenzó esperando que al contarle algo el otro correspondiese del mismo modo, — los bosques aquí se tornan por completo de blanco, solía recorrer las afueras de la cabaña donde vivía hasta que mi madre salía a buscarme — rememoró con nostalgia su evanescente infancia — ella no era una princesa por lo que mi padre temió que la corte actuase para matarla o a mí, por eso aquella pequeña casa fue mi hogar por muchos años.

Itachi escuchó con cierto detalle la explicación pero no por ello estaba dispuesto a decirle nada sobre sus tierras o su gente por lo que prefirió seguir comiendo tratando de darle un sentido lógico al abrupto cambio del rey.

—           Me hablaste de alguien que podía ayudarnos… — insistió sacando de entre sus ropas la diminuta bolsa de cuero con la flores que aun llevaba sin estar seguro de porque ahora la cercanía con los pétalos era del todo tolerable.

De nuevo hizo una pausa forzosa sin querer observar al ambivalente rey.

—           ¡Estoy cumpliendo con mi palabra! — le acusó algo más irritado, estaba conteniéndose para no agredirle, para no exigirle su ayuda…

—           Y yo con la mía. No esperes que haga más.

Naruto tragó pesado al escucharle, sus puños presionaron con fuerza evitando que respondiese a la obvia provocación a sus oídos, — ¿acaso deseas que vuelva a enloquecer? La próxima vez podría destrozarte…

—           Sería lo mejor para ambos, — respondió suave consciente de lo que aquello significaba.

—           No, quizá para ti. Pero no para mí, ni para mi hijo… deja de provocarme — frunciendo el entrecejo le tomó por una muñeca con fuerza obligándolo con ello a que le viese de frente.

Escasos segundos antes de desviar la mirada casi resignado a la violencia que estaba seguro proseguiría.

Naruto mordió su lengua con consternación… era un monstruo, sin siquiera tener que transformarse era la horrida criatura que no merecía ni la compasión de su víctima, liberó su agarre notando de inmediato la ligera sorpresa en el otro. — Piénsalo… si pierdo la razón para convertirme nuevamente en esa criatura y tu estas muerto, quien… ¿Quién impedirá que mate a los tuyos?

Un silencio pesado los envolvió el suficiente tiempo como para que Itachi soltase un breve suspiro.

—           Termina de comer… debemos irnos — esta vez Naruto bufó yendo de nuevo al camastro, guardando las pocas provisiones que comprase, aun le quedaban algunas monedas para conseguir una espada, solo esperaba que las cartas que enviase llegasen pronto al castillo de Gaara.

 

 

 

 

La situación estaba tornándose demasiado confusa para el príncipe, las manías del rey sin duda lo estaban desgastando en su totalidad, cuando apenas terminó de comer el rubio cumplió su palabra llevándole a asearse, cubriéndolo con el sobretodo casi lo sacó como un fantasma para que no lo viesen siendo un alivio que le dejase a solas mientras se limpiaba.

“Estaré afuera” dijo.

Con demasiada condescendencia parecía comportarse, así que cuando salieron del pueblo no debió extrañarle que le dejase descansar luego de una breve caminata. No es que Itachi estuviese cansado, había sido el lejano graznido de un cuervo el que le alertase de aquello.

 

 

—           No te muevas — ordenó el gobernante cuando algunas ramas se agitaron con intención demasiado cerca, — quizá sean ladrones — murmuró sacando la pequeña espada que hubo conseguido antes de partir, no tendría problemas si tan solo se trataban de simples bandidos pero no deseaba que alguien llegase a ver al príncipe y su prominente vientre. Por ello le conminó a mantenerse a una distancia prudente, seguro de que el otro no huiría debido a ese juramento que lo ataba cual cadena lo puso a prueba también.

Si lograra alejarse demasiado estaba seguro de que podría hallarlo con facilidad, por lo que internándose entre los arboles trató de aguzar su oído oyendo algunas molestas risas de los hombres de dientes torcidos que se ocultaban entre la maleza.

 

 

Itachi aguardó atento a que algún otro ladronzuelo fuese a intentar atacarlo, fue solo cuando el bullicio y algunos gritos se oyeron en dirección del rubio que sintió alguien a su espalda.

Por reflejo se movió hacia la derecha y como si hubiesen previsto su amago le apresaron de lado, sorprendido por la iniciativa Itachi forcejeó.

— Espera.

La inconfundible voz bastó para detener su arrebato, — ¿Shisui?

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Saludos, siento la demora.

Espero el capítulo les haya resultado interesante, agradezco mucho sus lecturas y bellos comentarios. No leemos en el siguiente, cuídense.


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