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Maleficio por Yae

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Notas del capitulo:

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Parte final

 

 

 

Toda la estructura tembló ante el enorme demonio que brotó de su antagónico. Naruto inspiró hondo y contuvo la respiración inmediatamente después, cuando su cuerpo recién recuperándose de sus heridas no le respondió como debería.

Las vigas comenzaron a ceder cayendo por todos lados obstaculizando su rango de visión y acción. Fue casi milagroso que no terminaran aplastados entre la pesada madera. Sus azules ojos buscaron de inmediato su espada, algún arma que pudiese empuñar para defender a su “familia” porque muy lejos sentía aquel oscuro lugar en su interior capaz de convertirlo en una criatura de parecidas dimensiones.

Otro rugido espeluznante y la sensación de pánico fue trepando por su columna, rayando sus sentidos se comenzó a preguntar si aquella misma sensación la habrían experimentado Itachi y su hermano al verlo transformado.

 

Su majestad, entregue vuestra ofrenda ahora y será bien recibida…

 

Era ilógica la manera en que el pesado hocico parecía moverse sin hacerlo, para que la desquiciante voz del demonio se colara en sus oídos como intentando destrozar sus tímpanos con la resonancia.

Retrocedió cuanto pudo oyendo al fin el llanto de su hijo.

Fueron solo las flechas que se precipitaron en su dirección las responsables de que sus piernas volviesen a moverse, el demonio rugió molesto cuando el acero quiso traspasar su grueso pelaje, sus violentos ojos se entornaron en dirección de los pocos soldados que se quedaron en el campo de batalla.

—           ¡Muévete!

Le ordenaron sobresaltándolo, viró notando perplejo como Itachi se hallaba de pie a su lado, la silueta de la persona que anhelaba aún se apreciaba cansada, sosteniendo su abdomen con una mano comenzó a salir entre los escombros que quedaban de la cabaña. Naruto apenas asintió apresurando sus pasos, rogando porque su hijo dejase de llorar para que no se convirtiese en una alarma que el demonio no tardaría en rastrear.

Vio al príncipe trastabillar, como si luchase contra su agotamiento la ruta que marcó los sacó a campo abierto con rapidez, solo cuando un preocupado Gaara los interceptó es que lo notó.

Sakura.

Ella una debía permanecer dentro de la cabaña que pretendía prenderse en fuego con las flechas encendidas que ahora comenzaron a disparar.

—           Sakura aún está dentro, —dijo preocupado, ella era su amiga y la había arrastrado sin preocuparse en lo más mínimo en su seguridad.

—           Tienen que alejarse. ¡Ahora! —Gaara lo zarandeó tratando de que siguiese hacia adelante. Los soldados comenzaron a retroceder entren gritos asustados cuando la bestia se dispuso a atacarlos.

El rey negó queriendo no volver por su amiga, por un instante estuvo a punto de hacerlo de no haber tenido al bebé en brazos y haber cruzado escasamente su mirada con la oscura de Itachi. El agotado príncipe respiraba con cierta dificultad a unos pasos.

—           Los caballos están demasiado asustados para que los monten —, el general habló — tendrán que caminar hasta la salida del lago, allí deberían quedar aun unos cuantos soldados protegiendo el sendero.

Naruto no pudo pensarlo demasiado y aunque deseara ayudar a sus hombres primero tenía que poner a salvo a Itachi y su hijo. Asintió dedicándole una última mirada a su amigo.

—           Gracias por todo Gaara, en cuanto los ponga a buen resguardo regresaré.

No le respondieron, en cambio su general le arrojó la espada que sostenía.

Sonrió a medias en tanto apresuraba sus pasos junto al príncipe, los gritos iban oyéndose más lejanos a medida que sus pasos los dirigían a la única salida del escabroso terreno. Agradeció infinitamente que su hijo estuviese calmando sus sollozos porque no podría alimentarlo, conseguir una nodriza en aquel momento era imposible.

—           ¿Cómo te sientes?

Preguntó casi con arrepentimiento cuando el príncipe ralentizó sus movimientos.

—           Al menos no hay sangre —respondió soltando un suspiro agotado.

—           Tus soldados también están atacando al demonio.

Era obvio pero quiso aclararlo, al ver a la gigantesca criatura ambos bandos habían atacado desde sus flancos intentando derribar al demonio que de simples zarpazos iba barriendo con los soldados. Deseaba tanto pelear… si  solo pudiese confiar la vida de su hijo a Itachi, estaba seguro de que podría frenar al demonio, estando en verídico peligro su cuerpo no se rehusaría a liberar a la bestia que en realidad era…

Por eso se sintió tan familiarizado con su transformación, con todo aquel delirio que lo envolvió el día que Hinata murió e Itachi se cruzó en su camino.

Si tan solo su príncipe lo pudiese entender.

Darse a la tarea de conocerlo en realidad.

Que en verdad siempre quiso ser un rey honorable…

Un hombre honorable.

 

Sus dedos actuaron por si solos sosteniendo de un brazo al otro, sobresaltándolo cuando detuvo la marcha.

—           Necesito que me perdones.

Los oscuros ojos se afilaron, genuinamente confundidos por la declaración.

—           ¿En verdad me estas pidiendo eso, ahora?

Itachi tiró queriendo liberarse pero Naruto presionó más sacándole una mueca de dolor sin querer.

—           Necesito que me asegures que no huiras en cuanto esto termine, necesito tu palabra para que me escuches… lo has prometido pero necesito tu juramento.

El príncipe tragó pesado dando un paso hacia atrás con toda la fuerza que pudo para intentar zafarse de la presa.

—           Ya te dije que mi palabra no tiene valor si la tuya carece de ello… dijiste que podría marcharme en cuanto diera a luz a tu hijo, —la filosa mirada se clavó en el pequeño bultito que sostenía. —Tienes a tu primogénito en brazos, cumple tu palabra entonces.

La urgencia por rebatirle trabó palabras en su garganta, —te necesito… te amo… ¡en verdad te amo!

Gritó frustrado, rendido a su prisionero, había enloquecido por aquel príncipe, anhelando sus afectos pese a sentirse traicionado. Podría perdonarle lo que fuese con tal de poder tenerlo a su lado, sentir sus labios, su piel, contemplar la sonrisa en los labios ajenos en lugar de fantasear con el gesto que se moría por conseguir.

Derramaría adulaciones y palabras de amor en sus oídos todos los días. Que aunque no pudiese expresar de manera correcta su arrepentimiento se esforzaría por verlo feliz… egoístamente deseando que su felicidad fuera a su lado.

Los fieros ojos se abrieron más ante la sorpresa, tiró con cierta desesperación impresa en su mirada.

Sus sentimientos jamás serían correspondidos.

Era consciente de ello pero su corazón se rehusaba a rendirse.

 

 

 

~~~

 

 

 

Hubo marcado la ruta para que Sasuke tardase más en llegar al lugar, con la sola idea de no involucrar al futuro rey en aquel combate. Deseaba que cuando le príncipe menor llegase ya tuviese a Itachi con ellos y la cabeza del rey enemigo en una pica.

Debió considerar la posibilidad de que el nefasto gobernante no fuese el único demonio, ahora frente a sus ojos la abominable criatura se alzaba consiguiendo solo con su presencia que algunos de sus soldados retrocedieran temblorosos.

—           ¡Preparen las flechas incendiarias! —fue la orden del antiguo comandante y aunque dudosos los hombres no dudaron en obedecer ante el asentimiento de Shisui.

Necesitarían todos los barriles de aceite para prenderle fuego a la monstruosa criatura de pesadilla, temió por la vida de Itachi cuando la cabaña crujió al ser desmantelada, debía confiar nuevamente en su primo porque si no lograban contener al demonio nadie sobreviviría. Sin contar con una máquina de asedio adecuada tuvo que ordenar preparar las pellas, el mejor momento era justamente aquel donde la criatura se hallaba rodeada por la madera de la cabaña.

Los lanzamientos certeros le prendieron fuego a la edificación.

El fuego ardió a pesar de la nieve alrededor, la brea y azufre se derramaron de entre los proyectiles dejando un reguero por el cual el fuego pudo abrirse paso.

Un rugido más furioso y de un salto imposible el demonio se alejó de las llamas que pudieron incinerarlo.

—           ¡Disparen!

Ordenó de nuevo para que en esta ocasión las faláricas fueran arrojadas contra la bestia, Shisui dudó de la eficacia de su ataque cuando la criatura se dispuso a lazarse en carga contra ellos, el grueso pelaje no estaba ardiendo con la suficiente rapidez. Fueron los gritos desesperados de sus hombres los que oyó cuando las fauces se abrieron para aplastar a varios. Con espada en mano retrocedió más, acercándose lo más que pudiese a los turriles de azufre que quedaban, si lograba derribarlo sobre ellos podrían tener oportunidad de conseguir un verdadero fogonazo.

Pero apartemente adivinaron sus intenciones porque en lugar de abalanzarse encima, la criatura lo mando a volar contra los arboles de un golpe certero de sus patas.

Presionó los dientes ante el impacto, su cabeza se sacudió con tanta fuerza que ligeras nauseas se presentaron, Shisui no tardó en incorporarse quitándose el yelmo para tener mejor visibilidad.

 

Tú.

 

Una voz rasposa y escalofriante le oyó.

 

Eres el perro faldero del príncipe, ¿no es así?

 

Shisui retrocedió sin soltar su arma, viendo como sus soldados más leales intentaban rodear al maligno.

Le deseas tanto que estás dispuesto a morir de esta manera tan patética.

 

—           No sé de qué hablas—, buscó hacer tiempo, dando pasos ridículamente cortos hacia su derecha sin dejar de apuntar con su espada.

Una risa ensordecedora le heló por segundos.

 

Por supuesto que lo sabes… ansiando igual que tu maestro a otro hombre. Pretendiendo amistad absurda para mantenerse cerca… los humanos son tan sentimentales que sufren por una irrisoria moral que algunos han impuesto.

 

El aceró tembló solo por un segundo, Shisui sintió su respiración acelerarse. Dio gracias de no tener cerca a su primo para oír tales injurias. Su escasa distracción fue suficiente para retrasar su reacción cuando los soldados se lanzaron a atacar, el demonio fue más rápido girando para sujetar con sus mandíbulas a uno de sus hombres partiéndolo con su descomunal fuerza. La sangre cayó entre la armadura de placas que poco pareció protegerle.

Otro ataque infructuoso presenció cuando esta vez el filo de otra espada trato inútilmente de atravesar el pelaje, un zarpazo en esta ocasión que retorció el metal de la coraza consiguiendo abrirle el abdomen.

—           ¡Retrocedan! —Gritó tarde para no perder más soldados, los eliminaron ante sus ojos sin que pudiese evitarlo, a sabiendas de que atacar por impulso lo reduciría a un simple monigote cuando no pudiese detener ni las garras o colmillos.

Afiló la mirada cuando la bestia se lanzó en su dirección, trató de adivinar en qué dirección era mejor arrojarse para evadir el ataque.

No obstante la espada de Madara fue más rápida.

Saltó desde algún lugar yendo directamente contra la yugular del demonio, el filo del arma se incrustó con fuerza demasiado cerca del punto vital… sin embargo no fue suficiente. El demonio se sacudió con rapidez como si tan solo molestas moscas estuviesen rondándolo, la fuerza fue suficiente para que Madara no pudiese sostenerse, cayó a un lado sujetándose las heridas que dificultaban sus movimientos.

Shisui debía pensar rápido o terminaría muerto junto a su maestro, guardó entonces su espada para sacar el arco que llevaba a sus espaldas, tomando la flecha en manos aprovechó la distracción para intentar apuntar al lugar más vulnerable que pudiese hallar.

Sin embargo las probabilidades de atravesarle un ojo eran remotas.

 

 

Sus enormes colmillos goteaban sangre acrecentando la amenaza que representaba, el demonio parecía sonreír en tanto acortaba la distancia con Madara, rodeándolo como un lobo a su presa.

 

Es lamentable que no pudieses convivir con tu tragedia, culpando y maldiciendo a quien una vez juraste amar.

 

—           No quieras enlodar mi honor con tus blasfemias —con dificultad fue poniéndose de pie.

 

¿Yo?

 

La bestia rio sin mover su pesado hocico.

 

Tu quisiste franelear con el rey enemigo, intentando seducir a Minato. Debiste sentirte tan destrozado cuando tu ejército y tu hermano murieron a sus manos. Pero déjame aclarar tus dudas… fui yo quien manipuló a tus hombres para que secuestraran a la reina y al príncipe… fue tan sencillo corromper sus almas humanas para que me obedecieran, sin embargo Minato no los mató… fui yo, barrí con todo tu ejército y tu débil hermano… nada mejor que una guerra para que todo saliese como lo esperé, como lo esperé por décadas…

 

Madara enfureció al oír las grotescas revelaciones, sintiéndose enfermo al constatar que Minato jamás rompió su juramento de paz.

Se dispuso a atacar de nuevo así muriese en el intento pero la saeta fue más rápida, el disparo de Shisui fue casi perfecto incrustándose en la cuenca ocular de la criatura. Un alarido lastimero soltó mientras retrocedía con la sangre más oscura que la de un humano brotando del ya inútil ojo.

Algo de tiempo debería poder ganar con aquello, Shisui estaba seguro de que en cuanto lograse quitarse la flecha su herida no tardaría en sanar, así que anticipando el ataque logró lanzarse casi al ras del piso para evitar las grosas garras que fueron en su dirección cuando de un simple saltó salvó la distancia que los separaba. Escasa fue su ventaja porque de inmediato el demonio usó sus patas traseras para golpearlo y aunque las garras no fuesen igual de filosas fueron capaces de atravesar el metal de su armadura, el coselete chirrió cuando fue abierto casi como hojalata dejando que las sangre también se derramará.

No fue una herida mortal pero si suficiente para hacerle jadear de dolor apenas un par de segundos antes de tener que rodar sobre la tierra, evitando que las pesadas patas repitieran su acción o lo aplastaran.

 

 

Vuestra osadía es inútil.

 

Oyó en medio de un gruñido que rebotaba en el helado viento, al menos el frío evitaría que se desangrara con rapidez, raudo se puso de pie, tenía que alejarse lo suficiente para evitar más daño pero eso solo dificultaría sus planes de llevarlo a los barriles de brea.

Los gritos de guerra entonces resonaron congelándolo momentáneamente, no podría lidiar con más enemigos en aquel momento. Sin embargo no tardó en advertir que los pocos soldados sobrevivientes querían ayudarlo.

Pudo observar con verdadero alivio como la pesada red metálica era aventada sobre la enorme criatura tratando de someterla con la poca fuerza humana. Mas flechas fueron disparadas consiguiendo aunque por tan solo unos instantes que el demonio cayese al piso mientras tiraba con desenfreno para liberarse, azotando a los soldados que sus garras no lograban alcanzar.

 

 

—           Te recomiendo retroceder.

 

Shisui casi sonrió al ver al general enemigo, lo conocía bastante bien luego de tantas batallas libradas durante años, una vez más revisó la gravedad de sus heridas antes de responder.

—           Tengo un plan y algo de ayuda es necesaria.

No fue necesario detallar su idea, bastó simplemente que sus negros ojos se fijaran en los barriles para que el hombre pelirrojo lo entendiera, le asintió en respuesta antes de seguirlo para intentar encender uno.

La chispa tardó en aparecer, segundos desesperantes  plagados de gritos de dolor y rugidos escalofriantes casi consiguieron por primera vez que tirara la yesca y el pedernal antes de lograr su cometido. El fuego se liberó casi como una explosión  haciéndoles retroceder, Gaara fijó la dirección en que lo arrojaron por la nieve con demasiada precisión, aunque no con la suficiente fuerza como para destrozarse al chocar si para que la bestia tratara de retroceder ante las llamas que no tardarían en prenderse a su pelaje.

Un último derroche de fuerza al que los escasos soldados se obligaron consiguió que el demonio cayese por completo sobre el fuego. El maligno aulló de dolor y pánico al verse envuelto en el fuego, Shisui se apresuró a repetir su acción con los demás barriles.

El hombre a su lado estuvo dispuesto a ayudarlo.

Pero fueron las sombras que se extendieron cubriendo la nieve manchada las que los detuvieron, el demonio rugió tan alto y tan ensordecedor que los obligó a cerrar los ojos y encogerse en hombros, cuando al fin recuperó la autonomía sobre sus movimientos solo pudo girar para ver a la grotesca criatura casi envuelta en llamas lanzarse en brutal carga en su dirección.

Las enormes fauces se abrieron de manera antinatural antes de que el fuego y el golpe convirtiesen lo restante de la brea en una explosión.

 

 

 

~~~

 

 

 

Sus entrañas aún se retorcían adoloridas, como si fuesen incapaces de quedarse quietas luego de haber sido comprimidas casi en su totalidad para dar espacio al supuesto hijo del rey. Itachi sentía que sus sienes terminarían obligándolo a tirar de su cabello sin el dolor en ellas no disminuía.

Agregándole a su lamentable estado físico la inesperada confesión de Naruto solo le produjo terror.

La amenaza que el rey representaba jamás mermaría, boqueó tratando de forzar a su lengua a una respuesta rápida que lo liberase del férreo agarre que mantenía sobre su brazo, que lo apartase de aquella persona.

—           Suéltame…

Los suplicantes ojos azules no se apartaron, el llanto del infante no disminuyó e Itachi quiso silenciarlo por cualquier medio.

—           Bríndame la oportunidad de redimirme. Déjame probarte que puedo cambiar nuestra historia, que no solo he actuado en medio de la locura y sin control.

 

Era magnánima la incongruencia en sus palabras, como parecía tontamente querer limpiar sus acciones impías, con un par de disculpas que siempre oiría vacías, sus dolorosas caricias mientras lo sostenía con violencia satisfaciéndose en su suplicio no desaparecerían.

Como podía implorar aquello, si lo único que Itachi deseaba era olvidar… vaciar sus recuerdos desde el día en que tuvo la desgracia de conocerlo.

Aunque fuese imposible.

Quizá, tan solo quizá, si pudiesen intercambiar lugares entendería la locura que le pedía. Que lo había herido tanto que jamás podría volver a ser quien una vez fue.

Tan solo las memorias de su familia y los restos de su voluntad conseguían que sus piernas aún se movieran, que su corazón ansiara una salida al final de su tormento, que sus disculpas y excusas jamás cambiarían el daño ocasionado, sollozarle que no deseó lastimarlo cuando lo hubo quebrado de la peor forma posible solo acrecentaba su odio.

Y su insulso ruego jamás alcanzaría a sus oídos, su expresión desolada nunca le conmovería. Sus labios se entreabrieron antes de pronunciar, antes de confesarle lo único que podría sentir por él.

—           Te odio… —la mano que lo asía tembló casi soltándolo—, y nada de lo que hagas será suficiente para que ese sentimiento desaparezca.

No estuvo seguro de si pasaron segundos o minutos en silencio, pero cuando creyó ver un par de lágrimas precipitarse de los azules ojos del rey este lo soltó para retroceder, sintió al fin el desolador frío como una ligera punzada en el corazón. El frío debía ser el responsable del nudo en su garganta y el leve temblor en sus dedos.

Los labios de Naruto se curvaron en amago de sonreír, gesto por completo contrastante con su semblante derrotado, el ceño levemente fruncido y el azur de su mirada más que brillante.

—           Oh, puedes ahora destrozarme con simples palabras… siéntete libre de cobrar tu venganza por todo lo que te he hecho.

Ligera sospecha le ocasionaron esas palabras, Naruto le había jurado que este día podría matarlo y no levantaría su espada para defenderse. Que no se opondría a tal satisfacción.

—           Sin embargo lo que te he confesado no cambiará, aunque te repugne y me odies lo que yo siento por ti no cambiará.

 

Había enloquecido, probablemente el día en que pactó con un demonio. Itachi tenía la certeza de que aquel rey había perdido el juicio hace mucho tiempo.

Pero fue el sonido de una explosión y la cortina de humo ennegrecido que se elevó en el cielo la que lo devolvió a la realidad. —Shisui. —Dijo en voz alta antes de apresurarse en aquella dirección aunque significase volver con el demonio.

No abandonaría a su primo, ni a su maestro con aquella criatura.

 

—           ¡Espera, no puedes volver!

 

La voz de Naruto y el molesto llanto del infante lo siguieron. Si aquel lloriqueo no cesaba jamás podría acercarse con cautela para socorrer a su primo.

—           ¡Hazlo callar!

Gritó exhausto girándose por completo enfadado. Naruto se sobresaltó por su arrebato deteniendo sus pasos, con el bulto en brazos que continuaba irritándolo con sus gimoteos escandalosos.

—           Ansía a su madre.

 

No tuvo tiempo de responder a lo que consideró un insulto porque en el instante que sintió el repugnante olor de piel y huesos quemados, el espantoso demonio saltó sobre él. Itachi contuvo un quejido cuando chocó contra el piso sintiendo su cabeza rebotar en la helada capa de nieve, sus ojos se abrieron desmesurados al tener aquella grotesca visión a tan escasa distancia.

Lo que fuere un pelaje groso y sombrío ahora mostraba retazos chamuscados que hacían visibles músculos y huesos. Trozos de carne aun parecían estar cayendo entre restos de sangre y una nauseabunda mezcolanza negra. El olor fue tan desagradable que apenas contuvo sus arcadas, sin embargo el ojo rojo que no estaba lesionado destellante de frenesí fue lo más espeluznante.

 

Su majestad… en verdad agradezco que haya aguardado por mí…

 

La escalofriante voz caló en sus tímpanos mientras el repulsivo aroma inundaba sus fosas nasales, Itachi jadeó removiéndose como pudo, pero de inmediato una de las grosas patas se incrustó en su pecho cortándole la respiración.

 

—           ¡No te atrevas a tocarlo!

Naruto vociferó presionando los dientes con fuerza, dejando que sus diminutos colmillos se asomaran, aun sostenía con firmeza al bebé que no dejaba de llorar.

 

Mi buen rey… vuestra patética huida es inútil. Yo soy capaz de obtener todo lo que usted ha dejado ir, cada oportunidad. Voy a mostrarle como se monta a un príncipe en verdad.

 

Itachi palideció ante aquella insinuación, horrorizado se debatió como pudo, evocando el espantoso momento en el que tuvo a Naruto de aquella manera estaba seguro de que el demonio no retrocedería aunque llorase y suplicase. Nerviosas sus manos trataron de llegar a una de sus botas, donde la pequeña daga aún se mantenía, un grotesco lametón en el pecho y cuello y estuvo a punto de ceder a las náuseas, parecía tener una fétida ponzoña recorriéndole el cuerpo.

 

—           ¡Te dije que no lo tocaras!

Fue la nueva advertencia del rey pero no hizo el menor movimiento por acercarse o intentar socorrerlo en verdad.

 

No puede evitarlo su majestad, en el momento que deje a mi anfitrión habré cumplido mi cometido.

 

Rio enloquecido presionando ambas patas en esta ocasión, buscando espacio entre las piernas de Itachi que dejó escapar un sollozo de pavor.

 

Escoja con sabiduría mi buen rey, vuestro adorado primogénito que ha representado el inicio de toda esta locura, el heredero de todo el reino que sus padres le encomendaron proteger… o un simple mortal que lo odia y jamás se permitirá si quiera brindarle la más mínima palabra de afecto…

 

 

Y aquel pareció ser el truco. Itachi observó aterrorizado como Naruto retrocedía, como prefería aquel molesto infante que no dejaba de llorar, no debería sorprenderse de aquella elección, ningún lazo los unía más que repudio y rencor.

¿Cómo habría de ser la primera elección para un rey enloquecido por mantener vivo a su primogénito?

Había vendido su alma por mantener a ese niño con vida, arrastrando a todo aquel a su alrededor para asegurarse de que su nefasto trato llegase a su fin. Las palabras buscando su indulto solo representaban su decadencia real, deseando mantenerlo a su lado para seguir fornicando hundiéndose más en su perversión.

Se sintió aun más desdichado cuando la espantosa lengua volvió a emerger, cuando las pesadas patas aplastaron sus piernas rasgando poco a poco su desmantelada ropa, desesperación real le inundó cuando Naruto retrocedió del todo, cuando lo abandonó a merced del maligno dedicándole una simple mirada de piedad.

Lo odiaba.

Oh, cuanto lo odiaba.

Deseó haber muerto en el momento que arrancaron a ese infante de sus entrañas, abandonarse a la muerte esperando que allá al menos pudiese aguardarle paz.

Sollozó con desolación cuando su mano no pudo alcanzar su objetivo, cuando la dorada daga permaneció oculta. El aire era escaso y su vista comenzaba a nublarse por la presión en su torso, terminaría destrozado si es que tenía suerte. Una risa irónica asomó en sus labios mientras el tétrico demonio se inclinaba rozando su grotesco miembro con avidez.

 

 

Llorará de placer…se lo aseguro…

 

Itachi cerró los ojos, con toda la fuerza que pudo, el llanto del bebé se oía cada vez más lejano y con ello sus quedas esperanzas si es que aún le quedaba algo se evaporaron.

 

Lo odiaba.

 

La embestida nunca llegó, fue un estruendoso rugido el que le hizo sobresaltar espantado. El enorme zorro en el que Naruto se transformaba apareció en toda su gloria, saltándole encima a la repugnante criatura que estuvo a punto de sodomizarlo. Tragó pesado cuando las lágrimas cayeron por sus ojos, aun quieto sobre la nieve mientras los espeluznantes rugidos de las bestias peleando fueron el único sonido de fondo.

No lo hubo abandonado.

Naruto había regresado por él.

Tardó demasiado en reaccionar, cada uno de sus músculos se sentía entumido forzándolo a quedarse quieto más tiempo del que quiso. Cuando al fin sus agotadas extremidades se dignaron a volver a obedecer, los blancos copos de nieve comenzaron a caer.

 

 

~~~

 

 

 

Su cuerpo gritaba de agonía mientras se incorporaba como podía, su piel ardía de modo indescriptible, como si las quemaduras aun estuviesen sometidas a ignición. Shisui tosió seguro de que el daño que había recibido era extenso, la armadura aún se resentía caliente así que se la quitó como pudo apreciando al fin la piel lacerada, rojiza y ampollada en diversas zonas.

Quiso encontrar a su maestro con la mirada pero hasta los ojos le ardían de manera inconsolable.

—           Ha… escapado…

Gaara habló y le vio acercarse cojeando, pese a ello solo parecía resentir algunas quemaduras en brazos y rostro.

Shisui negó angustiado, debía hallar a Itachi cuanto antes pero simplemente su cuerpo clamaba a gritos algo de alivio al dolor, en su condición sería imposible darle caza al demonio.

Aun así lo intentó.

Arrastrando sus pisadas se dispuso a seguir el reguero de sangre ennegrecida que lentamente iba siendo cubierto por la nevada.

—           Yo los buscaré—, el general enemigo lo detuvo —tienes mi palabra de que protegeré a ambos, no abandonaré a tu príncipe a su suerte.

Podía desconfiar de aquel hombre pero en su condición solo le restaba depositar su último hálito de esperanza en él. Solo atendería sus heridas y lo ayudaría en cuanto pudiese correr. —Gracias —le murmuró apenas.

El otro asintió para disponerse a seguir la única pista, deteniendo su trémula marcha cuando la silueta de una mujer se dibujó entre la nevada. Sus cabellos rosados se le hicieron extraños, agotada se aproximó a Gaara.

—           Gracias al cielo, estas bien, Sakura.

Ella asintió dejando ver algunos cortes en su rostro y manos. —Y…

—           Aun debo ir por Naruto, por favor te pido que atiendas sus heridas —, le echó un vistazo a Shisui —no es un enemigo.

Sakura asintió acercándose a Shisui mientras Gaara se perdía entre la nevada que iba cayendo cada vez con mayor rapidez.

Pudo apreciarle los ojos verdes demasiado oscurecidos, quizá debido al cansancio, un pequeño quejido de dolor soltó cuando ella tanteó las heridas en su abdomen.

—           Deje que le ayude.

 

Y le sonrió.

En cambio Shisui contuvo la respiración cuando aquel filo se incrustó en su cuerpo, jadeó entrecortado al sentir claramente como retorcían aquella arma en sus vísceras, la empujó casi sin fuerzas cuando la sangre inundo su boca. Se dobló sobre sí mismo cuando sus manos temblorosas apenas si lo sostuvieron de caer por completo al piso, su tibia sangre cayó sobre la nieve entintándola con rapidez.

Esa mujer… le siguió sonriendo mientras sostenía en manos un par de tijeras que le provocaron la herida mortal, lo sabía perfectamente al ver el reguero de sangre que seguía precipitándose con fuerza arrebatándole la vida con ello. Su corazón dolió por haber sido incapaz de cumplir su promesa, por no ser lo suficientemente fuerte para alcanzar a Itachi y regresarlo a su hogar…

Por ser incapaz de verlo una última vez y confesarle que siempre fue la persona más importante en su vida, que su lealtad era inquebrantable y que le hubiese servido con la vida y el alma el día en que se convirtiese en rey…

Decirle tantas cosas, recordar juntos como antaño su niñez y ayudarle a cuidar a Sasuke. Entrenarlo para convertirlo en un espléndido caballero.

Todos sus anhelos fueron diluyéndose lentamente a la misma velocidad que la oscuridad fue envolviendo sus sentidos, pronunciando el nombre de su primo al final.

 

Sakura lo observó inerte, sin ápice de remordimiento hasta que el cuerpo quedó inmóvil sobre la nieve, hasta que la sangre dejó de brotar. Solo entonces sus claros ojos recobraron autonomía contemplando sus manos empapadas en sangre aun sosteniendo aquellas tijeras, viendo al hombre a sus pies definitivamente muerto.

Gritó horrorizada al contemplar su obra, soltó la tijereta en tantos sus ojos se empapaban de lágrimas de culpa, había matado a un hombre, al fin sus memorias retornaron con claridad desde el día en que el demonio doblegó su voluntad. Se sintió asqueada consigo misma y solo pudo correr, apartarse cuanto antes de la espantosa escena, siguió llorando con amargura mientras se maldecía a sí misma.

Era una asesina que no pudo combatir contra la demoniaca presencia que la orilló a aquello, fue débil e incapaz de ayudar a sus únicos amigos y solo pudo llorar.

 

 

 

~~~

 

 

 

La sangre se desparramó con tanta facilidad que por un instante parecía simple agua arrojada por equivocación. Itachi se mantuvo atento a la fiera pelea cuando al fin pudo erguirse, acomodó su ropa como pudo dando un par de pasos hacia atrás al ver los enormes colmillos incrustándose en el pelaje rojizo de Naruto, le oyó aullar de dolor retrocediendo antes de contraatacar, un zarpazo en las fauces ajenas mando al piso al repugnante demonio que a pesar de todo el daño que había recibido tenía la suficiente fuerza para combatir en igualdad de condiciones.

Retrocedió mas cuando esta vez el empellón de una de la bestia acorraló a la otra contra los arboles derribando un par de ellos.

Y aunque deseara que ambas abominaciones se mataran entre ellas una insignificante parte en su interior confiaba en que Naruto sobreviviría aquel combate. Seguramente había dejado a su hijo en algún lugar y fallecería si el rey no volvía para recuperarlo. Sus torpes pasos repitieron el camino que Naruto hiciese hace poco, sin deseos reales de encontrar a ese infante.

Pero nada más al alejarse el demonio volvió a lanzarse en su dirección, cayó sobre la nieve cuando giró con brusquedad  intentando evitar el ataque, pero fueron los colmillos de Naruto los que sostuvieron a la otra bestia antes de que lo alcanzara, arrastrándolo lo alejó cuanto pudo.

Era evidente que está peleando para protegerlo, sus ojos escocieron pero nuevamente se puso de pie, debía correr, huir tan lejos para que ninguno pudiese alcanzarlo, encontrar a su primo y a su maestro para salir cuanto antes del lugar, dejar toda la locura atrás.

Sus deseos fueron silenciados al oír de nuevo un aullido de dolor mucho más alto en esta ocasión.

Naruto cayó al piso cuando el demonio le arrancase una de sus patas delanteras, la extremidad quedó incrustada en los colmillos del otro mientras una lluvia de sangre se precipitaba sobre los blancos árboles y la ya demasiada manchada nieve.

Iba a morir.

La bestia se dispuso a atacar de nuevo a un moribundo Naruto que hacia vanos intentos por ponerse de pie con tan solo tres patas, lográndolo a tiempo para clavar sus colmillos en el maltrecho y chamuscado lomo del maligno. La presa fue tenaz, pese a las sacudidas de la otra bestia siguió incrustando sus colmillos tanto como pudo.

La fétida sangre negruzca esta vez cayó en demasía mientras se retorcía adolorido al parecer ya incapaz de usar energía para proyectar su voz. Sus duras patas traseras golpearon a Naruto una y otra vez en las mandíbulas forzándolo a soltarlo. Aprovechó la cercanía para atravesar de nuevo el grueso pelaje clavándole sus garras en el estómago.

Naruto soltó un alarido más parecido al de un perro herido, empujando para liberarse un montón de vísceras salieron volando con la acción…

El espectáculo fue aterrador, casi podía ver como el demonio sonreía con algún órgano de Naruto entre sus garras.

 

Has perdido… hoy nuestro trató llegó a su fin.

 

 

La voz fue tan distante, débil y rasposa, anunciando también la poca energía que le quedaba.

“Los demonios no perecen, regresan al hoyo al que pertenecen tan solo para recuperar su energía… a veces eso les demora siglos…”

Las palabras de su maestro llegaron a sus oídos.

Pero Naruto moriría, él no era un demonio por completo y nada lo evitaría.

La espeluznante bestia negra se aproximó dispuesta a terminar de cercenar las demás extremidades. No estaba seguro de porqué lo hizo… a pesar de ser tan simple su miedo irracional de terminar a merced del demonio, quizá…

Porque las palabras de amor que Naruto le dedicó le auguraban al menos la más mínima posibilidad de no terminar encerrado y humillado de nuevo.

Se aferraría a ello.

A las blasfemias de amor que le susurraron, porque probablemente también había perdido la razón. Sus piernas se movieron solas, sus brazos lo ayudaron a subir al árbol más cercano antes de al fin hallar la pequeña daga empuñándola con firmeza con su mano izquierda. No tenía muchas posibilidades pero aquella era sin duda su única oportunidad de hallar algún tipo de compensación por todo lo que le habían obligado a vivir.

El arma era demasiado pequeña pero lo suficientemente afilada para incrustarse en el cuello del demonio cuando saltó por atrás, Itachi hizo acopio de la poca fuerza que le quedaba para no soltarse mientras la retorcía tanto como podía en la yugular de la monstruosidad deseando hacer el mayor daño posible, cortar hasta la más mínima vena. Jadeó al sentir la brutal fuerza zarandeándolo para que lo soltase.

A punto estuvo de ceder cayendo al piso cuando el maltrecho cuerpo de Naruto se reactivó, abalanzándose también sobre el demonio clavando una última vez sus colmillos en la garganta del que hace meses creyó su salvador. Itachi no pudo sostenerse más tiempo acabó en el piso viendo como en un santiamén el demonio también caía a peso muerto, mientras Naruto se rehusaba a soltarlo en tanto sus colmillos deshacían todo músculo y nervio hasta desprender la pesada cabeza del cuerpo maloliente.

Los rojizos ojos de Naruto ahora se posaron en él, aun sosteniendo con sus fauces aquella parte como si también temiese que el demonio pudiese volver a la vida. Solo cuando comenzó a acercarse es que dejó caer la cabeza que lentamente parecía estar deshaciéndose como cera al calentarse.

Itachi tembló cuando aquel hocico bañado en sangre lo olfateó en medio de un gimoteo de cachorro, trató de retroceder a rastras mientras que el pelaje fue desapareciendo, la figura humana volvió a predominar lentamente haciendo evidente que el daño era irreversible…

Cuando al fin el cabello rubio asomó por completo siguió empapado en roja sangre, había perdido el brazo derecho y el muñón sangrante no daba señales de estar regenerándose, un hueco en medio de su estómago se dejó ver cuando quiso avanzar. El carmesí vitae siguió brotando en el par de pasos que dio en su dirección antes de caer nuevamente.

Deseó no sentir piedad y abandonarlo allí.

Que el destino por fin alcanzase a Naruto para devolver un poco del sufrimiento que le hubo ocasionado.

Sin embargo Itachi se acercó para levantarlo con cuidado pudiendo observar los azures ojos tan iguales al cielo y al mar, tan distintos a la primera vez que se cruzó con ellos, apagados y llenos de odio.

—           Es… estas bien —su voz estrangulada apenas si fue audible—, quizá aún…conserve algo de mi honor…

Tosió sangre deteniendo sus palabras unos segundos.

—           Sé que… no vas a perdonarme, pero por favor no lo dejes morir…

Solo entonces los ruidos del entorno fueron aclarándose dejando que el leve y lejano llanto de aquel bebé fuese audible.

 

 

.

 

 

Cada vez que deseaba pronunciar una palabra una mescolanza de sangre trepaba por su garganta dificultando la simple tarea.

Porque deseaba decirle tantas cosas.

Que al fin y luego de tanto tiempo podía sentirse como si mismo de nuevo, los insoportables susurros en sus oídos se habían detenido por completo, la angustiante sensación de cansancio iba acrecentando al sentirse más adormecido a cada instante.

Podría dormir en aquel preciso momento sin problemas, abandonar su cuerpo al letargo que indudablemente la muerte reservó para él. Naruto sonrió o eso quiso, su mueca se curvó al ver los ojos negros de Itachi fijos en su persona, el príncipe lucía exhausto con el encantador cabello negro por completo desordenado, ondeando con el viento y cubriéndose con lentitud con los copos de nieve que caían del cielo.

Le pareció hermoso.

Y nuevamente quiso decirlo pero su boca solo pudo pronunciar un par de palabras inconexas que seguramente el príncipe no entendió.

Ya no le importó que sus antepasados cedieran a las promesas del demonio acarreando destrucción a toda su descendencia, por un instante se sintió complacido al ser sostenido por aquella persona que silenciosa le brindó el honor de su presencia en sus últimos momentos.

Lo hirió y se arrepentiría de aquello toda la eternidad… si es que existía algo más allá de la muerte, siempre se lamentaría por sus acciones despreciables que destruyeron lo que pudo ser un “tú y yo”. Hubiese atravesado cualquier camino, cualquier castillo o cualquier montaña para compensarlo pero su cuerpo ya no respondía a sus deseos.

Sonrió de nuevo.

Quizá en otra vida, en otro sueño podría tener la oportunidad de hallarlo de nuevo, de empezar de un modo diferente tal vez. Porque lo mejor sería olvidar sus memorias corruptas, que ambos olvidasen el terrible destino que los unió haciéndolos infelices.

—           Gra… gracias por regalarme este último… momento…

Balbuceó al sentir las lágrimas caer por sus ojos, no quería morir, no en aquel momento pero su respiración era tan lenta que su entorno fue haciéndose borroso. Sus etéreos sueños al fin fueron haciéndose reales y aquella hermosa mujer de sus fantasías era claramente reconocible, Itachi tomaba su mano con felicidad sonriéndole como nunca imaginó ver, los dulces labios se curvaron mientras lo invitaban a aquel hermoso jardín donde las flores que su madre plantara se extendían hasta donde su vista alcanzaba.

El cielo azul y los trinos de las aves deleitaron sus sentidos ansiando convertir la bella quimera en realidad.

Pero fue el rostro agotado y magullado del príncipe lo último que vio. El frío del invierno y la sangre fétida lo real en su situación sintiéndose pese a eso, feliz.

Los resecos labios que asaltase sin preocupación apenas se abrieron para susurrarle un suave adiós.

 

.

 

 

Itachi sintió a la perfección como el cuerpo que sostenía dejaba de temblar, como su temperatura disminuía en su totalidad y como los azules ojos se oscurecían quedando por completo apagados, hundidos en la irremediable bruma de la muerte que consumió a la persona que más odió en su vida.

Un sollozo ahogado soltó sin poder controlarlo, las lágrimas se formaron descendiendo con rapidez por su rostro hasta estrellarse en el rostro pálido de Naruto.

Lo odiaba, ni siquiera pudo cumplir su palabra de permitirle morir a sus manos, por el contrario sacrificó su vida para protegerlo haciéndole sentir miserable, porque aun con su muerte Itachi se sintió desdichado, la sensación de paz no llegó a alcanzarlo y seguramente jamás lo haría, porque era incapaz de perdonar a su verdugo o dejar de llorarle como si mereciese la aflicción en su corazón.

No pudo hacer más que dejar el cuerpo allí mientras la nieve seguía cayendo cada vez con mayor rapidez como si intentase cubrir toda la sangre derramada, casi sin pensarlo fue hacia donde el llanto se oía, más suave y ronco hasta pasar desapercibido. Pudo hallarle a tiempo antes de que algún animal lo encontrase primero, ahí en medio de un tronco vacío el infante gimoteaba con las mejillas rojas por el frio o el esfuerzo.

No deseaba tocarlo, sentía genuino temor de acercase demasiado a lo que siempre consideró un parasito habitando en sus entrañas.

Con cautela sus temblorosas manos lo sustrajeron del improvisado refugio antes de que la nieve lo congelase, no fue capaz de mecerlo o intentar siquiera consolar su llanto, pero lo sostuvo, lo contempló con detenimiento los segundos necesarios para estar seguro de que no lo deseaba a su lado.

Regresó hacia donde el cadáver de Naruto aguardaba, con el blanco manto cubriéndolo con lentitud.

Estaba agotado, al fin cada parte en su cuerpo pareció reconocer el daño sufrido dificultándole la tarea de caminar, se tomó unos instantes para descansar antes de ceder y caer de rodillas con el bulto en brazos.

No llegaría lejos.

No sin ayuda.

 

Entonces los pasos metálicos se apresuraron hasta darle alcance, suplicó porque fuese su primo sin embargo aquel general de cabellos rojos se abrió paso entre los restos de sangre y tejido. Los clarísimos ojos se abrieron espantados al contemplar el cadáver de su rey.

—           Naruto —balbuceó con una nota de llanto en su voz.

—           Protegió a su hijo—, casi sin fuerzas ofreció al bebé que llevaba en brazos —y… a mí también.

El hombre de nombre Gaara inspiró hondo luego de contemplar la carnicería a su rededor, como el demonio aún se descomponía con rapidez para cualquier criatura normal. —Juro que voy a protegerlo ahora —sostuvo al infante en brazos con cariño, lo acunó contra su pecho ablandando su mirada.

Itachi asintió, no necesitaba aquel juramento, ningún lazo podría unirlo a aquel diminuto ser, solo el constante recordatorio de los peores momentos en su vida.

—           Algunos de los soldados de tu reino deberían quedar con vida, deja que te lleve con ellos.

Estuvo a punto de aceptar el ofrecimiento pero el sonido de los cascos de un caballo esta vez captó su atención.

 

Sasuke.

Su pequeño hermano había llegado a aquel horrido lugar, al verlo de inmediato detuvo al caballo para bajar a prisas—. ¡Itachi!

Le gritó antes de interponerse entre él y Gaara desenfundando su espada.

—           No es necesario Sasuke… ya no.

Lo detuvo posando su magullada mano derecha tratando de calmar los nervios que asaltaron a su hermanito al presenciar aquella escena, sin saber cómo reaccionar ante la matanza frente a sus ojos, al delirio que seguramente asquearía a cualquiera.

Sus ojos picaron de nuevo y su nariz dolió tan solo al percibir más claro el aroma a sangre.

—           Volvamos a casa, Sasuke—. Fue su última petición en el momento que su hermano quiso abrir la boca para exigir una explicación, para quizá asegurarse de que Naruto y la otra bestia  estaban muertos, agradeció enormemente que por una vez su volátil hermano accediese, ayudándolo a incorporarse, llevándolo hacia el caballo para que pudiese montarlo.

El viento gélido le voló los cabellos una vez que subió al corcel, nunca el frío se sintió tan bien en su piel, cada suave copo de nieve lo consoló asegurándole que enterraría hasta el último resto de su tormento. El sobretodo de Sasuke lo cubrió antes de emprender su marcha guiando al caballo al paso de su caminata.

Fue reconfortante el sonido de las pisadas apartándose de todo, sintiéndose más ligero a medida que se alejaban, ya sin el temor de alguna represalia con cualquier excusa para maltratarlo, suspiró aliviado atreviéndose a voltear hacia atrás por ultima vez. Grabando en sus retinas el panorama desolador en el que abandonaba a Naruto y a su hijo.

Y tan solo por un instante se preguntó cómo nombrarían a aquel bebé.

Si su destino sería tan aciago como el de su padre.

En verdad esperaba que no.

 

 

 

Ende.

 

 

 

 

Anexo.

 

 

—           He hablado con ambas cortes y solo resta esperar su decisión, si lo aprueban me llevaré a mi sobrino a mi nación.

Gaara se quedó observándolo por varios segundos antes de contestar, el desterrado primo de la princesa Hinata había asumido el trono de aquel reino que caería en caos sin un gobernador, por lo que debería entender que despojarlos de su único heredero al trono también los acarrearía a la ruina.

—           Nuestra corte jamás aprobaría eso, Neji. El príncipe es el único que queda de sangre real. Cuando llegue el momento asumirá el trono así como su padre.

No deseaba una discusión en medio de aquel pasillo y menos a escasos pasos de las habitaciones del príncipe.

—           También es mi familia.

—           Pero es lo único que queda de nuestros reyes, cada hombre y mujer en este reino ha depositado sus esperanzas en este niño. No le puedes arrebatar a un pueblo su corazón.

Neji pareció meditarlo antes de girar sobre sus talones, pese a ser un rey aquel hombre rechazaba muchos de los protocolos—. Regresaré en unas semanas —resopló apartándose, dejándolo nuevamente solo en aquel gigantesco pasillo.

No tardó en retomar su camino, adentrándose en los aposentos reales dejando su capa sobre una de las sillas antes de tomar el candelabro y colocarlo sobre el buró.

—           Creí que tendría que dormir sin oír mi cuento.

Una aguda vocecita provino de entre las sábanas, Gaara no tardó en acercarse y sentarse al filo de la mullida cama. —Siento mi demora. ¿Qué debería contarte hoy?

—           ¡Termina el cuento de la otra vez! —Emocionado el pequeño niño le alentó antes de hundirse nuevamente entre la seda.

 

 

 

Hubo una vez un rey muy enfermo, que temía dejar sin herederos su reino, así que acudió a un malvado hechicero para curar su mal. Aceptó sumido en su desesperación sin saber que condenaría a sus hijos a pagar por aquel error.

Su hijo creció sano pero maldito, fue infeliz al saberse corrompido por una bestia colosal. Hasta el día que conoció a la que sería su reina, hermosa como ninguna mujer le juró amor, la protegió así rompiese amistades de antaño, sin ser eso suficiente.

Su amada murió al sacrificarse por el hijo de ambos.

Y aquel hijo creció ignorante de su condición.

 

¿Y él encontró a su reina?

Si.

Pero esta persona no llegó a amarlo, el daño que le ocasionó fue mayor así que tuvo que dejarlo marchar.

 

¿Y entonces no fueron felices?

 

No.

 

Ya no me gusta este cuento.

 

Quizá tú puedas mejorarlo. ¿Cómo te gustaría que hubiese terminado?

 

Hnn, que el nuevo rey pudo conseguir el perdón de su reina. La buscó por muchas tierras hasta hallarla y hacerla feliz.

 

Eso suena bien.

 

Entonces tuvieron un hijo y lo cuidaron para que el pudiese vivir libre de aquella maldición. Fueron muy felices y… y el príncipe nunca estuvo solo, cada noche sus padres lo acompañaban hasta que se quedase dormido, contándole historias de un caballero derrotando a un dragón.

 

Ese es un buen final.

 

 

 

 

(~~~)

 

 

Notas finales:

 

 

Ende: Lo tomo del alemán que significa; final. Nunca lo he aclarado pero me gusta cómo suena, así que casi siempre lo uso en lugar de poner fin en mis fics.

 

Muchas gracias para los que han llegado hasta aquí, espero que este final no los haya decepcionado, antes de hacer las aclaraciones primero vamos con algunas cosas del fic.

- Esta historia no estaba planeada para ser muy larga, debía contar con 12 o 13 capítulos como máximo, de hecho si hubiese cortado el final en dos partes hubieran quedado 18 capítulos (un numero recurrente en mis fics) más o menos de la misma extensión.

- Aunque no tiene sentido mencionarlo si tuviese que dar las edades de los personajes vendrían quedando en; Naruto con 20 años, Itachi con 23, Sasuke con 17 y Shisui con 25. Gaara tendría la misma edad que Naruto.

- Me he dado cuenta que no puedo ser muy gráfica a la hora de describir algunas escenas, tengo que practicar pero no me sale.

Ahora sí, con respecto al final.

- Este final estaba planeado desde el inicio solo que con algunas variantes.

De hecho en una de mis primeras ideas Itachi se quedaba al cuidado del bebé y lo educaba lejos de ambos reinos, no me convenció al final porque el rechazo estaba del todo justificado.

Nunca fue opción que las muertes cambiasen, todas quedaron según lo planeado, no pude agregarlo al final porque no sentí que quedaría bien meter una escena en medio de la despedida de Itachi y la llegada de Gaara. Una escena donde Sakura se suicidaría arrojándose desde lo alto de alguna montaña. Si, ella murió.

- Itachi nunca sintió algo por Naruto, quizá lastima o piedad como él lo dijo, pero nada más allá de eso.

- No me vi en la necesidad de incluirlo pero Itachi no regresó a su reino, él se apartó en cuanto supo de la muerte de Shisui.

- Tampoco quise describir al bebé porque siendo hijo de Naruto y Hinata tendría que ser… Boruto, soy consiente del desagrado hacia el personaje y tampoco es de mi predilección así que dejé eso en el aire, son libres de creer lo que gusten con respecto al hijo de Naruto, quizá es de cabello negro (:D).

- Si les causa curiosidad que tipo de relación tenían Minato y Madara debo decir que Minato solo lo veía como un buen amigo, nuca sintió nada fuera de ello, él amaba a Kushina.

- Itachi ya no puede usar su mano derecha para sostener un arma, por lo sucedido con Naruto en su primer intento de fuga, su mano quedó muy lastimada y ya no le sirve para el combate. Él siempre fue diestro.

- Fue complicado darle forma a este capítulo para que se asemejase a lo que había planeado, espero haberlo hecho bien porque es la primera vez que escribo un final de este tipo. Quise narrar las escenas de pelea del mejor modo que pude, espero no sean confusas.

- El cuento del final creo que es el resumen más rápido de la historia.

Gracias de nuevo por haberle dado una oportunidad a este fic fumado, sé que quizá me dejé algunas cosas en el aire pero explicarlas hubiese confundido la trama. Hice mi mejor intento por aclararlo todo.

Soy muy feliz por las lecturas y los comentarios recibidos a lo largo de estos años, me demoré más de lo habitual al terminar este fic. Ya tengo mi siguiente fic listo para subir pero debido a que tengo un shot pendiente de un reto y el final de Rapsodia para entregar cuanto antes, creo que lo subiré en un par de semanas.

Lo bueno es que voy a subirlo simultáneamente en wattpad para que sea más fácil a los que leen por allí. La portada la pondré en Facebook en mi página abandonada.

Supongo que no fue un final ni triste o feliz.

Fue un final y punto.

Muchas gracias por leer todo esto, cuídense mucho. Espero leernos pronto.

Yae.

 

 


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