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Maleficio por Yae

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Tercera parte

 

 

 

 

Sus ánimos ya se hallaban lo suficientemente caldeados por cada mención del demonio para que se desencantase por esa grotesca fornicación. Así que cuando el enemigo le exigió una respuesta a esa poco estilizada cicatriz que representaba su pacto, Naruto no estuvo dispuesto a responder.

—           No tengo porque decírtelo — su mirada se afiló y esperó que fuese suficiente para que aquella soberbia persona entendiese que era su prisionero y que podía matarlo en cualquier momento si se le antojaba.

—           Te exijo una respuesta.

¿Cómo podía atreverse? Sus zarcos ojos le miraron cada vez más furiosos, a ese hombre de más o menos su edad, quizá, con los largos cabellos negros cayendo entre los hombros.

De alguna manera sabía que estaba observándolo de más, pero continúo haciéndolo. Satisfaciéndose en las insignificancias de morbosidad que el torso desnudo del príncipe enemigo le ofrecía sin saberlo.

Pero los perspicaces ojos negros no tardaron en advertir aquella anomalía, retrocedió un par de pasos escudriñando con su mirada el entorno y deseando terminar de cubrirse.

—           Que te quede claro — Naruto reaccionó dando grandes zancadas para tratar de acorralar a su prisionero — no puedes exigirme, si continuas vivo es por mi benevolencia y mi capricho. Puedo ejecutarte en cuanto me plazca porque a mí no me interesa llegar a ningún acuerdo con tu padre, — completó tratando de sujetarlo de un brazo pero quedó genuinamente perplejo cuando fue el pelinegro quien veloz le tomó de la muñeca elevándola para asestarle un golpe con la rodilla en el estómago.

El aire escapó de su cuerpo en un santiamén haciéndole doblar de dolor y estuvo a punto de recibir el golpe que ahora iría a su cerviz de no ser porque sus reflejos actuaron antes logrando que pudiese evadir el ataque, lanzándose contra el pelinegro apresándolo por el torso mandándolo al piso con todo su peso.

—           ¡Suéltame! — exclamó el pelinegro revolviéndose pero la punzada aguda en las heridas de su torso le hizo quejarse adolorido dejando que el rubio le golpease en el rostro con el puño cerrado. Sus brazos se elevaron tratando de cubrir los demás golpes que supuso llegarían.

Pero no fue así.

Mas en cambio las heladas manos del rey apresaron su cuello con rapidez cerrándole el paso al oxígeno.

—           ¡No te quiero aquí! ¡Si tuviese opción hace mucho que estarías muerto! — el velado azul de sus ojos titiló por unos instantes presionando con más fuerza, sintiendo como las manos que trataban de apartarlo perdían la poca fuerza que tenían. —¡Pero no tengo opción! Si tú vives… mi hijo lo hará…

Y entonces paró.

No podía matarlo, aunque desease hacerlo, aunque esa perversidad le fuese recordada por la sola presencia del enemigo en su castillo.

Ansiaba a su hijo más de lo que pudiese odiar a ese hombre.

Entonces sus manos se apartaron y el de cabellos largos no tardó en girarse tosiendo recuperando el aire arrebatado mirándole de soslayo con ese rencor impreso en los negros ojos. Ese brillante negro.

Con esa aversión igual de correspondida.

Naruto se mantuvo impávido viéndole recomponerse como podía tratando de arrastrase de su alcance, queriendo escabullirse. De seguro confundido por las palabras que había soltado sin meditar.

—           Mío… no esperes que tu estancia aquí sea placentera, ahora eres mío, — dijo cansino sujetándole de las manos para que no se le ocurriese otro molesto intento.

—           Es una lástima… — habló quedo cuando la tos se mitigó — que tu pueblo te tenga como rey… porque evidentemente no lo mereces, eres despreciable.

Aquellas palabras fueron peor que un escupitajo en el rostro pero Naruto pudo contenerse, simplemente su diestra se elevó dándole un bofetón con el dorso en la mejilla magullada girándole el rostro.

No debía excederse.

—           Lo soy — habló en un susurro inclinándose sobre el pelinegro casi hasta susurrarle al oído, — pero ya que estoy cayendo tan bajo, no me importaría caer un poco más… — le siseó tan cerca que pudo extender su lengua para rozarle el lóbulo.

Itachi se alarmó de inmediato y más cuando vio a espaldas del rubio esa siniestra sombra detrás del rubio, riendo en silencio, con la expresión de mofa en la negrura que representaba. Pero no pudo ni procesar todo lo que estaba ocurriendo cuando tiraron de nuevo de sus brazos para devolverlo del todo a la habitación donde lo habían conminado.

—           Espero ahora entiendas tu posición… solo te resta obedecerme, menos de un año… — Naruto murmuró afianzando las muñecas contrarias buscando los grilletes que había acomodado cerca del lecho queriendo aprisionarlo con ellos, — si sobrevives y te has portado bien quizá pueda devolverte tu libertad.

—           Has pactado con un demonio — Itachi farfulló ya bastante agotado para intentar debatirse dejando que aprisionaran sus manos con el frío metal, tan helado como las manos del rey.

—           Si ya lo notaste deberías quedarte aquí y escuchar, porque no tienes la más remota idea de lo que podría llegar a hacerte — se inclinó una vez lo tuvo encadenado, tomándose la libertad de sujetar uno de los mechones negros entre sus dedos, — sigo siendo el rey de todo lo que ahora te rodea y me encargaré de seguir siéndolo por el tiempo suficiente y tú solo serás el príncipe extraviado que en algún tiempo olvidaran.

Sus puños se contrajeron pero guardándose sus palabras hasta que Naruto se marchó, una vez solo inspiró hondo contemplando las cadenas que lo sujetaban y mantenían sus manos juntas dificultándole la movilidad. Su cabeza solo se llenaba de dudas ante las palabras incoherentes de ese rubio arrogante que se escudaba en un título que no merecía, un suspiro quedo se le escapó tocando de nuevo su vientre y esa cicatriz espantosa.

“¡Pero no tengo opción! Si tú vives… mi hijo lo hará…”

Había dicho hace poco y las hipótesis delirantes fueron rondando sus pensamientos, si, debía estar delirando. Se recostó sobre el camastro encogiéndose y buscando descansar, ahuyentar los malos augurios en su cabeza.

Debía confiar en su hermano menor y en Shisui… ninguno lo dejaría abandonado a su suerte.

 

No obstante la dulce placidez de su aletargamiento fue interrumpida por un aliento glacial en su oído, creyó por un instante pudiese ser Naruto pero el sonido de la puerta al abrirse no pudo escuchar.

—           Mi buen príncipe, a menos que se regocije en el dolor le aconsejo que ceda ante el impetuoso rey…

La desoladora voz le hizo levantarse de súbito buscando el origen del sonido, los eslabones repiquetearon mientras su mirada recorría cada centímetro de la habitación notando apenas un cumulo de oscuridad resguardándose en una esquina, cuando quiso ponerse de pie esas sombras se escabulleron por las esquinas quedando demasiado cerca.

—           ¿Quién eres? — interrogó limitando la sensación de temor que le recorría.

—           Oh príncipe, mi buen príncipe — de nuevo oyó esa voz tan tenebrosa llenarse de eco en esta ocasión, — quisiera ofrecerle ayuda pero un pacto me une al gobernador…  no le es conveniente seguir retándolo, ¿acaso su familia no aguarda su regreso?, si no se mantiene con vida jamás volverá a verlos.

 

Fue lo último que escuchó dejando con ello que las sombras se dispersaran, Itachi se mantuvo alerta por unos instantes más, aquel castillo parecía estar maldito y su rey resultaría el diablo. Dudaba que pudiese reposar, así que evocó todo recuerdo grato junto a su hermano menor y su mejor amigo, memorias que anhelaba poder revivir. Volviendo a acomodarse entre las cobijas intentó recordar la nana que su madre solía cantarles cuando niños, esa dulce tonada que lograba dormirlos.

 

 

~~~

 

 

Pese a que al regresar todos los ciudadanos de la capital los recibieron con flores y una caravana entera honrando su regreso a salvo, Sasuke sentía la derrota de esa incursión como ninguna otra.

Los vitoreos y las campanas en la iglesia resonando se oían distantes para él, las murallas de su castillo demasiado grises las pisadas de los cascos de los caballos demasiado distantes.

—           Ya llegamos Sasuke — fue la voz de Shisui la que le hizo reaccionar, descendió de su montura con aquella impecable imagen real que sus súbditos honraban, tal vez no sería el heredero al trono pero Sasuke irradiaba esa presencia digna de un rey.

 

 

Los brazos tibios de su madre le recibieron en cuanto cruzaron las puertas del castillo.

—           Mi Sasuke, no sabes cuánto he rezado por que volviesen a salvo — la mujer de cabellos negros y piel blanca le retuvo en sus brazos conteniendo las lágrimas de felicidad, — la noticia de la desaparición de tu hermano ha llegado esta mañana… hijo mío tu padre ha empeorado al enterarse.

—           Lo lamento madre… fue un descuido mío.

—           No, no te culpes mi pequeño — se separó sonriéndole con ternura — tu hermano es fuerte y regresara con nosotros con bien.

—           Su majestad — Shisui se inclinó cuando la reina le dedicó atención, — ya hemos enviado a recolectar la mayor información, en cuanto tengamos noticias pondré a todos mis hombres a buscarlo y yo personalmente me encargaré de que el príncipe retorne.

—           Me alegra que tú también estés a salvo Shisui — la hermosa mujer ataviada con un vestido de color cetrino le sonrió al otro muchacho digno de su confianza que lamentaba no hubiese sido su hijo también. — Sé que puedo confiar en ti para que Itachi vuelva.

—           Iré a ver a padre — Sasuke anunció dirigiéndose de inmediato a los aposentos donde su moribundo progenitor agonizaba, solo esperaba que su vida no se evaporase antes de encontrar a su hermano.

 

 

Shisui se retiró también dirigiéndose a su habitación, tenía heridas que atender y elaborar una nueva estrategia debido a su reciente derrota, tan solo con el control de un par de ciudades asoladas por la plaga que actuarían como muros invisibles las cosas no marchaban según lo esperado.

—           ¡Shisui!

La aguda voz de su amiga le hizo girar, por los pasillos la muchacha de cabellos castaños y largos lo interceptó, — Izumi… no deberías correr — le reprendió sin convicción cuando la fémina le dio alcance.

—           Que bueno que están de regreso, ¿Qué paso con Itachi? — le preguntó preocupada comiéndose las ganas de abrazar a su amigo.

—           Bueno…. — suspiró cansado, debía asearse antes de presentarse ante el rey e informarle con detalles sobre la campaña perdida — al parecer se extravió luego de un combate contra un enemigo, lo estamos buscando.

—           ¡Dios! — Ella exclamó cubriéndose la boca con ambas manos — ¿está herido? ¿Cómo paso?

El pelinegro suspiró, bien conocía el interés romántico de la muchacha por Itachi y como sufría por no ser considerada como candidata para un compromiso por la reina; Mikoto Uchiha. Pese a que Izumi fuese también parte de la familia real, la emperatriz esperaba un matrimonio que pudiese darle acceso a una alianza con otro reino.

—           Shisui por favor — suplicó ya con lágrimas en los ojos.

—           Aun no estamos seguros de nada, estaba en una zona en disputa de todos modos.

—           ¿Y si lo capturaron?

—           Esperemos que no y si fuese así, ya tendremos noticias dentro de poco. No te preocupes, Itachi regresará — le aseguró con una sonrisa dando media vuelta para retomar su camino, solo restaba esperar, si su mejor amigo había sido aprisionado por el enemigo era mil veces preferible a considerar que estuviese muerto, resopló apoyándose en la pared unos instantes.

Necesitaba creer aquello.

Itachi le importaba demasiado. Itachi, repitió el nombre en su fuero interno desviando su oscura mirada a los tragaluces por los que el solo anunciaba el ocaso.

El día estaba terminando.

 

 

 

~~~

 

 

Cada noche desde aquel día en que encadenó a ese hombre Naruto soñó tomarle con perversión, despertaba sudando y sintiendo en su piel ardiente por el contacto fantasioso con otro hombre.

Luego de que la ardorosa sensación  disminuyese unas nauseas le obligaban a levantarse en penumbras para contener las arcadas de asco y culpa que le taladraban tras los sueños. La sodomía estaba penada por la iglesia, Naruto sentía repugnancia tan solo por haber imaginado aquel deplorable acto con su enemigo…

Inspiró hondo temiendo la risa del demonio colarse en sus oídos como siempre sucedía. Alentándole a cometer el grotesco pecado, incitándolo con la promesa de gozarlo y Naruto empezaba a fantasear con el acto antes de dormir. Sin su reina para complacerlo estaba tentado de utilizar a Sakura para calmar sus deseos.

Pero solo al ver a su amiga de infancia reprocharle sin palabras no concebía la idea de tomarla como mujer.

Por ello iban pasando los días y tan solo iba a ver a su prisionero por unos instantes junto a la mujer de cabello rosa quien se encargaba de llevarle los alimentos, temía ceder a su locura de frecuentarlo demasiado.

Tenía que sacarlo de su castillo cuanto antes, antes de que su vientre se hinchase como el de una mujer en encargo. Antes de que Gaara descubriese todo o Sakura lo traicionase. Ya más calmado recorrió su habitación en completa oscuridad preguntándose donde podría estar el demonio que solía pasearse en las noches.

Naruto suspiró saliendo de sus aposentos caminando en la quietud de su castillo evitando a sus guardias. Cuando anunciaron que Hinata estaba embarazada sintió que estaba cumpliendo con todos sus deberes como rey, entregar un sucesor a sus súbditos para cuando el muriese.

Ese era un deber que debía cumplir, así su reina estuviese muerta.

Contuvo la respiración unos segundos cuando sin darse cuenta había llegado a aquella torre donde ese hombre que le impuso el destino aguardaba sin saber aún que estaba sirviendo como madre sustituta del futuro rey. Sus labios se curvaron en una sonrisa nada agradable.

—           En verdad… estoy enloqueciendo — murmuró para sí oyendo de nuevo unos cuantos murmullos a su alrededor, las traviesas sombras proyectadas por la luz de luna serpentear entre las grietas de la roca.

 

 

Acércate…

Oh salvador de mi vida…

 

Naruto se estremeció ante el clarísimo susurro en medio de todas esas vocecillas que solían mezclarse con el viento pero no se atrevió a girarse para hallar a lo que fuese que hubiese soltado aquella blasfemia, su mano se posó sobre la pesada cerradura cuya llave solo la poseía él.

Dudó unos instantes esperando oír otra diáfana murmuración, al demonio con el que había pactado tentarlo en nueva cuenta.

Pero en esta ocasión la voz de inframundo que ese zorro que suplantaba a su reina no escuchó por ningún lado.

Así que creyéndose solo por un instante, introdujo la llave abriendo la gruesa puerta.

Un rechinido molesto prosiguió a sus pasos irrumpiendo en el aposento obligatorio de esa persona, no iba a nombrarlo, podía sentirse de algún modo ajeno y menos culpable si no le llamaba por su nombre.

Oh maldita culpa, sentimiento desastroso que solo parecía acelerar su insensatez.

Un calor progresivo fue bullendo desde su interior… demasiado placentero.

 

 

 

El tortuoso sueño de Itachi se evaporó en cuanto la puerta se abrió y las bisagras oxidadas le anunciaron a un visitante nocturno, pero no se movió, se mantuvo quieto y en silencio entornando su mirada hacia el tragaluz apreciando la pálida luz de luna bastante alto.

Faltaba mucho para el amanecer.

Aguardó expectante escuchando las pisadas aproximarse hacia el lecho, contuvo la respiración unos segundos temiendo que fuese una criatura de pesadilla o el nefasto rey que esos pobres ilusos ovacionaban. Si tan solo se movía unos milímetros las cadenas que aprisionaban sus manos repiquetearían delatándolo, así que se mantuvo inmóvil respirando pausado esperando que fuese quien fuese se marchase pronto, sin poder liberarse de las cadenas sus oportunidades de huida incluso si sorprendía al intruso eran mínimas.

Creyó oír un resoplido en tanto el desconocido acercaba sus pasos al camastro, los puños del pelinegro se presionaron con disimuló dispuesto a usar el metal para defenderse si aquel se acercaba más.

—           Sé que estas despierto.

Dijeron y de inmediato reconoció la voz, no quería imaginar la razón para ir a verlo en plena noche, Itachi pasó saliva con dificultad removiéndose lo suficiente para incorporarse y tratar de distinguirlo mejor en la oscuridad.

—           No podía dormir… — el rey prosiguió viendo de soslayo que recordó cerrar la puerta — ya casi no puedo hacerlo… — confesó sin recibir respuesta.

El de cabellos largos analizaba en los movimientos del peligroso enemigo las intenciones de este, pero la carencia de luz le dificultaba la tarea.

—           He estado pensado en ello… tal vez si yo… — hizo una pausa y una de sus rodillas subió al lecho acortando cada vez más la distancia —…pueda dormir mejor, — finalizó la frase inconclusa.

—           Apártate — Itachi no retrocedió pero todos sus sentidos le estaban alertando del peligro inminente en el que ese rey se estaba convirtiendo, esas irrisorias intenciones que había demostrado el día que le puso las cadenas.

—           No tengo razón para obedecerte, eres mi prisionero, lo sabes. Puedo hacer de ti lo que me plazca… y en este instante me place una mujer.

Y esa fue la última de sus alarmas, Itachi levantó ambas manos tratando de golpearlo con los grilletes pero Naruto fue más rápido tirando de la cadena para frustrar el ataque, enredándola con rapidez en los barrotes del camastro acortó su distancia para forzar al pelinegro a quedar recostado aplastando sus piernas con su peso.

—           ¡Aléjate tú, asqueroso sodomita! — vociferó revolviéndose con todas sus fuerzas, tirando de las grosas argollas intentado zafarse, no podía permitir que sobajasen su hombría de esa manera.

—           ¡Cállate! — elevó la voz molesto por el insulto, él no era un sodomita… pero ya era un pecador.

—           ¡No te atrevas a tocarme o te juro que te mataré con mis propias manos! — recurrió a su última opción, podía amenazarlo o suplicar… pero pedir clemencia a un hereje jamás se lo perdonaría.

—           ¡He dicho que te calles! — esta vez también gritó golpeándole en el rostro con toda su fuerza, apenas notando el hilillo de sangre que brotó de esos labios. Si algún guardia llegase a escucharlo… temiendo que volviese a gritar volvió a golpearle un par de veces más pero sin la misma fuerza…

Se recordó no lastimarlo más de lo debido. Y para acallar más protestas rasgo las cobijas para incrustar en la boca de su enemigo la tela antes de oírle una nueva admonición, solo los quejidos ahogados prosiguieron junto a ese cuerpo que no dejaba de revolverse, tirando de la cadena como si pudiese romperla.

Molesto por las inquietas piernas que lo aventarían de la cama con los suficientes intentos Naruto clavó los dedos de sus manos con toda su fuerza en los firmes muslos, oyendo un quejido más alto y sintiendo como los movimientos eran más lentos.

Se inclinó entonces para posar sus labios en el torso apenas cubierto por la camisola delgada desagradándose de inmediato por la interposición de la tela procedió a rasgarla, a retirarla a tirones sin llegar a ver la cicatriz en el vientre por culpa de la pesada oscuridad.

Itachi se debatía aterrado, estaba seguro de que ese repudiable hombre no se detendría, los labios y la húmeda lengua recorrieron su pecho desnudo mordisqueando su piel sin cuidado llenándole de repugnancia, sus manos siguieron tirando de los eslabones casi sin sentir las heridas que iba provocándose en las muñecas por los intentos.

 

Pero ajeno a todo aquello Naruto se sentía inusitadamente bien, algo al recorrer ese cuello, esos brazos y ese abdomen estaba provocándolo más. Sus manos entonces descendieron a las resistentes piernas que aún se debatían, destrabó los pantalones de lino sencillo apresando entre sus manos las estrechas caderas del pelinegro enterrando sus dedos con morbosidad. Cuando tiró de la tela quitándole la última prenda, una certera patada en el estómago le hizo caer al piso por la fuerza del mismo.

Detestable,  pensó de sí mismo a la vez que se levantaba  y desabrochaba sus propios pantalones, intentando  someterlo de nuevo tomando ambas piernas posicionándose en medio. De nuevo sus manos apresaron el blanco cuello presionando el tiempo suficiente para detener casi del todo los movimientos del príncipe y las maldiciones que eran amortiguadas por la tela en su boca que empezaba a humedecerse, Naruto pudo distinguir mejor en la penumbra, el rostro angustiado del pelilargo, las mejillas enrojeciéndose debido quizá a la falta de aire o la ira que sentía. Sus manos dejaron de ahorcarle temiendo extinguir su aliento.

Estaba dudando, pero el calor que lo apresara instantes atrás parecía estar aumentando de manera abrumadora impulsando sus actos execrables y eliminando sus pesares de momento. Acomodándose como pudo no tuvo más opción que escupir en su diestra para humedecer sus propios dedos introduciendo uno en la estrecha entrada del pelinegro oyéndole un gimoteo y uno más alto cuando introdujo otra falange, los movió con rapidez de adentro hacia afuera unas cuantas veces sintiendo la estrechez del otro y los espasmos que asaltaban a sus ya temblorosas piernas.

Los retiró bastante pronto tomando su endurecido miembro para introducirlo con sorprendente dificultad, demasiado doloroso para sí mismo. Así que de un solo empuje se introdujo advirtiendo la total tensión en el pelinegro que en un grito ahogado abrió la boca lo suficiente para expulsar la empapada tela que no le dejase hablar.

—           Relájate… — Naruto gruñó incomodo — sé que también… puedes disfrutarlo… — jadeó desesperado por moverse en esa asfixiante presión que deleitaba su húmedo miembro.

Itachi se sintió morir con esa penetración, sus piernas perdieron toda fuerza y el dolor punzante que recorría toda su espalda le quiso hacer sollozar pero se contuvo tanto como pudo. — Basta… basta… — gimoteó en un susurro adolorido tirando de nuevo de las cadenas odiando con toda su alma a ese hombre. — De..jame… no sigas…

Y desoyendo las quejas el rubio retrocedió en su posición soltando un resoplido entrecerrando la mirada cuando Itachi se tensó más mordiendo sus labios con toda su fuerza, vio la sangre descender por las comisuras, la tremenda presión en su miembro le hizo parar las embestidas que quiso iniciar al ver los muslos blancos temblar. — Shs… — farfulló jadeante acercándose para acariciar una de las mejillas maltratadas — tranquilo…

Tras la deshonrosa muestra de malévola piedad Itachi no pudo contener las lágrimas que descendieron de sus ojos, sintiéndose sucio recibió los dolorosos embates que el rubio iba aumentando de velocidad aferrándose a sus caderas incrustando sus dedos. No quería sollozar y solo podía evitarlo mordiendo su labio inferior con brusquedad. Siendo tomado por otro hombre de manera tan abominable, deseando ser sordo para no oír los grotescos sonidos de esos fluidos mezclados con su sangre, ser ciego para no poder ver la silueta de ese hombre encima suyo mancillándolo con violencia, resoplando excitado mientras él padecía ese suplicio indescriptible.

Naruto estaba experimentado un placer antes desconocido, no podía comparar la sensación de llenar a ese pelinegro ni siquiera con su noche de bodas, donde si apenas logró alcanzar un patético y frustrante orgasmo. Siguió moviéndose cada vez con más rapidez, sintiendo el calor colosal recorrer su cuerpo entero forzándolo a arremeter con más violencia el cuerpo del príncipe quien ya no pudo seguir mordiendo su labio inferior, le oyó un lamento mientras se vaciaba en ese maltrecho interior alcanzando un verdadero clímax.

Agotado su acelerada respiración fue calmando, apoyándose en sus brazos pudo apreciar el rostro de su enemigo, los labios presionados con fuerza para acallar sus quejidos, los ojos cerrados negándose a verlo… estaba temblando, todo el cuerpo bajo suyo temblaba. Naruto suspiró palpando entre las piernas del pelinegro donde aún se hallaba enterrado viendo aun en la oscuridad la sangre revuelta con su blanca semilla.

Un grotesco pecado más se añadía a su conciencia… Naruto no creyó ser capaz de no volver a repetirlo.

Y al fin la escalofriante risa del demonio escuchó.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Saludos, siento la demora, estos días he tenido problemas con mis correos electrónicos cosa que ha repercutido con algunas de mis cuentas en otras páginas y en Facebook, por eso no he podido anunciar este capítulo allí, ya que aún no puedo resolver el problema que parece me dejará sin ese perfil. Pese a que cuento con otro ese es personal y no creo darle otro uso (pero ya veré), eso me tuvo algo preocupada y ocasionó que me retrasara en las actualizaciones.

Voy a ponerme al corriente, así que por ahora solo nos veremos por Amor Yaoi, gracias a todos los que se toman su tiempo para leer y comentar. En verdad gracias.

Con respecto al capítulo, me costó bastante, el non-con es bastante complicado porque no se puede minimizar, hice lo que pude, pero esta historia va así. Cualquier queja, duda o sugerencia en bienvenida, cuídense mucho y nos leemos en el siguiente.

Yae.


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