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Maleficio por Yae

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Cuarta parte

 

 

 

 

 

Llevando el dornajo de madera en manos subió los escalones de piedra, cuando se hubo asomado a la cocina las mujeres se ofrecieron a llevar el agua hasta sus aposentos si la reina lo requería, Naruto se negó argumentando que él se encargaría.

Que más podía hacer.

Aún quedaba un poco para el amanecer y debía cerciorarse de borrar cualquier evidencia que Sakura pudiese notar.

Si pudiese lo habría matado y arrojado el cuerpo al rio, pero si deseaba que su hijo siguiese vivo debía mantener viva a esa persona. Ingresó a la habitación en lo alto de la torre arrastrando los pies, si lo dejaba tal cual Sakura tan solo al verlo se daría cuenta de lo sucedido. El cuerpo exánime de ese príncipe se hallaba derrengado sobre el camastro cubriéndose como podía con las sábanas manchadas, acurrucado de lado en la penumbra.

Le había soltado de las cadenas seguro de que no podría hacer el menor intento de huir y así fue, incluso le daba la impresión de que no podría levantarse de momento.

—           Aséate — ordenó dejando el agua caliente a un lado. Pero no obtuvo respuesta, el otro apenas se removió acurrucándose más. — ¿No me estas escuchando?

Enfadado por el silencio Naruto se acercó del todo tirando de las sábanas sucias para arrebatárselas. Aun así no le respondieron.

—           ¡Deja tu impertinencia! — cada vez más rabioso lo tomó de una maltratada muñeca para obligarlo a incorporarse en medio de un quejido adolorido. — Yo soy el rey y mientras sigas aquí me debes obediencia.

—           ¡Un rey que no vale nada! — al fin elevó la voz fulminándolo con su mirada cargada de odio. — ¡Un rey apostata que disfruta amancebarse con otro hombre!

—           ¡Silencio! — gritó golpeándolo con el dorso de su mano mandado de nuevo sobre el colchón el agotado y lesionado cuerpo del pelinegro. — Si no quieres que vuelva a tomarte en este preciso instante más te vale obedecerme — siseo inclinándose para susurrarle al oído.

Y solo entonces Itachi calló, demasiado magullado para defenderse no podría quitarse de encima a ese repudiable hombre, las piernas aun le temblaban y el dolor en su espalda no parecía menguar.

—           Ah… — Naruto sonrió complacido por el diminuto escalofrío que percibió en el otro — está mucho mejor así… — se relamió triunfante hundiendo sus dedos entre los cabellos negros desparramados — ahora límpiate.

Realmente magullado el príncipe  hizo acopio de toda su fuerza para guardarse sus quejidos a medida que iba incorporándose de nuevo, — vas a perecer por mi mano… te lo juro — murmuró.

—           Sería un trato justo — el rubio se mantuvo sonriente tomando el dornajo con agua para llevarlo al pequeño cuarto de baño. — Pero de momento es imposible.

Si, por el momento y totalmente lesionado le era imposible, pero no desistiría porque debía recuperar si quiera un ápice de su honor arrebatado.

¿Cómo podría heredar el trono de sus tierras al haber sido mancillado por otro hombre?

Un asco total le recorrió, sus piernas flaquearon cuando quiso ponerse de pie mandándolo al piso con un lastimero quejido, lo odiaba, realmente lo odiaba.

—           Sabes… a pesar de ser un príncipe — el rey volvió inclinándose a su lado — puedo jurar a pesar de blasfemar que te sentí como una princesa.

E Itachi pudo oír una risilla burlona, una que no pertenecía a Naruto.

La escalofriante risa del demonio que se rebotaba como si eco la proyectase en la habitación.

 

 

 

~~~

 

 

 

 

Todos los días ella rezaba a Dios antes de acudir a las órdenes de su amigo, Sakura oraba por la salvación del alma de su rey, suplicando porque pudiesen absolver sus pecados el día de su muerte.

Mantenerse en silencio estaba agotándola y más con las preguntas de las demás doncellas del castillo, que rumoraban que la había tomado como a una de sus queridas mientras la reina estaba de encargo debido a que últimamente solo se limitaba a acudir en cuanto Naruto la llamase.

Temerosa de estar condenando su alma también al averno por callar había decidido hablar con el sacerdote.

—           Sakura, ¿verdad?

Respingó espantada cuando el prisionero del rey le habló esa mañana. Sus claros ojos enfocaron al débil hombre que hace varios días notó casi al borde de un fallecimiento cuando Naruto le ordenó llevarle la comida, tenía hematomas casi por todas las partes del cuerpo que la vestimenta dejaba ver.

Recuerda que su rey ese día la mandó a traer sábanas nuevas y ropa para el príncipe enemigo. Abochornada bajó la mirada cuando los negros ojos no dejaron de observarla.

 —          Eres hermosa.

Oyó el alago sintiéndose más avergonzada. — Por favor no continúe.

—           No quiero incomodarte. — Le murmuraron en confidencia.

La grave voz del prisionero la hizo temblar, era un hombre atractivo sin duda y que la adulase era motivo de consternación; solían burlarse del curioso tono de su cabello cuando niña y pocos muchachos quisieron cortejarla.

—           Ya… ya terminé — dijo de súbito levantándose del piso en medio de la estancia donde cambiaba los vendajes de las muñecas del pelinegro, llamando la atención del rubio que contemplaba absorto cerca del tragaluz un par de misivas.

—           Puedes retirarte.

Ante la autorización de Naruto ella salió corriendo asegurándose de cerrar la puerta detrás de sí.

 

A pasos rápidos fue directamente a la cocina para dejar los enseres usados y salir nuevamente en dirección de las tierras de la iglesia.

Su corazón golpeteaba inquieto, con cada día que pasaba podía jurar que una monstruosa sombra parecía adherirse a la del rey nublando su juicio.

Él jamás fue así.

Cuando niños solían correr por los campos cerca del rio buscando flores e insectos para jugar, si bien cuando crecieron supo que no podría casarse con el príncipe al no poseer un título nobiliario fue feliz al poder mantenerse a su lado ayudándolo y dándole algún zape como cuando niños y la hacía rabiar.

Pero ahora no podía acercarse sin empezar a temblar creyendo que si desobedecía alguna orden la golpearía sin piedad. Cansada de correr se detuvo cerca de del rio, se inclinó para beber un poco de agua pero retrocedió aterrada cuando tras suyo divisó la silueta de un hombre de cabellos rojos.

Gritó espantada ante la aparición volteándose sin encontrar a nadie.

El sol había salido hace poco pero ni la luz del astro fue suficiente para que los demonio tuviesen que esconderse, sollozó reafirmando su decisión de hablar con el sacerdote, si le explicaba con detalle, si rogaba por Naruto quizá la iglesia no actuase en su contra.

 

 

 

~~~

 

 

 

Los dolorosos movimientos a los que era sometido le hacían lamentar la situación de algunas de las doncellas de la corte en su reino, como algunas eran sojuzgadas por soldados y nobles quedando humilladas públicamente.

Recuerda que en una ocasión fue testigo de cómo uno de sus soldados forzó y violó a una de las doncellas que ayudaban en el castillo. Si bien no pudo mandarlo a ejecutar, su padre le dio autorización de encerrarlo y quitarle su rango debiendo pagar una indemnización a la joven que quedó embarazada.

Era consciente de que muchas leyes eran grotescas y hallaban apoyo en la iglesia que jugaba con las creencias de las personas. Itachi se había jurado que cuando fuese rey se encargaría de corregir varias cosas al menos en sus tierras para el beneficio de su pueblo.

Pero ahora no se sentía merecedor del trono ni de la corona, ni siquiera podía estar seguro de que pudiese volver a su hogar, volver a ver a su hermanito y a sus padres. Atrapado en la locura del rey profano su voluntad parecía estar quebrándose con lentitud.

—           ¡Ah! — jadeó adolorido cuando arremetieron con más violencia en su lastimado interior, los encuentros aleatorios a los que era sometido no dejaban de revolverle las vísceras con asco y fustigar su cuerpo con dolor, apoyado desnudo de cara contra la almohada solo rogaba porque su tortura terminase por ese día, que los cardenales que recorrían su piel desaparecieran con rapidez.

Era la tercera ocasión en la que lo doblegaban, siempre contra su voluntad. Pero previo a este momento el nefasto rey paseó por sus ojos una carta con el sello de su padre, diciéndole que acababa de llegar y que le permitiría leerla si abría las piernas para complacerlo.

Y aunque había querido suicidarse luego de la primera vez hubo muchas cosas que lo detuvieron, debía cobrar venganza y al menos ver una vez más a su pequeño hermano. Por ello ese día le habló a la muchacha que le traía la comida, debía conquistarla para que fuese su cómplice, para poder elaborar un plan de huida antes de perder la cordura ante tanta vileza que asaltaba su cuerpo.

Los gemidos del rey fueron más altos cuando terminó llenándolo de nuevo de esa asquerosa simiente, solo cuando lo abandonaron Itachi pudo dejarse caer del todo sobre el lecho quedando boca abajo, con las caderas adoloridas y las manos aun atrapadas en los grilletes. Seguramente también estaba sangrando pero no importaba, le arrebatarían las sábanas solo para sustituirlas por otras como si eso borrase el asqueroso pecado en el que era obligado a participar.

—           Allí esta.

La voz del rubio resonó antes de dejar caer el papel sobre el camastro a un lado de su rostro, nuevamente tragándose sus quejidos de aflicción para arrellanarse y tratar de leer rogando porque no fuese un engaño.

Sus ojos lagrimearon al distinguir con claridad la letra de su hermanito, tan inconfundible, los trazos en la tinta le hicieron por un segundo recordar la calidez de su hogar. Lo que allí venía escrito era simplemente una petición para negociar por su libertad, su pequeño hermano se ofrecía como mediador ante el rey para llegar a un acuerdo.

Sasuke.

Sus ojos anegados le hicieron tragar pesado.

—           No deberías alegrarte tanto — la odiosa voz del Naruto le sacó de su cavilación — ya te lo dije, no voy a negociar tu libertad, al menos no por ahora.

—           Puedes conseguir una doncella… a un joven de tu corte — se sujetó el abdomen adolorido entrecerrando la mirada, — ninguno se quejaría de ser tu amante.

—           No puedo reemplazarte, no de momento… dentro de casi un año si podría considerarlo.

Itachi presionó el papel entre sus dedos arrugándolo con ello, no lo comprendía, que fijación tan abominable podía tener con él, si nunca antes se cruzaron y el día que se conocieron podía jurar que iba a matarlo.

—           Te tengo una propuesta — el rey se aproximó tomándole del mentón con fiereza para no dejarle apartarse, — ¿no te gustaría ver a tu hermano? Si accedes a quedarte a mi lado sin intentar huir en los meses que quedan… te dejaré verlo.

—           Que buscas… — murmuró enfrentando los azures ojos sin quejarse del helado tacto que le hacía temblar cada vez que se acercaba a tocarlo.

—           ¿En verdad quieres saberlo?

 

 

 

~~~

 

Agotada llegó a las puertas de la iglesia asomándose para tratar de hallar al sacerdote, el despejado cielo apenas si cubierto por nubes no disminuía su ansiedad.

—           ¿Sakura que haces aquí?

Brincó asustada cuando la voz de su amiga la tomó desprevenida.

—           Na…nada — retrocedió dudando en si entrar, no quería que Ino sospechase a que había ido, — ya debo irme, adiós — dijo de corrido dando media vuelta para alejarse casi corriendo.

La rubia observó preocupada decidiendo a seguirla, ya habían demasiados rumores y la actitud paranoica de la muchacha solo la preocupaba mas.

—           ¡Sakura, espera! — le dio alcanza a la nerviosa chica — ¿no venías a hablar con el sacerdote?

—           No, estas equivocada — balbuceó apresurando sus pasos, sus manos levantaban parte de su vestido para no tropezar.

—           Sakura, te conozco de toda la vida. A mí no puedes engañarme — la sostuvo de un brazo deteniéndola del todo, — todos en el castillo están murmurando, dicen que Naruto te está usando como a su querida en tanto la reina espera al heredero.

—           ¡Desde luego que no! — se sobresaltó consternada, Naruto le había dicho antes de casarse que no se acostaría con otra mujer, no traería al mundo bastardos bajo ningún concepto.

—           ¿Entonces? — Ino le acarició la mejilla con preocupación, — estas temblando, todo el día estas nerviosa y Naruto no deja de hacerte encargos. ¿Qué está pasando?

Sakura se mordió los labios sintiendo que sus manos temblaban al apreciar la genuina angustia en su amiga, — Ino… Naruto está… él… me dijo que Hinata está muerta.

—           ¿Qué? — la otra mujer abrió más los ojos, eso era imposible. Si la reina se paseaba ocasionalmente por los pasillos del castillo ordenando excentricidades.

—           Te lo juro, Naruto hizo un trato… un demonio lo sigue — soltó tomando a su amiga de las manos con los ojos llorosos, debía decírselo a alguien. Necesitaba oír un concejo.

—           Sakura… ¿no estas bromeando?

—           ¡Dios mío, qué más quisiera yo! — gimoteó sintiendo sus lágrimas empaparle el rostro, — no sabes el miedo que siento al estar cerca… ya no es Naruto, su tacto es frío como el de un cadáver, su mirada ya no es la que conocía. Y Hinata… ¡la reina ya no es ella! ¡Si ese demonio lleva el hijo de Naruto será la perdición del reino!

Temía que Sakura hubiese perdido la razón, que su pobre amiga solo estuviese delirando al soltarle tantas incongruencias.

Pero algo en esos ojos verdosos y las gruesas lágrimas que derramaba como no se las vio desde niña hicieron a la rubia dudar. Las manos temblorosas de la muchacha de cabello rosa aferradas a las suyas casi arrodillándose en frente.

—           Tranquila — se inclinó con cuidado abrazándola — te creo… no importa que sea blasfemia, te creo.

—           Tengo miedo… Naruto dijo que me mataría si se lo decía a alguien… — siguió sollozando.

—           ¿Por eso ibas a hablar con el sacerdote?

Sakura asintió limpiándose las lágrimas derramadas. — Pero no quiero que Naruto… sea condenado…

—           Está bien… — le sonrió consolándola — no le diré a nadie de manera directa, pero hablaré con el sacerdote… vengo aquí más seguido que tú. Nadie sospechará descuida. Regresa al castillo Sakura, Naruto debe estar buscándote.

—           Por favor Ino — la tomó de los brazos clavándole su angustiada mirada, — que nadie se entere que se trata de Naruto.

—           Confía en mí.

 

 

Mandó a su amiga de regreso mientras ella permanecía en medio de esa carretera con la cesta llena de pan que le llevaba a los monaguillos, suspiró cansada repitiéndose las palabras de su amiga una y otra vez.

Tan extrañas palabras pero tan difíciles de ignorar al rememorar la voz entristecida de su amiga y su expresión llena de pavor. Se mordió la uña de su índice derecho sopesando en las últimas semanas y los animales de corral que aparecieron muertos ya en tres ocasiones. Le echaron la culpa a algún zorro que se había escabullido en los gallineros pero los perros reaccionaban demasiado asustados como si el depredador fuese algo más.

Suspiró pesando en que palabras usar para hablar con el sacerdote, una helada brisa le hizo abrazarse así misma haciéndole temblar.

—           Sakura… — murmuró antes de girarse pero al dar un solo pasos su ojos celestes se abrieron desmesurados antes de que algo se abalanzara sobre ella ahogando el grito aterrado que soltó.

 

 

 

~~~~

 

 

Las tropas partieron en su rutina para vigilar las fronteras del reino mientras se mantenían en esa tregua muda con sus enemigos. Gaara parpadeó algo cansado, los últimos días había estado dirigiendo a sus solados para tratar de hallar a la mayor cantidad de espías que el enemigo tenía en sus ciudades.

Un escalofrío le recorrió entero cuando un helado viento atravesó las caballerizas, los corceles relincharon inquietos, sacudiendo sus estribos.

—           Gaara.

El pelirrojo volteó sorprendido de no haber sentido al rubio acerarse.

—           Tiempo que no venías a este lugar.

—           He tenido muchas ocupaciones — el rubio recorrió con la mirada los establos donde los inquietos animales rebuznaban tan solo al observarlos, — tengo la respuesta para la carta que trajo ese prisionero.

—           Pensé que lo discutiríamos con los ministros y…

—           Hablaré con el príncipe el menor de nuestros enemigos y llegaremos a un acuerdo.

—           Habías dicho que no liberarías a ese heredero, — se acomodó mejor la capa al sentir otra ráfaga helada a pesar del despejado día.

—           No lo hare, — sonrió — pero eso no significa que no pueda llegar a un buen trato con ellos, de todos modos no pueden rechazar nada de lo que les propongamos. Nuestro ejército es mayor y tenemos a su futuro rey.

La carcajada que Naruto soltó hizo a Gaara encogerse en hombros levemente, se oía tan distinta a la del rey a quien había jurado proteger y servir.

A la de ese hombre justo cuyo todo pueblo había depositado confianza y fervor como lo hicieron en su momento con sus padres, con lo anteriores reyes.

—           Me gustaría hablar con el prisionero Naruto, que lo mantengas en una de las torres me parece bastante práctico pero quisiera interrogarlo.

—           Lo lamento pero solo yo puedo verlo.

—           ¿Por qué tanto misterio Naruto? ¿Qué es lo que estas ocultando de todos?

El rey ensanchó unas milésimas su sonrisa antes de relamerse los labios con lo que Gaara estuvo seguro fue perversidad. — Soy el rey Gaara, tu deber es confiar en mis decisiones — entonces le entregó la carta enrollada sin ser sellada aun.

El general la tomó en sus manos leyéndola con cuidado, con caligrafía bastante cuidada a como se la recordaba al rey, pero sin duda era la misma letra. Allí la solicitud de una negociación en un lugar ajeno a ambos reinos era aceptada pero debía ser llevada a cabo en sus tierras y no así en las del enemigo.

—           Dudo que acepten— opinó una vez terminó de leer.

—           Lo harán mi estimado general — otra sonrisita y Naruto le entregó un pequeño mechón de cabellos negros, — adjunta esto y ten la seguridad que aceptaran mis condiciones.

—           ¿Es de él? — Preocupado analizó los brunos cabellos que se sentían suaves al tacto, — no creo que esto sirva para confirmar que lo tenemos como prisionero, podrían ser de cualquier persona.

—           Tu solo obedéceme Gaara, tantas objeciones están hartándome — Naruto frunció el ceño apartándose del lugar.

 

Debía ser cuidadoso con aquella reunión, no quería involucrar a ningún ministro y mucho menos a los de Hinata. Aquella también era una oportunidad perfecta para sacar a Itachi de su castillo y llevarlo a algún lugar donde nadie pudiese advertir que el gestaba a su hijo.

Regresó a sus aposentos con semblante algo agotado, dormir le resultaba casi imposible en las noches… solo después de fornicar con el príncipe en esas tres ocasiones es que había logrado dormitar con placidez sin que los murmullos de ultratumba lo enloqueciesen más y sin importarle la hora del día.

De hecho acababa de despertar luego de una breve siesta, con el descanso pudo redactar la carta que enviaría a sus enemigos.

—           Su majestad.

Sus azures ojos se entornaron al lugar de donde la voz del demonio le llamaba, quien solo lo alabó luego de haber sometido al príncipe la primera vez, — tengo asuntos que resolver, vete.

La estruendosa risa resonó y molestó se acercó apartando las cortinas de su lecho matrimonial abriendo más los ojos al ver a un hombre de piel blanca y cabellos rojizos alborotados recostado allí, de expresión burlona los blancos dientes mostraban un par de colmillos.

—           ¿Sorprendido? ¿Desea que luzca como vuestra reina? — los amarillentos ojos del zorro se vislumbraban en esa mirada afilada.

—           Eres… — calló dudoso.

“Cuando pactamos el trato yo no podía hacerlo, este solo es un disfraz” Había dicho en ese momento que usurpó la apariencia de su reina la primera vez, el demonio parecía estar cambiando conforme el tiempo pasaba… antes un mendigo, luego un zorro de muchas colas y ahora ya contaba con apariencia humana… se está recuperando, pensó.

—           Mi buen rey no tema, sabe que cuenta con mi benevolencia — se irguió sonriente mostrándose bastante alto.

—           ¿Quién eres en realidad?

—           ¿Necesita nombrarme acaso? — Se mofó — vuestro padre solía llamarme Kurama.

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Saludos, siento la demora pero andaba corrigiendo algunos pilotos de otros fic, en especial los de las otras dos historias de esta serie, dije que serían cuatros historias y la ultima la estoy modificando por varias razones.

Muchas gracias por las lecturas y los comentarios que siempre animan, espero este capítulo les resultara interesante.

Cuídense mucho.

Yae.


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