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Maleficio por Yae

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Quinta parte

 

 

 

 

 

 

—           ¡Mientes! — tomando la plateada jarra de agua entre sus manos la aventó al demonio quien tan solo tuvo que moverse un paso para evitar el inocuo ataque.

—           Su majestad… vuestro padre me conocía a la perfección — sonriente cual bufón siniestro, extendió ambos brazos a los lados, — y usted lo sabe… aquel día demostró conocer a la perfección la manera de como sellar nuestro trato.

Naruto se mordió el labio inferior, aquello simplemente había sido mera intuición, un pacto de ese calibre solo podía ser sellado con sangre…

—           Oh mi rey no se preocupe, comprendo que le angustie cambiar el concepto que tenía del anterior gobernador… pero si hace memoria se dará cuenta de que usted y yo somos por completo afines — siseó.

—           Solo… solo sabes blasfemar — negó infinidad de veces retrocediendo para salir del lugar, casi huyendo de sus aposentos bajó por las escalinatas llegando a los jardines.

Su padre fue un rey digno y honorable. Junto a su madre fueron amados y respetados por todos, transmitiendo sabiduría a todo su entorno.

Volvió a negar llevando sus manos a su cabello blondo, tirando de las hebras cuando su respiración comenzó a acelerarse.

Recordaba a un hombre… a un muchacho expulsado, su padre gritaba enfadado amenazándolo con la muerte. Luces, un calor abrazador, dolor… indescriptible dolor.

Presionó los dientes con fuerza hasta casi rechinarlos, el ardor en su mano donde la cicatriz se hallaba se fue intensificando. Probablemente no podría dormir aquella noche, Naruto se cubrió la boca con su diestra, quizá tendría que visitar a su mancebo nuevamente aquel día para conciliar el descanso.

 

 

 

~~~

 

 

 

Cuando su hermano se hallaba en un entrenamiento o acompañando a su mentor en una misión sencilla Sasuke se la pasaba correteando por todo el castillo, solía aburrirse con facilidad al ser demasiado pequeño para muchas cosas.

Abrió sus ojos negros esa mañana oyendo el bonito canto del pajarillo azulado que solía colarse por su ventana cada alba batiendo sus relucientes plumas.

—           Eres muy bonito — le dijo el niño apartando las sábanas para acercarse al tragaluz y contemplar al animalito que seguía silbando la apacible melodía, — cuando mi hermano vuelva quiero que cantes para él.

Sonriente observó como el ave revoloteaba un poco a su alrededor antes de salir por la ventana perdiéndose entre el follaje verde de primavera.

Definitivamente conseguiría que cantase para su hermano, de seguro iba a encantarle.

 

 

Pero desafortunadamente Itachi jamás pudo oír esos bellos trinares que alegrasen sus mañanas.

 

 

 

Sasuke resopló acomodando la pesada armadura que debía llevar, una de sus manos recorrió sus negros cabellos soltando un resoplido después, ya había recordado de nuevo a ese pajarito.

Siempre que se trataba de Itachi recordaba a esa avecilla azul.

—           Sasuke — Shisui se acercó por detrás en el gigantesco pasillo del castillo.

—           ¿Hablaste con mi padre?

El mayor asintió, — no está de acuerdo en que tú vayas a hablar con el enemigo.

—           Tengo que hacerlo — suspiró empezando a caminar siendo seguido por el otro, — tengo que confirmar que mi hermano se encuentra a salvo.

—           Sabes porque el rey no quiere que vayas…

Sasuke detuvo sus pasos unos segundos, por supuesto que sabía las razones de su padre para prohibirle asistir a esa reunión, si Itachi moría su deber y su derecho de sucesión lo convertirían en el nuevo rey.

Negó.

No quería ser rey de esa manera, sobre la muerte de su hermano mayor o por sobre su desaparición.

—           No me importa, debo ir, es mi hermano quien esta prisionero. Él no me dejaría si yo estuviese…

—           Lo sé, — interrumpió — sé muy bien que Itachi hubiese hecho hasta lo imposible por rescatarte.

—           ¿Investigaste sobre el lugar que marcaron para la reunión?

—           Queda cerca de un rio, no habría mucho problema a menos que colocasen trampas, — Shisui resopló sacando de entre sus ropas un mechón de cabello negro. — No confío en ellos Sasuke.

—           Yo tampoco — tomó las negras hebras paseándolas entre sus dedos, — pero no tenemos opción… no quiero que mi hermano muera.

 

 

 

 

~~~

 

 

—           Deja de llorar — Naruto le murmuró a Sakura hastiado de oír el llanto de la mujer luego de que encontrasen el cuerpo maltrecho de Ino cerca del rio, parecía que algún animal salvaje la había atacado devorando sus vísceras y destazando su rostro en girones.

—           Es mi culpa… — ella sollozaba viendo como llevaban el cuerpo de su amiga para enterrarlo.

—           ¿Por qué habría de ser tu culpa?

La mujer tembló aterrada con la voz de su rey en su oído, llevó ambas manos a su pecho presionando con fuerza para calmar su nerviosismo, — estaba… preocupada por mi… de… de seguro se desvió del sendero por conseguir las flores que me gustan tanto… ¿recuerdas Naruto? — gimoteó girándose para ver al rubio.

El rey la miró desde arriba sin cambiar su expresión, el día estaba despejado pero un viento helado recorría el castillo de tanto en tanto. — No.

Sakura tragó pesado desviando la mirada.

—           Espero sea como dices — se inclinó sonriente, mostrando los blancos dientes en una mueca aterradora, — no quisiera prescindir de ti, Sakura. Tus padres sufrirían tanto.

Ella palideció por la mención, como si fuese una amenaza directa, comiéndose el resto de su llanto dio media vuelta para alejarse corriendo.

 

—           Hace mucho que no sufríamos ataques de lobos — Gaara se aproximó dando un vistazo por la ruta que tomó la horrorizada muchachita.

—           Ya vez, fue solo un incidente desafortunado.

—           Demasiado diría yo.

—           Gaara, — el rubio no dejó de sonreír — me gustaría que me cedas tus tierras que quedan al norte, ya sabes que Hinata tiene la salud delicada y necesita un clima cálido.

El pelirrojo asintió, era cierto que la reina solía enfermar con facilidad, por ello se habían trasladado al castillo de esta donde sufrieron el ataque hace unas semanas, — no tengo problemas con ello Naruto, puedes usar las propiedades que tengo mientras sea necesario, te daré los mapas de los túneles subterráneos. Si deseas puedo encargarme de escoger los soldados que la custodiarán.

El rey negó sin dejar de sonreír, — yo me ocupo de ello, además serán pocos, no quiero que suceda lo mismo que la última vez… que hayan tantas tropas que al final nos convirtamos en una diana andante.

—           Naruto, sobre la reunión — quiso sacar el tema pero el rubio elevó su mano derecha deteniendo lo que quisiese decir.

—           No discutiré de nuevo eso, en dos meses nos reuniremos como yo lo he acordado y tú serás mi escolta Gaara, solo eso.

 

 

 

~~~

 

 

 

Naruto observó encantado el hermoso palacete que pertenecía a la familia de Gaara y que ahora se hallaba por completo vacío, las paredes gruesas y perfectamente acabadas. Los elegantes ornamentos tallados con dedicación, pensó que aquel lugar era ideal para mantener encerrado a su enemigo.

—           Lo… los caballos están muy inquietos.

Se giró ante la vocecilla asustada de Sakura, ya empezaba a sacarlo de quicio verle esa expresión de terror todo el tiempo, — ¿y se supone que yo debo ir a calmarlos? — amenazante se acercó a la muchacha viéndola retroceder en el acto.

—           N-no — se encogió en hombros negando con fuerza, — le diré a los mozos que vinieron que…

—           Sakura estas temblando, — sonrió tomándola de una mano — deberías ver tu expresión, es digna de una pintura — carcajeó arrastrándola al centro del salón, — ¿te gusta?, dame tu opinión, vas a vivir aquí junto a mi prisionero y quiero que estén a gusto.

Ella caminó siendo guiada a trompicones pudiendo apenas si quiera prestar atención al decorado, — quiero quedarme en el castillo. — Soltó sin meditar.

Entonces el rey se detuvo abrupto presionando con más fuerza la muñeca que tenía aprisionada, — no seas ingrata Sakura… tus padres acaban de recibir una buena dote y bien sabes que…

—           ¡Por favor Naruto! — Gritó alejándose como pudo — ¡tan solo mírate! ¡Tú no eres así! Tu… tu estas enloqueciendo… no entiendo porque mantienes encerrado a ese hombre— alarmada se cubrió la boca temiendo la reacción del rubio rey.

El tenue solo del ocaso brindaba una luz naranjada y rojiza que iluminaba sin problemas, suficiente para que los azules ojos de Naruto se tornaran de un haz carmesí tiñéndolos aterradores.

—           Porque le vendí mi alma a un demonio para que mi hijo que moriría en el cuerpo de Hinata fuese gestado por aquel príncipe… ¿comprendes?

Sakura retrocedió creyendo que era una cruel mofa, una nauseabunda burla pero un grito salió de sus labios cuando la sujetaron por el cuello estrellándola contra el piso, — Na… — calló al sentir la presión en su garganta.

—           Por eso mantengo a ese hombre cerca — su ceño fruncido se intensificó — ¿quieres que te describa como permití que le destrozaran el vientre a mi esposa para introducirlo dentro de mi enemigo?

Ella negó como pudo derramando gruesas lágrimas de pánico.

—           Entonces deja de hacer preguntas estúpidas, solo limítate a obedecerme, a menos que desees que ejecute a toda tu familia.

Entonces tras aquella espeluznante sentencia la liberaron, sollozando se puso de pie como pudo, — iré… iré a ver a los caballos — pronunció con dificultad antes de salir huyendo del lugar. Con cada día que pasaba, sentía que su amigo iba cayendo cada vez más, un gorgoteo se le escapó a medida que corría entre los árboles y flores del lugar.

Debía ser una mentira, Naruto no podía haber cometido una aberración así de grotesca, ese príncipe era un hombre, no podría… no podía…

Tropezó cayendo sobre la maleza hundiendo su rostro bañado en lágrimas en sus brazos, recordó a Ino y su llanto solo se intensificó. No quería que sus padres muriesen, debía existir alguna solución para toda aquella perversión que devoraba a Naruto y todo a su alrededor.

 

 

Pero no pudo hacer nada.

Las siguientes semanas tuvo que callar y obedecer. Encargándose de dirigir las refacciones de aquel lugar, sellando puertas y ventanas parecía estar convirtiendo la hermosa edificación en una horrida prisión. Preparó una habitación especialmente como Naruto lo dispuso, la más alejada; dejando unos diminutos tragaluces y fijando las aristas donde las cadenas deberían de ir.

Ocupó bastante tiempo acomodando con la ayuda de unas pocas doncellas todo lo necesario, un lecho amplio y un pequeño placar con lo esencial.

Y como señuelo infalible también le ordenaron preparar la habitación principal para la “reina”, allí las grandes ventanas cubiertas por las gruesas cortinas darían la impresión de que Hinata se hallaba reposando. Suspiró agotada por lo poco que podía dormir en las noches, las ojeras se iban acentuando y su piel se iba desluciendo, como lamentó que el tiempo no pasara con mayor rapidez.

Naruto se lo había prometido, luego de que el príncipe del reino naciera, ella y su familia podrían abandonar el castillo alejándose de toda esa locura.

 

 

~~~

 

 

 

Acomodó la pesada armadura de placas que portaría ese día, el reluciente metal pulido era cubierto por la gruesa capa de tono rojo, solo iría acompañado por una pequeña guardia compuesta por seis hombres y Shisui.

Inspiró hondo caminando por los pasillos resonando sus pisadas metálicas, por fin conocería a aquel rey que mantenía cautivo a su hermano, a ese hombre que burlándose de ellos les envió un mechón de los cabellos de su hermano y una carta llena de amenazas disimuladas.

Tal vez con algo de suerte podría cortarle la garganta dejando a sus enemigos sin gobernador.

Sasuke sonrió.

No perdía nada intentándolo, no obstante lo único que debía cumplir aquel día sin falta era traer a su hermano de regreso al reino.

—           Hoy termina todo. — Murmuró avanzando decidido, Shisui había demostrado sus dotes de genio; el plan no podía fallar.

 

 

~

 

 

Aquella nublosa mañana despertó por completo adolorido, la piel le quemaba y unas migrañas parecían estar reventándole las sienes. Itachi solo siseó acomodándose como podía sobre el camastro, se sentía afiebrado y esperaba que lo dejasen descansar sin interrupciones.

No tenía el menor ánimo de lidiar con el rey, debatirse hasta quedar exhausto, recibiendo más daño del que podía devolver, sumergiéndose en la tortura libidinosa que conforme pasaba el tiempo parecía acrecentarse haciéndole palidecer.

Como dolían sus caderas y piernas.

Parecía jamás acostumbrarse al doloroso trato que recibía en el lecho.

De todos modos no tendría por qué hacerlo.

Retuvo un quejido encogiéndose más y llevando ambas manos a su abdomen abrazándose a sí mismo, unas agobiantes punzadas lo asaltaban de tanto en tanto y horrorizado iba confirmando que su estómago crecía lentamente al paso de las semanas.

Y por amor al cielo que no deseaba pensar en ello, una enfermedad o un parasito debía estar devorando sus entrañas cual sanguijuela.

Pero la pesada puerta fue abriéndose haciéndole rogar porque fuese esa muchacha su visitante, aquella que le traía la comida y atendía sus heridas llena de pánico cada vez que el rubio se lo ordenaba.

—           Ponte de pie.

Un suspiro de desilusión huyó de sus labios sin atreverse a incorporarse para contemplar a su verdugo, Itachi cerró los ojos sin moverse, de todos modos para lo que su cuerpo era utilizado le resultaba mínimamente menos doloroso estar de espaldas sobre la cama.

—           ¿No deseas ver a tu hermano?

No pudo contener el leve sobresalto ante la pregunta, si bien luego de que le permitiesen leer la carta que su menor envió Naruto no le habló más de ello, se limitaba a deslucirlo y apedrearlo con palabras que solo reforzaban la supuesta posición que debía aceptar; un mero prisionero que calentaba la cama hasta que se cansara. Así que renovando la poca energía con la que disponía todos los días se incorporó sobre las sábanas apartando con una de sus manos sus largos cabellos del rostro, al menos todo lo que las cadenas se lo permitían.

—           Nunca tuve hermanos, — el rubio le miró sonriente, una expresión mezclada con burla y desdén, — pero parecen ser muy eficaces… ya sabes como una palabra mágica para que alguien como tú evoque luminosidad en donde ya no hay nada.

Itachi hubiese querido sonreír con sarcasmo pero solo atinó a soltar un bufido agotado, — me llevaras a verlo entonces.

El rey asintió sin cambiar su expresión, agradeció que cumpliese al menos eso.— Cambia tu ropa y desenreda esos cabellos — dio unos pasos acercándose lo suficiente para tomar un mechón negro entre sus dedos, — como cuando terminas tu aseo… siempre luces apetecible después de ello.

Ya bastante sedado a palabras mordaces e insinuaciones lascivas lo ignoró, se limitó a tomar el cambio de ropa que dejaban todos los días para dirigirse a ese diminuto cuarto a un lado, buscando la fantasiosa sensación de lejanía que le trasmitía.

 

 

 

Sus ojos negros de inmediato se entrecerraron cuando la poca luz de sol colándose entre las grises nubes le llegó, hace tanto que no había salido al exterior que un escalofrío lo recorrió al sentir el viento golpearle el rostro y volarle los cabellos. Llevando un grueso sobretodo marrón y con las manos atadas lo guió por la parte de atrás del castillo junto a un par de solados, como si no desease que lo viesen sus súbditos, torció los labios en un intento de sonrisa socarrona, desde luego que no querría que viesen lo hereje que era su rey.

—           Sube — un leve empujón y tuvo que obedecer ingresando al carruaje que los esperaba, Itachi observó cómo los caballos relincharon algo inquietos cuando Naruto pasó por su lado antes de subirse también.

El monarca se sentó a su lado y de pronto el carruaje comenzó a moverse, su mirada viajó de inmediato a las ventanas para apreciar el hermoso paisaje que se presentaba ante sus ojos después de tanto. Pero su sosiego no duró lo suficiente, la helada mano de Naruto le cubrió la visión estrechándolo a su lado para que no pudiese memorizar nada de aquella ruta.

—           Tal vez debería vendarte los ojos… o quizá arrancártelos…

Itachi guardó silencio pese a desear responder a la amenaza que no lo intimidaba, pero su anhelo de ver a su hermanito menor era mucho mayor comparado con el odio que pudiese sentir contra aquel rey de luceros azures muertos.

Cuando los caballos se detuvieron pudo ver de nuevo, Naruto abrió la puerta del carruaje tomando la soga que aprisionaba sus muñecas para sujetarla a una de las ruedas de la calesa, si esta se ponía en movimiento le resultaría muy peligroso, — escúchame bien mi querido príncipe, — sonriente sacó de entre su armadura una filosa daga dorada que no dudó en acercar a su cuello. —  No te puedes mover de aquí, intenta algo estúpido y no solo no verás a tu hermano… tu amado reino se quedará sin sucesores.

 

 

Dejada su amenaza cerró la puerta soltando un hondo suspiro después.

—           Majestad — el cochero descendió luego de asegurar a los caballos que de tanto golpear sus cascos inquietos estaban exasperándolo.

—           Vigila que no se mueva y diles a los soldados que cubran un área o muy extensa — ordenó a lo que su súbdito hizo una reverencia antes a de acercarse a los guardias que los acompañaban, Gaara ya debía hallarse en la zona acordada para el encuentro, su general se encargaría primero de confirmar que todo estuviese tal cual lo acordado, solo entonces él se presentaría llevando a Itachi para dejarle ver a su hermano por unos instantes.

Con ello conseguiría coaccionarlo para que no pensase en huir cuando se enterase de la verdadera razón para mantenerlo cautivo, porque ya podía apreciar en esos ojos negros cargados de rencor la duda latente de la ligera curvatura en su vientre…

—           ¿Preocupado su majestad?

Naruto se mordió la lengua al oír la grave voz del demonio, quien parecía disfrutar bastante su nueva apariencia manteniéndose con ella la mayor parte del tiempo, cuando no debía sustituir a Hinata.

—           Solo manténgase en guardia… la luz del día es muy molesta, su complaciente prisionero de seguro espera ansioso — agregó.

—           Guarda silencio.

—           Debería decírselo… lo veo angustiado ya va notando los cambios en su cuerpo.

—           He dicho silencio.

 

 

 

Itachi alcanzó a oír palabras confusas, Naruto no se había alejado lo suficiente del carruaje, con cautela se apegó a la puerta para escuchar con mayor claridad.         

—           Si se cree incapaz puedo encargarme de eso… recordarle al príncipe el momento en que aparté sus entrañas para hacer espacio a vuestro heredero.

—           No te necesito para eso, es mi prisionero y no tengo que decírselo.

 

 

La risa escalofriante de esa aberración le hizo estremecerse, quiso apartar el visillo que obstruía su visión pero se contuvo, la angustiosa opresión que le asaltaba el pecho le hizo tragar pesado.

—           No tiene que decírselo mi buen rey… solo debe recordárselo… como por un instante atravesó el sendero de los condenados y caídos… abajo, tan abajo que la oscuridad le susurró bellos sonidos.

 

El pelinegro presionó los puños abriendo más los ojos, oyendo solamente las palabras del demonio con una claridad espeluznante… más alto, cada vez más cerca.

 

Lo conduje por los pasillos, pudo verlo aunque no lo recuerde, como se arrastraban más adentro en medio del frío y la oscuridad…

Debe recordarlo… cuando suturaba sus vísceras y sentía el débil palpitar de su corazón…

 

 

Su respiración fue acelerándose, su vientre comenzó a doler incesantemente… imágenes difusas y gritos agónicos inundaron sus sentidos… entonces aquel sueño donde yacía en profunda y aterradora oscuridad dejó de ser tan etéreo, inspiró hondo sintiendo el olor a sangre colarse por todas partes.

Como si estuviese fuera de tiempo, de aquel espacio.

Revivió la aflicción de los cortes en su cuerpo, las miles de voces que susurraron a sus oídos sin cesar, murmurando de flores y campos de huesos. De una ofrenda mayor para ser salvado.

 

De cómo lo preparé para que pudiese mantener vivo a vuestro hijo, a ese ser humano incompleto y apenas en formación… con calor, con vida, con un diminuto corazón que sigue latiendo…

Tan hermoso, tan frágil…

Oh en sacro se convirtió… un hombre que dará vida… magnífica contraposición a las mujeres egoístas que arrebatan el don para sí mismas…

 

 

Negó una y otra vez rogando porque se callase, porque las horridas imágenes cesaran, que las sensaciones de su cuerpo a merced de aquel maligno no fuesen verdad… que el útero palpitante de esa mujer muerta no había sido depositado en su interior. Inconscientes sus manos se posaron sobre su abdomen presionando con angustia.

 

 

 

—           ¡Ya basta estoy cansado de oírte! Deja de recordarme lo que ya se.

—           Oh su majestad déjeme ahorrarle tanta fatalidad de no hallar los versos para confesarle al príncipe la verdad… ¿Cómo me lo agradecerá?

 

Naruto entonces entendió.

No obstante ya era demasiado tarde.

Se giró sobre sus talones volviendo al carruaje en medio de la risa del zorro y los relinchidos de los caballos. Abrió la puerta con toda su fuerza sorprendiéndose cuando su prisionero lo recibió con un salvaje golpe en el rostro que no pudo eludir.

Se quejó cayendo hacia atrás con sangre brotando de su nariz sin percatarse de que la pequeña cuchilla con la que hubo amenazado al pelinegro salió volando cerca del enemigo.

—           ¡DESPRECIABLE PENITENTE! — gritó y sin perder tiempo salió del carruaje tanto como la cuerda se lo permitía, tomó la daga con rapidez entre sus dedos logrando con la habilidad que aun poseía digna de un caballero  cortar sus ataduras.

Naruto observó perplejo como en un santiamén su aquejado prisionero había logrado liberarse aprovechando la diminuta oportunidad. Cuando quiso incorporarse, con celeridad el otro se le fue encima reteniéndolo con toda su fuerza deteniendo la punta del arma blanca a milímetros de su cuello.

—           ¡CORRÍGELO! — le exigió con los negros ojos cargados de ira homicida — ¡NO PIENSO CONVERTIRME EN UNA PIEZA DE TU ABOMINABLE TRATO!

—           ¡NO LO HARE! — respondió sin percatarse de que el demonio había desaparecido, tan solo el helado viento removiendo las hojas de los árboles y los brunos cabellos largos del enemigo que creía tenerlo derrotado. — ¡¿ME OYES?! ¡ESTÁS CONMIGO EN ESTO HASTA EL FINAL!

 

 

—           ¡SU MAJESTAD!

 

Los gritos de alertar de sus soldados que se aproximaron, en cuanto los escucharon le permitieron revertir la situación, aprovechando sus manos enfundadas en las placas de metal tomó el filo de la pequeña arma antes de empujar al príncipe para quitárselo de encima.

Y aunque Itachi presionó tratando de atravesar la yugular del rey fue arrojado contra la carrosa golpeándose la cabeza, su cuerpo y su cerebro parecían confabular en su contra, la adrenalina no bastó para obviar su extenuación del todo. Se irguió como pudo recibiendo el golpe en su mandíbula, soltó un quejido al sentir el sabor de la sangre colarse en su boca.

Se vio acorralado por los soldados enemigos y por el nefasto rey que tenía delante.

 

—           ¡Eres un ingrato! ¡¿Por qué crees que te he mantenido con vida?! — se fue acercando levantando la brillante cuchilla.

 

Antes de meditar la grotesca y blasfema verdad el silbido sordo de varias flechas resonó en aquel bosque. Sus negros ojos se abrieron más al apreciar las veloces saetas que impactaron contra el carruaje y los soldados mandando al piso a varios.

La silueta del rubio cayó de rodillas, el rey se sujetó el hombro derecho donde la sagita se hubo incrustado. Sucedió tan rápido que el efímero instante en que se sintió a salvo desapareció cuando las flechas cesaron y los cascos de caballos se aproximaban, se giró apenas distinguiendo en los escudos el símbolo de sus enemigos.

Debía huir.

Era su oportunidad.

Cuando oyó el sonido de la trompeta que conocía a la perfección supo lo que acontecería después, se levantó como pudo y comenzó a correr internándose en lo más profundo del bosque.

 

—           ¡REGRESA! — Naruto vociferó queriendo levantarse pero al sonido de más flechas precipitándose le heló la piel, el enemigo había elaborado una mejor trampa.

Tarde quiso cubrirse y de no haber sido por el pesado escudo con el que le cubrieron habría fallecido en ese instante atravesado por las aceradas puntas.

—           Gaara… — apenas pronunció audible, el alboroto de las saetas impactando contra los escudos, soldados y caballos acaparó toda atención. Cuando el ataque paró su caballería se puso delante y la simple orden de su general los arcos se levantaron devolviendo la lluvia filosa contra los enemigos escondidos entre el paraje.

Aprovechó entonces para erguirse tirando de la flecha incrustada con toda su fuerza, gritó de dolor cuando la retiró arrojándola al piso.

—           ¡Naruto! ¡¿A dónde vas?! — el pelirrojo le llamó preocupado cuando su rey aventó a uno de los jinetes de un caballo para montarlo pese al nerviosismo del animal.

—           Tengo que recuperarlo — dijo tirando de los estribos con fuerza para dominar al corcel — ¡mátalos a todos Gaara! ¡Te ordeno que mates a todos esos embusteros! — ordenó antes de emprender el rápido galope.

Y aunque el general  quiso detenerlo el sonido de la tropa enemiga aproximándose por el otro flanco le hizo desistir, si perdían aquella pequeña escaramuza pondrían en riesgo esas tierras.

 

 

 

El rey rubio cabalgo tan rápido como podía entre los árboles y la maleza del bosque. El sudor cayendo por su frente delataba el temor que sentía de no poder encontrar a ese pelinegro… a ese príncipe de nombre Itachi que llevaba a su hijo en sus entrañas.

 

—           Por acá vuestra majestad… dese prisa.

 

Oyó el vago murmullo del demonio, igual que el día en que lo guiaba buscando a una doncella que no halló, así que se permitió obedecer, seguir los sutiles ademanes que le indicaban por dónde ir, el álgido viento que apartaba ramas y hojas… marcando un invisible sendero.

 

 

 

 

 

~

 

 

Jadeaba agotado sin dejar de correr, tratando de perderse entre los arbustos, suplicando por hallar a alguno de los soldados de su reino, tenía que escapar de esa locura, de toda esa blasfemia.

Corrió tan rápido como pudo, queriendo ignorar el punzante dolor en sus entrañas y sienes. Ese suplicio que iba carcomiendo su casi inexistente resistencia.

Entonces no pudo continuar huyendo, sus piernas acalambradas le exigieron detenerse para recuperar el aliento, respirando con rapidez sintió sus párpados temblar, sus manos buscaron apoyo en sus rodillas encorvándose unos instantes, no podía perder más tiempo.

Cuando escuchó los cascos de un caballo acercarse un leve temblor le asaltó, pero al dar dos pasos para continuar con su carrera percibió como también aquel sonido parecía provenir de adelante, como si estuviese rodeado, presionó los dientes recorriendo el entorno considerando la mejor ruta a seguir. Viró angustiado tan solo para percatarse de que Naruto se aproximaba con rapidez, como el gobernador soltaba las riendas forzando al corcel  a parar de golpe, logrando maniobrar el impulso para abalanzarse encima.

Una técnica casi suicida.

Itachi se apartó como pudo cayendo al piso al recibir parte del empellón que lo mandó de bruces, el dolor en su cabeza se intensificó cuando chocó contra el suelo, soltó un quejido de dolor apreciando de nuevo los coléricos ojos azules y como el puño metálico volvía a golpearlo con fiereza haciendo retumbar todos sus lamentos. Pero no solo la sangre de su boca manchó su ropa, apenas logró distinguir como un nimio regato del líquido vital descendía por la frente del rey, sin duda consecuencia de lanzarse del caballo que acabó tirado también.

—           ¡NO VUELVAS A INTENTARLO!

Le gritaron y antes de recibir otro golpe que seguro lo dejaría inconsciente una rauda flecha estuvo a punto de clavarse en la cabeza del rubio, rozando su mejilla hasta quedar incrustada en un árbol detrás.

Naruto reaccionó alarmado poniéndose de pie con rapidez, arrastrando al pelinegro con él, viendo como otra flecha era disparada en su dirección que falló por milésimas también. Escudriñando vio al arquero responsable, un muchachito de cabellos negros y mirada fiera. De piel blanca le recordó al príncipe… sujetaba el arco a unos metros tesándolo para volver a disparar.

—           Suéltalo — ordenó.

—           No — habló alto colocando a Itachi delante como un escudo, sonrió satisfecho cuando vio la mano del otro enemigo dudar sin soltar la saeta, — tira el arco a menos que quieras a tu hermano muerto en este instante, — elevó la daga que rebuscó en ese instante colocándola sobre el cuello del pelilargo, haciendo un diminuto corte para oírle sisear.

—           Sasuke… — Itachi farfulló tratando de liberarse pero el brazo que le aprisionaba la garganta presionó más haciéndole desistir, estaba demasiado agotado. Como había deseado ver a su menor pero la situación era por demás sombría.

 

El aludido titubeó presionando los dientes, veía a su hermano mayor macilento, con manchas de sangre en el rostro agotado, lucía débil como nunca antes, tan distinto a sus recuerdos tan poco distantes, esperaba que Shisui le diese alcance cuando antes.

—           ¡He dicho que tires tu arco!

Le gritaron y Sasuke frunció más el entrecejo, aquel hombre de blondos cabellos y armadura real era evidentemente aquel monarca enemigo.

—           Vamos a combatir como caballeros.

Dijo de ultimo sin borrar esa molesta sonrisa, debía ganar tiempo… el suficiente para que pudieran emboscarlo, sin más opción soltó un resoplido bajando el arco y flecha, — veamos cuánto vale la palabra de un rey… — habló arrojando su arco a los pies de ese despreciable rubio. Desenvainó su espada apuntándole con ella.

Naruto carcajeó triunfante, el dolor que debía sentir por sus heridas no parecía incomodarle y solo con ello ya se sintió como el ganador, — en tanto tú, mi querida… — le habló al oído al otro príncipe — quédate quieta sin estorbar.

Con presteza sujetó al pelilargo de la mano derecha colocándola sobre la corteza de un árbol clavándole la filosa daga en el dorso de la diestra para aprisionarlo allí haciéndole gritar por el dolor.

Itachi se mordió los labios con fuerza conteniendo la agonía de su mano atravesada sangrando cuantiosa, estaba temblando y un sopor pesado iba adormeciéndolo.

Sasuke rechinó los dientes con furia más por la agresión a su hermano que por las palabras confusas que ese rey le dirigió como si fuese una mujer… iba a matarlo en castigo… lo mataría y no tendría piedad. Sonrió ante su ansia de sangre cuando el acero de la espada del de ojos azules se vislumbró.

Lo mataría.

 

 

 

 

Notas finales:

Saludos.

Siento la demora, por eso este capítulo es algo mas largo para compensar, muchas gracias por las lecturas y los hermosos comentarios. Por darle una oportunidad a esta extraña historia.

Gracias de nuevo, espero el capítulo les haya resultado interesante, cuídense mucho.

Yae.


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