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Maleficio por Yae

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Séptima parte

 

 

 

 

Jamás en su vida había imaginado terminar de aquella manera, cuando joven si bien nunca tuvo tiempo suficiente para pensar en “enamorarse”, estaba seguro de que como heredero al trono le concertarían un matrimonio arreglado en beneficio de su reino y se sentía conforme con ello.

Tener una reina, proporcionar un heredero y tratar en lo que la vida le permitiese cambiar las leyes más absurdas en sus tierras.

Esas eran su metas, no demasiado ambiciosas pero si anheladas.

Pero las cosas no resultan como uno espera siempre, entrenó duro hasta que sus huesos crujieron y sus músculos se retorcieron de dolor, su maestro era tan exigente que en ocasiones sentía estar sometido a un régimen de entrenamiento inhumano, pudo sobrellevar toda esa carga además de los estudios que sus padres le exigieron que cumpliese. Era bastante capaz en el campo de batalla, en la primera escaramuza a la que asistió aunque sus manos temblaron al sostener la espada y atravesar a un enemigo no sintió culpa de haber arrebatado una vida, pero aunque su cuerpo y voluntad eran fuertes sentía ahora estar rompiéndose lentamente.

El rey parecía satisfacerse en su agonía, deleitarse cuando se retorcía adolorido por las lacerantes heridas en sus caderas y piernas, amoratadas hasta lo imposible junto con ese pinchazo latente en su espalda.

Suspiró agotado acurrucándose de lado sobre el camastro, tiró de las sábanas cuanto pudo para cubrir su desnudes pero más que resentir aquello lo hacía para evitar ver su vientre en expansión, su abdomen iba creciendo al paso del tiempo y contemplarlo le llenaba de pavor.

¿Qué se supone estaba creciendo en su interior?

Un demonio deforme, quizá.

Una aberración humana con cuernos y apéndices brotando por todas partes, posiblemente.

Ahogó un quejido de terror al imaginar la criatura grotesca en su interior y que estaba obligado a gestar. Cerró los ojos con fuerza inspirando hondo.

—           Estas temblando. — Fueron las palabras del rey de cabellos blondos, se giró sentando en el lecho para verle mejor.

—           Márchate — murmuró encogiéndose más, ya había terminado de mancillarlo y solo deseaba poder descansar y rememorar tanto como pudiese a su familia… a su hermano menor para no perder la cordura.

—           No comprendes — la voz odiosa reverberó en la penumbra de la habitación, — pareces no entender, ya no eres más un príncipe, así que ya no puedes dar órdenes.

Itachi quiso sonreír pero a cambio resopló, — si pudiese dar órdenes ya habrías pisado el cadalso hace mucho.

Una risa espeluznante le oyó al rey, unos helados dedos se clavaron en las raíces de su largo cabello tirando un poco, — sí, hubieses sido un espléndido gobernante.

Murmuraron a su oído y el deseo de golpearlo se intensificó pero los amarres en su muñecas se lo impedían, asqueado sintió como aquel de zarcos ojos se acomodaba para dormir a su lado, estrechándolo contra su voluntad sintiendo la fría piel de ese hombre pegarse a la suya.

Y aunque desease revolverse, apartarlo de su lado, el agotamiento fue haciéndole cerrar los ojos, abandonarse al mundo de los sueños era todo lo que podía permitirse de momento.

—           He de traer el papel y la tinta… podrás escribir esa misiva en unas horas…

Solo por aquella frase se abandonó por completo al cansancio, Sasuke, Sasuke, su cerebro repitió, la imagen de su pequeño hermano y los abetos donde solían caminar fue lo más claro en sus pensamientos.

 

 

 

~~~

 

 

 

 

—           ¡¿Cómo pudo firmar eso?!

La voz colérica y confundida resonó en la habitación real, donde su padre yacía moribundo en el enorme lecho rodeado por algunos generales, incluido Shisui.

—           Sasuke — le advirtió su primo.

—           ¿Estas cuestionando las decisiones de tu padre, muchacho? — inquirió un miembro de la corte.

—           Hijo mío, — el gobernante tosió agotado, su rostro cansado y avejentado tan solo hacía evidente su pronto deceso, — calma tu ímpetu, mas ahora debes demostrar que eres un digno sucesor al trono.

Sasuke negó mordiéndose el labio inferior consternado, acababa de enterarse que su padre había accedido a detener la guerra con el fin de evitar muertes innecesarias, lo que le tenía más desconcertado era el hecho de haber dejado a su hermano al margen de aquel acuerdo.

—           ¿E Itachi? — musitó.

—           Itachi estará bien — aseguró.

Y Sasuke no pudo creerle a su progenitor, negó dando un paso hacia atrás antes de girar sobre sus talones y salir del lugar sin decir nada más. Era evidente que su hermano no estaba bien, si hace un par de meses que pudo verlo en su patético intento de ayuda, lucía macilento, enfermo, no quería imaginar a que torturas había y seguiría siendo sometido.

Pero más terror le provocaba recordar las palabras confusas intercambiadas aquel día.

“Un hijo”

“Un demonio”

Y aquella espeluznante imagen de su hermano sosteniendo una daga contra su vientre y amenazando con ello al rey rubio… “presenciaras la muerte de tu no nacido”, había dicho. Sus ideas fatalistas revolotearon en su cabeza por lo que no sintió que alguien lo seguía, hasta que esa persona lo tomó por un hombro volteándolo.

—           No debiste marcharte así.

Afiló la mirada entornándola hacia Shisui, — ¿cómo puedes estar de acuerdo en dejar a Itachi a su suerte?

—           Jamás lo haría — suspiró — por favor acompáñame Sasuke.

El más joven dudó por unos instantes pero terminó siguiendo a su familiar a las habitaciones de este, una vez dentro el mayor no dijo nada, tan solo lo invitó a sentarse en una de las sillas de madera dispuestas a un lado, el lugar era acogedor y bien iluminado, al ser parte de la familia real su primo gozaba con muchos privilegios de los cuales nunca abusó.

Tres hojas de papel fueron las que Shisui depositó en sus manos y Sasuke las observó receloso, levantó la mirada pidiendo una explicación pero su mayor solo le instó a leerlas, así que mordiéndose el labio inferior lo hizo.

Sus negros ojos se abrieron desmesurados al ir entendiendo el contenido de aquellas cartas.

—           Pero… —balbuceó consternado leyendo y releyendo.

—           Te pido una disculpa Sasuke, respondí esas misivas firmando con tu nombre y sello.

El aludido negó decidiendo si debía gritarle a su primo o exigir una satisfacción.

¿Cómo pudo ocultarle aquello?

Cada carta correspondía a aquel rey que mantenía cautivo a Itachi, solicitando una audiencia en privado para que pudiese ver a su hermano, al parecer las cartas habían sido enviadas simultáneamente con las que solicitaban una negociación que su padre hubo aceptado, pero estas en particular debían mantenerse en secreto como prueba de buena voluntad o al menos eso venía escrito.

—           Cuando… — apenas musitó.

—           La última carta llegó hace unos días, te las muestro porque depende de ti esa respuesta… porque tendrías que presentarte solo.

—           ¿Y ahora vienes a decírmelo? — Frunció el entrecejo poniéndose de pie para encararlo, — ¿qué pretendes con todo esto? — encajándole las hojas lo fulminó con la mirada.

—           Sasuke… te dejas guiar por tus emociones muy a menudo, no te lo dije porque no hubieses permitido que se llegara a un acuerdo y…

—           ¡¿Qué sabes tú de lo que yo haría?! — Estalló gritando — ¡eres tú el que está dejando a mi hermano a su suerte! ¿no eras su mejor amigo?

—           Jamás podría dejar a Itachi…

—           ¡Lo estás haciendo! — Interrumpió — te exijo como futuro rey que no vuelvas a ocultarme algo así y te prohíbo que hables con alguien más de esto. Si tu no vas a hacer nada por Itachi puedo arreglármelas solo.

Un pesado silencio prosiguió mientras intentaba sostenerle la mirada a Shisui, maldiciendo el temple del otro, tan capaz, tan admirable…

—           Como ordene su majestad — habló al final haciendo una leve venía acorde a su rango en la corte, dando media vuelta salió de su propia habitación dejando al más joven.

Sasuke bufó enojado, llevando sus manos a sus cabellos bajó la mirada para contemplar las blancas hojas de papel regadas en el piso, debía ayudar a su hermano, el tiempo no se detendría y cuanto más desperdiciara menos podría recuperar de Itachi.

 

 

 

~~~

 

 

 

Fue un murmullo, un susurro distante el que le despertó, como si alguien le moviese suavemente alejándolo del mundo onírico donde podía huir de su realidad por algunas horas.

Itachi se revolvió ante el insistente y quedo empujón en uno de sus hombros, abrió los ojos con pesadez parpadeando antes de espabilarse por completo, siseó quedito ante los dolores que lo asaltaban nada más despertar, creyendo que si era el rey quien importunaba su descanso como siempre, se giró pesadamente confirmando que el hombre de cabellos blondos continuaba profundamente dormido. Entonces se incorporó con toda la sutileza posible sin querer despertarlo, sus negros ojos de inmediato viajaron del pequeño tragaluz confirmando aun la noche para luego buscar entre las penumbras de la habitación la criatura responsable del leve ajetreo.

 

Un escalofrió le trepo la espina cuando un susurro llegó a sus oídos.

 

Una vez aplasté la tráquea de uno de mis hermanos, estaba enfermo pero fallé… su enfermedad también estaba en mi…

 

La confusa y espantosa oración sin pies ni cabeza le hizo voltear de golpe sin hallar nadie a su rededor… como odiaba los momentos en que el demonio le susurraba, le murmuraba de la fortuna que había tenido de llegar a ese reino, a su terrible situación.

 

Oh príncipe, ¿por qué no toma mi concejo?

Aplaste su tráquea, el rey duerme y morirá antes de despertar.

 

Abrió mas los ojos ante la proposición, aunque tuviese las manos atadas podría ejercer la suficiente presión en la garganta del otro con rapidez para ejecutarlo.

No sería la primera vez que matase de ese modo.

Pero si la primera vez que tenía al nefasto rey a su merced, el soberano evitaba dormir a su lado, seguramente temiendo un ataque pero en esta ocasión había pasado por alto eso, confiando en que debido al cansancio Itachi no podría despertar hasta el día siguiente.

 

Vamos dese prisa… ¿es que acaso no desea su libertad?

¿Quién cumplirá la amenaza del rey una vez muerto?

 

Vaciló temiendo que se tratase de una trampa, se inclinó sobre el durmiente confirmando una respiración pausada y rítmica, dormía no cabía la menor duda.

Entonces sus entumidas manos se acercaron al otro, sus dedos se extendieron con intención de sujetar con la mayor fuerza antes de despertarlo.

Pero justo en el instante que su tacto pudiese alcanzarlo alguien lo aprisionó por detrás, un brazo se cerraba sobre su propia garganta ocasionando la carencia de aire…

 

Mi príncipe… ¿Qué me daría a cambio de ayudarlo a huir?

 

La espantosa voz del demonio se coló en sus oídos y una fragancia pesada iba proliferándose en el ambiente, boqueó revolviéndose para liberarse.

 

Podría ser amante de la oscuridad… le haría sentir placer hasta llorar, no la agonía que padece frente al rey en cada ocasión.

 

Itachi se alarmó y más cuando una mano que parecía humana descendió por su torso posándose sobre su vientre hinchado. Y luego bajando más… mucho más…

 

Serías como un hermoso paisaje que se disfruta más al quebrar, incrusta tu cabeza firmemente entre mis muslos… eres hábil con ello. ¡Oh! Mi príncipe…

 

Pánico, pánico, era lo que sentía en aquel momento, si llegaba a convertirse en objetivo del demonio no tendría descanso ni en el mas allá. Solamente cuando una húmeda sensación y un nauseabundo lengüetazo recorrieron su mejilla es que se removió con fuerza, usando sus pies empujó al rey que aun dormía queriendo despertarlo.

 

¿Estás buscando protección en vuestro verdugo?

 

Fue lo último que le susurraron junto a una risa espeluznante antes de que el rubio despertase de súbito y como si lo hubiesen empujado Itachi le cayó encima consiguiendo respirar correctamente de nuevo.

—           ¡¿Qué haces?! ¡Quítate! — molesto el soberano le apartó poniéndose de pie dejándolo desparramado sobre el camastro, — ¿pensabas atacarme? — Naruto chasqueó la lengua presionando los puños.

Itachi no respondió, respirando agitado se acurrucó entre las sábanas, si estaba temblando no lo sentía, estaba seguro que desde esa noche ya no podría sentirse seguro con o sin la presencia del rey, rodeado de podredumbre y corrupción.

—           ¡Responde! — Exigió acercándose para tomarle de los cabellos negros para verle al rostro, paró al ver la expresión de pavor que el príncipe se esforzaba por ocultar, — ¿qué sucede? — moduló su voz pero aun oyéndose amenazante.

—           Has de saber que… — balbuceó quedito — pactar con un demonio… es la afirmación de jamás ver cumplida tu petición…

—           No me hagas reír — Naruto afiló una sonrisa tirando un poco más de las largas hebras negras, — eres tu quien no sabe nada, así que limítate a ser solo un juguete de noche que cuida a mi hijo— burlón lo soltó, dejándolo en el lecho fue por su camiseta ya que solo llevaba sus pantalones de lino, afilando su mirada por un instante creyó que alguien más se hallaba en la habitación… no sería ninguna novedad al ser contantemente hostigado por el demonio.

 

Itachi escuchó la pesada puerta abrirse y cerrarse confirmando que el rey lo había dejado solo, lejos de reconfortarse con ello la sensación de incertidumbre y terror le hizo levantarse, cubriéndose con las sábanas bajó de la cama con cuidado, observando en todas direcciones, en cada sombra donde aquel maligno pudiese esconderse.

Con los pies descalzos fue hacia el único lugar donde la luz de luna resplandecía pálida, curiosa coincidencia que fuese al pie de aquel crucifijo que Sakura colocase en la pared y al cual le rezaba por horas, agotado se acomodó en el piso apoyando su espalda contra el muro.

Quizá allí podría descansar hasta el amanecer.

 

 

 

~~~

 

 

Frustrado por su súbito despertar Naruto decidió salir a cabalgar en la oscuridad, le costaba bastante conciliar el sueño con los susurros que se colaban en sus oídos y el plácido sueño que experimentaba después de tanto fue interrumpido por el príncipe que tan solo intentó vanamente amedrentarlo.

Por supuesto que su trato sería cumplido a cabalidad, no estaba sacrificando tanto por nada y aunque leyendas muchas escuchó sobre hombres que vendieron sus almas al diablo a cambio de nada… embaucados por demonios, él sería la excepción.

Golpeó al corcel con su fusta apresurando el paso.

 

           ¿En qué piensa su majestad?

 

—           No quieras engañarme — musitó al viento que le golpeaba el rostro, — a este simple humano no podrás engañar.

Una risa hizo eco en el bosque que atravesaba antes de fundirse en silencio, pronto solo el sonido de los cascos de su caballo aplastando ramas y hierbas fue lo único claro.

Un ocasional silbido y un aullido a lo lejos le hicieron compañía en medio de sus pensamientos y cuando se dio cuenta había cabalgado lo suficiente para que el alba estuviese próximo.

Vagos recuerdos le llegaron al notar conocido el paisaje, el claro en el bosque de sus sueños infantiles, cuando vivía con su madre, cuando aún no era un príncipe, ni mucho menos un rey. Tiró de los estribos deteniendo al equino para poder bajar, ató al animal cerca de un arroyo para que pudiese beber agua y acomodando mejor su sobretodo gris se adentró en medio de las bonitas flores que crecían como un cerco colorido.

A pasos firmes fue reconociendo cada vez un poco más, sorprendentemente fue sintiéndose más ligero a medida que se aproximaba a la pequeña cabaña en medio, como si de repente todo su cansancio fuese disminuyendo.

Una cálida sensación le envolvió y se detuvo confirmando que los murmullos en sus oídos habían cesado del todo, solo el trinar de algunos pajarillos le alcanzaron. Inspiró hondo disfrutando de la repentina paz que lo embargó como no recordaba.

Y como si de una fábula infantil se tratase vio las plantas y flores que su madre cuidase en el pequeño jardín al lado de la entrada de la casa brillante, cuidadas por alguien florecían esplendidas, hace años que no visitaba aquel lugar, seguramente alguien más había osado tomar posesión de su antiguo hogar.

Ligeramente enfadado se apresuró hacia la cabaña notando la puerta algo enmohecida y polvorienta, asegurada precariamente evidenciaba no haber sido abierta hace mucho, de un empujón consiguió hacerse paso y un manto de polvo se elevó de inmediato haciéndole toser.

Los primeros rayos de sol se colaban por las ventanas algo sucias y por la misma puerta, cálidos iluminaban el piso de madera adornado de utensilios tirados en el piso.

Como sus vagas memorias tenían grabadas sus últimas visitas luego de la muerte de su madre. Naruto suspiró, caminó lento con la nostalgia llenándole, casi podía oír su risa infantil y las palabras amorosas de su progenitora, como le llenaba de mimos y le cantaba nanas para dormir.

Hermosas tonadas que le tarareaba con dulzura, no fue consiente en que momento quedó sentado en el piso jugando con el pequeño trompo de madera que usase cuando niño, perdido entre anhelos pasados deseando revivirlos, fue solo entonces que su cerebro pareció recobrar lucidez, recapitulando todas sus acciones desde el día en que se topó con aquel demonio y cedió a toda esa locura.

—           ¡Oh Dios! — exclamó espantado de su propio proceder, se puso de pie cubriendo su boca al recordar sus profanas acciones; las lágrimas de Sakura y más vívidamente las injurias cometidas a aquel príncipe cuya única culpa fue toparse en su camino aquel aciago día. Caminó de un lado a otro asqueado por sus pecados, su respiración se iba acelerando produciéndole un mareo agotador, le habían abierto las puertas del infierno y lo estaban arrastrando dentro.

Naruto se detuvo abrupto tragando pesado, sus zarcos ojos fijos se mantuvieron en la cruz de flores colocada sobre el dintel de la puerta rememorando como su madre las elaboraba con cariño colocándolas en los árboles y cerca de cualquier lugar al que Naruto temiese ir solo asegurándole que todo estaría bien.

No tengas miedo mi Naru, te prometo que siempre voy a protegerte…

La dulce memoria maternal le hizo sentir fatal, el vértigo le obligó a cerrar los ojos a riesgo de deshacerse en arcadas, se dejó caer de rodillas sintiendo el fino sudor correr por su frente, sus dedos presionaron con fuerza en los tablones rechinantes y una dolorosa punzada en el corazón quiso hacerle sollozar, cuan avergonzada estaría su madre de lo que había hecho.

¿El trono valía todo aquello?

¿En verdad su pueblo caería en ruinas solo porque faltase un heredero?

Solo con sus pensamientos y culpas, por un instante pensó en terminar con toda esa insania, no podía continuar con tal monstruosidad, debía dejar marchar al príncipe y acabar con el sacrílego pacto hecho. Se puso de pie dispuesto a cumplir con ello, pero al salir de la pequeña casa sus azules ojos observaron sorprendidos como un pequeño niño de no más de diez años regaba las flores del jardín.

Ajeno al hombre que lo observaba el infante continúo con una sonrisa en el rostro, tomándose el tiempo de regar cada lugar donde las flores blancas y amarillas florecían radiantes por sus cuidados.

—           ¿Tú las has estado cuidando?

Brincó asustado cuando le hablaron, dejando caer su pequeño cubo de agua observó al rubio con algo de miedo.

—           Yo… ¡lo-lo lamento! — Se disculpó retrocediendo — las flores eran tan bonitas que… n-no quería que se marchitasen…

—           Te lo agradezco — dijo y dibujó una sonrisa pequeña, tan suave pero que le llenó de confort al no haber podido esbozar el simple gesto en meses, — yo solía vivir aquí.

—           ¿En verdad? — Los grandes ojos marrones se abrieron más curiosos, de cabellos oscuros y sonrisa incompleta dio un paso hacia adelante en lugar de retroceder, — ¿va a vivir aquí de nuevo? Siempre me preguntaba de quien era esta casa, mi padre no le gusta hablar de esta parte del bosque.

—           Hn… era muy pequeño y me fui hace mucho, las flores eran de mi madre y hubiese sido una lástima que se marchitasen sin ningún cuidado.

—           ¡Son muy bonitas por eso las estoy cuidando!

—           Oh, eres un buen muchacho, ¿cuál es tu nombre?

—           E… mi padre no me deja darle mi nombre a desconocidos.

—           Haces bien — Naruto buscó entre el morral que llevaba la pequeña bolsa donde portaba su dinero, sacando una dorada moneda se la ofreció al niño, — no puedo vivir aquí así que te pagaré para que sigas cuidando las flores, ¿te parece?

Algo confundido el infante negó, — no puedo aceptarlo señor, yo cuido las flores porque me gusta.

Hace tanto que no hablaba con uno de sus ciudadanos que Naruto se sintió pequeño y miserable, aquel niño de ropa maltratada y rostro delgado al parecer tenía más principios y valores que él mismo, — sería descortés de mi parte que hagas un trabajo gratis, ¿quieres ser el jardinero de esta pequeña casa?, solo tienes que venir a regar las flores y cortar la maleza que quiera quitarles espacio.

—           ¿Un trabajo? — Esta vez el pequeño pareció pensárselo mejor, — ¿cómo mi padre?

—           Si — asintió — así podrías ayudar en tu casa y a tus hermanos, seguro que tienes varios, — le vio asentir, — esta es tu paga por ahora, la próxima vez que venga te daré otra moneda.

Aun algo temeroso el pequeño aceptó la moneda de oro que le dieron, — pero es mucho… — a pesar de ser joven conocía muy bien el valor del dinero.

—           Mi madre amaba estas flores, así que es una paga justa. Ya debo irme, te veré en otra ocasión, solo te pido que no olvides cuidarlas, — dio otro vistazo a los capullos florecientes antes de emprender su retorno.

—           ¿Puedo saber su nombre señor?

—           Naruto.

 

 

 

 

Con la grata sensación que le dejó aquella visita a su antiguo hogar fue alejándose de la cabaña y del perfume de flores decidido a terminar con toda la locura a la que había arrastrado a inocentes… pero su férreo deseo fue menguando a medida que se iba alejando, al igual que los radiantes rayos de sol que lo calentaron… fue sintiendo ese frío invernal de nuevo a pesar de que el astro luminoso ya lo cubría todo…

Y la idea de dejar morir a su primogénito ya no era una opción…

Todas sus acciones volvieron a sentirse justificadas, todo su proceder ya no era erróneo.

Sacrificar su alma ya no parecía ser una condena sin con ello salvaba a su hijo y reino.

Más abajo, más abajo, ya que más daba si seguía cayendo más abajo.

La tenue sonrisa que esbozase desapareció en cuanto llegó de nuevo al lugar donde dejó a su caballo y se sintió como un cobarde por haber considerado dar marcha atrás, sentir pena por el soberbio príncipe que calentaba su lecho, por los lloriqueos molestos de Sakura.

 

Mi rey… su aroma es nefasto… debería quemar aquel lugar, todo el bosque, deshágase de todo impedimento.

 

—           Guarda silencio — bufó subiendo al caballo, aunque no lo admitiese esa era una buena idea, quizá más adelante podría hacerlo, deshacerse de ese sucio lugar.

 

 

 

~~~

 

 

 

Siempre le costaba bastante vestirse al tener las manos amarradas, pero Itachi había aprendido a arreglar precariamente su cabello y cambiar su atuendo en aquellas circunstancias, la mujer de nombre Sakura poco solía ayudarle por temor al rey, limitándose a dejarle comida y agua no había vuelto a responder a sus preguntas desde hace semanas.

Itachi suspiró aun sentado en aquel lugar disfrutando de la poca luz que le llegaba, agradecido por haber podido dormitar en relativa calma las horas antes del amanecer, le dolían las muñecas amoratadas por la soga que las aprisionaba y los ligeros cortes que siempre llevaba en los labios debido a golpes y bofetadas.

Cerca de lo que consideró medio día la puerta se abrió de nuevo dejando entrar al rey, sus cansados ojos negros siguieron al gobernador levantando la mirada cuando este dejo caer hojas de papel al piso.

—           Esta carta la escribirás tú, si tu adorado hermano no acepta reunirse contigo creo que deberías reconsiderar sacrificarte tanto por él, — comentó con burla usando la punta de su fusta para obligarlo a levantar más el mentón — se agradecido y ponte a escribir de una vez.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Nota: Cuando hago referencia a la cruz de flores de Kushina no me refiero necesariamente a fe religiosa (pero por la época en la que está ambientado lo dejé en una cruz), sino a un sentimiento de amor incondicional, como el de una madre. Más adelante lo iré aclarando mejor junto a la historia de Naruto y sus padres.

 

Saludos, siento la demora, pero poco tiempo y muchos problemas me quitaron inspiración, tenía este capítulo ya escrito pero sin corrección, si hay algún error lo siento mucho, gracias por las lecturas y comentarios, nos leemos en el siguiente, cuídense.

Yae.


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