Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Maleficio por Yae

[Reviews - 106]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Olvide hacer el descargo de responsabilidad en el primer capítulo.

Los personajes usados de Naruto-Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

 

 

Primera parte

 

 

 

La lluvia había cesado ya hace horas, dejando la tierra húmeda y lodosa, llenando el mausoleo de un olor extraño entre humedad y muerte.

Agobiante.

Naruto hacia horas que derramaba lágrimas indignas de un rey, hacia horas que se hallaba sentado sobre las rocas con el cadáver maltrecho de su reina a un lado, con el cuerpo de ese soldado enemigo más allá.

Con el desesperante ardor de su palma marcada volviéndolo loco.

Con los esporádicos truenos retumbando en las nubes grises que iban dispersándose.

Con la nefasta culpa y estupidez grabada en sus pensamientos.

—           Madre, padre… perdónenme — pidió perdón en medio de su atroz amargura, el actual rey apenas si pudo erguirse para deshacerse de su pesada y estorbosa armadura dejándola caer al piso.

El sonido de la coraza al chocar contra el piso se le antojó como los gruesos eslabones de una cadena.

Ya estaba condenado.

Y con su desesperación arrastró a todo su reino, al de Hinata… con su sandez había acarreado a todos a la perdición.

Su reino no se salvaría, al menos no ahora.

Arrastró sus pasos como si llevase plomo, un vistazo lento a su reina, a esa expresión de muñeca desarticulada, a ese vacío ensangrentado en sus entrañas.

¡Oh! ¿Cómo le pediría perdón? si ella seguro ya estaría en el paraíso, y él se calcinaría en el fuego del infierno.

Se dejó caer de rodillas al lado de su enemigo, también lucia macilento, como si le hubiese arrebatado más de media vida, se encargaría de quitarle toda… sus sucias manos se alzaron pesadas posándose sobre el cuello blanco presionando cada vez más.

Sintiendo el débil latir que pronto se habría de extinguir. Pero se detuvo de nuevo, su hijo estaba creciendo allí.

Su plan había fracasado, en cuanto le ofrecieron salvación debieron burlarse en su debilidad, era indigno de ser el rey.

¿Cómo habría de mantener el ejército de Hinata bajo su orden? Siendo su mayor preocupación Naruto no entendía en que momento durante las promesas de ese demonio dejó de pensar con claridad.

Hinata estaba muerta y los ministros se enterarían en cualquier momento. ¿Cómo explicarles algo tan profano? ¿Cómo decirle a cualquier devoto que vendió su alma para salvar solo a su hijo?

Lo acusarían de herejía, lo quemarían probablemente.

Un fallo tan evidente.

El fallo imperdonable.

 

—           Su majestad… los reyes no deben llorar.

 

Naruto sintió su sangre hervir al oír la raposa voz del menesteroso que lo engañase el día de ayer.

—           ¡Me engañaste! — Gritó liberando la garganta del otro hombre ahí antes de terminarlo — ¡te maldigo criatura de pesadilla!

 

La risa escalofriante se coló al helado viento recorriendo en un instante su entorno gris, — yo jamás lo engañé mi rey, yo cumplí con mi parte. Hice lo que usted me pidió.

—           Hinata está muerta… ¿Cómo haré para que nadie lo sepa? — se lamentó desdichado, no podría ocultar la muerte de su esposa en encargo, de haberlo podido hacer nada de lo hecho habría sido necesario.

—           Los seres humanos son tan curiosos — la voz fue acercándose, mas fiera, más grave, mas aterradora. Entre la maleza y las lápidas un zorro enorme emergió, de pelaje rojo y más grande que un simple lobo meneando muchas colas pareció sonreírle con sus amarillentos ojos. — Pueden jactarse de astutos y rastreros pero cuando llegan al límite de la desesperación olvidan todo rastro de coherencia… he visto humanos cortarse brazos y piernas para evitar morir, siendo que acaban igual con su vida cuando el vitae magno de su sangre se escabulle por completo.

El rey se mantuvo firme, recogiendo su espada del barro le apuntó, — termina con esto, llévate a ese infeliz — escupió refiriéndose al soldado que ayer le aprecio la única opción.

—           ¿Estás seguro? — Pareció gruñir acercándose en pisadas gruesas y aterradoras, — mi buen rey un trato debemos cumplir… no sufra, no se acongoje, yo lo ayudaré.

Tragó pesado ante la nueva oferta, no podía esperar auxilio de un demonio, no de nuevo — no hay nada que hacer… — suspiró derrotado dejando caer su arma para ir por su esposa, levantándola del piso entró al mausoleo donde sus padres yacían. A la tumba cuya pesada tapa movió fue depositándola, llorando de nuevo al no haber podido salvar a ambos reinos, volviendo a colocar el mármol en su lugar la dejó allí descansar.

Una vez regresó quedó de nuevo frente a ese hombre, debía matarlo… todo carecía de sentido ahora.

Los sonidos de cascos de caballos lo alertaron, Naruto se alarmó al oír voces acercándose.

El zorro había desaparecido.

Apresuró sus pasos en dirección del sonido, no podía permitir que lo encontrasen aun, aterrado oyó como esa tropa se acercaba más.

 

—           ¡Encuentren a sus majestades! ¡Revisen todo el lugar!

 

Sus azules ojos se abrieron más al reconocer esa voz, volvió entre sus pisadas apresurado pero al regresar los caballos le dieron alcance con rapidez.

—           ¡Su majestad!

El clamado de sus soldados le detuvo, Naruto no quiso girarse.

—           ¿Te encuentras bien Naruto? — La voz de su general lo obligó a girarse, sobre el caballo el jinete de cabellos rojos y cortos no tardó en bajar para acercarse a prisa —los buscamos toda la noche, ¿Dónde está la reina?

La pregunta le hizo temblar, la reina estaba muerta y con ella las esperanzas de todos.

—           Naruto… —habló más alto tomándolo por los hombros clavándoles sus ojos aguamarina.

—           Gaara… — balbuceó — ella esta…

 

—           Han tardado demasiado en dar con nosotros.

 

Como si oyese a un demonio el rubio giró como monigote viendo un fantasma frente a sus ojos, a su difunta esposa de pie sin el menor rastro de lesión.

—           Cuando nos enteramos revisamos todas las posibles rutas de escape desde su castillo, reina — el recién nombrado se inclinó a modo de respeto al igual que lo restante de sus soldados, oyendo los relinchidos algo nerviosos de los caballos de la tropa.

—           Es… — Naruto veía sin creer como su esposa estaba allí, como su reina podía seguir viva, creyó enloquecer. Apresurado fue a darle alcance rogando porque todo hubiese sido una pesadilla pero al estrecharla entre sus brazos un frío helado le recorrió, como si abrazase una muñeca muerta.

—           Mi rey… — le susurró al oído afilando una sonrisa que solo a él le permitió ver —…tiene mi benevolencia, porque nuestro trato debe concluir cual debe ser.

Sus ojos se abrieron desmesurados apartándose en el acto, no entendía como el demonio usurpaba la apariencia de su reina, si hace horas parecía un matusalén, una criatura sin energía.

Se sintió aun dentro de una pesadilla, ya empezaba a dudar de que solo se tratase de aquel trato, demasiadas casualidades se arremolinaban a su alrededor.

—           Debemos regresar — el pelirrojo le habló acercándose — esta zona está bajo riesgo de plaga y todos en el castillo esperan noticias, debemos informarles que todos están a salvo, no queremos crear más caos en el pueblo.

—           Regresemos Gaara… — apenas musitó apoyando su mano por exagerados segundos sobre el hombro de su general.

—           ¿Qué hacemos con el mi señor? Aun respira.

La interrogante de uno de los soldados le hizo voltear ante el hombre derrengado en el piso, en cuyo interior aún se encontraba su hijo… la única certeza que su corazón tenía. — Es un… prisionero… llévenlo a los calabozos… ya decidiré que hacer después… — habló lento y agotado.

Estaba enloqueciendo no cabía la menor duda.

 

 

~~~

 

 

Solo una vez dentro de sus tierras despertó, su primer reclamo fue por haber abandonado a su hermano en territorio enemigo, Sasuke le gritó al soldado que lo trajese sano y salvo.

—           Perdóneme su majestad — se arrodilló ante el príncipe de cabellos negros cortos y algo alborotados, de faz blanca, ojos negros y fieros. — Obedecía al heredero al trono.

—           Con mayor razón debiste quedarte a protegerlo — escupió con frialdad arrojando al piso todo las mantas que lo protegieron la noche anterior, — debemos encontrarlo cuanto antes.

—           Mi señor… — dudó, en las lamentables condiciones que estaban no podrían encontrarlo sin arriesgarse de nuevo — lleguemos al puesto de la avanzada, de seguro que las demás tropas regresaron.

—           Las que no están muertas — reclamó sintiendo una punzada en la frente donde la sangre seca de su herida aun no cerraba del todo — debemos encontrarnos con Shisui cuanto antes. —Subió al único caballo queriendo partir a todo galope — regresa por las colinas allí aún debe haber uno que otro espía refugiado cerca de quebrada.

—           Si mi señor — sin más opción tuvo que ver como el príncipe de su reino se marchaba dejándolo ahí, al menos había bebido algo de agua de un rio. Tendría suficiente energía para llegar al uno de los pequeños puestos que habían cerca de allí.

 

 

 

~~~

 

 

Casi sin haber combatido Naruto sentía el agotamiento mayor al de cualquier batalla que hubiese enfrentado, cuando llegó al fin a sus habitaciones seguido de “su esposa” mando a todos a salir pese a los reclamos de revisar sus heridas.

 

—           Naruto no puedes actuar de esta manera — Gaara le habló desde afuera de las puertas, — un médico de la corte debe revisar a la reina y a ti también.

—           Estamos bien — deseaba estar solo y abandonarse a su desolación por unos instantes al menos.

—           Si no permites que los atiendan…

—           Sakura sabe de medicina — interrumpió antes de que la amenaza llegase — mándala a llamar.

—           De acuerdo.

 

Oyó la aceptación de su general antes de que los pasos metálicos se perdieran en el inmenso pasillo, Naruto suspiró yendo a quitarse los ropajes ensangrentados y maltrechos. Por más que buscó en la gigantesca habitación no halló a la impostora.

No podría mantener el engaño.

Ya no podía afirmar que era realidad y que fantasía.

—           No tema mi rey… nadie lo averiguará.

Se sobresaltó ante la voz rasposa de nuevo, aquel mendigo grotesco volvía a aparecer de entre las sombras del rincón.

—           ¿Qué planeas? — le miró con el ceño fruncido.

—           Debería ir a ver a la actual “madre” de vuestro hijo — se burló ignorando la acusación — un calabozo no es el mejor lugar para que el futuro rey permanezca.

—           Me has engañado — sus facciones se mostraron más rabiosas — estoy seguro de que buscas algo… me has seducido para que…

—           Yo no soy culpable de vuestra estupidez — interrumpió — si usted olvidó cosas tan importantes por la desesperación de salvar a vuestro heredero yo no intervine. Si hasta podía sentir que deseaba deshacerse de esa débil mujer.

—           ¡Mientes! ¡Has fraguado todo esto!

—           Oh mi rey, estamos en este trato hasta que se cumpla — el indigente fue acercándose casi arrastrando sus grotescos pies — usted no perderá ni las tierras, ni oro, ni el ejército de la reina muerta… los conservará hasta el día de vuestra muerte. En ese momento yo cobraré mi recompensa.

—           Mi alma no vale tanto — soltó a la ligera.

—           ¿Está usted seguro?

No podía distinguir ninguna facción a través de esas sombras pero parecía estar sonriendo, burlándose de su sufrimiento, de su ingenuidad, del pensar que un demonio podía ayudarle.

—           Dios… — suspiró sintiéndose más agotado.

—           No está aquí majestad… no lo estará… solo usted y yo.

 

Entonces la campanilla sonó, Naruto respingó acercándose a prisa para abrir la puerta seguro de que el demonio se escondería, de todos modos tenían un trato.

—           Naruto… estoy aquí — la voz aguda de una mujer se oyó del otro lado.

—           ¿Estás sola?

—           Sí.

Solo ante el asentimiento abrió la puerta, — Sakura… — la mujer de cabellos rosados cortos y ojos claros le miró ligeramente consternada.

—           Gaara dice que no quieres que un médico los revise.

—           Estamos bien, no es necesario.

—           Hinata está en cinta, si lo es.

—           Para eso te necesito — la tomó de un brazo metiéndola dentro de la habitación — si alguien pregunta dirás que la revisaste y que todo está bien.

Los ojos jades miraron preocupados, aquel era su amigo de infancia y se veía demasiado agobiado luego del ataque en el castillo de la reina, — pero…

—           Hablaremos después Sakura.

—           Pero… — repitió deseando oír un mejor argumento.

—           Como rey te lo ordeno — afiló su azur mirada sujetándola por los hombros — como amigo te lo pido — agregó casi suplicante.

Con la nula información que le daban, con la precaria apariencia de cansancio del rubio, con las descabelladas peticiones, aceptó. Asintió dando un vistazo fugaz a los aposentos reales tratando de ver más allá de las cortinas el lecho nupcial donde seguramente la reina estaría descansando.

—           Debo ir a los calabozos, manda a llamar guardias y nadie tiene permitido ingresar a menos que yo lo autorice. Espérame aquí hasta que regrese.

Solo pudo asentir de nuevo cuando salió junto al rey cerrando las grandes puertas bellamente acabadas. Vio a su rey y amigo caminar macilento atravesando los pasillos que el mismo ordenó vaciar y estuvo tentada de ingresar de nuevo pero se contuvo, tan solo se arrimó a la gruesa madera deseando escuchar algo pero sin lograrlo.

Un escalofrío invernal en los corredores la hizo temblar.

 

 

 

~~~

 

Nunca los escalones de piedra que descendían a los calabozos le resultaron tan largos, con sus pisadas resonando, sentía que no estaba yendo a ningún lugar, girando en un bucle infinito donde solo oscuridad se divisaba abajo.

Naruto se detuvo sintiéndose mareado, susurros incomprensibles se colaban en sus oídos como el día anterior, esos murmullos de ultratumba que lograban embotarlo, acercarlo a la demencia.

— Señor.

La voz de uno de los guardias le hizo reaccionar, hace mucho parecía haber llegado a ese lugar.

— Donde… — inspiró hondo — está el prisionero que trajeron.

 

 

 

~

 

 

Todo a su alrededor parecían rostros gastados, paredes roídas y caras sin expresión, como angustiosa pesadilla estas se derretían cual cera en el fuego. Sus entrañas dolían, como si le hubiesen arrancado parte de ellas, su cabeza retumbaba incesante trayéndolo del mundo de la inconciencia con una dolorosa bofetada.

—           ¿Lo recuerda su majestad?

Una voz conocida llegó a sus tímpanos junto a las imágenes de ese encuentro con aquel encolerizado soldado, que histérico estuvo a punto de matarlo. Como era arrastrado hasta un cementerio y una demencial oscuridad le consumía entero jugando con sus vísceras, abriéndole el abdomen e introduciendo algo allí.

Al fin pareció reaccionar abriendo los negros ojos con cierto pavor, quiso incorporarse pero todo su cuerpo estaba demasiado apaleado, sus extremidades no le respondían y el dolor interminable en su estómago le provocaba gritar de agonía.

—           Sois muy afortunado príncipe, los sueños en los que uno muere son deleitosos, lo mejores.

Quiso entornar la mirada al lugar de donde la voz lo agobiaba con frases que no entendía.

Pero el sonido de la pesada y oxidada puerta al abrirse captaron su poca lucidez, junto a la luz de unas velas una silueta conocida se divisó. Vano intentó hizo por levantarse sin conseguirlo, la puerta volvió a cerrarse y la figura se acercó inclinándose delante.

—           Estas despierto — dijo con tono neutro.

Pudo verle mejor cuando lo tomó de los cabellos para levantarlo haciéndole presionar los dientes por la molestia; los ojos parecían ser azules reflejando la llama del fuego que iluminada precariamente el calabozo, la piel ligeramente oscura, el cabello rubio y unas marcas adornando las mejillas.

—           Lo está, mi rey — oyó de nuevo la voz extraña esta vez dejando que unas sombras amorfas se aglomeraran en una de las esquinas de la piedra donde se hallaba.

Lo liberaron dejando que el peso de su cabeza cayera al duro suelo, siseó quejándose pero reuniendo la suficiente energía para levantar su torso del piso, sus agotados brazos pudieron incorporarlo lo suficiente para ver a la misma altura a ese hombre rubio de cuclillas.

—           ¿Tu nombre?

—           U…Uchiha… Itachi… — dijo con dificultad, con la mandíbula adolorida por los golpes proporcionados por esa persona.

Le vio presionar los dientes al oírlo, seguramente ya sabría quién era.

—           No es cierto… — dijo para sí poniéndose de pie caminando de un lado a otro, maldiciendo entre dientes — tú no puedes ser el hijo del rey enemigo — le miró amenazante — sin escolta, sin tropas… solo y herido.

—           Tú tampoco… llevabas ni un soldado a tu lado — rebatió con voz pastosa rememorando el encuentro, sintiendo como muy lentamente su lengua recobraba su movilidad.

—           Eres mi prisionero ahora, así que guarda silencio, solo hablarás cuando yo lo autorice. Veo que no eres un ignorante, reconoces al rey de estas tierras.

—           Mi padre estará dispuesto a negociar por mi libertad.

—           No sucederá — sentenció tajante deteniéndose para verle de nuevo con esa espeluznante atención, — no he vendido mi alma para perderlo todo.

La extraña confesión le hizo girar para buscar ese cumulo de sombras que en rincón parecían moverse como enjambre de arañas.

—           Veo que ha recapacitado mi rey — la negrura habló — no se angustie, todo marchará a la perfección si toma en cuenta mis concejos.

Oyó una risilla del rubio, — eso no sucederá, pero hasta que se cumpla el trato tú me ayudarás. Y tu — lo enfocó de nuevo — supongo que recuerdas que sucedió ayer.

Itachi vaciló aun sin asimilar bien que sucedía, su enemigo lo tenía prisionero y hasta donde podría comprender practicaba la hechicería.

—           Vea la cicatriz, está allí.

Y antes de que pudiese reaccionar se vio de nuevo apresado por sus largos cabellos siendo sometido contra el piso mientras trataban de retirarle parte de sus ropas, como pudo se debatió tratando de quitarse de encima al agresor. Jadeó adolorido cuando la fría mano de ese hombre que era rey se coló  en su abdomen ensañándose con el dolor que resentía en esa zona.

Lo soltaron luego de unos instantes haciéndole jadear agotado, necesitaba descansar, — necesito confirmarlo… — escuchó murmurar al blondo a medida que ese helado vaho se acercaba a su rostro — presta atención; eres mi prisionero ahora, tu vida está en mis manos. Tu ejército ha retrocedido y tu reino caerá dentro de poco, porque mis tropas son mucho mayores ahora.

La fría mano de quien parecía más joven volvió a apresarlo por el cabello, tirando con demasiada fuerza forzándolo a mirarlo a los ojos, ese azul se veía demasiado muerto. — Mi reino no caerá… — alcanzó a decir casi en un murmullo.

El rey sonrió afilando su mirada, — el mío tampoco.

 

 

 

Naruto soltó al supuesto príncipe enemigo, dejándolo en el piso buscó al demonio en esa prisión, — seguirás siendo Hinata mientras lo necesite… — habló esperando oír al zorro o al menesteroso.

Una risa escalofriante resonó, — cuenta con mi benevolencia mi rey.

De la oscuridad su falsa esposa surgió, tan idéntica e irreconocible, ambiguamente enfermizo. — Si podías usurpar la apariencia de mi esposa nos hubiésemos evitado esto desde el inicio — reclamó dando una mirada fugaz al pelinegro que yacía en el piso con la ropa ensangrentada, tan desagradable.

—           Cuando pactamos el trato yo no podía hacerlo, este solo es un disfraz — ella habló con voz grave y lúgubre, acercándose a paso delicados como una doncella, — majestad, ¿en verdad deseaba que un demonio gestase a su heredero? — se mofó ya demasiado cerca, las finas uñas  se clavaron como cuchillas en su propio vientre.

Naruto miró perplejo como la criatura se hería a sí misma, pero en lugar de que sangre brotase, un alquitrán mal oliente brotó del abdomen del demonio, como si solo hubiese esa nauseabunda sustancia en lugar de entrañas.

—           No podría hacerlo, por ello necesitábamos a un ser vivo — sonrió desencajada acercándose más, aprovechando el parecido con la reina — hasta un perro hubiese servido.

Los ojos azules se abrieron enormes, la apartó de un empujón mandándola al piso oyéndola reírse en tanto se embadurnaba la sonrisa descolocada con la negra secreción que brotaba de si, — no te acerques a mí.

—           ¿Resulta mejor un ser humano verdad? Así sea un hombre y no una mujer — agregó girándose hacia el prisionero ya de nuevo inconsciente, — consulte con quien guste, un médico de su corte, un hereje si prefiere, pero tenga la certeza de que vuestro hijo crece en el príncipe enemigo. Es buena idea que ahora él sea vuestra mujer.

Cada palabra impía que el demonio pronunciaba le llenaba de asco, Naruto negó deseando olvidar la repulsiva insinuación.

Rogó al cielo no enloquecer.

 

 

 

 

Notas finales:

Saludos, muchas gracias a quienes le han dado una oportunidad a esta fumada historia, que espero no se ponga más fumada (:D), con el paso de los capítulos trataré de ir resolviendo las dudas. Nos leemos el siguiente fin de semana. Cuídense mucho.

Yae.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).