Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entronado - Yuri on Ice - por CELESTE_KAIRI

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Que disfruten la lectura...

 

– Capitulo II –

(Encuentros)

 

Caminaba con lentitud por el enorme pasillo frente a ella, enormes cuadros así como viejas pinturas adornaban el lugar siendo testigos de su llegada a palacio. Los guardias que la rodeaban caminaban a su ritmo, impidiendo que se detuviera o cambiara de dirección. No podía evitar sentirse atrapada, incluso en su reino la guardia real de Nueva Hasetsu se había hecho presente, aun cuando estos solo  estaban para cuidarla no podía encontrar otro motivo más que el control sobre de sus pasos y vida diaria. Soltó un largo suspiro de cansancio, logrando con aquello que la joven que caminaba a su lado girara su rostro.

─ Mi señora ¿Está todo bien? – logrando que la misma girara su rostro para verle.

─ Si, no te preocupes Freya.

Freya, era una joven de largos cabellos oscuros, ataviada con un antiguo traje ceremonial y cuyos ojos mantenía cerrados por causas desconocidas al menos para aquellos que no pertenecían a la familia real de Altissia, logrando con aquello que la presencia de dicha doncella fuera un completo misterio para aquellos que se cruzasen en su camino.

─ ¿Está segura de eso? ─ volvió a preguntar aun no convencida de las palabras de su señora.

 ─  Es solo que... ─ desvió la mirada.

─ Tranquila, todo estará bien, tras el baile volveremos a Altissia.

─ No es eso lo que me inquieta  Freya ─ contesto con pesar ─ es solo que, últimamente...

Se detuvieron de golpe cuando estuvieron a pocos metros de una enorme puerta.

─ Anunciare su llegada – dijo uno de los guardias, quien se alejo para tocar la puerta y adentrarse en su interior.

─ Mi señora.

─ Te lo diré más tarde – aseguro.

Unos minutos más tardes el guardia salió de la habitación para acercarse a la joven e informarle que a recibirían. Yuko asintió caminando en conjunto de Freya entrando a la habitación, donde, una hermosa mujer de cabellos Rubios, ojos color verde ataviada en un hermoso pero sencillo vestido color azul, le sonrió al verle ingresar.

─ Yuko – le llamo alzando sus brazos para envolver el cuerpo de la menor en un fuerte abrazo.

─ También me da gusto verle reina Anora – dijo con una suave sonrisa en su rostro.

─ No puedo creer lo hermosa que estas – haciendo que la menor diera una vuelta – nadie pensaría que hace poco diste a luz.

─ De eso hace dos meses.

 ─ Princesa – le llamo Freya.

─ ¿Qué sucede?

─ Mientras usted habla con la reina, iré a organizar las cosas para esta noche.

─ De acuerdo, te encargo el resto Freya.

─ Como ordene Princesa, reina Anora – haciendo una pequeña reverencia ante ambas mujeres para salir de la habitación segundos después.

Cuando la puerta se cerró dejando a ambas solas en aquella habitación, el silencio se apodero rápidamente del ambiente, siendo roto por la suave voz de la reina.

─ ¿Cómo están Las pequeñas y tu esposo? – haciendo un ademan con su diestra para que tomara asiento.

─ Ellos se encuentran muy bien, gracias por preguntar – acomodándose sobre su asiento.

─ Me alegra escucharlo, escuche los nombres que finalmente les dieron a las pequeña debo decir que son… Únicos – riendo levemente sin poder evitarlo.

─ Mi esposo y yo amamos el patinaje desde jóvenes así que, no fue difícil decidir – afirmo – pero ¿Cómo va todo? ¿Todo bien con el príncipe Yuri? Freya me comento que lo ascendieron en su nivel de entrenamiento.

─ Si, mi hijo resulto todo un prodigio para el entrenamiento y están planeando unirlo a la caza muy pronto – bajando la mirada.

─ ¿No es muy joven para ello? Solo tiene diez años.

─ No lo harán aun – aclaro con tristeza – Yuri no tiene la sangre de los Nikiforov por lo cual jamás podría ser tomado en cuenta para el trono, considerando que Víctor es el primogénito del rey –Apretando con fuerza la tela de su vestido – El rey planea que Yuri se vuelva el general de todos los cazadores por su capacidad latente y su nivel estratégico, cuando tenga la edad suficiente lo hará oficial.

Yuko observo el rostro de la reina, la frustración y la impotencia que esta demostraba por no poder ir en contra de los deseos de su actual esposo.

─ Se que es difícil Anora – hablo dejando reposar su mano sobre la contraria – Pero todo esto por lo que estamos pasando finalmente tendrá su final, ya lo veras.

─ Lo entiendo Yuko – asintió con un leve movimiento de su cabeza – Cambiando de tema ¿lista para el evento de esta noche?

─ Tanto como pueda estarlo –emitiendo un tono de voz que preocupo a la reina.

─ ¿Sucede algo? Te noto algo… Inquieta.

─ No lo sé, desde hace días tengo este presentimiento que no me ha dejado dormir adecuadamente  – llevando su mano izquierda hasta su pecho.

─ ¿Un mal presentimiento?

─ No, no es ese tipo de presentimiento es… Diferente, es como si esta noche fuera distinta, como si dentro de pocas horas ocurrirá algo inesperado, un evento que cambiara nuestras vidas para siempre – aseguro con un tono de seriedad en su voz.

─ Yuko.

 

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

 

─ No tienes buena cara ¿tan mal fue tu audiencia con el rey?

El albino no contesto ante la pregunta, simplemente se dejo caer sobre el mullido sofá, hundiéndose en el todo cuanto le fuera posible. Aun no lograba despejar su mente de aquella escena vivida con su padre, odiaba que tomara decisiones que afectarían toda su vida, manipulándolo al punto de controlarlo como si se tratara de un súbdito más y no de su primogénito.  Cerró sus ojos, tratando con aquello borrar el evidente enfado que aun llevaba consigo.

─ El príncipe sigue enfadado – contesto Noel al ver que el nombrado no daba señales de querer hablar.

─ Si tan solo siguieras las ordenes que el rey te da no habría necesidad de las constantes discusiones que tienen Víctor – cerrando el libro que estaba leyendo, para dejarlo sobre la pequeña mesa enfrente suyo y tomar su taza de café.

─ Jamás comprenderías Georgi – hablo al fin – no es a ti a quien manejan su vida como a un títere.

─ Eso es porque yo no soy el futuro dirigente del mundo – tomando un sorbo de su te.

El de ojos azules volteo a verle sin ninguna expresión en su rostro. Quien los observara no podría creer que ambos convivieran de forma armoniosa sobre todo recordando sus inicios. Georgi Popovich era su primo político,  sobrino de la reina Anora su actual madrastra. Cuando se conocieron el día de la boda, hacia más de siete años, de inmediato creció una enemistad entre ambos, sobre todo mas por parte del azabache que constantemente competía contra Víctor, fuera el tema que fuese, hasta que un día ambos compartieron habitación en Altissia fue que comenzaron a tratarse, comprendiendo que tenían muchas cosas en común.

Pero aun con todo eso, le molestaba un poco cuando su primo comenzaba  a tener razón sobre respetar la orden del rey, pero el aun cuando deseara obedecer no podía, necesitaba sentirse dueño de su vida y no un muñeco al cual manejan sin más.

 ─ Tienes suerte de no serlo – contesto levantándose para quedar sentado sobre el sofá.

─ Lo que sucede es que es difícil para usted seguir las ordenes príncipe – Noel se cruzo de brazos mientras lo observaba.

─ ¿Se puede saber de qué lado estas? – Mirándole de reojo – se supone que eres mi mejor amigo.

─ Lo soy, pero también soy tu guardaespaldas además de consejero, mi deber es hacerte ver cuando estas mal.

─ Noel, creo que deberías rendirte – Georgi dejo su tasa sobre la mesa – Mi primo jamás seguirá las reglas.

─ Adoro cuando se ponen en mi contra – rodando los ojos.

George simplemente soltó una leve risa al ver el comportamiento tan infantil de su primo.

─ Cambiando de tema y dejando de lado tu muy infantil actitud... ¿Cuándo te vas a cortar el cabello? Creo recordar que el rey te lo pidió hace meses.

─ No lo hare – murmuro – sabes el porqué – apoyando su codo sobre el respaldo del sofá.

El cabello de Víctor era admirado por muchos, ya que su color no era muy usual por lo cual la mayoría quedaban fascinados al ver como esta se movía con gracia cuando patinaba o simplemente el viento lo movía cuando salía de palacio, aunque para su padre le recordaba tristemente a su difunta esposa a la cual Víctor era muy parecido. Recordaba que durante su niñez  siempre tuvo el cabello corto puesto que le causaba un poco de molestia que todo el mundo se le quedara viendo si le llegase a crecer,  aun cuando su madre con suaves palabras trataba de hacerle ver que solo observan lo hermoso que era, simplemente pedía que lo cortasen cuando este crecía solo unos centímetros. No fue hasta que su madre falleció en aquel incidente que decidió dejarlo crecer en su honor y juro no cortárselo nunca, puesto que verse al espejo le hacía sentir, de una u otra forma, que ella seguía a su lado.

─ Deberías cortarlo – Víctor le miro con enfado – Solo es una sugerencia, después de todo el recuerdo que guarda con él es una pesada carga para ti.

─ Lo pensare─ soltó en un débil susurro – Desde que llegue me he estado preguntando ¿Dónde está Makkachin? – pregunto tratando de cambiar el rumbo de la plática.

─ Yuri lo llevo consigo a las costas a pasear en compañía de un grupo de guardas, dijo que estaba a aburrido de entrenar todo el día.

─ Así que Yurio se lo llevo… Veo que aunque no lo admita el encanta estar con él – dibujando una sonrisa de medio lado en su rostro.

─ Príncipe, sabe que el joven Yuri desaprueba ese apodo que le dio.

─ No sé por qué lo odia, si lo hice para que no lo confundieran con el antiguo príncipe de Nueva Hasetsu.

─ Dudo que confundan a mi primo con alguien que esta… Bueno, muerto – rebatió Georgi.

─ Se llaman igual – encogiéndose de hombros.

Georgi simplemente negó con su cabeza ante las palabras del albino.

─ Supe que rechazaste a la hija del presidente Efraín – hablo con seriedad haciendo que el buen humor de su primo se esfumara ─ ¿No era lo suficientemente atractiva para ti?

─ La joven Emeraude era muy hermosa, si me permite decirlo – agrego Noel.

─ Tu sentido acerca de lo hermoso en esta vida difiere mucho del mío Noel.

─ Es porque usted vive encerrado en su mundo alteza.

─ entonces… ¿Cuál fue la razón? – llevando su mano izquierda hasta su mentón –

─ Pues… No me atrajo en absoluto.

─ ¿Seguro? ─ volvió a preguntar George ─ No se debió a ... ¿Cómo le dijiste? El ángel que viste hace dos años en el lago en la parte norte de la ciudadela.

─ Príncipe  ─ le llamo Noel captando hacían donde se dirigía la conversación– no me diga que la razón de su rechazo fue por ese encaprichamiento que tiene por esa persona que vio solo una vez y que, a mi parecer, quizás solo fue una ensoñación de su parte.

─ No fue una ilusión, le vi – aseguro.

─ Víctor, seamos realistas ¿Quién en su sano juicio estaría patinando en un lago a las a fuerzas del reino a esas horas? Sobre todo porque en su mayoría,  todos están en el instituto, trabajando o entrenando.

─ Escuchen no es un capricho de mi parte  ─ logrando con aquello que tanto su primo como su consejero enarcaron una ceja  ─ Quizás… Solo un poco – afirmo – pero le vi, su forma de patinar era increíble, quizás tenia fallas en la ejecución y su coordinación no era muy buena pero… Su forma de moverse te atraía con solo mirarle, te emocionaba, era como si…

─ ¿Cómo si? – pregunto su primo.

─ Como si su cuerpo creara música – sonrió recordando aquel ángel que había visto en aquel lago congelado.

─ Escucha, sé que no te agradara lo que diré pero, deberías olvidarte de esa persona – hablo su primo con firmeza en su voz – No lo digo porque quizás no exista, simplemente que si lo fuera tu padre jamás aceptaría que su primogénito estuviera enamorado de un plebeyo.

─ No estoy enamorado, solo es…

─ Lo que sea que sientas por esa persona, no te llevara a nada, deberías olvidarte de ese hecho, seguir las ordenes del rey, casarte, tener muchos hijos y volverte el rey que todos esperan que seas Víctor.

─ En pocas palabras me estás diciendo que haga lo que mi padre desea, dejando de lado mis propios sentimientos además de lo que yo quiero para mi futuro – sentencio el albino.

─ Es lo mejor Víctor… No solo se trata de ti, se trata del mundo entero.

─ Un mundo que prefiere que su futuro rey se sacrifique por el sin importar sus deseos – soltó de pronto.

Se levanto de golpe de su asiento, dedicándoles una mirada llena de frialdad ¿por qué no podían entender lo que estaba sintiendo? No era un mero capricho, por primera vez en años quería algo con tanto fervor que el olvidarle le resultaba impensable. Se giro sobre sus pies  girando dirigiéndose hacia la puerta de la sala, cerrándola con un fuerte portazo mientras ambos varones solo soltaban un largo suspiro de cansancio ante la actitud del príncipe.

 

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

 

Las luces estaban apagadas cuando llego a casa, sabía de antemano que su hermana estaba en algún lugar de la sala esperando a que hiciera algún movimiento para encender las luces y soltarle el mismo sermón que en constantes ocasiones había escuchado. Soltó un ligero suspiro antes de comenzar a caminar por el pasillo, estaba por llegar a las escaleras que conducían al segundo piso cuando las luces se encendieron, mostrando a una muy molesta Mary sentada en el sofá, dedicándole una mirada llena de reproche.

“Si las miradas matasen…” Pensó.

─ Yuuri tenemos que hablar.

─ ¿Sobre qué exactamente? – girándose solo un poco para encararla.

─ No te hagas el inocente, sabes sobre qué asunto tenemos que hablar.

─ Hermana, creo que las muchas ocasiones con la misma plática ya te hicieron saber que no cambiare de parecer – aclaro.

─ ¿No te das cuenta? Casi te matan la noche anterior por no decir que pudieron atraparte si no logras escapar.

─ Pero no me mataron ni me atraparon – desviándole la mirada – No comprendo porque es tan malo que use lo que sé hacer para ayudar a los demás.

─ Por que los poderes que tienes son… Yuuri, no debes usarlos, pueden encerrarte incluso usarte como un conejillo de indias para experimentar contigo, sabes lo que te puede pasar y aun así insistes en hacer esta locura cada semana.

─¡Por qué es lo que debo hacer! – Alzando la voz por la creciente impotencia que sentía ─  Algo en mí me pide que lo haga como si…  – alzando sus manos para observarlas ─ Me llamara.

La hermana de Yuuri simplemente se le quedo viendo por unos segundos sin emitir palabras, sabia perfectamente que el llamado de sus ancestros poco a poco estaba despertando en él, pero el riesgo que aquello conllevaba era alto y proteger a su hermano, se había vuelto su prioridad desde que la tragedia invadió a su familia hacia más de trece años.

─ Yuuri – levantándose de su asiento para acercarse a su hermano.

─ No ─  levantando su mano indicándole que se detuviera – Nunca entenderé tu negación y tu insistencia – aseguro – pero… ¿Alguna vez te has puesto a pensar que quiero o pienso? Tratas de controlar mi vida, Mary ya no soy el niño pequeño al que tuviste que cuidar cuando nuestro padrea murieron en ese accidente.

─ No trato de controlar tu vida, solo trato de protegerte.

─ Encerrándome como si fuera un criminal.

─ Yuuri.

─ Es mejor que dejen la discusión antes de que digan algo de lo que se arrepienta después.

Bajando las escalera Adalberto se detuvo una vez estuvo al lado del azabache. No negaba que comprendía a Mary y las razones detrás de su constante protección pero tampoco podían mantener al menor oculto para siempre sobre todo cuando  el día prometido se acercaba de forma rauda.

─ Tío Adalberto.

─ Yuuri, ve a tu habitación estoy seguro que has de estar cansado tras la escuela, descansa un poco – atrayendo al azabache hacia su cuerpo para abrazarle levemente.

─ De acuerdo – separándose del cuerpo del mayor, dedicándole una última mirada a su hermana.

─ Ve a descansar – secundo su hermana.

Yuuri asintió antes de alejarse de su tío y subir las escaleras hacia el segundo piso.

─ Mary deberías dejar de presionarle solo lograras que siga transigiendo las reglas que le hemos impuesto – colocándose en cuclillas para recoger el objeto que el menor había dejado caer sin darse cuenta.

─ No quiero controlarlo solo… Soy su hermana, un día me agradecerá que lo proteja tanto.

─ Él no sabe toda la verdad – acercándose hacia la más joven, dejando su bolsa sobre el sofá de donde el sonido de varios objetos chocando en su interior se dejaba escuchar.

─... ─ Simplemente se mantuvo callada sin contestar.

─ Escucha… Mañana todo cambiara y el entenderá  las razones de nuestra protección hacia el hasta entonces – llevando una de sus manos hacia su mejilla para lograra que la más joven alzara el rostro – Debes ser fuerte.

─ Lo intentare – contesto sin ganas ─ ¿Ya te vas?

─ Si, hubo un inusual agrupamiento de diablillos en las costas más allá del oeste, nos desharemos de él y volveremos, es el cumpleaños de la reina, los cazadores debemos estar esta noche vigilando el reino mientras la guarda vigilan el palacio.

─ Comprendo, ten cuidado.

─ Lo tendré – sonrió sinceramente─ Mary ¿recuerdas lo que hacía tu padre cuando tenía una asombrosa oportunidad frente suyo? – tomando su bolsa para dejarla sobre su hombro izquierdo.

─ Mmm… El solía analizar cada detalle de las oportunidades que se presentaban por muy pequeñas que fueran ¿Por qué la pregunta?

─ Creo – mostrándole el objeto que había recogido – que esta oportunidad podría servir de mucho si pretendemos que Yuuri siga su destino.

La mirada de Mary viajo del rostro del rubio hacia el pergamino que sostenía frente suyo, no tuvo que pensar demasiado acerca de su contenido, puesto que el adorno que lo cubría solo podía provenir del interior de palacio.

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

Dejo caer su mochila sobre la superficie de su buro, se quito sin ganas el saco de su uniforme, tirándolo hacia algún lugar de la habitación.  Sin ningún cuidado cayó sobre el mullido colchón, mientras su mente se paseaba por muchos pensamientos que, en su mayoría, evocaban discusiones previas a la presente. No comprendía el enojo, ni la censura en su vida, ayudar a los demás era tan vital para él como lo era el respirar ¿Por qué era tan difícil para su familia comprenderlo?

─ ¿Por qué todo se ha vuelto tan difícil?  ─ susurro tomando una de las almohadas para abrazarla con fuerza.

Aun recordaba la primera pelea, había estado cazando cadentes y salvando  vidas inocentes durante semanas  hasta que, por un simpe descuido de su parte su tío Adalberto lo había descubierto. La reprimenda dada por su hermana fue tal que no se habían dirigido palabra alguna durante días incluso su tío se había encargado de llevarle a la escuela y pasar por el terminarla para evitar que fuera a ver a Chris, persona que le proporcionaba los viales por un buen precio. Aun con sus esfuerzos no pudieron evitar que volviera a salir por las noches, por ese motivo las peleas habían aumentado al punto que su hermana llego a darle la primera bofetada en su vida, aunque gracias a ello, le dejo claro que con o sin su aprobación seguiría haciéndolo.

Tantos años de secretos, de ocultarse, de evitar a la familia real y las noticias de los mismos siempre le habían causado curiosidad pero nunca lo suficiente para preguntar el por qué, pero ahora, a medida que pasaba el tiempo y sus poderes aumentaban, esa inquietud lentamente comenzaba a quemarle por dentro.

─  ¿Qué se supone que debería hacer? – hundió su rostro en la superficie de la almohada.

Unos cuando golpes en su puerta llamaron su atención pero no lo suficiente para dejar su posición actual. Sabía quien era sin preguntar, puesto que por la hora que marcaba su reloj, su tío ya debería estar cruzando las puertas del reino en compañía de los demás cazadores.

─ Yuuri… Por favor, déjame pasar.

─ ¿Para qué?

─ Solo quiero hablar.

─ ¿Para discutir de nuevo?

─ ¿Puedes abrir la puerta por favor? Para que hablemos como dos personas civilizadas, prometo que no me enfadare ni te reñiré.

─…

El azabache dejo su posición para sentarse sobre el colchón, respiro profundamente antes de levantarse y caminar hacia la puerta con la firme intención de abrirla. Cuando estuvo frente a la misma, detuvo su mano por encima del pomo, dudando solo unos segundos de girarlo para dejar pasar a su hermana.

─ Yuuri.

Soltó un largo suspiro y finalmente la abrió, encontrándose con el rostro sereno e inexpresivo de su hermana mayor.

─ ¿Puedo pasar?

Asintió girando sobre sus pies para volver a su cama y sentarse sobre ella nuevamente.

─ Escucha – entrando en la habitación del menor – Se que no es fácil – dijo con un tono firme – las peleas que hemos tenido han sido constantes y que pareciera que no te comprendo pero… ─ sentándose a su lado – no es así.

─ Hermana.

─ Eres lo único que me queda Yuuri, si algo te pasara…

─ Mary… Entiendo pero, necesito hacer esto – tomando sus manos – es algo tan vital como lo es respirar, siento como si este fuera la razón de mi existencia que...

─ Lo sé.

─ Lamento si te causo pesar, no soy el hermano que quizás deseaste – bajando la cabeza.

─ No, no lo eres – observando cómo su hermano cerraba sus ojos por lo dicho – Eres más de lo que había deseado… Cuando llegaste a este mundo, fue una noche sin estrellas.

─ Siempre me lo has dicho.

─ ¿Sabes porque creo que fue así? – sonrió, tomando el rostro del menor para hace que volteara a verle.

Negó con su cabeza sin contestar.

─ Porque tú fuiste la estrella más brillante esa noche que opaco a todas las demás y por eso desaparecieron.

─ Hermana – susurro con un fuerte color carmín en sus mejillas.

─ Es una hermosa noche, tanto como para salir y disfrutar un  poco del momento ¿no crees?

─ Supongo.

La mayor noto el pésimo humor que su hermano tenía, por lo cual intento algo que quizás ayudara a que saliera de él.

─ ¿Recuerdas lo que pediste cuando cumpliste doce años?

─ Si, lo recuerdo. – dibujando una triste sonrisa.

─ Habías estado rogando por días y días que te regaláramos a un hermoso caniche, nunca habías sido muy apegado a las mascotas pero, ese pequeño tenía algo que te cautivo… Por eso tío Adalberto decidió regalártelo.

─ Vic─chan.

─ ¿Crees que a él le gustaría ver a su muy amado dueño encerrado lleno de pesar?

─ No, creo que no – dirigiendo su mirada hacia una pequeña foto que posaba sobre su buro.

─ Entonces por el – metiendo su mano en uno de sus bolsillos donde extrajo el pergamino para enseñárselo – solo por esta noche, podríamos divertirnos un poco y olvidar las peleas.

─ Hermana.

─ ¿Qué dices?

─ Pues… ─ se mordió el labio inferior, pensando seriamente en negarse cuando recordó fugazmente la promesa que le había hecho a Phichit – que no tengo nada que ponerme, es una fiesta de antifaces y no tengo un traje que lo acompañe.

─  No te preocupes por ello, yo me encargo.

 

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

 

El viento helado de la noche le golpeaba en la cara, pero aun cuando su cuerpo temblaba lentamente por el clima no se movió de su posición. El paisaje que se presentaba frente suyo era el mismo de todas las noches, el reino iluminado, las personas paseando, los coches transitando y los guardias vigilando cada rincón de reino. Nada ahí le motivaba, la rutina diaria lentamente comenzaba a asfixiarle, si tan solo pudiera encontrar algo para cambiar su vida ¿Qué tan diferente seria?

─ Príncipe – la voz de Noel hizo que girara la cabeza para verle – el rey esta buscándole, solicita su presencia en la fiesta.

─ Dile  que me encuentro indispuesto.

─Prin… Víctor, no puedo mentirle al rey.

─ Noel, eres mi mejor amigo desde niños ¿cierto?

─ Si, así es – contesto.

─ Creo que siempre he dejado claro lo que pienso sobre esas reuniones.

─ Lo sé Víctor, pero es el rey, sabes que si no bajas enviara  alguien más a por ti.

─ Lo que deseo es que me deje en paz – frunciendo levemente el ceño.

─ Escucha – acercándose al albino – Por qué no bajas, escucha lo que tiene que decir y después volvemos para tomarnos un par de copas así podrás seguir quejándote.

─ ¿No me replicaras ni dirás que debo obedecer sin más?

─ No habrá replicas de mi parte, al menos no por esta noche – sonrió abiertamente.

─ De acuerdo.

Noel asintió alejándose de su mejor amigo con la intención de salir del lugar pero, antes de que saliera se detuvo en seco, girando sobre sus pies para volver a ver al albino.

─ ¿Sabes? Quizás te beneficie la fiesta de esta noche.

─ ¿Y eso como por qué?

─ Podrías conocer a alguien que te interese –encogiéndose de hombres.

El joven príncipe le observo hasta que despareció por la puerta del lugar mientras dibujaba una sutil sonrisa por la insinuación de su mejor amigo.

─ Conocer a alguien ¿he? – girando su cabeza para volver a dirigir su vista hacia el reino – Solo hay alguien a quien quisiera conocer, aunque eso… es prácticamente imposible.

 

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

Los ojos de Yuuri se abrieron a su máxima expresión cuando por fin pudo divisar el interior del palacio, el lugar estaba adornado elegantemente,  los balcones superiores se encontraban adornados con  bellas telas de seda color blanco, los candelabros eran de cristal los cuales al reflejar las luces emitían hermosos colores allá donde los proyectaban, hermosas rosas engalanaban las mesas del lugar. La fuente que estaba más al fondo, justo debajo de las enormes escaleras, emanaba agua azul y cristalina, en cuya superficie delicados pétalos color rojo se encontraban flotando.

La música era suave pero a la vez atrapante, la voz de la soprano que la acompañaba te hacia viajar a esa tierra inhóspita de grandes batallas con cada frase de su canción. Los invitados lucían maravillosos en sus trajes, ocultando su rostro tras un antifaz mientras en sus manos sostenían copas de burbujeante champagne.

─ Es increíble ─ soltó Yuuri con una sonrisa en su rostro.

─ Impresionante ¿no? ─ la voz de su hermana le hizo parpadear un par de veces antes de regresar a verle.

─Sí, es... Maravillosos ─ contesto ─ nunca imagine que una fiesta luciera así.

─ Estamos en el palacio real las fiestas deben ser así.

─ ¿Como lo sabes? ¿Alguna vez viniste a una fiesta en palacio?

─ Pues....

Mary dudo por unos segundos en que contestar hasta que, la muy conocida voz de Phichit capto la atención de ambos.

─ ¡Yuuri! ─ Levanto un poco la voz el nombrado, acercándose rápidamente hacia su mejor amigo.

─ Phichit.

─ Es un gusto verle joven  Chulanont.

─ El gusto es mío Señorita Kaidou ─ haciendo una leve reverencia ─ Yuuri, me alegra que vinieras por un minuto pensé que faltarías.

─ Te prometí intentar venir... Y lo cumplí.

Ambos conversaban amenamente siendo observados en silencio por Mary quien solo sonreía al ver a su hermano disfrutar de  la compañía del contrario cuando, entre la multitud diviso a alguien conocido, persona que al reconocerla hizo un ademan para que le siguiera hacia alguna parte del palacio.

─ Yuuri ─ le llamo ─ por qué no te quedas con el joven Phichit mientras yo regreso, acabo de ver a una vieja amiga y deseo saludarle.

─ Claro ─ asintió ─ aquí te espero.

Su hermana asintió, alejándose de ambos para perderse entre la multitud de invitados.

─ Me sorprende verte vestido así  ─ dijo mirando de pies a cabeza a su amigo ─ nunca imagine que tenias tan buen gusto en cuanto a ropa de gala.

─ ¿he? No... Mi hermana me lo dio, sabes que yo  para estas cosas no soy muy bueno ─ declaro.

─ Mary tiene buen ojo para ello ─ sonrió ─ Es cierto, mi madre quiere verte, hace mucho que no vas a casa ¿te importaría si...?

─ Claro que no, vamos a verla.

Phichit asintió con una ligera sonrisa, empezando a caminar entre la multitud siendo seguido por el de lentes. No tardaron mucho en localizar a la señora Chulanont, puesto que se encontraba sentada al lado de una joven de hermoso y largo  cabello azabache, quien sonreía a con breve sinceridad a cada palabra de la misma. Cuando ambas mujeres enfocaron su vista en los recién llegados les dedicaron una suave sonrisa.

─ Phichit querida ─ besando la mejilla de s hijo mayor, quien se había inclinado para dicho acto.

─ Madre.

─ Veo que finalmente viniste Yuuri ─ alzando sus manos para que el nombrado las tomara.

─ Es un placer verla tan radiante como siempre señora Chulanont.

─ Kanya ─ murmuro.

─ Kanya ─ repitió.

─ Te presento a la señorita Freya ─ quien asintió ligeramente ─ es la guardiana principal del oráculo en Altissia.

─ ¿El oráculo ya se encuentra en palacio? ─ preguntó Yuuri.

─ Llegamos esta tarde, mi señora bajara en unos minutos.

─ Ya veo ─ desviando la mirada del rostro de la pelinegra.

La sonrisa en el rostro de Freya se volvió inquietante para Yuuri, esa joven mujer estaba envuelta en un aura misteriosa que estaba seguro ninguno de los invitados se había dado cuenta.  Pero el sentimiento de inquietud no era solo por ello también,  porque, aunque mantenía los ojos cerrados sentía de alguna forma, que la misma lo observaba detenidamente, como si buscara algo dentro de él. No fue hasta que la voz de la madre de su mejor amigo le distrajo de aquellos extraños pensamientos.

─ Oh, esta es mi melodía favorita, Phichit ─ alzando su mano.

─ En estas ocasiones lamento que mi padre no venga ─ susurro tomando la muñeca de su madre ─ Yuuri...

─ No te preocupes, aquí los espero.

─ De acuerdo ─ dijo llevando de la mano a su madre para llevarla a la pista de baile

Yuuri observaba como poco a poco los invitados comenzaban a moverse lentamente por la pista, como la música envolvía el lugar en una suave calidez que de una u otra forma se le hacía familiar.

─ ¿Sueles asistir a fiestas de esta índole Yuuri? ─ pregunto Freya quien se había levantado de su lugar para quedar a lado del menor.

─ No ─ mirándole de reojo ─ asistí por Phichit, el nos entrego la invitación.

─ Los bailes son hermosos pero... Hasta ahora ninguno se ha comparado con las hermosas y cálidas fiestas que los anteriores monarcas solían hacer.

─ Se refriere a la familia Katsuki ¿no es así?

─ Así es.

─ ¿Los llego a conocer? En persona, me refiero.

─ Los reyes eran amables y cándidos, todo el reino los adoraba... La reina era una gran amiga mía ─ bajando la cabeza.

─ Debió ser una gran pérdida para usted.

─ Lo fue ─ aseguro ─ recuerdo que en cada baile que ofrecía observaba desde ese pequeño balcón como los demás disfrutaban de la fiesta que impartía ─ señalando con un breve ademan el lugar del que hablaba, justo donde las dos inmensas escaleras se unían ─ sonriéndoles con ternura y gracia.

─ La reina debió ser alguien muy humilde y amigable por lo que cuenta ─ dirigiendo su vista hacia lugar que había señalado.

Su mirada se mantuvo por unos segundos en aquel lugar, tratando de imaginar a la antigua reina, observándoles mientras dibujaba una suave sonrisa. Fue en ese momento, en el cual su mente trataba de imaginarse aquel momento cuando, durante un fugaz instante, una breve secuencia de imágenes comenzaron a pasar por su mente, como si se tratara de una cámara captando la escena, pequeños retazos de memorias que estaba seguro nunca había vivido.

─ ¿Ha?

─ ¿Joven Yuri? ─ le llamo Freya al verle con aquel gesto de sorpresa en su rostro.

"Ese... ¿era yo?" pensó recordando la breve secuencia donde el aparecía de no más de seis años de edad sujetando fuertemente la mano de una persona justo en aquel balcón.

─ Yuuri ─ le volvió a llamar Freya colocando su mano en el hombro del contrario.

Volteo a verle y, cuando sus ojos se posaron sobre el rostro de la mayor una imagen, un escenario que estaba seguro jamás había divisado,  se hizo presente en su mente, un extraño lugar, la nieve le cubría por completo, los fuertes vientos azotaban con fuerza, no podía divisar a mortal alguno en el paraje, pero, lo que más llamo su atención fueron los misteriosos gravados en las enormes puertas de piedra donde, solo pudo comprender una sola palabras.

"Entronado..."

─ Yuuri.

─ Lo siento yo...

Camino unos cuantos pasos hacia atrás antes de dar la vuelta y salir corriendo del lugar, mientras que Freya, por su parte, solo colocaba un gesto lleno de seriedad al verle salir de aquella forma del salón.

La mente de Yuuri comenzaba a dar vueltas, no  tenía la menor idea del por qué aquellas imágenes aparecieron en su cabeza de forma inesperada, miles de pregunta comenzaron a  formularse en su ser ¿quién era aquella persona que sujetaba su mano cuando niño? ¿Por qué estaba justo en el balcón que solo la familia real podía pisar? pero sobre todo ¿De donde era esa extraño lugar que había divisado cuando Freya toco su hombro?

─ ¿Por qué?

Se pregunto sin obtener respuesta, fue tanta la angustia que estaba viviendo que no diviso a la persona ni los guardas tras ella que se acercaba con paso raudo hacia el salón que, antes de que pudiera detenerse choco con el cuerpo contrario. Agradeció enormemente sus reflejos, puesto que había logrado tomar el brazo de la joven antes de que cayera al suelo.

─ Lo siento, no me fije...

─...

─ ¿Cómo te atreves? ─ pregunto uno de los guardias que había levantado su voz en aras de reprenderlo ─ ¿no sabes quién es? deberías tenerle mas...

─ Esta bien ─ levanto su diestra en un ademan para que no prosiguiera ─ No te preocupes me encuentro bien.

─ Yo...

La mirada de ambos se encontró por unos segundos, Yuuri parpadeo un par de veces antes de reconocerla por completo, era la joven Oráculo, la princesa de Altissia, Oerba Yuko. De todas las personas con las que pudo haber tropezado ¿por que tenia que se justamente con alguien tan importante como ella?

─ Lo siento ─ alejándose poco a poco de ella ─ yo...

─ Tranquilo, no me paso nada.

─ Lo lamento mucho ─ haciendo una breve reverencia ─ Yo... Tengo que irme.

─ Espera... ─ dando un paso para seguirle.

─ Adiós.

Yuuri giro bruscamente sobre sus pies, comenzando a correr en la dirección contraria a la que el oráculo se dirigía. La mirada del oráculo lo siguió por unos segundos hasta que este se había perdido en la lejanía. Soltó un largo suspiro, por alguna razón el chico le resultaba brevemente familiar, como si lo hubiese visto en otra parte. Su mente trataba de recordar pero, no fue hasta que la cálida mano de su guardiana se poso sobre su hombro que sus pensamientos se vieron interrumpidos.

─ Freya.

─ Mi señora.

─ Freya... De casualidad ¿llegaste a ver a un chico de cabellos oscuros y lentes?

La pelinegra guardo silencio por unos instantes al escuchar la pregunta de su princesa.

─ Las inquietudes a las que su mente se ve presa... Todas tienen una misma respuesta ─ contesto.

─ ...

─ No debe dudar cuando la respuesta ha sido encontrada mi joven princesa, aquel que se encontraba perdido, será encontrado por aquella que presagia el destino ─ susurro ligeramente acompañado de una suave sonrisa.

Yuko mantuvo la mirada fija sobre el rostro ajeno, dibujando una sonrisa en su rostro cuando lo que tanto había esperado desde hacía muchos años finalmente se hizo presente sin buscarlo.

─ Gracias.

─ No tiene que agradecerme ─ asintió ─ ahora, debemos entrara el rey está a punto de dar un importante anuncio.

La castaña simplemente asintió a las palabras de su guardiana, emprendiendo el camino hacia el interior de la sala la cual, estaba completamente llena por la multitud de los invitados quienes, tras terminar la última pieza de baile se habían reunido en el centro del salón para escuchar el anuncio del rey, quien estaba en el balcón con los brazos cruzados tras su espalda, observando con aquella fría mirada a los presentes.

─  ¿Dónde está mi hijo? ─ pregunto  el rey.

─ No ha bajado su alteza ─ contesto uno de los guardias.

─ Ese mocoso... Le dije claramente que debía estar aquí ─ murmuro.

─ Cariño, pronto bajara tenle paciencia.

─ Anora ─ le llamo ─ te pido no inmiscuirte, esto es entre mi hijo y yo.

─ Como tú digas ─ contesto desviando la mirada.

Los pasos de dos personas acercándose al lugar captaron la atención de ambos monarcas, quienes divisaron a Víctor y su actual guardaespaldas arribar a la sala desde el aula este.

─ Siento llegar tarde a la fiesta reina Anora ─ dijo Víctor depositando un suave beso en su mejilla.

─ No te preocupes Vitya.

─ Padre ─ le llamo.

─ ¿Puedo saber por qué llegas a esta hora?

─ Me sentía un poco indispuesto.

─ Esa no es excusa  ─ aseguro ─ Tu hermano sabe eso mejor que nadie  ¿no es así Yuri?

─ La puntualidad es algo importante para la corte ─ aseguro el menor, quien estaba sentado al lado de su madre ─ Aunque Víctor seguro por la edad está olvidando esas cosas ─ soltando una débil risa.

El ojiazul simplemente le miro de reojo.

─  Lamento llegar tarde, no volverá a ocurrir – prometió en un débil susurro.

─ Eso espero.

El rey le dedico una última mirada antes de acercarse al balcón donde miles de aplausos le recibieron. Una sonrisa que para muchos era real pero, para Víctor, quien conocía a su padre mejor que nadie, sabía que esa sonrisa solo era apariencia y no demostraba el estado de ánimo de su progenitor.

─ Bienvenidos mis queridos invitados, esta noche es para celebrar y disfrutar de la convivencia entre nosotros. Este día, mi dulce esposa Anora – señalando a la reina quien asintió levemente – cumple un año más de vida, un año en el que me ha dado tanto, un año más que he sentido recuperar lo que perdí… Muchos saben que la ausencia de la reina Aleksandra nos dejo un enorme vacío por muchos años pero, como un hermoso rayo de esperanza mi querida Anora lleno ese vacío con su amor y su bondad – sonriéndole a la reina quien le devolvió la sonrisa – Por eso… Decidí hacer esta hermosa fiesta para que sepa a cuanto le amamos, se que todos esperan con ansias mi regalo – recibiendo las risas de los presentes – pero… Mi hijo─ llamándolo con su mano derecha para que se situara a su lado – le ha dado el mejor regalo que ni siquiera yo he podido imaginar. Mi reina inquieta por el futuro de nuestro hijo mayor, por que tenga a alguien que le ame y comparta las duras pruebas de la vida…siempre me expreso su pesar por su soledad en palacio, incluso pensé que llegaría el día en que tomaría mi lugar sin nadie a su lado. – dijo con pesar.

Víctor regreso a ver a su padre, poco a poco, con cada palabra que su progenitor decía un mal presentimiento se instalaba en su pecho.

─ Por eso… Hoy Víctor nos ha expresado su deseo de contraer nupcias con una hermosa doncella que todos conocen – el albino se aparto un poco de su padre al notar en qué dirección iba el anuncio – Y al ver su emoción así como su determinación, ambos hemos dado nuestra bendición… Irina querida.

Una hermosa joven de largos y rizados cabellos rojizos, ataviada con un hermoso vestido color azul que llegaba a la altura de sus talones, comenzó a subir la escalinata de lado izquierdo, sus ojos verdes observaban con admiración al príncipe quien le devolvió la mirada con evidente sorpresa por la noticia.

─ Todos la conocen, saben que ella es hija de un gran amigo nuestro, un noble que es mi mano derecha en nueva crisis y quien, durante todos estos años, ha dirigido el reino al otro lado del mar en mi nombre, siendo una persona honrada, capaz así como con gran sentido del deber – aseguro el rey pasando su brazo izquierdo por los hombros de Irina –por eso cuando Víctor nos dijo que esta hermosa joven era con quien quería pasar el resto de sus días no pude contener la emoción de saber que por fin, alguien estaría lado de mi hijo mayor cuando yo me vaya… Esta noche queridos súbditos de nuestra amada Hasetsu, Mi hijo Víctor y la joven Irina Ivanov, están oficialmente comprometidos.

La audiencia estallo en aplausos por el compromiso del príncipe, algunas personas comenzaron a lanzar rosas en dirección de la hermosa prometida quien, ante tal recibimiento no pudo evitar sonrojarse levemente. Aunque Víctor, por su parte, aun no salía del asombro que aquel anuncio había provocado en su persona.

─ Víctor – tomando la mano de su hijo quien se movía como un muñeco de trapo – Irina, espero que sean muy felices en su próxima vida juntos – uniendo sus manos, acto que causo más emoción en los presentes – Pero no podemos quedarnos sin celebrar ¡Qué suene la música! – dijo el rey quien dejo a la pareja de prometidos para ir a sentarse a lado de su esposa e hijastro.

─ Príncipe Víctor – le llamo la pelirroja.

─ Si.

─ Espero poder ser la esposa que usted merece, hare todo lo que esté a mi alcance para ser una digna reina de vuestro reino – dedicándole una suave sonrisa.

─ Estoy seguro de ello –imitando la sonrisa de la joven ─ ¿me disculpas? Tengo… Algo que hacer en unos minutos regreso.

─ Por supuesto ─ La pelirroja asintió haciendo una pequeña reverencia mientras lo observa partir.

Comenzó a caminar hacia el ala oeste, con dirección al único lugar que podía tranquilizarle cuando la fuerte y áspera mano de su padre lo sujeto con fuerza del brazo. Ambas miradas se encontraron, en una se hallaba la orden, la voz dominante del mundo en la otra la necesidad de liberare unas cadenas de oro impuestas desde su nacimiento.

─ No hagas una locura ¿entendiste?

─ ¿locura? – Susurro – Lo que tú has hecho si es una locura, controlar mi vida, decidir a mi futura esposa ¿Qué seguirá? Decidirás acaso el número de hijos que debería tener.

─ Siendo tú quien lo dice no sería mala idea.

Negó con la cabeza ante la burla tan sínica de su padre, halo con fuerza hasta liberarse de su agarre.

─ Ten algo en claro padre – frunciendo el ceño al mirarle – jamás me casare con Irina.

─ Harás lo que he ordenado.

─ No, no lo hare – sentencio – así sea lo último que haga en esta vida.

Dándose la vuelta se alejo con paso de su padre a sabiendas que la mirada que este le dedicaba era todo menos amable.

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

Con cada paso que daba la falta de aire se hacía presente, su rostro estaba bañado en sudor por la carrera ante hecha, su corazón latía desbocado por la impresión y su boca se encontraba seca por el esfuerzo. Se detuvo apoyándose frente a la columna a lado suyo, tratando de recuperar un poco del aliento perdido sin dejar de pensar en todas esas imágenes que había visto en fracción de segundos pero, sobre todo las cosas vividas, en el rostro ajeno de la oráculo que, por alguna razón se le hacía raramente familiar.

─ No lo entiendo, ya conocía su rostro ¿Por qué ahora que la vi en persona siento que la conozco?

Se deslizo por la columna hasta dejarse caer sobre el frio suelo, alzando el rostro para ver el techo sobre su cabeza. Durante unos minutos no hizo nada, solo respirar profundamente, tratando de tranquilizar un poco su corazón que poco a poco recuperaba su ritmo cardiaco normal. Cuando sintió que el oxigeno se había vuelto menos pesado se levanto de su asiento, paseando su mirada para lograr ubicar donde se encontraba.

─ Genial, me perdí dentro del mismo castillo – dijo en forma de derrota, comenzando a caminar por el largo pasillo frente a él.

Camino sin rumbo aparente, pensando seriamente en volver sobre sus pasos pero, desecho esa idea al percatarse que ni siquiera recordaba el pasillo por el cual había entrado. Por esa razón siempre odiaba ir a lugares poco conocidos, ya que temía perderse, algo que no sucedía cuando salía a cazar por las noches, as estrellas le indicaban el camino a casa sin importar donde se encontrara.

Tras unos cuantos minutos más en los cuales su mente divagaba en muchos escenarios posibles, logro divisar algo en el fondo del pasillo, el sonido de agua al caer le hizo pensar que quías al fin había hallado una salida. Comenzó a correr por el mismo, sin detenerse un solo segundos hasta que logro llegar a su destino, quedando maravillado por lo que sus ojos contemplaban.

─ Vaya, no sabía que esto estaba dentro del palacio.

Frente a él una hermosa pista de hielo puro e inmaculado se hacía presente, en medio de ella una pequeña fuente lucia como un agradable adorno, mientras por su superficie, al igual que la fuente en el gran salón de baile, bellos pétalos de color blanco flotaban en la superficie. La pista no tenia techo alguno, algo que le resultaba aun más maravilloso que la misma pista, las mies de estrellas que adornaban el manto nocturno se dejaban ver, brillando intensamente, como i le dieran la bienvenida después de un largo tiempo sin contemplarlas.

Sin pensarlo y al percatarse que se encontraba solo en el lugar, balo la escalinata de dos en dos hasta llegar al final de la misma. Se quito el enorme listón que adornaba el centro de su traje, dejándole caer en algún lugar del suelo. Con calma se acerco a la pista que brillaba como si estuviera recién pulida. “Magia” fue su pensamiento al ser la única forma de mantener el hielo de aquella forma. Volteo a ambos lados, volviendo a cerciorarse de que nadie estuviera viendo.

Cuando hubo terminado su inspección, movió sus manos de donde pequeños fragmentos de hielo aparecieron hasta llegar a sus zapatos, donde aspas de hielo solido aparecieron.

─ No creo que se molesten si patino un rato – susurro entrando en la pista, dejando quela magia de aquel lugar le hiciera olvida por unos minutos lo vivido minutos atrás.

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

─ ¿Cómo ha podido?

─ Víctor.

La voz de Noel le hizo detenerse en seco pero sin voltearle a ver siquiera.

─ ¿Qué quieres?

─ Solo quiero saber si estás bien.

─ ¿Acaso me vez bien Noel? Mi padre en su maldita manía de controlarme me está sacando de quicio.

─ Víctor – tratando de acercarse.

─ No – levantando su mano para detenerle─ déjame solo, necesito pensar las cosas.

─ Pero….

─ Noel… Por favor.

─ De acuerdo, si me necesitas solo mándame un mensaje e iré sin dudarlo.

El de ojos azules asintió alejándose con paso rápido de su amigo mientras él, observaba con pesar el silencioso sufrimiento por el cual el príncipe pasaba.

Durante un lapso que se volvió una eternidad para el príncipe, en los que pensó en todas las cosas que su padre solía controlarle, en los deberes, en las cadenas de oro que lo sujetaban cada vez más fuerte, en lo que se suponía debía significarse ser un rey pero ¿Qué era ser un rey exactamente? La concepción que él tenía difería mucho de la que su padre ponía en práctica. Manipulando a miles, alcanzando sus metas sin pensar a quien afectaba, en destrozar la vida de su propio hijo cuya única culpa era ser eso, su hijo.

Coloco su mano derecha sobre las enormes puertas frente suyo, respirando profundamente en varias ocasiones, con la esperanza de despejar su mente de esos pensamientos tan negativos que tenía hacia su padre. Con decisión abrió la puerta con calma, sin que esta emitiera sonido alguno al abrirse.

─ Madre… ─ susurro.

La hermosa pista de hielo, la única cosa que su madre le había dejado tras morir era el único recuerdo que le ayudaba a sobrellevar la pesada carga que su padre siempre le había impuesto. Cerró la puerta tras de sí, acercándose al pequeño muro a mano derecha de donde extrajo un par de patines con brillantes aspas de oro solido, con rapidez se lo coloco, muestra de los muchos años que levaba haciéndolo y se interno en la pista dejando que la brisa nocturna rozara su rostro.

Yuuri se deslizo por la fría pista, dejándose llevar por una música inexistente e innecesaria para él, se conocía perfectamente la música que el hielo por si solo componía para aquellos que amaban todo de él. Tras un par de saltos y piruetas, un agradable aroma llego hasta el, se detuvo buscando aquel familiar aroma, percatándose que provenía de la fuente en medio de la pista. Se deslizó con gracia hasta llegar a ella, donde los hermosos petaos flotaban con calma.

─Estos pétalos – hablo metiendo su mano en el agua, de donde saco uno de ellos para llevarlo hacia su nariz y oler su inusual aroma – Este olor es de… Copo de nieve.

Aquel aroma le hizo recordar de forma tan vivida aquel día donde casi perdió la vida en el lago, a las orillas de la ciudadela.

“No te preocupes… Estarás bien”

La silueta de aquel muchacho cuyo rostro no lograba recordar siempre le había acompañado desde aquel momento. Una suave sonrisa apareció en su rostro por aquel preciado recuerdo que no se percato de una segunda persona en la pista, alguien que tampoco había reparado en el, por lo cual cuando se deslizo hacia atrás y giro para  comenzar a salir de la pista, no evito que la segunda persona chocara con él, lanzándolos a ambos al frio hielo bajo sus plantas.

─ Que daño ─ Soltó en un ligero susurro  el azabache.

─ Discúlpame, no me di cuenta que alguien mas estaba aquí – dijo el ojiazul levantándose con esfuerzo del suelo por el dolor de la caída ─ Aunque, se supone que nadie debería entrar, nadie excepto yo – extendiendo su mano para que el menor la tomara.

─ No, yo debo disculparme me perdí cuando caminaba por el pasillo y llegue aquí sin querer – tomando la mano ajena.

Alzo su cabeza para poder divisar el rostro ajeno, abriendo sus ojos a su máxima capacidad cuando por fin pudo enfocarlo. Su cara demostraba sorpresa, aquellos ojos eran los mismos que le habían acompañado durante tantos años desde el accidente, su largo cabello seguía siendo tan blanco como la primera nieve que suele caer en invierno, era la misma persona que le había salvado la vida y, por muy extraño que pareciera, le había encontrado sin siquiera buscarle.

─Tu…

─ …

Víctor no pudo emitir sonido alguno, la persona que había visto solo una vez en aquel algo congelado, creando música con su cuerpo, desliándose por una pista que no había sido producto por la magia estaba ahí, frente a él, sosteniendo firmemente su mano.

Un príncipe de ojos azules brillantes como el cielo y cabello blanco como la nieve”

“Un ángel cuyo baile creaba música con solo deslizarse por el hielo”

Fueron el pensamiento de ambos mientras sus manos seguían sosteniéndose con fuerza.

 

つづく / Continuara....

 

 

                            

 

Notas finales:

Al fin el capitulo dos ¿alguna opinión acerca de si les gusto? ¿Cómo lo sintieron?

Agradezco a los que se tomaron el tiempo para leer.

Muchas gracias y hasta pronto.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).