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Hidden pain. por Evanences

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Capítulo 2: Cortando raíces.

Como la pelirroja había predicho, ese día, después de haber desayunado, y dejado atrás la apariencia de vago, habían salido al mundo exterior. Natasha no iba a dejar que Tony se hundiera en esa fase depresiva post-rompimiento, que conocía bastante bien, no fue sencillo, Tony sentía cierta aversión a cruzar la puerta, Brooklyn estaba a unas horas de New York,  y eso… Pero nunca estaba demás un poco de precaución.

Así que, llamó un taxi y se embarcaron a un centro comercial, comprarían ropita linda para Peter, que en poco tiempo dejaría más de la mitad de la ropa del clóset, y debían estar preparados. -¿Qué opinas Pet? ¿Elefantes o perritos? –Le preguntó al pequeño que se negaba a pararse de sus hombros, con una manita enredada en su cabello y la otra en el cuello.

-Arañas. –Opinó Nat. –Son más rudas que los elefantes y perritos. –Oh sí, ahora que tenía al menor cerca, sería una gran influencia. –Una de arañas estaría bien, ¿Te gustan las arañas, eh? Tienen que gustarte. –Estaban frente a un montón de ropa en oferta sobre un mueble, Tony no había querido ir a ninguna llamativa o cara, no quería que Natasha gastara en ellos, tenerlos en su casa, y alimentarlos, era más que suficiente. –Llevemos de arañas, sé que le gustarán.

-Bueno, pero también llevaremos ese mameluco  con estampas de robots. –Ella aceptó encantada, al parecer estar en ambientes concurridos, le brindaba cierta seguridad. Ninguna de sus parejas anteriores le había maltratado en público.

Dentro de la obscura sala de cine, donde se escuchaba las voces infantiles de los espectadores frente a la película, que Nat juzgaba como de baja calidad, sin un mensaje o simbolismo que pudieran hacer de los mocosos algo de provecho, pero que Pet, y Tony aunque no lo aceptase, habían insistido en ver, el castaño había pagado en esa ocasión, pese a las protestas de Natasha, había sacado el efectivo de sus ahorros físicos, la mujer escribía a una velocidad sobrenatural; después de los 25 minutos del filme infantil, perdió total interés y decidió enfocarse en avanzar un poco en su trabajo, antes de llegar al día siguiente, esa semana había realizado una misión de rastreo, sería de las últimas, y debían de quedar perfectas, para abandonar la ciudad sin el menor de los problemas, y contratiempos, miró de reojo a Tony, estaba profundamente dormido, con el mentón descansando en la palma de su mano, pero aun así, tenía a Peter en un agarre firme, él sí estaba poniendo total atención a las luces brillantes, coloridas, y el sonido curioso de las voces y canciones. Peter era un ángel.

Los miró por varios minutos, y la responsabilidad que sentía sobre su protección cobró, aún más, solidez, algo en su pecho tembló, más cuando sus ojos repasaban los moretones en su rostro y cuello. Eso era inconcebible. Regresó a la realidad cuando Peter le lanzó una palomita al rostro. –Oh, pequeño delincuente. –Susurró y con su pulgar aplastó cariñosamente su nariz. –Ven aquí, criminal. –Seguía en ese tono fingida indignación, Peter alzó los brazos y ella no dudó en cargarlo, movió un poco el brazo de Tony y él cedió, acomodándose a lo largo de dos asientos más,  -vacíos, afortunadamente. –Sí, papá duerme mucho, ¿Eh? –No solía cargarlo muy seguido, no por falta de ganas, sino de tiempo, se puso de pie sobre su pierna, tambaleante. –Qué bueno que no eres rubio. –Dijo pensando en voz alta, siguió escribiendo el resto del reporte con una mano, y al parecer eso debió de despertar la curiosidad en el menor, porque estiraba sus manos para alcanzar el aparato. –No, Pet, es del demonio. –Le advirtió.

-Quiero. –Insistió, intentando alcanzar el tan ansiado aparato. –Por fi.

-No, los niños buenos juegan con pelotas, figuras, bloques, cosas físicas, no estas abominaciones. –Agradecía que no hubiera mucha gente dentro de la sala, porque con su plática de índole trascendental, podrían molestar a algunos padres, que era obvio, estaban igual o más aburridos que ellos. –Tú querías ver la película, Pet. –Le recordó, después de guardar el teléfono y sentarlo en sus piernas. –Ven, vamos a ver esta bazofia hasta el final, luego podremos irnos por dulces. –Prometió, y Nat siempre cumplía.

Minutos después, Peter volvió a poner total concentración en los dibujos que sus castaños ojos veían, y riendo cuando veía a ese oso enorme haciendo gestos agraciados.

En un principio, la idea era escoger un agradable restaurante donde comer con tranquilidad, pero Peter se rehúso, ni con el cambio de pañal, ni cuando hubo terminado su biberón, lloraba sin cesar, lo que los llevó a pedir comida rápida y trasladarse a casa sin la menor demora, Peter había pasado mucho tiempo fuera de casa, situación a la que no estaba muy acostumbrado, y no sólo eso, habían saltado su hora de la siesta y su humor era insoportable, en cuanto pusieron el primer pie dentro de la casa, cayó como un viejo roble, o en esta caso, una joven ramita.

-Entonces, Katyenka. –Dijo Nat, metiéndose un par de papas fritas a la boca, con su cuaderno de notas sobre la mesa.

-¿Kat-qué? No, Tasha, tiene que ser algo que pueda pronunciar.

-Moris.

-No, tuve un compañero que olía muy mal así en la escuela.

-Cierto, cierto, Moris Fine, su hedor era insuperable.

-Y tú quieres nombrarme así, qué ofensa.

-No seas dramático, a ver, qué tal…Katria, oye, Katria suena muy bien.

-Es un nombre femenino, Nat.

-Igual te queda bien, significa pureza.

-Ni si quiera tengo esas cualidades.

-A veces te subestimas. –Dijo en tono de regaño, pero Tony no habló nuevamente.

-Gena. –Dijo buscando más papas, terminó robándoselas al castaño, así que tuvo que rociarlas en cátsup para protegerlas de su amiga ladrona.

-Mhhh… No está mal, suena bien, femenino aún, pero supongo que funcionará, dame un segundo nombre. –Pidió para después morder su hamburguesa de doble queso.

-Bien…-Después de subrayar otras opciones, terminó con el oficial. –Gena Slavik, Romanov, ¿Contento?  Espero que sí, porque ya quiero ir a dormir, sigamos con Peter.

-¿Podemos conservar su nombre?

-¿Por qué?

-No hay problema conmigo, puedo dejar mi identidad atrás y no pasará nada, pero con Peter es diferente, ya tiene arraigada su personalidad, y su nombre forma parte de eso, lo cambias y…No me gusta, además, ya responde cuando lo llamamos Peter, Pet, Petey, Petie…

-Bien, bien, bueno, pero los apellidos se cambian, sí o sí, será Piter Romanov entonces, no creo que haya problema, existen muchos Peters en el mundo.-Una ventaja que tenían sobre Steve, fue que se había presentado ante él como Lisa Rivers, ¿Por qué? El hábito, Tony nunca dijo lo desmintió, puntos para ellos.

-Pero él es el más lindo.

-Sí Tony, lo es, lo es, ahora, haz una nueva firma. –Le pasó la pluma y la libreta, lo pensó por unos momentos, y al final, terminó garabateando una ‘’G’’ y una ‘’R’’ enredadas, nada relevante, y ese era el punto. –Lo siguiente, tus tarjetas de crédito, tu identificación oficial, licencia de conducir, de tu antiguo trabajo, del cine, membresía de algún burdel, todo lo que tenga tu nombre. –Asintió y de su cartera comenzó a sacar varias tarjetas y credenciales, fue a la estantería de la cocina, sacó una bolsa de plástico y metió todo el contenido ahí. –En tres días tendremos los documentos necesarios para abandonar New York.

-¿No habrá problema con mis otros documentos? Mi acta de nacimiento, la de Pet, el número de seguro social… -Expresó preocupado, masajeándose las sienes.

-No. –Natasha se miraba tranquila, y dejando la bolsa en la mesa, prosiguió a terminar su, para nada saludable, cena. –Lo tengo cubierto.

Un lunes por la mañana, Romanov se despertó más temprano de lo usual, incluso antes de que Tony hiciera un desayuno decente, o que Peter comenzará a llorar, pidiendo, no silenciosamente, que todos en el departamento también abrieron los ojos, un arma corta, dos cartuchos, resguardados a salvo en una frasco de crema, rellena con algodón, se aseguró de dejarle una nota a Tony, que no le esperara despierto.

Tomó el primer autobús a Brooklyn, el mismo lugar donde Tony venía huyendo, al llegar, se subió al peor colectivo que encontró, y espero un par de horas a que le dejara en la última parada, para ese entonces, ya sería como medio día, tal vez un poco más tarde; le dejó justo frente a un edificio maltrecho, sin puertas, y con las escasas ventanas rotas, el arma, cargada, la tenía escondida entre las mangas de su largo suéter, también traía una bufanda que le ocultaba gran parte del cabello y rostro, en lugares como esos era mejor no ser reconocida, subió varios pisos, se detuvo en el último, tocó una secuencia de golpes sobre la puerta destartalada. Quince golpes intercalados,  a los pocos segundos se escucharon unos pasos apresurados yendo a abrirle. Era un hombre bajo, regordete, con barba descuidada y lentes muy gruesos, que miraba desconfiado a su visitante. –Señorita Weller...No…No esperaba verla. –Como era costumbre, Natasha se hacía conocer por otra identidad más. El hombrecillo tragó saliva, pero se apartó de su camino para dejarle pasar. El pequeño departamento se notaba sucio y desordenado, con papeles, computadoras y piezas electrónicas regadas por doquier.

 

Natasha dejó la pequeña bolsa negra sobre la sucia mesa, su semblante era estoico, e inspiraba a obedecerla sin rechistar.-Dos nuevas identidades, de 25 y 3 años. con nacionalidad rusa, acta de nacimiento, seguro social, cuentas bancarias, pasaporte y visa. –No se molestó en decir un saludo primero, pero su tono era tranquilo. Demasiado tranquilo. Su forzado anfitrión regresó tras su escritorio, e intentó concentrarse nuevamente en la computadora, para poder mitigar la incertidumbre que esa mujer antinatural le producía, en esa ocasión, estaba preparando una documento de herencia, pedido de una mujer importante, y sobretodo, rica.

-Señorita Weller...-Le respondió con una sonrisa forzada y nerviosa. -Me pide un trabajo completo, necesitaré un par de semanas para lograrlo, en estos días es algo difícil encontrar nombres limpios. –El  receptor de aquella conversación se mantuvo quieto, esperando una reacción, que aún no llegaba.

-No. Tienes 2 días, es más, seré generosa, te daré 3. No quiero que sea una suplantación de identidad, quiero que sean identidades totalmente nuevas, te encomiendo la tarea de que inventes un historial agradable, decente, sin antecedentes penales, enfermedades, ningún escándalo, tienen que ser dos personas completamente normales, dos perfectos y respetables ciudadanos rusos, ni siquiera permitiré una infracción de tránsito. Tienes 3 días, recuerda, 25 y 3 años, a nombre de Gena Slavik Romanov, y Piter Romanov, respectivamente; dejaré las fotografías necesarias para los trámites, una vez que las utilices, destruye las originales, junto el contenido de la bolsa negra.
El falsificador le miró atónito, entre una mezcla de sorpresa e indignación.

 

-¿Y cómo quieres tu café? Es absurdo. –En medio de su terror, hasta un ladrón poseía cierta dignidad, se irguió y alzó el rostro. –Necesito  más tiempo, son muchos documentos y condiciones en que los quieres, ni me has dado una oferta o...-Vaya, tal vez pedirle un precio había sido su mayor paso en falso, Nat le sujetó de la corbata mugrosa, la giró sobre su cuello y lo estrelló sobre su escritorio.

-Quiero mis documentos en tres miserables… ¡Mírame al rostro cuando te hablo, Henry! –El susodicho, asustado, le observó atentamente, con lágrimas asomándose en sus ojos irritados. –No cuatro, no cinco, ¡En tres miserables días! Si en tres días no están mis papeles, vendré por tu vida, ¿Entendido? Y ni pienses en escapar, que si no me llevo tu vida, me llevaré la de tu pequeña, sé que vive en Ohio, tengo un par de amigos ahí, así que no te atrevas a fallarme, hasta ahora no ha vivido quién fracase mis órdenes, ¿Estamos bien, Henry? .-Y Henry le miró con ojos grandes y labios temblorosos.

-Sí. –Titubeó, intentando controlar sus espasmos y  vejiga.

-¿Sí, qué? –Repitió con severidad, desde lejos Nat había visto rebeldía en sus ojos y esa pequeña lección debía demostrarle que no había espacio para eso, al menos no con ella.

-Sí señorita Weller, así será señorita Weller, perdón señorita Weller, soy un idiota, señorita Weller. –Natasha curveó una sonrisa y le soltó con suavidad.

–Dentro de 3 días hasta entonces… -Acomodándose la bolsa nuevamente, le dejó solo, tenía mucho trabajo que hacer, y agradecía que no le hubiera obligado a usar la pistola, realmente no tenía ganas de soportar el olor a pólvora, y ni siquiera había traído el silenciador.

Serían las tres de la tarde para cuando su primer encargo terminó, entró a una cafetería, donde desayunó, necesitaba algo pesado, que alejara el ácido gástrico de su estómago por unas horas más, al menos hasta que su última tarea estuviera resuelta y pudiera regresar con tranquilidad; afortunadamente, su <presa> llegaría hasta entrada la madrugada, tal vez un poco después, Nivi, una compañera suya, quien le debía un favor, diablos, Tony iba a terminar con todos sus favores, pensó, pero luego recordaba su mirada llorosa, su rostro golpeado, mientras sostenía a Peter, quien le miraba con curiosidad, y se olvidaba de todo; Nivi le había pasado un reporte de cierta persona, que detestaba en ese momento más que nada del mundo, incluso más que los guisantes, y vaya que detestaba los guisantes, qué hacía, cuándo salía, cuándo regresaba, a dónde iba, quién le visitaba. Todo. Y según al confiable reporte, ahora mismo estaría fuera de casa, y no regresaría hasta pasada la media noche, lo cual era perfecto. Nini se encargaría  de obstaculizar a los bomberos cuando fuese necesario, mientras Nat se escabullía al pent-house de Steve.

 Entrar fue sencillo, y para ser Steve, se sintió decepcionada, desactivó el mecanismo de la alarma contra incendios, traía puesto protectores en los pies, cabeza y guantes, se apresuró, quería salir de ahí lo más rápido posible, el lugar no le agradaba, por más lujoso que fuera, no podría imaginarse a Tony viviendo ahí, era muy frío, no estaba ese ambiente familiar, no había muchos juguetes, y a Peter le encantaban los juguetes.

Fue en la habitación matrimonial, donde encontró los papeles que buscaba, acta de nacimiento, tanto de Tony como de Peter, incluso la de Steve, pero esa no importaba, sustrajo las dos primeras, junto con documentos del seguro social, factoras de hospitales, tarjetas, licencia, ID, cartilla de vacunación, todo, y las intercambio por otros documentos, del mismo material pero en escases de contenido. Qué tonto Steve, tan bonito tu departamento, pero, lástima, todo es muy… Inflamable.

Una noticia que resonó por varios días, fue la de un terrible incendio en la zona dorada de la ciudad, donde se culpó de negligencia que no pudiera apagarse a tiempo, causando daños materiales a una parte considerable del edificio, pero ninguna pérdida humana. Bien hecho Nat, qué sería del mundo sin ti.

Esa noche se hospedó en un motel, pasaría unos días ahí, en lo que Henry terminaba su demanda. –Tranquilo Tony, estoy bien, ¿Estás bien? Sí, yo sé que son las 3 de la mañana, pero no había podido contactarte antes, pero te dije, no me esperes despierto, ¿Que qué clase de trabajo tengo? Uno genial, pero asfixiante, tú relájate, llegaré pronto, tal vez pasado mañana, en la noche, sí... ¿Estás bien? ¿Peter está bien?, qué bien, me alegra, dile que le llevaré un regalo, no seas histérico Tony, estoy…Por ahí. Nada de qué preocuparse, Tony, ¿Estás bien? –Era la tercera vez que le preguntaba y no recibía una respuesta, eso le alarmaba. –No, Tony, no llores, no…Tony… -Le llamó con suavidad, mientras bajaba el cobertor hasta los hombros. –Steve no va a ir por ti, te lo aseguro, sé fuerte Tony, ¿Sí? Por Peter, por mí, sé fuerte, estás a salvo. –Esperó unos momentos a que el otro se desahogara. –Sé que no estoy ahí, pero eso significa que no pueda protegerte desde donde esté. –Y no mentía. -¿Más calmado? –Recibió un asentimiento como respuesta. –Ve a dormir Tony, nadie va a lastimarte en New York, y es casi imposible entrar al edificio donde estás, no sin un millar de autorizaciones y permisos y eso, Steve no sabe dónde estás, lo prometo, no va a encontrarlos, ahora, duerme un poco por favor, alterarás a Pet. –Escuchó nuevamente una respuesta positiva y la llamada terminó.

Natasha llegó a eso de la madrugada, 3 días después, llevaba sólo una bolsa de mano, y cargando una pizza, Tony le esperaba en la sala, con ojeras, una mirada ansiosa, mientras bebía una taza de café, que Natasha tuvo que quitarle, sospechando que no le haría bien a su sistema. -¿Dónde está Pet? –Preguntó, verlo en ese estado no le daba buena espina. -¿Sucedió algo? ¿Tony? –Le contestó sólo cuando tocó su hombro y volvió a la normalidad.

-No, no, todo bien, está en el cuarto, durmiendo como una roca, estuvo muy activo hoy, creo que podrá correr en algunos meses, así que hizo varios intentos y eso debió cansarle mucho, le di su cena, lo cambié y se quedó dormido mientras le ponía el pañal. –Nat pudo respirar nuevamente. -¿Cómo te fue en el trabajo, Nattie?

-Bien, aburrido, como siempre, pero bueno, estoy muy cansada como para hablar de eso, así que deberíamos irnos a dormir. –Tony le miró fijamente, temiendo que fuese a desaparecer. -¿Tony? –Le llamó una vez más y él asintió, algo ido. -¿Has bebido algo? ¿Estás ebrio? ¿O drogado…? –Pero el negó, consciente de las preguntas que le hacía. –Bueno…-No estaba muy convencida de que estuviera bien, pero iba a creerle, le ayudó a balancearse, sentía que a cada paso que daba podría venirse abajo, le dejó en su habitación, Peter estaba ahí, tal y como dijo Tony, respiraba y se removía entre sueños. Esa noche durmió inquieta, mientras Tony miraba fijamente la pared.

 

Notas finales:

Para quienes pensaron que tardaría medio año


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