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Errores por MikaShier

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La luz se filtraba por las cortinas y el gélido aire se colaba entre la abertura de la ventana. Escuchaba la música resonando a lo lejos, así que sabía dónde estaba y no era una sorpresa que no estuviese solo. No apartó la vista de aquella luz neón, proveniente del letrero del motel frente al antro, se limitó a acomodarse sobre la cama antes de sentir un brazo atrayéndolo hacia sí.

 

Rin sabía que estaba drogado porque al girarse solo pudo ver el rostro de Haruka. Se relamió los labios y se acurrucó en el pecho contrario, soltando un suspiro y dejando que el otro le acariciara con algo bastante parecido al cariño. Sintió cómo le desenredaba el cabello. Sintió que le besaba la frente y luego lo sintió levantarse. La luz neón le pareció hacerse más fuerte y entrecerró los ojos, cosa que al parecer le hizo gracia al otro, pues escuchó su suave risa y Rin a punto estuvo de pedirle que se quedara, porque solo veía, sentía y escuchaba a Haru.

 

— Entonces… ¿Dijimos tres mil? —cuestionó el chico, buscando su billetera en el piso. Rin se irguió en la cama y se talló la cara con pereza. No era Haru, Haru no le pagaría por sexo jamás.

 

—Déjalo así —soltó un suspiro y se puso el bóxer. El contrario le revolvió el cabello con una sonrisita. El pelirrojo distinguió algo de lástima—. Pero… Si vuelves, te cobraré el doble. Así que vete de una vez.

 

—Oye… —la cama se hundió a su lado. Rin clavó la mirada en los pies del contrario mientras este se ponía los calcetines— ¿Quieres que te lleve a tu casa? No pareces estar demasiado bien…

 

— ¿Por qué le diría a un extraño que me lleve a casa? No tiene sentido.

 

— ¿Quizá por la misma razón que hace que te acuestes con un extraño? —escuchó al pelirrojo bufar y soltó otra risa, irritándolo más— Llámame Asahi, así ya no somos extraños.

 

—De cualquier manera, estoy bien y no necesito a ningún niñito llevándome a casa —se quejó— ¿Qué te dice que estoy mal?

 

—Bueno, te has puesto mi ropa interior. Estoy seguro de que… Bueno… Tú ni siquiera traías ropa debajo de… Bueno… ¡Ah! También estás algo drogado —Rin lo miró con incredulidad, luego frunció el ceño.

 

—No, no, un segundo… ¿Quién mierda se pone los calcetines antes que la ropa interior?

 

—En realidad, cuentan como ropa interior… —el pelirrojo soltó una carcajada y asintió, tomando sus pantalones— Te ríes muy bonito… ¿Me devuelves mi…?

 

— ¿Tu ropa interior? Ya la traes puesta —señaló sus pies con la mirada y le sonrió, terminando de vestirse—. Te dejaré llevarme a casa.

 

Minutos después, el olor típico de Iwaka invadió sus fosas nasales. Asahi halaba de la muñeca de Rin, solo para asegurarse de que no fuese a irse por algún motivo. El pelirrojo miraba las luces con una sonrisa boba mientras Asahi le hacía señas a Ikuya, quien estaba sentado en la barra. El chico asintió de inmediato y agitó la mano a modo de despedida.

 

Se mordió el labio cuando subió al pelirrojo en el automóvil, preguntándose si estaría bien aprovecharse así de la situación. Se preguntaba cómo sería ese pelirrojo en realidad. Ese que ni siquiera se había dignado en presentarse. Estaba seguro de saber su nombre, alguien se lo había dicho, pero no recordaba cuál era.

 

Admiró su perfil mientras encendía el auto y suspiró, él no parecía una mala persona. No parecía el tipo de persona que mereciese tal golpe de… Karma. No tenía que sentirse culpable por no haberse sentido preparado para enfrentar un matrimonio. No tenía porqué culparse de las decisiones impulsivamente estúpidas de aquél a quien dejó.

 

Siguió las instrucciones que el pelirrojo le dio y poco después se detuvo frente a un edificio que parecía estar en sus últimos años de vida. Trabó las puertas antes de que el chico bajara.

 

— ¿Vives ahí? ¿No te da miedo que se caiga o algo así? —Rin lo miró algunos segundos y volvió a acomodarse en el asiento.

 

— ¿Quieres subir para que te muestre que no se derrumba?

 

Rin vio con diversión como Asahi tragaba discretamente. Se relamió los labios y estiró el brazo, apagando el auto sin recibir una sola protesta del otro.

 

—Aprovecharé y te devolveré tu ropa interior. Completamente gratis por hoy. Así que… ¿Qué tal si quitas el seguro de una vez? —Asahi sacudió la cabeza ligeramente.

 

—Tu nombre.

 

—Rin. ¿Me abres la puerta o rompo la ventana?

 

Asahi sacó las llaves y abrió las puertas antes de salir. El corazón latía desesperado dentro de su pecho y las palabras de Ikuya rebotaban en su cabeza. “Alguien como tú”. Ese pelirrojo le había hecho sentir en una entrega total. Le hacía sentir que podía existir el amor a primera vista. Le hacía querer sacar a Rin de aquél abismo en el que había caído.

 

Subieron las escaleras con lentitud y, una vez en el piso de Rin, caminaron por el pasillo hasta una de las puertas. El pelirrojo la abrió con cierta dificultad antes de girarse para abrazar a Asahi por el cuello. Este último le dio un besito en los labios y se separó.

 

—Toma mucha agua y ve a descansar, Rin.

 

— ¿Eh? ¿No pasarás?

 

—Me cobrarías el doble, ¿no es así? —Rin se recargó en el marco y sonrió ladinamente, asintiendo.

 

—Entiendo. Gracias por traerme, Asahi. Realmente fue un placer.

 

—Sí… —se pellizcó el puente de la nariz antes de volver a mirar al pelirrojo— Existen otras maneras, Rin… La prostitución es…

 

— ¿Un oficio indecente? —cuestionó, acomodándose el cabello— Consideraré tu amable intervención a los problemas que no te incumben, ¿vale? Cuidado en las escaleras, el edificio de este prostituto podría caérsete encima.

 

—Rin, sé que no me conoces y que yo no te conozco. Pero por lo poco que sé de ti... No mereces nada de esto. Podrías encontrar algo mejor.

 

— ¿Lo poco que sabes de mí? Solo sabes cómo manejarme en la cama, no significa que… —apretó los labios y Asahi fue testigo de la sombra que sus ojos adquirieron— ¿El barman te contó algo divertido?

 

—No… No fue divertido, pero… —la mano del pelirrojo se extendió frente a él.

 

—Tres mil yenes, cariño.

 

Asahi se sintió un imbécil cuando salió del edificio. Él y su enorme boca habían arruinado la oportunidad. Pero eso no significaba que iba a rendirse. Acababa de decidir que Rin le interesaba demasiado. No importaba el pasado, solamente lo que vendría en el futuro. Iba a borrar esas marcas. Y quizá su atracción pasaría a ser un enamoramiento completo.

 

Rin se dejó caer en la cama y abrazó su almohada con fuerza. Quería morirse ahí mismo. Su día había sido pésimo y las ganas de echarse a llorar eran tan grandes que ni siquiera había encontrado el valor para rechazar a Asahi en cuanto este le invitó a una habitación de la parte superior del antro. El sexo había sido… Más placentero de lo normal, porque Asahi lo tocaba con un nerviosismo que nunca había sentido. Lo tocaba como si él fuese la botella prohibida en la repisa alta en la casa de sus padres. Aunque ese chico claramente no vivía con sus padres. Estaba bastante madurito para ello.

 

Sacudió la cabeza y soltó un sollozo. Pensar en Asahi no le ayudaba en nada, porque Haruka parecía estar presente en cada acción. La droga posiblemente le había causado alucinaciones.

 

Dolía demasiado y esa noche lloró más que todas las noches anteriores. Se sintió devastado. Sintió que le arrancaban el corazón del pecho. Se sintió morir ante la fría mirada de la persona a quien más amaba en la vida.

 

Lo tenía bien merecido.

 

SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

 

Haru observó el techo de la habitación por muchos minutos, intentando distraerse del hecho de que estaba en el hospital, sobre una camilla y con algo horrible conectado a su mano. Le habían dicho que era por el suero, pero a Haru esas cosas no le convencían y solo había entendido que era horrible, pero no podían quitársela todavía.

 

Sus dedos tamborileaban el barandal de la dichosa camilla mientras escuchaba el sonido de la televisión en bajo volumen, además de las voces apagadas de sus padres hablando fuera de la habitación. Ellos tampoco querían a Rin, vaya sorpresa.

 

No iba a negar que se sentía un poco mal por el hecho de culpar a su exnovio sin ningún tipo de reparo, pero eran las heridas que quedaban, las que no podían cerrar con ocho meces de analgésicos o cualquier droga médica que le hubieran propinado. Era injusto, pero no haría nada por cambiar eso.

 

—Buenos días —bajó la mirada ante la voz, topándose con la sonrisa gentil de su mejor amigo— ¿Ya no estás enojado? Conseguí el número de Rin, por si…

 

—Ya tenías su número, Makoto —dijo con voz ronca, tomando el control de la camilla para acomodarla hasta quedar medio sentado—. No lo voy a llamar todavía.

 

—El “todavía” es un avance, ¿no? —le sonrió levemente y se sentó en el sofá junto a él, arrastrándolo un poco más cerca. Haru miró hacia enfrente y movió los hombros en círculos mientras suspiraba.

 

—Lo llamaré cuando vea el departamento. Me lo voy a quedar, pero dejaré que saque sus cosas.

 

—Haru, Rin ha tenido meses de autocastigo, podrías ser un poco más… comprensivo, ¿no crees?

 

—Si ha tenido tanto tiempo, ¿habrá sacado ya sus cosas de mi casa?

 

—La casa de ambos.

 

—Tú no lo comprendes, Makoto. Le pedí matrimonio a Rin porque lo amaba. Y si él me amaba, debía aceptar. Pero me rechazó, porque no me ama lo suficiente.

 

— ¿Te dijo porqué no aceptó o curiosamente no recuerdas esa parte?

 

—No puedo recordar algo que no sucedió —respondió, restándole importancia. Makoto frunció el ceño levemente.

 

— ¿No te dijo por qué?

 

—No necesité escuchar sus mentiras, solo me fui.

 

—Rin nunca te mintió, Haru… Fuiste impulsivo.

 

—Y pagué la consecuencia, ¿vale? Pagué por ello y ahora me estoy recuperando, ¿no me ves?

 

—Rin pagó tu estadía aquí.

 

—Estoy seguro de que mis padres no se lo pidieron. No soy responsable por los actos de él.

 

—Dejó de nadar —replicó. Haru lo miró con cierto reproche.

 

—Yo igual.

 

— ¿Acaso no lo viste? ¡Parece un zombie!

 

— ¿Podrías dejar de hablar de él? Makoto, sabemos que no soy el mejor novio y sabemos que me esforcé mucho con Rin, pero no se dio. Ahora solo nos queda superarlo, ¿verdad?

 

Makoto asintió y suspiró levemente antes de levantarse y apretarle el brazo.

 

—Me alegra que estés despierto, Haru.

 

Aunque de algún modo sigues dormido.

 

SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

 

N/A: Bueno, actualización. Eh… Haru está emperrado, en teoría es comprensible, así que no lo odien tanto todavía. Es humano enojarse y fallar.


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