Las horas pasaron abriendo camino a los días y con ellos vinieron las semanas.
La vida de Harry Potter, el niño que vivió, se transformó rápidamente en una rutina, que consistía en levantarse cerca al mediodía, darse un baño de sales en una enorme tina de mármol negro, el cual era preparado por los elfos domésticos. Al salir se vestía con túnicas similares a las que llevaba el lord ese día, pero de cortes femeninos. El primer día que el señor oscuro lo había obligado a levantarse, quiso tomar una diferente, lo intento por una hora pero nunca lo consiguió y debió resignarse a tomar una de las suyas
Una vez estaba vestido se sentaba en tocador para que un elfo lo maquillaba, perfumaba y le arreglaba el pelo, colocándole una flor sobre su oreja. Luego bajaba al comedor, donde se sentaba en la cabecera, mientras Giny entraba vestida con harapos sucios que apenas la cubrían, mientras un hilo de sangre bajaba de entre sus muslos, le servía un ostentoso desayuno. Sin poder hablar, veía como Giny se sentaba en un rincón a esperar que él le tirase algo de sus sobras. El quería hablar, decirle que se sentara a su lado, que iba a encontrar la manera de rescatarla, pero no lograba articular palabras. Tampoco era el responsable de que su mano le aventaba trozos de comida que ella comía con desesperación sin usar las manos. A veces entraba un mortífago que el no conocía y hacia un venia ante él, luego se dirigía hacia el rincón en el cual estaba sentada Giny y la manoseaba, luego la paraba de los cabellos gritándole que no era digna de estar a los pies de “su señora” y la sacaba a rastra.
Luego de desayunar se dirigía al despacho del señor tenebroso y se sentaba en uno de los sillones a mirar revistas femeninas, ya que no lograba tomar sobre ningún otro tema, y por otro lado, estas volaban a sus manos. Un par de hora y muchas revistas después, su cuerpo se ponía de pie y se iba a parar junto a la silla del lord, quien mientras leía y firmaba documentos, distraídamente le acariciaba los muslos. Cuando terminaba de trabajar, el lord lo sentaba en sus piernas y lo acariciaba sintiendo como el vestido de Harry se mojaba de lo excitado que estaba, por lo que le susurraba al oído:
- Se paciente. No falta mucho para la noche.
Harry protestaba y hacia pucheros de manera infantil, mientras el lord reía, para besarlo dulcemente, como si temiese que en cualquier se fuese a romper el joven que tenia entre sus brazos.
A la hora del almuerzo se dirigían de la mano al comedor, a veces el señor tenebroso lo lleva en sus brazos y lo depositaba en la silla que estaba a su derecha, aunque la mayoría de las veces lo sentaba en las piernas y le daba los alimentos en la boca.
Lo que si era seguro era el hecho de que fuese Giny quien se los servía, para luego irse a sentar en un rincón para esperar que le lancen trozos de comida. Durante este tiempo el lord se quejaba de la apariencia de Giny y a veces le lanzaba un crucio por esta razón.
Por las tardes era común verlos tomando el te o por paseando de la mano por el jardín, mientras a su alrededor estaba Nagini cazando algo. Por la noche las cosas no variaban mucho, ya que repetían la rutina del almuerzo. Casi siempre al final de la cena llegaba algún mortífago a entregar algún informes sobre el avance de algo que Harry nunca alcanzaba a entender.
Luego de la cena, se retiraban a su habitación para darse un baño juntos en la tina y terminar teniendo una noche de sexo salvaje y desenfrenado, donde se escuchaba por toda la casa los gritos de pasión de Harry y su irrefrenable suplica de volver a ser poseído por el lord.
Harry siempre terminaba exhausto e inmediatamente se dormía por lo que nunca escuchaba por la madrugada los gritos desgarradores de Giny que era brutalmente violada mínimamente por cuatro diferentes mortifagos cada noche