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Plumas Negras (AoKise) por Antonyanchan

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Notas del capitulo:

Buenas.

Esto es lo último. Realmente estoy feliz de haberlo escrito (incluso llegue a llorar un poquito cuando lo terminaba, bueno, soy algo sensible y además, no me gusta tener que terminar historias).

Disfruten el epílogo. 

El calor del Inframundo podría llegar a ser insoportable. Por lo que Kise y Aomine se habían dirigido al río Aqueronte a bañarse juntos.

El rubio miraba su reflejo en el río. Él ya era un Maledictus, por lo que sus cuernos y cola, ya habían comenzado a crecer. Quién diría que hace un tiempo atrás, era un ángel de plumas blancas y puras. Aunque había estado orgulloso de llevar el título del "ángel más bello de todos", no le molestaba para nada su nueva vida de demonio.

 De repente, sintió como alguien lo pateaba, haciéndolo caer dentro del río. — ¿Qué crees que haces Aominecchi? —preguntó Kise mientras salía del agua con una expresión de desagrado. Aomine simplemente se rió de él a carcajadas. —Dios, por tu culpa estoy todo mojado...

— ¿No habíamos venido al Aqueronte a refrescarnos?  

—Bueno, sí. Pero, no quería mojarme la ropa... —Aomine volvió a reírse, mientras se quitaba su ropa. Kise comenzó a hacer lo mismo, ya había abandonado la vergüenza de estar como lo crearon frente a su amado. Ya desnudos, ambos entraron al agua.

—Es increíble como en un lugar tan caluroso, pueda haber un río así de fresco —opinó Kise mientras se dejaba mojar por el agua fría del Aqueronte.

—En el Cielo había miles de fuentes con agua bendita y cristalina. El Aqueronte no se compara a ellas. —comentó Aomine mientras abrazaba al rubio. —Pero aun así, el Aqueronte es más especial, después de todo, uno se da cuenta de lo indispensable que es el agua cuando está en un desierto ¿no?

— ¿Quieres decir como la vida del Cielo es perfecta, no sabemos valorar las cosas? 

—Exacto. En cambio, aquí en el Inframundo nos damos cuenta de lo importante que es cada cosa, por eso disfrutamos más de las cosas simples, como el río Aqueronte. Es un simple río, pero para todos los demonios, es un divino manantial, que entre todos disfrutamos y cuidamos. Si el río Aqueronte hubiera estado en el Cielo, no sería tan querido como es aquí —Tras asentir, Aomine se acercó más a Kise y lo besó. Bajó sus manos a la entrepierna del rubio y comenzó a acariciarla. Unos adorables gemidos salieron de la boca de Kise, complaciendo al moreno, que comenzó a lamerle el cuello cariñosamente. 

—A-Aominecchi... Aquí no. —le dijo Kise sonrojado. 

— ¿Cuál es el problema? Aquí no hay nadie que nos vea, y tampoco está Padre con sus estúpidas reglas.

—Por decir eso, tus plumas se volverán negras.

—Idiota, no tengo plumas —rio Aomine antes de volver a besar a Kise.

En el Inframundo aprendieron a valorar más las cosas, y eso incluye valorar más los momentos que poseían juntos. No, ellos siempre valorarían la presencia del otro. Después de todo, su único deseo era estar juntos, sea en el Cielo o en el Inframundo. Lo más importante era poder amarse sin ninguna prohibición. Quizás eran impuros por hacer el amor cada cuanto tiempo, o quizás por pensar que amarse estaban bien, pero así eran felices. Y nada era capaz de cambiarlo. 

Notas finales:

¡Un lindo final feliz! 

Muchas gracias por leerlo desde el principio, hasta el final. Disfrute mucho escribirlo, y también de la historia que cree. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. 

Me despido cordialmente, y esperando algún que otro comentario.

Bye-Bye. 

 


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