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Plumas Negras (AoKise) por Antonyanchan

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Notas del capitulo:

Buenas.

Otro titulo nada original... realmente pido disculpas... (creo que tampoco el titulo del fic es una maravilla...)

Bueno, disfruten el capitulo.

 

—Senpai puede ser rudo e incluso llegar a patearme, pero es amable. Estoy agradecido por su preocupación, pero temó que no puedo seguir su consejo.

Quizás mi carta no es especial, pero aun así tengo que enviarla.

Porque cuando pensé que Aominecchi la leería, y se reiría de mí como siempre lo hizo, mi pecho comenzó a arder. Se sentía bastante cálido, como los momentos que pasábamos juntos.

Perdóneme senpai, pero enviare la carta.

Perdóneme Padre, pero no puedo evitar el deseo de volver a saber de Aominecchi.

Perdóname Aominecchi, por no hacerlo antes.

 

Kise esperó que el ángel de turno volviera. Había averiguado que Akashi era el encargado, y que después de él venía Murasakibara.

Akashi era increíblemente puntual, cuando su turno terminaba, de inmediato volvía al Cielo. Mientras que Murasakibara normalmente llegaba tarde a Le Jugement cuando le tocaba trabajar. Quizás era porque le daba pereza juzgar a las almas, o porque se quedaba dormido en la espera, aunque realmente no importaba mucho la razón.

Durante el lapso de tiempo que se daría por el intercambio de turno entre esos dos, Kise podía ir perfectamente a meter la carta en el agujero de la Puerta Infernal. Y así lo hizo.

Tras atravesar la Puerta Celestial, Kise corrió hacia su objetivo. Estaba lleno de determinación, pero al estar frente a frente con la entrada al Inframundo, comenzó a temblar.

Más de la mitad de su ala izquierda ya estaba negra, y él se daba cuenta como más de sus plumas se teñían de negro. ¿Qué pasaría cuando enviará la carta?

—No puedo… Tengo miedo, Aominecchi… No quiero que mis alas sean negras… No quiero transformarme en un demonio…

Lagrimas comenzaron a caer de sus ojos, mientras sus manos temblaban tanto, que la carta parecía caerse de ellas en cualquier momento.

En aquel instante,  volvió a recordar su último momento con Aomine.

Kise estaba acostado mientras abrazaba su recién creado peluche. Cuando de repente, Aomine abrió la puerta sin ningún aviso.

— ¡O-oye! ¡¿Cuántas veces te he dicho que tocarás la puerta?! —le gritó Kise mientras veía como el otro se sentaba en la cama, como Pedro por su casa.

—Cállate, siempre te complicas por estupideces —le comentó Aomine mirándolo fijamente. Su mirada normalmente era fría, siempre viendo a los demás como algo inferior, pero cuando se trataba de Kise, solía ser más amable, mostrando el gran aprecio que poseía por el rubio.

—Tú nunca aprenderás ¿eh? A veces me gustaría que fueras más consi- —Kise no pudo terminar de hablar, ya que Aomine se lanzó encima de él. Sus rostros quedaron tan unidos, que podían oír la respiración del otro. Los ojos de Aomine estaban tristes, como si ocultara un gran dolor. 

—Kise, me transformare en demonio por tu culpa —le susurró Aomine al oído.

— ¡Yo no tengo nada que ver! ¡Después de todo siempre presumes y duermes en tus turnos! —le criticó el rubio inflando un poco sus mejillas. Aomine simplemente se rio.

—Tienes mucho que ver, no te hagas el inocente. —dijo mientras le acariciaba el rostro. Después de eso, juntó sus labios con los de Kise. Durante unos segundos, todo se detuvo. El latir del rubio se emocionó como nunca, como si aquello fuera lo más importante que le hubiera pasado en su eterna vida.

Los humanos solían llamar aquello “un beso”. Era una muestra de afecto extrema mostrada por los labios. Normalmente la dirigían en la mejilla, pero en algunas ocasiones, los labios chocaban entre ellos para darse cariño mutuamente.

Las últimas cinco plumas blancas de Aomine, se tiñeron de negro. — ¿Ves que será tu culpa? —rio, quitándole importancia al asunto.

— ¿Por qué me besaste? —preguntó Kise seriamente.

—Para mostrarte como era, así de simple.

—Pero por eso, tus plumas se volvieron negras…

—Es un sacrificio por un amigo, está bien —y tras decir eso, Aomine se levantó de la cama. —Tengo turno muy pronto, por lo que ya debo irme.

Y sin que Kise pudiera despedirse, Aomine salió del cuarto.

Fue la última vez que lo vio.

El rubio lo tenía más que claro. La razón por la que Aomine estaba en el Inframundo, era el beso. Mejor dicho, era la culpa de Kise.

— ¿Por qué estoy dudando? Aominecchi ya hubiera puesto la carta como si nada.

Dejó de temblar —Es un sacrificio por un amigo, está bien —se dijo a sí mismo. Y dirigió la carta al agujero, pero hubo un problema inesperado.

La carta no entraba por el agujero. — ¡Maldición! —gritó Kise, mientras que con su puño golpeó la puerta sin pensarlo. Ahí se dio cuenta de lo frágil que era la Puerta Infernal, si el golpeaba cerca del agujero por un buen rato, podría este hacerse más grande.  Estuvo así hasta lograrlo. Ahí pudo meter la carta por fin.

Cuando Murasakibara llegó, Kise se retiraba con el ala izquierda y la mitad de la derecha, completamente de color negro.

Notas finales:

Este capitulo me costó escribirlo, no se porque... Pero aun así, pude terminarlo. En total son nueve capitulos excluyendo el prólogo y el epílogo claramente.

Bueno, gracias por leer el capítulo 4. 


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