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Plumas Negras (AoKise) por Antonyanchan

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Notas del capitulo:

Buenas.

En este capítulo quise incluir al Kise frío que podemos ver en algunas partes del anime (o mejor dicho en el manga, que se nota más). Ojala me haya salido bien...

Disfrute del capítulo.

— ¡Termine! —Avisó Himuro a Kise. Se había quedado en la habitación del rubio escribiendo la carta.

—Bien, me alegró. —contestó Kise.

—Iré a entregarla —El pelinegro se levantó de la silla. —Muchas gracias, Kise. —Y después de decir aquello, se retiró, dejando al rubio confundido.

Como era de esperarse, unas plumas negras aparecieron en las alas de Himuro, pero eran aproximadamente siete en total. Comparado con Kise cuando escribió su carta, eran muchos menores.  ¿Cuál era la diferencia? ¿Quizás el motivo de la carta? No, debía haber algo más, algo que el rubio no sabía.

—Quizás rompí otra regla ¿pero cuál?

No valía la pena pensar en ello realmente. Decidió salir a caminar para cambiar los aires, últimamente pasaba mucho tiempo en su habitación. Aunque le daba un poco de nervios, lo que algunos ángeles podrían decirle por el color de sus plumas.

El Cielo era un lugar precioso. Todo era perfecto, con jardines con todas las flores existentes, y también algunas desconocidas para los humanos. Además de los caminos de nubes de todo colores.

Kise se detuvo al ver unas flores que aún no habían florecido, apenas eran capullos de rosas blancas. Las miró por uno segundos, y se preguntó cuándo irían a madurar por completo para deleitar los ojos de todos los ángeles que pasarían por ahí.

En ese momento, dos ángeles se encontraron. Se sonrieron mutuamente y se besaron en los labios. El rubio volvió a quedar sorprendido. A ninguno de los dos ángeles sus plumas se volvieron negras.

—Pero en el momento que Aominecchi me besó… sus plumas se oscurecieron… ¿Por qué no les pasa lo mismo?

Kise comenzó a correr. Una extraña teoría apareció en su cabeza, y debía comprobarla de inmediato.

Fue a la habitación de Kasamatsu y tocó la puerta.

— ¿Quién es? —se escuchó decir a alguien dentro de la habitación.

— ¡Soy Kise! ¡Senpai ábrame! ¡Es importante!  —exclamó el rubio agitado. Kasamatsu apenas demoró en abrirle.

— ¡Kise! ¿Qué le pasó a tus plumas? —preguntó el ángel mayor preocupado. Pero el rubio en vez de responder, lo besó. Realmente no fue algo placentero, ni bonito, Kise no pudo sentir lo mismo que le había provocado Aomine cuando este le dio un ósculo. Además no duraron mucho tiempo con sus labios unidos, pues Kasamatsu lo empujó lo más rápido que pudo. — ¡¿Qué mierda crees que haces?!

—Kasamatsu-senpai, ¿tiene un espejo?

— ¿Hah?

— ¿Tiene un espejo? Necesito mirarme.

—Idiota narcisista.

—Llámeme como quiera, pero déjeme verme al espejo.

Kasamatsu suspiró y lo dejó entrar. Era muy raro ver a Kise así de serio, normalmente siempre andaba alegre y de buen humor, pero en algunas ocasiones, solía ser más frío e incluso llegar a dar algo de miedo.

Kise se vio al espejo y comenzó a reír. Kasamatsu lo miró extrañado.

— ¿Qué es tan gracioso? —preguntó el ángel mayor.

—Mis plumas no han cambiado nada por besarte.

— ¿Qué?

—Cuando Aominecchi me besó, sus plumas se volvieron negras.

—Eso es porqué…

—Ya lo sé, senpai. Aominecchi estaba enamorado de mí. 

Notas finales:

Voy a mencionar una curiosidad:

Que Kise haya mirado exactamente capullos de rosa blanca, fue por el significado que tiene en la Floriografía (lenguaje de las flores, formado en Constantinopla en los años 1600), significa "inocente en el amor".

Gracias por leer el capitulo 7. 

 


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