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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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El sol de la mañana apenas y empezaba a asomar por el horizonte de Yokohama, sin embargo, en la sede principal de la Port Mafia ya había bastante ruido. Los más jóvenes se reunían en la cafetería para desayunar junto con Kouyou, mientras Chuuya se encontraba reunido en la oficina del presidente con el mismo Mori, Elise y Akutagawa. La situación había cambiado drásticamente a lo largo de las últimas doce horas, todo por culpa de Dazai Osamu. Ignorante de lo ocurrido el día anterior con Akutagawa, Atsushi dormía plácidamente, a nadie le extrañaba pues pasaba lo mismo después de cada luna llena.

—Quería tomarme las cosas con calma, pero sinceramente esto no es algo que pueda dejar pasar después de todo —Mori Ougai se encontraba completamente relajado con los codos sobre la fuerte madera de su escritorio. Sus orbes rojizos estaban paseándose entre los dos subordinados que estaban frente a él, mientras la pequeña Elise coloreaba.

—Obviamente no podemos seguir esperando, Dazai Osamu hizo un ataque directo contra la Port Mafia, ya es suficiente. No pienso entregarle a Atsushi, tampoco puedo dejar que haga lo que se le venga en gana con Akutagawa —Chuuya estaba cabreado, estaba al borde de su paciencia y lo único que deseaba en esos momentos era estampar sus puños contra el rostro del cazador de excepciones.

— ¡No necesito que tú me protejas! Yo mismo voy a ir por Dazai —gruñó Akutagawa con rabia. Esa noche no había podido volver a conciliar el sueño y había tenido que ir con Chuuya, al igual que en el pasado se quejaba, liberaba toda su frustración y terminaba por dormirse con él. Incluso cuando le gritaba, lo intentaba golpear o lo atacaba sin razón, la persona que siempre velaba por su bienestar y el de Atsushi era ese hombre de cabellos naranjas, inevitablemente sentía cariño hacia él, a su manera claro. Por eso estaba allí, apoyando su noción para ir tras Dazai.

Un suspiro fue todo lo que Mori pudo dejar salir de sus labios. Había querido evitar una guerra innecesaria en Yokohama, quería librarse de la responsabilidad que nacía de provocar un derramamiento de sangre. No obstante, las cosas se habían complicado y era su deber velar por la tranquilidad de todos los miembros de la Port Mafia. —Muy bien, tienen el permiso de ir tras él. Sin embargo, no metan a Atsushi en nada de esto, tampoco tendrán refuerzos. Hay algo que me está molestando últimamente y no quiero dejar a muchos jugueteando por allí.

— ¡Moo! ¡Ya cállense, no dejan que me concentre! —la pequeña Elise levantó la mirada con el ceño fruncido para dirigirse a ese grupo de tontos que discutían por algo ridículo—. En vez de estar molestando aquí deberían moverse y hacer algo con el estúpido de Dazai Osamu o acabar con el molesto sujeto del gobierno que siempre se oculta mientras da órdenes.

— ¡Oh, Elise-chan! ¡Eres tan linda! Bueno, ya escucharon, pueden irse a jugar por allí —Mori de inmediato se levantó con una sonrisa para ir a sentarse junto a Elise mientras esta le repetía: “pedófilo” en la cara.

Chuuya fue el primero en asentir y movilizarse hacia la puerta que conectaba la oficina con el pasillo, seguido de cerca por un sorpresivamente callado Akutagawa. Ninguno de los dos dijo nada, pero el brillo asesino que se reflejaba en sus orbes no dejaba dudas de lo emocionados que estaban ante la idea de atacar.

—Son como un par de perros callejeros viendo un trozo de carne luego de semanas sin comer —murmuró Mori apenas ambos abandonaron su oficina.

— ¡Ja! Al final son los cachorros que tú recogiste —aseguró Elise mientras continuaba con su dibujo, en él solamente había dos cuerpos decapitados en un charco de sangre: uno era Dazai Osamu y el otro… Oda Sakunosuke. Si la mafia quería gobernar la isla entera debía acabar con esas dos excepciones, al terminar el siguiente objetivo sin lugar a duda era Ango Sakaguchi.

—Mi pequeña Elise es tan inteligente~ —el líder de la Port Mafia acarició con suavidad la cabeza de la pequeña rubia, sonriéndole alegremente todo el tiempo. En esa ocasión ella llevaba la razón… Todos esos niños que crecieron conociendo el odio y el rechazo se habían arremolinado a su alrededor, curaron sus heridas lamiéndose unos a los otros y poco a poco fueron volviéndose fuertes—. He creado unos monstruos.

—Tienes una sonrisa desagradable en tu rostro, Mori —la pequeña Elise solamente soltó una suave risa antes de estirar sus manos hacia arriba con cuidado—. La sombra que entró a los sueños de Akutagawa era sin duda de una de las excepciones de la agencia… No pensé que Yukichi fuese a ayudarlo hasta ese punto.

Mori mantuvo aquella sonrisa en su rostro, sin duda alguna las cosas se estaban poniendo cada vez más interesantes y él no podía evitar querer ver en qué terminaría aquella disputa entre los dos bandos que compartían la isla—. La agencia sirve al mejor postor, además, la prioridad de ese hombre es sin duda el pequeño gato que recogió.

—Piensa como quieras, estúpido pedófilo —comentó la pequeña niña con una sonrisa alegre antes de empezar a tararear una melodía. Las sombras vivían entre las excepciones, las excepciones eran capaces de vivir entre los humanos, sin embargo, existían sombras que podían vivir entre humanos y al mismo tiempo dentro del corazón contaminado de su excepción.

 

 

Apenas habían salido de la oficina del líder de la Port Mafia, Chuuya y Akutagawa se dispusieron a abandonar el cuartel pues debían actuar antes de que el tigre se levantara. Por suerte para ambos el pequeño Atsushi no tenía planeado despertar antes de mediodía debido al cansancio que le causaba la unión con Byakko durante las lunas llenas.

—Si vas a dejarte llevar por Rashōmon, al menos ten presente que los errores serán castigados. Esta es la única batalla contra Dazai que me niego a perder ¿entendido? —Chuuya caminaba al frente como siempre, siendo seguido de cerca por Akutagawa. Se dirigían hacia el departamento del castaño, pues no tendría la decencia de mandarle una invitación en esa ocasión.

—Voy a destruirlo, eso es todo lo que tengo que decir —gruñó el de cabellos azabaches, antes de recibir una caricia en el cabello por la que tuvo que detenerse para observar los orbes azules que parecían sentir lástima por él—. No necesito tu lástima, maldito loco de los sombreros —y con un manotazo apartó aquella mano que intentaba reconfortarlo. No era débil.

—No tienes remedio… —Chuuya suspiró apenas su mano fue apartada con violencia, sin embargo, dejó que Akutagawa se adelantara un poco para poder analizar su lenguaje corporal desde atrás. El contrario tenía el cuerpo rígido mientras caminaba y sobre todo podía ver cómo Rashōmon se removía en forma de sombra. Ambos estaban sedientos de sangre, por lo que él tendría que ser el ancla que mantuviese a la pesadilla dentro de sus cabales como siempre.

— ¿A ti qué te importa? No entraron a tu cabeza —el humor de Akutagawa no hacía más que empeorar y estaba muy seguro de que eso no se arreglaría a menos que le diera una paliza a Dazai Osamu… porque ahora ese detective inútil sabía qué era Atsushi… Aquel secreto que solamente le pertenecía a él había sido robado, y mataría por mantenerlo lejos de las manos equivocadas. Con ese pensamiento apretó ambas manos formando dos puños.

—Sé cómo te sientes… pero, Akutagawa, el hecho de que Atsushi está muerto no es un secreto para nosotros —las palabras salieron por inercia de sus finos y refinados labios… Apenas el menor se quedó congelado continuó caminando, adelantándose sin prestarle atención a la mirada desorientada que el de cabellos azabaches parecía lucir—. Desde el momento en que ustedes llegaron, no obstante, ese es un tema del que está prohibido hasta pensar dentro de la Port Mafia. Así que analízalo tranquilamente si en realidad no es mi problema.

Akutagawa se había quedado congelado, en ese momento sólo podía ver la espalda del estúpido  Chuuya avanzar. Dentro de él algo se había quebrado, dando paso a la realidad que desde hace mucho ignoraba: quisiera o no, ya no estaba solo. Fue en ese instante en el que reconoció algo tan estúpido y evidente… Una sonrisa ladina apareció en su rostro y avanzó con firmeza tras el de cabellos naranjas—. Cállate, te estás poniendo viejo.

Hasta ese momento Chuuya no había presionado nunca a ninguno de “sus” niños para que entendiera que ya no estaban solos, tampoco hacía énfasis en que se volvieran una familia pegajosa y había una razón especial: una excepción carente de odio sería consumida y destruida por su propia sombra—. Ja, cómo si eso fuese a suceder.



Fue en ese instante que dos siluetas familiares salieron del edificio al que apenas iban a llegar; para Akutagawa fue una sorpresa, pero no para Chuuya. Era evidente que Dazai podría prever una situación así sin requerir la ayuda de Oda. No se necesitaba una bola de cristal para saber que después de una infiltración en la Port Mafia, se tomarían acciones en represalia.

—Vayamos a un lugar más tranquilo a solucionar esta disputa, no quiero que las personas inocentes tengan que sufrir por nuestras acciones —pidió Odasaku siendo completamente racional, esta vez no iba a pedir una tregua o algo así pues sabía perfectamente que esos dos seres habían ido por sangre. La mirada en los orbes de Akutagawa se lo decía.

— ¿Tú qué dices? —preguntó Chuuya, observando de reojo a Akutagawa que ahora se había posicionado a su lado con una seguridad que no había visto en mucho tiempo en él. En esos momentos pudo ver que algo había cambiado, no sabía si para bien o para mal, pero el pequeño cachorro herido que recogieron parecía estar convirtiéndose en un buen perro.

Los orbes platinados de Akutagawa simplemente miraron hacia la calle donde un auto pasaba, estiró su mano—.  ¡Rashōmon! —la maldición recitada fue una orden inmediata y la enorme sombra tomó forma de garra para aplastar el auto, convirtiéndolo en un montón de chatarra, debajo de éste un claro charco de sangre se extendía. Había pensado que sería detenido, pero Chuuya había mantenido a Oda a raya igual que a Dazai.

Los gritos de los ciudadanos no tardaron en resonar y Dazai entrecerró los ojos. Ni siquiera había intentado seriamente ir por Akutagawa, pues era obvio que su antiguo amigo no lo iba a permitir—. Así que tantas ganas tienes de enfrentarme, vaya~ —no importaba cuánto quisiera esa excepción matarlo, no podría.

— ¡Eso no era necesario! —Oda Sakunosuke no podía simplemente aceptarlo, Dazai estaba dispuesto a pelear justo allí donde muchas personas podrían resultar heridas. Definitivamente eso no estaba bien… —. Las personas inocentes no tienen que morir por una pelea de excepciones, cambiemos la locación.

— ¿Y qué? No sé si lo has notado, pero a ninguno de nosotros nos importan las vidas de los humanos —comentó con voz amarga Chuuya, él había pensado que Odasaku era un hombre más inteligente, pero resultaba que su corazón lo volvía un completo inútil y él odiaba  a los inútiles—. Alguien como tú no debería tener una sombra. ¿Acaso sabes lo que es el hambre? ¿Conoces el desprecio? ¿Puedes decirme cómo se siente el suelo frío por las noches? —tenía el ceño fruncido y su sonrisa se había deformado hasta asemejarse a la de un perro rabioso mostrando sus dientes.

Dazai había aprovechado que Chuuya parecía haber puesto sus ojos sobre Odasaku para prepararse y atacar a Akutagawa, sin embargo, cuando ya estaba a casi un metro se encontró con la pierna de Chuuya que lo mandó a volar—. ¡Tsk! Como siempre tienes una fuerza monstruosa… —se quejó Dazai mientras se levantaba para sacudirse los pantalones.

—Lo siento, incluso si me movía iba a mandarnos a volar a ambos —Oda tenía la mandíbula tensa, pues era incómodo para él pelear en un lugar donde los civiles pudiesen resultar heridos. Tampoco podía responder sinceramente a ninguna de las preguntas que el contrario le hacía, él cargaba con sus propios demonios y ninguno parecía ser lo suficientemente pesado como para ser comparado con los que llevaban esas excepciones pertenecientes a la Port Mafia.

—En verdad me molesta tu estúpido sentido de la justicia ¿A quién proteges? Porque mientras yo robaba comida para sobrevivir con mi hermana ningún policía vino a ayudarnos, al contrario, me repudiaban, me golpeaban. ¡Voy a maldecirlos hasta que este cuerpo se pudra! —con el fuerte grito de Akutagawa, Rashōmon  rugió con fuerza tomando la forma de la cabeza de un dragón que fue directamente hacia Odasaku. Apenas éste lo esquivó, la sombra se sacudió para volver a atacarlo.

— ¡Je! Les llevaré flores a su tumba en agradecimiento por despertar esa mirada en Aku, lástima que tendré que conformarme contigo y dejarle toda la diversión a Akutagawa —en esos momentos el hecho de que Dazai era la presa principal había pasado a segundo plano. Lo primero sin lugar  a dudas era eliminar al hombre que defendía la justicia desde el lado incorrecto. Por el bien de las excepciones, destruirían al infalible Oda Sakunosuke.

—Como siempre tienes un sentido del humor pésimo —comentó Dazai con una sonrisa relajada. A él en realidad no le importaba el escenario en donde se llevara a cabo el enfrentamiento, solamente quería dejarles en claro a ese par de idiotas que no iba a alejarse de Atsushi pasara lo que pasara.  No le importaba ser odiado por todos o volverse un villano imperdonable, tendría al tigre en sus manos y nadie podría detenerlo.

—Y tú siempre has tenido una enorme seguridad —Chuuya optó por una posición defensiva, debía mantener lejos a Dazai para que no interfiriera con la pelea de Akutagawa. Sabía que en el estado actual del azabache, era muy posible que incluso Odasaku tuviese problemas conteniéndolo. Y mientras él fuese más rápido que su antiguo compañero, no sería neutralizado por completo.

—Eso es raro en ti, vas a dejarme tomar la ventaja. No voy a contenerme ni siquiera contigo, Chuuya. Voy a tomar a Atsushi de tus manos, y definitivamente no lo siento ~  —el castaño tenía un ojo sobre la pelea que se estaba llevando a unos cuantos metros de distancia. Akutagawa estaba alejando a Odasaku cada vez más de él y por lo tanto él también ponía su distancia. Parecía que la Port Mafia nunca se cansaba de sacar cartas nuevas.

—Siento reventar tu estúpida burbuja, pero incluso si Atsushi es tonto nunca dejaría que alguien como tú lo controlara. Aún si fuese a permitirlo, nosotros iríamos tras él las veces que fuesen necesarias —aquella era su declaración de guerra para Dazai, esa era la única pelea que no podía dejarle ganar. No era como en el pasado cuando lo había dejado irse al lado del gobierno como si nada, en aquel entonces todavía creía en el Dazai que dijo que las excepciones encontrarían su lugar en el mundo. Chuuya no le permitiría a ese estúpido detective hacer lo que se le viniera en gana con su pequeño cachorro.

—Eso no va a ocurrir —Dazai no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer de ninguna manera. Respiró profundamente, antes de lanzarse en un ataque directo hacia Chuuya. Fue completamente bloqueado y empujado hacia atrás. Y antes de que se diera cuenta el de cabellos naranjas estaba usando su habilidad para moverse rápidamente tras él y soltarle una nueva patada que lo lanzó de nuevo contra el piso. Maldijo en voz baja antes de ponerse de pie tan rápido como su cuerpo se lo permitió. Soportar una patada de Chuuya no era cualquier cosa.

 

Entre tanto los viejos compañeros arreglaban sus diferencias de la manera más primitiva posible, Akutagawa mantenía a Odasaku a raya además de haber conseguido herirlo un par de veces cuando mandaba a Rashōmon en forma de largas cadenas con puntas afiladas. El de cabellos negros lucía una sonrisa escalofriante mientras parecía excitarse con cada pequeño rasguño que conseguía hacer en la piel de aquel hombre que desconocía el sufrimiento de los nacidos bajo la estrella de una sombra.

—Alguien como tú que no entiende nada y quiere hacerse el bueno frente a todos... ¡Desaparece de una vez! —Ryuunosuke estaba completamente inmerso en la rabia que sentía por Odasaku y su forma de pensar. ¿Quién se creía ese hombre con complejo de héroe? No era nadie, no importaba qué tan buena fuese su sombra, nunca podría escapar de la imponente fuerza de una pesadilla descontrolada.

—Simplemente no veo la necesidad de herir a personas inocentes… Por cosas como esta es que somos unos monstruos para los humanos… —murmuró para sí mismo Odasaku mientras esquivaba el nuevo ataque de Rashōmon que parecía no cansarse en esa ocasión. Ni siquiera había visto a Akutagawa toser. Ese Akutagawa era muy diferente al que había enfrentado poco tiempo antes ¿era posible para alguien cambiar tan rápido? No lo sabía… No entendía.

— ¿Dónde está tu odio? ¿Tu deseo de venganza? Alguien que no conoce la desesperación definitivamente no va a ganarme —Akutagawa no podía creer que existieran excepciones como Oda. ¿Es que ellos no sentían pena por sus sombras? Las sombras que seguramente eran vestigios de la ruin naturaleza humana. Tanto Byakko como Rashōmon no eran más que criaturas torturadas, abandonadas y heridas por el hombre que terminaron convirtiéndose en monstruos. Las excepciones eran verdugos en ese mundo donde la justicia apuntaba al lado incorrecto.

Rashōmon era sinceramente el que mejor se lo estaba pasando, destruir sombras inferiores era uno de sus pasatiempos favoritos y por ello fallaba golpes directos a Odasaku para poder golpear a su sombra que esquivaba incluso mejor que él sus ataques.

—No necesito de eso para mi sombra —una mentira más clara que el agua, incluso él tenía sus rencores del pasado y un enemigo que derrotar para buscar la igualdad de todos. No obstante, sabía que para excepciones como Akutagawa o Chuuya esa no era una solución, por lo menos no luego de todo lo que habían tenido que pasar a manos de los humanos. Evitó un nuevo ataque y esta vez contraatacó, esquivando fácilmente con ayuda de su sombra las cadenas que atentaban contra él.

Akutagawa frunció el ceño al ver a Oda acercarse con tanta seguridad, sin embargo, no pudo evitar mostrar una sonrisa apenas estuvo dentro de su rango de ataque. Rashōmon rodeó al de cabellos castaños rojizos, atrapándolo en un ataúd de pesadilla—. Esto no me lo esperaba, Oda Sakunosuke corriendo directamente a su tumba. Pero seré amable con tu sombra y te daré una muerte rápida —era increíble la sensación de tener atrapado a ese hombre que el mundo idolatraba.

— ¡Grr! —Odasaku maldijo el momento en el que había olvidado la naturaleza cambiante de Rashōmon, simplemente se había dejado llevar por el instinto y allí estaba, luchando con todas sus fuerzas por hacer que el demonio de la pesadilla lo soltara.

Akutagawa mantuvo la mirada en aquel hombre de cabellos rojizos, sin embargo, el sonido de una queja lo hizo voltear, encontrándose con un Dazai en el suelo y sobre la espalda de éste el pie de Chuuya, que jadeaba mostrándose orgulloso incluso con una marca de golpe en la mejilla—. Parece que ya hay un bando ganador —estaba muy orgulloso de aquello, tanto Chuuya como él ahora eran vencedores.

—Ja… No pienses que con esto vas a hacer que me rinda respecto a Atsushi —Dazai mantenía su seguridad a pesar de la posición en la que se encontraban tanto él como su compañero. No obstante, no quería que Oda muriera por su culpa. Tal vez había subestimado a las excepciones de la Port Mafia en esa ocasión…. Pero no iba a dar su brazo a torcer, el tigre sería suyo.

Chuuya ladeó el rostro, presionando con su pie la espalda de su antiguo compañero—. De lo único que puedo arrepentirme sinceramente es de haber creído que tú querías la igualdad de todos. El Dazai que dijo algo sobre buscar algo mejor para las excepciones está muerto y tú también deberías estarlo —fue cuando por fin blandió su cuchillo que escuchó un rugido, sin haber ubicado el sonido ya sabía quién era: el cachorro había despertado.

 

Después de haber escuchado sobre el paradero de su superior y su compañero, Atsushi había ido a toda prisa hacia la ciudad, usando aquello que se le había prohibido mostrar: la metamorfosis. Tanto sus piernas como sus pupilas eran las de Byakko, el tigre ahora alejado de la realidad se comunicaba con su compañero directamente desde su subconsciente—. ¿Qué se supone están haciendo ustedes dos? ¡Esos hombres son excepciones también! No deben matar otros como nosotros ¡está mal!

Akutagawa fue el primero en gruñir en respuesta a la aparición de Atsushi, claro que no iban a matar a esos malditos, no ahora que el tigre estaba allí… La mafia tenía una estricta política sobre el trato a otras excepciones, y normalmente matarlas estaba prohibido… No obstante, Dazai Osamu y Oda Sakunosuke eran excluidos de esta regla—. ¿Por qué está mal? —preguntó el compañero de Rashōmon mientras dirigía su mirada a Atsushi que se encontraba a unos cinco metros de él—. Ellos están en contra de nosotros y obviamente  intentan arrastrarte a algo malo.

— ¡Sigue estando mal! Si rompes una regla como esa, definitivamente no voy a perdonarte. Para mí una excepción que mata a otra es peor que los humanos… Si haces de eso, te mataré —incluso si su corazón temblaba, Atsushi estaba siendo sincero. La razón por la que él nunca traicionaría a la Port Mafia era por esa regla, porque cada uno de los usuarios con sombras era una víctima… Incluso Oda y Dazai seguramente eran engañados por los humanos. Eso quería creer.

Chuuya chasqueó la lengua apenas una risa escapó de los labios de Dazai. Por mera rabia presionó más el pie contra esa delgada espalda que lo había humillado tantas veces. Aun así sabía que Atsushi tenía razón, la Port mafia mantenía la supremacía de las excepciones así como también las protegía. Matar a alguien que poseía una sombra estaba en contra de sus principios, pero al mismo tiempo era necesario según su criterio…

—Así que vas a ponerte del lado de esta basura… Entiendo… muy bien, si esa es tu elección entonces espero que te atengas a las consecuencias de ella —la rabia de Akutagawa había empezado a fluir fríamente por sus venas. No quería ver sufrir a Atsushi y por ello no le importaba su odio si así podía protegerlo de Dazai Osamu. Alzó su mano y sin más la apretó…

Al mismo tiempo que el azabache levantó su mano, Atsushi rogó a Byakko para que lo detuviera. Lo menos que deseaba era que Akutagawa perdiera la poca bondad que quedaba en su corazón… Matar otra excepción era el más pesado de los pecados, por eso no permitiría que alguien preciado para él llevase esa carga—. ¡Detente! —aquel grito brotó como un rugido, uno diferente a cualquier otro. Ese fue el sonido que hizo temblar la zona y también fue la particularidad que desvaneció a Rashōmon, liberando a Odasaku.

El silencio reinó entre los cinco presentes y no fue hasta segundos después que el cuerpo de Atsushi se desplomó al suelo, seguido inmediatamente de la aparición de Byakko que lo rodeó protectoramente. Chuuya había olvidado completamente a Dazai, yendo directamente hacia la poderosa sombra que mantenía bien vigilado a su bello durmiente.

—Q… ¡¿Qué diablos me hiciste?! —Akutagawa de la sorpresa se había dejado caer de rodillas… No podía escuchar a Rashomon y la desesperación ya lo había cubierto con su oscuro manto. Ni siquiera prestó atención a Oda que se había levantado con dificultad y se reunía en esos momentos con Dazai a unos metros de él.

—Parece que no te fue tan mal, Odasaku~ —comentó Dazai apenas su compañero estuvo cerca de él. Apenas aquel hombre le dedicó una mirada extraña, negó. Él tampoco sabía qué había ocurrido en ese momento—. No lo sé… Yo no puedo escuchar a mi sombra ¿y tú?  —al ver a Oda negar, frunció el ceño ¿el tigre podía anular a las demás sombras? Y también… Atsushi había unido su cuerpo parcialmente a la de Byakko logrando transformaciones de lugares específicos… ¿qué clase de monstruo podía soportar eso? Solo de pensarlo se sentía mucho más emocionado por tenerlo.

—Simplemente he mandado a todas sus sombras a dormir un rato. Levántate del suelo, Akutagawa, ya es hora de volver —Byakko le había dado un espacio a Chuuya que con suavidad había acomodado a Atsushi entre sus brazos. No iba a dejar que su excepción presenciara la muerte de alguien a quien le había tomado cariño, no podía dejar que un evento como ese desatara un nuevo descontrol en su pequeño bello durmiente.

Akutagawa le dirigió una mirada de odio puro a Dazai Osamu apenas se había incorporado de nuevo—. Esta vez tuvieron suerte… no siempre será así —con esa amenaza se apresuró a ir junto a Chuuya. Como siempre no le fue difícil montarse en el lomo del poderoso tigre, seguido del pelinaranja que dejó al inconsciente Atsushi entre ambos cuerpos—. No lo entiendo…

— ¿Acaso querías ver de nuevo al Atsushi del barco? Incluso en su estado actual él es incapaz de soportar el peso de mi poder en un cien por ciento. El hecho de que se desmayara es prueba de ello, sin embargo, si dejaba que tú matarás a ese hombre algo en él se rompería… Algo que seguramente nadie sería capaz de reparar. Para evitar que él se desmorone haré lo que sea necesario.

Chuuya suspiró ante las palabras de Byakko—. ¿Cuántos trucos como ese tienes ocultos? —no pudo evitar sonreír de lado al escuchar un “más de los que cualquiera de ustedes podría imaginar en sus cortas existencias”, como siempre era una sombra a la que no le podía ganar—. Lo entiendo, está bien. Si es por Atsushi hasta tú puedes comportarte ¿no, Aku?

Sentir la mano ajena revolviéndole el cabello lo hizo bajar la mirada, ocultando el muy leve sonrojo que había aparecido—. Cállate, maldito anciano… —fue todo lo que pudo decir mientras se aferraba suavemente al pelaje de Byakko, que de un suave impulso empezó a alejarse de la zona. Dejando aquel desastre sin resolver como algo sin importancia. Para todos ellos, lo era.

 

Odasaku se quedó con la mirada fija hacia la dirección en la que el tigre desaparecía. El cuerpo le dolía como nunca, más lo que realmente le molestaba en esos momentos eran las palabras de Akutagawa… Incluso en la Port Mafia tenían una regla tan humana, ¿eso en qué convertía a la policía? Esos hombres de la ley que matarían a cualquiera siempre que fuese una amenaza—. ¿Sigues queriendo a ese niño?

—Lo deseo más que nunca… Alguien que puede dormir incluso a mi sombra ¿no es gracioso? Atsushi debe ser mío pase lo que pase… Quiero todo de él —algo había cambiado, su necesidad se había convertido poco a poco  en un anhelo incontrolable. Quería tener a su alcance la sonrisa de la excepción que poseía al tigre. Deseaba mantenerlo encerrado y que solo mostrara ante él esa inocencia que parecía caracterizarlo.

—Nunca aprendes ¿verdad? Lo único que vas a conseguir con esto es tu muerte… Aunque es posible que como en épocas pasadas todo salga a tu favor —poco a poco la voz de su sombra fue resonando como un niño al despertar de un buen sueño. Y eso fue reflejado en sus heridas que empezaron a arder, esta vez para sanar—. El efecto no es muy largo…

—Porque es como Byakko comentaba, “los envió a dormir”. Ya que el tigre tiene control sobre la puerta del abismo no sería extraño que hasta cierto punto pudiese influenciar a los seres que de allí salgan. No obstante, son teorías y ni siquiera yo puedo acercarme a saber qué tan fuerte es en realidad esa sombra. ¿No es increíble?

—Si Atsushi decidiera hundir la isla, seguramente estaría dentro de sus posibilidades… Lo que me parece realmente increíble es su inocencia. En vez de tacharnos como traidores simplemente dijo: “ellos son excepciones”. Creo que es la primera vez que tener una sombra no hace que quieran matarme.

—Hump… Poseer una sombra ¿no? —aquel pensamiento resonó en su mente y suspiró. Las sirenas se acercaban a la zona y con ellas seguramente Kunikida. No obstante, lo que había pasado hoy no era un hecho aislado. Era simplemente el resultado de molestar una y otra vez al mismo perro. Estaba bien, nadie había muerto, por lo menos no en esa ocasión.

 

Tic tac suena el gran reloj

Tic tac el tiempo corre y no se detiene

Tic tac… se acerca el momento de la verdad

El reloj ha dejado de sonar.

 

Un vaso de whisky es olvidado

Un taburete vacío en algún bar

El hombre ya está preparado

La manzana de la discordia pronto despertará.

 

Todos son ignorantes

El hombre del pasado todo quiere arrasar

Ya no le importa siquiera

A sus amigos volver a mirar.

 

La humanidad en decadencia

Alguien quiere salvar

Las lágrimas de las sombras

El tigre quiere evitar.

 

El abismo se acerca

Eso quiere el inhumano

Eso es lo que teme Ango

Tic tac, el reloj se ha arreglado.

 


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