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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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—Esto ha dado un giro interesante,  ¿no? —comentó Kouyou Ozaki sentada sobre uno de los sillones de color verde oliva en la oficina del líder de la Port Mafia. Habían pasado dos días desde que el mundo había visto su posible final a manos de ese chico que no despertaba más que cariño entre los distintos miembros de la organización. Atsushi no era más que un niño perdido para ellos. 

—Un giro conveniente querrás decir —Mori Ougi se mantenía sentado en su escritorio con el mentón recargado sobre la unión de los dorsos de sus manos. Como siempre lucía un aire “pensativo”. Durante los días anteriores habían ocurrido distintas situaciones que iban más allá de su imaginación.

—La Port Mafia ahora tendrá el camino libre y podremos continuar con nuestra expansión como se tenía planeado al principio —con tranquilidad desvió su mirada hacia la ventana. Desde allí se podía ver claramente la ciudad de Yokohama sumida en la paz desatada por la tormenta de hacía dos días.

—Ustedes dos como siempre están olvidando algo muy importante. Dazai Osamu no se ha unido a nosotros, simplemente está con Atsushi —la pequeña Elise estaba coloreando un charco de sangre debajo del dibujo de un Oda Sakunosuke en su hoja de papel. Había estado escuchando las aburridas conversaciones de Mori con Kouyou, pero era más entretenido pintar.

—Pero eso es suficiente, mi pequeña y linda Elise. Incluso si no lucha de nuestro lado, no habrá nadie que pueda detenernos ahora. Odasaku no será un impedimento mientras no esté junto a Dazai y éste sólo tiene ojos para Atsushi. Debemos aprovechar esto para recordarles a los humanos que esta isla le pertenece a las sombras y a sus excepciones —Mori Ougi sonrió complacido ante sus propias palabras.

—Debo admitir que el Demonio Dorado dentro de mí se está removiendo de emoción con sólo pensar que podremos pintar Yokohama con flores de sangre. No obstante, las cosas están resultando demasiado bien y no hemos pensado que las acciones de Atsushi han tenido repercusiones —Kouyou suspiró suavemente.

—Claro que hemos pensado en eso, ¡no nos compares contigo! —Elise se levantó del suelo con las manos en la cintura y una enorme sonrisa en su infantil rostro—. Lo tenemos todo bajo control. Hasta ahora los que quieren con más desesperación a Atsushi son los peces gordos del gobierno. Los demás son grupos de excepciones aislados, nada de qué preocuparse.

—Parece que hiciste correctamente la tarea entonces —se burló Kouyou, ignorando el pequeño puchero que Elise le dedicaba. Sonrió con calma mientras se levantaba con pereza—. Entonces no hay razón para que me quede aquí, tomaré el control de la zona sur y aprovecharé  de llevar a los chicos a hacer algo de ejercicio. No es bueno para Kyouka y Q no salir.

—Me parece bien, llévate a Chuuya o a Akutagawa entonces. Sé que eres muy capaz de cuidar de ambos por tu cuenta, pero deseo evitar cualquier herida innecesaria por ahora. Cuando estemos totalmente fuera de amenaza… Ellos también podrán salir tranquilamente —Mori se recostó con calma en su silla mientras observaba la madera oscura de su escritorio. Las cosas iban viento en popa.

—Muy bien —Kouyou se retiró tranquilamente de la oficina. Ya no había más asuntos que tratar allí por el momento.

—¿Realmente está bien que los dejes salir? —preguntó Elise, deslizando su azulada mirada hacia la rojiza del hombre sentado en el escritorio. Ahora que Kouyou no estaba, ese lugar volvía a ser su sitio confortable.

—Bueno, muchas personas siguen sin querer salir de sus casas, por lo que las calles no estarán tan concurridas. No creo que haya muchos problemas. De todas formas no los podemos tener encerrados para siempre. Kyouka es lo suficientemente madura como para comportarse y Q… bueno, esperemos que no cause demasiados problemas —Mori en realidad no estaba preocupado por los dos menores de la Port Mafia, siempre y cuando estuvieran bien supervisados, todo debía salir bien.

—Es un poco riesgoso, tomando en cuenta que se acerca la noche sin luna. Si yo fuera Ango Sakaguchi usaría eso para terminar el trabajo —comentó Elise con tranquilidad.

—Eso no va a pasar —Mori sonrió con superioridad.  “Sabes algo que yo no ¿verdad?” ante la pregunta de su adorable y pequeña rubia, solamente dejó escapar una profunda risa—. Sé paciente, no importa cuán desesperado esté Ango por matar a Atsushi, eso es algo que no va a suceder. Es más, dudo que sea capaz de hacer una movida en mucho tiempo.

—Hmph… De todas maneras me enteraré aunque no quieras —sonrió Elise mientras caminaba hacia uno de los mullidos sillones donde se dejó caer para descansar. Ella lo sabía, porque era parte de Mori Ougi tanto como él era parte de ella. Las sombras y sus excepciones poseían vínculos más allá de la comprensión de cualquier humano corriente. Incluso así, prefería enterarse de manera correcta y no abusar del lazo que los mantenía unidos.

Las sombras son el pecado. El hombre es el pecador. Las excepciones son nada menos que los verdugos.

 

Para cuando Kouyou llegó a la cafetería parecía que el ambiente estaba cargado de una inusual presión y solamente pudo suspirar al ver de qué se trataba.  Atsushi comía alegremente junto a Dazai y del otro lado de la mesa Chuuya junto a Akutagawa parecían querer arrancarle la cabeza.

—¿Hasta cuándo planean meterse entre nosotros? Por aquí intentamos tener un buen ambiente —se quejó Dazai mientras movía su diestra para “echar” a esos perros guardianes que tanto le incomodaban.

—En tus sueños, bastardo. Ya es hora de que te largues, la Port Mafia no es tu patio de juegos —Chuuya tenía la vista fija en Dazai, que parecía entretenido viendo a Atsushi comer. La excepción del tigre ya iba por su tercer plato de arroz.

Akutagawa por su parte tenía el ceño fruncido y la vista fija en Dazai mientras Rashōmon se movía alrededor de su cuello en forma de una pequeña cabeza de dragón—. Deberías morirte.

—Lo haré si Atsushi decide cometer doble suicidio conmigo —comentó Dazai, sonriéndole a Atsushi apenas éste volteó a verlo con las mejillas llenas de arroz. Si tuviese que decidir acerca de lo que más le gustaba de esa excepción tan extraña, definitivamente  sería la inocencia con la que actuaba incluso después de haber sido sometido a una situación de estrés tan profunda como la que había vivido dos días atrás.

Atsushi tragó tanto como pudo antes de negar suavemente—. No puedo hacer algo así. Él único que puede disponer de mi vida es Byakko —anunció antes de volver a centrar su atención en el plato de arroz. En realidad no le daba mucha importancia a la tensión del lugar. No creía que fuesen a matarse allí de todas maneras. Tarde o temprano aprenderían a vivir con ello.

—Hmph ¡No sólo vuelvas a comer! ¡Dile que se vaya, Atsu! —Chuuya golpeó con sus manos abiertas la mesa, incorporándose levemente. En el pasado hubiese querido que Dazai se uniese a la Port Mafia, pero él ya no era su amigo tampoco un miembro de su familia… simplemente estaba allí porque quería a Atsushi.

—Déjalo comer en paz —Kouyou se acercó a la mesa con total tranquilidad, dedicándole apenas una mirada de reojo a Dazai—. Mori ordenó que tanto tú como Aku me acompañen a la zona Sur. Llevaremos a los niños a pasear —por esa vez iba a ser amable con el detective de excepciones y a permitirle que demostrara cuánto podían confiarle al tigre.

—No quiero —Akutagawa estaba totalmente en contra de aquello. Si iba tendría que dejar a Atsushi con el bastardo de Dazai.

—Entonces tendremos nuestra tan esperada cita, Atsushi~ —Dazai no iba a desaprovechar aquella oportunidad frente a él.

—Hmph. Si es por los niños no hay más remedio. Tú también vienes, Aku —Chuuya suspiró. Por la mirada que aquella mujer de cabellos rosáceos les estaba dirigiendo, no había más opción que obedecer.

Un sonoro chasqueo de lengua abandonó los labios de Akutagawa y al levantarse fijó sus orbes platinados en Dazai—. Si algo le pasa será toda tu culpa.

—Quiere decir que si le ocurre algo a Atsu, vamos a partirte la cara, Dazai —Chuuya lo observó con una sonrisa para después simplemente levantarse y revolverle el cabello a Atsushi que parecía ciertamente avergonzado con aquello. Definitivamente era adorable.

Kouyou esperó que tanto Akutagawa como Chuuya se hubiesen adelantado lo suficiente para asentir—. A Mori no le importa que andes paseándote por aquí siempre y cuando Atsushi esté feliz. Si decides o no quedarte con  nosotros es cosa tuya… Sin embargo, esperamos que no intentes interferir con nuestros planes.

Atsushi suspiró—. Pienso que todos son muy sobreprotectores conmigo…

Dazai sonrió ante aquella amenaza y simplemente movió su mano en señal de despedida—. Todos ustedes son demasiado estrictos, estoy cuidando apropiadamente de Atsushi —comentó con tranquilidad. Para él todas esas advertencias eran el resultado del hechizo que había usado la excepción del tigre para encantar los corazones de todos.

—Es porque todos te amamos mucho, Atsu~ Nunca se es demasiado precavido cuando se trata de perros callejeros —Kouyou levantó la mano en señal de despedida para caminar detrás de Akutagawa que discutía animadamente con Chuuya. La mujer de cabellos rosáceos sonrió complacida ante el sonido. Así debía ser siempre ese lugar: animado.

 

—Entonces nosotros también deberíamos irnos —sonrió Dazai con tranquilidad mientras observaba al contrario limpiarse del rostro los granos—. Parecía que tenías mucha hambre.

—¿A dónde iremos? —preguntó Atsushi con tranquilidad. No podía negar que el hecho de tener a Dazai acompañándolo lo hacía terriblemente feliz—. ¿Está realmente bien que estés aquí conmigo?

Dazai siempre era sorprendido por Atsushi. El chico de cabellos cenizos con frecuencia causaba que su corazón palpitara. Alguien como él no estaba acostumbrado a sentir nada más que rencor por el mundo… No obstante, la persona que había sufrido más que cualquiera era capaz de perdonar. Atsushi sin saberlo lo había salvado de sí mismo—. Será bueno, no te preocupes. Claro que sí, de todas maneras no puedo volver después de haber atacado a un poderoso miembro del gobierno ¿o sí?

Atsushi no pudo evitar mantener por unos minutos la mirada en el rostro de Dazai. El castaño parecía estar pensando en algo muy profundo como para que pudiese entenderlo—. Oh… ese hombre está libre todavía ¿no? —el hecho de recordar a Ango provocó que el interruptor en su interior fuera presionado.

Dazai suspiró al notar la mirada perdida de Atsushi y se levantó para revolver el cabello ajeno—. Ese hombre es un viejo amigo mío. No creo que vaya a molestarte de nuevo en mucho rato.

Atsushi elevó la mirada, sonrojándose un poco ante la preocupación que causaba en el detective de cabellos castaños. La voz de Byakko ahora era acallada por la suya propia que le decía: “mátalo, destrózalo”—. Así que es amigo de Dazai… Esa persona que me asesinó —con calma llevó un dedo a su frente, recordando el impacto. Se levantó sacudiendo la cabeza, en ese momento era incapaz de darse cuenta de la mancha oscura en su corazón.

—Sí, algo así… Por cierto ¿Y Byakko? Hace un rato que no lo veo —preguntó Dazai con calma.

—Está dormido, la noche sin luna se acerca y ambos nos debilitamos mucho. Además, es difícil para mí estar cerca de él en estos momentos… porque lo he decepcionado —Atsushi cerró sus ojos por un momento… No se arrepentía de haberle dado otra oportunidad al mundo, pero sin duda alguna iba a acabar con Ango Sakaguchi y borraría el recuerdo de la bala atravesando su cerebro. Borraría el llanto lejano de esos niños que lo atormentaban.

Por alguna razón un extraño sentimiento invadió el pecho de Dazai… un presentimiento que para esos momentos no tenía sentido alguno—. Oh, así que es eso lo que te tiene tan pensativo. No deberías estar preocupado, estoy seguro que a Byakko no le molesta tanto como piensas… porque para él también eres muy importante.

—Tienes razón, seguramente es por ello que lo pienso mucho —Atsushi sonrió con calma para luego asentir suavemente—. Sí, Byakko seguramente me perdonará.

Dazai asintió suavemente antes de empezar a caminar fuera de aquel recinto, siendo seguido de cerca por Atsushi. Empezó a hablarle del clima, del cielo, de las nubes. Un sinfín de temas salieron a flote mientras lo guiaba hacia una de las cafeterías de la ciudad. A pesar del desastre de hacía dos días, las personas habían vuelto a su vida normal rápidamente. Las muertes en Yokohama no habían sido significativas, nadie sabía la razón, pero él imaginaba que la Port Mafia algo tenía que ver.

Mientras Dazai hablaba y hablaba, Atsu simplemente asentía, reía o comentaba una que otra cosa. Ciertamente el azul del cielo parecía mucho más profundo que de costumbre y las nubes eran cúmulos de tinieblas. La fría brisa estaba cargada de una tensión extraña y por primera vez desde que se había unido a la Port Mafia deseó que su vida no fuese más que una ilusión. Atsushi no entendía el remolino de sentimientos en su corazón, tal vez porque era tonto…

—De verdad que esto está muy callado sin Byakko hablando tonterías —Dazai sonrió al notar la mirada perdida de la excepción de orbes amarillos. Atsu no parecía estar allí con él, parecía haber viajado a un lugar lejano, dejándolo atrás.

—¿Ah? ¡Oh, sí!  Tienes razón, es extraño cuando no está —comentó Atsushi con una sonrisa nostálgica. Las personas en esa ciudad continuaban caminando sin miedo, mirando hacia delante a pesar de las dificultades. ¿Por qué él era diferente?...

—Ustedes son un par de ruidosos molestos —la sombra del enorme tigre se reflejó en el suelo con ojos de un amarillo brillante. Byakko podía sentir la contaminación en el corazón de Atsushi… En muy mal momento, pues la noche sin luna era el único día al año en el que tanto su excepción como él caían en un profundo sueño de fragilidad.

— ¡Oh, Byakko! ¡Justo a tiempo! Tengamos una cita los tres~ —bromeó Dazai con una sonrisa amplia en sus labios. A pesar de que prefería tener al menor para él solo, parecía que Atsushi no estaba de humor para tontear con él. De todas maneras, no iba a desaprovechar la oportunidad.

—¿Eres estúpido? No pienso ir a ninguna cita contigo —Byakko mantuvo sus orbes fijos en la espalda de su excepción.

Atsushi inevitablemente soltó una risa, relajándose de inmediato. Posiblemente estaba pensándolo demasiado, después de todo, Byakko estaba actuando como siempre—. Debemos aprovechar antes de que el día llegue y tengamos que dormir.

—Oh ¡esa es una buena expresión! Definitivamente me gusta el Atsushi que sonríe de esa manera —Dazai  sonrió, tomando la mano de Atsushi para jalarlo hacia el interior de la cafetería.

—¿Eh? —Atsu no tuvo tiempo para quejarse cuando ya estaba siendo arrastrado hacia el interior del local, viéndose obligado a sentarse. Fue entonces que notó la decoración del sitio, era bastante femenina… colores pasteles, muebles blancos y copas llenas de dulces. No era de extrañar que varias chicas soltaran risillas al ver a dos chicos allí—. Éste es diferente al del otro día.

—Obviamente no iba a llevarte al mismo sitio —soltó Dazai de inmediato mientras tomaba asiento y apoyaba el rostro en una de sus manos—. ¿De verdad es la noche sin luna lo que te tiene tan pensativo, Atsushi? —dirigió sus orbes primero hacia Byakko, obviamente éste no parecía dispuesto a decirle nada. Pero era un detective, si pudiese leer mentes sería aburrido.

—Sí, supongo que es eso. Aunque también… —estuvo a punto de cometer un error imperdonable, sin embargo, sacudió su cabeza, negando aquellas palabras que estuvieron a punto de salir—. Olvídalo, vamos a pedir algo delicioso ¿sí?

—No confíes en él, Atsushi. Esta persona que dejó escapar a quien te asesinó es indigno de tu confianza —incluso cuando decía aquello, sabía perfectamente que el corazón de Atsushi palpitaba cálidamente cuando se trataba de Dazai. Aunque la oscuridad llevara a su excepción por el camino incorrecto, seguramente sería ese fastidioso suicida quién lo llevaría a la luz.

—¡Oh! ¡Eres terrible, Byakko! —Dazai simplemente suspiró. Parecía que sabía algo que él ignoraba, pero encontraría su respuesta. Eso era algo innegable—. Puedes pedir lo que quieras, Atsushi~ —no le había quitado la mirada de encima por un rato y con el mismo atrevimiento pasó su mano por encima de la mesa, acariciando los dedos ajenos.

Atsushi apenas fue consciente de que Byakko había abandonado el lugar para volver a su interior… Su mente se había quedado en blanco apenas los dedos de Dazai habían tomado los suyos. Eran delgados, largos y cálidos… ¿Era alguien cruel capaz de destruirlo? No lo creía, no quería creerlo. Sonrió, borrando de su mente las preocupaciones anteriores—. Nunca entiendo qué es lo que pasa por tu mente…

—Pues estoy pensando en lo lindo que te ves —Dazai sonrió en respuesta al comentario de Atsushi e inevitablemente una risa escapó de sus labios. El Atsushi sonrojado, que había retirado su mano y ahora miraba la mesa, era terriblemente lindo para él. Él nunca hubiese considerado un suicidio doble junto a un chico, no obstante, definitivamente Atsushi era la excepción.

—No soy para nada lindo… —Atsushi estaba realmente avergonzado y agradeció enormemente a la maid que se acercó a tomar su pedido. Terminó escogiendo un trozo de tarta de chocolate y un frapuccino. En contraste de Dazai que escogió pie de fresa y café con leche.

—Entonces. ¿Atsushi, me odias? —preguntó Dazai, recargándose mejor en su asiento y sin perder esa sonrisa tan característica suya.

— ¡Claro que no! Me agradas… He pasado tanto tiempo contigo que me he acostumbrado a tu presencia… Incluso cuando todos dicen que debo tener cuidado contigo, siento que puedo confiar en ti —Atsushi sonrió con las mejillas sonrojadas. Durante su primer encuentro había tenido miedo, no obstante, la rareza del detective lo había llevado a interesarse más y más… Si esa persona quisiera destruirlo, habría tenido más de una oportunidad perfecta para hacerlo. A él le gustaba Dazai.

 —Eso es bueno, también me agradas, Atsushi. Desde nuestro primer encuentro fui cautivado por ti. Así que debes tomar la responsabilidad y cuidar de mí ¿Bien? —Dazai le dedicó un pequeño guiño a Atsushi, seguido de una risa al ver al contrario sonrojarse de sobremanera. “Definitivamente esa es una expresión peligrosa”.

El “bump” que sacudió el corazón de Atsushi lo hizo mantener la mirada sobre la mesa por un momento. El torbellino de emociones en su interior era catastrófico. Apenas fue consciente de que su orden había sido dejada en la mesa junto a un “disfrute su pedido”.

Dazai estaba sinceramente divertido con la reacción del chico de cabellos cenizos. Atsushi nunca dejaba de sorprenderlo, causándole los sentimientos que creyó haber perdido hacía más de una década atrás. Si no fuese por su influencia seguramente hubiese dejado que el mundo terminara en el momento en que la puerta del abismo se abrió, porque ese había sido su deseo original: Acabar con la humanidad—. Vamos, Atsushi, eso se ve delicioso. No lo desperdicies~

Como si fuese consciente de lo que estaba haciendo levantó la mirada de golpe, soltando una risa avergonzada—. Oh… Sí, lo siento. Muchas gracias por traerme —fue en ese momento que, contra todo pronóstico, Atsushi empezó a comer. Se sonrojó ante el dulce sabor del chocolate y asintió. Era delicioso. Las palabras de Dazai que no podía responder en ese momento… definitivamente no las olvidaría.

Dazai simplemente dejó que la tensión del ambiente se desvaneciera, comentando lo delicioso de la comida y lo tranquilo del día. Una tras otra las conversaciones triviales empezaron a fluir. Había temido que su confesión fuera demasiado para Atsushi, pero parecía que lo había tomado más tranquilamente de lo esperado.

Las horas se fueron volando y antes de que se diesen cuenta el sol había empezado a ocultarse. Por lo que Dazai sugirió regresar a los cuarteles. Las calles lucían ciertamente solitarias, por lo que seguramente podrían seguir charlando hasta que regresaran. Todo le estaba saliendo demasiado bien.

 

—Entonces, Atsushi, ¿a dónde te gustaría ir la siguiente vez? Hasta ahora sólo hemos probado las cafeterías, deberíamos intentar algo diferente la próxima vez ¿no? —comentó Dazai con una sonrisa alegre mientras llevaba ambas manos a su nuca. Cuando estaba con Atsushi, era capaz de olvidar todo lo demás. Grave error de su parte.

—¿Eh? Deberíamos ir a comer arroz la próxima vez —soltó con emoción antes de estirar sus manos hacia el cielo rojizo. Atsushi era consciente de que el silencio en esa ciudad era su culpa—. No lo entiendo. ¿Por qué eres tan amable conmigo? Incluso si fue sólo un encanto por la luz de la luna llena… Alguien como yo, un monstruo que puede destruirlo todo ¿Qué tiene de bueno alguien como yo?

Por alguna razón Dazai no se esperaba que Atsushi realmente hubiese tomado tan seriamente la razón de su poder, sin embargo, parecía que se había equivocado… Suspiró suavemente, antes de dedicarle una sonrisa—. Eso era lo mejor. Tú eres el único que podría cumplir mi sueño. Sé que es extraño porque he estado jugando del lado de los humanos por mucho tiempo, pero ¿No es más divertido destruir a alguien desde su interior?

Los orbes amarillos de Atsushi se abrieron de pura sorpresa y detuvo el paso… Entonces… ¿Era eso lo que Dazai había querido desde el principio?—. Oh… Así que eso…  ¿Por qué me detuviste? ¿No era ese tu objetivo desde el principio? Lo que querías era eso ¿no? Hacer caer el mundo Al Borde del Abismo.

Dazai tuvo que detenerse, admirando el terror en los ojos de Atsushi. “Por Dios, es tan fácil de leer” pensó para sí, prestándole toda la atención que éste quería—. Si pudiste descifrar todo eso tú solito también deberías saber esa la razón. Tú estabas sufriendo, además…  algo en mí me dijo que si dejaba que aquello ocurriera nunca más podría disfrutar de tu rostro sonriente —antes de que esas preciosas lágrimas en el rostro de Atsushi fueran a desperdiciarse, se acercó a lamerlas.

Las mejillas de Atsushi se sonrojaron apenas sintió la lengua de Dazai, no obstante, se alejó de inmediato. Ese hombre siempre lo tomaba desprevenido… Fue entonces que se limpió las recientes lágrimas… Por un momento olvidaba que estaba bien vivir… que incluso para un monstruo como él había lugar en ese injusto mundo—. Dazai realmente es una mala persona —sonrió Atsushi antes de bajar la mirada.

—Creo que quisiste decir que soy una amable y buena persona —Dazai Osamu sonrió ampliamente antes de tomar el mentón de Atsushi, levantándolo para poder unir sus labios en un leve beso.

— ¡Bastardo, no lo toques! —como si fuese un rayo Chuuya ya había empujado a Dazai al piso, antes de sostener a Atsushi con suavidad—. Nos vamos por cinco minutos y ya intentas meterle mano al pobre Atsushi ¡Maldito Dazai!

Dazai no había previsto aquel movimiento o la presencia de Chuuya, por lo que terminó de trasero en el suelo. Se acarició la espalda—. ¡Ouch! Deberías tratarme mejor, S-U-E-G-R-A~ —comentó en todo cantarín.

— ¡Cállate, basura! —no obstante, antes de que pudiese soltar algún otro insulto al detective, escuchó una risa sonora e inmediatamente volteó a ver a Atsushi al que tenía a su lado. Chuuya sonrió con ternura  antes de cruzarse de brazos—. Hmph. Esa es una buena expresión.

Atsushi no había podido evitar soltar una risa. Sus emociones eran una montaña rusa desde que Dazai se había presentado ante él y de alguna manera ese hecho lo llenaba de un cálido sentimiento—. Ustedes se llevan bien como siempre —anunció antes de acercarse a Dazai para ayudarlo a levantarse.

Akutagawa se acercó en ese momento, sobándose la nuca. Ciertamente ir de niñero había sido más trabajo de lo que esperaba, pero todo había salido bien al final… de alguna manera—. Muéranse de una vez. Quiero regresar a casa, así que apúrense —y con el ceño fruncido simplemente empezó a caminar.

—Ah, ¡espera, Aku! —Chuuya se adelantó para situarse junto a Akutagawa, al cual le palmeó el hombro con suavidad. Soltó una risa ante el manotazo que el menor le dio. Pero lo mejor era ver el leve sonrojo en sus mejillas ¡Vaya que los tiempos cambiaban!

—Tomaré esto como la aprobación de nuestra relación —aseguró Dazai antes de dedicarle a Atsushi una sonrisa y tomar su mano.

Atsushi simplemente asintió. No importaba qué tanto dijera Chuuya, seguramente él nunca podría ser tan genial como Dazai… . Así que le devolvió la sonrisa y empezó a caminar de su mano, tras Akutagawa y Chuuya. Esa vida que parecía no ser suya… Definitivamente la viviría con la frente en alto. Porque estaba bien ser feliz…

 

 

El cielo azul libre de nubes

La suave brisa que acaricia sus rostros

El cómodo silencio de las palabras que se dicen solas…

La calma antes de la tormenta.

 

Un corazón cargado de inocencia

Una grieta que lleva dolor

El infantil deseo de no destruir a nadie

La mano que todo envenena.

 

¿A dónde fue la felicidad?

Olvidada en algún lejano rincón

¿A dónde fue su cordura?

El odio la transformó en locura.

¿Dónde está el tigre?

Sumido en una interminable pesadilla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

*Muchas gracias por tener la paciencia de esperar cada capítulo~ espero que les guste~ 

 

*Un agradecimiento especial a mi beta, que sin su paciencia y apoyo esta obra se me haría imposible~ 


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