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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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—¿A dónde vamos, Byakko? —preguntó Atsushi mientras caminaba por el bosque junto al enorme tigre. Ya había pasado un día entero desde que habían entrado al mundo de las sombras.

Habían estado recluidos en un antiguo y olvidado castillo perteneciente a la estirpe del tigre. Dentro, bajando por una escalera infinita, se encontraba una habitación que guardaba con recelo el mayor secreto de la oscuridad: el libro que podía cambiarlo todo. Ese era el tesoro oculto tras su existencia, Byakko vivía por el tomo del destino… por lo tanto, Atsushi también lo hacía.

—Vamos a dar una vuelta, pronto la luna estará en su punto más alto y podrás despertar. Muero de hambre —anunció el poderoso felino mientras caminaba moviendo su cola de lado a lado. Ver a tal majestuosa criatura desplazarse entre los frondosos arbustos e iluminar la oscuridad a su paso era un espectáculo que muchas otras sombras admiraban a lo lejos.

—Está bien… Sí, también tengo la garganta seca y por alguna razón… Me provoca la sangre de un ser contaminado —a diferencia de su usual apariencia, el cabello de Atsu se había teñido de negro desde el momento en que había entrado en su sueño. Nunca antes había cambiado en el mundo de las sombras, por lo que creyó firmemente que algo en su interior había mutado.

—Atsushi… de verdad has sido un buen niño todos estos años. Incluso si tu corazón se llena de odio y me es imposible controlarnos… permaneceré a tu lado —sentenció el tigre sin ninguna duda, observó de reojo a algunas “hadas” revolotear entre ambos, jugueteando con el cabello de su excepción que simplemente reía y les brindaba alguna que otra caricia con los dedos. Ese niño era su protegido…

—Gracias,  Byakko… sabes, en aquella ocasión… Siento haberte pedido que cerráramos las puertas. No fue justo —el menor jugaba con una de las hadas que se había encariñado con su dedo y ahora rozaba su pequeño rostro contra él.

—No tienes que pedir perdón… En ese momento también comentaste que por algunos no debían pagar todos. Entiendo tu lógica, pero, Atsushi… Las sombras escucharan la petición que tengas en cualquier momento. Así como hay sombras desesperadas por buscar a su excepción… hay otras que temen que llegue el día de subir nuevamente al mundo de los vivos. Aquí en este reino pueden vivir tranquilamente. En ese momento yo también entendí tu punto de vista, y decidí por mí mismo detenerme —Byakko podía notar claramente que la inocencia de Atsushi estaba manchada, el color negro en su cabello lo gritaba.

—Si tú lo dices entonces está bien… Quiero juzgar a la humanidad que ha sido transformada en bestia… Ango Sakaguchi… quiero su cabeza —declaró con expresión seria. Los orbes amarillos de la excepción destellaron con intensidad.

Apenas abandonaron el bosque el paisaje cambió radicalmente a un muelle. Desde allí podía observar a las sombras marinas disfrutar de las oscuras y frías aguas de esa dimensión: sirenas, delfines, ballenas, medusas… un sinfín de criaturas se deslizaban sobre y bajo el agua.

Atsushi no pudo evitar creer que a pesar de lo solitaria que era esa dimensión, había paz. Si tan solo el mundo humano pudiese ser así, tal vez las sombras encontrarían su lugar lejos de las penumbras.

Byakko simplemente negó con su cabeza, elevándola al notar una figura conocida: la de un dragón que serpenteaba hacia ellos.

—¿Cuánto más piensa dormir Atsushi? Akutagawa está que lo golpea a ver si despierta, Chuuya y la aberración del detective también están preocupados —Rashōmon dirigía sus orbes rojizos hacia el tigre y su excepción que parecían pasear despreocupadamente mientras los demás se preocupaban por “la bella durmiente”.

—Estaba teniendo una conversación con Atsushi, las cosas van a cambiar un poco a partir de ahora. Como puedes notar —Byakko señaló con su hocico el rostro de su excepción a lo que la sombra, que en esos momentos tomaba la forma de un dragón, asintió levemente. Era obvio para cualquiera que ese chico tenía una espina en su corazón.  Pero nadie lo culparía. Le habían atravesado el cráneo con una bala sin justificación alguna.

—Lo siento por preocuparlos, voy a despertar en poco tiempo. Gracias por preocuparte, Rashōmon  —Atsu le sonrió a la sombra con levedad. Notando que el dragón simplemente hizo una reverencia y se fue. Normalmente intercambiaba algunas palabras más con él. Volteó a ver a Byakko buscando la respuesta.

—Tu rostro parecía el de un ser que estaba anunciando un asesinato. Creo que ese color no te queda —comentó Byakko en modo de broma, haciendo que el menor hiciera un leve puchero. Soltó una suave risa. Atsushi era el mismo, por lo menos ante sus ojos… por lo menos con él. Definitivamente, no podía permitir que esa oscuridad contaminara por completo a su excepción… porque incluso si deseaba el juicio contra la humanidad, Atsushi era su prioridad. Quería abandonar el mundo junto al niño que había cuidado.

—No es como si hubiese querido teñirlo o algo así, de esta forma no combinamos —se quejó el menor mientras veía a la sombra de Akutagawa desaparecer. Eran pocas las sombras que podían movilizarse entre ambos mundos sin problemas, sólo aquellas que eran consideradas “monstruos” entre los de su propia raza lo hacían.

—Volvamos, vayamos de cacería y luego descansa. Quiero que pienses las cosas detenidamente para seguir actuando a partir de ahora. Sé que tu corazón desea darle prioridad a Dazai y no voy a evitarlo. No obstante, si ese desgraciado te engaña o te hace llorar…. Haré que su sombra lo destruya de adentro hacia afuera —amenazó el poderoso tigre antes de rozar el rostro de Atsushi con su hocico.

—Lo haré, usaré el cerebro y no el corazón… Sin embargo, no creo que si me encuentro con él pueda controlarme… Quiero destruirlo… a Ango y a cualquiera que quiera hacer llorar a las sombras. Me encargaré de que dejemos caer el martillo del juicio sobre ellos —se sonrojó un poco al escuchar el nombre de Dazai. En verdad le gustaba, tanto que sólo la mención de su nombre lo hacía sentir nervioso.

Atsushi casi de inmediato se acercó a Byakko, abrazando la cabeza del enorme animal. Antes de cerrar sus orbes, pudo ver a algunas sombras despidiéndose a lo que simplemente sonrió y cubrió sus ojos con aquel suave pelaje. Sintió la brisa detenerse y una punzada en el pecho que lo hizo consciente de que había vuelto a su cuerpo físico.

 

 

 

Atsushi entreabrió los ojos, incorporándose con pesadez y frotando su vista.. Encontrándose primeramente con una mirada de tono caramelo… Le sonrió a Dazai antes antes de fijar su atención en los demás presentes. Todos habían pasado un momento difícil por su causa—. Lo siento, parece que los preocupé…

—¡Atsushi! —Dazai no se contuvo cuando el menor habló y de inmediato lo abrazó con cuidado, asegurándose de acaparar al joven. Habían sido las veinticuatro horas más terribles de su vida, teniendo que soportar la compañía de los otros miembros de la Port Mafia—. Estaba tan preocupado por ti.

Una pequeña vena brotó en la frente de Chuuya cuando su pequeño Atsu fue abrazado y sin pensarlo dos veces golpeó la cabeza de Dazai. Aprovechó la confusión para lanzarlo a un lado y sentarse en la cama de su niño, sonriéndole como siempre—. Parecía que estabas teniendo un sueño placentero ¿cómo te sientes?

Atsushi simplemente se cubrió los labios, soltando una suave risa—. Ustedes sí que se llevan bien… Estoy bien Chuuya, por ahora solo tengo hambre así que iré de cacería junto a Byakko. Siento preocuparlos. Aku, ven —llamó al azabache que parecía haberse querido acercar desde el primer momento y apenas lo tuvo lo suficientemente cerca lo abrazó—. Estoy de vuelta.

—Hmph… —Akutagawa simplemente correspondió el abrazo, posando una de sus manos en la nuca de Atsushi… Poder sentir su pulso lo hacía consciente de que estaba vivo. Era un alivio, por primera vez en mucho tiempo había creído que ese chico débil y llorón no volvería del reino de los sueños. Sin embargo, allí estaba… consolándolo sin palabras—. Iré a avisarle a Kouyou.

Chuuya vio divertido a Akutagawa, quien salió sin mediar palabras con nadie más, seguramente estaba tan aliviado como él de ver a Atsushi abrir los ojos.Dazai se levantó, acomodándose a un lado del niño de cabellos cenizos. Parecía estar bastante descansado—. Algo así, somos viejos amigos después de todo. No le respondiste a Chuuya ¿tuviste un sueño placentero?

—Oh… Sí, fue un buen sueño, pero aún tengo que hacer muchas cosas por aquí —comentó Atsushi con una sonrisa relajada. Nadie a parte de Akutagawa sabía que el menor en realidad no dormía y  aguardaba en el reino de las sombras hasta que la luna volvía a salir.

—¿Ese sueño era mejor que la realidad? —Chuuya se aventuró a preguntar, suspirando al ver que Atsushi pensaba antes de negar. ¿Tan mal estaba el menor para querer huir de ese mundo hacia el de Morfeo?... Había tardado tanto en abrir sus ojos que por un largo rato… creyó que no despertaría.

—Atsushi, voy a acompañarte a tu cacería ¿no te molesta? —Dazai sonrió como siempre, ignorando por completo la triste reacción que el menor había tenido ante la duda de Chuuya.

—Para nada… Aunque… Sería un problema si quisieras salvar a mi presa —murmuró Atsushi, juntando las palabras e intentando no mirar directamente a Dazai.

—Oh, si es así yo me encargaré personalmente de deshacerme de Dazai —Byakko se manifestó desde la sombra del tigre en la pared.

—Jajajaja~ Siempre eres tan simpático —Osamu suspiró ¿por qué salvaría a una presa? Oh, claro… Atsushi quería la cabeza de Ango.

—Prepárate entonces para salir de caza, Dazai va a echarte un ojo, pero mantendrá su distancia. A menos claro que quiera ser castrado, lo que sería un alivio para todos —Chuuya sonrió, levantándose y acariciando el rostro del menor con delicadeza—. Me alegra que hayas regresado a casa…

Atsu sonrió ante las caricias de su superior y simplemente asintió al verlo salir con calma. Todos estaban felices de que abriera los ojos… Es verdad, él pertenecía a esa disfuncional familia conocida como la Port Mafia. No obstante, hasta ese momento no había deseado quedarse dentro del mundo de las sombras, quedarse dormido no era una opción para él.

 

—Realmente me alegra que hayas despertado, Atsushi —Dazai le revolvió los cabellos al menor. Era la primera vez que se preocupaba sinceramente por alguien, definitivamente ese pequeño niño era la excepción a todas sus reglas.

Atsushi inevitablemente sonrió. Dazai nada más con unas pocas palabras era capaz de llenarlo de una inmensa dicha que regocijaba su corazón—. ¿Me extrañaste? —se atrevió a preguntar, ignorando a Byakko que se movía en forma de sombra por la pared. Estaba inquieto, lo entendía, él también tenía hambre.

Dazai se sintió complacido ante la adorable reacción del menor: esas mejillas levemente sonrojadas, su nerviosismo y esa sonrisa… Esa maldita sonrisa que acababa de agitar su insensible corazón.  Atsushi era increíble—. Sí, no es divertido si no estás por aquí.

Los colores de inmediato subieron al rostro de Atsu que casi por inercia estiró sus brazos hacia Dazai, abrazándose al contrario con cuidado. Recargó la frente en la clavícula ajena y asintió lentamente—. Yo también te extrañé —estar junto a ese hombre hacía que sus decisiones subieran a la cuerda floja… No obstante, estaba seguro de que quería la cabeza de Ango, ni siquiera Dazai lo haría cambiar de opinión.

Tener al menor entre sus brazos era realmente relajante, con suavidad rodeó ese delgado cuerpo, dejando el mentón sobre la cabeza de Atsushi. Realmente había regresado sano y salvo. No le importaba la mirada asesina del tigre, sabía que Byakko no lo atacaría mientras hiciera feliz a Atsushi—. Me alegro.

Atsu hubiese querido quedarse un poco más en esa situación, pero su estómago rugió, haciéndolo avergonzar—. Espérame aquí, voy a tomar un baño para salir.

—Bien, no te tardes —antes de que el menor se fuera se aseguró de besar su mejilla. E inevitablemente Dazai soltó una risa al verlo correr al baño, avergonzado.

 

 

—Entonces, Byakko… ¿Qué está ocurriendo con Atsushi? —Dazai afiló su mirada, volviendo a una expresión serena casi seria. Claro que era un buen detective, nada pasaba desapercibido sin que él se diera cuenta. Y había algo en la excepción del tigre que era diferente.

—¿No te han dicho que eres un sujeto con muchas máscaras? —declaró el tigre, sin volver a su forma física. No tenía las fuerzas necesarias y por ello quería que su niño se apresurara a ofrecerle un par de buenos sacrificios—. Está manchado, gracias a Ango Sakaguchi, Atsushi tiene una mancha difícil de borrar en su corazón. Justo cuando había encontrado paz consigo mismo ese maldito hombre lo hace caer en la misma pregunta que lo ha aquejado durante tanto tiempo. No obstante, luego de su muerte, estoy seguro que la sangre limpiará esa mancha negra.

 

—Con bastante frecuencia en realidad —se había quedado callado, escuchando atento cada palabra que el tigre le dedicaba. Así que era eso, la inocencia que tanto le gustaba había sido corrompida… En ese momento se arrepintió de haber dejado a Ango con vida—. Es la pelea de Atsushi, no me voy a meter —esa era la decisión más inteligente que podría tomar en su vida. Incluso apreciando la antigua amistad que había tenido con ese hombre, Atsushi era su prioridad.

—Bueno, debo admitir que tus palabras me dan tranquilidad, Atsu no quiere herirte de ninguna manera. Por eso admiro tu inteligente decisión —el tigre desapareció apenas su excepción salió del baño.

 —Parece que tenían una animada conversación —Atsu regresó a la habitación secándose el cabello con suavidad. Un refrescante baño era lo que le hacía falta a su cuerpo para recuperar al cien por ciento la movilidad de sus agarrotadas extremidades—. ¿Nos vamos? —ahora estaba más calmado, aunque sus mejillas de inmediato volvieron a teñirse de rosa pálido cuando estiró su mano hacia la ajena, tomándola.

—Claro que sí, Byakko y yo nos llevamos muy bien —con una sonrisa amplia dejó al menor acercarse, sorprendiéndose un poco al sentir los finos dedos de Atsushi rozar los suyos. Inevitablemente sintió ternura cuando lo tomó de la mano. A Dazai no le importaba cometer un delito si era para estar con ese chico. Con su mano libre tomó el mentón ajeno y sin esperar invitación tomó un beso de esos delicados labios.

Atsushi casi sufrió  un infarto al sentir el beso robado por parte de Dazai, a lo que simplemente cerró sus orbes. Estuvo a punto de escapar, pero una mano lo estaba sosteniendo firmemente. Sonrió avergonzado mientras volvía a abrir sus ojos, encontrándose con la sonrisa del detective. Parecía bastante conforme—. Vamos…

—Eres tan terriblemente lindo, Atsushi —anunció Osamu mientras se aseguraba de sostener aquella frágil mano. No importaba qué tan fuerte fuera Atsushi físicamente, seguía siendo un niño con una mente frágil que podía ser alterada por cualquier cosa. Aunque claro… él sabía de sobra que lo que había hecho su antiguo compañero no era “cualquier cosa”, al contrario. Había sometido a Atsu a una situación de estrés enorme y lo había asesinado… Sí, recordar ese momento lo hacía darse cuenta de que de verdad quería hacer suyo a ese niño.

Atsushi estaba de mucho mejor humor, todas las cosas tristes parecían desaparecer cuando Dazai estaba a su lado… Si tan solo pudiese quedarse a su lado para siempre… Si Dazai fuese suyo, no tendría nunca más que sentir tristeza. Negó suavemente, antes de seguir caminando hacia el exterior de la base. Una persona no era un objeto, hacer suyo a una persona era imposible según su corto conocimiento.

 

Ambas excepciones salieron caminando de la base de la Port Mafia. Parecían lejanos a cualquier peligro, tristeza o molestia que pudiese presentarse en el mundo. Chuuya se encontraba ahora en la oficina de Mori, y podía verlos hablar amenamente. Realmente las cosas podían cambiar con la llegada de una sola persona.

—Parece que Atsushi está realmente muy feliz ¿no creen? —Kouyou fue la primera en comentar acerca de la pareja. Odiaba a Dazai, pero amaba a la criatura de cabellos cenizos que se había enamorado del odioso detective.

—Ciertamente se ve alegre, es un alivio que todo esté yendo bien para Atsushi. Aunque, sinceramente, no creo que la mancha causada por su última muerte se haya borrado —Mori estaba acomodado en su escritorio con la espalda fuertemente apoyada en el respaldo de su silla.

—No lo ha hecho, Aku dijo que estaba muy seguro de que la única forma de borrar la impureza en Atsushi era matando a Ango Sakaguchi… Estoy seguro de que tiene razón —comentó Chuuya, volteándose hacia los presentes apenas las siluetas desaparecieron internadas en el bosque.

—Tú te estás llevando mucho mejor con Akutagawa también ¿no? Q dijo que últimamente duermes en su habitación —comentó Kouyou con una sonrisa divertida.

—Eso no es problema de una vieja bruja ¿o sí? —se burló Chuuya, haciendo que la sombra de Ozaki se manifestara blandiendo la katana dorada que conocía tan bien.

—Lo importante es que todos los miembros de esta familia encuentren la felicidad. ¿No es ese el fin de esta organización? —Mori mantuvo su sonrisa todo el tiempo. Él no necesitaba que le comentaran las cosas que ocurrían bajo sus narices, conocía demasiado bien a cada uno de los miembros. Eran todos como sus pequeños y revoltosos hijos. No podían engañar a su padre.

—¿A quién le dices vieja, afeminado? —contraatacó Kouyou antes de hacer un movimiento con su cabeza, provocando que el demonio dorado desapareciera—. Sinceramente, mira que atacar a uno de los niños que criaste. Eres un sinvergüenza.

Chuuya enarcó una ceja con una amplia sonrisa—. Obviamente ¿quién podría hacerlo más feliz que yo? Además, no es como si él me viese como una figura paterna —inevitablemente estaba complacido. Era verdad que dormía con Akutagawa, y era tan lindo cuando se molestaba. Recordarlo lo hacía suspirar de felicidad.

—A mí no me importa, por lo tanto, sigue como vas —Mori siempre se divertía viendo las peleas tontas de Chuuya con Kouyou. Eran cosas que no cambiaban. Sin embargo, el mundo estaba en constante cambio y el sol parecía ocultarse justo desde su lado—. Pronto ya no tendremos que estar recluidos aquí. A este paso, Q y Kyouka podrán salir a jugar sin ningún problema.

—Suenas muy seguro de ello, Mori —comentó Kouyou, provocando que en el rostro del presidente se mostrara una sombría sonrisa.

—Estoy más que seguro de ello, Kouyou. Un pequeño pajarito me ha mandado una nota para confirmarlo —aseguró sin perder la sonrisa maligna en su rostro. Su viejo compañero Fukuzawa había vuelto de sus “vacaciones” y le había hecho llegar las conclusiones a las que había llegado su amante.

Chuuya simplemente asintió—. Eso estaría bien, por fin se cumpliría nuestro objetivo. Atsushi podrá descansar del peso que lleva.

—Todos lo haremos, Chuuya —sentenció Mori, sin perder su sonrisa. La victoria de las excepciones era un hecho.

 

 

 

En algún lugar de la ciudad cierto detective se relajaba sobre una azotea, observando a un tigre saltar en busca de alguna víctima. Dazai seguía creyendo firmemente que no había nada más hermoso que Atsushi siendo bañado con la luz de la luna. Le encantaba la visión del poderoso felino. Nunca iba a aburrirse de ello.

Byakko llevaba el control de ese cuerpo, no obstante seguía la voluntad firme  de Atsushi. Apenas consiguió un ser humano lo suficientemente contaminado, se apresuró a darle caza. Un solo mordisco en el cuello. Pudo sentir el momento en que la vida abandonó ese inmundo cuerpo y como todo depredador se dio a la tarea de comer.

“No es suficiente” le escuchó decir a su excepción, haciéndolo asentir. Él tampoco estaba satisfecho aún y no quedaban órganos blandos apetitosos en ese envase vacío.

Se limpió las patas y el rostro con su lengua, asegurándose de acicalarse correctamente antes de volver a saltar. Era necesario otro cuerpo, tal vez dos más… ¿Quién sabía?

Dazai se había movido apenas el tigre salió de su rango de visión, no iba a entrometerse en las decisiones de Atsushi. Si su deseo era la venganza, entonces no podía detenerlo.

La luna se mantuvo en su punto más alto, abrazando con su luz la silueta de cierto felino que se había detenido por fin luego de su cuarta víctima.

Atsushi se encontraba sentado sobre el frío pasto, pues habían vuelto al bosque apenas había terminado de comer. Por fin se encontraba satisfecho y hasta cierto punto “tranquilo”—. ¿Me odias?

Dazai no se había detenido en su deber de vigilar al tigre. Atsushi no parecía sufrir mientras desgarraba cuerpo tras cuerpo, al contrario, parecía haber profundizado aún más el lazo que poseía con Byakko—. Por supuesto que no —no había tenido que pensar demasiado para darle una respuesta al asustadizo Atsushi.

—Me alegro —un suspiro de alivio abandonó los labios de Atsu mientras se dejaba caer sobre la grama, era refrescante estar afuera. La brisa soplando a través de los frondosos árboles, el silbido de los grillos, el frío contacto con el suelo… Lo hacían sentirse relajado.

—Parece divertido —Dazai se apresuró a ponerse sobre el indefenso Atsushi que se quedó estático al tenerlo tan cerca—. ¿Me quieres, Atsushi? —sin cohibición alguna rozó su nariz con la ajena, sin perder la hermosa visión de esos vidriosos orbes amarillos.

El corazón de Atsushi casi se salió por su boca. Los nervios parecían querer traicionarlo… Pero todo estaba bien, Dazai no lo odiaba… lo quería…—. Te quiero… —murmuró con voz entrecortada que denotaba su nerviosismo. Pronto sintió los suaves labios ajenos sobre los propios, provocando que cerrara los ojos y correspondiera.

Dazai se sorprendió un poco, no esperaba que Atsushi lo secundara, pero no iba a dejarse opacar por la felicidad. Poco a poco empezó a saborear los labios de Atsushi, rozando su lengua con éstos… De lo único que estaba seguro en esos momentos era que el menor lo iba a arrastrar consigo hasta el mismo infierno. Estaba loco por él.

—D… Dazai… —Atsu jadeó suavemente apenas sus labios se separaron. Por un momento había olvidado que necesitaba respirar, pero la visión que tenía de Osamu era realmente buena… Con esos ojos caramelos cargados de un sentimiento tan intenso que no podía describir, labios entreabiertos y el viento revolviéndole el cabello. Ah, parecía que se había vuelto a enamorar.

Definitivamente Atsushi iba a meterlo en un problema difícil de escapar, nada más verlo en aquellas condiciones lo hacía querer devorarlo allí mismo. Deslizó una de sus manos por el cuello del menor, acariciándolo sin quitarle la mirada de encima. Esos labios enrojecidos y los orbes amarillos que tanto amaba vidriosos… —Atsu, eres realmente lindo…

Atsushi cerró los ojos ante la caricia que el mayor daba a su rostro, sonriendo. Confiaba en esa persona, sabía que no le haría daño de ninguna manera. Él mismo se había encontrado deseando poseer a Dazai para que fuese solo suyo y nadie pudiese apartarlo de su lado—. Gracias por quererme, Dazai…

—Nada de gracias, eres tú quien me sedujo y puso sus garras sobre mí —Dazai estaba tentado a llevar aquella situación a un segundo nivel, pero asustar al tigre estaba fuera de discusión y tampoco iba a ser tan bruto de tomarlo al aire libre, aunque seguramente eso resaltaría la belleza de Atsushi.

—Eso es mentira —comentó el menor volviendo a abrir sus ojos. Sonrió con levedad y rodó con Dazai, quedando sobre él. Sintió vergüenza por lo que inmediato ocultó el rostro en el pecho ajeno. Podía sentir claramente los latidos acelerados del castaño.

—Ves, atacándome otra vez. Eres toda una bestia —se burló Dazai, dejando escapar un suave suspiro mientras posaba una mano sobre la cabeza de Atsushi, acariciándolo. Era un alivio que quedara algo de cordura en él y que Byakko se hubiese materializado con cara de pocos amigos. Soltó una risa para sí mismo, de verdad que nada con el menor era sencillo.

—¡Eso no es cierto! Solo… quedémonos así un poco más —cuando estaba entre los brazos de Dazai se sentía protegido, a salvo… No quería alejarse en esos momentos pues podía caer en la ansiedad de una cacería a muerte por la cabeza de Ango. Cuando estaba con el detective era capaz de quererse tal cual era. De sentirse orgulloso y seguro. Dazai Osamu era su fuente de tranquilidad.

—No hay prisa, podemos quedarnos así todo el tiempo que quieras —aseguró el castaño y suspiró al sentirse jalado por el cuello de la chaqueta. Pronto sintió debajo de su cabeza algo suave y sonrió, al parecer Byakko estaba ayudándolo a estar más cómodo en esa posición—. Cada día somos más amigos, ¿no es genial, Byakko?

—No tientes a la suerte, solamente por Atsu —comentó el tigre mientras se acomodaba mejor, dejando a Dazai recostado en su abdomen. Si Atsushi era feliz, él también. Incluso si más pronto que tarde debía entregárselo al estúpido hombre que hacía feliz a su excepción.

—Es bueno que se lleven bien —murmuró a Atsushi sin despegar el rostro del pecho ajeno, Morfeo lo acariciaba suavemente en esos momentos.

—Déjalo dormir un poco, para un felino nunca es suficiente —declaró Byakko, moviendo de un lado a otro la cola.

—No te preocupes, estoy bastante cómodo con esta situación también —aseguró Dazai con una leve sonrisa mientras cerraba los ojos. Realmente podía sentirse bien con Atsu.

 

 

La bestia durmiente ha despertado por sí sola.

Descansaba dentro de un mundo eterno de oscuridad.

El tigre era esperado por sus amigos.

El niño simplemente debía despertar.

 

Los deseos de las sombras duermen en el tigre.

El sueño del tigre está dentro de sí.

Un corazón manchado se balancea en la cuerda.

¿Cuál es el sueño que debe seguir?

 

La pureza llama a la oscuridad.

El tigre anhela la tranquilidad.

La humanidad sigue esperando su juicio.

La bestia no piensa volver a dormir.

 

Notas finales:

*Como siempre mejor tarde que nunca, aquí la esperada actualización~ 

 

*Un saludito especial a mi beta que siempre me está ayudando y teniéndome una enorme paciencia. 

 

*Agradecimientos especiales a todas esas personitas que a pesar de mi irregularidad siguen fielmente esta historia


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