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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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Dazai Osamu cortaba una conversación telefónica con el insistente Chuuya que había pedido hablar con Atsushi una y otra vez. Cosa que era imposible porque el pequeño cachorro seguía durmiendo y no lo culpaba, lo había despertado en la madrugada para otra ronda genial de sexo. No le mentía cuando había dicho que la noche apenas comenzaba durante su primera vez.

El gran detective conocido por cazar excepciones ahora era una presa. Estaba loco por Atsushi y sería inútil tratar de ocultarlo. Minutos antes había estado tomando un par de fotos del somnoliento  tigre. No había podido evitarlo, se veía adorable envuelto en sus cobijas y con el cabello alborotado. Volvió la mirada hacia su celular, cuyo fondo de pantalla era justamente una imagen de Atsu durmiendo. Era la una de la tarde, así que seguramente el menor tendría hambre al despertar. Ordenaría comida antes de que lo hiciera.

 

Atsushi fue entreabriendo los ojos, molesto por la luz que se había filtrado hacia su rostro. Se removió entre las sábanas, dándose cuenta de que esa cama era demasiado grande y estaba solo. Lentamente se fue incorporando, quejándose en el proceso. Le dolía el trasero, las caderas y la garganta. Repentinamente el recuerdo de la noche anterior volvió a él, haciéndolo sonrojar—. Qué vergüenza…  —murmuró para sí.

—¿Sobre qué? —Dazai  estaba recargado al marco de la puerta. Era increíble lo lindo que Atsushi podía verse tan temprano. Como si fuese domingo estaba en pijama con una camisa negra y unos pantalones holgados. Al acercarse a la cama se agachó para besar la frente del menor—. ¿Crees poder levantarte o te llevo al baño como una princesa?

—Sobre anoche… —susurró Atsushi. Realmente estaba avergonzado de ser visto por Dazai aunque sonaba tonto después de lo que habían hecho—. Puedo hacerlo yo... —tomó la sábana en la que había estado envuelto y con lentitud intentó ponerse de pie. Sus piernas temblaban y sintió que con un nuevo paso seguramente terminaría en el piso.

Sinceramente, Dazai creía que era realmente adorable la forma en la que Atsushi intentaba cubrirse. Él ya había visto el cuerpo del menor por completo, incluso había hecho más. Suspiró antes de volver a mostrar una sonrisa cordial. Tomó al tigre entre brazos, justo como una princesa y lo llevó hasta el baño, donde lo dejó recargado sobre el borde de la tina—. Un baño con agua tibia te ayudará con eso, hay un cepillo nuevo en el lavabo y la comida no tarda en llegar. Te dejaré ropa sobre la cama, así que no te tardes mucho.

Atsushi no se opuso a ser cargado, tampoco podría hacer demasiado en su estado. Se sonrojó ante las indicaciones del detective y asintió antes de que el más alto abandonara el cuarto. Con lentitud retiró la sábana de su cuerpo y entró en el agua tibia que seguramente Dazai había tenido lista para él. Se relajó, dejando que el dolor de su cuerpo lo abandonara. Era simplemente feliz.

La sombra de Byakko se marcó sobre los azulejos del baño, recibiendo una sonrisa por parte de Atsushi. Hasta el tigre podía decir que su excepción no tenía arrepentimientos—. Parece que el apareamiento entre humanos es realmente placentero —comentó el tigre, provocando un asentimiento rápido por parte del menor.

—Eso creo… pero ya sabes… no es como en otras especies, es como establecer una conexión más profunda… No sé si me explico… —sus mejillas brillaban en un tono rosa y no sabía si realmente su explicación le estaba sirviendo a Byakko. Atsushi también tenía muchas cosas en las que pensar.

—¿Algo así como conectar almas? —ante el asentimiento de Atsushi, lo imitó. Los humanos eran seres raros, se apareaban sin estar en celo o  fines reproductivos. Porque estaba seguro de que entre dos machos no podría haber embarazos o crías.

—Es muy raro ¿no? Realmente no creía en algo como eso… Pero ahora siento que estoy realmente conectado con Dazai… —Atsushi sonrió para el tigre.

—Eso está bien, Atsu. Siempre y cuando tú seas feliz, yo lo seré también —aseguró la sombra mientras observaba al menor desde la pared. Era sincero con sus deseos.

—Yo soy feliz cuando Byakko es feliz también —el dolor en su garganta había cedido y se sentía mucho mejor. Estaba seguro de poder caminar hasta la habitación. De todas formas siempre podía pedirle ayuda a su sombra, que nunca le daría la espalda.

 

Atsu no tardó en salir del baño, cepillarse los dientes y vestirse con las ropas que le habían sido dejadas: unos boxers y una camisa que le quedaba grande. No sabía qué estaba pensando Dazai, pero no podría salir del departamento de esa forma. Salió de la habitación y caminó hacia la sala donde Dazai había dejado la comida sobre la mesa mientras lo esperaba sentado.

—¿Me tardé demasiado? —preguntó Atsushi mientras se sentaba a su lado.

—No, para nada. Mori dijo que podíamos quedarnos descansando hoy ¿no es genial? —Dazai no pudo evitar sonreírle al menor que se veía sumamente adorable usando una de sus camisas.

—¿Eh? Pero… —Atsushi bajó la mirada, nuevamente avergonzado. Eso significaba quedarse con Dazai durante todo el día—. Supongo que si Mori lo dice estará todo bien…

—¡Eso es! ¡Solo relájate y tengamos un día para nosotros dos! —Dazai estaba bastante alegre con las circunstancias en las que estaban. El antiguo detective quería lograr que Atsushi se sintiera menos avergonzado y más cómodo con su cercanía—. Por ahora, comamos.

Atsushi asintió lentamente, intentando no pensar en lo que vendría después de comer. Aunque estaba realmente feliz,  aún se sentía bastante avergonzado.

 

 

Ignorante de lo que ocurría en el departamento de Osamu, Oda Sakunosuke  se encontraba en un parque esperando a cierto policía rubio. Estaba haciéndole un favor a Dazai antes de regresar a su hogar. El día era perfecto, la suave brisa marina soplaba y los niños jugaban despreocupados en las distintas áreas verdes. Sinceramente le gustaban los niños. No, no de “ese” modo. Odasaku quería profundamente proteger a los niños de la maldad de ese mundo, por eso no podía perdonar a los asesinos que habían arrasado con las vidas que  zarparon en un barco para nunca regresar. Incluso si le había costado muchos años, por fin era consciente sobre lo que realmente era correcto.

—Siento llegar tarde, la estación es un desastre gracias a la Port Mafia y Dazai —Kunikida llegó con las manos en los bolsillos y respirando con dificultad. Había corrido hasta la entrada del parque. Odiaba la impuntualidad—. Es extraño que me pidas vernos tan lejos de allí.

—No hay problema. Bueno, no es un tema que pueda tocar en cualquier sitio —Odasaku mostró una sonrisa cordial antes de hacerle una seña para invitar al contrario a sentarse—. Kunikida, sinceramente entiendo que en estos momentos no puedas entender a Dazai… cuando yo llegué a la isla tampoco podía comprenderlo. Siempre pensé que Dazai era motivado únicamente por cosas triviales como deseo o capricho pero no es así.

—Oh… —fue todo lo que escapó de los labios de Doppo. Le parecía raro que justamente fuese Oda quien lo invitara a hablar pues no eran cercanos. Sin embargo, todo cobraba sentido al escuchar esas primeras palabras. Estuvo tentado a levantarse e irse, pero sería grosero… Además, mentiría si dijese que no tenía curiosidad acerca de lo que Odasaku tenía para decir—. Así que por esto me citaste.

—Sí, sé que no debería meterme, pero escucha lo que tengo para decir —Oda estaba decidido a cumplir con la petición que le había hecho Dazai, por eso no quería que ese terco detective se fuese. Cerró sus ojos por un momento, disfrutando de la brisa que soplaba. Volvió a abrirlos y se recargó en el espaldar del asiento para mirar hacia el cielo—. Conozco a Dazai desde que éramos unos adolescentes en busca de atención. Pero siendo sinceros, todavía no puedo entender sus acciones.

Kunikida se quedó en su lugar, escuchando a Oda. Sabía que Dazai y el hombre presente tenían una buena relación, ahora podía entender la razón—. Bueno, es un hombre estúpido y  maniaco del suicidio. No me sorprende que ni siquiera tú puedas entender su actuar —acomodó sus lentes y sacó su libreta para poder anotar un par de cosas.

Oda sonrió antes de volver la mirada hacia el frente—. Sí, tiene una pasión un tanto desenfrenada por el suicidio. Pero dicen que las mentes brillantes suelen ser raras —carraspeó suavemente antes de volver al tema principal—. Como te decía…  pensé que Dazai estaba actuando por capricho cuando llegué a la isla, pero eso ha cambiado. Muchas cosas cambiaron en mí desde que llegué aquí y me encontré con un punto de vista distinto al que había tenido.

—¿No es un capricho? ¿Entonces? Su repentino cambio de bando y su repentino interés por preservar la salud de las excepciones no es normal —Kunikida frunció el ceño y se hizo un poco hacia delante, apretando el lapicero en su mano—. ¿A qué te refieres con que cambiaste? ¿También te unirás a la Port Mafia? —volteó a ver al detective que puso sus manos hacia arriba, lo que hizo que se calmara.

—No es un acto de instinto, te lo puedo asegurar. Claro, que el hecho de que Dazai fuese encantado por Atsushi precipitó sus planes… pero definitivamente el ser detective era parte de su plan. Lo entendí luego de ponerme en su lugar… porque Dazai es una excepción que puede inutilizar a otras… A lo que me refiero es que debió tener una infancia complicada y el gobierno se aprovechó de eso para enlistarlo sin saber que él ya sabía lo que quería hacer. Porque te parecerá loco pero estoy seguro de que Dazai ha planeado su final desde hace muchos años.

Kunikida estaba prestándole mucha atención a lo que decía Oda—. No me sorprendería nada de eso. Ese maldito Dazai siempre actúa como si supiera que va a ocurrir desde el inicio…

Odasaku soltó una suave risa, divertido con la expresión molesta del rubio—. Sí, justo eso parece. Todo siempre parece ir de acuerdo a sus deseos. Respondiendo a una de tus primeras preguntas… No, no voy a unirme a la Port Mafia, planeo regresar a mi ciudad pronto, pero decidí que ellos no son los monstruos en este sitio… Incluso cuando yo estaba completamente del lado de la policía… simplemente no puedo estar de acuerdo. Yo creo fielmente que el plan de Dazai podrá liberar a las excepciones de la cruz tan pesada que llevan.

—¡Las excepciones son los monstruos! —Kunikida jadeó ante la punzada que llegó a su pecho. Su sombra parecía resentir sus palabras.

—Kunikida, no voy a intentar hacerte cambiar de opinión, pero son los humanos quienes empezaron a cazar a las excepciones como si fuesen monstruos… ¿Qué esperabas? ¿Qué muriéramos sin intentar sobrevivir a toda costa? Era algo lógico pero nadie quiso dialogar con una excepción. Aquellos que no se sometían a ellos morían. Sin embargo, tú eres afortunado, es muy raro que una sombra acepte a un humano que no sea su elegido. Por eso, no deberías decir cosas feas.

—Tsk… —chasqueó la lengua. A Doppo le molestaba sinceramente el no poder debatir con el argumento del detective—. Pero de eso a aliarse con la mafia… No entiendo cómo pudiste aceptarlos y renunciar a detenerlos.

—Ah… Claro —Oda se relajó en su puesto—. Soy un fanático de los niños —al ver la extraña expresión en el rostro de Kunikida se apresuró a negar—. ¡No en ese aspecto! Pienso que son inocentes y que no deberían cargar con cruces pesadas… Hace años cuando me enviaron a recoger a unos niños en un barco. Nadie me dijo que por órdenes de nuestros superiores un grupo entero  había sido usado como ratas de laboratorio para crear soldados. Provocaron que las paredes de ese asqueroso sitio  se tiñeran de rojo con sangre inocente… Solo por miedo a lo que era diferente. ¿Tú crees que puedo perdonar algo tan macabro? Me enteré de toda la verdad aquí y me sentí aliviado de que en aquel entonces Akutagawa y Atsushi me fueran robados por la Port Mafia.

Kunikida se quedó en silencio. Ah… ahora entendía un poco… bueno, mucho más que antes—. Seguramente no era su plan que todos fallecieran…

—No, al contrario. El objetivo era eliminar la mayor cantidad de sombras posibles, en caso de que hubiese sobrevivientes se tomarían para convertirlos en soldados. Fue un viejo amigo de Dazai y mío quién planeó todo… Ango Sakaguchi… Sabes, lo único que le pedimos fue que no experimentara con humanos y fue ese el motivo de nuestra separación. Sobre eso, lo siento, tú eres una víctima suya —Oda suspiró suavemente.

—No puede ser…. —Kunikida había parado de escribir para voltear a ver a Odasaku con horror. ¿Entonces siempre había estado del lado equivocado?—. Esta fue una decisión que yo tomé… pero si es como lo has dicho soy un cómplice más de un horrible crimen.

Odasaku se levantó observando al rubio—. A pesar de sus métodos violentos, la Port Mafia les brinda cuidado y educación a varios niños. Yo mismo lo he comprobado. En cambio Ango hizo que una bala le atravesara el cerebro a Atsushi… Si no fuese por la capacidad de la luna sobre el tigre estaría muerto y esta ciudad no sería nada más que un charco de sangre. Han pasado muchas cosas de las que los policías normales no están enterados. Si Yokohama se vuelve un paraíso de excepciones definitivamente solo la mafia podrá protegerlo. Bueno, he hecho mi trabajo —Oda movió la mano antes de empezar a alejarse—. Por cierto, será mejor que dejes la policía y te unas al grupo de Ranpo. Aunque no te lo diga, Dazai no quiere que mueras en una guerra que no te pertenece.

Kunikida simplemente asintió… Había tantas cosas en su mente que no podía tomar una decisión sobre si creerle a Oda o no… Era complicado ¿cómo podía cambiar de parecer tan rápido? Necesitaba tiempo… Levantó su mirada, notando que Oda se alejaba y al mismo tiempo cierta figura conocida se acercaba sospechosamente. Se incorporó lentamente e iba a decir algo pero Oda se volteó, haciéndole una señal de que todo estaba bien y restándole importancia. Así eran las cosas…

Sinceramente lo que más odiaba Kunikida en esos momentos era que como siempre… Dazai tenía razón. Maldito Dazai.

 

 

Odasaku volteó una última vez notando que había una silueta tomando los hombros de Kunikida a lo que sonrió, cuando lo vio levantarse simplemente le hizo una señal para que no interfiriera, no estaba en problemas.. Las sombras eran incapaces de odiar al humano con el que habían congeniado, sin importar qué tan crueles fueran con ellas. Incluso la de Ango lo seguía como un fiel cordero a pesar de todo.

—Espero que siga mi consejo —murmuró antes de voltearse hacia la mujer que había salido desde algún lado. Oda suspiró—. Es de mal gusto escuchar conversaciones ajenas.

—Es de mal gusto meterse en problemas ajenos —secundó Kouyou Ozaki mientras sonreía ligeramente—. Si es un poco inteligente lo hará. Por otro lado, estoy sorprendida de escuchar que has comprendido mis palabras.

—Bueno, sea cual sea su elección. No estaré para verla —Oda caminaba a paso relajado con la peligrosa mujer, no guardaba rencor por sus antiguos enfrentamientos—. Parte de la vida es reconocer cuando nos equivocamos y yo lo hice al juzgar a la mafia desde mi punto de vista.

—Hmph… Ciertamente tu punto de vista actual difiere totalmente del que tenías cuando llegaste, pero aun así decidiste regresar ¿no? —Kouyou observó el asentimiento por parte de Oda y simplemente miró al frente—. Supongo que este es un buen final para ti. Una vez que esta isla se convierta en un paraíso para las excepciones deberías volver, en este lugar posiblemente esté la paz que necesitas.

—Ya veremos. Tal vez cuando decida retirarme —Oda  volteó a ver a aquella mujer que simplemente pareció esfumarse, provocando una sonrisa—. Además no quiero estar aquí cuando la guerra por poder comience —susurró para sí, manteniendo un paso firme.

 

Lejos de ese lugar en cierta mansión antigua un hombre apreciaba el cielo desde su jardín.

—Las nubes están empezando a llegar a Yokohama, posiblemente este sea el comienzo de un derramamiento de sangre… ¿No lo cree así? —Fukuzawa Yukichi observaba a un gato grisáceo que se encontraba ronroneando desde un pedestal—. O tal vez esta sea la esperanza que tanto hemos estado anhelando —suspiró lentamente. Si el plan de la Port Mafia tenía éxito demostraría lo peligrosas que son las excepciones. Había tantas cosas malas que podían surgir de aquello que prefería no pensarlo más.

Un fuerte y profundo Meow hizo que el hombre de grises cabellos asintiera seriamente como si pudiese entenderlo.

—Claro que sí, estoy pensando en todo… Pero esperemos, en caso de que la humanidad quisiera destruir este sitio se encontrarán con que este lugar es lo único en el mundo que está fuera de su alcance —cerró los ojos con una sonrisa tranquila.

 

La primavera ha llegado a la isla

El tigre se ha rodeado de hermosas flores

La oscuridad parece haber sido olvidada

Miles de rosas rojas crecieron en su pecho.

 

El tigre está rodeado de felicidad

Mientras su corazón marchitándose está

La pureza de la nueva estación…

Posiblemente no sea suficiente para salvarlo.

 

Pobre y hermoso tigre blanco

El invierno parece acabar

La vida del monstruo sigue

El tigre se tiñe con las rosas.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

*Tarde pero seguro~ 

 

*Lamento lo corto del capítulo y les agradezco a todos los que siguen esta historia~ 


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