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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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—Así que lo que acabo de leer fue lo único que pudieron obtener los policías y el gobierno del incidente de hace casi cinco años… Esto es realmente interesante.

Dazai Osamu lucía una sonrisa amplia en ese momento en el que compartía el sillón de cuero negro con Odasaku, que lo miraba como si fuese alguna clase de experimento extraño. Esa tarde después de un par de horas de preparación para poder estar de pie debidamente, habían decidido tomar un almuerzo pesado antes de analizar el caso. Por eso el detective con orbes color caramelo había soportado la ansiedad de hacerse con la “verdad” de ese papel. Y ahora que la conocía, el panorama que estaba a su alcance parecía haberse aclarado un poco… Y, sin embargo, seguía habiendo zonas tan oscuras como la misma noche.

— ¿Me dirás qué es lo que parece tenerte tan inconforme con  lo que descubriste entonces? —Oda preguntó sin siquiera dudarlo. Conocía demasiado bien a ese hombre como para no saber que algo lo había inquietado. Ya anteriormente le había dicho que a ese reporte le faltaba muchísimo, ya que no estaban los puntos de vista de los supervivientes. Todo lo que podía obtener de ese simple papel era una buena descripción del escenario.

—No me ayuda en nada a conocer a Atsushi, sinceramente… Pero no todo es malo, me hace querer preguntarle directamente todo lo que desconozco sobre su existencia. Es decir, mira este desastre ¿cómo se explican más de setenta cadáveres de niños más los agentes del gobierno que escoltaban la “carga”? sinceramente tengo mi teoría, ya que casi el noventa y seis por ciento eran excepciones o tenían capacidades para serlo —Dazai frunció levemente el ceño, si su teoría era cierta, tal vez el peor lado para jugar era el de los humanos.

— ¿Y esa teoría es? Ya te lo he dicho, pero rebuscar en pozos abandonados no te va a asegurar una vida tranquila en el futuro… —murmuró el detective de cabellos castaños rojizos con el entrecejo fruncido. Sabía que Dazai lo notaría… Las heridas de los cadáveres, las marcas en la estructura del barco… la intensidad con la que el gobierno quiso ocultar el incidente…

—Que en realidad el barco fue un coliseo de pelea para esos niños. Tal vez el gobierno pensaba reclutarlos, pero solo podían tomar a los más fuertes… ¿Y qué mejor forma que haciéndolos matarse los unos a los otros?  Con tanto estrés acumulado aquellos que eran potenciales excepciones tuvieron la oportunidad de pactar con sombras atraídas por los lamentos y la muerte. Sin embargo, algo no salió bien y prácticamente casi todos terminaron muertos… Por el tipo de heridas pareciera que algunos fueron atacados por bestias, y casualmente los dos sobrevivientes de ese incidente tienen sombras de esa naturaleza… —explicó Dazai con voz suave.

Odasaku sonrió ante la explicación y asintió—. Es parecido a lo que yo pensaba, una fuerza conformada por excepciones poderosas definitivamente sería muy difícil de vencer. Pero tanta oscuridad en un mismo lugar podría incluso cegar al más experto, y todos ellos eran unos niños… Esa situación debió llevarlos al borde de la locura, y cuando pienso en ello, no puedo evitar sentir pena por Akutagawa y Atsushi. Seguramente su vida no ha sido nada  fácil.

—Eres demasiado considerado, Odasaku. No sabemos qué ocurrió con certeza en ese lugar, pero seguramente en las manos de esos chicos hay tanta sangre como en las de un soldado. Si llegamos a encontrarnos de nuevo con ellos, por favor, no vayas a subestimarlos, sería una pena que el gran Oda Sakunosuke muriera en manos de unos niños —se burló Dazai, antes de sonreírle con levedad—. La curiosidad me está carcomiendo, así que creo que invitaré al tigre a una cita.

— ¿Ah? ¿Es en serio? ¿Qué te hace pensar que va a aceptar reunirse contigo? Incluso si fuese a hacerlo, dudo que alguno de sus guardaespaldas se lo permitiera —comentó Oda con la mano en la frente. No había duda de que Dazai poseía una seguridad inquebrantable, además de una suerte que parecía casi monstruosa. Desde que lo conocía se escapaba de la muerte como un profesional.

—Va a ir, porque sus queridos guardaespaldas están muy ocupados causando desastres por toda la ciudad, Kunikida me pidió que les echara una mano, pero son cosas de bombas y a menos que las muertes sean causadas directamente por una excepción no me voy a meter —Dazai sonreía, pues la verdad ya le había mandado una nota al tigre para que se reunieran más al rato. La había escrito de manera que no pudiese negarse a asistir.

—Siento pena por tu actual compañero. Ahora que lo pienso, Kunikida es una excepción… Pero nunca lo he visto usar su sombra ¿por qué? —sentía una sana curiosidad por ese rubio, ya que incluso Dazai que decía odiar a las sombras, usaba la suya con regularidad…

—Dice que no es necesario, que puede hacerlo solo como siempre. La sombra de Kunikida tampoco es que sea la gran cosa, y estoy seguro de que en realidad la sombra no lo escogió. La última vez que su vida fue amenazada, la oscuridad no brotó ni siquiera una vez para evitar que fuese herido… Normalmente si la excepción se ve amenazada por instinto su sombra lo protege, pero esta vez no… Así que pienso que él es una de las excepciones creada a través de experimentos. De verdad que el equipo científico del gobierno no funciona nada bien —Dazai se levantó con pereza, antes de estirarse.

— Así que al final, Ango ignoró nuestras peticiones… Entonces estuvo bien que fracasaran, un contrato no es algo que pueda ser forzado… Después de todo, las sombras escogen a aquella persona que sea más compatible, estar con una persona por la que no sienten más que repulsión no resultará en nada bueno… Ya imagino la razón por la que Kunikida rechaza ser llamado excepción… Tal vez no es que no quiera usarla, tal vez es que no puede —los pensamientos de Odasaku estaban concentrados en cierto hombre anticuado de montura vieja. El dueño del taburete vacío en Lupin…

—No vale la pena mencionarlo —de entre sus bolsillos sacó su placa y se la dejó a Odasaku sobre el regazo—. Bueno, llegó tarde a mi cita. Y a ti te esperan en la estación de policía… Así que… ¡buena suerte con la Mafia! —el cazador de excepciones se fue corriendo rápidamente para salir por la ventana a toda prisa. Caer de pie y continuar con su huida no le supuso ningún problema.

Oda Sakunosuke se había quedado completamente perplejo, tanto que le fue imposible reaccionar antes de que Dazai abandonara el departamento—. Maldición… Siempre que vengo me deja todo su trabajo y escapa… —suspiró con exasperación y acarició sus cabellos. Al diablo, tendría que lidiar con los miembros de la mafia él.

 

Entre tanto, dentro del cuartel de la Port Mafia reinaba la soledad. Tanto Chuuya como Kouyou se encontraban en la ciudad mientras que Akutagawa se hallaba en los muelles. Los más poderosos miembros de esa organización estaban encargados de plantar bombas y causar un gran revuelo  en la población. De una u otra manera debían mantener la atención de Dazai lejos del tigre.

Atsushi era el único que momentos atrás había estado transitando los pasillos del cuartel de la Port Mafia, pues Mori Ougi rara vez abandonaba su oficina durante el día. Sin embargo, la excepción que poseía al tigre se hallaba caminando hacia las afueras del territorio que representaba su hogar. ¿La razón? Había llegado a sus manos una nota extraña, que lo invitaba a reunirse con Dazai Osamu, el cazador de excepciones.

Byakko iba un metro detrás de su protegido, al principio le había parecido una muy mala idea ir, pero había cambiado de opinión apenas había visto aquello que contenía la nota. En ella había una frase que realmente habría querido olvidar: “En este abismo sólo uno puede permanecer vivo”, ese era el grabado en una de las paredes del barco en donde por primera vez Atsushi lo reconoció. Ese había sido el escenario donde la verdad de Atsushi salió a la luz por primera vez… Nadie nunca debía saber lo que había ocurrido dentro de ese barco en aquella ocasión…

—¿Estás preocupado por ello, Byakko? —preguntó el chico de cabellos cenizos. Su corazón latía a mil por segundo y estaba sintiendo un terrible pavor al pensar que el cazador de excepciones pudiese lastimarlo… No obstante, aquello era algo que debía enfrentar en ese momento… Porque era su verdad, su vida, nadie más aparte de Akutagawa sabía realmente lo que había pasado allí… Ni siquiera él mismo. “¿Y tú no? Tus piernas tiemblan” atacó con voz gruesa su sombra—. Más que preocupado, estoy aterrado… Pero voy a enfrentarlo con la verdad. Al final… yo no recuerdo prácticamente nada de ese día.

El tigre soltó un gruñido bajo y se apresuró a tomar a Atsushi por el cuello de la camisa, ubicándolo sobre su lomo. Esa era la manera correcta en la que debían estar si su niño tenía miedo. Él era el escudo de su excepción, era su vida y no iba a permitir que sintiera miedo nunca más—. Lo que pasó aquel día es algo que algún día te explicaré, cuando estés preparado para cargar con el peso de esos recuerdos… No antes, no después. Así que sé paciente.

Siempre que sentía ese vacío en su pecho, Byakko estaba allí para ayudarlo… Incluso cuando sus palabras no eran las más dulces, estaba allí para él. Abrazó el cuello del animal desde su posición y recargó la frente justo por debajo de las orejas del enorme tigre—. Sí… confío en que me lo dirás cuando llegue el momento. Gracias, me siento mejor —desde que tenía memoria esa sombra estaba a su lado, cuidándolo, protegiéndolo, mimándolo… Aquello que el mundo llamaba monstruo era su más preciado tesoro.

—Eres un buen niño, por eso eres el único que puede cargar conmigo —la voz de Byakko resonó fuerte y clara. Algún día le aclararía todo a su excepción, incluso le contaría cómo se enamoró de esa alma que había abandonado su cuerpo terrenal… Atsushi era único, era tan puro, tan inocente… Y con una amabilidad que podía matar a cualquiera con sólo un pestañeo… Las sombras que usaban el corazón de las personas para alimentarse y hacerse poderosas no conocían cuánta oscuridad podía llevar una sonrisa.

—Me tratas como si tuviese cinco años… —se quejó Atsushi, mientras se levantaba suavemente, posicionándose de manera recta sobre el lomo. Byakko era mucho mejor que cualquier criatura sobre la que pudiese cabalgar, por favor ¿quién más podría ir encima de un tigre a donde quisiera? Absolutamente nadie.

—Para mí sigues siendo un niño de cinco años —aseguró la sombra sin duda alguna mientras movía su pesado cuerpo con facilidad entre los troncos del bosque. No estaba seguro de qué quería realmente el cazador de excepciones, pero si movía un solo músculo contra el menor, lo destrozaría como había matado a los monstruos que amenazaron la vida de su niño años atrás. <<Todo estará bien mientras sea yo quien se manche de sangre>> aseguró mentalmente el tigre.

—No soy un inútil —gruñó con voz suave la excepción, antes de sonreír y acariciar suavemente el pelaje del cuello de su sombra—. Ya no soy incapaz de matar a nadie… —con una sonrisa nostálgica entrecerró los ojos… En algún momento de su vida había deseado vivir una vida normal, lejos del peligro y el dolor de la discriminación… No obstante, ese camino no estaba abierto para una excepción.

—Nunca lo has sido, sin embargo, estás pensando en cosas inútiles en estos momentos, Atsushi. Nunca podrías vivir libremente, no podrías alejarte del dolor ni conocer la paz de lo que llamas una “vida normal” porque tú no eres normal —Byakko no entendía cómo su preciada excepción podía desear una vida humana cuando ellos eran el origen del abismo. Presionó el suelo con las almohadillas de sus poderosas patas y aceleró, pasando sin problemas entre árboles y arbustos.

Atsushi se sujetó con fuerza, cerrando los ojos. Lo entendía, entendía el odio que Byakko sentía por la humanidad, porque compartía sus recuerdos y conocía perfectamente el dolor que el poderoso rey de la selva había sufrido al ser encerrado en una jaula. Incluso queriendo una vida tranquila, odiaba a los humanos… Ellos le habían robado algo que no podía ser pagado con nada más que la vida—. Nunca voy a traicionarte…

Byakko simplemente rugió, deteniéndose justo al límite del bosque con la ciudad. A unos diez metros se hallaba Dazai Osamu recargado en un poste  con los brazos cruzados. Agachó su cabeza, dejando bajar a Atsushi y rozó su enorme cabeza con la pierna de su excepción—. No bajes tu mirada ante nadie, incluso si esa sombra es capaz de neutralizar a otras… Definitivamente no podrá conmigo.

 

Y con aquella declaración el tigre volvió a convertirse simplemente en la sombra de ese chico, que tembloroso se acercaba al detective. Atsushi aspiró con fuerza y soltó el aire en un pesado suspiro. Ya había tomado una decisión y no retrocedería. Era un miembro de la Port Mafia, era el tigre que podía tener un duelo mano a mano con Akutagawa… Definitivamente a comparación de ese azabache, Dazai no infundía temor.

—Llegas tarde, pensé que estarías más desesperado por verme —sonrió de manera burlona Dazai, antes de separar la espalda del poste y relajar los hombros para acercarse al chico—. También creía que me mostrarías una expresión mucho más aterrada… Me gusta esa mirada retadora —estiró su mano apenas estuvo lo suficientemente cerca, recibiendo un manotazo junto a un “¡No me toques!”—. Tenemos un gatito arisco, vaya problema.

Atsushi sujetó su propia mano como si él hubiese sido el golpeado, y fijó sus orbes amarillos en el detective. Era cauteloso, un movimiento en falso… o una duda podría costarle todo por lo que había luchado hasta ese momento—. Deja de husmear en mi pasado, ni yo tengo idea de qué ocurrió ese día. Mis recuerdos son borrosos y están incompletos, no puedo responder nada de lo que quieras saber. ¡Así que déjanos en paz! —gritó casi con desesperación antes de voltearse, pretendiendo escaparse de tal situación.

Dazai no se había esperado que el de cabellos cenizos fuese a decirle algo con tanta facilidad, pero parecía que había ido allí nada más para rechazarlo. Inevitablemente una sonrisa de oreja a oreja se formó en sus labios. Antes de que el menor pudiese huir, lo tomó del hombro y lo giró hacia él. Casi de inmediato sus labios fueron a los ajenos, deteniéndose apenas cuando sus respiraciones comenzaban a mezclarse.

Aquel momento hizo que el corazón de Atsushi diera un salto dentro de su pecho, provocándole dolor… No recordaba nunca haber estado tan aterrado como en ese momento… Sus orbes temblaban, bailaban queriendo evadir la intensa mirada de esos orbes color caramelo—. No…

 

Nunca en su vida el castaño se había detenido antes de completar un sello, pero aquella expresión de alguna manera lo había detenido… Atsushi de verdad veía la muerte reflejada en su rostro y parecía que en cualquier momento iba a romper en llanto—. Si me acompañas por las buenas entonces no tendré necesidad de sellarlo… —apenas el menor asintió lentamente, sonrió. No podía creer que  realmente  fuese tan ingenuo.

—Y… Ya te dije que no puedo responder a tus preguntas… —Atsushi repitió con suavidad, recibiendo una extraña caricia en la cabeza. Su corazón volvió a saltar… repentinamente creyó haber sentido calidez a través de mano.

—Sí, ya escuché, pero de todas maneras quiero saber otras cosas sobre ti, así que ven —soltó el hombro ajeno, tomando esta vez su mano con firmeza. Empezó a guiarlo hacia el interior del café, no le resultaba ningún problema considerando la diferencia de alturas y que la sombra del menor parecía no tener intenciones de intervenir.

—Pero… Está bien… No queda de otra ¿o sí? —ante las sonrisa de Dazai, supo que de ninguna manera podría escapar de allí. ¿En qué diablos se había metido? Se supone que fuese a aclarar todo y regresara antes de que notaran su ausencia. Suspiró pesadamente antes de observar al hombre que lo llevaba de la mano. No debía confundirse, el castaño era el enemigo.

El detective sonrió, antes de abrirle la puerta al pequeño tigre que entró a la cafetería observando todo con cierta cautela. No le sorprendía, era un felino entrando a territorio desconocido. Un mal movimiento suyo podría causar que la sombra debajo de ese chico convirtiera ese lugar en un charco de sangre. Estaba muy seguro de ello.

Los muebles de la cafetería eran de una madera lisa cubierta por delicadas capas de pintura de color blanco… Un par de mesas estaban ocupadas y en la barra los cuatro puestos también. Aunque en una de las esquinas contra la pared rosa había una mesa para dos desocupada. Atsushi por inercia se dirigió hacia ese lugar, donde su espalda estaría protegida por la pared… Estar arrinconado era mejor que dejar tantos ángulos de ataque desprotegidos.

— ¿Qué tal? ¿No es un lugar bonito? Sirven postres deliciosos también —apenas el albino tomó asiento, Dazai lo imitó, quedando frente a ese pequeño y cobarde niño. Podía sentir la intensa mirada de su sombra desde debajo de la mesa—. ¿No me lo dirías, Atsushi? —al ver el desconcierto en el rostro ajeno, sonrió ladinamente—. Ya sabes, tú secreto… El secreto del tigre…

 

 

 

Lejos de allí, en el centro de la ciudad, Kouyou Ozaki terminaba de darle los toques maestros a su obra: una flor hecha de restos humanos… Los cuerpos de aquellos que se habían atrevido a manchar las paredes de su territorio con pintura barata de aerosol. Frente ella estaba plasmada su sombra: el demonio dorado. Aquella figura humana de Kimono amarillo, máscara de porcelana y ojos brillantes en tono oro… Su sombra blandía una katana que brillaba más que cualquier diamante.

—Es un trabajo hermoso ¿Verdad? —se acercó a su sombra y con lentitud se posó frente a ella para tomarle el rostro con delicadeza—. Un trabajo tan hermoso sólo puede venir de nosotros… tal vez de Chuuya, si se concentrara en vez de volverse un perro rabioso —no pudo evitar sonreír al ver cómo el demonio ladeaba el rostro. A diferencia de otras sombras, la suya era realmente callada. Eran raras las ocasiones en las que le dirigía alguna palabra.

—Así que esta vez tengo el placer de toparme contigo —comentó en tono sarcástico Odasaku. Había sido enviado por Kunikida a revisar el reporte de un  “accidente” y ahora se encontraba frente a una de las cabezas de la Port Mafia… Sabía perfectamente quién era la mujer frente a él: Kouyou, la excepción del demonio dorado. ¿Por qué diablos todos los de la mafia debían tener monstruos como sombras?

Kouyou volteó con delicadeza, antes de dedicarle una mirada de reojo al detective  y volver a dirigir sus orbes hacia el rostro de su sombra cubierto por una máscara—. Así que Dazai Osamu manda a otros a hacer su trabajo ¿Qué clase de hombre cobarde es ese? Definitivamente no vamos a entregarle a Atsushi —murmuró únicamente para que ella y su sombra pudiesen oírlo.

— ¿Eso significa que no vas a pelear contra mí? —suspiró de alguna manera aliviado, en realidad no tenía intenciones de pelear con ninguno de los miembros de la mafia. Ese no era su trabajo, además de que estaba seguro de que si él no lo hacía, Dazai mucho menos. Por eso seguía con vida. Tuvo que hacer un repaso a la mujer a unos pocos metros de él, estaba completamente limpia… No tenía ni una gota de sangre sobre ella… tampoco su sombra… Era realmente extraño.

Inevitablemente una sonrisa se formó en los labios de Kouyou—. ¿Por qué debería mancharme las manos? Ese no es el trabajo de una dama como yo —aseguró aquella hermosa mujer mientras cubría sus labios con su abanico—. Los forasteros no son bien vistos en esta isla, ni ahora ni hace cinco años —su mirada se afiló y con un movimiento del abanico, su sombra atacó.

Odasaku no les había quitado la mirada de encima, por muy bien que pareciera ir todo, sabía que confiar en un miembro de la mafia tan experimentado como lo era ella, sería un acto suicida. Por eso, no tuvo problema en esquivar cada movimiento de aquella poderosa sombra—. ¿No es algo inútil? Puedo esquivarte las veces que sea necesario… Oh, cierto, aquella vez… Tú te los llevaste junto a Chuuya.

—Las excepciones no tienen un lugar en el mundo humano, ¿por qué dejaríamos que esos preciosos niños se volvieran títeres de seres inferiores? Como ciertos detectives con talento desperdiciado —Kouyou había vuelto a cubrirse la parte inferior de su rostro con el abanico. Ella siempre se mostraba digna, con su mirada en alto. Ella no estaba equivocada.

— ¿Es eso lo que les enseña la mafia a esos niños? —Oda tenía el ceño fruncido y la mirada fija en la ajena, no iba a retroceder ante un miembro de una organización criminal.

— ¿Por culpa de quién esos niños son como son? —contraatacó Kouyou con el ceño levemente fruncido—. ¡Ja! Y yo que creía que Oda Sakunosuke era más listo. Es obvio que eres otro ignorante que no conoce el mundo en el que está parado. Las excepciones no pueden vivir normalmente en este mundo, serían odiados, repudiados, cazados, utilizados. Es realmente patético creer que estarían mejor con los humanos que les dieron la espalda que con la Port Mafia —sin dudarlo ni un segundo le dio la espalda al detective para empezar a caminar hacia un auto negro estacionado a unos metros de allí. Por supuesto su fiel sombra la seguía de cerca, cubriendo cada flanco desprotegido de su excepción.

Odasaku no respondió, no porque no pudiera hacerlo sino para evitar cualquier enfrentamiento. Él no dudaba que esos niños estuviesen bien cuidados allí, porque al final las excepciones se reunían como perros callejeros, abandonados, tristes, solos… Formaban manadas y se convertían en familias que protegerían a sus miembros a cualquier costo—. Mi trabajo es simplemente mantener la paz, no más no menos. De todas maneras en el momento en que empiece a dudar, seguramente mis propios superiores cortaran mi cabeza —murmuró para sí mismo, llevándose ambas manos a la cintura.

Ya era hora de ir a informar sobre sus progresos al rubio que seguramente lo esperaba en la estación.

Lo único que Oda esperaba era que la policía le hubiese dado suficiente tiempo con Atsushi. Eso era todo.

 

Cada excepción con su sombra

Cada sombra lleva el deseo de una venganza

Cada venganza una vez estuvo hecha de amor

Ese amor fue asesinado por los humanos.

 

La flor que apenas abría fue cortada

Aquel samurái fue traicionado por los suyos en el campo de batalla

El guerrero se volvió la sombra de la flor

La flor por fin conoció la luz.

 

Aquel chico abandonado no tenía nada

La sombra del futuro se enamoró de su tristeza.

El chico sabe lo que pasará en cinco minutos

La sombra lo ha hecho olvidar el pasado.

 

Una cruz para cada uno

Un deseo para  cada corazón

Dos bandos al borde de una línea

Una ciudad al borde del abismo.

Notas finales:

*Mejor tarde que nunca~ Debido a problemas con el internet pues a estas alturas es que he venido a poder publicar este capítulo. 

 

*Gracias a todos los que siguen esta historia, y se dan el tiempo de dejarme reviews~ los quiero. Igual a todos esos lectores fantasmas que solo dejan el ojito~

 

*Como siempre mi Beta se lleva mi mayor agradecimiento~ sin ella no podría terminar a tiempo o siquiera avanzar como debería 


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