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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

El título lo dice todo, ya estamos en otro mundo. Midgard es el mundo humano en la mitología nórdica, como recordaréis del capítulo 9.

11. Midgard


 


Fue más rápido que quedarse dormido. Simplemente estaban allí, en otro mundo, con un portal cerrándose a sus espaldas. Kobayashi miró a su alrededor. Se encontraban en un bosque de árboles altos, pero dejaban ver un cielo estrellado. Era de noche, pero se acercaba el amanecer.


—Aah, qué bien, de vuelta a Midgard…


—¿Esto es Midgard? Pensaba que teníais vuestro propio mundo… —comentó la novata.


—No, por desgracia no. Por eso estamos siempre en lucha con los humanos de este mundo. Es mejor no separarnos mucho, aquí. Lo que quiere decir… —Y se arrimó tanto como pudo a la pelirroja, que puso cara incómoda y empezó a sudar.


—Oh, por los dioses, dejad eso para cuando no estemos delante —se quejó Elma. Fafnir bufó al mismo tono que ella.


Tohru miró de mala gana a la dragona del Orden, pero no se despegó del todo de Kobayashi. Ella sí lo hizo, alegando que no quería peleas.


—Da igual, yo me voy ya —dijo Elma.


—¿Cómo que te vas? ¿No vienes a la fiesta?


—Claro que sí, pero si mi familia me ve con esta panda de dragones destructivos y violentos seguro que me echa de mi facción.


—Oh… claro… —Kobayashi no era capaz de ver del todo que Tohru y los demás no fueran buenos dragones, porque lo eran. No asumía las facciones que había entre ellos. Además, siempre había tenido muy buena relación con Elma—. Bueno, pues nos veremos pronto. Te echaré de menos.


La sonrisa de Kobayashi provocó la misma reacción en Elma, que se despidió efusivamente de ella con un “hasta pronto” muy cantarín. Luego se transformó en dragón y salió volando como si le fuera la vida en ello.


Y, de repente, la humana notó un escalofrío en su espalda. Se giró a ver, y entendió que Elma huyera de ese modo: Tohru tenía la mirada encendida de celos y casi estaba preparada para lanzar uno de sus rayos mortales contra cualquiera que le discutiera la mínima palabra.


—E-eh, Tohru… Ya se ha ido…


—No te molestes, va a estar así unos minutos —comentó Lucoa—. Mejor nos esperamos a que Elma tome ventaja antes de transformarnos en dragones, Tohru podría perder la cabeza de nuevo como aquella vez y perseguir a Elma por todo Midgard.


—S-sí, buena idea.


—No sé a qué espera para darle lo que se merece.


—¡Fafnir!


—¿Qué? Yo no me hubiera contenido.


—¡Pues pobre de nadie que le haga daño a Elma! ¡Es mi amiga!


—¿Y quién me detendría? ¿Tú? No me hagas reír —se burló Fafnir, con una sonrisa diabólica. Luego apagó esa sonrisa de golpe, como si nunca hubiera existido y se quedó mirando el cielo. Kobayashi no entendía nada.


Lucoa se encargó de ilustrarla:


—Esto es Midgard, no tu mundo. Aquí la naturaleza de los dragones se potencia. Muchos se vuelven más violentos, y otros simplemente pierden su capacidad para empatizar. Por suerte, todos los amigos de Tohru siempre se han caracterizado por su habilidad para el autocontrol físico y siempre se dan cuenta de cuando se pasan, como ahora.


—Pues dan algo de miedo —comentó la humana—. ¿A ti no te ocurre nada?


—Ser un dragón desposeído de su naturaleza divina y pertenecer a la facción Neutral tiene sus ventajas —dijo, guiñando un ojo y sonriendo—. Y eso también me permite quedarme con vosotros, a diferencia de Elma.


—Menos mal… —Es decir, que Lucoa podría seguir siendo su compañera de confidencias sin que, en cualquier momento, perdiera la cabeza y arrasara el mundo—. ¿Y Kanna?


—Ella es pequeña aún para verse afectada, pero me temo que no le queda mucho tiempo en ese estado. Medio siglo y empecerá a crecer de verdad.


—¡Medio siglo! Dios, eso es mucho… Bueno, por lo menos seguirá siendo adorable todo este tiempo.


Mientras Tohru se calmaba y Fafnir aterrizaba (no literalmente), Kobayashi se sentó en el suelo del bosque, pensando. No imaginaba a Kanna de mayor, volviéndose loca como Tohru.


Luego pensó en lo que acababa de pasar, en la Tierra: ahora era su madre de forma legal en Midgard. No había podido negarse, porque sabía que lo haría bien, pero empezó a sentir el peso de la molestia en su corazón. Estaba enfadada con Kanna.


—Uh, em… ¿qué ha pasado? —despertó Tohru.


—Te has ofuscado por Elma —dijo Fafnir, volviendo al mundo real casi a la vez que su amiga.


—Y tú has amenazado a Kobayashi —le replicó Lucoa, aunque no parecía enfadada.


Fafnir suspiró, mirando a otro lado. Todos lo interpretaron como una disculpa. Tohru lo hizo de forma más explícita y le aseguró a Kobayashi que eso solamente le pasaba si Elma la provocaba.


—Tranquila, no pasa nada. No le has hecho daño —le sonrió la humana.


—Será mejor que vayamos haciendo camino.


Todos los dragones se transformaron, activando sus barreras de percepción, y Tohru dejó subir a Kobayashi a su lomo, donde ya había un sofá creado a partir de las escamas de la dragona.


—Va a ser un viaje largo, una silla no sería suficiente —comentó Tohru, antes de que Kobayashi pudiera decir nada.


Desde allí arriba, el viaje fue bastante más interesante. Kobayashi pudo ver kilómetros de bosques y llanuras verdes a su alrededor. Eran muy parecidos a los de la Tierra, como había en los parques naturales, pero Tohru ya se encargó de puntualizar que las plantas y árboles que había en Midgard eran diferentes.


—¿Recuerdas toda la comida que traía a casa para hacer platos de mi mundo?


—Ugh, sí, espero no tener que probarlo, no sea que me mate, o algo peor.


—Tranquila, te avisaré.


Allí el cielo también era distinto. Antes de que se hiciera de día se dio cuenta de que las estrellas no estaban puestas en el cielo como deberían. Además, el Sol y la Luna eran más grandes por alguna razón, y dejaban una estela colorida tras de sí.


—Las estelas no forman parte del Sol y la Luna. Son Sköll y Hati, dos lobos hijos de Fenrir que se los quieren comer.


—Ni el cielo está en paz en este mundo. ¿Fenrir no era ese lobo gigante del fin del mundo?


—Según los humanos, sí. Nosotros no lo hemos visto nunca.


—En mi mundo se dice que está encadenado con hilo tejido por los enanos, que no se moverá hasta el Ragnarök, el fin del mundo.


—Ah, por eso nunca lo hemos visto —se rio Tohru, como si considerara a Fenrir un pringado—. ¿Te has aprendido la historia de este mundo?


—Sí, no tenía nada que hacer estos días que trabajábais tanto. Desde lo de la historia Auðumbla que he tenido curiosidad.


—¡Eso es bueno! Me ahorrarás darte la chapa con tonterías.


—No pasa nada, me gusta —se rio de buena gana Tohru.


Los otros dragones no sabían cómo mirarse esa conversación, si con incomodidad o adorabilidad. No se podía negar que esas dos tenían una buena conexión.


Durante esas horas en el cielo, volando, Kobayashi tuvo tiempo de reflexionar también sobre su inesperado enfado con Kanna. La pequeña había ido flotando alrededor de Tohru todo el rato, a veces mirando a su madre adoptiva, porque sabía que algo no iba bien con ella.


Kobayashi casi no se fijaba en ella, porque estaba perdida en sus pensamientos: ¿qué derecho tenía Kanna a escoger por ella? Si se lo hubiera preguntado probablemente habría aceptado serlo pero, en lugar de hacerlo, había realizado un acto totalmente egoísta sin consultar, arrastrándola y encadenándola de alguna forma a la dragona. No estaba enfadada por tener que estar con ella en Midgard, puesto que era fascinante, simplemente era ese acto egoísta lo que la mantenía distante con Kanna. Se preguntó si ella sabría ver lo que había hecho o tendría que decírselo.


También había que decir que era difícil mantenerse de mal humor estando en un nuevo mundo por explorar. Muchas veces, cuando miraba a un lado de la tropa de dragones, encontraba algo espectacular por ver. Una cascada enorme, un castillo muy parecido a los medievales de la Tierra, una gran montaña o un lago… Se preguntaba si existiría un mapa de Midgard. Luego le surgió la duda:


—¿Cómo sabéis dónde hay que ir? Un humano cualquiera se perdería.


—¡Seguro! Pero uno de los poderes básicos de los dragones es la detección de otros de nuestra especie a cualquier distancia. Eso es como tener un montón de puntos de referencia.


—Vaya, es como un mapa, entonces.


—Sí.


—¿Eso quiere decir que alguien ya ha llegado allá donde se realice la fiesta?


—Sí. Y, de hecho, siempre hay dragones deambulando por los confines de Midgard, esperando ver a Auðumbla. Cuando alguien la ve, lanza una llamada masiva a todos los dragones, sean amigos o enemigos.


—Caramba, pues sí que es importante esa fiesta para vosotros.


—Como si fuera el Año Nuevo humano.


Kobayashi pensó que parecía hasta obsesivo, como aquello que sentían por el queso, que lo consideraban sagrado. A parte de ser una fecha destacada, se preguntaba por qué todos los dragones y solamente ellos querían ver tan fervientemente a la Vaca Primigenia.


Entonces uno de los dragones rugió y todos descendieron de forma suave, de nuevo metiéndose en un bosque. Esta vez era más disperso y con árboles de tamaño normal para Kobayashi.


—¿Qué ocurre?


—Oh, nada, que necesitamos un descanso. Nos hemos pasado casi todo el día volando —lo justificó Tohru.


—Uau, sí que ha pasado rápido. Perdona por ser fría.


—No es nada.


Aterrizaron en el bosque y se transformaron todos en humanos, en consideración por la invitada inesperada. Ya se acercaba la noche y allí hacía bastante más fresco que en la Tierra. Tohru hizo un fuego nada más descargar todos sus trastos de viaje y todos se acurrucaron a su alrededor, para comer algo.


—Toma, Kobayashi —le entregó Tohru—. Hice comida humana para el viaje, para no olvidarme de ti, pero tú lo necesitarás más que yo. No estás acostumbrada a este mundo, te podría sentar mal algo.


Kobayashi se sintió muy halagada por ese pensamiento tan bonito que tenía Tohru. Sonrió y actuó sin pensar: le plantó un besito corto en los labios de la dragona. No pensaba que pudiera hacer algo así delante de tanta gente.


—Gracias, de verdad.


—¡D-de nada! —respondió Tohru, con un tono de voz descompensado y a punto de echar humo por las orejas por el súbito beso.


—¡Oh, qué bonito! —intervino Lucoa. Eso hizo aterrizar a Kobayashi, que no supo dónde poner los ojos en ese momento.


—Me van a dar arcadas —replicó Fafnir, pero para nada con el tono de esa mañana, tan agresivo. Parecía que volvía a ser el de siempre.


—Pues no eches la cena delante de mí porque lo vas a ver más veces —le contestó Tohru, enseñándole la lengua y abrazando a Kobayashi.


—En el fondo te ha parecido mono, no mientas —le pinchó Lucoa.


—Hmm… —suspiró el oscuro dragón.


La conversación entonces giró al alrededor de cuánto quedaba para llegar. Kobayashi se sintió cansada poco después de acabarse la maravillosa comida de si chica-dragón y se tumbó en el saco de dormir que había preparado Tohru.


No habían pasado ni quince minutos, que la humana oyó una conversación que no esperaba. Kanna se había acercado a Tohru.


—Creo que Kobayashi no me quiere de madre.


—¿Qué dices? ¡Claro que lo quiere! Te quiere un montón, ya lo sabes. Ha hecho muchas cosas por ti.


—Ya. Es que… Hoy no me ha dicho nada.


—Yo creo que no se esperaba lo que has hecho. Pregúntale cómo se siente, mañana, a ver qué te dice.


—Vale.


Kobayashi se sintió mal por su niñita. Ahora se sentía insegura y preocupada, y no quería eso para Kanna. Suficiente había tenido con su anterior familia. Y, pese a todo, se seguía sintiendo enfadada con ella. Estaba hecha un lío.


No dormiría bien en toda la noche.

Notas finales:

Espero que os haya gustado, que comentéis, que me sigáis, que hagáis lo que sea para apoyar mi duro trabajo jeje nos vemos a la próxima :)


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