Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caminando entre dragones por Kaiku_kun

[Reviews - 39]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bienvenidos al que puede que sea el último arco de este laaargo fic jeje espero que os guste mucho :)

32. Okinawa

 

El resto de la comida/cena transcurrió sin más percances. Kobayashi se quedó KO durante una hora ahí en la mesa, descansando, mientras su suegro se justificaba como un efecto habitual de su “plato especial”. Cuando la recién casada despertó, todo el mundo se divertía hablando entre todos y comiendo. Ni caso que le hicieron hasta que se puso un trozo de carne normal.

Kanna y Saikawa se dedicaron a ensuciar sus vestidos jugando en la hierba, aunque uno no se daba del todo cuenta de si la humana estaba consciente o no, con los constantes tropiezos de Kanna sobre su cuerpo.

Iruru y Shota consiguieron concentrarse para comer, aunque se seguían echando maldiciones con la mirada (literalmente). Era curioso porque hasta se buscaban con la mirada si alguno de los adultos se paraba por en medio.

Hacia el final de la noche, ya recogiendo, Tohru se acercó a sus padres, que ya se iban.

—Gracias por venir.

—De nada.

—Pero no vuelvas a hacerme esto —Su padre se quedó callado—. Sí, no me mires así. Mamá y tú habéis hecho lo que os ha dado la real gana, de la forma más egoísta posible, en especial tú, y casi me quedo sin boda —Entonces fue ella la que calló—. Pero me has dado cincuenta años más con Kobayashi.

En un arrebato más de humano que de dragón, abrazó a su padre. Pasó desapercibido a ojos del resto de asistentes, pero allí estaba. Luego abrazó a su madre, aunque realmente no había dicho ni mu en todo el día, y dejó que se fueran. A Iruru ni agua, y ésta tampoco le hizo ningún caso, estaba obsesionada con matar a Shota con la mirada incluso cuando cambiaban de mundo.

—Voy a empezar bien este tiempo de más —se dijo, antes de volver con el resto—. Kobayashi se va a enterar de lo que vale un peine.

Y volvió a recoger con los demás.

Era ya de noche, con las pocas luces cercanas encendidas, cuando acabaron de recoger. Justo a tiempo para que pasara el último autobús cercano, pues eran demasiados para los dos coches.

—Ha sido un placer conoceros a todos —saludó la madre de Kobayashi, a Takiya, Saikawa y al resto—. Me alegra saber que mi hija tiene tan buenos amigos. Esperamos veros pronto de nuevo.

—Igualmente, ha sido un día divertido —contestó Takiya. Algunos no sabían cómo interpretar eso de “divertido”, mientras recordaban el incendio.

Como una familia unida, los padres de Kobayashi, ella, Tohru y Kanna, volvieron juntos.

—Nosotros volveremos a casa directamente —dijo el padre—. Lo tenemos todo preparado ya, así que os dejaremos a casa y nos vamos.

—Sin problema.

A Tohru no le resultaba conveniente eso. Quería preguntarle una cosilla a su suegra, pero no creía que un abrazo final fuera suficiente…

—¿Y no preferís quedaros a casa esta noche? Ya es un poco tarde.

—Bueno, no vivimos tan lejos. Y mañana tendremos que trabajar.

Intento fallido. Y no se le ocurrió nada más en todo el viaje hasta que el momento de los abrazos y despedidas llegó. La madre de Kobayashi era propensa a los abrazos, así que ahí Tohru vio una oportunidad:

—Necesito ayuda con la luna de miel —le susurró, intentando que solamente su suegra lo escuchara.

—Estaremos en contacto.

No, si estaban hechas la una para la otra, siempre montando este tipo de tinglados, cada una los suyos. Y luego estaban padre e hija, que siempre tenían la misma maldita cara de póker como toda reacción posible.

*  *  *

La vida de casadas no tenía absolutamente ninguna diferencia con la vida normal. Tohru había pensado que no, que cambiaría alguna cosa, pero su mujer tenía que ir al trabajo todos los días igual. Le consolaba mirar el anillo en su dedo anular y pensar en la luna de miel. Ya quedaba muy poco.

Su suegra había estado encantadora con ella: durante el primer descanso que encontró de su trabajo aprovechó para llamar a Tohru, sabiendo que ella se quedaba en casa, y le dio pistas (algunas ya conocidas) sobre qué podría gustarle a Kobayashi. La calma, quizás unos baños, y le gustaba el otoño, realmente. Después de un par de días de pensarlo juntos, la madre de Kobayashi llegó a una conclusión:

—Okinawa.

—¿Qué? ¿Esas islas del sur? No he estado nunca.

—Justo antes de Halloween es el mejor momento para ir. Es un sitio tranquilo, natural y precioso. En serio, id. Nosotros fuimos hace años, te buscaré toda la información. El sitio era lo mejor.

Tohru iba bastante perdida y tuvo que informarse bastante sobre Okinawa, pero su suegra en un día ya le había enviado toda la información de un hotelito rural, el pueblecito en la costa, cerca de las montañas…

—El pueblecito, Kunigami, está en el norte de la isla principal, es un “mar y montaña” muy bonito, no está tan aislado, tiene las montañas detrás, y creo recordar que había unos baños tradicionales también.

—¡Tiene muy buena pinta!

—Necesitaréis coche para moveros, o transporte público.

—¡O-oh! Yo sé conducir… —Menos mal que era una conversación por teléfono y no le podía ver la cara de mentira que se le había puesto. Por dos huevos de dragón que irían volando a todas partes.

—¡Entonces perfecto!

Los planes pasaron desapercibidos a ojos de Kobayashi y de Kanna, aunque ambas sabían que su extraña nueva alegría significaba algo. En el trabajo, Kobayashi empezó a hacer horas extras por si se le pasaba por la cabeza a su mujer darle una sorpresa (buen ojo, chica) y, como consecuencia, Kanna estaba más cariñosa para consolar a su madre y hacían más el tonto juntas. Era una auténtica familia feliz.

Finalmente, con todas las reservas preparadas, Tohru fue derechita a anunciar a su esposa (oigh, qué bien le sonaba eso en la cabeza).

—¡Kobayashi!

—¿Dónde nos vamos de luna de miel?

La pobre se quedó algo parada y Kanna la miró expectante.

—Pero…

—Tohru es transparente —comentó Kanna, a modo de burla, mientras chocaba la mano con su madre.

—¡¡Jo, pero por lo menos fingid!!

—Está bien, está bien —suspiró Kobayashi, sonriendo—. Anúncianos tu plan.

—¡Nos vamos a Okinawa! Tengo reservada una habitación por cinco días, tu y yo solitas.

—Felicidades, Kobayashi —dijo Kanna, de buen humor.

—Gracias, cariño. —Se giró de nuevo a Tohru—. ¿Y cuándo empiezan esas vacaciones?

—Nos vamos el sábado bien temprano.

—Menos mal que se me ocurrió hacer las horas extras, es que no tienes paciencia —se rio la humana—. Eso es en tres días, ya te vale.

—Es que… bueno, no había otros días…

—¿En toda la isla? Imposible.

—Tu madre y yo lo comprobamos.

—Ya suponía que esto era cosa de mi madre… Bueno, por lo menos nos apoya.

Kobayashi no cambió su rutina. Es decir, sí, tenía que hacer las maletas y pedir vacaciones y todo, pero sus horas extra las hacía igual. Es más, había hecho tantas que aún le sobrarían más días de fiesta por si Tohru montaba otra de sus locuras. La dragona se encargó de lo suyo y acordó con sus suegros cuando vendrían a buscar a Kanna la tarde antes, al cole, directamente.

—Hasta pronto, mamá —se despidió Kanna, abrazando a Kobayashi, el día que sus abuelos la vendrían a buscar. A ella le sorprendió que no la llamara por su nombre. Realmente iba a echarla de menos.

—Hasta pronto, cariño. —El amor que sintió Kobayashi por su hija fue más que infinito en ese momento.

Fue una noche extraña, aquella. Había mucho silencio, ambas estaban haciendo las maletas tranquilamente, y se miraban a medias entre amorosamente y con algo de nostalgia. ¿De verdad? ¿Una noche y ya estaban así sin Kanna?

—¿Dormimos abrazadas? —le propuso Tohru.

—Dios, pensaba que no lo dirías nunca.

Y así fue. Por lo menos en Okinawa no notarían la casa vacía, como no la conocían de nada…

Por la mañana, ambas se despertaron de repente, como si llegaran tarde a alguna parte. Eran los nervios. A Kobayashi entonces se le ocurrió asegurarse de lo que iban a hacer:

—¿Vamos a ir volando, verdad?

—¡Sí! ¡Vas a tener el mejor sofá escamoso del mundo!

—No exageremos… Bueno, supongo que es una ventaja que sepas volar. Los aeropuertos de nuestro mundo son un drama, hay tantos trámites y se tarda tanto a todo…

—¿De verdad?

—Hay que llegar dos horas antes, pasar por controles anti-armas y demás, enseñar la identidad… Y luego esperar. Mucho.

—¡Vaya, pues sí que estás de suerte, porque mis vuelos son exprés!

La dragona salió de la habitación como un vendaval a hacer un desayuno rápido, provocando una risita en Kobayashi. La energía de su esposa era inagotable.

Poco rato después, Kobayashi se encontraba surcando el oceáno, aguantando las maletas (aunque estaban aseguradas gracias a la magia de Tohru) y, evidentemente, ocultas a la vista de cualquier mirón. Hacía un día estupendo y, aunque no veía el momento de llegar a la habitación del hotel para ver cómo era, disfrutó como cuando fue a Midgard del viento y de las vistas.

En Midgard no pudo percibirlo, pero en su mundo sí: Tohru volaba realmente rápido, más que un avión. Bastaron poco menos de dos horas para llegar. Los aviones de pasajeros más rápidos tardaban dos horas y cuarenta minutos aproximada, casi una hora más de tiempo.

—Eres realmente rápida —le dijo Kobayashi, mirando su reloj—. Es sorprendente.

—Lucoa es más rápida que yo volando, la verdad.

—Sigue siendo impresionante.

Cuando aterrizaron, en el bosque cercano al pueblo, hicieron como que simplemente llegaban a la ciudad con lo puesto y nadie les miró raro. Llegaron al hotel, que era pequeñuelo, pero parecía bueno, y Tohru se encargó de todo. De nuevo, Kobayashi estaba sorprendida, había aprendido mucho.

—Y esta es vuestra habitación. ¡Bienvenidos! —les invitó a pasar la recepcionista—. Os esperamos a la hora de cenar.

Y se fue. Le faltó tiempo a Tohru para saltar sobre una cama de aspecto moderno y tan grande como la de casa.

—¡Es genial!

Kobayashi miró a su alrededor. Aquello parecía un hotel de lujo, solo que parecía que hubiera una batalla entre el estilo tradicional japonés (aunque sin madera) y la modernidad. Había puertas correderas en todas partes excepto en la de entrada de la habitación. La cama era moderna, las mesillas también, pero había un kotatsu y unos cojines delante de la tele con aspecto de haberse fabricado un siglo antes.

—Bueno, es acogedor —dijo Kobayashi, algo poco convencida.

—¿No te gusta?

—Parece que no sepan qué les gusta más, si lo antiguo o lo nuevo.

—¡Pues a mí me encanta así!

Eso sí, la bañera que tuviera de todo, con espacio de sobra para dos personas estiradas libremente y un montón de chorros. Cuando Kobayashi lo vio, recordó algo muy importante que suele ocurrir en la luna de miel. ¡Se le había olvidado completamente! Se giró cara Tohru, que le había leído completamente el pensamiento.

—Nos lo vamos a pasar muy bien… —soltó, con una mirada fiera y luego una risita.

Notas finales:

Nuestro reto literario de Mundo Yuri sigue en activo hasta el día 28 de Noviembre jeje apuntaos!! http://amorymundoyuri.forumfree.it/?t=75010673


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).