Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caminando entre dragones por Kaiku_kun

[Reviews - 39]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas, ya estoy de vuelta :) Me alegra saber que os gusta tanto, espero que no decaiga! y también espero que os guste el nuevo capítulo :)

5. Las celestinas de Saikawa


 


No era ninguna novedad ver a Kanna y a Saikawa juntas, haciendo monerías de las suyas. Tampoco era novedad que la castaña se alterara al mínimo contacto… lo que me hacía pensar que tenía un sentido del tacto ultradesarrollado. Bueno, de eso me reía con Tohru. Ella me decía que era una insensible por reírme de su amor, pero es que era muy mona esa reacción.


Lo que sí era novedad era que, cuando ella venía a casa, se trajera a Georgie. Georgie era la hermana mayor y la muy fan de las maids, igual que yo. Habíamos tenido interminables conversaciones sobre maids (con Tohru sintiéndose torturada al lado) y la verdad es que era una chica amable y muy preparada para eso.


Supongo que por esa disposición es por la que aceptó un extraño encargo de Saikawa: conseguir más afecto.


—Así que básicamente quiere más mimos —dije. Estábamos Tohru, Georgie y yo comentando la situación.


—Eso fue lo primero que me dijo que no quería.


—¿Está claro, no? —intervino Tohru. Yo no lo tenía claro—. Quiere conseguir que le diga que la desea.


—Son… unas malditas niñas… ¿Qué van a saber ellas de deseo?


—En realidad Kanna ya tiene más de ciento cincuenta años.


—¿C-cómo? —se horrorizó Georgie.


Le pegué una mirada asesina a Tohru. La familia de Saikawa no tenía ni idea de que había dragones en mi casa. No queríamos asustarlas.


—¿Qué no ves que te está tomando el pelo? —le dije a Georgie, riendo falsamente—. Se le nota en la cara. Menos mal que Tohru puso una de sus caras de payasa a tiempo.


—O-oh, bueno…


—En fin, no te preocupes, te ayudaremos. Hacer de celestina no es nada fácil, y no tengo claro que Kanna lo acabe de entender.


—Gracias.


Las tres miramos hacia la habitación, desde donde se oían correteos. Estarían jugando a dar la vuelta a la cama y rodar encima de ésta, era algo muy habitual en ellas.


—A lo mejor sucede sin más… Kanna suele ser muy intuitiva, acierta con los momentos clave —añadió Tohru, esperanzada.


A partir de entonces, tuvimos varias ocasiones de hacerlas coincidir emocionalmente. Hicimos que Saikawa salvara a Kanna de una mala situación con unos matones (a quienes dijimos que actuaran para nosotros, que era una buena causa), pero acabó siendo Kanna la que salvó a la castaña. Ésta pensó sacarle partido a este hecho y se lo agradeció de buena gana, pero no sacó ninguna confesión de ello, solamente un “tranquila, ya ha pasado” algo cariñoso.


Hubo otro día en el que reprodujeron una de las actividades de la competición deportiva.


—¡A lo mejor el esfuerzo físico hace que acabemos por el suelo! —exclamó Saikawa, mientras nos lo proponía a todas. Kanna estaba en el baño en ese momento.


—Ella tiene mucho aguante… —contrapuso Tohru, sabiendo la verdad de Kanna.


—Y, señorita, es posible que no aguante la presión de estar tan cerca de la señorita Kanna… —añadió muy acertadamente Georgie.


—Es cierto, la última vez que hicisteis una carrera de tres pies ibas medio desmayada y acabasteis últimas —la sentencié yo.


—¡No hace falta que me recordéis mis fracasos! ¡Puedo mejorar!


Kanna salió entonces del baño del parque y vimos a Saikawa correr hasta ella y proponerle la carrera de tres pies.


—Ya verás cómo va a acabar esto… —suspiré.


Kanna aceptó la carrera, obviamente. Le gustaba mucho el deporte y lo que fuera descargar energía. Además, dijo que así mejorarían para la próxima competición. Cuando oímos eso, Saikawa se giró a nosotros e hizo el señal de victoria. Hasta ese momento, todo había ido bien.


Georgie ayudó a entrelazar los cordones de los zapatos de las chicas y les deseó suerte y todo el esfuerzo. Su presencia ayudó bastante a calmarse a su hermana pequeña, porque nada más notar la proximidad, Saikawa tuvo uno de esos brotes histéricos tan habituales. Por suerte, el hecho de tener un objetivo claro mucho mayor ayudó a que se recuperara rápido.


—¿Preparadas? ¿Listas? ¡Ya!


Las dos niñas empezaron a correr torpemente. Creímos que Saikawa se había vuelto a “desmayar”, pero en realidad era que ella corría más que Kanna. Ella estuvo encantada de subir un poco la velocidad, pero les costó sincronizarse. Cuando dieron la vuelta al parque y ya estaban de nuevo delante de nosotras, ambas frenaron y la castaña cayó de culo al suelo, agotada.


—¡Ha mejorado mucho, señorita! —alentó Georgie. Estaba planeado, Kanna lo vería y también la felicitaría.


—¡La próxima vez ganaremos, Kanna, ya verás! —exclamó Saikawa, también.


—Sí. Ya no vas lenta conmigo —confirmó, rascándole la cabeza amablemente.


Saikawa se medio-desmayó, pero se mantuvo lo suficiente para disfrutar del mimo del momento. Nosotras pensábamos que todo ya estaba conseguido y mirábamos con mirada tierna a las niñas, pero, al parecer, Saikawa no tenía suficiente.


—Pensaba que me diría algo más… ¡Lo voy a conseguir! ¡Voy a hacer algo tan grande que no va a poder negarse!


Iba repitiendo eso mientras volvía con Georgie a su casa. Nosotras la oíamos gritar animada alejándose del parque. Kanna no entendía nada, y tampoco le dijimos nada sobre ello.


Después de clases, Georgie, Tohru y yo íbamos a buscar a las niñas, para propiciar más escenas como esa, pero no aparecían buenas oportunidades. Uno de esos días, incluso hicimos que vinieran a casa con un helado en la mano de cada una.


Lo que sucedió ese día aún sigue siendo una incógnita.


Cuando estuvimos en casa todos juntos, las niñas se fueron al cuarto de Kanna a jugar. Nosotras estábamos intentando pensar en más ideas para unirlas definitivamente, pero no se nos ocurría nada. Sólo sé que, al cabo de un rato, Saikawa salió muda, roja como un tomate y sonriendo y con una señal de aprobación.


—No me quiero imaginar qué ha pasado… —suspiré.


*  *  *


Saikawa y Kanna dejaron a las mayores hablar en el comedor y se fueron al cuarto a jugar.


—¿Qué propones para hoy, Kanna? Estoy algo cansada para correr por la habitación.


—Un manga infantil —dijo ella, solamente, enseñando el tomo.


—Oh, vale. ¿Es nuevo? Este no lo hemos leído.


Solían leer cosas juntas (bueno, cuando la castaña no se desmayaba por la proximidad) y parecía que todo era normal. Era un manga divertido, estaban tumbadas en la cama y se estaban terminando el helado que Kobayashi les había comprado.


—Tu madre siempre escoge unos buenos helados —dijo Saikawa, acabándose el último trozo de galleta.


—Están buenísimos. Tendrás que venir más a casa, suele comprar pocos.


—O-oh… ¡encantada de venir!


Kanna acabó sola de leer el manga, su amiga ya estaba distraída, soñando despierta.


—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Kanna, dejando a un lado el tomo.


—Eh… No sé…


La dragona se giró a mirar a Saikawa, a ver si se le ocurría algo observándola, pero descubrió algo curioso en su cara. Sin decir nada, se acercó un poco para mirarlo mejor.


—¿Ka-Kanna?


—No te muevas.


Saikawa ya estaba poniendo cara de querer fundirse. Sólo veía a Kanna acercarse más y más a su cara y no tenía ni idea de porqué. La castaña acabó por cerrar los ojos con fuerza en el momento que notó algo cálido y húmedo acariciarle los labios de abajo a arriba. Apenas un segundo, duró.


—Tenías un poco de chocolate cerca del labio —dijo tranquilamente Kanna, alejándose un poco.


—Y-yo, ehm… ¡gracias!


Y se dejó caer en la cama, totalmente paralizada. No se podía creer lo que acababa de pasar. Tenía que decir algo.


—Kanna, esto…


—¿Sí?


—Lo que acabas de hacer… es lo que hacen las parejas mayores —dijo, a trompicones.


—¿Ah sí? ¿Se lamen?


—Bueno… se besan.


—Oh, ya veo… ¿por eso te ha gustado tanto?


Saikawa se quedó sin habla. Era habitual en Kanna hacer un montón de cosas inocentemente, sin saber lo que realmente significaba, o no se daba cuenta. Al parecer, sí que se había dado cuenta de algunas. Por eso puso más entre la espada y la pared a su amiga, porque quiso ponerse encima de ella.


—¿Quieres que lo haga?


La castaña asintió, con el corazón a punto de salírsele por la boca. Estaba temblando y ya casi prefirió esperar a que llegara el beso sin mirar. De nuevo, fue solamente un segundo, pero fue mucho más tierno y delicado que el lametón. Saikawa pensó que debía empezar a dejarse llevar en vez de quedarse arrinconada con los ojos cerrados, pero no tuvo tiempo de reaccionar, porque Kanna ya se había separado.


—¡Me-me gustas! —soltó Saikawa, en un momento de valor.


—Lo sé. A mí también me gustas. Ya te lo dije hace tiempo.


—¡L-lo sé!, pe-pero yo no te lo había dicho.


Kanna se quedó recostada a un lado, con los ojos entrecerrados. Estaba cogiendo sueño por tanto experimento. Saikawa lo vio y prefirió no molestar. Ella no podía dormirse, estaba intentando saber qué era tanto barullo en su pecho y en la barriga. Además de que seguía temblando. No mejoró cuando Kanna se agarró a su brazo, como si fuera el cojín.


—Aah… —suspiró ella, al cabo de un rato.


Al final, Saikawa también se quedó dormida, pero le llevó un buen rato. Al final, había conseguido lo que quería…


Por eso, cuando se despertó, salió rápidamente para comunicar que todo había ido bien a Georgie y la familia de Kanna. Ellas sonrieron de forma tierna y Saikawa se apresuró a encerrarse al lavabo. No quería pasar más vergüenza de la necesaria.

Notas finales:

Como siempre, gracias por leer, gracias por comentar y espero que no me matéis por haberlo dejado allí, aunque... creo que la ONU ya se acerca :V

Como siempre, buscad mis links en mi perfil, hay más esperando allí :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).