Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tigre de Bengala por RyuStark

[Reviews - 200]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hiyaaaa bebés :v <3

Por fin es Jueves de tigre de bengala. Oh sí. Hoy les traigo humor estúpido, romance tierno, drama leve y poquitos feels. Y quizás no lo avisé pero hay nuevo personaje ¿Qué? Eso y que Nash sigue queriendo ver el mundo arder :’v

Sin más espero que lo disfruten, los adoro. Por cierto hay información relevante en las notas finales :D <3 <3 <3 <3

-----Kagami T.-----

—¡Kise no puedo! —Digo decidido.

—Si puedes Kagamicchi. Es muy fácil. —Menciona Kise intentando convencerme.

—No puedo, ¿Y si el tipo tiene familia?

—¿Y eso que tiene que ver? ¡Es un videojuego!

—¡No importa! Aun si es un videojuego no simplemente puedes dispararle a alguien en la cara. ¡¿Y si le llega hasta dónde está?!

—¡Kagamicchi, las balas no atraviesan la pantalla! ¡Y mira, están por matarnos! ¡Oh no!

Apenas si puedo reírme entre dientes al ver como mi equipo con Kise es aniquilado en la enorme pantalla frente a mí. Lo gracioso es que tengo que arrojar el control y morderme una maldita mano, para no carcajearme al escuchar a Kise maldecir al otro lado de la línea por medio de los audífonos con pequeño micrófono que traigo puestos.

—¡Kagamicchi vamos en picada en el ranking! ¡Pase de ser el número uno al veintiuno!

—Sí, pero eres el número uno en mi corazón Kise.

—Eso es muy tierno ¡Y mentiroso Kagamicchi! ¡Los dos sabemos que el número uno en tu corazón es Aominecchi!

—Me descubriste. Pero estás en mi ranking personal. Eso es mejor que cualquier ranking mugroso de un videojuego estúpido. Además yo quería jugar calabozos y dragones, no está mierda en línea.

—¡Vaya Kagamicchi, estoy feliz…e indignado! ¡No sabes lo que dices, este juego es de lo mejor!

—Lo que sea. —Digo risueño escuchando la voz de Kise en mi cabeza mientras me estiro a lo largo del sillón en la sala, me froto el vientre y caigo en cuenta de que ya está todo oscuro y lo único que ilumina la habitación es la luz de la enorme pantalla. —Kise, ¿Vamos por pizza?—Menciono cortándole su lista infinita de porque Call of Duty es tan genial.

—¡Me encantaría! Pero, ¿No crees que Kurokocchi se enoje de que últimamente pasemos mucho tiempo juntos?

—Es Viernes y Kuroko debe estar muy ocupado follando con Akashi, como para importarle que vayamos por pizza.

—¡En ese caso acepto! ¡No, espera no! No puedo… ¡Yukicchi me acaba de mandar un mensaje! ¡Dice que si podemos cenar juntos hoy! —Me dice en exceso entusiasmado.

—¡Eso es genial, dile que sí! Y Kise…¡No lo jodas! ¡Ah! ¡Y aféitate y quítate esa horrible pijama que traes!

—¿Cómo sabes que traigo mi pijama especial? ¡Digo, no importa! ¡Nos vemos, te llamo mañana para contarte como me fue! ¡Salúdame a Aominecchi y a los bebécchis!

La comunicación se corta y simplemente me quito los audífonos y los arrojo al piso, para girarme a gusto en el sillón. Tengo hambre, extraño a Aomine, tengo hambre, ya se hizo tarde —como de costumbre— también tengo mucha hambre y mis hijos no paran de moverse.

Sonrío ante eso, acariciándome aún más el vientre para sentir bien sus tiernos y dolorosos movimientos. Que como dirían Takao y Tatsuya —de nuevo— son privilegios de embarazado.

—¿Qué quieren cenar hoy? —Le pregunto a mis hijos, que de inmediato me responden telepáticamente. Algo picante y dulce a la vez. Una tarta…sí, una tarta con un poco de salsa picante. Qué bien suena eso, pero primero algo salado y con queso.

Me incorporo a muy duras penas porque en apenas semanas mis hijos han decidido crecer en grande. Y eso que apenas llegué a los cinco meses hace un par de días. No me quiero ni imaginar el sexto mes y los que siguen. ¡Tendrán que rodarme!

La risa me gana por ese pensamiento conforme avanzo a la cocina, de no ser porque tocan el timbre. ¿Quién será? Camino con cuidado por la oscuridad hasta la puerta la cual abro, topándome con algo suave y perfumado. Flores. Un enorme ramo de tulipanes rojos.

—¿Se encuentra Kagami-san? Le traigo un arreglo. —Dice el repartidor amablemente.

¿Para mí? Pienso mientras las recibo. ¿Daiki me habrá mandado flores? No, él siempre me las da en persona y casi siempre son rosas o camelias, ¿Quizás Kasamatsu-san? Después del incidente, él me envió algunos arreglos, pero ya tiene tiempo.

Más mi respuesta llega al ver una pequeña tarjeta dorada, la cual abro para leer. “No son tan bonitos como tus ojos, pero hacen el intento. Espero te gusten Taiga. Atte: Nash G. Jr.” —Se equivocó de dirección. —Le digo inmediata y cortantemente al hombre.

—¿Eh? Pe…pero está es la dirección. Inclusive el caballero que se las mandó me trajo personalmente al edificio y luego se fue.

Un terrible miedo latente me palpita en el pecho a la vez que le empujo agresivo las flores. —¡No las quiero, tíralas, quémalas o quédatelas! Pero jamás vuelvas a traerme nada aquí o llamaré a la policía. —El hombre asiente asustado y se va mientras yo entro a mi departamento y cierro con seguro.

Respiro agitado y caminando despacio, ya que de un momento a otro el aliento se me ha ido. Lo malo es que por un segundo un terrible mareo me llega y me hace irme de lado. De pura suerte logro sostenerme contra la pared y no caer.

No me siento bien. Necesito a Aomine. Lo necesito mucho. Y más que nunca en cuanto escucho como tocan la puerta una vez más haciéndome brincar asustado. Oh no…¿Y si es Nash? No se atrevería ¿O sí?

Rápido tomo el teléfono y comienzo a marcar el número de Aomine, deteniéndome en cuanto escucho una voz que creí olvidada pronunciar mi nombre del otro lado de la puerta. No…no puede ser. Imposible. No puede ser esa persona. No puede estar aquí, no hay manera.

Me muerdo nervioso los labios, escuchando el timbre ser tocado una vez más. Porque aunque tengo miedo, me aterra aún más que esa voz que está repitiendo mi nombre sea una alucinación.

Así que como último intento por comprobar que mi cordura no se ha vuelto a perder me dirijo hacia la puerta para abrir y llevarme la sorpresa de mi vida. Porque aunque hace un segundo estaba aterrado, ahora me encuentro sonriendo como un idiota.

------Aomine D.-------

Ya lo tenía. Lo tenía. Tenía a Nash. Por fin después de una ardua, extensa y profunda investigación logré vincularlo con varias redes criminales en Tokio. Inclusive encontré que tiene diversas conexiones con yakuzas y estaba listo para apresarlo. Pero claro que el bastardo listo sabía que lo estaba vigilando y me hizo dar vueltas a lo estúpido, para que apenas parpadeara se me escapara.

Desapareció, se esfumó.

Después de tenerlo vigilado como nunca, ahora no dejó ni un rastro. Pero lo que realmente me asustó, fue que Kagami me llamó hace media hora e igual de rápido colgó. Algo me alertó. Y cuando le regresé la llamada me dijo que no era nada. Pero con un bastardo como Nash suelto por las calles, no puedo estar seguro de nada.

—Ryo, vuélvele a llamar. —Le digo a Sakurai que se encuentra junto a mí de copiloto.

—Pe…pero Aomine-san, Kagami-san siempre me cuelga después de decirme “Dile al idiota que fue una falsa alarma”.

—¡Hazlo de nuevo!

—¡Lo siento, lo siento, ya lo hago señor! —Ryo me obedece, marcando a prisa y poniendo el alta voz en cuanto contestan.

—¡¿Ahora qué?! ¡Mi teléfono ya no puede sonar más que estallará Daiki! —Me dice Kagami.

—¡¿Seguro que estás bien?! ¡Y no me mientas Bakagami! —Le grito al celular.

—¡No te miento y no me grites Ahomine! Ya te dije que estoy bien, fue una falsa alarma.

—No te creo. Pero de todas formas ya voy para allá. ¿Seguro que estás bien?

—Deja de exagerar, quiero una tarta, no una ambulancia ¿Sí?

—¡Bien, pero no te alteres!

—¡Tú me alteras estúpido! ¡Solo ven y tráeme una tarta de manzana!

—¡¿Qué sólo piensas en comida?!

—¡Sí! ¡Y ahora dime que me amas y cuelga o cuando llegues te daré la paliza de tu vida!

—¡Carajo Kagami, te amo niñato idiota cejas de flecha!

—¡Jódete, yo también te amo y no olvides la tarta o te mato!

Por supuesto que Kagami me cuelga dejándome como un total imbécil frente a Sakurai que no sabe si reírse nervioso, o abrir la puerta y tirarse aun en movimiento, porque seguramente ya lo tengo harto. Pero es que es Kagami, mi Kagami, al que prometí proteger con mi vida.

Dios, creo que estoy por volverme seriamente loco. Nash, el trabajo y el embarazo de Taiga, todo me tiene con la adrenalina al límite y el corazón en la boca.

—¿Aomine-san me escucha?

—¿Qué necesitas Ryo?

—Perdón, perdón señor no quise interrumpirlo. Lo siento. Es…es solo que vamos muy por encima del exceso de velocidad y ya dejamos a las patrullas atrás.

Chasqueo la boca ante eso y bajo un poco la velocidad, mirando por el retrovisor que una vez más las patrullas que vienen tras de mí me localizan. Ya frente al edificio  donde vivo me bajo y comienzo a buscar con la mirada por doquier. No hay nada extraño…no a simple vista.

—Escucha Ryo, quedas a cargo. Quiero dos patrullas rondando la manzana y a varios agentes encubiertos por el área todo el tiempo hasta que yo diga lo contrario.

—¡Si señor!

—Ryo…si ves a ese hijo de perra, no lo pienses y llámame, que yo mismo lo cazaré. Y eso sí, diles a todos que tengan cuidado, que si se siente acorralado el maldito no dudará en meter balas por doquier. —Sakurai me mira nervioso, pero igual de rápido asiente decidido.

—Y algo más, llámale a Imayoshi y dile que como un favor para el superintendente quiero que me preste al idiota de Wakamatsu y a Susa. Los quiero en esta puerta ahora mismo. No sé cómo lo harás Ryo, si tengas que seducir a Imayoshi, bailarle o invitarlo a cenar, pero quiero a esos tipos ahora. ¿Me expliqué lo suficiente?

—¿Eh? ¡¿Eh?! ¡Digo…uh, veré qué puedo hacer señor!

—¡No veas que puedes hacer, hazlo! Ah, y algo más, llámale a Harasawa y dile que estoy por prender en fuego su puta agencia nacional. ¡Y díselo así!

—¡No…no puedo hablarle así al jefe! —Me dice hecho una gelatina temblorosa.

—¡Yo soy tu jefe! —Le grito ya comenzando a entrar al edificio, no sin detenerme y regresar con él porque olvidé algo. —Ah, y consígueme una puta tarta de manzana, tráemela y cómprate algo. —Le digo mientras le paso un par de billetes.

—Pe…pero señor, no creo que vendan tartas a esta hora.

—¡Pues también consíguela, hazla o róbasela a alguien!

—¡¿Aomine-san no sería eso un delito?!

—¡Será un delito cuando Kagami nos destace a todos si no tiene su jodida tarta! Créeme Ryo, jamás puedes meterte con los antojos de un embarazado sin morir en el intento. —El chico asiente asustado antes de salir corriendo y casi estrellarse contra un poste. Ya luego me aseguraré de darle unas largas vacaciones, pero por ahora tendrá que soportarlo.

Carajo, seguro que no tarda en darme alguna afección al corazón con tantos sucesos intensos. Ya frente a mi puerta abro rápido, extrañándome al escuchar a Taiga reírse. Pareciera estar hablando con alguien.

—No digas tonterías Alex, ¡Daiki es genial y mamá diría lo mismo!

¿Dijo Alex? ¿Alex como su tía? Una fea sensación se crea en mi pecho al oír ese nombre. Oh no…¿Otra vez está alucinando? Ni siquiera me saco los zapatos, caminando a prisa y entrando a la sala donde veo a Taiga solo y sentado en una de las sillas altas de la barra.

—¡Daiki estás aquí! —Me dice sonriente mientras yo corro para abrazarlo con fuerza.

—Está bien bebé, no pasa nada, estoy aquí. Iré por tu medicina y todo estará bien ¿Sí?

—¿Hah? ¿De qué hablas? —Me pregunta Kagami con una ceja levantada.

—Shh, no tengas miedo tigre. Pero primero escúchame. Kagami…Alex no está aquí. —Le digo comprensivo mientras le acaricio el rostro y lo pego contra mi pecho para frotarle a la espalda.

—¿Quién no está aquí?

Giro ante esa voz desconocida, mirando a una mujer rubia y con gafas, cruzada de brazos y recargada en el refrigerador. Debe ser apenas un par de años más grande que yo. Ahora me sonríe y me mira curiosa mientras yo no termino de comprender. —Taiga…

—¿Sí? —Inquiere Kagami aun contra mi pecho.

—Hay una mujer extraña en nuestra cocina.  —Concluyo tajante.

—No es una mujer extraña. Es Alex. Mi tía Alex. Algo así como tu tía también ahora que lo pienso. —Menciona Kagami sonriente, despegándose y levantándose.

—Claro, la tía Alex, como no se me ocurrió. —¡Y un demonio! Me digo internamente mientras miro a la mujer acercarse a mí.

—Tú debes ser Daiki…

Y juro que la mujer estaba por arrojárseme y maldita sea besarme, de no ser porque Kagami le bloqueó el paso con su mano.

—No puedes besarlo ya te lo dije. ¡El idiota es mi marido!

—¡Si, eso! Espera, ¿Qué? No, no, alto. Alto. ¿Qué está pasando aquí? ¿Tú eres Alex? ¿Alex su tía en serio? —Pregunto, porque esto es demasiado. ¿Qué hace ella aquí? ¿Ella fue la falsa alarma?

—Creo que no me he presentado como se debe. Mi nombre es Alexandra y soy hermana de la madre de Taiga. Es un placer por fin conocerte Daiki. No sabes cuánto he oído de ti por parte de mi cuñado. Aunque me esperaba algo distinto. Y es que él mencionó las palabras “Abusador, delincuente y grosero.” Y aparentemente eres todo lo contrario, por un lado es bueno, porque así no me tendré que ver en la necesidad de matarte, mira que traje mis mejores bolsas para esconder cadáveres desde L.A. —Dice riéndose casualmente y señalándome unas largas bolsas negras que están sobre la barra.

—No recordaba que mi suegro, uh…el padre de Taiga, piensa tan profundamente de mí. —Digo no sabiendo si reírme nervioso u ocultarme. Mierda, esta familia es intensa.

—No te lo tomes personal Daiki, mi cuñado suele ser un idiota con todos al principio.

—Alex…

—Sabes que es verdad, ¿A quién crees que le sacaste lo testarudo huh? A tu madre no, eso es seguro. Pero bueno, ahora que he comprobado que Taiga no vive con un abusador como dijo su padre, puedo irme a mi hotel y descansar. Eso sí, tú aún no te has librado de mí. —Le dice a Taiga, al cual le da un beso en la mejilla. —Y tú…aquí dejo esto por si las dudas.—Me dice palpando las bolsas a la vez que me guiña un ojo, antes de darme también un beso en la mejilla e irse rumbo a la puerta con Taiga pisándole los talones.

—¿Segura que no quieres quedarte con nosotros? A Daiki no le importaría ¿Verdad?

—Sería un placer tenerte con nosotros. Después de todo somos familia. —Le respondo, sonriéndole a ambos.

—¿Familia huh? Cuan tierno par de enamorados, pero a decir verdad veré si puedo conseguirme alguna conquista… Por cierto Taiga, ¿No dijiste que Daiki tenía una amiga…? —Más Alex no termina  de hablar que Taiga de inmediato le tapa la boca y la saca del departamento.

—Adiós Alex, te veo mañana. Que descanses. —Le gruñe Taiga mientras que Alex simplemente se despide de mí con su mano.

Una vez que la puerta se cierra Taiga suspira agotado y viene contra mí para abrazarme. Claro que lo estrujo con fuerza, frotándole la espalda y por supuesto el vientre.

—En primera te extrañé, en segunda no sé porque Alex está aquí y en tercera los bebés se han estado moviendo desde que escucharon tu voz.

Olvido todo por un momento, simplemente sonriendo eufórico y enternecido al dejar que Taiga ponga mi mano sobre determinada área dejándome sentir el tenue movimiento. —¡Están bailando!

—No sé si estén bailando, pero seguro que si saben dar patadas. Ahora ven, te serviré de cenar, hice pasta y de postre…¡Mi tarta! Espera, ¿Dónde está?

Me quedo callado, limitándome a retroceder y a tomar un cojín del sillón para cubrirme al ver que la sonrisa se le borra y levanta una ceja amenazante. —¿Ya viene en camino? —Digo nervioso. Oh mierda, me va a hacer dormir en la terraza después de patearme el trasero.

—¿Te quieres morir verdad? Solo te pedí una cosa Daiki. ¡Una cosa!

Abro la boca para replicar, callándome y sonriendo al oír el timbre. —¡Ahí está! ¡Te dije que venía en camino! ¡Ahora tendrás que dejarme darte amor toda la noche por esto tigre!

—No tarta, no amor.

Me dice mientras yo abro la puerta recibiendo a Sakurai que viene con cara de que corrió tres mega-maratones trasatlánticos. El cual me pasa una bonita caja de una repostería fina. —¿Dónde la conseguiste?

—Era…era la última y prácticamente tuve que rogar. ¡Pero aquí está Aomine-san, una deliciosa tarta de pera!

—¡Genial! ¡No! ¡No! ¡¿Dijiste pera?! ¡Yo te dije manzana! ¡Ryo carajo, estás despedido y vuelvo a contratarte solo para despedirte una vez más! ¿Sabes lo que mi esposo me hará? Dios…

—¡Lo siento, lo lamento, lo siento! Pero no me despida Aomine-san…

—Bien, bien, sigues a cargo y ahora largo que si he de morir prefiero hacerlo con privacidad. —Le cierro la puerta y voy a la mesa donde ya me espera Taiga cenando feliz. Permanezco en silencio comiendo junto a él, que me mata lento acariciándome el rostro o dándome pequeños besos porque seguramente piensa que le traje su tarta.

—Se ve bien y huele rico…¿Manzana? —Me pregunta feliz mientras abre la caja y admira la tarta.

—Uh…algo así.

—Entonces algo así te dejaré darme amor.

Suspiro cansado, y como es de esperarse mi noche termina con un jalón de mejillas. Un baño a solas y con Kagami en pijama. Porque claramente sin antojos no habrá tigre desnudo. Ya en la cama y con las luces apagadas, simplemente me pego a él. Al principio me empuja, pero entre choque y choque, termina riéndose y girándose boca arriba mientras pega su hombro con el mío.

Ambos miramos las siluetas que se dibujan en el techo debido a las líneas de luz que se cuelan entre las cortinas. Si me lo preguntan, fue un día asfixiante y cansado que me hace recordar que ya no soy un joven que puede hacer todo él solo. Y aunque por momentos la angustia me gana, Kagami siempre sabe cómo alegrarme. Es el único que puede hacerlo.

Taiga tararea una canción despacio, lo hace terrible, tan mal que es lindo y no puedo evitar sonreír como un idiota enamorado. Kagami se ríe inocente cuando termina y toma mi mano entrelazando nuestros dedos por debajo de las colchas, diciéndome que me apoya incondicional. —A veces pienso que sería genial poder estar contigo todo el tiempo. —Digo de la nada.

—Yo también, aunque a veces me hartes y luego te quiera ahorcar. Por cierto me gustó la tarta. Gracias. —Me dice mientras me da un pequeño apretoncito en la mano. —Daiki…La tía Alex es buena persona, ella me enseñó a jugar baloncesto y también me cuidó cuando mamá se enfermó.

Permanezco en silencio, ya que Kagami jamás me ha hablado de su mamá, bueno, no realmente.

—Mamá tenía lo mismo que yo. Pero ella…ella no puedo curarse. Su mente era tan confusa, que necesitaba estar medicada todo el tiempo. Así que cuando no estaba dormida por las medicinas, estaba pérdida en eternos pensamientos y alucinaciones sin fin. Había veces en que no me reconocía y tampoco a papá... Mamá lo perdió todo.

Pero sabes…ella era la más bonita y la más buena. Cuando estaba cuerda era…la mejor. No pasaba seguido pero…cuando sucedía y me abrazaba yo era tan feliz. Es una lástima que no duraba mucho. Así que eventualmente mi padre creyó que lo mejor para mí era pasar largas temporadas con la tía Alex mientras él se encargaba de mamá.

Papá no es malo Daiki, solo que ha sufrido mucho. Primero con mamá y después conmigo. Él no siempre fue así de gruñón y hostil. Solo tiene miedo y es su manera de intentar controlar la situación. Él tampoco te odia, lo sé…es solo una cubierta. Supongo que le aterra que me pase lo mismo que a mamá y tú no puedas cuidarme.

Y sinceramente también tengo un poco de miedo, no vivo asustado, pero…desde que me embaracé, me aterra en silencio el dejarte solo con los niños. Yo no me iré físicamente, pero la mente y la razón son contradictorias. Así como he sido dado de alta, en un día o en diez años todo puede regresar y ya no irse. Y cuando pienso en eso, creo que comprendo un poco a papá. No quiero que sufras por mí Daiki…no quiero. No lo mereces.

No he llorado desde el día en que mi madre murió hace ya tantos años, que creí haber olvidado la sensación, pero en este momento, siento mis ojos arder al igual que mi pecho mientras estrujo con mucha más fuerza la mano de Kagami. —Eso no pasará Taiga.

—Lo sé… ¿Pero sabes algo más? Quizás es estúpido, pero siento que aún si de verdad yo lo perdiera todo, de alguna manera siempre te recordaría Daiki. No sé porque, pero lo siento. Estoy seguro. Jamás podría no reconocer al hombre que me salvó de mi mismo y me amó cuando nadie más lo hizo.

Taiga y yo nos giramos de lado para encontrar nuestras miradas. —Ese hombre del que hablas debe ser perfecto. —Kagami se ríe conmigo mientras se sorbe la nariz y me mira con esos bonitos ojos cristalizados.

—Lo es, es perfecto…para mí. —Me susurra antes de darme un pequeño beso, que me sabe a cielo mismo. —No tengas miedo Daiki, no tú. Que yo siempre estaré aquí para ti. Pase lo que pase.

—Al contrario, tú sí deberías tener miedo. Que del que no te podrás librar jamás será de mí. Porque así como te encontré la primera vez cuando estabas perdido, te volveré a encontrar una y otra y otra vez. Las que sean necesarias Taiga. —Kagami se ríe adorable, jalándome hasta el cabello y dándome montones de besos mojados.

—Hasta me dan ganas de perderme de nuevo, solo porque sé que tú siempre me has de encontrar.

—Siempre bebé. Aunque te escondas, yo jamás dejaré de buscar, así me tome toda la vida volverte a encontrar. Lo prometo.

—¡Ugh! Putas hormonas, no digas cosas raras que me dan ganas de llorar. Te amo Daiki.

—Y yo a ti tigre de bengala. Aunque me dejes todo mojado y escurriendo en lágrimas, saliva y mocos. —Taiga me gruñe entre risas y me da un pequeño golpe, mientras yo me río y tomo un pañuelo para limpiarlo. —Para ser el chico más lindo del universo, si qué lloras feo.

—Eres un idiota y tú sí eres feo y aunque nunca te he visto llorar, seguro que luces horrible.

—Pues te has revolcado con este feo horrible más veces de las que te has lavado las manos en tu vida.

—Sí que debo tener las manos sucias eh.

Nuevamente nos reímos mientras yo le froto un poco el vientre para palpar a mis hijos. —Aunque yo sea feo y tú un llorón, estoy seguro que los tigrecitos serán los niños más encantadores del mundo.

—Eso ni se discute.

Una sonrisa y un par de besos más, nos tienen en las nubes, el cielo y el paraíso por el simple hecho de estar juntos. Porque Aomine Daiki, el que no creía en cuentos de hadas, en el amor eterno y en los sentimientos sinceros, ahora siente estúpidas mariposas en el estómago con solo tener al hombre que ama a su lado, respirando tranquilo y abrazándolo…Estoy jodido ¿No es así? Sí, pero Kagami lo vale. Siempre lo hará.

 

-------Kagami T.------

—Esto…esto el cielo Taiga, ¡Sabe delicioso! ¡¿Puede haber mejor desayuno?!

Le sonrío a Daiki al que prácticamente le brotan corazones de los ojos mientras se mete otra cucharada a la boca de mi nueva creación. —Se llama Tarte Tatin, es la versión francesa de la tarta de manzana.

—¡Francés, americano, lo que sea solo dame más!

—Me alegra que sea de tu agrado, pero muérdete la lengua que solo te daré un poco más porque lo hice para los bebés. —Le digo mientras me sirvo una enorme rebanada y como junto a él. Definitivamente esto de la repostería es lo mío. O será que tenía mucho antojo. —Por cierto, ¿Tus amigos vendrán con nosotros al centro comercial?

—¿Susa y Wakamatsu? Nah, estuvieron trabajando tarde junto a Sakurai. Se merecen un descanso. Además iremos juntos, así que no necesitamos guardaespaldas.

—Pobre Sakurai, te lo llevaste de Too para hacerlo tu asistente y terminó siendo tu esclavo. Tendré que hacerle un pastel un día de estos, que seguro no tarda en renunciar después de darte un puñetazo en la cara.

—¡Solo me puedes cocinar a mí!

Lo ignoro viéndolo berrear mientras termino de comer, para finalmente recoger y ahora si ponernos en marcha. Iremos al centro comercial para comprar más cosas para los bebés y luego veremos a Alex para la comida. Sin mencionar que le compré un regalo a Daiki y quiero recogerlo.

Ya en la entrada miramos a Susa y a Wakamatsu, a los cuales aun a protesta de Daiki les doy una rebanada de tarta para que se la lleven a su casa como señal de agradecimiento.

—No me diste otra rebanada, pero si le diste una al imbécil de Wakamatsu. Por si no lo sabes le estoy pagando horas dobles huh. No los consientas.

—Cierra la boca, por tu paranoia los hiciste permanecer despiertos y quien sabe a cuantos agentes más.

—¡Tenemos que atrapar a Nash!

—Nash es un idiota y me importa un carajo. Tú me preocupas más. Sé que quieres atraparlo, pero debes calmarte. Siempre has pensado con la cabeza en frío y por eso eres el mejor, pero como ahora se trata de algo relacionado conmigo actúas apresurado y caótico. Necesitas tranquilizarte Daiki y lo digo en serio.

—Bien.

Conmigo complacido por su respuesta llegamos al centro comercial, donde Daiki se queda embobado viendo ropita para bebé mientras yo aprovecho para ir a la joyería a recoger su regalo. Ahí, el gerente me entrega una preciosa pulsera ancha de plata deslumbrante. No fue nada barata y aquel día que la pedí los bebés y yo nos tuvimos que aguantar de comprarnos un par de antojos, pero sé que a Aomine le gustará.

—Está grabada con lo que nos pidió caballero. ¿Gusta que ya se la envuelva?

—Sí por favor, es un regalo para mi marido.

El hombre se va mientras yo miro en las vitrinas varias piezas, que si fuera por mí compraría y se las regalaría a Daiki. Y es que cada semana sin falta, ya sea pequeño o grande siempre me da bonitos regalos o tiene algún detalle conmigo.

—¿Algo que te guste? Te lo compraré si me lo pides. —Dice mi peor pesadilla.

Elevo la vista topándome de frente con el mismo demonio en persona. Nash, que me sonríe de lado. No sé porque no me sorprende que el maldito esté aquí.

—Mira este anillo con rubíes, combinan con tus ojos. Creo que se te vería genial…sí, definitivamente genial. Señorita, ¿Me puede dar este?

—No será necesario. El señor no comprará nada. —Le digo cortante y hostil.

—Oh vamos Taiga, primero rechazas mis flores y ahora esto. Realmente me harás sentir mal.

—No me llames por mi nombre jamás. No sé qué carajos quieras de mí, pero será bueno que te alejes. No te tolero, no me gustas, no me agradas ni nunca lo harás. Así que largo. Y la próxima vez que intentes pasarte de listo te vas a arrepentir. ¿Me oíste? —Al bastardo pareciera encantarle mi respuesta al sonreírme cruel.

—Eso es…rehúsate, dame pelea, si es fácil no es divertido. Y siempre me han gustado mis hombres con un toque feroz como tú.

—¡Púdrete! —Le grito molesto.

—Vamos, vamos, no te alteres, no le hace bien a los pequeñitos ¿Cierto?

En cuanto intenta tocarme, le suelto un manotazo y de inmediato agarro por lo que vine antes de salir volando de ahí con él siguiéndome los pasos lento, como disfrutando de verme alterado. Maldito hijo de perra.

Daiki, debo ir con Daiki. Y aunque luego lo lamentaré, estoy por salir corriendo de no ser porque alguien me jala del brazo. Nash que me pega contra una pared y me sujeta con tanta fuerza que me lastima. —¡Suéltame!

—Shh, no grites. Tranquilo…eso es mírame, tranquilo. No te haré daño Taiga, me gustas mucho como para herirte…a menos que tú me lo pidas claro. —Me dice con una horrible mueca casi demencial.

—Estás completamente loco.

—Uhm…¿Tú crees? Me resulta un cumplido viniendo de ti. Porque tú si lo estás ¿No es así? Estás loco. Loco de verdad. Loco hasta las malditas entrañas. Justo como yo.

Lo miro horrorizado, porque por lo visto sabe lo que tengo, más no es suficiente para quebrarme. —Yo no soy como tú, ni nunca lo seré y cuando Daiki te encierre pagarás todo lo que has hecho incluyendo lo que le hiciste a Kise.

—¿Kise? Oh…Ryota, ¿Ese fracasado te dijo que yo le hice algo? Taiga, me subestimas. Yo jamás apunto a peces pequeños, yo siempre voy por lo grande. Ryota fue el juguete de otro, no mío. Pero no te enojes, ¿Te lo dije no? No le hace bien a los niños. Después de todo no queremos que te alteres y algo malo te pase ¿Cierto? Estar loco sí que es un maldito problema.

No me mires así, ¿En serio te sorprende que lo sepa? Apenas me bastó con buscar por aquí y por allá. Y sorpresa, el esposo del respetado comandante de la policía no es más que un loco medicado. Pero no te preocupes, te guardaré el secreto. ¿Qué pasa con esa cara? ¿Te da miedo que todos lo sepan? ¿O será que temes perderlo todo? ¿Qué te encierren, que te quiten a tus hijos, que Aomine te deje cuando se harte de ti? Que…

Lo escucho hablar y aunque por un momento sentí mis ojos cristalizarse, ahora me encuentro sonriéndole antes de empujarlo y soltarle un golpe directo a la cara, que lo deja sorprendido al igual que a todos los que pasan cerca.

—¿Crees que te tengo miedo Nash? ¿Qué lloraré y te suplicaré que no se lo digas a nadie? Eres un idiota. He conocido gente como tú todos los malditos días de mi vida y si te crees especial, estás muy equivocado. No eres el primero que intenta hacerme sentir mal o que busca amenazarme para aprovecharse.

Pero adivina qué. No me da miedo decirlo, ¡Estoy loco, sí y también medicado! Más no soy como tú. Yo no estoy solo. Yo tengo una familia, un marido, hijos, amigos y tú…tú eres una basura que se entretiene buscando peleas. No vales nada. Ahora fuera de mi vista y nunca más vuelvas, porque en este momento no me importaría que me encierren después de acabar contigo.

Nash se queda pasmado y mirándome serio antes de volver a sonreír.

—Solo esta vez te dejaré hablarme así Taiga, pero no se repetirá.

—¡Jódete! Le grito mirándolo irse hasta perderse entre el tumulto. Ya veo a que se refería Kise cuando decía que al tipo le gusta jugar con la mente de los demás, seguramente esperando que todas sus víctimas lloren y supliquen. Pues el idiota se encontró con el loco equivocado.

—¡Taiga! Te estuve buscando.

Giro encontrándome con Daiki, sonriéndome y cargando varias bolsas y cajas. No cabe duda que es un adicto a las compras. —¿Todo es para los bebés? —Le pregunto curioso.

—Jamás es demasiado para los tigrecitos.

—Créeme Daiki, hay un límite que dice demasiado Baby Dior por un día.

—¡Bakagami mis hijos se merecen el cielo!

—Tú te mereces el cielo. —Digo sonriente.

—Oho, ho. Sé que te merezco pero no me seduzcas aquí, que con tantas cajas no podré hacer mucho al respecto. —Me contesta coqueto.

Me rio un poco, pero termino ayudándole para llegar a una bonita cafetería con una terraza donde nos pedimos un par de cafés y unos pastelillos. Comemos apreciando el acogedor silencio que nos envuelve mientras admiramos la vista de esta parte de la ciudad.

—Ahora que lo pienso, raras veces te he visto con algo que no sea formal. —Digo señalándole su atuendo, que como siempre es un precioso y elegante traje y su abrigo.

—Uso ropa deportiva cuando jugamos juntos. Pero ya me es una costumbre vestirme así. Me gusta, me siento en control… La edad hablando quizás. Aunque cuando era mucho más joven solía vestirme horrible, con cosas rotas, rayadas, de colores intensos y mi enemigo mortal era el cepillo para el cabello.

—No me lo puedo imaginar. —Le digo entre risas. —Aunque…por las fotos que he visto eras realmente guapo.

—Aún no lo soy Bakagami. Soy de esos hombres que con la edad van mejorando. Admito que hubiera sido gracioso conocerte teniendo la misma edad que tú. Pero agradezco no haberlo hecho, en ese entonces yo era un niñato estúpido y no hubiera podido ayudarte como ahora. Así que estoy feliz, porque creo que nos conocimos en el tiempo perfecto. Conmigo un poco más maduro y contigo menos llorón.

—Eres un idiota, pero tienes razón.

—Amas a este idiota, el cual por cierto te compró algo…—Me dice comenzando a buscar entre las bolsas.

—No. Cierra la boca. Yo voy primero. —Le digo tajante y sacando de mi bolsillo el regalo.

—Oh vaya…¿Para mí?

—¿Alguien más de ochenta a la vista? No lo creo. —Daiki me gruñe entre sonrisas mientras abre su regalo, primero el papel y luego la bonita caja, de la cual saca su pulsera que observa detenidamente. —Es fina, así que puedes usarla todos los días. Bueno si quieres.

—Claro que quiero…Me fascina Taiga. Ugh… ¿Qué voy a hacer contigo Bakagami? ¡Realmente quieres matarme! ¿No es así? ¡Admítelo!—Me dice muy alegre y dándome un beso en la frente.

—Y que leo aquí “D. Te amamos por siempre. Tx3” ¿Quieres explicar?

—Daiki, te amamos por siempre, Taiga y tigrecitos. Tx3, ¿Comprendes? —Aomine me mira entre entretenido y enternecido, antes de reírse y que por alguna extraña razón terminemos jalándonos el cabello entre besos y mordidas. Sí…definitivamente siempre que tenga a Aomine y a nuestros hijos conmigo, me siento invencible pase lo que pase hoy, mañana o en diez años.

Notas finales:

Resumen del capítulo: Kagami y Kise cada vez se hacen más amigos, Alex está de visita porque al parecer el papá de Taiga no para de hablar de Aomine. Nash se le escapó a Daiki y disfruta aterrorizando a Taiga, pero sorpresa perra. Kagami-chan no te tiene miedo. ¿Cómo te gusta ahora huh? >u< Y por último…el AoKaga, ambos saben que no será fácil, digo, nada es fácil en la vida, pero lo que si saben es que siempre que estén juntos no hay nada que temer, ni nada que no puedan hacer :’33333

Por cierto, nunca he justificado al papá de Kagami, así como no lo hice con Kise, pero…damn. Fue difícil, primero su esposa y luego su hijo. No sé, ya veremos si Kagami-chan logra tocar el corazón de su gruñón papá TAT

Ah, las terribles noticias. NO actualizaré el próximo Jueves :( Y es que en primera estoy ocupada y en segunda, tengo otros fics atrasados los cuales necesitan mi amorts. Por lo que la próxima actualización de tigre de bengala será hasta el 13 de Julio. Lo lamento en serio. No les he fallado en este fic hasta ahora, así que ténganme paciencia por favor, que valdrá la pena <3 <3 <3 <3 <3

Nos vemos en dos semanas mis preciosos terrones de azúcar y agárrense, que el próximo capítulo habrá pelea en todos los sentidos. De quién con quién, eso no se los diré, pero esto se va a prender de nuevo bwahaha. En fin, los amo muchoooo <3

Pd: Alguien salve a Sakurai plsss. Lol.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).